Você está na página 1de 36

doi:10.5477/cis/reis.151.

65

Tres modelos teóricos generales en Sociología:


una «des-unidad» articulada
Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”
Fernando J. García Selgas

Palabras clave Resumen


Fluidez social La reconstrucción esquemática y comparativa de los tres modelos teóricos
• Individualismo más generales que subyacen en la Sociología contemporánea (el atómico,
• Modelos el sistémico y el de flujos) lleva a replantear la cuestión de la unidad o
• Sociología de la pluralidad de la Sociología. Ese es el objetivo principal de este trabajo.
ciencia Para lograrlo, actualizo el planteamiento de dicha cuestión, siguiendo las
• Sociología analítica tendencias dominantes en las reflexiones actuales sobre la ciencia, y
• Teoría de sistemas muestro las divergencias y convergencias que se producen en los tres
• Teoría sociológica modelos. Ello me permite concluir, no sin alguna discusión adicional, que
la Sociología contemporánea no es unitaria ni lo necesita. Es plural, pero
con una pluralidad limitada y articulada por dichos modelos, de modo que
podemos hablar de integración, conmensurabilidad e incluso unidad
parcial e inestable (“des-unidad”), que se puede asimilar en buena medida
a lo que sucede en las ciencias naturales.

Key words Abstract


Social Fluidity After merely a brief, comparative reconstruction of the three most
• Individualism general theoretical models underlying contemporary Sociology (atomic,
• Models systemic, and fluid) it becomes necessary to review the question about
• Sociology of Science the unity or plurality of Sociology, which is the main objective of this
• Analytical Sociology paper. To do so, the basic terms of the question are firstly updated by
• Systems Theory following the hegemonic trends in current studies of science. Secondly
• Sociological Theory the convergences and divergences among the three models discussed
are shown. Following some additional discussion, the conclusion is
reached that contemporary Sociology is not unitary, and need not be so.
It is plural, but its plurality is limited and articulated by those very
models. It may therefore be portrayed as integrated and
commensurable, to the extent that a partial and unstable (dis)unity may
be said to exist in Sociology, which is not too far off from what happens
in the natural sciences.

Cómo citar
García Selgas, Fernando J. (2015). «Tres modelos teóricos generales en Sociología: una “des-unidad”
articulada». Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 151: 65-82.
(http://dx.doi.org/10.5477/cis/reis.151.65)

La versión en inglés de este artículo puede consultarse en http://reis.cis.es y http://reis.metapress.com

Fernando J. García Selgas: Universidad Complutense de Madrid | fgselgas@cps.ucm.es

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
66 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

INTRODUCCIÓN realizados, entre otros, por Barnes (1986),


Knorr-Cetina (1981) o Woolgar (1991) y que,
Por diversos motivos, como el reciente cin- con ciertas correcciones, terminaría llevando
cuentenario de la publicación de La estruc- a hablar de la «des-unidad» de la ciencia
tura de las revoluciones científicas de T. S. (Galison y Stump, 1996).
Kuhn (1977, e. o. 1962) o las luchas de poder
En ese camino la Sociología ha estado
en el campo sociológico patrio, en la última
sometida a dos empujes específicos parcial-
década ha reaparecido la cuestión de la uni-
mente contradictorios. Primero, la duda
dad de la Sociología, especialmente de la
planteada por Kuhn (1977: 40) respecto a la
mano de quienes fijan en ella la posibilidad
falta de una unificación paradigmática sufi-
de su cientificidad. Por ello me he propuesto
volver a abordarla aquí, pero empezando por ciente en Sociología y otras ciencias sociales
considerar los desplazamientos que se han que las impediría ser ciencias maduras, llevó
producido en el modo de plantearla (del a muchos sociólogos a intentar salvar su
apriorismo filosófico a la reflexividad meta- cientificidad tildándola de «multiparadigmá-
teórica), en las expectativas (de la pretensión tica», frente a otros que lo han intentado for-
de unidad a la gestión de la «des-unidad») y zando una unidad. Ambos sometían la So-
en los términos hegemónicos (de paradig- ciología a las supuestas exigencias de las
mas a modelos teóricos). Posteriormente, ciencias naturales. Segundo, los nuevos es-
tomando como concepto analítico el de tudios sociales de la ciencia han invertido
«modelo teórico», reconstruiré los tres mo- esa relación al defender que toda ciencia es
delos más generales que subyacen en la So- y viene determinada por una realidad social
ciología contemporánea (el atómico, el sisté- que es conocida y representada por las cien-
mico y el de flujos). Detectar sus divergencias cias sociales, pero con ello, además de des-
y convergencias nos hará ver que la Sociolo- bordar las expectativas de una epistemolo-
gía es hoy una pluralidad de prácticas cien- gía naturalizada (a la Quine), venían a
tíficas parcialmente limitada y articulada por reafirmar la dicotomía naturaleza/sociedad y
esos modelos, por lo que hablaremos de una a situarnos en un sociologismo historicista
pluralidad limitada, una unidad parcial e ines- tan unilateral como el naturalismo racionalis-
table o «des-unidad» articulada. ta que quería combatir (Latour, 1993: 137-68;
Hacking, 2001). No obstante, lo que aquí me
interesa es recordar de manera esquemática
PLANTEAMIENTO Y TÉRMINOS el primer empuje y lo problemático de asumir
DE LA CUESTIÓN: DE PARADIGMAS la confrontación a que ha conducido.
A MODELOS TEÓRICOS Masterman (1975, e. o. 1970), en su fa-
La mencionada obra de Kuhn no presentaba mosa crítica al concepto de paradigma, de-
la dimensión socio-histórica de la ciencia fendió que una ciencia normal podría ser
como mero contexto de descubrimiento o multiparadigmática y que ese era el caso de
sistema de organización de las ciencias sino la Sociología, lo que la redimiría de la duda
como uno de sus constituyentes internos sembrada por Kuhn. Simultáneamente, Frie-
más fundamentales. Esto supuso una sacu- drichs (2001, e. o. 1970), que aplicaba las
dida escéptica para el racionalismo y el sue- ideas de Kuhn en un recorrido histórico por
ño de la ciencia unificada que anidaban en la la sociología posterior a la Segunda Guerra
Filosofía, la Historia y la Sociología de la Mundial, vino a reafirmar esa tesis, como
ciencia precedentes; una sacudida que se poco después hizo Ritzer (1975), quien inclu-
vería redoblada por el constructivismo de los so pretendió convertirla en herramienta de
estudios sociales de la ciencia y la tecnología un análisis metateórico. Posteriormente esta

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 67

tesis1 ha sido mantenida por algunos teóri- que critican la ambigüedad y vaguedad del
cos como Thomas (1979), García Ferrando concepto de paradigma, tanto si provienen
(1978), Habermas (1996) o Gómez (2003). de quienes promulgan una unidad disciplina-
La mayoría de los argumentos que sos- ria (Noguera, 2010) cuanto si es de quienes
tienen esta tesis se remiten en última instan- defienden otro tipo de pluralidad teórica (Bel-
cia a la ambigua concepción kuhniana de trán, 1979). Sin embargo, no es lo mismo
paradigma y a buena parte de los condicio- rechazar el concepto de situación multipara-
nantes sociales que en ella se exigían a una digmática porque aluda, aunque sea por
disciplina madura o plenamente científica. connotación, a un futuro (mono)paradigmá-
Así es como Masterman (1975: 179-182) tico, evidente en Ritzer (Beltrán: 1979: 302),
pudo argumentar que la pluralidad de para- que hacerlo porque impediría la «integra-
digmas en una disciplina no tiene por qué ción» de un auténtico y necesario pluralismo
conducirla a un estado revolucionario o pre- teórico al no establecer unas mínimas «re-
paradigmático sino que puede darle la uni- glas de juego» de la competencia y atrinche-
dad necesaria en forma de disciplina multi- rar cada paradigma con la excusa de su in-
paradigmática, como ocurriría con la conmensurabilidad (Noguera, 2010: 38-40;
Sociología. Así es como Thomas (1979: 166- Goldthorpe, 2010: 27-34). La dirección con-
9) pudo decir que la existencia de más de trapuesta de estas críticas hace manifiesta la
una visión moral de la sociedad y la indeter- tensión existente entre predicar una unidad
minación de las teorías respecto a los he- y defender una pluralidad de la Sociología.
chos hacen necesaria la pluralidad y avalan Es cierto que se podría intentar saltar por en-
la situación multiparadigmática de la Socio- cima de esta contradicción diciendo que afir-
logía. Así es como Ritzer (1993: 598-612) mar, en términos kuhnianos, que una comu-
pudo organizar tres «paradigmas», como nidad científica tiene múltiples paradigmas
conjuntos de elementos referidos por las his- implica afirmar que hay en ella múltiples co-
torias de las tradiciones teóricas en Sociolo- munidades incomunicadas e inconmensura-
gía (básicamente, obras ejemplares, imagen bles, por lo que no se podría afirmar que
del objeto, métodos y teorías que los apli- estamos ante una comunidad científica, ni
can), que luego él pretendía integrar en un ante una ciencia. Pero ello no haría sino re-
cuarto, que sería más bien una construcción mitirnos de nuevo a la revisión del concepto
ad hoc en torno a la noción de «niveles de de paradigma, que abordaré tras comentar
análisis» como recurso para reducir, esto es, su rechazo total por parte de quienes preten-
simplificar y ordenar, «la complejidad del den establecer la unidad a toda costa.
mundo social» (1993: 605), manteniendo su La pretensión de reducir unas teorías o
unidad ontológica. Así es como Gómez perspectivas sociológicas a otras y ese re-
(2003: 265-267) pudo afirmar que la plurali- chazo que ella alimenta no se derivan del
dad de paradigmas no es incompatible con estudio de la práctica científica sino de una
la racionalidad y la objetividad, si cada uno concepción a priori sobre la unidad de la
de esos paradigmas es capaz de definir sus ciencia que llega a desbordar lo planteado
propios conceptos, problemas y soluciones. por sus principales impulsores2 y remite a
Por todo ello no puede extrañarnos que
los mejores contraargumentos sean aquellos
2 La propuesta de unidad de la ciencia en Carnap es

más la preferencia por la coherencia que el imperialismo


de la Física (Creath, 1996: 168-169). Los argumentos de
1 Que no se debe atribuir, como hace Noguera (2010: Davidson (1984) respecto a la noción de «marco con-
32-35), a todos los que debaten en torno a la pluralidad ceptual» muestran que no es lógicamente imposible una
teórica y su eventual unificación. conmensurabilidad e incluso una unificación, pero toda-

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
68 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

una visión algo obsoleta de la ciencia que la desplazamiento han contribuido tanto cons-
identifica con la reducción de la complejidad tataciones hechas en los estudios de las
(Noguera, 2010: 43-44), comprometiéndola ciencias, como la realizada por Knorr-Cetina
con la reducción de unas teorías a otras, la (1999) respecto a algunas ciencias experi-
simplificación, la identificación de procesos mentales punteras, como la física de altas
y mecanismos básicos (acción racional, energías y la biología molecular, que se
agregado de acciones individuales, regulari- mueven en epistemologías muy distintas, o
dades sociales, etc.) que permitirían explicar la evidente fragmentación que actualmente
los fenómenos (sociales) y el establecimiento vive la biología entre la genético-molecular y
de una «lógica de la inferencia» (Goldthorpe, la orgánico-ecológica, cuanto el empuje de
2010: 34-47, 264-266). Todo lo cual es con- procesos históricos generales tales como la
trario al hecho de que en la mayoría de las defensa de la autonomía de las subculturas,
ciencias en las que se tratan fenómenos el respeto a las diferencias o la vitalidad del
complejos, de la cinética química y la biolo- multilateralismo frente a las tendencias a la
gía teórica a la sociología, se ha venido op- homogeneización (Galison y Stump, 1996:
tando por impulsar la aplicación de instru- 1-8, 32-33)3. Pero lo que aquí nos interesa
mentos analíticos (matemáticos, gráficos, es recordar que también nos ha conducido
computacionales, etc.) que asuman esa a ello la revisión crítica de la noción de pa-
complejidad y la indeterminación que la radigma, que además nos ayuda a perfilar el
acompaña sin forzar su reducción o integra- concepto de «modelo teórico». Con él po-
ción (Érdi, 2008; García Olivares, 2000). dremos realizar el estudio metateórico de
La alternativa a esta empecinada creen- las convergencias y divergencias entre las
cia en la unidad de la Sociología y de la cien- principales tendencias teóricas en Sociolo-
cia en general no puede estar en una ambi- gía y apreciar así su pluralidad limitada y
gua concepción de paradigma que pueda articulada.
conducirnos a un relativismo irrestricto (a lo La revisión del concepto de paradigma se
Feyerabend). Es una disyuntiva tramposa hizo inevitable tras la inmediata constatación
que se desmonta al actualizar nuestra con- de su enorme ambigüedad y polisemia. Algo
cepción de la ciencia (frente a los unitaristas) que el mismo Kuhn reconoció e intentó solu-
y al revisar críticamente la herencia kuhniana cionar planteando en la famosa «Postdata:
(frente a los relativistas). Son dos tareas que 1969» su sustitución por el concepto de
no están separadas, pues en gran medida «matriz disciplinar». Con él denominaba un
fue el impacto de los trabajos de Kuhn y de conjunto ordenado de distintos factores,
sus diferentes continuadores (Sneed y Mou- compartido por una comunidad o disciplina
lines, Lakatos y Toulmin, McCloskey, etc.) lo científica a la que constituye en tanto que tal,
que impulsó una nueva filosofía de la ciencia y que incluye generalizaciones simbólicas,
de carácter más holista y menos separada modelos analógicos u ontológicos, casos
de los estudios sociales de la ciencia, que ejemplares o paradigmáticos de resolución
ha ido tendiendo a aceptar, analizar y ges- de problemas y valores o criterios de selec-
tionar la falta de unidad en la ciencia. A este

