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Máquinas de movimiento

perpetuo? ¿Energía gratis? Va a


ser que no...

Desde que el hombre empezó a fabricar


máquinas o dispositivos para ser utilizados en
la realización de algún trabajo, la idea de diseñar
artilugios que los hicieran funcionar sin la
necesidad de la fuerza muscular humana o de los
animales fue muy atractiva. Desde entonces, la
historia de la ciencia y del desarrollo tecnológico
están plagados de infinidad de intentos de
creación de móviles perpetuos: máquinas
capaces de funcionar eternamente sólo a
partir de un impulso inicial, produciendo un
movimiento continuo en el tiempo sin
necesidad de aporte de energía externa
adicional. La cuestión no es menor, pues si se
consiguiese construir este tipo de máquinas, se
pondría fin al grave problema energético al que
nos enfrentamos. Máquinas funcionando sin
consumo energético: coches sin combustible,
electricidad gratis… ¿te imaginas la increíble
revolución que supondría este hecho?.
Seguro que has visto por internet alguna teoría
sobre como las grandes multinacionales de la
energía, petroleras y compañías eléctricas,
compran, tapan la boca o incluso hacen
desaparecer misteriosamente a grandes
“científicos altruistas” que han diseñado
máquinas de movimiento perpetuo o de
producción de energía “gratis”. Pues va a ser que
no. Por muy “malvadas” que puedan ser estas
compañías no necesitan hacer nada de esto. Y no
lo necesitan por una sencilla razón: el móvil
perpetuo es físicamente imposible.

En esta entrada explicaremos los distintos tipos


de móviles perpetuos que a lo largo de la
historia se han afanado en construir y
mostraremos como las leyes de la naturaleza nos
indican la absoluta imposibilidad de que tal
quimera pueda hacerse realidad. Vamos allá.

Hay dos grandes grupos de móviles


perpetuos, dependiendo de la ley que
imposibilita su funcionamiento tal como veremos
más adelante. Así, nos encontramos
con móviles perpetuos de primera y de
segunda especie. A continuación
comenzaremos con los primeros, pero antes me
gustaría anotar una cuestión: no debemos
prejuzgar a los inventores de la época respecto a
la búsqueda del móvil perpetuo. Cualquier
estudiante de secundaria conoce, o debería
conocer bien las leyes que imposibilitan su
existencia (como digo, las veremos más
adelante), pero hay que tener en cuenta que
estas leyes no eran para nada conocidas en esa
época. Es más, tenemos que agradecer el arduo
trabajo de los científicos e inventores en la
búsqueda de estos dispositivos, pues gracias a
él, entre otros motivos, se consiguieron grandes
avances en la mecánica-física y posteriormente
en la termodinámica. Además, muchos de los
científicos se afanaban en diseñar estos artilugios
como ejercicio para comprender y poder
establecer las causas por las que no podían
funcionar. Por supuesto, como en todo, también
había y sigue habiendo farsantes que diseñaban
sus artilugios con algún “truco” (como no podía
ser de otra manera) para engañar a la gente e
intentar lucrarse. Tras este pequeño paréntesis,
vamos ya con los dos tipos de móviles perpetuos.

Móviles perpetuos de primera especie:

Como hemos indicado estos dispositivos


sólo necesitarían un impulso inicial para
comenzar su movimiento y permanecerían así
durante el tiempo deseado. Dentro de los móviles
perpetuos de primera especie podemos
encontrar de varios tipos: mecánicos,
magnéticos e hidráulicos. Veámoslos con algunos
ejemplos:

Fig. 1. Móvil perpetuo de Villard D’Honnecourt. Siglo XIII. El número de


pesas de la rueda es impar, por lo que siempre habrá un lado de la
rueda con mayor número de pesas, lo que obligararía a ésta a girar
indefinidamente.
Fig. 2. Móvil perpetuo de Mariano Di Yacopo Siglo XV. Al igual que el
ejemplo
anterior, a un lado de la rueda siempre habrá más peso que en el otro.

