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Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX; estas
sociedades alcanzan su apogeo a principios del siglo XX. Operan mediante la
organización de grandes centros de encierro. Estas sociedades coinciden con la
expansión del capitalismo y las nuevas formas de producción industrial como el
fordismo que fue un modo de producción caracterizado por hacer que la misma se
realice en serie o en cadena.

Estas viejas fábricas tenían la característica de poseer ciertos métodos y


disciplinas que se utilizan como mecanismos de dominación de los cuerpos de las
personas así como también la respuesta de acuerdo a las necesidades
establecidas desde el poder.

En el texto “Fordlandia”se visualizan varias de las “disciplinas “analizadas por


Michel Foulcaut en “las sociedades disciplinarias” como por ejemplo:

El concepto de “cuerpos dóciles”: se considera un cuerpo dócil a todo ser


humano que es sometido, manipulado, moldeado y esculpido con un propósito, un
fin en especial, una intención, para lograr que ese cuerpo se vuelva hábil y sea un
gran ente productivo para el modelo capitalista. La disciplina aumenta las fuerzas
del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas
(en términos políticos de obediencia).Este concepto se refleja en la historia
analizada, cuando se relata que la fábrica se habían implantado un régimen de
comportamientos que prohibía sentarse, cantar, hablar charlar y reunirse con
compañeros, así como también la aceleración del tiempo de la línea de montaje
que no permitía retrasos. Con el objetivo de que el cuerpo del trabajador rinda al
máximo para lograr una mayor producción.

Por otra parte estas reglas buscaban el impedimento de distraigos y una mayor
concentración en el trabajo como también el control del ímpetu de los obreros,
para que estos no se organicen y unan en una protesta sindical que pudiera exigir
mejoras para los trabajadores y ocasionar la pérdida de poder por parte de la
burguesía industrial.

La clausura: Entendida como el encierro del cuerpo dócil con el objetivo de


ejercer mayor control sobre los movimientos de las personas.
En el cuento el trabajador (protagonista) está encerrado en una fábrica de Henry
Ford y se siente observado por este, que advierte los movimientos torpes y lentos
de su empleado.

La elaboración temporal del acto: Consiste en que cada movimiento del cuerpo
tiene que estar coordinado con una secuencia de tiempo. Como determinaba el
manual de operaciones de la fábrica, que estipulaba cuatro segundos para que el
trabajador ensamble una pieza de acuerdo a ciertas posturas del cuerpo que
lograban cumplir con dichos requisitos.

El empleo del tiempo: Se ejerce control estableciendo los ritmos de los ciclos de
repetición como estirar el brazo sin doblar la cintura y ajustar la pieza en cuatro
segundos como indicaba el manual de operaciones ,para evitar retrasos y acelerar
la línea de montaje para generar una mayor ganancia productiva.

La articulación cuerpo-objeto: La disciplina define cada una de las relaciones


que el cuerpo debe mantener con el objeto que manipula. El cuerpo debe
adecuarse al objeto. De esta manera Henry Ford le muestra a su empleado como
tomar la herramienta correctamente y le aconseja que deje que la máquina haga
su trabajo, que él solo acompañe.

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Para intimidar el ímpetu sindical las autoridades de la planta de Rouge implementó


un nuevo régimen de comportamientos orientados a evitar que los sindicatos
movilizaran a los cuerpos (trabajadores) a la resistencia y a la unión común de los
obreros en busca de mejores condiciones laborales y beneficios sociales.

Estas exigencias mantenían el control y evitaban que los compañeros de trabajo


se unan para reclamar derechos que estaban negados u omitidos.

Estas pautas de comportamiento laboral eran:

 Estaba prohibido sentarse, ponerse de cuchillas, cantar, hablar,


sonreír.
 Se exigían explicaciones para caminar de un sitio a otro.
 Se vigilaba en los baños para que no hubiera reuniones ni se fumara
allí.
 Los agentes de la empresa patrullaban las tabernas y las tiendas
cercanas para detectar potenciales conspiraciones.
 Se controló la lealtad hacía el producto. Ningún empleado ni nadie de
su familia podían conducir otra marca de autos distinta a la que
fabricaba la compañía.

Por otra parte el manual de operaciones estipulaba:

 Estirar el brazo, acertar la pieza, ajustar hacía atrás, con fuerza y


precisión, en cuatro segundos.

Esta dominación y manipulación de los movimientos y ritmos del cuerpo tenía


como finalidad lograr una mayor producción y por ende beneficio privado (del
capitalista).

Estas disciplinas de trabajo antes nombradas son construcciones panópticas que


tienen como característica principal el control y vigilancia de los cuerpos y rostros,
que permite un estado permanente de visibilidad, para garantizar el
funcionamiento automático del poder.