3 También el ideal de la unidad de la ciencia ha tenido


vía habrá que ver en qué términos podría darse, si es soportes internos a la epistemología (la atribución de
deseable y si de hecho se da, que es lo que en el fondo universalidad a las leyes científicas o la concepción cau-
interesa. Por no hablar de la falta de univocidad y unidad sal de las explicaciones) y avales socio-culturales (su
que encontramos en las distintas concepciones (meta- continuidad con los procesos de unificación política
físicas, prácticas o metodológicas) de la unidad de la germana, soviética y europea o su condición progresis-
ciencia (Hacking, 1996: 43-52). ta frente a los tradicionalismos).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 69

ción (1977: 279-287)4. Por ello mismo, y por- ferido atender a los modelos, como factor
que ha seguido existiendo una polisemia fundamental de las matrices disciplinares
peligrosa en el uso del concepto de que son7, lo cual facilita el análisis de conver-
«paradigma»5, no tiene sentido mantenerlo gencias y divergencias sincrónicas de distin-
como caballo de batalla en el debate sobre tas construcciones teóricas en una «misma»
la unidad o pluralidad de la Sociología. Es disciplina. Esto es lo que me ha llevado a
más operativo seguir el ejemplo de la mayo- inclinarme por esta opción, pero hay más ra-
ría de los estudios de la ciencia que, una vez zones para ello.
aceptada la intuición kuhniana básica de que Como ya dijera Kuhn (1977: 282-283), los
hay elementos cognitivos compartidos en modelos «proporcionan al grupo las analo-
una comunidad científica que habilitan su gías y metáforas preferidas o permisibles»
trabajo, encuentran poco justificada, y con- con una «potencia» que va de lo heurístico a
traria a las evidencias mostradas por los es- lo ontológico y de lo particular a lo general,
tudios socio-históricos de la ciencia, la pro- adoptando las más variadas formas mate-
puesta de una «integración teórica compleja» máticas, gráficas, analógicas, teóricas, etc.
sobre la base de procesos universales de Los modelos son básicamente el modo
argumentación, corrección y discusión, como una teoría, un conjunto de teorías o
como los postulados por la filosofía tradicio- toda una ciencia conciben, suponen o dibu-
nal de la ciencia (Álvarez, 1997). Les resulta jan a sus objetos o temas de consideración.
excesivo seguir exigiendo que se compartan De su aportación fundamental al conoci-
todos los factores de una matriz disciplinar miento científico nos dan idea un par de
para poder afirmar la normalización de una ejemplos clásicos: la doble hélice como mo-
comunidad o disciplina científica. De aquí delo del ADN (Watson y Crick) o el sistema
que se acojan a la idea de Kuhn (1977: 275) solar como modelo de un átomo (Bohr). Pero
de que lo que importa no es qué sea lo que lo que ahora me interesa resaltar es aquello
se comparte sino que ello permita identificar que les hace especialmente indicados para
los enigmas, aportar guías para su solución tratar la cuestión de la (des-)unidad de una
y garantía de éxito para el practicante inteli- disciplina, esto es, resaltar su capacidad
gente. Pero mientras unos han optado por para mostrar los núcleos teórico-conceptua-
utilizar la noción de «estilos de razonamien- les que arraciman las actividades de una
to», un concepto centrado en el ámbito me- ciencia; su rechazo a una fundamentación
todológico y especialmente útil para analizar sintáctica o lógica de la ciencia, alimento
la continuidad histórica o diacrónica dentro y
fuera de una misma ciencia6, otros han pre-
sos (Hacking, 1982 y 1994; Crombie, 1994: vol. 1; Bue-
no, 2012) como tradiciones procedimentales de
selección, interpretación y comprobación de evidencias
4 Aunque este último factor desapareció posteriormen-
para el conocimiento científico. Siguiendo a Crombie se
te (Kuhn, 1978: 16-17). diferencian el estilo axiomático, el experimental, el pro-
5 Se sigue pudiendo señalar en el propio Kuhn, en sus babilístico o estadístico, el taxonómico, el hipotético o
continuadores y en diferentes aplicaciones de sus analógico y el histórico-genético, a los que, pensando
ideas, cuatro sentidos básicos del término «paradig- en algunas ciencias sociales, se podría añadir el herme-
ma»: 1) caso ejemplar para identificar y resolver pro- néutico o interpretativo. Véanse los debates en el mo-
blemas, 2) aquello que, por compartido, define y cons- nográfico de Studies in History and Philosophy of Scien-
tituye a la comunidad científica, 3) constelación de ce, 43 (2012).
creencias y técnicas disciplinadamente compartidas (= 7 Así viene sucediendo tanto en el seno de las más es-
la matriz disciplinar) y 4) conjunto de supuestos teóricos trictas concepciones semánticas de la ciencia, sean
o metodológicos dominantes (Thomas, 1979: 161-163; estructurales (Balzer, Moulines y Sneed, 1987) o prag-
Gómez, 2003: 257-263; Winther, 2012: 631-632). máticas (Fraassen, 1989), cuanto en la reflexión de al-
6 Los «estilos de razonamiento o de argumentación cien- gunos teóricos de la Sociología (Deutch, 1980; Friedrich,
tífica» se han venido entendiendo en casi todos los ca- 2001: 68-69; Beltrán, 1979).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
70 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

fundamental del mito de la unidad de la cien- teóricos diferentes, lo cual suscita disputas
cia; su proximidad a la actividad de las cien- que unas veces parecen razonables y otras
cias al desarrollarse siempre como una cara una caza de brujas, pero suelen ser com-
del par modelo/aplicaciones; su manera de prensibles desde dentro y desde fuera de
encarnar simultáneamente la necesidad de ellas. Se hace así manifiesta también una
restringir la búsqueda y la asunción de que cierta articulación y una limitación a esa dis-
las cosas estudiadas no son rigurosamente persión o eventual inconmensurabilidad que
únicas ni incomprensibles; y su variabilidad, reciben expresión y, quizá, sustento en la
que lo hace sensible a la naturaleza dinámi- existencia de un número limitado de mode-
ca, cambiante e histórica de las ciencias. los teóricos generales. De hecho, al mostrar
Hay también razones específicas para la coexistencia de estos quedará negada
aplicarlo en el caso de la Sociología, una dis- tanto «la unidad» de las teorizaciones socio-
ciplina en la que, más allá de los modelos lógicas cuanto el «todo vale» y evidenciado
concretos necesariamente incorporados en el pluralismo limitado, unidad parcial e ines-
las investigaciones empíricas y del evidente table o «des-unidad» que hoy las rige8.
carácter histórico de lo social, la preocupa-
ción por un modelo teórico general que es-
pecificara su naturaleza ha estado muy pre- LOS TRES MODELOS TEÓRICOS
sente, y no solo como cuestión filosófica GENERALES DE LA SOCIOLOGÍA
puntual (p.e., Searle, 1997), sino como CONTEMPORÁNEA
preocupación seminal inscrita en sus funda- Me propongo mostrar que la Sociología ac-
dores: el paso de la sociedad tradicional a la tual, dentro y fuera de España, está articula-
moderna les llevó a hablar de lo social como da por tres modelos teóricos generales: el
relaciones (antagónicas) de producción atomista, el estructural o sistémico y el de
(Marx), hecho estructural (Durkheim) o ac- flujos. A este respecto conviene hacer dos
ción con sentido compartido (Weber). Una
acotaciones iniciales. En primer lugar, es
preocupación que ha resurgido con el cues-
cierto que tales modelos han ido surgiendo
tionamiento de la modernidad (Latour, 1993),
sucesivamente en el desarrollo del pensa-
el avance de distintos constructivismos
miento y la investigación social (el primero
(Hacking, 2001), la evidencia de su propio
aparece ya esbozado en Aristóteles, el se-
poder performativo (Alexander, 2006) y la
gundo surge enfrentado a él con el impulso
constatación de una enorme dispersión en el
del romanticismo —Hegel— y el tercero
saber sociológico que llega hasta la defini-
emerge del derrumbe de las certidumbres y
ción del actor social (Dubet, 2010: 12). Lo
solidificaciones de la modernidad), pero ello
cual se conjuga con el hecho de que estos
no implica una trayectoria de progreso de un
mismos autores terminan remitiéndose en su
modelo a otro, pues más bien, y a pesar de
propio trabajo a algún modelo teórico gene-
Kuhn, se han ido acumulando conflictiva-
ral: así le sucede a Dubet (2010) con el mo-
mente. En segundo lugar, como ya he dicho,
delo atomista, a Alexander (2006) con el es-
mi análisis va a ser metateórico, esto es, se
tructural o a Latour (2005) con el de flujos.
va a circunscribir a los movimientos, pro-
Precisamente este hecho nos permite recor-
puestas y prácticas teoréticas, buscando
dar que la pluralidad de la Sociología no le
establecer el núcleo de cada modelo, su
impide ser una disciplina con una activa aso-
ciación internacional (ISA), congresos mun-
diales regulares y una gran cantidad de revis- 8 Hacking (1996: 64-74) apunta una conclusión parecida
tas y publicaciones internacionales en las tras aplicar aquí la categoría de «estilos de razonamien-
que confluyen autores radicados en modelos to».

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 71

concepción básica del ser social y sus ca- te cargada (el yo-mí) o se asocie con un «pre-
racterísticas principales, que es lo que per- feridor racional» que, en el cruce de
mite entrelazar las distintas teorizaciones preferencias, oportunidades y cálculos de
que cada modelo alimenta. Por ejemplo, el acción, tiende a maximizar su propia situa-
entrelazamiento, en el seno del modelo ato- ción (el homo economicus), pues sigue sien-
mista, del interaccionalismo simbólico, la do el centro absoluto de referencia.
etnometodología y la elección racional, entre La forma más clásica del atomismo ha
otros, se hace posible porque en la práctica venido constituida por un individualismo me-
científica el modelo teórico nuclear siempre todológico, de raíces hermenéutico-weberia-
se complementa con una serie de herramien- nas o directamente ligado a los postulados
tas conceptuales (básicamente generaliza- de la economía marginalista, caracterizado
ciones simbólicas, casos ejemplares y mo- por mantener que los hechos o acciones so-
dos establecidos de resolución de problemas) ciales solo pueden ser conocidos a partir de
que pueden variar, permiten la aplicación, los efectos agregados de las acciones de los
desarrollo y concreción del modelo y, unidas individuos y que lo macro-social se explica
al despliegue de distintas técnicas de inves- causal o comprensivamente a partir de las
tigación y a su implementación en relación a interacciones micro-sociales. Ello le diferen-
temas predominantes, llevan a que un mis- cia, en principio, de un individualismo onto-
mo modelo pueda alimentar teorizaciones y lógico que afirma que los individuos son las
prácticas científicas diferentes9. únicas entidades reales mientras la socie-
dad, las clases y lo social en general serían
El modelo atomista: lo social como un efecto, residuo o abstracción de interac-
agregado ciones de individuos, y así le permite decla-
rarse comprometido con los procedimientos
El modelo más antiguo y longevo es el ato-
de las ciencias empíricas y contrario a cual-
mista, que se puede retrotraer hasta la Ética
quier mirada metafísica que suponga entida-
a Nicómaco de Aristóteles y su identificación
des sociales que no sean observables (No-
entre lo social y la «naturaleza comunitaria,
guera, 2003). Pero o renuncia a toda forma
política o social» de los individuos, que res-
de realismo o tiene que asumir un modelo
pondería a su dependencia respecto al inter-
ontológico atomista en el que lo básico o
cambio (material, comunicativo o funcional)
«realmente existente» son los individuos hu-
con otros seres humanos. El individuo, fácil-
manos. Así se puede ver claramente en la
mente identificable con un ser humano, sería
obra de J. Elster y otros impulsores de la lla-
el átomo (por sociológicamente indivisible)
mada sociología analítica. Si el reputado
con que se constituye lo social. Por ello po-
autor noruego puede sostener (1990: 13-24)
demos decir que el centro de este modelo
que los hechos sociales (por ejemplo, la ma-
afirma un sustancialismo individualista en el
yoría nacionalista en las elecciones catala-
que lo social remite en última instancia a la
nas de 2012), que concibe como instantá-
sustancia individual, al individuo. De ahí su
neas en un flujo de acontecimientos, se
connivencia con el humanismo moderno,
explican en base a estos y que «en las cien-
constatable en Giner (1977). Para el caso es
cias sociales los acontecimientos elementa-
igual que esa sustancia humana se identifi-
les son las acciones individuales» (los votos
que con una mente volitiva y lingüísticamen-
particulares en las citadas elecciones), es
porque apuesta decididamente por la exis-
9 Otro tanto sucede hoy dentro del modelo estructural
tencia de «mecanismos causales» o cadena
con el neofuncionalismo, el estructuralismo genético, el de elementos que causarían los fenómenos
funcionalismo-estructural y la morfogénesis, entre otros. sociales y darían razón de ellos remitiendo

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
72 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

en última instancia a las creencias, deseos e cia de las teorías de la complejidad en mu-
interacciones de los actores individuales. chas ciencias.
En algunos casos la concepción atomista En otros casos, como en la etnometodo-
se ha querido reforzar apelando a los su- logía o el interaccionalismo simbólico, el na-
puestos requisitos de la explicación científi- turalismo es sustituido por una vía de carác-
ca que ella vendría a cumplir apoyándose ter hermenéutico, en la que la centralidad del
bien en la teoría económica de la elección individuo e incluso la idea de una constitu-
racional, algo que lleva a su culmen J. Cole- ción de lo social se desarrollan mediante teo-
man al defender (1990: 531-532) que atribuir rizaciones en las que los «mecanismos so-
toda la soberanía a los actores individuales ciales» se arman con intenciones, empatías,
es lo que permite a la sociología evaluar el marcos de sentido, dialogismo, etc. y la indi-
funcionamiento de los sistemas sociales10, vidualidad se ve referida, en última instancia,
bien en la consideración de las consecuen- a la caja negra de la mente y su intencionali-
cias no queridas y de mecanismos coopera- dad11. Sin embargo, aquí nos encontramos
tivos como la acción colectiva o las institu- con otra limitación a la aplicabilidad de este
ciones, que no dejarían de ser, sin embargo, modelo, ya que dicha caja negra viene a ce-
derivados de la acción (racional) individual rrar en falso la indagación sobre el contenido
(Boudon). Es cierto que atender a los meca- mismo de esa intencionalidad que, como el
nismos causales les ha permitido superar las propio Searle (1992) ha ayudado a demos-
limitaciones que imponía el neopositivismo trar, solo puede establecerse sobre una red
(Elster, 1990: 14-16), pero les ha recluido en de actitudes compartidas y un trasfondo de
el horizonte marcado por el positivismo ilus- prácticas y encarnaciones, esto es, materia-
trado, con su confianza total en el éxito de lidades concretas y, en buena medida, su-
los procedimientos de un determinado mo- praindividuales (García Selgas, 1994).
delo de la ciencia natural, como se puede No puede extrañarnos por todo ello que
constatar entre nuestros analíticos más aira- algunos de los desarrollos actuales más refi-
dos, que tantos números monográficos (Pa- nados de este modelo apunten posibles co-
pers, 80, 2006) y debates (RIS, 67, 2, 2009) nexiones con otros modelos. La insistencia
vienen gestando estos últimos años. El en- de Randall Collins en que todo macrofenó-
comiable afán de mantenerse en los paráme- meno no es más que la suma y la reiteración
tros de un proceder rigurosamente científico de fenómenos micro, que siempre pueden
les ha llevado a mantener una concepción de ser reducidos a «pautas de interacción micro
las ciencias naturales de corte más bien repetitivas», lo que ahora denomina «cade-
newtoniano que les justifica en su crítica al nas de rituales de interacción», le emparenta
concepto de emergencia, pero lo hace a cos- claramente con las ideas de Coleman y su
ta de limitarles frente a un mundo plagado de empirismo radical. Sin embargo, en su última
incertidumbres, complejidades y paradojas y gran obra (2009), a pesar de que esas cade-
de dejarles ciegos para la creciente relevan- nas de rituales interactivos siguen aparecien-
do como los protocolos elementales de
construcción de la realidad social y de pro-
10 Coleman ratifica la tesis de que los fenómenos ma- ducción de energía emocional para los que
crosociales, que son específicos de la Sociología, deben
ser explicados desde los fenómenos micro o individua-
les, tanto por razones metodológicas (ahí es donde se
produce la observación) como políticas (ahí es donde se 11 Este mentalismo se da también en teóricos de la elec-
puede intervenir socialmente). El más elemental sistema ción racional (Goldthorpe, 2010) que, siguiendo a Sear-
social queda constituido por dos actores que controlan le (1997: 63-68), entienden que los hechos sociales re-
un conjunto de recursos (1990: 29) y a partir de aquí se sultan de una intencionalidad colectiva aplicada por los
forman o constituyen los actores corporativos. individuos a procedimientos, hechos, objetos, etc.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 73

estamos dotados e inclinados naturalmente, En las décadas posteriores a la Segunda


presenta a los individuos como precipitados Guerra Mundial la hegemonía del estructural-
transitorios de tales rituales y ello puede lle- funcionalismo y del materialismo histórico
var a pensar que la pieza constitutiva y fun- hizo pensar que solo era posible concebir lo
dacional de lo social habría pasado de los social si se atendía al hecho de que consti-
individuos y sus interacciones al flujo de tuye una estructura, esto es, a su forma
esos rituales que anudan y dispersan la ener- constitutiva. Lo social se situaba más allá de
gía somato-emotiva y dibujan situaciones los individuos, pero no separado de ellos y
(Iranzo, 2009: viii). Lo cual vendría, por otro más bien como su determinante. Desde el
lado, a ser prueba de la existencia de líneas capital como sujeto estructural del capitalis-
de continuidad con los otros modelos (en mo a los análisis de redes y los sistemas
este caso con el de la fluidez)12. autopiéticos luhmannianos, pasando por la
dureza de la «cosa social» durkheimiana o
El modelo estructural: lo social como las consecuencias-no-pretendidas de los
sistema funcionalistas, la historia de la teoría socio-
lógica está plagada de este tipo de respues-
El modelo estructural tiene su centro en la tas13, que podríamos calificar de estructura-
visión de la sociedad como una realidad lismos o formalismos abstractos, pues en
autónoma que constituye una totalidad o sis- ellas lo social viene a identificarse con la
tema y ha de ser explicada por sí misma. estructura, sistema o forma de las relacio-
Este modelo puede ser identificado con lo nes, posiciones, oposiciones, distinciones o
que desde su inicio ilustrado (Saint-Simon, diferenciaciones, que condiciona y posibilita
Comte) constituyó la visión distintiva de la tanto lo social como lo individual.
sociología, que tomaría cuerpo en los distin-
Para dar contenido a este formalismo se le
tos estructuralismos y funcionalismos. Pro-
ha complementado con distintas antropolo-
bablemente en su origen y sustento estén gías teóricas: en las versiones más clásicas,
tanto las miradas holistas de Hegel y Adam con la idea del homo sociologicus, que se
Smith y el concepto/metáfora de organismo constituye en su socialización bien mediante
cuanto la paulatina prevalencia de «las ma- la interiorización de las normas sociales
sas» y el establecimiento de la democracia (Durkheim, Parsons, el homo moralis, según
moderna en el seno de los Estados naciona- Ramos, 1999) bien guiando su comporta-
les. Todo ello empujaba a identificar lo social miento a partir de la imagen que le devuelven
con un determinado orden que define las los demás (Smith, Goffman: homo specularis);
posiciones y posibilidades de individuos y en su desarrollo luhmaniano, el individuo se
demás agentes sociales, por lo que este mo- convierte en periférico o «entorno» del siste-
delo tendía a percibir la sociedad «como un ma social y es contemplado como sistema
sistema, un Estado-nación y un conjunto ins- psíquico o de conciencia que se «co-produce
titucional» (Dubet, 2010: 18).

