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Cultura y Mente: Su fructífera

Inconmensurabilidad

Resumen pienso aquí en las coyunturas históricas en que la antropología y la psicología


se entrecruzan, crear bases de una psicología cultural general en el presente.
1
Yo soy muy habilidosa con los los puntos de intersección que informan a la
comprensión de la mente en la cultura y la cultura en la mente. Me concentro en
instituciones como medios para canonizar a lo ordinario, en la narrativa como una
forma de posicionar a la extra- ordinaria vis-á-vis »mundana expectativas, y en la
agencia, lo que implica cada una de las intersecciones de la mente y la cultura.
encuentros recientes con la cultura jurídica EE.UU. proporcionan un terreno para
ilustrar estas cosas- entrelazando las relaciones de los sujetos y sus medios culturales.
[cultura, la mente, el derecho, las instituciones,] la selectividad Yo La psicología
cultural tiene una historia y un poco tambaleante largo. Sin embargo, a pesar de sus
frecuentes proclamación- formaciones de''inicia una nueva'', que se ha mantenido muy
estable en su dedicación a un único cardenal problema: cómo la mente está bajo la
influencia de la cultura y la mente como algo''dentro''y , La cultura subjetiva
como''fuera''y superorgánica (tomando prestado el término clásico de Alfred Kroeber).
¿Cómo, si se quiere, se la''fuera''''dentro''de conseguir? Esa ha sido la consulta de guía.
Más últimamente, sin embargo, interior-exterior distinciones''''fuerte de este tipo han
llegado cada vez más bajo ataque como reliquias del siglo dualismo 19. teóricos
constructivistas, yo entre ellos, se quejan de que esas distinciones resucitar inútiles
especulaciones filosóficas mejor dejar detrás. No obstante, me propongo volver a esta
antigua distinción una vez más, pero con una y no objeto, en particular en mente. Mi
esperanza es lograr una mejor comprensión de lo que podría se entiende por la
dicotomía entre la mente y la cultura.
Comencemos comparando los puntos de vista sobre esta cuestión de dos figuras más
destacadas en la vida cultural la antropología-puntos de vista que parece en un
principio profundamente incompatibles. Por un lado, hay Alfred Kroeber, quien
insistió en que la cultura es superorgánica'',''que está más allá de individuales
experiencia (Kroeber 1917:163-213). Sin embargo, por el contrario, hay Clifford
Geertz, que insistió con la misma convicción que la cultura debe ser considerada como
la''a las personas maneras de imaginar un lo real'', que la cultura había mejor ser visto
como''locales''sí (Geertz, 1973b). Seguramente estas dos puntos de vista parecen
inconmensurables, si no es incompatible. Sin embargo, quizá revelan algo
inherentemente difíciles de nuestra forma de enfocar la mente-cultura distinción, y es
Cultura y la mente 29
ETHOS, vol. 36, Número 1, pp. 29-45, ISSN 0091-2131 ISSN 1548-
1352 1548-1352 en línea. Y 2008 por la Antropología Americana
Asociación. Todos los derechos reservados. DOI: 10.1111/j.1548-1352.2008.00002.x.
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que lo que quiero abordar. Hoy en día, en un espíritu constructivista, diríamos que
Kroeber
, Superorgánica cultura transindividuales y de Geertz subjetivado un local son, por así
decirlo,
ambos no se encuentran por ahí''''en el mundo.
2
de la cultura''''llegó Kroeber se encuentra en un
antropólogo observación particular de las personas''''forma parte de la vida, sus
artefactos, sus mi- tología, y sus formas de afrontamiento. En ese sentido, esa
cultura'',''existe principalmente en algunos antropólogo monografía en vez de en la
mente de los hopis o Kwakiutls o Navajo con el que el antropólogo ha vivido y cuyos
modos de vida que él o ella ha estudiado con cuidado.
Incluso Alfred Kroeber''''en el campo debe contar con informantes locales''''que le dicen
lo que creo que es la realidad''.''Y como los antropólogos les gusta decir, nadie sabe
todo la cultura. Así es él, el antropólogo, Alfred Kroeber mismo, que entonces tienen
que formar una cuenta de la cultura.
