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UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA Profesor: JOSÉ FERNANDO RUBIO

DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA Estudiante: YOVANNY LÓPEZ RAMÍREZ


Historia de la Iglesia Medieval y Moderna Cód. 20141410027
Tema: Concilio de Trento Fecha: 19 de mayo de 2017

Concilio de Trento1
Sesión VII
Celebrada 3 de marzo de 1547

Reseña

Decreto sobre los Sacramentos


La sesión VII consta de un proemio, una parte dedicada a los cánones sobre los
sacramentos y quince capítulos destinados al decreto de la reforma.

En el proemio de la sesión VII, se afirma que para conservar la sana doctrina de la


justificación se trata el tema de los sacramentos, basados en las doctrinas de los Padres de
la Iglesia a fin de apartar las herejías antiguas y contemporáneas que le atañen2. Se trata de
una sesión proclamada en forma de decreto, algo que determina la Iglesia a nivel doctrinal
en modo de cánones.

En cuanto a los Sacramentos en común, se afirma que son instituidos por Jesucristo, que
son siete, establecidos dentro de la Nueva a Ley, cada cual tiene su dignidad y es diferente
de los otros, es necesario practicarlos o al menos desearlos para alcanzar la justificación, no
tienen como fin único acrecentar la fe, contienen en sí mismos la gracias que significan,
pues no son señales extrínsecas ni distintivos, sino efectivos de la gracia. Siempre
impartarten la gracia a quién los recibe dignamente. El efecto de los sacramentos se operan
en su realización (ex opere operato). Bautismo, Confirmación y Orden imprimen carácter.
No todos los cristianos pueden administrar todos los sacramentos3.

En cuanto a los ministros de los sacramentos: requieren obrar como lo hace la iglesia y en
nombre de ella; aunque esté en pecado mortal, los sacramentos conferidos son legítimos,

1
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. Traducido por Ignacio López. Barcelona: Universidad de
Sevilla, 1955.
2
Ibíd., p. 80
3
Ibíd., p. 81-82

1
no pueden despreciar los ritos aprobados por la Iglesia, ni cambiarlos por capricho sin
cometer pecado4.

Respecto del Bautizó, señalan los padres conciliares que el bautizo de Juan no tuvo la
misma eficacia que el de Cristo; el agua verdadera es necesaria; la doctrina de la Iglesia al
respecto es verdadera, aun cuando sea impartido por personas heterodoxas, si tienen
intención de obrar lo que la Iglesia en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es
verdadero; es necesario para la salvación, los cristianos están obligados a guardar la fe y la
ley de Jesucristo la fuerza de este sacramento, por tanto, todos están obligados a observar
los preceptos de la tradición de la Iglesia. No exclusivamente se debe impartir a la edad que
Cristo lo hizo, ni realizarlo de nuevo aunque se haya renegado de la fe y luego convertido.
Es válido el bautismo de niños aunque no hagan acto de fe por la fe de la Iglesia5.

Respecto del Sacramento de la Confirmación, se afirma que es verdadero y propio


sacramento, no algo inútil, que servía a los adecentes para solo para afirmar su fe, por tanto,
atribuye la Virtud del Espíritu por el sagrado crisma, y el conferirlo está reservado al
Obispo6.

Los quince capítulos restantes tratan de la organización de la institucionalidad e la Iglesia


frente a la Reforma. Al respecto, llama la atención la preocupación de los padres conciliares
por que las catedrales y las parroquias sean dirigidas personas idóneas, hábiles y
competentes, por lo cual se manda suprimir muchos beneficios de clérigos a cargo de
muchos lugares. Además, el capítulo VIII hace especial énfasis en que la cura de almas sea
realizada con celo apostólico7, así como la necesidad de que los aspirantes a beneficios
eclesiásticos sean examinados por el Obispo8.

4
Ibíd., p. 82-83
5
Ibíd., p. 83-86
6
Ibíd., p. 87
7
Ibíd., p. 91
8
Ibíd., p. 94

2
Comentario

Las reflexiones estipuladas en la sesión VII del Concilio de Trento responden desde la
tradición de la Iglesia, no sólo a la Reforma de Lutero, sino a los demás movimientos
reformistas y heterodoxos que pululaban en el norte de Europa. Si bien todos ellos tenían
sus puntos a favor, otros rayaban en extremos respecto a la doctrina frente a los
Sacramentos, que por un lado no llegó a ser clara sino hasta este concilio. Por tanto, esta
sesión responde a la importante controversia sobre la eficacia de los sacramentos, puesta en
duda por muchos de estos movimientos, por el supuesto luterano de “sólo la fe salva”, lo
cual invalidaba el valor de los sacramentos, exceptuando el bautizo. Podemos apreciar que
la doctrina de Trento frente a los sacramentos aún se conserva, salvo algunos detalles
revisados en el Vaticano II.

Por otro lado, en la sesión aquí reseñada comienza a la preocupación de la Iglesia por la
preparación de los clérigos en cargados de catedrales y de oficios eclesiásticos, de modo
que puedan responder competentemente al oficio que les fue encomendado, lo cual deja ver
que antes, el relajamiento era tal que no importaba a quien pusieran al frente.

Bibliografía
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. Traducido por Ignacio López. Barcelona:
Universidad de Sevilla, 1955.

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