13 En nuestro país este modelo ha dominado entre los


12 También pudiera ser visto como un refinamiento más autores de inspiración funcionalista o marxista y tanto
del modelo atomista, semejante al promovido por Cole- entre quienes desarrollaban una perspectiva estadístico-
man y Collins cuando sostienen que las preferencias o estructural-distributiva cuanto entre quienes han venido
las cargas emocionales de los individuos emanan en dando prioridad a miradas crítico-cualitativistas alimen-
gran medida de interacciones e instituciones sociales, tadas por una semiótica estructural (Lévi-Strauss, Grei-
pero afirmando a continuación que estas no dejan de mas, etc.). Un caso muy significativo fue el de Jesús
ser efecto en última instancia de la agregación de las Ibáñez, decidido defensor de la versión sistémica de
actividades individuales. Aunque en este caso habría segundo orden o autopoiética de este modelo (véase el
una cierta aproximación al modelo estructural. Suplemento 22 de Anthropos, 1990).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
74 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

condicionadamente» con él y con el sistema tación de la inestabilidad intrínseca de lo so-


orgánico (Fuchs, 2001: 17-19, 169-173) y cial que se acentúa posteriormente cuando
como personificación de la estructuración so- el «sistema» se presenta como efecto de la
cial de expectativas (García Blanco, 2008: 24; constante oscilación diferenciadora entre él
Dockendorff, 2013: 163-166). y su entorno, y termina siendo considerado
Esta diversidad de antropologías refleja «una traslación (una transgressio, translatio)
la enorme variedad de expresiones que ha de una diferencia a algo sencillamente distin-
ido teniendo este modelo que, más que a la to», que solo un observador puede pretender
conflictiva confluencia original de marxistas ordenar, lo que lo convierte en una metáfora:
y estructuralistas, parece deberse a la pau- la metáfora básica susceptible de distintas
latina asimilación de la teoría de sistemas, definiciones (Fuchs, 2001: 15-17, 242-246).
que ha llevado de considerar el sistema so- Pero ni estos desplazamientos concep-
cial como un todo (que es más que la suma tuales, ni el productivo trabajo de Bourdieu
de las partes y las subordina bajo el eje de la historizando agentes y estructuras, ni aquel
comunidad nacional) a considerarlo como complemento de las antropologías teóricas
un sistema autorreferencial (o proceso de han sido suficientes para impedir que el for-
reducción de la complejidad del mundo me- malismo que alimenta a este modelo conti-
diante la distinción sistema/entorno y la co- núe tendiendo a convertir, como ya señala-
municación como operación de autoorgani- ron Elster, Mulkay y Giddens, un principio
zación): del estructural-funcionalismo al metodológico (un hecho social se explica por
funcionalismo-estructural (Rodríguez y Ar- la función que cumple en un sistema, la ho-
nold, 2007: 88-90 y 116-126). Es un paso mología entre habitus y campo o la diferencia
importante que asume algunos de los cam- sistema/entorno define lo observado frente al
bios históricos y científicos de las últimas contexto) en un supuesto ontológico (se
décadas, entre los que yo destacaría: la asi- toma esa función, homología o diferencia
milación del constructivismo y de las teorías como lo que constituye la sistematicidad so-
de la complejidad, así como la apertura de cial). Tampoco han podido evitar el choque
vías de conexión con el modelo de la fluidez. que se produce entre hacer de la diferencia-
Con la autorreferencialidad o autopoiesis co- ción el principio rector de la dinámica social,
municativa, la construcción del sistema es a de modo que las distintas formas de autorre-
la vez reducción de complejidad en relación ferencialidad irían cerrando los (sub)sistemas
al entorno y aumento de la misma en el inte- sociales sobre sí mismos, y la abrumadora
rior del sistema, al incrementar las relaciones constatación de que habitamos un mundo
estructuralmente posibilitadas. La compleji- literalmente arrasado a todos los niveles por
dad se convierte en tema básico de la teoría
procesos que desmontan los límites y las
social (Luhmann, 1991: cap. 1), a la vez que
distinciones de toda clase y producen una
esta se abre a un constructivismo duro que
«de-diferenciación» (Lash, 1989). Es más, la
no cuenta con el atajo externo de la metodo-
enorme extensión y fuerza de algunos de
logía científica ni el de la conciencia del su-
esos procesos ha sido el motor principal del
jeto, pues su operación cognitiva es interna
desarrollo del tercer modelo. Así ha sucedido
a lo social y constitutiva de ello (Rodríguez y
con el paso de una dinámica histórica regida
Arnold, 2007: xxxii-vi)14. Hay aquí una acep-
por la ruptura con el pasado a otra dominada
por la compleja e inestable coexistencia de
14 El neofuncionalismo hermenéutico de Alexander
(2006) también se abre al constructivismo y, con él, a la
complejidad y al predominio del enfoque cultural-cogni- como una trama de hechos y teorías tejida performativa
tivo en este modelo, cuando concibe la realidad social y simbólicamente.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 75

los muchos presentes (Berman, 1988); la im- es tanto resaltar la relevancia de los flujos,
parable fluidificación de todos los ámbitos y entendidos como secuencias de intercambio
niveles de lo social producida por el tránsito de elementos previos entre diferentes posi-
del régimen fordista-keynesiano de acumu- ciones estructurales (Castells, 1997: 445),
lación de capital al régimen flexible (Harvey, cuanto hacer patente un modo distinto de
1991); y la conversión de los flujos de capital, existencia social que lo asemeja a las turbu-
información, mercancías y personas en los lencias y otros fluidos complejos: la sociali-
materiales básicos de una sociedad postin- dad como «fluidez compleja». Es un despla-
dustrial y globalizada (Castells, 1997). zamiento teórico que modela lo social a
partir de la noción de fluidez y hace insoste-
El modelo de flujos: lo social como nible la oposición entre el individualismo sus-
ensamblaje de flujos tancialista y el formalismo estructuralista, de
modo que lo social se presenta como una
El tercer modelo es mucho más reciente e
relacionalidad material que no se da entre
inmaduro que los otros dos. Pero pueden
elementos previos o independientes de ella,
rastrearse sus antecedentes en autores
sino entre ingredientes que son constituidos
como Heráclito, Spinoza, Nietzsche, James
como tales por esa relacionalidad que es lo
o Whitehead y señalarse su alineamiento con
social. No se hablará así de relaciones entre
ciertos desarrollos postestructuralistas (Fou-
individuos ni de formas o estructuras relacio-
cault, Deleuze, Derrida, Butler). Surge impul-
nales, sino de procesos relacionales abiertos
sado por los procesos históricos que acabo
o ensamblajes semiótico-materiales en los
de mencionar, al calor de la imperiosa nece-
que se van constituyendo distintos espacio-
sidad que estos imponen de una renovación
tiempos simbólicos y agencias que rebasan
teórico-metodológica (iniciada por los teóri-
la exclusividad de lo humano. Es un «relacio-
cos del postindustrialismo, Bell, Touraine,
nalismo» semiótico-material.
etc.) que busca captar esos nuevos espacio-
tiempos y agencias sociales que, con su flui- Afirmar la fluidez constitutiva de la reali-
dez e impredictibilidad, pueblan hoy nuestra dad social es afirmar, en primer lugar, que no
realidad social (García Selgas, 2007). Apare- tiene una composición (formal o sustancial)
cen así trabajos de distinta índole y proce- unívoca ni cerrada sino que es una compo-
dencia que por ahora simplemente apuntan, sición heterogénea, abierta e inestable de
queriéndolo o no, a un tercer tipo de visión flujos de materias (cuerpos, mercancías, tec-
sobre qué o cómo es lo social. De hecho, la nologías, etc.), energías (emociones, fuerza,
principal razón para afirmar la existencia de calor, etc.) e informaciones (sentidos, valo-
este modelo teórico es que aparece como res, software, etc.). Los distintos e inestables
subsuelo de toda esa serie de trabajos entre ensamblajes de estos flujos componen
los que, además de los mencionados al se- nuestra realidad social e incluso componen
ñalar los procesos de cambio, están los mu- aquellas entidades que, como agentes, pro-
chos que se han generado en torno a la teo- cesos, instituciones, comunicaciones o sis-
ría del actor-red (Latour, Callon, Law, Mol, temas, han sido consideradas por los otros
etc.): trabajos que no dejan de hablar de una modelos como los elementos constitutivos
inestabilidad intrínseca en los distintos fenó- de lo social. De este modo los «ingredientes
menos sociales, de su fluidificación crecien- básicos» de lo social no serían esas entida-
te y de que, en definitiva, los hechos sociales des sino las relaciones, procesos, trayecto-
son hoy maleables, como los fluidos, pero, rias, enlaces, atracciones, desplazamientos,
también como ellos, se resisten a permane- etc., que se van trazando en el ensamblaje
cer en la forma que se les confiere (Bauman, de flujos (Latour, 2005); y la lógica de la rea-
2000: 8). En este modelo hablar de flujos no lidad social no sería tanto la de la reproduc-

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
76 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

ción, la diferenciación, la agregación, la Por último, a la hora de señalar líneas de


mano invisible o la movilidad de esas identi- fuga de este modelo hay que resaltar su in-
dades cuanto la de una relacionalidad que se madurez general. Para afianzarse y refinarse
muestra promiscua e inestable, aunque om- necesita ser utilizado en muchas más inves-
nipresente, en su capacidad de generar y tigaciones empíricas, desplegadas en cam-
ensamblar flujos de distinta naturaleza. pos muy diversos, e implementado por dis-
A todo ello podemos añadir algunas de tintos enfoques teóricos que lo estiren y
las implicaciones que conlleva esa fluidez dinamicen, así como complementado con el
(García Selgas, 2006: 21-28): desarrollo de un aparato metodológico que
se adecue a la visión que promueve tanto
— la mayoría de las formas y formaciones con la propuesta de técnicas de investiga-
sociales (hechos, agentes, instituciones, ción capaces de nadar con eficacia en esta
etc.) son inestables en tanto que resultan caótica fluidez (Law, 2004) cuanto con el
de ensamblajes dinámicos de una multi- eventual ajuste de medios gráficos o mate-
plicidad de ingredientes, que no son ex- máticos con los que construir modelos apli-
clusivamente humanos; cados de esta concepción (García Selgas y
García Olivares, 2014). La renuencia de no
— es la relación mutua y materialmente
pocos científicos a reconocer que sus inves-
constituyente entre esa multiplicidad de
tigaciones asumen alguna versión de este
ingredientes lo que los convierte en tales
modelo teórico y, por tanto, a embarcarse en
y sostiene a todo lo social, por lo que no
estas tareas dificulta que se vaya disipando
hay elementos previos, todo permanece
la ambigüedad que hay en las categorías de
en (re)construcción y los límites son
un modelo que no termina de encontrarse en
abiertos o porosos, incluso entre lo hu-
un estado incipiente y dubitativo.
mano y lo no humano (cyborg), y
— no se excluye un mínimo de estabilidad,
forma o estructuración social, pero una CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN: «DES-
forma social fluida es básicamente una UNIDAD» ARTICULADA
articulación semiótico-material, contin-
gente, abierta y disputada de relaciones La siguiente tabla me permite resumir compa-
que son parte y efecto de procesos cons- rativamente las principales características de
tantes de (des)estabilización. cada uno de los tres modelos teóricos gene-
rales. Con ella se ponen claramente de mani-
En definitiva, en tanto que fluida, la reali- fiesto las enormes diferencias que hay entre
dad social aparece definida como relacional, ellos, mostrándose así que la Sociología con-
múltiple, heterogénea y porosa, esto es, temporánea no está unificada, no hay unidad,
como una «fluidez compleja». Lo cual reafir- algo que ratifican tres hechos adicionales:
ma la apuesta por emparentarla más con las cada modelo resulta suficientemente fructífero
nociones de ensamblaje o articulación que como para perdurar y sostener diversas apli-
con las de sistema o red y por ver en ella la caciones; la mayor fortaleza investigadora de
referencia simultánea y complementaria a los cada uno se da preferentemente en terrenos
procesos históricos de fluidificación y a esa diferentes (recursos y decisiones, (des-)orde-
cualidad específica de lo social que no es nación y desplazamientos, respectivamente);
una forma o estado (atemporal) sino un fluir, y, a pesar de no pocos intentos, ninguno de
un estado fluyente, en el que «la esencia es ellos ha conseguido imponerse a los otros.
existencia y la existencia es acción» (Latour, Otra serie de hechos que hemos referen-
1998: 254). ciado nos ayuda a ver que esa falta de unidad

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 77

TABLA 1. Comparación de los tres modelos teóricos generales en Sociología

Atomista o analítico Estructural o sistémico De flujos o procesual

Ontología social Agregado de (inter)accio- Totalidad estructurada / Ensamblaje de flujos


nes sistema autorreferencial

Metáfora básica Composición de átomos Organismo / Sistema Fluidez compleja

Lógica Sentido / racionalidad Diferenciación funcional / Relacionalidad promiscua


social

Antropología teórica Yo-mí / homo economicus Homo sociologicus / sis- Ciborg (posthumanismo)
tema psíquico y personifi-
cación de expectativas

Enfoque dominante Psicológico / económico Político / cultural-cognitivo Semiótico-material

