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Quiste hidatídico

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0718-40262017000100020&script=sci_arttext

http://mingaonline.uach.cl/scielo.php?pid=S0718-
28642003000100014&script=sci_arttext&tlng=es

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0716-10182016000400006&script=sci_arttext&tlng=pt

http://www.ispch.cl/sites/default/files/Bolet%C3%ADn%20Hidatidosis%2030-03-2015.pdf

http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000000797cnt-2012-03-29_hidatidosis-
guia-medica.pdf

https://www.ssmaule.cl/minsal/?p=10161

https://scielo.conicyt.cl/pdf/rci/v31n1/art01.pdf

INTRODUCCION

La hidatidosis o equinococosis es una zoonosis de distribución mundial, conocida desde los


tiempos de Hipócrates (430 a. de C.). Producida por cestodos o gusanos planos del género
Echinococcus, siendo el principal y más ampliamente conocido E.granulosus. Las larvas de éstos se
enquistan en el hígado, pulmón y, con menor frecuencia, en otros tejidos del hombre y de diversos
animales. E. granulosus está ampliamente distribuido en el mundo y es endémico del sur de
América del Sur, principalmente en Argentina, Chile, Perú y Uruguay

La equinococosis humana está asociada a la ganadería de tipo extensiva, deficiencias en manejos


sanitarios, bajos niveles socio-económicos y ausencia de educación sanitaria, incluyendo sistemas
de matanza clandestina y condiciones inadecuadas de mataderos.

En el hombre, los quistes de E. granulosus pueden demorar varios años en producir síntomas
clínicos. Muchos quistes son asintomáticos durante toda la vida del individuo infectado y
constituyen, a veces, un hallazgo de autopsia, de una intervención quirúrgica o de radiografías
realizadas por otras causas. El rango de crecimiento de los quistes es variable, desde 1 a 5 cm de
diámetro por año e incluso, aunque la infección puede ser adquirida en la infancia, la mayoría de
casos de hidatidosis en hígado y pulmón llegan a ser sintomáticos y diagnosticados recién en
pacientes adultos.

En Chile, la Hidatidosis es endémica, en especial en zonas rurales dedicadas al pastoreo ovino. El


tratamiento, generalmente quirúrgico, tiene un alto costo para el sistema de salud y para el
paciente, además del impacto en la calidad de vida de los afectados.

Esta parasitosis es factible de controlar, como lo han demostrado muchos países en el mundo y
algunas áreas del país, a través de programas cuyos componentes centrales son la interrupción del
ciclo de la enfermedad evitando la alimentación de los perros con vísceras crudas, la educación de
la comunidad y la desparasitación de perros. Entre 1990 y 2005, las tasas de incidencia (por cien
mil hbtes.) de Hidatidosis, se mantuvieron estables, con cifras cercanas a 2 por cien mil hbtes. A
contar de 2006 y hasta 2012, se observa una tendencia al descenso, con una tasa mínima de 1.40
por cien mil hbtes. el año 2010. La mayoría de los casos procede de las regiones de La Araucanía,
Los Lagos y Aysén, sin embargo, existe una subnotificación, como ha sido demostrado en estudios
serológicos poblacionales y en autopsias.

MECANISMO DE INFECCIÓN / CICLO DE VIDA DEL PARASITO

El ciclo de vida del parásito incluye dos clases de hospederos: definitivo o carnívoro
(especialmente el perro), donde los parásitos desarrollan en el intestino la fase adulta o estrobilar,
y el intermediario herbívoro u omnívoro (ovino, caprino, bovino o porcino) donde se desarrollan
las formas larvarias o metacéstode, en los tejidos en forma de quiste (“quiste hidatídico”)
especialmente en el hígado y pulmón. El hombre se sitúa como hospedero accidental en el grupo
de hospederos intermediarios.

Los perros eliminan huevos del parásito en sus excrementos, los que se diseminan sobre su pelaje
y contaminan el medioambiente. Los humanos ingieren estos huevos al acariciar sus perros y
llevarse las manos a la boca o al trabajar en jardines y campos o por la ingestión de verduras o
aguas contaminadas con materia fecal canina.

En el intestino delgado del ser humano se liberan las larvas, penetran la pared, llegando
mayoritariamente al hígado, donde forman quistes. También pueden formarse quistes en otros
sitios como pulmones, huesos, cerebro, riñón, bazo y otros tejidos. Los quistes presionan los
órganos donde se desarrollan y al expandirse provocan atrofia y posteriormente necrosis por
presión en los tejidos circundantes. Por otra parte, una de las complicaciones más frecuentes es la
rotura del quiste, lo que puede desencadenar una reacción anafiláctica y conduce a la siembra
secundaria y formación de nuevos quistes

CLINICA Y DIAGNOSTICO

La clínica de la hidatidosis depende del órgano afectado y de la presencia de complicaciones, sin


embargo, hay muchas personas asintomáticas en las cuales la presencia de quistes es solamente
un hallazgo imagenológico.