No entraremos aquí en los detalles acerca de la


imposibilidad de funcionamiento perpetuo de
cada máquina mecánica en concreto,
simplemente diremos que en todos ellos, un
análisis de las fuerzas que actúan debido a los
diferentes pesos, pone de manifiesto que los
momentos de las fuerzas (magnitudes con las
que podemos establecer si un cuerpo está en
equilibrio o no) acaban anulándose entre sí, por
lo que el dispositivo acaba en equilibrio,
deteniéndose así su movimiento. Móviles como
los de los ejemplos y muchísimos otros eran
diseñados por científicos de la época y rebatidos
por otros.
Fig. 3. Móvil perpetuo magnético descrito en un libro de J. Wilkins en el
siglo XVII. La bola es atraída por el imán por la rampa A, cuando llega
arriba cae por el orificio volviendo a la posición de partida y
comenzando así un nuevo ciclo. Fue el propio Wilkins quién argumentó
la inconsistencia del invento, pues si el imán tiene la suficiente fuerza
para atraer a la bola y hacer que suba la rampa, con más motivo
tendría también la fuerza (pues estaría mucho más cerca) de impedir
que la bola cayese por el orificio.

Fig. 4. Móvil perpetuo hidráulico “tipo”. En el mismo, el agua que cae


en el punto “F” hace mover la rueda dentada, la cual mueve a su vez el
tornillo que eleva agua al puno “I”, volviendo al punto de partida.

La cuestión es que valiéndose de análisis


de leyes particulares, de los momentos de
fuerzas y del equilibrio de los cuerpos, se
demostraba la incapacidad de producir trabajo en
cada uno de los móviles perpetuos diseñados.
Ahora bien, los partidarios de estos mecanismos
siempre podían objetar: “Vale, éste no funciona,
¡pero ya inventaré otro que funcione!”.
Sólamente una ley general aplicable a todos los
casos sería capaz de desterrar la idea del móvil
perpetuo. Y la ley llegó en el siglo XIX: hablamos
de la Primera Ley de la
Termodinámica: “el Principio de
Conservación de la Energía”. Cuando ésta se
confirmó puso fin a la posibilidad de existencia
del móvil perpetuo de primera especie. Pero ni el
establecimiento de esta ley fue capaz de parar
los intentos de conseguir diseñar el móvil
perpetuo.
El principio de conservación de la energía es bien
conocido por todos, seguro que lo has escuchado
infinidad de veces de esta manera: la energía
no se crea ni se destruye, únicamente se
transforma de unas formas en otras. En
resumen, podríamos decir que todos los móviles
perpetuos de primera especie producen un
trabajo (una energía) sin necesidad de aporte
exterior de otra energía, es decir, generan
energía de la nada, lo que viola claramente la ley
de la conservación de la energía. De esta
manera, tras la comprobación de la ley no resulta
necesario analizar los dispositivos uno a uno
detalladamente, sólo necesitamos determinar la
cantidad de energía suministrada al dispositivo y
la cantidad de energía que sale del mismo, y si
sale más de la que entra, la discusión ha
terminado: el móvil perpetuo de primera
especie es imposible.Volviendo a los ejemplos
anteriores, resulta evidente que la energía que
entra a los dispositivos (p.e. el impulso inicial
para que comiencen su movimiento) es menor
que la energía que sale del mismo (p.e. las
pérdidas por transferencia de calor con el medio
debido al rozamiento de las partes móviles en
contacto o el trabajo que realiza si unimos el
dispositivo a alguna otra máquina para hacer que
esta última funcione). Por tanto, este tipo de
dispositivos están claramente prohibidos por
la ley de conservación de la
energía. Sigamos con el segundo grupo de
móviles perpetuos.

Móviles perpetuos de segunda especie:

A continuación hablaremos sobre el segundo


gran grupo de móviles perpetuos, un tipo de
dispositivos algo más sofisticados que surgieron
tras la comprobación de la imposibilidad de
existencia de los anteriores: los móviles
perpetuos de segunda especie. Como ves, los
científicos siempre han tenido un gran ingenio a
la hora de poner nombres a las cosas...
Los móviles perpetuos de segunda especie
surgieron tras el desarrollo de las máquinas
térmicas durante el siglo XIX. Las máquinas
térmicas transforman energía térmica en trabajo
mecánico. Ejemplo de ellas es por ejemplo la
máquina de vapor, donde se transforma energía
térmica del agua en trabajo mecánico (una
pequeña parte del calor se transforma en
trabajo).
Antes de continuar tenemos que hacer una
diferenciación entre estas dos formas de
transmisión de energía: calor y trabajo.
Mientras que en la transferencia de calor las
partículas se mueven de una manera
desorganizada, caótica; cuando se realiza un
trabajo, la transmisión de energía se produce de
una forma más organizada. Un poco más
adelante incidiremos en este tema, para que
quede más claro.
Pues bien, los móviles perpetuos de segunda
especie se basan en una concentración de
energía dispersa del medio hacia formas
más organizadas de energía que puedan
emplearse para producir trabajo. Para
entenderlo bien expondremos el siguiente
ejercicio mental:
Imagina una habitación con una inmensa
cantidad de moscas: nuestro ejército de moscas.
Veremos dos situaciones. En la primera, todas las
moscas se mueven en la habitación mediante
movimientos caóticos, desordenados, cada una a
su bola. En la segunda, las moscas se ponen de
acuerdo en seguir un movimiento concreto, en
una misma dirección y sentido, todas al unísono,
de una manera organizada. ¡Podríamos
aprovechar esta situación para utilizar nuestro
ejército de moscas para mover algún
mecanismo!

