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Concilio de Trento1
Sesión VII
Celebrada 3 de marzo de 1547
Reseña
En cuanto a los Sacramentos en común, se afirma que son instituidos por Jesucristo, que
son siete, establecidos dentro de la Nueva a Ley, cada cual tiene su dignidad y es diferente
de los otros, es necesario practicarlos o al menos desearlos para alcanzar la justificación, no
tienen como fin único acrecentar la fe, contienen en sí mismos la gracias que significan,
pues no son señales extrínsecas ni distintivos, sino efectivos de la gracia. Siempre
impartarten la gracia a quién los recibe dignamente. El efecto de los sacramentos se operan
en su realización (ex opere operato). Bautismo, Confirmación y Orden imprimen carácter.
No todos los cristianos pueden administrar todos los sacramentos3.
En cuanto a los ministros de los sacramentos: requieren obrar como lo hace la iglesia y en
nombre de ella; aunque esté en pecado mortal, los sacramentos conferidos son legítimos,
1
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. Traducido por Ignacio López. Barcelona: Universidad de
Sevilla, 1955.
2
Ibíd., p. 80
3
Ibíd., p. 81-82
1
no pueden despreciar los ritos aprobados por la Iglesia, ni cambiarlos por capricho sin
cometer pecado4.
Respecto del Bautizó, señalan los padres conciliares que el bautizo de Juan no tuvo la
misma eficacia que el de Cristo; el agua verdadera es necesaria; la doctrina de la Iglesia al
respecto es verdadera, aun cuando sea impartido por personas heterodoxas, si tienen
intención de obrar lo que la Iglesia en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es
verdadero; es necesario para la salvación, los cristianos están obligados a guardar la fe y la
ley de Jesucristo la fuerza de este sacramento, por tanto, todos están obligados a observar
los preceptos de la tradición de la Iglesia. No exclusivamente se debe impartir a la edad que
Cristo lo hizo, ni realizarlo de nuevo aunque se haya renegado de la fe y luego convertido.
Es válido el bautismo de niños aunque no hagan acto de fe por la fe de la Iglesia5.
4
Ibíd., p. 82-83
5
Ibíd., p. 83-86
6
Ibíd., p. 87
7
Ibíd., p. 91
8
Ibíd., p. 94
2
Comentario
Las reflexiones estipuladas en la sesión VII del Concilio de Trento responden desde la
tradición de la Iglesia, no sólo a la Reforma de Lutero, sino a los demás movimientos
reformistas y heterodoxos que pululaban en el norte de Europa. Si bien todos ellos tenían
sus puntos a favor, otros rayaban en extremos respecto a la doctrina frente a los
Sacramentos, que por un lado no llegó a ser clara sino hasta este concilio. Por tanto, esta
sesión responde a la importante controversia sobre la eficacia de los sacramentos, puesta en
duda por muchos de estos movimientos, por el supuesto luterano de “sólo la fe salva”, lo
cual invalidaba el valor de los sacramentos, exceptuando el bautizo. Podemos apreciar que
la doctrina de Trento frente a los sacramentos aún se conserva, salvo algunos detalles
revisados en el Vaticano II.
Por otro lado, en la sesión aquí reseñada comienza a la preocupación de la Iglesia por la
preparación de los clérigos en cargados de catedrales y de oficios eclesiásticos, de modo
que puedan responder competentemente al oficio que les fue encomendado, lo cual deja ver
que antes, el relajamiento era tal que no importaba a quien pusieran al frente.
Bibliografía
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. Traducido por Ignacio López. Barcelona:
Universidad de Sevilla, 1955.