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1. Pueden ser procedimientos de autosolución, cuando se confía el arreglo exclusivamente a las partes en
controversia (negociación); y los procedimientos de heterosolución, que suponen la intervención de un
tercero (buenos oficios, mediación, investigación, arbitraje, arreglo judicial, recurso a Organizaciones
Internacionales, universales o regionales). En función de la naturaleza del tercero que interviene, cabe
distinguir entre:
a. arreglo de controversias en un marco institucional (Corte Internacional de Justicia, Organización
Internacional, universal o regional);
b. y arreglo pacífico de controversias mediante procedimientos no institucionalizados (arbitraje,
buenos oficios, mediación, comisión de investigación, comisión de conciliación).
2. Procedimientos en que la solución se intente mediante la aplicación del Derecho, es decir procedimientos
jurisdiccionales (Arbitraje, Arreglo Judicial), y procedimientos en los que la solución de la controversia se
busca al margen de la aplicación del Derecho, a través de procedimientos no jurisdiccionales o políticos
(buenos oficios, mediación, investigación, conciliación)
a. Las soluciones alcanzadas a través de procedimientos jurisdiccionales son obligatorias para los
Estados partes en la controversia, mientras que las soluciones obtenidas a través de medios
políticos o no jurisdiccionales no obligan en principio, a los Estados partes de la controversia.
La esencia de los procedimientos no jurisdiccionales reside en la aceptación por las partes del resultado del arreglo
de la controversia, ya se trate de una solución convenida directamente por ellas en el curso de la negociación o
determinada por un tercero. Tanto las partes como el tercero no establecen una solución basada exclusivamente en
el Derecho, sino en el conjunto de circunstancias, jurídicas y de hecho, presentes en la controversia. Los
procedimientos no jurisdiccionales son los siguientes:
la negociación,
los buenos oficios,
la mediación,
la investigación,
la conciliación.
La Negociación:
La negociación es un medio flexible aplicable a cualquier tipo de controversia, que permite exponer directamente y
con entera reserva puntos de vista y las propuestas de una parte y otra; y a través del compromiso, alcanzar con
prontitud un resultado por el cauce del acuerdo internacional. Como consecuencia, todo Estado se ve obligado a
aceptar el inicio de las negociaciones que otro Estado le propone para el arreglo de una controversia existente entre
los dos. Esto no quita que una de las partes manifieste que no existe tal controversia, o que posea el alcance que la
otra le atribuye.
Para que la negociación se desarrolle de buen modo es necesario que se cumplan unos principios:
En la negociación opera el principio de igualdad soberana de los Estados. De este modo una parte no
puede utilizar la amenaza ni la coerción sobre la otra parte, ni puede imponer sus propuestas para que la
otra parte las acepte.
cada una de las partes debe abstenerse, en el curso de la negociación, de realizar cualquier acción
unilateral que agrave la controversia o le haga obtener posiciones de ventaja. Esto es consecuencia del
principio de buena fe al que se refiere la Carta de Naciones Unidas.
la buena fe obliga a negociar con vistas a llegar a un acuerdo. Como mínimo deben tener la intención de
llegar a un acuerdo.
Este tipo de procedimiento se caracteriza por la intervención de uno o varios Estados, con la finalidad de facilitar el
diálogo entre las partes y encontrar fórmulas de entendimiento que sean aceptables para una y otra. Intervención
que puede iniciarse a petición de ambas partes o por iniciativa de una potencia amiga que es aceptada por aquellas.
En el caso de los buenos oficios, el tercer Estado trata de establecer o restablecer el contacto entre las partes (bien
mediante reuniones conjuntas o visitas a una y a otra) y transmitir las propuestas de una a la otra, sin tomar parte
en las negociaciones. Es por tanto un cauce de comunicación entre las partes, aunque ejerce su influencia para que
se eliminen los puntos de divergencia entre ellas y puedan negociar un arreglo.
La función del tercer Estado en la mediación va mucho más lejos, pues se haya facultado para proponer a las partes
una base de acuerdo, sin carácter obligatorio para estas. Es decir teniendo en cuenta las posiciones de las partes,
presenta una propuesta para el arreglo de la controversia sobre la que aquellas tendrán que pronunciarse; y a partir
de dicha propuesta, tratará de lograr el acuerdo entre estas. Aunque a nivel teórico la distinción entre buenos
oficios y mediación es clara, en la práctica es difícil separa uno y otro medio de arreglo pacífico. Es frecuente que el
tercer Estado ejerza las dos funciones al mismo tiempo, reuniendo a las partes a negociar, interviniendo en las
conversaciones y proponiendo soluciones de arreglo. Para evitar que el tercer Estado aproveche la ocasión para
tutelar sus propios intereses, los buenos oficios y la mediación no son llevados a cabo sólo por los Estados sino
también por personalidades distinguidas o representantes de instituciones internacionales. Esta línea de cambio fue
abierta por el Tratado de Buenos Oficios y Mediación, hecho en Buenos Aires en 1936 y continuada por el Tratado
Americano de arreglo pacífico de o Pacto de Bogotá de 1948.