La situación en la que las moscas vuelan de una


manera desorganizada, caótica, podría
corresponder con el movimiento de las partículas
en una transferencia de calor; y cuando todas
vuelan organizadas, al unísono, podría
corresponder con la realización de un trabajo.
Resultar fácil asimilar que es muchísimo más
probable que suceda la primera situación
(caótica) a que suceda la segunda (ordenada).
Pues bien, los móviles perpetuos de segunda
especie, salvando las distancias, lo que
pretenden es que el ejército de moscas pase de
la primera a la segunda situación, algo altamente
improbable.
Estos móviles se basan en la concentración de
energía dispersa en el medio (por ejemplo
energía debido a la velocidad de las moléculas
que componen el aire en su movimiento caótico),
transformándola así en otra forma de energía
más concentrada, organizada, capaz de realizar
un trabajo. Así, podríamos concentrar la energía
térmica del medio (energía debida al movimiento
caótico de las partículas), transformándola en
energía capaz de producir un trabajo (por
ejemplo, mover un cuerpo). Aquí no hay
violación del principio de conservación de la
energía, se realiza tanto trabajo como energía
térmica extraída del medio. La idea es
ilusionante: podríamos utilizar la energía
“concentrada” en satisfacer las necesidades
energéticas de la humanidad, como la energía no
se crea ni se destruye, tras el aprovechamiento
de la energía, ésta volvería a dispersarse y luego
se podría volver a concentrar, realizando así un
ciclo continuo en el tiempo. Resolveríamos de un
plumazo los problemas energéticos de la
humanidad. Pero está claro que los problemas
energéticos siguen ahí, lo que indica que los
móviles perpetuos de segunda especie
también son imposibles. Y la imposibilidad de
su existencia es debida a la violación de otra ley
fundamental: la Segunda Ley de la
Termodinámica. En cierta manera ya la hemos
explicado mediante el ejercicio imaginario de
nuestro ejército de moscas. La segunda ley de la
termodinámica nos indica básicamente que todo
sistema evoluciona de tal manera que su entropía
no puede disminuir. No entraremos aquí en
detalles sobre el concepto de entropía (puedes
profundizar más en esta entrada anterior del blog
que trató sobre ésta), únicamente señalaremos
que la entropía es una medida del “desorden” de
un sistema. En los móviles perpetuos de segunda
especie se pretende “concentrar” la energía
dispersa del medio, es decir, pasar de un sistema
con más desorden (mayor entropía) a un sistema
más ordenado (de menor entropía), por lo que la
entropía disminuiría, contradiciendo así el
segundo principio de la termodinámica.
Volviendo a nuestro ejemplo imaginario, lo que
la segunda ley de la termodinámica nos dice es
que nuestro ejército de moscas nunca
evolucionará espontáneamente de la primera
situación a la segunda. Dicho de otra manera, la
probabilidad de encontrar nuestro ejército en la
primera situación (desordenada) es
espectacularmente superior a la probabilidad de
que nos lo encontremos en la segunda situación
(ordenada). Esto no quiere decir que a parir de
calor no se pueda generar trabajo, de hecho en
las máquinas térmicas se produce precisamente
esto. Quiere decir que al realizar un trabajo una
parte considerable de la energía se degrada en
forma de calor e inevitablemente se pierde.
Siempre que se realiza un trabajo debemos
pagar “un peaje”, una parte de la energía que se
pierde por transferencia de calor. Piensa por
ejemplo en lo que sucede cuando realizamos un
agujero con una taladradora: parte de la energía
no se aprovecha en realizar el trabajo (el
agujero) sino que se pierde en forma de calor a
través de la broca y el orificio transfiriéndose al
medio ambiente.
Observa el dispositivo mostrado en la viñeta del
principio de post:
En el mismo, se pretende aprovechar el vapor
producido en la olla a presión para generar
electricidad que alimente la placa eléctrica, que
produce el vapor… y así sucesivamente. La
segunda ley de la termodinámica nos dice que es
imposible aprovechar el 100 % de la energía,
siempre habrá una fracción que se pierde por
transferencia de calor con el medio, por lo que el
dispositivo no podrá funcionar indefinidamente
(bueno, este ni siquiera podrá empezar a
funcionar, pero como ejemplo nos vale).