La hidatidosis se presenta en el 90% de los casos en el hígado o pulmón, en una relación 2/1 a 3/1,
en pacientes con síntomas clínicos. Los estudios en autopsias muestran una relación entre estas 2
localizaciones de 4/1. Esta cifra muestra que un porcentaje importante de los quistes hepáticos no
alcanzan a producir la enfermedad y mantienen un estado de equilibrio agente/hospedero
durante toda la vida.

La sintomatología es muy variable dependiendo de la ubicación y tamaño del quiste. Se describen


las siguientes formas sindromáticas:

- Síndrome tumoral: aumento de volumen del órgano afectado, compresión de órganos vecinos,
masa palpable.

- Síndrome doloroso: destrucción del parénquima afectado.

- Síndrome hipersensibilidad: prurito, urticaria, asma, shock, muerte.


Los síntomas más frecuentes se producen en el quiste hepático e incluyen dolor en hipocondrio
derecho, masa palpable, ictericia y fiebre entre otros. Las complicaciones que se observan con
mayor frecuencia son:

- Rotura del quiste, que puede ser de diferentes tipos:

a. Contenida. Ruptura solo del endoquiste, el cual se colapsa.


b. Comunicada. La presión del líquido hidatídico es mayor que la vía biliar o del
árbol bronquial, por lo tanto tiende a salir, pudiendo provocar un obstrucción de la
vía biliar (ictericia obstructiva, colangitis), u originando la vómica.
c. Directa. Se produce directamente a la cavidad pleural o peritoneal, originando
una siembra, y con un elevado riesgo de anafilaxia.

- Infección. Suele plantear el diagnóstico diferencial con la colangitis aguda.

a. Absceso frío. Infección limitada al endoquiste, de escasa sintomatología, que se presenta


como un cuadro solapado y progresivo. La adventicia limita el proceso infeccioso e impide
su paso a la circulación sistémica.
b. b. Absceso agudo. Cuadro séptico muy sintomático, fiebre alta en aguja, leucocitosis y con
gran compromiso del estado general.
c. c. Pioneumoquiste. Infección por anaerobios, por lo que se observa gas en el interior del
quiste. Es una infección de muy escasa ocurrencia.

Los quistes pulmonares suelen presentar tos, vómica, que puede asociarse a hemoptisis, ya que
hasta un 50% de las lesiones pulmonares se encuentran complicadas al momento del diagnóstico..
El shock anafiláctico y la siembra peritoneal o pleural suelen observarse en el caso de roturas
espontáneas o durante el tratamiento quirúrgico; la desnutrición es reflejo de una enfermedad
avanzada o por afectación hepática extensa.

El diagnóstico de la hidatidosis se basa en los antecedentes epidemiológicos, el examen físico, el


diagnóstico por imágenes y las pruebas serológicas. Se debería sospechar hidatidosis ante la
presencia de una masa quística, especialmente ubicada en el abdomen o tórax, asociada a
antecedentes epidemiológicos (lugar de origen, contacto con perros, familiar con diagnóstico de
hidatidosis).

En el caso de la hidatidosis hepática, el método de elección para el diagnóstico corresponde a la


ecografía, debido a su mayor especificidad y sensibilidad.

En el informe ecotomográfico se deben consignar el tamaño, la ubicación (indicando el segmento


hepático correspondiente) y la clasificación OMS del quiste, elementos indispensables para la
decisión terapéutica, el control y el seguimiento de los pacientes.
 Tipo I (univesicular). Formación redondeada, se observa la pared de doble capa y la
arenilla hidatídica (signo del copo de nieve).
 Tipo II (multivesicular septado). Imagen dada por las vesículas hijas (panal de abejas)
 Tipo III (membranas flotantes). El desprendimiento del endoquiste y el subsiguiente
colapso de éste deja las membranas flotando en el líquido hidatídico.
 Tipo IV (patrón sólido). Imagen redondeada con ecos internos, diagnóstico diferencial de
tumores sólidos y abscesos.
 Tipo V (calcificado). Puede dar imágenes diferentes según el grado de calcificación.

