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Universidad Y Sociedad

Grupo 11

18/Junio/2016

Decisión

El humano suele jactarse de ser el único en poseer características tales como el raciocinio y la

inteligencia, de ser el único ente biológico cuya evolución lo ha convertido en el ser más civilizado

del planeta y el único en poseer una conciencia propia. De ser cierto todo lo anterior, cabría esperar

que el hombre es capaz de utilizar su propio pensamiento crítico de manera autónoma y libre y que

todos aquellos juicios que emita y las acciones que realice, están basados en un raciocinio propio.

Entonces, si el humano es un ser tan superior como dice que es ¿Por qué es capaz de hacer daño a

su prójimo y de cometer actos tan crueles como la guerra? ¿Acaso el hecho de vivir bajo el yugo

de una sociedad lo imposibilita de ejercer su propia individualidad para negarse a tales actos?

Han pasado miles de años de la aparición del hombre sobre la Tierra y actualmente existe la

presunción de que el humano es un ser ilustrado. Sobre el tema de la ilustración, el maestro

Immanuel Kant menciona:

La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la


imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque
su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de
ella sin la tutela de otro. 1

1
Cfr. Immanuel Kant, ¿Que es la ilustración?, 1784.
Así pues, Kant no duda de la inteligencia del hombre, sino más bien atribuye a otras de sus

características propias, su incompetencia para ejercer de manera independiente su juicio y criterio

sobre sus acciones.

Está implícito en la naturaleza del hombre que, desde el instante en que es concebido necesita de

la ayuda y protección de otro; al momento de nacer sigue imposibilitado para ser autosuficiente y

es inevitable que ocupe la tutela y las enseñanzas de alguien más. Pero tarde o temprano el hombre

adquiere la capacidad de recurrir a su propia conciencia y de poner en tela de juicio todo lo que le

ha sido inculcado para así formar sus criterios y pensamientos particulares. Es en este momento

en que el hombre debería de ser capaz de recurrir a su raciocinio y autonomía para liberarse del

yugo bajo el que fue instruido, pero existen razones, como el miedo quizás, que lo detiene a ser

emancipado de su maestro. Kant también dice:

La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los hombres continúe a gusto en su
estado de pupilo… Es, pues, difícil para cada hombre en particular lograr salir de esa incapacidad,
convertida casi en segunda naturaleza. Le ha cobrado afición y se siente realmente incapaz de
servirse de su propia razón, porque nunca se le permitió intentar la aventura.2
En la actualidad, ese guía o maestro del hombre puede tener muchísimos nombres: familia, escuela,

sociedad, dogma, gobierno y muchos otros más.

La familia suele ser nuestro núcleo de iniciación y en un principio las figuras dominantes de este

círculo solían ser el padre y la madre. Curiosamente en nuestra actualidad, supuestamente tan

moderna y avanzada, la televisión se ha convertido en otra figura paterna que influye en la

educación y formación de los niños. Dany-Robert Dufour, al respecto, señala que:

Los niños que hoy se incorporan en la escuela son con frecuencia niños atiborrados de televisión
desde la más tierna edad… Que ese grifo constantemente abierto del que mana un flujo

2
Cfr. Immanuel Kant, ¿Que es la ilustración?, 1784.
ininterrumpido de imágenes inunde el espacio familiar no deja de tener importantes efectos en la
formación del futuro sujeto hablante.3
Entonces desde pequeños en el seno familiar, muchos de los hombres del futuro son sometidos a

influencias que poco le dejan desarrollar su propia imaginación y creatividad o bien las pueden

transformar al gusto de los que están en el poder. Sea violencia, consumismo, histeria social u

otros, los niños tienen una sorprendente capacidad de absorción y las influencias de la niñez son

las que repercuten en mayor medida en su futuro.

La sociedad, que es inherente a la existencia del individuo dado su necesidad del sentido de

pertenencia a algo más grande que él mismo, ejerce una de las influencias más dominantes que

impone, en la mayoría de los casos, el camino y la dirección que han de ser tomados por aquellos

que viven bajo su aparente protección. La constante necesidad del hombre de sentirse guiado y de

que sus decisiones recaigan en un líder, origina la creación de la centralización del poder que, por

lo general, solemos llamar gobierno. El hombre deja de ser uno solo y se convierte en un eslabón

más de la sociedad. Cuando el hombre se siente en una zona de confort puede nublar su capacidad

de juicio y se niega a ver toda aquella realidad que le parezca incómoda, o muy probablemente la

ve pero prefiere darle la espalda e ignorarla. El poder recae sobre unos cuantos y el derecho de los

individuos se ve atado y manipulado por los intereses de unos pocos.

En su correspondencia con Einstein, Freud menciona:

El derecho no es sino el poderío de una comunidad. Sigue siendo una fuerza dispuesta a dirigirse
contra cualquier individuo que se le oponga, recurre a los mismos medios, persigue los mismos
fines; en el fondo, la diferencia solo reside en que ya no es el poderío del individuo el que se
impone, sino el de un grupo de individuos. Pero es preciso que se cumpla una condición
psicológica para que pueda efectuarse este pasaje de la violencia al nuevo derecho: la unidad del
grupo ha de ser permanente, duradera.4

3
Cfr. Dany-Robert Dufour, El homo zappiens en la escuela: la negación de la diferencia generacional, 2003.
4
Cfr. ¿Por qué la guerra? Correspondencia entre Einstein y Freud, 1932.
Cuando para ser alguien en este mundo, se vuelve un requisito pertenecer a una determinada

sociedad o comunidad, muchos individuos se dejan arrastrar por una corriente que puede llegar a

desvanecer su singularidad. Samuel Ramos define a la nacionalidad como:

Un conjunto de experiencias colectivas del presente y del pasado que registran los resultados de
todas las empresas realizadas en común; con la memoria de los triunfos o los fracasos, de las
desgracias o las alegrías de los individuos cuando actúan socialmente. La suma de las experiencias
vividas, con la memoria de tiempos pretéritos está presente en cada individuo, en un estrato de la
conciencia, llamado “conciencia colectiva”, de cuyo fondo se desprende el yo individual, que
nunca se independiza de aquélla. Por eso el estrato gregario del hombre es una fuerza más o menos
poderosa que repercute de modo persistente en el desarrollo de la conducta individual.5
Se una ideología, dogma, movimiento político o cualquier otro tipo de influencia, el hombre debe

procurar reflexionar más allá de los que le es dicho y pensar desde su propio criterio si las acciones

que realiza no dañan la libertad de su prójimo, si actúa de acuerdo a lo que le dicta su propio

pensamiento o solo se deja llevar cátedra que le instruyeron la sociedad, el gobierno, la religión,

los medios de comunicación, e incluso su familia.

No existe un solo motivo o razón por el cual el hombre hace lo que hace, puede realizar los actos

más bondadosos y hasta los actos más crueles, pero todo recae en su capacidad de decisión. Si

decide liberarse de los hilos que ataron su razonamiento y sus ideas, de los hilos que cercenaron y

condicionaron su curiosidad, su creatividad y su imaginación, puede llegar a la ilustración. Si se

atreve a soltar la mano de su maestro, si le pierde el miedo al espíritu de libertad entonces tal vez

el mundo puede cambiar. Así que humano, seas hombre o mujer, toma la decisión o como diría

Kant: “¡Sapere Aude! ¡Ten el valor de servirte a ti mismo!”.

5
Samuel Ramos, El complejo de inferioridad, 1951.

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