Patología básica Sustancialismo Formalismo Ambigüedad

no implica una pluralidad abierta e irrestricta de las ciencias más desarrolladas ni con las
sino una pluralidad limitada, incluso otro tipo tesis dominantes en los estudios de la cien-
de unidad, que deja fuera el «todo vale». Tales cia. Entre los teóricos sociales, solo los ana-
hechos serían: que la mayoría de los enfoques líticos más recalcitrantes enarbolan este
teóricamente relevantes en sociología quedan ideal monoteísta al identificar la ciencia con
anudados por alguno de estos tres modelos, la reducción de la complejidad mediante el
lo cual supone una limitación de facto a la plu- establecimiento de mecanismos básicos y
ralidad; que cada uno de los tres modelos ha de una única «lógica de la inferencia»
surgido a partir de otro o contra otro; y que, (Goldthorpe, 2010: 263-265)16. Pero esa
aunque no han dejado de producirse confron- identificación es rechazada de plano por la
taciones y debates, no se ha consolidado otro mayoría de los teóricos sociales que asumen
modelo general. que la propia Sociología genera complejidad
como «doble hermenéutica» (Giddens, 1984),
Son dos conclusiones bien establecidas
autoobservación sistémica (Luhmann, 1991)
que básicamente constituyen constatacio-
y práctica disputada y heterogénea (Latour,
nes empíricas15 lo que, unido a la historici-
2001) que es. Tampoco tendría sentido aho-
dad de lo social y su constitución performa-
ra declarar inaceptables esas conclusiones
tiva por la Sociología, impide que se las porque implicaran la inconmensurabilidad o
pueda dar por definitivas, universales o ne- inexistencia de medios comunes de evalua-
cesarias. Eso no quiere decir que podamos ción o medida entre estos tres modelos,
declararlas inaceptables en base al ideal de pues, además de haber desechado el cierre
la unidad científica. Un ideal que, como ya se absoluto que conllevaba el concepto de pa-
dijo, no se corresponde con el estado actual

16 También pueden enarbolarlo al suponer que es la


15 Puede pensarse, sin embargo, que no son acciden- unicidad del objeto lo que impondría la unidad, pero este
tales, dado su paralelismo con los modelos clásicos de realismo (Elster, 1990) choca frontalmente con los cons-
la ciencia moderna, incluyendo las ciencias sociales: el tructivismos que encontramos hoy en muchos enfoques
mecanismo, el organismo y el proceso (Deutsch 1980: teóricos, incluyendo algunos dentro del modelo atomis-
54-69, 105). ta (etnometodología, p.e.).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
78 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

radigma, hemos cuestionado que la activi- con lo constatado (cada modelo pretende
dad científica esté regida por un cuerpo so- dar razón de los otros y subsumirlos) y para
berano (jueces máximos y paradigma) o por darse necesitaría bien un modelo adicional
una lógica única (Rouse, 1996) y no sea más que los integrara y organizara, que no existe,
bien un campo de poder (Bourdieu, 1999) bien un nivel de consistencia disciplinar y de
dinámico, diseminado, complejo, contradic- éxitos pragmáticos o tecnológicos similar al
torio y contestado, en el que hay investiga- que permite la tensa complementariedad de
ciones empíricas que muestran la existencia modelos teóricos divergentes en la Física
efectiva de «zonas de transición o merca- contemporánea y que la Sociología no tiene.
deo» (Galison, 1996) entre distintos modelos Por no hablar de que esa supuesta comple-
teóricos o, incluso, ciencias distintas. mentariedad contraviene dos consensos
Más aún, entre estos tres modelos no hay teóricos bastante extendidos en Sociología
ni incompatibilidad ni complementariedad. en las últimas décadas: la necesidad de huir
De entrada, los constantes debates y críticas de los dualismos entre acción y estructura,
entre ellos evidencian ya un diálogo perma- niveles micro y macro, etc. (Alexander, 2006;
nente y abierto que deja fuera a la inconmen- Dubet, 2010; Latour, 2005) y la aceptación de
surabilidad. Así, por ejemplo, encontramos a que no podemos separar la existencia social
Bourdieu (1991: 94-111) defendiendo que la de sus representaciones (Luhmann, 1991;
supuesta elección racional es más bien una Dubet, 2013; Latour, 2005).
«estrategia práctica» producida en la homo- Por último, frente al monismo ontológico
logía de historia subjetivada en disposicio- de lo social que, como baluarte final de la
nes (habitus) y objetivada en el reparto insti- unidad, nos impediría aceptar una compati-
tucional de recursos y capitales; a Latour bilidad dinámica y conflictiva entre los tres
(2005: 63-79) argumentando que la dureza o modelos, contamos con la noción de reali-
la durabilidad imputada a esas institucionali- dad u ontología múltiple que propone Mol al
zaciones y otras estructuras son en realidad argumentar que la existencia o realidad de
resultado del ensamblaje recurrente e inesta- algo viene dada en gran medida por las prác-
ble, esto es, fluido, de «actantes» humanos y ticas materiales y representacionales con las
no humanos; y a Dubet (2013: 13-17) reivin- que accedemos a ello, de modo que:
dicando que esos trabajos constantes y sin-
gulares de ensamblaje tienen en la «expe- [L]a ontología deja de ser monista. La ontología-
riencia social» de los individuos al «átomo en-la-práctica es múltiple. Los objetos promulga-
elemental» y en los flujos, regulaciones y re- dos [enacted] no pueden ser alineados de menor
presentaciones los «mecanismos fundamen- a mayor, de lo simple a lo complejo. Sus relacio-
tales». nes son tan intricadas como las que encontramos
La no incompatibilidad total entre los tres en las prácticas. En lugar de ser apilados en una
modelos se ratifica en el hecho de que pue- pirámide se relacionan como las páginas de un
den convivir sin aguardar la llegada de un cuaderno de bocetos (2002: 157).
nuevo modelo que los supere anulándolos,
como ocurrió inicialmente en Biología, o in- De esta manera, en lugar de una única
tegrándolos, como si fueran conceptuacio- realidad social ordenada en una pirámide de
nes de distintos niveles de una única realidad niveles (reductibles) hablaríamos de realida-
social (Ritzer, 1993: 604-611). Lo primero no des sociales que corresponden a prácticas y
deja de ser un futurible que pone injustifica- concepciones distintas, cuyas relaciones
damente a la Sociología a la espera de su son intrincadas, cambiantes y conflictivas,
«príncipe-paradigma» y lo segundo apunta a sin que ello implique necesariamente una
una complementariedad que se contradice guerra disciplinar o un relativismo: hablaría-

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 79

mos de una ontología múltiple pero interco- La posibilidad de matizar estas conclu-
nectada, que admite la convivencia de dis- siones y extenderlas desde el ámbito de la
tintas formas de existencia de lo social e teoría al resto de la práctica sociológica pasa
incluso que «una» entidad pueda pertenecer por indagar en:
a varias de ellas, esto es, admite un «realis-
mo promiscuo» (Duprè, 1996), que es com- — los ajustes metodológicos que se produ-
patible con el constructivismo del modelo cen de manera específica en cada uno de
sistémico (Rodríguez y Arnold, 2007: 86). los modelos18, pero también en cómo en
Renunciar a una definición esencial y cerrada ellos y en los diferentes enfoques que
de lo social, además de dar una salida al cada uno agrupa se distribuyen de mane-
sentir de «la mayor parte de los sociólogos ra desigual pero confluyente distintos es-
profesionales [que] consideran que la idea tilos de razonamiento y diferentes técnicas
misma de sociedad es inútil y hasta peligro- de investigación cuantitativa y cualitativa;
sa» (Dubet, 2013: 11) nos permite apreciar — las confluencias y divergencias que se
que la no incompatibilidad de los tres mode- pudieran dar en temas sustantivos, don-
los no les hace ser complementarios, pues
de encontraríamos desde intentos de
no habría un todo definido que cumplimentar
conjugar modelos distintos, como hace
ordenadamente, y perfectamente pueden
Ramos (2012) en la sociología de las
confluir antagónica, dinámica y, en cierta
ciencias sociales con diferentes desarro-
medida, articulada e incluso armónicamente.
llos del modelo sistémico y otros del mo-
Precisamente el uso del concepto de mode-
delo fluido, hasta ámbitos que más bien
lo facilita esta percepción, ya que, por un
parecen campos de batalla académica,
lado, cada uno de los modelos teóricos ge-
como viene sucediendo con la sociología
nerales sostiene una analogía respecto a «la
de los mercados financieros19;
cosa social» que será más o menos fructífe-
ra, potente o verosímil en comparación con — la eventual existencia de una tradición
la de los otros modelos (Beltrán, 1979: 290- básica y común, aunque abierta y deba-
291) y, por otro, ese uso forma parte del «giro tida, constituida principalmente por unos
pragmático» producido en la reflexión sobre referentes clásicos (Marx, Weber,
la ciencia (Winther, 2012: 632-633). Todo ello Durkheim, Simmel, etc.) y algunas creen-
permite entender que la eventual unidad de cias (incuso generalizaciones abstrac-
una/la ciencia no tiene por qué consistir en la tas20), que coadyuva, junto con la exis-
subordinación de todo fenómeno a un prin-
cipio o lenguaje único, sino que puede ser
resultado de una integración relativamente de éxito o estabilización (Hacking, 1996). Hablo de «do-
minios de investigación» en el doble sentido de órdenes
conflictiva y armónica de distintos modelos
distintos a los que puede pertenecer un individuo, sin
teóricos y diferentes dominios de investiga- que ninguno sea prioritario (Dupré, 1996), y de temáticas
ción (Hacking, 1996: 40-42), de modo que que arraciman distintas prácticas científicas y priorizan
unas metodologías o estilos de razonamiento (Stump,
hablaríamos de una unidad parcial e inesta-
1996: 449).
ble: una «des-unidad»17. 18 Revisando, por ejemplo, Goldthorpe (2010), Law

(2004) y Osorio (2004).


19 Hay aquí una confrontación abierta y dura, pero no

17 Frente a un discurso científico unificado por un único incomunicación, como puede apreciarse en el debate
lenguaje, realidad o método básico (como en un libro- que mantuvieron Callon, Miller y otros en Economic So-
manual de principios del siglo XX), se plantea un discur- ciology, (6, 2 y 3, 2005), o en Preda (2007) y García
so que (como en una revista, enciclopedia o cuaderno Blanco (2015).
de bocetos) integra con más o menos armonía distintos 20 Quizá una de las más claras sea el concepto de «con-

tratamientos de cuestiones diferentes que no pueden secuencias no queridas de la acción» que permite enla-
reducirse entre sí, pero podrían tener diferentes niveles zar la acción individual con el reconocimiento de que

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
80 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

tencia de unos temas prioritarios (género, Bourdieu, Pierre (1991). El sentido práctico. Madrid:
trabajo, desigualdad, movimientos socia- Taurus.
les, etc.), en la producción continua de Bourdieu, Pierre (1999). Intelectuales, política y
una comunidad disciplinaria, y poder. Buenos Aires: Eudeba.
— la posibilidad de que, como señalaba el Bueno, Octavio (2012). «Styles of Reasoning: A Plu-
anterior presidente de la Asociación In- ralist View». Studies in History and Philosophy of
ternacional de Sociología (Buroway, Science, 43 (4): 657-665.
2005: 200-209), la práctica sociológica Buroway, Michael (2005). «Por una Sociología públi-
esté organizada en cuatro formas (profe- ca». Política y Sociedad, 42 (1): 197-225.
sional, crítica, práctica y pública) que se Castells, Manuel (1997). La era de la Información. Vol.
dividen el trabajo y el campo de poder, 1 La sociedad red. Madrid: Alianza.
se entrecruzan, se necesitan mutuamen- Coleman, James S. (1990). Foundations of Social
te y pueden conjugarse en la vida de un Theory. Cambridge (Mas.): Harvard U. P.
mismo practicante. Collins, Randall (2009). Cadenas de rituales de inter-
acción. Barcelona: Anthropos.
Creo que estas indagaciones vendrían a
Creath, Richard (1996). «The Unity of Science». En:
ratificar que la diversidad interna que encon- Galison, P. y Stump, D. J. (eds.). The Disunity of
tramos en Sociología está lo suficientemente Science. Boundaries, Context and Power. Stan-
limitada y articulada como para dotarla de ford: Stanford University Press.
los recursos necesarios para transitar exito- Crombie, Alistair C. (1994). Styles of Scientific Thin-
samente por diferentes territorios, sin ser king in the European Tradition. London: Duc-
disoluta ni tener que someterse a otras cien- kworth.
cias o a una caduca unidad monoteísta. Davidson, Donald (1984 [1974]). «On the Very Idea
of a Conceptual Scheme». En: Davidson, D. In-
quiries into Truth and Interpretation. Oxford: Cla-
BIBLIOGRAFÍA rendon.

Alexander, Jeffrey (2006). The Civil Sphere. Oxford: Deutch, Karl W. (1980 [1963]). Los nervios del gobier-
Oxford University Press. no. Buenos Aires: Paidós.

Álvarez, J. Francisco (1997). «Recuperar la retórica: Dockendorff, Cecilia (2013). «Antihumanismo o auto-
T. S. Kuhn y las ciencias sociales». Éndoxa: Se- nomía del individuo ante las estructuras socia-
ries Filosóficas, 9: 167-186. les: La relación individuo-sociedad en la teoría
de Niklas Luhmann». Cinta de Moebio, 48: 158-
Balzer, Wolfgang; Moulines, Ulises y Sneed, Joseph D. 173.
(1987). An Architectonics for Science. Dordrecht:
Reidel. Dubet, Francois (2010). Sociología de la experiencia.
Madrid: UCM-CIS.
Barnes, Barry (1986). T. S. Kuhn y las ciencias so-
ciales. México: FCE. Dubet, Francois (2013). El trabajo de las sociedades.
Madrid: Amorrortu.
Bauman, Zygmunt (2000). Liquid Modernity. Cam-
bridge (UK): Polity. Dupré, John (1996). «Metaphysical Disorder and
Scientific Disunity». En: Galison, P. y Stump, D.
Beltrán, Miguel (1979). Ciencia y Sociología. Madrid:
J. (eds.). The Disunity of Science. Stanford: Stan-
CIS.
ford University Press.
Berman, Marshall (1988). Todo lo sólido se desvanece
Elster, John (1990). Tuercas y tornillos. Barcelona:
en el aire. Madrid: Siglo XXI.
Gedisa.
Érdi, Péter (2008). Complexity Explained. Berlin:
Springer.
sus efectos son más bien producto de la conjunción de
diversas condiciones y acaecimientos, esto es, del com- Fraassen, Bas C. van (1989). Laws and Symmetry.
plejo confluir de una multiplicidad de cosas y procesos. Oxford: Oxford University Press.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 81