Un ejemplo de mediación, cabe señalar la del Papa León XII en el asunto de las Carolinas, entre España y Alemania,
habiendo sido la primera quien se inclinó por este tipo de arreglo; la de Francia entre España y EE.UU.. tras la
guerra de 1898. España también a actuado como mediadora. En lo que se refiere a la práctica más reciente,
tenemos que señalar dos casos en los que alcanzó éxito: la mediación de la Santa Sede entre Chile y Argentina en
el asunto del Canal del Beagle, convenida por las partes en el asunto de Montevideo de 1979 y la de Argelia entre
EE.UU. e Irán.
La Investigación:
Éste modo de arreglo de conflictos internacionales es denominado también determinación de los hechos o encuesta.
Es una creación original de la Conferencia de Paz de La Haya, a partir de una iniciativa rusa. Y partiendo de los
resultados de la comisión de investigación creada en 1904 con ocasión del incidente del Dogger Bank, en el que una
escuadra rusa atacó a unos barcos de pesca británicos al confundirlos con torpederos japoneses, la II Conferencia
de Paz introdujo disposiciones más elaboradas, que también encontramos en tratados más recientes como es el
Pacto de Bogotá de 1948 o el Convenio Europeo para el arreglo pacífico de las controversias de 1957.
Tal como se estableció en el Convenio de La Haya, el procedimiento de investigación posee las siguientes
características. Su finalidad es la de esclarecer una cuestión de hecho, en disputa entre las partes, mediante un
examen completo, objetivo e imparcial. Se trata de un procedimiento facultativo, pues las comisiones de
investigación se constituyen por medio de un convenio especial y su informe, tratándose de un procedimiento no
jurisdiccional, no tiene carácter obligatorio. Aunque es de señalar que los EE.UU., a través de una serie de Tratados
bilaterales denominados Bryan, concertados a partir de 1913, intentaron perfeccionar el sistema estableciendo el
carácter obligatorio del procedimiento. El Tratado americano de soluciones pacíficas (Pacto de Bogotá) se refiere
igualmente a la investigación pero combinándola con la conciliación.
La Conciliación:
Mientras que el arbitraje y el arreglo judicial se consideraban como los procedimientos más adecuados para las
controversias jurídicas, la conciliación parecía ser el procedimiento más idóneo para las controversias políticas.
El recurso a la conciliación es facultativo, pero las partes pueden convenir en un tratado o cláusula de un tratado en
vigor entre ellas que tenga un carácter obligatorio. Por lo que respecta a la composición de la comisión, la fórmula
más comúnmente adoptada es que esté compuesta por cinco miembros, de los cuales cada Estado parte designa
uno entre sus propios nacionales, siendo elegidos los tres restantes de común acuerdo entre nacionales de terceros
Estados. De todos modos, la práctica nos muestra muchas otras fórmulas. En cuanto a las funciones de la comisión
podemos señalar dos: dilucidar las cuestiones en litigio, recabando a este fin la información adecuada y conciliar a
las partes, para que estas lleguen a un arreglo. El informe que la comisión debe presentar al finalizar su trabajo es
concebido como el instrumento para la conciliación.
Respecto a la utilidad de la conciliación, se estima que puede jugar una papel especialmente importante en el sector
tradicionalmente reservado al arbitraje y al arreglo judicial - esto es respecto a las controversias jurídicas- al
eliminar las reticencias de los Estados ante los procedimientos jurisdiccionales y que terminan con una decisión de
carácter obligatorio. Lo que se evidencia, por ejemplo, en la inclusión de la conciliación en ciertos convenios
multilaterales generales, como el Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados, el Convenio sobre
representación de los Estados en sus relaciones con las Organizaciones Internacionales, los convenios sobre
sucesión de Estados o la Convención sobre el Derecho del Mar de 1982. En cuanto a la práctica reciente sobre este
procedimiento, cabe citar, entre otros casos, la actuación de una Comisión de Conciliación franco-marroquí y para la
delimitación de la Plataforma Continental en el área entre Italia y Jan Mayen (Islandia-Noruega), en 1981. La
conciliación opera hoy en un contexto diferente, el de las Organizaciones Internacionales, universales y regionales,
como veremos a continuación, y por consiguiente en un marco institucionalizado de arreglo pacífico de
controversias, como muestran las competencias del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de la ONU, así
como las de Organizaciones Internacionales regionales.