Las mayorías de las fábricas del siglo XIX estaban organizadas según este
modelo de las fábricas-prisiones. El panóptismo es propio de la sociedad moderna
y capitalista, ya que es un dispositivo de poder disciplinario productivo que tiene
como objeto examinar, controlar vigilar y dirigir al cuerpo y sus fuerzas por medio
de distintas formas disciplinarias para crear “cuerpos dóciles”, necesarios y
requeridos para la producción en masa”.

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Según Marx, la sociedad basada en la producción simple de mercancías da paso


al capitalismo, una sociedad caracterizada por la separación entre propietarios de
los medios de producción (capitalistas) y los que sólo poseen su fuerza de trabajo
(trabajadores). Marx expone que este cambio trae consigo la aparición de la
explotación y la alineación.

La concepción general de la explotación de Marx, incluye tres elementos: primero,


explotar a alguien es utilizarlo a él o a ella como un instrumento o recurso natural;
segundo, esta utilización es dañino para la persona así utilizada; y tercero, el fin
de tal utilización es el beneficio privado.

En el texto “Forlandia” se visualizan estos ejemplos de explotación en los


siguientes pasajes:

“se aceleró la línea de montaje, no se toleraba retrasos, y se redujo a quince


minutos el tiempo para comer”
Las premisas marxistas demuestran que el trabajador era utilizado como un
instrumento para generar excedentes en las ganancias, ya que se exigía que los
mismos cumplan con ciertos ritmos de trabajo de repetición para lograr una mayor
producción en pocas horas y por lo tanto abaratar el costo de la mano de obra y
aumentar las ganancias con la venta masiva de mercadería.

Marx también sostiene que el trabajo asalariado es trabajo forzado. Debido a que
el capitalista controla los medios de producción, el asalariado es compelido por
amenaza al desempleo y, después, a la hambruna, a aceptar el contrato de
trabajo asalariado. Finalmente, aunque el trabajador recibe salarios en
compensación por la porción de mercancías que él produce, todas las mercancías
que él produce son controladas por el capitalista.

“Una vez en la calle nada es seguro, pensó. Nada, nada peor en la vida que
andar sin trabajo, sin dinero. Uno no es nadie, no existe, pensó”.

El trabajador u obrero por miedo a caer en la miseria vendía su fuerza de trabajo a


un bajo costo (salario) y se sometía voluntariamente a la explotación para
sobrevivir al cruel capitalismo reinante. Por eso mismo respetaba las reglas de
comportamiento y seguían lo estipulado en el manual de operación convirtiéndose
así en un mero cuerpo operante.

Por otra parte la alienación podríamos definirla como aquel proceso o situación
social por la cual el hombre se convierte en algo distinto, ajeno o extraño a lo que
debería ser, a lo que le corresponde. Marx entiende que esta alienación se da
precisamente en el trabajo: aquello que debería realizar al hombre es
precisamente lo que le termina cosificando, lo que le esclaviza, lo que le convierte
en algo inhumano, por tanto en algo distinto de lo que el hombre es. En la medida
en que el trabajo no humanice al ser humano, se tratará de un trabajo alienante.

“John no sonreía, no cantaba, ni hablaba con sus compañeros de línea.


Simplemente está nervioso, sudado, y la presencia de un hombre extraño,
observando con interés sus movimientos, lo incomodó aún más”.

Respecto a la alineación en el trabajo éste no le pertenece al proletario sino al


burgués que le emplea, y que aprovecha la situación de superioridad que esto
genera. Además es un tipo de actividad que no es elegida, libre ni creativa, sino
que a menudo consiste en una mecanización del ser humano.

“En lugar de estirar su brazo, sin doblar la cintura, acertar la pieza y ajustar
hacia atrás con fuerza y precisión, en cuatro segundos, como estipulaba el
manual de operación, se inclinaba demasiado, quedaba unos centímetros
fuera de distancia y demoraba más del doble”.
“Deja que la maquina haga su trabajo, tú solo acompañala.

El proletario no elige su trabajo y se ve obligado a venderse a sí mismo como


trabajo, lo que le hace sentirse extraño, insatisfecho, explotado. "Está en lo suyo
cuando no trabaja, y cuando trabaja no está en lo suyo", llegará a decir Marx para
el que la libertad del proletariado queda limitada "a sus funciones animales, en el
comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y el
atavió, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal

“Debía eliminar los pensamientos. Recordó que en curso de entrenamiento


de aprendices se marcaba hasta el hartazgo que la mente en blanco era una
garantía para acoplarse al ritmo de las máquinas y si aquello, por algún
extraño motivo, resultaba imposible, el oficial maestro recomendaba fijar la
atención en las piezas que desfilaban ante los ojos asociándolas a cualquier
cosa que provocar especial disgusto o especial simpatía”

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