Friedrichs, Robert W. (2001 [1970]). Sociología de la Habermas, Jürgen (1996 [1982]). La lógica de las
sociología. Buenos Aires: Amorrortu. ciencias sociales. Madrid: Tecnos.
Fuchs, Peter (2001). Die Metapher des Systems. Wei- Hacking, Ian (1982). «Language, Truth, and Reason».
lerswist: Velbrück Wissenschaft. En: Hollis, M. y Lukes, S. (eds.). Rationality and
Relativism. Oxford: Blackwell.
Galison, Peter (1996). «Computer Simulations and the
Trading Zone». En: Galison, P. y Stump, D. J. Hacking, Ian (1994). «Styles of Scientific Thinking or
(eds.). The Disunity of Science. Stanford: Stan- Reasoning: A New Analytical Tool for Historians
ford University Press. and Philosophers of the Sciences». En: Gavro-
glu, K., Christianidis, J. y Nicolaidis, E. (eds.).
Galison, Peter y Stump, David J. (eds.) (1996). The Trends in the Historiography of Science.
Disunity of Science. Boundaries, Context, and Dordrecht: Kluwer.
Power. Stanford: Stanford University Press.
Hacking, Ian (1996). «The Disunity of Science». En:
García Blanco, José María (2008). «Humanismo, so- Galison, P. y Stump, D. J. (eds.). The Disunity of
ciedad y Sociología. Una perspectiva sistémica». Science. Stanford: Stanford University Press.
Política y Sociedad, 45(3): 21-28.
Hacking, Ian (2001). ¿La construcción social de qué?
García Blanco, José María (2015). «Burbujas espe- Barcelona: Paidós.
culativas y crisis financieras. Una aproximación Harvey, David (1991). The Condition of Postmoder-
neofuncionalista». REIS, 150: 71-88. nity. Oxford: Blackwell.
García Ferrando, Manuel (1978). «La sociología ¿una Iranzo, Juan Manuel (2009). «Una Sociología radical
ciencia multiparadigmática?». En: Jiménez Blan- de las cadenas de rituales de interacción». Proe-
co, J. y Moya, C. (eds.). Teoría sociológica con- mio a Randall Collins. Cadenas de rituales de
temporánea. Madrid: Tecnos. interacción. Barcelona: Anthropos.
García Olivares, Antonio (2000). «Modelos complejos Knorr-Cetina, Karin (1981). The Manufacture of Scien-
en ciencias sociales». Empiria, 3: 131-147. ce. Oxford: Pergamon.
García Selgas, Fernando J. (1994). «Análisis del sen- Knorr-Cetina, Karin (1999). Epistemic Cultures: How
tido de la acción: el trasfondo de la intenciona- the Sciences Make Knowledge. Cambridge
lidad». En: Delgado, J. M. y Gutiérrez, J. (coords.). (Mass.): Harvard University Press.
Métodos y técnicas cualitativas de investigación Kuhn, Thomas S. (1977 [1962]). La estructura de las
en ciencias sociales. Madrid: Síntesis. revoluciones científicas. Madrid: FCE.
García Selgas, Fernando J. (2006). «Bosquejo de una Kuhn, Thomas S. (1978). Segundos pensamientos
teoría de la fluidez social». Política y Sociedad, sobre paradigmas. Madrid: Tecnos.
4 (1): 13-31. Lash, Scott (1989). Sociology of Postmodernism.
García Selgas, Fernando J. (2007). La fluidez social. London: Routledge.
Elementos para una cartografía. Madrid: CIS. Latour, Bruno (1993). Nunca hemos sido modernos.
García Selgas, Fernando J. y García Olivares, Antonio Barcelona: Debate.
(2014). «Hacia la elaboración de modelos de la Latour, Bruno (1998). «La tecnología es la sociedad
fluidez social I: Teoría de la fluidez y teorías de hecha para que dure». En: Doménech, M. y Ti-
la complejidad». Atenea Digital, 14(2): 203-226. rado, F. J. (eds.). Sociología simétrica. Barcelona:
Gedisa.
Giddens, Anthony (1984). The Constitution of Society.
Cambridge (UK): Polity. Latour, Bruno (2001). La esperanza de Pandora. Bar-
celona: Paidós.
Giner, Salvador (1977). «Intenciones humanas y es-
tructuras: una introducción a la lógica situacio- Latour, Bruno (2005). Reassembling the Social. Ox-
nal». Cuadernos Económicos, 3/4: 110-145. ford: Oxford University Press.

Goldthorpe, John H. (2010). De la Sociología. Núme- Law, John (2004). After Method. London: Routledge.
ros, narrativas e integración de la investigación y Luhmann, Niklas (1991). Sistemas sociales. Buenos
la teoría. Madrid: CIS-BOE. Aires: Alianza-Iberoamericana.
Gómez Rodríguez, Amparo (2003). Filosofía y meto- Masterman, Margaret (1975 [1970]). «La naturaleza
dología de las ciencias sociales. Madrid: Alianza. de los paradigmas». En: Lakatos, I. y Musgrave,

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
82 Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

A. (eds.). La crítica y el desarrollo del conocimien- Ritzer, George (1993). Teoría sociológica contem-
to. Barcelona: Grijalbo. poránea. Madrid: McGraw-Hill.
Mol, Annemarie (2002). The Body Multiple. London: Rodríguez, Darío y Arnold, Marcelo (2007). Sociedad
Duke University Press. y teoría de sistemas. Santiago de Chile: Editorial
Universitaria.
Noguera, José A. (2003). «¿Quién teme al individua-
lismo metodológico? Un análisis de sus implica- Rouse, Joseph (1996). «Beyond Epistemic Sovereig-
ciones para la teoría social». Papers, 69: 101-131. nty». En: Galison, P. y Stump, D. J. (eds.). The
Desunity of Science. Stanford: Stanford Univer-
Noguera, José A. (2010). «El mito de la sociología sity Press.
como “ciencia multiparadigmática”». Isegoría,
Searle, John (1992). Intencionalidad. Madrid: Tecnos.
42: 31-52.
Searle, John (1997). La construcción de la realidad
Osorio, Francisco (ed.) (2004). Ensayos sobre Socio-
social. Barcelona: Paidós.
autopoiesis y Epistemología Constructiva. San-
tiago de Chile: Ediciones MAD. Stump, David J. (1996). «Afterword». En: Galison, P.
y Stump, D. J. (eds.). The Desunity of Science.
Preda, Alex (2007). «The Sociological Approach to
Stanford: Stanford University Press.
Financial Markets». Journal of Economic Surveys,
21: 506-528. Thomas, David (1979). Naturalism and Social Scien-
ces. A Post-empiricist Philosophy of Social
Ramos, Claudio (2012). El ensamblaje de ciencia so- Science. Cambridge (UK): Cambridge University
cial y sociedad. Santiago de Chile: Universidad Press.
Alberto Hurtado.
Winther, Rasmus G. (2012). «Interweaving Catego-
Ramos, Ramón (1999). «Homo tragicus». Política y ries: Styles, Paradigms, and Models». Studies in
Sociedad, 30: 213-240. History and Philosophy of Science, 43: 628-639.
Ritzer, George (1975). Sociology: A Multiple Paradigm Woolgar, Steve (1991). Ciencia: Abriendo la caja
Science. Boston: Allyn and Bacon. negra. Barcelona: Anthropos.

RECEPCIÓN: 05/04/2014
REVISIÓN: 04/08/2014
APROBACIÓN: 11/11/2014

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, Julio - Septiembre 2015, pp. 65-82
doi:10.5477/cis/reis.151.65

Three General Theoretical Models in Sociology:


An Articulated “(Dis)unity”
Tres modelos teóricos generales en Sociología: una «des-unidad» articulada

Fernando J. García Selgas

Key words Abstract


Social Fluidity After merely a brief, comparative reconstruction of the three most
• Individualism general theoretical models underlying contemporary Sociology (atomic,
• Models systemic, and fluid) it becomes necessary to review the question about
• Sociology of Science the unity or plurality of Sociology, which is the main objective of this
• Analytical Sociology paper. To do so, the basic terms of the question are firstly updated by
• Systems Theory following the hegemonic trends in current studies of science. Secondly
• Sociological Theory the convergences and divergences among the three models discussed
are shown. Following some additional discussion, the conclusion is
reached that contemporary Sociology is not unitary, and need not be so.
It is plural, but its plurality is limited and articulated by those very
models. It may therefore be portrayed as integrated and
commensurable, to the extent that a partial and unstable (dis)unity may
be said to exist in Sociology, which is not too far off from what happens
in the natural sciences.

Palabras clave Resumen


Fluidez social La reconstrucción esquemática y comparativa de los tres modelos teóricos
• Individualismo más generales que subyacen en la Sociología contemporánea (el atómico,
• Modelos el sistémico y el de flujos) lleva a replantear la cuestión de la unidad o
• Sociología de la pluralidad de la Sociología. Ese es el objetivo principal de este trabajo.
ciencia Para lograrlo, actualizo el planteamiento de dicha cuestión, siguiendo las
• Sociología analítica tendencias dominantes en las reflexiones actuales sobre la ciencia, y
• Teoría de sistemas muestro las divergencias y convergencias que se producen en los tres
• Teoría sociológica modelos. Ello me permite concluir, no sin alguna discusión adicional, que
la Sociología contemporánea no es unitaria ni lo necesita. Es plural, pero
con una pluralidad limitada y articulada por dichos modelos, de modo que
podemos hablar de integración, conmensurabilidad e incluso unidad
parcial e inestable (“des-unidad”), que se puede asimilar en buena medida
a lo que sucede en las ciencias naturales.

Citation
García Selgas, Fernando J. (2015). “Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated
‘(Dis)unity’”. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 151: 65-82.
(http://dx.doi.org/10.5477/cis/reis.151.65)

Fernando J. García Selgas: Universidad Complutense de Madrid | fgselgas@cps.ucm.es

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
66 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

INTRODUCTION and Woolgar (1991) which, with certain co-


rrections, would result in discussions about
For various reasons, such as the recent mar- the “disunity” of science (Galison & Strump,
king of the fiftieth anniversary of the publica- 1996).
tion of The Structure of Scientific Revolutions
In this transition, Sociology has had two
by T.S. Kuhn (1977, O.E. 1962) and the power
specific, and partially contradictory, impetus-
struggles in the field of Sociology in Spain in
es. First, the doubt raised by Kuhn (1977: 40),
the last decade, the issue of unity in Sociolo-
who argued that Sociology and other social
gy has been reintroduced for discussion, es-
sciences do not have sufficient paradigm uni-
pecially by those focusing on its potential
ty. This has precluded them from being ma-
scientific nature. This is why I intend is to
ture sciences, and has led many sociologists
readdress this matter here, starting by consi-
to try to save their scientific nature by calling
dering the shifts that have occurred in how it
them “multi-paradigmatic”, as opposed to
is approached (from philosophical apriorism
others who tried to force a unity. Both have
to meta-theoretical reflexivity); in its expecta-
subjected Sociology to the supposed de-
tions (from the claim of unity to the managing
mands of the natural sciences. Second, the
of “dis-unity”); and in hegemonic terms (from
new social studies of science have inverted
paradigms to theoretical models). Later, ta-
that relationship by arguing that all science is
king the “theoretical model” as an analytical
determined by a social reality that is known
concept, I shall reconstruct the three general
and represented by the social sciences. This
models that underlie contemporary sociolo-
position, in addition to surpassing the expec-
gy (the atomic, the systemic and the fluid). By
tations of a naturalised epistemology (à la
identifying the divergences and convergen-
Quine), came to reaffirm the nature/society
ces among them it will be seen that sociology
is now a plurality of partially of scientific dichotomy and develop a historicist sociolo-
practices that is partially restricted and arti- gism as unilateral as the rationalist naturalism
culated by these models, which is why we that it was intended to oppose (Latour, 1993:
talk of a limited plurality, a partial and unsta- 137-168, Hacking, 2001). However, what mat-
ble unity or articulated “dis-unity”. ters most here is to briefly recall the first impe-
tus and the problems involved in assuming
the confrontation that it led to.
TERMS OF AND APPROACH TO Masterman (1975, O.E. 1970), in his fa-
THE ISSUE: FROM PARADIGMS TO mous critique of the concept of paradigm,
THEORETICAL MODELS held that a normal science could be multi-
paradigmatic and that this was the case of
The aforementioned work by Kuhn did not Sociology, which would set to rest the doubts
portray the socio-historical dimension of laid by Kuhn. Simultaneously Friedrichs
science as a mere context of discovery or an (2001, O.E. 1970), who applied Kuhn’s ideas
organisational system of science, but as one to a historical overview of Sociology after the
of its most fundamental internal constituents. Second World War, came to reaffirm this the-
This involved a sceptical shake-up of ratio-
sis, as shortly after did Ritzer (1975), who
nalism and of the dream of a unified science
even tried to turn it into tool for meta-theo-
which existed within the preceding Philoso-
retical analysis. Later, this thesis1 was main-
phy, History and Sociology of Science; a
shake-up that would be reinforced by the
constructivism of the social studies of scien- 1 This should not be attributed, as does Noguera (2010:
ce and technology conducted by, among 32-35), to all those who discuss theoretical pluralism and
others, Barnes (1986), Knorr-Cetina (1981) its possible unification.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 67

tained by theorists such as Thomas (1979), matic status because it alludes, even though
Garcia Ferrando (1978), Habermas (1996) by connotation, to a (mono-)paradigmatic
and Gómez (2003). future, evident in Ritzer (Beltrán: 1979: 302),
Most of the arguments that support this than to reject it because it would prevent the
thesis ultimately refer to the ambiguous Ku- “integration” of a genuine and necessary
hnian concept of paradigm, and, to a large theoretical pluralism by not establishing a
extent, to the social conditioning factors de- minimum set of “rules of the game” for com-
manded of a fully mature or scientific disci- petition and becoming entrenched in each
pline within this concept. This is how Master- paradigm with the excuse of its incommen-
man (1975: 179-182) was able to argue that surability (Noguera, 2010: 38-40; Goldthor-
the plurality of paradigms in a discipline does pe, 2010: 27-34). The opposite directions of
not necessarily have to lead to a revolutio- these criticisms show the tensions that exist
nary or pre-paradigmatic state, but that it can between preaching of unity and defending a
give it the required unity as a multi-paradig- plurality of Sociology. This contradiction
matic discipline, as in the case of Sociology. could be overcome using the following argu-
This also enabled Thomas (1979: 166-169) to ment: by advocating, in Kuhnian terms, that
say that the existence of more than one mo- a scientific community has multiple para-
ral vision of society and the indeterminacy of digms, a claim is made that within it there are
the theories regarding the facts make plura- many incommensurable and uncommunica-
lity necessary, and support the multi-para- ted communities, and therefore it cannot be
digmatic status of Sociology. Ritzer (1993: said to be one scientific community, or one
598-612) in turn was then able to organise science. But this only refers, once again, to a
three “paradigms” as sets of elements refe- review of the concept of the paradigm, which
rred to by the histories of the theoretical tra- will be addressed after discussing its total
ditions in Sociology (basically, exemplary rejection by those who intend to establish
works, image of the object, methods and the unity at any cost.
theories that apply them). He then intended
The attempt to reduce some sociological
to integrate these three “paradigms” into a
theories or perspectives to others, and the
fourth one, which was rather an ad hoc cons-
rejection that ensures are not derived from
truction built around the notion of “levels of
the study of scientific practice, but from an a
analysis” as a way to reduce, that is, to sim-
priori conception of the unity of science that
plify and order “the complexity of the social
surpasses the proposals made by its main
world” (1993: 605) while maintaining its on-
tological unity. This is how Gómez (2003: supporters2 and refers to an almost obsolete
265-267) was able to state that the plurality view of science is thus committed to redu-
of paradigms is not incompatible with ratio- cing of complexity (Noguera, 2010: 43-44).
nality and objectivity, provided that each of Complexity is thus compromised by redu-
these paradigms can define its own con-
cepts, problems and solutions.
2 The proposed unity of science by Carnap is more a
It should therefore not be surprising that preference for coherence than the imperialism of Physics
the best counter-arguments are those which (Creath, 1996: 168-169). Davidson’s arguments (1984)
criticise the ambiguity and vagueness of the regarding the notion of a “conceptual framework” show
that commensurability, and even unification, is not logi-
concept of paradigm, either those who pro- cally impossible, but the terms in which this might occur
mulgate disciplinary unity (Noguera, 2010), or remain to be seen, whether it is desirable, and whether
those who defend theoretical plurality (Bel- it in fact takes place, which is the bottom line. Not to
mention the lack of univocity and unity found in the dif-
tran, 1979). Nevertheless, it is a different ferent conceptions (metaphysical, practical and method-
thing to reject the concept of a multi-paradig- ological) of the unity of science (Hacking, 1996: 43-52).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
68 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