En el caso de la hidatidosis pulmonar, se debe considerar la radiografía de tórax (frontal y lateral)


como la técnica de elección para el diagnóstico en pacientes sintomáticos y el control del
tratamiento.

El diagnóstico serológico se realiza utilizando técnicas de laboratorio para la detección de


anticuerpos circulantes. Actualmente se utilizan en Chile métodos de enzimoinmunoanálisis
(ELISA) y Western blot debido a su alta sensibilidad y especificidad. Estas técnicas permiten
detectar anticuerpos específicos contra antígenos del parásito y son de elección si se desea
estudiar casos sospechosos. ELISA se utiliza para cribado (detección de IgG) y Western blot es la
técnica de confirmación en pacientes adultos (detecta IgG, IgM e IgA).

En todos los casos, la negatividad de una prueba serológica no descarta la presencia de un quiste
hidatídico, tanto en portadores asintomáticos como en pacientes sintomáticos.

Para el control del tratamiento, la detección de IgE por ELISA de captura permite hacer el
seguimiento en los controles postoperatorios a los 10 y 30 días y a los 3 y 6 meses. Este examen
normalmente se negativiza a los 30 días poscirugía. En el caso de pacientes bajo tratamiento
médico, se propone realizar determinaciones cada 3-6 meses o hasta que la IgE sea negativa.

TRATAMIENTO

1. Localización hepática

Deben evaluarse correctamente los síntomas referidos por el paciente para determinar si
realmente son causados por el quiste hidatídico o si son originados por otra patología asociada.

A todos los pacientes se les debe realizar, además de la ecografía, unas radiologías de tórax frontal
y lateral, antes de decidir la conducta a seguir.

Para decidir el tratamiento se deben considerar 2 situaciones:

a. Pacientes sintomáticos o con quistes hidatídicos complicados.

b. Portadores asintomáticos de quistes hidatídicos.

En el caso de los pacientes sintomáticos o con quistes hidatídicos complicados el tratamiento de


elección es la cirugía, ya sea convencional o laparoscópica. Siempre que sea posible se efectuará
quimioprofilaxis preoperatoria con albendazol 10 mg/kg/día durante al menos 15 días. Además, se
recomienda el uso de albendazol en todos los casos durante 3 ciclos en el postoperatorio.

En el caso de los portadores asintomáticos, la conducta a seguir luego de la confirmación del caso
se decidirá teniendo en cuenta el tipo de quiste (clasificación OMS) y su tamaño
El tratamiento con albendazol se realiza con una dosis de 10 mg/kg de peso/día, en 2 tomas diarias
luego del almuerzo y la cena (rico en grasas), por 3 ciclos de 30 días cada uno sin interrupciones.

Previo al tratamiento farmacológico y cada 30 días después de iniciar cada ciclo se realizará
evaluación con exámenes a cada paciente, los que incluirán hemograma completo, perfil hepático
y creatinina.

Los ciclos son continuados sin interrupción, excepto si se da intolerancia y/o alteración de los
exámenes de laboratorio. En estos casos se interrumpe el tratamiento por 15 días y se repiten los
análisis. Si se normalizan los valores alterados, se reinicia el tratamiento. Si persisten los efectos
adversos, se suspende el uso de albendazol.

SEGUIMIENTO

La ecotomografía abdominal se repetirá a los 3, 6 y 12 meses de iniciado el tratamiento.

Si después de un año de finalizado el tratamiento, el paciente persiste asintomático y no hubo


ningún tipo de cambio ecográfico del quiste (< 5 cm), se indicará control ecográfico anual. El
seguimiento de estos casos debe realizarse anualmente hasta 10 años postratamiento, antes de
dar el alta definitiva. Este intervalo permitirá detectar oportunamente la recidiva quística o
eventualmente la posibilidad de una reinfección.

Aquellos pacientes asintomáticos que por las características del quiste deberían entrar en el
protocolo de tratamiento con albendazol, pero se niegan a tomar la medicación, presentan
intolerancia clínica o presentan alguna contraindicación, entrarán en protocolo de control y
vigilancia ecográfica, mientras persistan asintomáticos y con quistes hidatídicos menores de 5 cm
de diámetro.

Por otra parte, en el caso de los pacientes que se vuelven sintomáticos o que presentan quistes
asintomáticos que crecen en forma significativa (más del 25% anual), se indicará el tratamiento
quirúrgico.

2. Localización pulmonar

La cirugía convencional por toracotomía es la vía de abordaje de elección, en especial cuando los
quistes están complicados. Se puede efectuar tratamiento con albendazol, a similar dosis que en el
hígado, en el caso de quistes pulmonares de hasta 5 cm de diámetro.

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