Otro ejemplo que tal vez hayas escuchado es el


motor que funciona a partir de agua. Pero el agua
es el resultado de la combustión del hidrógeno
con oxígeno, son las “cenizas” que quedan tras
quemar hidrógeno. Buscar el motor de agua es
como buscar un motor que funcione con cenizas.
Para utilizar agua como combustible previamente
tendríamos que descomponer ésta en hidrógeno
y oxígeno (para volver a quemar el hidrógeno), y
para ésto necesitaríamos irremediablemente
aportar mayor energía que la proporcionada en
la combustión del hidrógeno. A fin de cuentas, lo
mires como lo mires, necesitaríamos aportar más
energía de la que producimos. De obtener
energía gratis nada de nada, sino todo lo
contrario.
Ya hemos visto la imposibilidad física del
funcionamiento de los móviles perpetuos, pero
entonces, ¿cómo es posible que aún a día de hoy
haya personas defiendan estas posturas? Bueno,
los partidarios de los móviles de movimiento
perpetuo utilizan toda una serie de
argumentaciones, muchas veces
pseudocientíficas, otras apelando a teorías de
conspiración y otras a la atractiva idea de un
mundo sin problemas energéticos y por tanto
medioambientalmente más sostenible. Una de
las argumentaciones que utilizan los partidarios
de los móviles perpetuos y que creo que resulta
interesante destacar es la siguiente:
A lo largo de la historia, la ciencia está repleta de
teorías que han tenido que ser rechazadas o
cambiadas tras nuevos avances o
descubrimientos. Por ejemplo, antiguamente
todo parecía indicar que la tierra era plana, pero
posteriormente gracias al avance científico esta
idea fue rechazada. Del mismo modo, ¿No
podríamos descubrir en un futuro que las leyes
de la termodinámica sí pueden ser violadas?
Este argumento tiene un claro error: el hecho
radica en que las leyes de la física no se anulan,
sino que se complementan y desarrollan, y esto
es una cosa bien diferente. Las leyes de Newton
fueron superadas por la leyes de la relatividad de
Einstein, pero ¿significa esto que las leyes de
Newton no tienen validez? Rotundamente no. Las
leyes de Newton son perfectamente aplicables
bajo nuestras condiciones. El principio de
conservación de la energía fue también ampliado
a base de la teoría de la relatividad después de
descubrir la equivalencia entre la masa y la
energía, mediante la famosa ecuación e = mc2.
Pero la conservación de la energía puede
aplicarse bajo las condiciones cotidianas
perfectamente sin tomar en consideración la
ecuación de Einstein. Por tanto,
independientemente de cómo se desarrolle la
ciencia en un futuro, sus leyes no desaparecerán;
dentro de su ámbito de aplicación. Si soltamos
una manzana que sujetamos con nuestra mano,
siempre caerá al suelo, por mucho que pueda
avanzar la ciencia. La cuestión radica en un
detalle fundamental: nunca existieron leyes
físicas que prohibieran cualquiera de los nuevos
fenómenos descritos tras un nuevo avance
científico. Por ejemplo, nunca existió una ley
física que impidiera que la tierra es redonda. Sin
embargo, los móviles perpetuos están prohibidos
por leyes fundamentales.
Para terminar, permíteme un pequeño
consejo: cuando veas por internet un
invento revolucionario, o un descubrimiento
totalmente sorprendente (máquinas de
producción de energía sin límites, remedios
curativos “milagrosos”, etc), pregúntate
por qué lo que estás viendo, si es tan
maravilloso, no está implantado en todos
los rincones del mundo. La respuesta es
muy sencilla: porque se trata de un timo, de
un engaño.
Móvil perpetuo
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Para la técnica musical, véase Perpetuum mobile.