cing some theories to others, by way of sim- of the autonomy of subcultures, the respect
plification and identification of basic proces- of differences and the vitality of multilatera-
ses and mechanisms (rational action, an lism versus the trends towards homogenisa-
aggregate of individual actions, social regu- tion (Galison & Stump, 1996: 1-8, 32-33)3.
larities, etc.) that could explain (social) phe- But what interests us here is to remember
nomena and the establishment of a “logic of that the critical review of the concept of pa-
inference” (Goldthorpe, 2010: 34-47, 264- radigm has also led to this, which also helps
266). All of the above is contrary to the fact to further qualify the concept of “theoretical
that most sciences that deal with complex model”. With this we can conduct a meta-
phenomena, from chemical kinetics to theo- theoretical study of the convergences and
retical biology, to sociology, have chosen to divergences between the main theoretical
promote the application of analytical tools trends in Sociology and appreciate their limi-
(mathematical, graphic, computational, etc.) ted and articulated plurality.
which are able to assume that complexity The revision of the concept of paradigm
and the non-determination that accompanies became inevitable after the immediate reali-
it, without forcing reduction or integration sation of its vast ambiguity and polysemy.
(Érdi, 2008; García Olivares, 2000). This is something that Kuhn himself recogni-
The alternative to this stubborn belief in sed and tried to solve by proposing, in his
the unity of sociology and science in general famous Postscript: 1969, the replacement of
cannot be an ambiguous concept of the pa- the concept of paradigm with that of “disci-
radigm that can lead to unrestricted relati- plinary matrix”. This referred to an ordered
vism (as is the case with Feyerabend). It is a set of factors, shared by a community or
misleading dichotomy that can be dismant- scientific discipline that is constituted by it,
led by updating the conception of science and includes: symbolic generalisations, ana-
(as opposed to that held by Unitarians) and logical or ontological models, exemplary or
by critically reviewing Kuhn’s heritage (as op- paradigmatic cases of problem resolution,
posed to that of relativists). These two tasks and selection values and criteria (1977: 279-
are not separate, as it was largely the impact 287)4. For this reason, and because a dange-
of the work conducted by Kuhn and his va- rous polysemy has continued to exist in the
rious successors (Sneed and Moulines, use of the term “paradigm’5, it is does not
Lakatos, and Toulmin, McCloskey, etc.) that make sense to keep it as the bone of conten-
prompted a new philosophy of science which
was more holistic in nature, and less separa-
ted from the social studies of science, which 3 The ideal of the unity of science has also been sup-
ported internally within epistemology (the attribution of
tended to accept, analyse and manage the universality to scientific laws or the causal conception
lack of unity in science. The contributing fac- of explanations) and within the socio-cultural realm (its
tors to this shift were, on the one hand, fin- continuity with the process of German, Soviet and Eu-
ropean political unification or its progressive nature as
dings made in the studies of sciences, such opposed to traditionalism).
as those by Knorr Cetina (1999) for some 4 This last factor later disappeared (Kuhn, 1978: 16-17).
cutting-edge experimental sciences, such as 5 It is still possible to identify in Kuhn’s work, as well as
high energy physics and molecular biology, in his followers’ and in different applications of their
which have very different epistemologies; ideas, four basic meanings of the word “paradigm”: (1)
exemplary case to identify and solve problems, (2) that
and on the other hand, the current apparent which, by being shared, defines and constitutes the sci-
fragmentation being experienced in biology entific community, (3) a constellation of beliefs and tech-
between genetic-molecular and organic- niques shared within a discipline (= the disciplinary ma-
trix) and (4) a set of dominant theoretical and
ecological, as much as the impetus of gene- methodological assumptions (Thomas, 1979: 161-163;
ral historical processes such as the defence Gómez, 2003: 257-263; Winther, 2012: 631-632).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 69

tion in the debate on the unity or plurality of nous convergences and divergences of diffe-
Sociology. Once the basic Kuhnian intuition rent theoretical constructs in the “same” dis-
that there are shared cognitive elements in a cipline. This, among other reasons, is what
scientific community that enable their work led me to choose this option.
has been accepted, it is more operational to As Kuhn said (1977: 282-283), models
follow the example of most studies of scien- “supply the group with preferred or permissi-
ce which find that it is hardly justified, and ble analogies and metaphors”, with a
contrary to the evidence shown by the socio- “power” that goes from the heuristic to the
historical studies of science, to propose a ontological, and from the particular to the ge-
“complex theoretical integration” based on neral, adopting the most varied mathemati-
universal processes of argumentation, co- cal, graphic, analogical, theoretical forms,
rrection and discussion, such as those pos- etc. Models are basically the way in which a
tulated by the traditional philosophy of scien- theory, a group of theories, or an entire scien-
ce (Álvarez, 1997). They consider it excessive ce, conceive of, assume or depict the objects
to demand that all the factors of a discipli- or issues of their consideration. Their funda-
nary matrix ought to be shared in order to mental contribution to scientific knowledge
affirm the normalisation of a scientific com- can be exemplified by two classic cases: the
munity or discipline. Hence their adoption of double helix as a model of DNA structure
Kuhn’s idea (1977: 275) that what matters is (Watson and Crick) and the solar system as
not what is shared, but that it allows enigmas a model for the atom (Bohr). But what I want
to be identified, provides guidelines for their to emphasise here is what makes them par-
solution and ensures success for the intelli- ticularly suitable for addressing the issue of
gent practitioner. But while some have cho- the (dis)unity of a discipline, namely their abi-
sen to use the notion of “styles of reasoning”, lity to show the theoretical and conceptual
a methodologically focused concept that is cores that the activities of a science cluster
particularly useful for analysing historical or around; their rejection of a syntactic or logi-
diachronic continuity inside and outside of cal foundation of science, which feeds the
the same science6, others have preferred to basic myth of the unity of science; their
concentrate on models, as the fundamental proximity to scientific activity, by always ta-
factor of the disciplinary matrices7 that they king place as one side of the model/applica-
are. This facilitates the analysis of synchro- tions pair; their way to simultaneously embo-
dy the need to restrict the search and the
assumption that the things studied are not
6 “Styles of scientific reasoning and argument” have strictly unique and incomprehensible; and
been understood in most cases (Hacking, 1982 and their variability, which makes them sensitive
1994; Crombie, 1994, vol.1; Good 2012) as procedural to the dynamic, changing and historical na-
traditions of selection, interpretation and verification of
evidence for scientific knowledge. Following Crombie, a ture of science.
number of different styles have been identified, such as There are also specific reasons to apply
the axiomatic, experimental, probabilistic or statistical,
taxonomic, hypothetical or analogical and the historical- this to the case of Sociology, a discipline in
genetic, to which, when considering some social sci- which, beyond the particular models neces-
ences, one might add the hermeneutic or interpretive sarily incorporated into empirical research
style. See the discussion in the monographic issue of
Studies in History and Philosophy of Science 43, 2012. and the obvious historical nature of the so-
7 This has been happening both within the strictest se- cial, there has been an overriding concern
mantic conceptions of science, whether structural (Bal- about a general theoretical model specifying
zer, Moulines and Sneed, 1987) or pragmatic (Fraassen, its nature. This has not been merely a spora-
1989), and within the reflections by some Sociology
theorists (Deutch, 1980; Friedrich (2001: 68-69); Beltrán, dic philosophical question (e.g. Searle,
1979). 1997), but a seminal concern identified by its

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
70 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

founders. The transition from traditional so- THE THREE GENERAL THEORETICAL
ciety to modern society led them to speak of MODELS OF CONTEMPORARY
the social as a set of (antagonistic) relations SOCIOLOGY
of production (Marx), a structural fact
(Durkheim) and an action with shared I intend to show that current Sociology, both
meaning (Weber). This concern has re-emer- inside and outside Spain, is articulated by
three general theoretical models: the atomis-
ged with the questioning of modernity (La-
tic, the structural or systemic, and the fluid. It
tour, 1993), the progress of various cons-
would be helpful to make two initial notes in
tructivisms (Hacking, 2001), the evidence of
this regard. First, it is true that such models
its own performative power (Alexander,
have emerged successively in the develop-
2006) and the finding of a large dispersion in
ment of social thought and research (the first
the sociological knowledge which reaches
was outlined by Aristotle, the second arose as
the definition of the social actor (Dubet, a confrontation with his ideas during the Ro-
2010: 12). This is combined with the fact that mantic period (Hegel), and the third emerged
these same authors ended up referring to from the collapse of the certainties and solidi-
some general theoretical model in their own fication surrounding modernity). However, this
work. Such is the case of Dubet (2010) with does not imply a straight progression from one
the atomistic model, of Alexander (2006) model to another, as, despite Kuhn, they have
with the structural model, and of Latour been accumulating on a conflicting basis. Se-
(2005) with the fluid model. Precisely this cond, my analysis will be meta-theoretical,
fact reminds us that the plurality of sociology that is, it will be confined to the theoretical
does not prevent it from being a discipline movements, proposals and practices, seeking
with an active international association (ISA), to establish what lies at the core of each mo-
regular international conferences and a vast del, its basic conception of the social being
number of international journals and publi- and its main characteristics, which is what
cations, which bring together authors from makes it possible to entagle the various diffe-
different theoretical models. This raises dis- rent theorisations fed by each model. For
putes that sometimes seem reasonable and example, the interweaving, within the atomis-
others a witch hunt, but they are usually un- tic model, of symbolic interactionism, ethno-
derstandable both from within and from the methodology and rational choice, among
outside. Thus it becomes evident that there others, is possible because in scientific prac-
is a certain articulation and a limitation on tice the nuclear theoretical model is always
complemented by a series of conceptual tools
the dispersion or possible incommensurabi-
(basically symbolic generalisations, exemplary
lity expressed, and perhaps supported, by
cases and established ways of solving pro-
the existence of a limited number of general
blems). These may vary, allowing the applica-
theoretical models. In fact, by showing the
tion, development and specification of the
co-existence of these, both the “unity” and
model and, together with the deployment of
the “anything goes” of sociological theories
different research techniques and their imple-
will be denied; while at the same time the mentation in relation to dominant themes, and
limited pluralism, partial and unstable unit or leading the same model to be able to nourish
“disunity” that now governs them will be different scientific theories and practices9.
made apparent8.

9 The same is true today within the structural model for


8 Hacking (1996: 64-74) drew a similar conclusion after neo-functionalism, genetic structuralism, structural func-
applying here the category of “styles of reasoning.” tionalism and morphogenesis, among others.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 71

The atomistic model: the social as an But this entails either renouncing all forms of
aggregate realism, or assuming an atomistic ontological
model in which the basic elements or “what
The oldest and most long standing model is
actually exists” are human individuals. This
the atomistic model, which can be traced
can be clearly seen in the work of J. Elster
back to Aristotle’s Nicomachean Ethics and
its identification between the social and the and other proponents of so-called analytical
“communal, political and social nature” of sociology. The renowned Norwegian author
individuals, and relates to the individual’s de- holds (1989: 3-12) that social facts (e.g., the
pendence on (material, communicative and nationalist majority in the Catalan elections of
functional) exchange with other human 2012), which he conceives as snapshots in a
beings. The individual, easily identifiable as a flow of events, are explained on the basis of
human being, would be the (sociologically these, and that “in the social sciences, the
indivisible) atom that constitutes the social. elementary events are individual actions” (in-
Therefore we can say that the centre of this dividual votes in the referred elections). This
model asserts an individualist substantialism is because he is firmly committed to the exis-
in which the social ultimately refers to the in- tence of “causal mechanisms” or chains of
dividual substance, the in-dividual. Hence its elements that cause social phenomena and
collusion with modern humanism, evident in account for them, ultimately referring to the
Giner (1977). In this case it does not matter beliefs, desires and interactions of individual
whether that human substance is identified actors.
with a volitional, linguistically-laden mind (the In some cases an attempt to reinforce the
I-me) or associated with a “rational preferrer” atomistic conception has been made by ap-
which, at the crossroads of preferences, op- pealing to the supposed requirements of
portunities and calculations prior to action, scientific explanation that it fulfils. This has
tends to maximise its own situation (homo been done by relying on two aspects. First,
economicus), because it remains the absolu- on the economic theory of rational choice,
te centre of reference. which reached its peak with J. Coleman’s
The most classic form of atomism has claim that allocating individual actors full so-
been constituted by a methodological indivi- vereignty allows sociology to assess the
dualism, with hermeneutic-Weberian roots or functioning of social systems (1990: 531-
directly linked to the postulates of marginalist 532)10. Second, on the consideration of un-
economics. It maintains that social facts and wanted consequences and cooperative me-
actions can only be known on the basis of chanisms, such as collective action and
the aggregate effects of the actions of indivi- institutions, which still derived from individual
duals, and that the macro-social is explained (rational) action (Boudon). It is true that ad-
(in causal or comprehensive terms) based on dressing causal mechanisms has enabled
micro-social interactions. This, in principle, them to overcome the limitations imposed by
makes it different from an ontological indivi- neo-positivism (Elster, 1990: 14-16), but it
dualism that claims that individuals are the
only real entities, while society, classes and
the social in general are an effect, a residue 10 Coleman confirms the thesis that the macro-social

or an abstraction of interactions among indi- phenomena that are specific to Sociology should be
explained by micro- or individual phenomena, both for
viduals. This individuals; and, thus, allows it methodological reasons (that is where observation oc-
to declare its commitment to the procedures curs) and for political reasons (that is where social inter-
of the empirical sciences and its opposition vention is possible). The most basic social system is
composed of two actors who control a set of resources
to any metaphysical approach that involves (1990: 29), and from this corporate actors are formed or
unobservable social entities (Noguera, 2003). constituted.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
72 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

has confined them to the horizon marked by this model point to possible connections with
enlightened positivism, with its full confiden- other models. Randall Collins’s insistence
ce in the success of the procedures of a par- that every macro phenomenon is simply the
ticular model of natural science, as can be addition and repetition of micro phenomena,
seen among our more irate analytics, who which can always be reduced to “patterns of
have produced numerous monographs (Pa- repetitive micro-interaction”—now called “in-
pers 80, 2006) and debates (RIS 67 (2), 2009) teraction ritual chains”—clearly coincides
in recent years. The commendable desire to with the ideas of Coleman and his radical
remain within the parameters of a rigorously empiricism. In his last major work (2009) the-
scientific approach has led them to maintain se interaction ritual chains continue to emer-
a rather Newtonian conception of the natural ge as the elementary protocols for the cons-
sciences. It justifies their criticism of the con- truction of social reality, and the production
cept of emergence, but it does so at the ex- of emotional energy for which we are natura-
pense of limiting them to a world fraught with lly gifted and to which we are inclined. Howe-
uncertainties, complexities and paradoxes, ver, individuals are presented as transitory
and leaves them blind to the growing impor- precipitators of such rituals, which might su-
tance of the complexity theories in many ggest that the constitutive, foundational pie-
sciences. ce of the social shifted from individuals and
In other cases, such as in ethno-methodo- their interactions to the flow of those rituals
logy and symbolic interactionism, naturalism that bind and disperse somato-emotional
is replaced by a hermeneutic path, in which energy and depict situations (Iranzo 2009:
the centrality of the individual and even the viii). This would be evidence of the existence
idea of a constitution of the social are deve- of lines of continuity with the other models (in
loped through theorisations in which “social this case, with that of fluidity)12.
mechanisms” are armed with intentions, em-
pathy, frames of meaning, dialogism, etc. The structural model: the social as a
and individuality is ultimately referred to the system
black box of the mind and its intentionality11.
However, this is another limitation to the The structural model is centred on the view
applicability of this model, as the black box of society as an autonomous reality that
came to paper over the cracks of the re- constitutes a totality or a system which must
search into the very content of that intentio- be explained by itself. This model can be
nality. As Searle (1992) himself helped de- identified with what, from its enlightened
monstrate, that intentionality can only be outset (Saint Simon, Comte), constituted a
established on a network of shared attitudes distinctive vision of sociology, which would
and a background of practices and embodi- take shape in the different structuralisms and
ments, that is, concrete and, to a large ex- functionalisms. It probably originated from,
tent, supra-individual materialities (García and was supported by, both the holist
Selgas, 1994). viewpoints of Hegel and Adam Smith and the
It is therefore not surprising that some of
today’s most sophisticated developments of
12 This could also be seen as a further refinement of the
atomistic model, similar to that promoted by Coleman
and Collins when they argue that the preferences or the
11 This mentalism also appears in rational choice theo- emotional burdens of individuals emanate largely from
rists (Goldthorpe, 2010) who, following Searle (1997: interactions and social institutions, although they go on
63-68), understand that social facts result from a collec- to say that these are ultimately an effect of the aggrega-
tive intentionality applied by individuals to procedures, tion of individual activities. However, there might be a
facts, objects, etc. certain closeness to the structural model in this case.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 73