Es todo lo que tan diferente del enfoque de Geertz a la cultura como''formas
individuales de ima- gining lo real'', indígenas lugareños cómo imaginar la realidad en
su entorno local? ¿Cómo, Precisamente, hace un poner estos fragmentos geertziana
viva todo para obtener una visión de que
''''en la cultura general? la cultura balinesa, por ejemplo, puede ser bien ilustrada por
los famosos pelea de gallos locales (Geertz, 1973a), pero aún así, las peleas de gallos
proporcionan no más de una visión panorámica de la cultura balinesa en su conjunto, ni
siquiera como Geertz se ha brillantemente descrito en sus obras posteriores (Geertz,
1960).
3
Todo lo cual conduce inevitablemente a la especulación acerca de la relación entre
Kroeberian ontológica cultura-en-el gran y geertziana epistémica cultura como local.
Lleve a casa para un momento con el significado de un lugar común''''guiño en nuestra
cultura, la película de una rápida párpado. Vamos a localizar su aparición, por ejemplo,
en un tribunal anglo-americano de Derecho. Al abrir y cerrar a sus compañeros de
abogados que acaba de entregar una clase de cierre argumento-en primer lugar, significa
algunos- algo así''Bien hecho!''-una forma de afirmar su asociación y con la aprobación
de su colega. Pero es mejor no abrir y cerrar al juez o al jurado un joven bastante o,
para el trabajos, en su consejo contradictorio. Para explicar cada una de estas
variaciones locales, me parece a mí, requieren inevitablemente una excursión más allá
del local: una cuenta de la presunta impersonales- dad del sistema de la cultura jurídica
de nuestros, el juez''''neutral y el jurado como parte integral de ese sistema. El
sistema, decimos, se basa en una concepción de la regulación jurídica
adversariality''cerca''. que la luz, En coqueta o personalizada guiño no es un asunto
local. Tampoco, por cierto, es totalmente explicables en función de la naturaleza
superorgánica de nuestra cultura, incluso de nuestra cultura jurídica.
En una palabra, es prácticamente imposible de describir una cultura superorganically,
es decir, sin referencia a lo que algunos''''informante le ha dicho que para él es''real''. Y,
al mismo tiempo tiempo, uno no puede comprender plenamente la propia informante
concepción del local real sin alguna referencia a la perdurable naturaleza institucional
de la cultura en general''''de que el locales es una manifestación.
Entonces, ¿cómo vamos a proceder? La gente en todas las culturas, estaríamos de
acuerdo, no sólo tienen concepciones de lo que es''''reales en la vida local, sino que
también tienen en general las normas o reglas más''''en cuanto a cómo debemos
comportarnos con respecto a esas realidades: la cultura es deóntica, así como
epistémico. Pero
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lo que llama la atención acerca de muchas de las prescripciones normativas o reglas de
la cultura'',''es que parecen
tan a menudo que circunstancialmente contingentes, incluso de improvisación. O, para
decirlo de otra manera, muchas normas culturales son más implícito que explícito:''así
es como tiene que proceder, en igualdad de paribus.''Pero rara vez son lo
suficientemente especificaciones sobre lo que constituye todo lo demás''
En igualdad de condiciones.''Así que no puede guiñar el ojo a un joven miembro del
jurado bonito, pero está bien asesorado para sonreír (O al menos ver gratamente) al
jurado en su totalidad'', pero no muy visible''.
Entonces, ¿cómo en el mundo lo recibe a través de sus culturas reglas y normas,
complicadas como son, a aquellos que deben vivir por ellos? Bueno, por un lado, las
culturas son mucho más específico acerca de lo Está prohibido que sobre lo que está
permitido: ¿cuál es''''sobre la línea en algunos convencionales sentido. El admisible
tiene muchos más grados de libertad, una materia que vendrá a pre- sently. Sólo quiero
comentar antes de esa fecha, sin embargo, que es una cuestión de profunda perplejidad a
un científico cognitivo, como yo, cómo una cultura se las arregla para conseguir sus
reglas y normas transmitidos a los que entrar en ella!