Un "tornillo de agua" ideado por Robert Fludd en 1618, máquina de movimiento perpetuo en un grabado
en madera de 1660. Pese que el invento nunca funcionaría se ideó como un posible intento de emplear
una de esas máquinas para operar pìedras de moler: El agua del tanque superior hace girar una rueda
hidráulica (abajo a la izquierda) la cual mueve un complejo engranaje y ejes que impulsan un tornillo de
Arquímedes(desde abajo al centro hasta arriba a la derecha) para bombear agua para rellenar el
tanque. El movimiento de la rueda hidráulica mueve otras dos ruedas (abajo a la derecha) y es mostrada
con suficiente suministro de agua para su lubricación.

Móvil perpetuo de Villard de Honnecourt, ca. 1230.

Frasco de autollenado de Robert Boyle.

Rueda sobrebalanceada.
El móvil perpetuo (en latín, perpetuum mobile) es una máquina hipotética que sería capaz de
continuar funcionando eternamente, después de un impulso inicial, sin necesidad de energía
externa adicional. Se basa en la idea de la conservación de la energía. Su existencia violaría
teóricamente la segunda ley de la termodinámica, por lo que se considera un objeto imposible.
El hecho de impulsar un móvil sin energía externa, es imposible, debido a que la energía se
disipa de varias formas, principalmente en forma de calor, que es lo que produciría la máquina
al estar en movimiento.
Dado que los principios de la termodinámica son algunos de los más comprobados y estables
a lo largo de siglos de la física, las propuestas de movimiento perpetuo serias son siempre
desdeñadas. Con frecuencia, este tipo de máquinas son utilizadas por los físicos como una
forma de poner a prueba sus conocimientos, demostrando, sin utilizar la termodinámica, que
no puede funcionar. Además, es frecuente la aparición de "paradojas", al
imaginarse experimentos mentales que parecen mostrar móviles perpetuos; invariablemente
se trata de errores de comprensión de las leyes de la Física, por lo que resultan muy
instructivas.
Este tipo de ideas son adoptadas principalmente por círculos religiosos u ocultistas, creyentes
de fuentes de energía inagotable.

Índice

 1Clasificación
 2Experimentos mentales
 3Intentos de móvil perpetuo
 4Diseño de Leonardo da Vinci
 5Notas
 6Enlaces externos

Clasificación[editar]
Se dividen en dos categorías, según la ley de la termodinámica que violen:

 Móvil perpetuo de primera especie, toda máquina que funciona perpetuamente y


produce trabajo, sin ninguna entrada externa de energía, y sujeta a ninguna perdida,
pasando el tiempo la máquina seguirá funcionando sin detenerse.1
 Móvil perpetuo de segunda especie, toda máquina que funciona periódicamente, la cual
transforma el total de la energía, en otro tipo (mecánica, eléctrica, etc.), sin pérdida alguna
en el proceso.1

Experimentos mentales[editar]
En física teórica, es frecuente la utilización de experimentos mentales para comprobar los
límites del conocimiento de las leyes físicas. Algunos de estos experimentos llevarían a un
móvil perpetuo, y son:

 El demonio de Maxwell: se trata de violar la segunda ley, al separar dos gases mezclados,
introduciendo un hipotético demonio que fuera moviendo las moléculas de los gases hacia
el lugar apropiado. Sirve para entender mejor la relación entre entropía e información.
 El trinquete de Brown de Richard Feynman: un "móvil perpetuo" que extrae trabajo a partir
de fluctuaciones térmicas, aparentando funcionar eternamente, aunque realmente sólo lo
haga mientras el entorno esté más caliente que el trinquete.

Intentos de móvil perpetuo[editar]


Véanse también: Máquina de energía de Newman y Steorn.

La invención de los móviles perpetuos es el pasatiempo favorito de muchos excéntricos, que


con frecuencia terminan con elaboradas máquinas al estilo Rube Goldberg, Heath Robinson, o
los inventos del TBO. Aunque estos inventos parezcan funcionar sobre el papel, tienen
siempre fallos u ocultan fuentes de energía externa que los hacen inútiles en la práctica.
Principalmente estos inventos, para impulsar la máquina, se utilizan fuerzas como la
gravitacional, campos magnéticos, la diferencia en la densidad de los objetos, creyendo estas
ser capaces de impulsar continuamente el móvil.

Diseño de Leonardo da Vinci[editar]


Leonardo da Vinci diseñó un sistema que demostraba la imposibilidad del movimiento
perpetuo. Según él, cualquier instrumento elaborado por el hombre no podría producir un
movimiento perpetuo, dado el experimento que realizó sobre una rueda y pesos.

Notas[editar]
1. ↑ Saltar a:a b Tsaousis, D. (2008). Perpetual Motion Machine. Journal of Engineering Science
and Technology Review, 1, 53-57.

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