concept/metaphor of organism, and the gra- homo moralis, according to Ramos 1999) or
dual prevalence of “the masses” and the es- by having their behaviour guided by the ima-
tablishment of modern democracy within ge reflected by others (Smith, Goffman:
nation states. All this provided impetus to homo specularis); in its Luhmannian develo-
identify the social with a particular order that pment, the individual becomes peripheral or
defines the positions and possibilities of in- the “environment” of the social system, and
dividuals and other social agents. Hence this is contemplated as a psychological or cons-
model tended to perceive society as a sys- ciousness system that is “conditionally co-
tem, a nation state and an institutional whole produced” with it and with the organic sys-
(Dubet, 2010: 18). tem (Fuchs, 2001: 17-19 , 169-173), and as
In the decades after the Second World the personification of the social structuring of
War, the hegemony of structural-functiona- expectations (García Blanco, 2008: 24; Doc-
lism and historical materialism suggested kendorff, 2013: 163-166).
that it was only possible to think of the social This diversity of anthropologies reflects
by considering that it is a structure, that is, by the enormous variety of expressions that this
dealing with its constitutive form. The social model has taken which, rather than being
was located beyond, but not separate from caused by the original conflicting confluence
individuals, rather as their determinant. From of marxists and structuralists, appears to be
capital as a structural subject of capitalism to due to the gradual assimilation of systems
the analyses of networks and Luhmannian theory. A shift has occurred from considering
autopoietic systems, through the hardness of the social system as a whole (which is more
the Durkheimian “social thing” and the unin- than the sum of its parts and subordinates
tended consequences of the functionalists, those parts under the axis of the national
the history of sociological theory is fraught community), to regarding it as a self-referen-
with this type of responses13 which could be tial system (or a process of reducing the
classified as structuralisms or abstract for- complexity of the world through the distinc-
malisms. The reason is that within them the tion system/environment, and communica-
social comes to be identified with the struc- tion as a self-organisation operation). That is
ture, system or form of relationships, posi- to say, from structural-functionalism to
tions, oppositions, distinctions or differentia- functional-structuralism (Rodríguez and Ar-
tions, which conditions and enables both the nold, 2007: 88-90 and 116-126). It is an im-
social and the individual. portant step that incorporates some of the
To endow this formalism with content, it historical and scientific changes of recent
has been supplemented with different theo- decades, notably including the assimilation
retical anthropologies: in the classic versions, of constructivism and of the theories of com-
with the idea of the homo sociologicus, who- plexity, and the opening of paths to connect
se socialisation occurs either by the interna- with the model of fluidity. With self-referentia-
lisation of social norms (Durkheim, Parsons, lism or communicative autopoiesis, the
construction of the system is both the reduc-
tion of complexity in relation to the environ-
13 In Spain this model has prevailed among the authors ment, and the increase of complexity within
of a functionalist or marxist bent, both among those who the system, by increasing structurally possi-
have developed a distributive-structural-statistical per-
spective and among those who have given priority to ble relationships. Complexity has become a
critical-qualitative approaches whose viewpoints are fed basic theme of social theory (Luhmann,
by structural semiotics (Levy-Strauss, Greimas, etc.). A 1991: Chapter 1), while at the same time the
very significant case was Jesús Ibáñez, a staunch de-
fender of the second-order systemic or autopoietic ver- latter opens up to a hard constructivism that
sion of this model (see Supplement 22 Anthropos, 1990). lacks the external shortcut of scientific

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
74 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

methodology and the awareness of the sub- vast extent and strength of some of these
ject, as its cognitive operation is internal to processes has been the main driver for the
the social and constitutive of it (Rodríguez development of the third model. This has
and Arnold, 2007: xxxii-vi)14. There is here an happened with the passing of a historical dy-
acceptance of the intrinsic instability of the namics governed by the break with the past,
social. This is later emphasised when the to one dominated by the complex and uns-
“system” is presented as an effect of the table coexistence of the many presents (Ber-
constant differentiating oscillation between man, 1988); the unstoppable fluidisation of
itself and its environment, and ends up being all areas and levels of the social produced by
considered “a transfer (a transgressio, trans- the transit from the Fordist-Keynesian regime
latio) of a difference to something simply di- of capital accumulation to the flexible regime
fferent”, which only an observer can claim to (Harvey, 1991); and the conversion of flows
order, making it a metaphor: the basic meta- of capital, information, goods and people
phor open to different definitions (Fuchs, into basic materials in a post-industrial, glo-
2001: 15-17 242-246). balised society (Castells, 1997).
But neither these conceptual shifts, nor
the productive work of Bourdieu, historici- The fluid model: the social as an
ensemble of fluids
sing agents and structures, nor the comple-
ment of theoretical anthropologies have been The third model is much more recent and im-
sufficient to prevent the formalism that nou- mature than the other two. But its precedents
rishes this model from seeking to convert, as can be traced to authors like Heraclitus, Spi-
noted by Elster, Mulkay and Giddens, a noza, Nietzsche, James and Whitehead and
methodological principle (a social fact is ex- their alignment can be noted with certain
plained by its function within a system; the post-structuralist developments (Foucault,
homology between habitus and field; the di- Deleuze, Derrida, Butler). Its impetus resulted
fference system/ environment defines the from the historical processes that have just
observed as opposed to the context) into an been mentioned. It emerged from the impe-
ontological assumption (that function, the rative need that these processes imposed for
homology or the difference is taken to cons- a theoretical and methodological renewal
titute social systematicity). Nor have they (started by the theoreticians of post-indus-
been able to avoid the collision that occurs trialism, Bell, Tourtaine, etc.), and seeks to
between making differentiation the guiding capture these new space-times and social
principle of social dynamics (so that the va- agencies which, with their fluidity and unpre-
rious forms of self-referentiality close the dictability, populate our social reality today
(sub-)social systems in upon themselves), (García Selgas, 2007). In this way various
and the overwhelming realisation that we in- works have appeared of different kinds and
habit a world literally razed at all levels by origins which for now simply show, willingly
processes that dismantle the boundaries and or not, a third kind of vision about what or
distinctions of any kind and produce a “de- how the social is. In fact, the main reason for
differentiation” (Lash, 1989). Moreover, the affirming the existence of this theoretical mo-
del is that it appears as the subsoil to a who-
le series of works which, besides those men-
14 The hermeneutic neo-functionalism of Alexander tioned when noting the processes of change,
(2006) is also open to constructivism and, with it, to include the many others that have been ge-
complexity and the predominance of a cultural-cognitive nerated around actor-network-theory (La-
approach of this model, as it conceives of social reality
as a web of facts and theories woven performatively and tour, Callon, Law, Mol, etc.). These studies
symbolically. continue to discuss an intrinsic instability in

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 75

the various social phenomena, their increa- links, attractions, shifts, etc., which are plot-
sing fluidisation and, ultimately, they hold ted in the ensemble of flows (Latour, 2005);
that social facts are currently as malleable as and the logic of social reality is not so much
fluids, and as such, that they are reluctant to the reproduction, differentiation, aggrega-
stay in the shape that they are conferred tion, the invisible hand or the mobility of the-
(Bauman, 2000: 8). In this model talking se identities, as much as a relationality that
about fluids does not so much emphasise shows itself to be both promiscuous and
the importance of fluids, understood as ex- unstable, albeit omnipresent, in its capacity
change sequences of previous elements bet- to generate and assemble flows of different
ween different structural positions (Castells, natures.
1997: 445), but it makes apparent a different To this we can add some of the implica-
mode of social existence that makes them tions that this fluidity brings (García Selgas,
similar to turbulence and other complex 2006: 21-28):
fluids: sociality as “complex fluidity.” It is a
theoretical shift that shapes the social from
— most of the forms and social formations
the notion of fluidity and makes untenable
(facts, actors, institutions, etc.) are unsta-
the opposition between substantialist indivi-
ble, since they are dynamic ensembles of
dualism and structuralist formalism. The so-
a multitude of ingredients, which are not
cial is thus presented as a material relationa-
exclusively human;
lity that does not occur between elements
that are prior to or independent from it, but — the relationship—mutually and materially
rather between components that are consti- constituent—between the multiplicity of
tuted as such by the relationality that the so- ingredients is what turns them into such,
cial is. This does not speak of relationships and sustains everything social; so there
between individuals or relational forms or are no previous elements, everything re-
structures, but of open relational processes mains in (re)construction and the bounda-
or semiotic-material ensembles in which di- ries are open or porous, even between
fferent symbolic space-times and agencies the human and the non-human (cyborg);
are formed beyond the exclusivity of the hu- and
man. It is a material-semiotic “relationalism”. — a minimum stability, shape or social
Affirming the constitutive fluidity of social structure is not excluded, but a fluid so-
reality is to declare first, that it does not have cial form is basically a material-semiotic
an unequivocal or closed composition (either articulation—which is contingent, open
formal or substantial) but is rather made up and contested—of relationships that are
of an open, heterogeneous and unstable part and effect of the constant processes
composition of flows of materials (bodies, of (de)stabilisation.
goods, technologies, etc.), energy (emotions,
strength, heat, etc.) and information In short, to the extent that it is fluid, social
(meanings, values, software, etc.). The va- reality is defined as relational, multiple, hete-
rious unstable ensembles of these flows rogeneous and porous, in other words, as a
make up our social reality and even the enti- “complex flow”. This reaffirms the com-
ties which, as agents, processes, institutions, mitment to link it more with notions of ensem-
communications and systems, have been ble or articulation than with those of system or
considered by the other models as being the network. It also seeks to identify in it the si-
constituent parts of the social. Thus the “ba- multaneous and complementary reference to
sic ingredients” of the social are not these the historical processes of fluidisation and
entities but relationships, processes, paths, that specific quality of the social that is not a

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
76 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

(timeless) form or state but a flow, a flowing most theoretically relevant approaches in so-
state, in which “essence is existence and ciology are held together by one of these
existence is action” (Latour, 1998: 254). three models, which is a de facto limitation to
Finally, it needs to be pointed out that the plurality; each of the three models has arisen
weaknesses of this model lie in its general im- from another or against another; and,
maturity. For this model to be strengthened although confrontations and debates have
and refined, it needs to be used much more in continued to take place, no other general
empirical research, deployed in many different model has been established. The above
fields, and implemented by different theoreti- clearly shows that this lack of unity does not
cal approaches that stretch and invigorate it, imply an open and unrestricted plurality but
as well as complemented by the development a limited plurality, even another type of unit,
of a methodological apparatus that fits the vi- which rules out the “anything goes” ap-
sion that it promotes. This could be done both proach.
by proposing research techniques capable of These are two well-established conclu-
swimming effectively in this chaotic flow (Law sions that should be basically assumed to
2004) and by adjusting any possible graphic constitute empirical findings15. This, coupled
or mathematical means that would make it with the historicity of the social and with the
possible to build applied models (Gracia Sel- fact that it is performatively constituted by
gas and García Olivares, 2014). The reluc- Sociology, prevents them from being taken
tance of a number of scientists to acknowl- as definitive, universal or necessary. It does
edge they are currently using some version of not mean we can declare them as being
this theoretical model in their studies and their unacceptable based on the ideal of scientific
hesitancy in becoming engaged in these tasks unity; an ideal which, as noted, does not re-
makes it difficult to dispel the ambiguity that flect the current state of the most developed
exists in the categories of a model that a mod- sciences, or the dominant theses in the stu-
el that remains in an in an incipient and hesi- dies of science. Among social theorists, only
tant state. the most recalcitrant analitics advocate this
monotheistic ideal in identifying science with
reduced complexity by establishing basic
CONCLUSION AND DISCUSSION: mechanisms and a single “logic of inference”
ARTICULATED “DIS-UNITY” (Goldthorpe 2010: 263-265)16. But this iden-
tification is rejected outright by most social
The following table allows me to comparati-
theorists, who assume that sociology itself
vely summarise the main features of each of
generates complexity as the “double herme-
the three general theoretical models. This
neutics” (Giddens, 1984), systemic self-ob-
clearly identifies the vast differences between
servation (Luhmann, 1991) and disputed and
them, thus showing that contemporary Socio-
logy is not unified, there is no unity. This is
ratified by three additional facts: each model
15 It may be thought, however, that they are not acci-
is fruitful enough to persist and sustain va- dental, given their parallels with the classical models of
rious applications; the greatest research modern science, including the social sciences: mecha-
strength of them occurs preferably in different nism, organism and process. According to Deutsch
(1980: 54-69, 105).
fields (resources and decisions, (dis)-orde-
16 They can also advocate this idea by assuming that is
rings, and shifts); and, despite numerous at- the unicity of the object which would impose unity, but
tempts, none of them has succeeded in impo- this realism (Elster, 1990) clashes with the constructivism
sing themselves on any of the others. found today in many theoretical approaches, including
some within the atomistic model (ethno-methodology,
As mentioned earlier in this paper, the for example).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 77

TABLE 1. Comparison of the three general theoretical models in Sociology

Atomistic or Analytic Structural or Systemic Flow- or process-based


Social ontology Aggregate of (inter)actions Structured totality/self- Ensemble of flows
referential system
Basic Metaphor Composition of atoms Organism/System Complex fluidity

Logic Meaning/rationality Functional/social differen- Promiscuous relationality


tiation
Theoretical anthropolo- I-me/homo economicus Homo sociologicus/psy- Cyborg (post-humanism)
gy chological system and
personalisation of expec-
tations
Dominant approach Psychological/economic Political/cultural-cognitive Semiotic-material
Basic pathology Substantialism Formalism Ambiguity

heterogeneous practice (Latour, 2001) that it (2005: 63-79) held that the hardness or dura-
is. It would not make sense now to declare bility attributed to such institutionalisation
these conclusions unacceptable because and other structures are in fact a result of a
they imply the lack of commensurability, or recurrent and unstable —that is, fluid— en-
the absence of a common means of evalua- semble of human and non-human “actants”;
tion or measurement between these three and Dubet (2013: 13-17) claimed that these
models. Besides having rejected the absolu- constant and unique ensembles find in the
te closure entailed by the concept of para- “social experience” of individuals the ele-
digm, we have questioned whether scientific mentary atom and in the flows, regulations
activity is regulated by a sovereign body (hig- and representations, the fundamental me-
hest judges and paradigm) or by a single lo- chanisms.
gic (Rouse, 1996), and wondered whether it The fact that the three models are not to-
is not rather a dynamic, disseminated, com- tally incompatible is ratified by their coexis-
plex, contradictory and contested field of tence without needing to wait for the arrival
power (Bourdieu, 1999) , in which there is of a new model that surpasses and nullifies
empirical research showing the actual exis- them, as was initially the case in Biology; or
tence of “transition or trading zones “ (Gali- that integrates them, as if they were concep-
son, 1996) between different theoretical mo- tualisations of different levels of a single so-
dels or even different sciences. cial reality (Ritzer, 1993: 604-611). The former
Furthermore, there is neither incompatibi- remains nothing more than a future possibi-
lity nor complementarity between these three lity that unjustifiably leaves Sociology waiting
models. The constant debates and criticism for its “prince-paradigm”. The latter points to
among them indicate a permanent and open a complementary nature which contradicts
dialogue that leaves out incommensurability. what has been found, namely that each mo-
For example, Bourdieu (1991: 94-111) ar- del is intended to account for the others and
gued that the alleged rational choice is a subsume them. To take place, either a non-
“practical strategy” produced in the homolo- existent additional model would be required
gy of history, subjectified in dispositions (ha- to integrate and organise them, or a level of
bitus) and objectified in the institutional dis- disciplinary consistency and pragmatic or
tribution of resources and capital; Latour technological success similar to that which

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
78 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

allows the tense complementarity of diver- the feeling of “most professional sociologists
gent theoretical models in contemporary [who] consider that the very idea of society is
Physics, which Sociology lacks. Not to men- useless and even dangerous” (Dubet, 2013:
tion that this alleged complementarity con- 11), enables us to appreciate that although the
travenes two fairly widespread theoretical three models are not incompatible, this does
consensus in Sociology in recent decades: not make them complementary, as there is no
the need to escape dualisms between action defined whole to be completed in an orderly
and structure, micro and macro levels, etc. fashion; rather, they may coalesce to be per-
(Alexander, 2006; Dubet, 2010; Latour, 2005) fectly antagonistic, dynamic and, to some ex-
and the acceptance that we cannot separate tent, articulated, and even harmonious. Preci-
social existence from its representations (Lu- sely the use of the concept of model facilitates
hmann, 1991; Dubet, 2013; Latour, 2005). this perception. On the one hand, each of the
Finally, contrary to the ontological mo- general theoretical models holds an analogy
nism of the social which, as a final bastion of with respect of the “social thing” that will be
unity, prevents us from accepting a dynamic more or less successful, powerful or plausible
and conflictive compatibility between the in comparison with that of the other models
three models, we have the notion of multiple (Beltrán, 1979: 290-291). And on the other
ontology or reality propose by Mol. She ar- hand, this use is part of the “pragmatic turn”
gued that the existence or reality of so- that has occurred in the reflection about
mething is largely determined by the material science (Winther, 2012: 632-633). This allows
and representational practices with which we us to understand that any possible unity of a
access it, so: particular science or of science in general,
does not have to involve the subordination of
“…ontology is no longer a monist whole. Ontolo- all phenomena to a single principle or langua-
gy-in-practice is multiple. Objects that are enac- ge, but it can be the result of a relatively con-
ted cannot be aligned from small to big, from sim- flicting and harmonious integration of different
ple to complex. Their relations are the intricate theoretical models and different research do-
ones that we find between practices. Instead of mains (Hacking, 1996: 40-42).Therefore we
being piled up in a pyramid, they relate like the can speak of a partial and unstable unit, a
pages in a sketch book” (Mol, 2002: 157). “dis-unity”17.
The ability to refine and extend these fin-
Thus instead of a single social reality orde- dings from the realm of theory to the rest of
red as a pyramid of (reducible) levels, we sociological practice involves conducting re-
speak of social realities that correspond to search into:
different conceptions and practices whose
relationships are intricate, changing and con-
flicting, without necessarily implying a discipli- 17 As opposed to a scientific discourse unified by a
nary war or relativism. We can speak of a mul- single language, reality or basic method (as in a book/
tiple interconnected ontology, which accepts manual from the start of the 20th century) a discourse
is proposed (as in a magazine, encyclopaedia or sketch-
the coexistence of different forms of the social book) that more or less harmoniously integrates with the
and even that “one” entity can belong to se- different treatments of various issues that are not reduc-
veral of them, that is, it accepts a “promis- ible to each other, but may have different levels of suc-
cess or stabilisation (Hacking, 1996). I refer to the twofold
cuous realism” (Duprè, 1996) that is compati- term “research domains” as the different orders to which
ble with the constructivism in the systemic an individual can belong, with none of them having pri-
model (Rodriguez and Arnold, 2007: 86). Re- ority over the other (Dupré, 1996), and the themes that
different scientific practices cluster around and prioritise
nouncing to an essential and closed definition some methodologies or styles of reasoning (Stump,
of the social, as well as giving expression to 1996: 449).

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 79

— methodological adjustments that occur critical, practical and public), which divide
specifically in each of the models, but the work and field of power among them-
also in how in them, and in the different18 selves, overlap, need each other, and can
approaches grouped under each of them, be combined in the life of a single practi-
different styles of reasoning and different tioner.
techniques of quantitative and qualitative
research converge, while being unevenly I believe that research into the above
distributed; would come to ratify that the internal diversi-
— the convergences and divergences that ty found in Sociology is sufficiently limited
could occur in substantive issues; this and articulated so that it will have the resour-
would include attempts to combine diffe- ces necessary to successfully move through
rent models, as does Ramos (2012) in the different terrains, without being dissolute or
sociology of social sciences with different having to subject itself to other sciences or
developments of the systemic model and to a monotheistic obsolete unity.
the fluid model, as well as areas which
seem to be more like academic battle-
fields, as has happened to the sociology BIBLIOGRAPHY
of financial markets,19 Alexander, Jeffrey (2006). The Civil Sphere. Oxford:
— the possible existence of a basic and Oxford University Press.
common tradition, although open and Álvarez, J. Francisco (1997). “Recuperar la retórica:
subject to debate, mainly constituted by T. S. Kuhn y las ciencias sociales”. Éndoxa: Se-
classical references (Marx, Weber, ries Filosóficas, 9: 167-186.
Durkheim, Simmel, etc.) and some beliefs Balzer, Wolfgang; Moulines, Ulises and Sneed, Joseph
(including abstract generalisations 20) D. (1987). An Architectonics for Science.
which contribute, together with the exis- Dordrecht: Reidel.
tence of priority issues—gender, employ- Barnes, Barry (1986). T. S. Kuhn y las ciencias so-
ment, inequality, social movements—to ciales. México: FCE.
the continuous production of one discipli- Bauman, Zygmunt (2000). Liquid Modernity. Cam-
nary community, and bridge (UK): Polity.
— the possibility that, as the former presi- Beltrán, Miguel (1979). Ciencia y Sociología. Madrid:
dent of the International Sociological As- CIS.
sociation (Buroway, 2005: 200-209) no- Berman, Marshall (1988). Todo lo sólido se desvanece
ted, sociological practice may be en el aire. Madrid: Siglo XXI.
organised into four forms (professional, Bourdieu, Pierre (1991). El sentido práctico. Madrid:
Taurus.
Bourdieu, Pierre (1999). Intelectuales, política y
18Revising, for example, Goldthrorpe (2010), Law (2004) poder. Buenos Aires: Eudeba.
and Osorio (2004).
19 There is here an open and harsh confrontation, which
Bueno, Octavio (2012). “Styles of Reasoning: A Plu-
does not involve lack of communication, as can be seen ralist View”. Studies in History and Philosophy of
in the debate between Callon, Miller and others in Eco- Science, 43 (4): 657-665.
nomic Sociology, vol. 6 (2 and 3), 2005, or in Preda (2007)
Buroway, Michael (2005). “Por una Sociología públi-
and Garcia Blanco (2014).
ca”. Política y Sociedad, 42 (1): 197-225.
20 Perhaps one of the clearest is the concept of “unin-

tended consequences of action”, whereby individual Castells, Manuel (1997). La era de la Información. Vol.
action can be linked with the recognition that its effects 1 La sociedad red. Madrid: Alianza.
are the combination of various conditions and occur-
rences, that is, the complex confluence of a multitude Coleman, James S. (1990). Foundations of Social
of things and processes. Theory. Cambridge (Mas.): Harvard U. P.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
80 Three General Theoretical Models in Sociology: An Articulated “(Dis)unity”

Collins, Randall (2009). Cadenas de rituales de inter- García Blanco, José María (2015). “Burbujas especu-
acción. Barcelona: Anthropos. lativas y crisis financieras. Una aproximación
neofuncionalista”. REIS, 150: 71-88.
Creath, Richard (1996). “The Unity of Science”. In:
Galison, P. and Stump, D. J. (eds.). The Disunity García Ferrando, Manuel (1978). “La sociología ¿una
of Science. Boundaries, Context and Power. ciencia multiparadigmática?”. In: Jiménez Blan-
Stanford: Stanford University Press. co, J. and Moya, C. (eds.). Teoría sociológica
contemporánea. Madrid: Tecnos.
Crombie, Alistair C. (1994). Styles of Scientific Thin-
king in the European Tradition. London: Duc- García Olivares, Antonio (2000). “Modelos complejos
kworth. en ciencias sociales”. Empiria, 3: 131-147.
Davidson, Donald (1984 [1974]). “On the Very Idea of García Selgas, Fernando J. (1994). “Análisis del sen-
a Conceptual Scheme”. In: Davidson, D. Inquiries tido de la acción: el trasfondo de la intencionali-
into Truth and Interpretation. Oxford: Clarendon. dad”. In: Delgado, J. M. and Gutiérrez, J. (coords.).
Métodos y técnicas cualitativas de investigación
Deutch, Karl W. (1980 [1963]). Los nervios del gobier-
en ciencias sociales. Madrid: Síntesis.
no. Buenos Aires: Paidós.
García Selgas, Fernando J. (2006). “Bosquejo de una
Dockendorff, Cecilia (2013). “Antihumanismo o auto-
teoría de la fluidez social”. Política y Sociedad, 4
nomía del individuo ante las estructuras socia-
(1): 13-31.
les: La relación individuo-sociedad en la teoría
de Niklas Luhmann”. Cinta de Moebio, 48: 158- García Selgas, Fernando J. (2007). La fluidez social.
173. Elementos para una cartografía. Madrid: CIS.
Dubet, Francois (2010). Sociología de la experiencia. García Selgas, Fernando J. and García Olivares, An-
Madrid: UCM-CIS. tonio (2014). “Hacia la elaboración de modelos
de la fluidez social I: Teoría de la fluidez y teorías
Dubet, Francois (2013). El trabajo de las sociedades.
de la complejidad”. Atenea Digital, 14(2): 203-
Madrid: Amorrortu.
226.
Dupré, John (1996). “Metaphysical Disorder and
Giddens, Anthony (1984). The Constitution of Society.
Scientific Disunity”. In: Galison, P. and Stump, D.
Cambridge (UK): Polity.
J. (eds.). The Disunity of Science. Stanford: Stan-
ford University Press. Giner, Salvador (1977). “Intenciones humanas y es-
tructuras: una introducción a la lógica situacio-
Elster, John (1990). Tuercas y tornillos. Barcelona:
nal”. Cuadernos Económicos, 3/4: 110-145.
Gedisa.
Goldthorpe, John H. (2010). De la Sociología. Núme-
Érdi, Péter (2008). Complexity Explained. Berlin:
ros, narrativas e integración de la investigación y
Springer.
la teoría. Madrid: CIS-BOE.
Fraassen, Bas C. van (1989). Laws and Symmetry.
Gómez Rodríguez, Amparo (2003). Filosofía y meto-
Oxford: Oxford University Press.
dología de las ciencias sociales. Madrid: Alianza.
Friedrichs, Robert W. (2001 [1970]). Sociología de la
Habermas, Jürgen (1996 [1982]). La lógica de las
sociología. Buenos Aires: Amorrortu.
ciencias sociales. Madrid: Tecnos.
Fuchs, Peter (2001). Die Metapher des Systems. Wei-
Hacking, Ian (1982). “Language, Truth, and Reason”.
lerswist: Velbrück Wissenschaft.
In: Hollis, M. and Lukes, S. (eds.). Rationality and
Galison, Peter (1996). “Computer Simulations and the Relativism. Oxford: Blackwell.
Trading Zone”. In: Galison, P. and Stump, D. J.
Hacking, Ian (1994). “Styles of Scientific Thinking or
(eds.). The Disunity of Science. Stanford: Stanford
Reasoning: A New Analytical Tool for Historians
University Press.
and Philosophers of the Sciences”. In: Gavroglu,
Galison, Peter and Stump, David J. (eds.) (1996). The K., Christianidis, J. and Nicolaidis, E. (eds.).
Disunity of Science. Boundaries, Context, and Trends in the Historiography of Science.
Power. Stanford: Stanford University Press. Dordrecht: Kluwer.
García Blanco, José María (2008). “Humanismo, so- Hacking, Ian (1996). “The Disunity of Science”. In:
ciedad y Sociología. Una perspectiva sistémica”. Galison, P. and Stump, D. J. (eds.). The Disunity
Política y Sociedad, 45(3): 21-28. of Science. Stanford: Stanford University Press.

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82
Fernando J. García Selgas 81

Hacking, Ian (2001). ¿La construcción social de qué? Noguera, José A. (2010). “El mito de la sociología
Barcelona: Paidós. como ‘ciencia multiparadigmática’”. Isegoría, 42:
31-52.
Harvey, David (1991). The Condition of Postmoder-
nity. Oxford: Blackwell. Osorio, Francisco (ed.) (2004). Ensayos sobre Socio-
autopoiesis y Epistemología Constructiva. Santi-
Iranzo, Juan Manuel (2009). “Una Sociología radical
ago de Chile: Ediciones MAD.
de las cadenas de rituales de interacción”. Proe-
mio a Randall Collins. Cadenas de rituales de Preda, Alex (2007). “The Sociological Approach to
interacción. Barcelona: Anthropos. Financial Markets”. Journal of Economic Surveys,
21: 506-528.
Knorr-Cetina, Karin (1981). The Manufacture of Scien-
ce. Oxford: Pergamon. Ramos, Claudio (2012). El ensamblaje de ciencia so-
cial y sociedad. Santiago de Chile: Universidad
Knorr-Cetina, Karin (1999). Epistemic Cultures: How
Alberto Hurtado.
the Sciences Make Knowledge. Cambridge
(Mass.): Harvard University Press. Ramos, Ramón (1999). “Homo tragicus”. Política y
Sociedad, 30: 213-240.
Kuhn, Thomas S. (1977 [1962]). La estructura de las
revoluciones científicas. Madrid: FCE. Ritzer, George (1975). Sociology: A Multiple Paradigm
Science. Boston: Allyn and Bacon.
Kuhn, Thomas S. (1978). Segundos pensamientos
sobre paradigmas. Madrid: Tecnos. Ritzer, George (1993). Teoría sociológica contem-
poránea. Madrid: McGraw-Hill.
Lash, Scott (1989). Sociology of Postmodernism.
London: Routledge. Rodríguez, Darío and Arnold, Marcelo (2007). Socie-
dad y teoría de sistemas. Santiago de Chile:
Latour, Bruno (1993). Nunca hemos sido modernos.
Editorial Universitaria.
Barcelona: Debate.
Rouse, Joseph (1996). “Beyond Epistemic Sovereig-
Latour, Bruno (1998). “La tecnología es la sociedad
nty”. In: Galison, P. and Stump, D. J. (eds.). The
hecha para que dure”. In: Doménech, M. and
Desunity of Science. Stanford: Stanford Univer-
Tirado, F. J. (eds.). Sociología simétrica. Barcelo-
sity Press.
na: Gedisa.
Searle, John (1992). Intencionalidad. Madrid: Tecnos.
Latour, Bruno (2001). La esperanza de Pandora. Bar-
celona: Paidós. Searle, John (1997). La construcción de la realidad
social. Barcelona: Paidós.
Latour, Bruno (2005). Reassembling the Social. Ox-
ford: Oxford University Press. Stump, David J. (1996). “Afterword”. In: Galison, P.
and Stump, D. J. (eds.). The Desunity of Science.
Law, John (2004). After Method. London: Routledge.
Stanford: Stanford University Press.
Luhmann, Niklas (1991). Sistemas sociales. Buenos
Thomas, David (1979). Naturalism and Social Scien-
Aires: Alianza-Iberoamericana.
ces. A Post-empiricist Philosophy of Social Scien-
Masterman, Margaret (1975 [1970]). “La naturaleza ce. Cambridge (UK): Cambridge University Press.
de los paradigmas”. In: Lakatos, I. and Musgrave,
Winther, Rasmus G. (2012). “Interweaving Categories:
A. (eds.). La crítica y el desarrollo del conocimien-
Styles, Paradigms, and Models”. Studies in His-
to. Barcelona: Grijalbo.
tory and Philosophy of Science, 43: 628-639.
Mol, Annemarie (2002). The Body Multiple. London:
Woolgar, Steve (1991). Ciencia: Abriendo la caja
Duke University Press.
negra. Barcelona: Anthropos.
Noguera, José A. (2003). “¿Quién teme al individua-
lismo metodológico? Un análisis de sus implica-
ciones para la teoría social”. Papers, 69: 101-131.

RECEPTION: April 05, 2014


REVIEW: August 04, 2014
ACCEPTANCE: November 11, 2014

Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 151, July - September 2015, pp. 65-82

Você também pode gostar