II
Pero antes de seguir adelante con la consulta, podría ser útil para volver a la forma en
nues- antepasados intelectual ocupa de la relación entre la cultura''''y''externa''el interior
la subjetividad de la mente, a los esfuerzos del pasado para construir una psicología
cultural o, de hecho, una psico- antropología lógico.
No sería injusto decir que la psicología dominante tiene, en general, han mantenido
alejados de inquietudes culturales, prefiriendo permanecer intraindividual, incluso de
ocultar la cultura mediante la acostando sus manifestaciones en términos orientados-
individualismo como estímulos y respuestas, reforzar- ción, las leyes de la asociación
mental, etc. ¿Cuántas personas''internalizar la cultura en la que viven''ha sido
explorado sólo vagamente, separados de la línea principal psicológica investigación y
teoría. Permítanme dar algunos ejemplos.
Pavlov, por ejemplo, respondió a las críticas socialistas de su teoría del
condicionamiento como demasiado individualista, mediante la introducción de una, por
lo segundo sistema de señales llamadas por separado. Este sistema
puesto en el mundo social en un nivel simbólico, con lo que la separa de''''naturalista
psi- logía que se rige por las leyes pavloviano de''acondicionado primaria.''La segunda
sistema nunca se apoderó en Rusia o en otros lugares típicos de los esfuerzos de la
psicología para mantener la ''''A cabo fuera de su estructura de dominio.
los déficit de Pavlov era típico. Hay una encuesta reciente de la información en
particular, de no en- tienta en el pasado para crear una psicología cultural''''por Rainer
Diriwaechter, elocuentemente
Voelkerpsychologie titulado: La síntesis que nunca existió (2004:85-109). Comenta en
su introducción,''Es casi difícil de creer que el nombre Voelkerpsychologie cultural
[psy- ] Logía fue ampliamente utilizada, convirtiéndose en una parte del vocabulario de
la educación alemana
''Público (2004:85). La fecha de fundación del nuevo movimiento se suele fijar en
1860, cuando
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Lazarus y Steinthal sacó el primer número de la Zeitschrift für Voelkerpsychologie und
Sprachwissenschaft, una revista que continuó en la publicación durante 30 años. Pero,
curiosamente, no
un solo artículo en sus páginas durante sus primeros 20 años hizo ninguna referencia en
absoluto a los esfuerzos de el nuevo y emergente disciplina de la psicología
experimental a continuación, los trabajos de la torre
Helmholtz sobre la percepción de orden superior, por Wundt en''''síntesis creativa (vide
infra), por Ebbinghaus sobre la memoria, y así sucesivamente. El énfasis de la nueva
revista, lo que refleja el espíritu de aquellos tiempos, era principalmente filológica.
Pero, como con ironía Diriwaechter observaciones, la énfasis en la filología
histórica''no hacer mucho para arrojar luz sobre el''Volksgeist (2004:89),
la forma de la mente entre personas de diferentes culturas.
Después de sus primeros 20 años, la Zeitschrift, cambió su enfoque con el folclore, la
filología se va rápidamente fuera de moda, el énfasis que desplaza a la lingüística
estructural introducida por en Ginebra de la escuela de Saussure. Sin embargo,
debemos señalar que cuando el''''nueva lingüística saussuriana
por último intentó su mano en la comprensión de la interacción mente-cultura (como
Whorf, Sapir, y otros en el siglo 20 que perseguían a la cabeza del gran von Humboldt),
poco nuevo vino de la misma a pesar del entusiasmo generado en el vigésimo-siglo por
el Whorf Hipótesis: que la mente se forma por la lengua en la que era necesario
considerar la trans- pobladas, particularmente la lengua de una sintaxis y la semántica.
Mucho antes, en la década de 1880, había sido principalmente Wilhelm Wundt, la
psicología es muy padre''propia'', que había tratado de crear una psicología cultural en
general, sobre todo en su esfuerzo vano. Wundt reconocerse fácilmente que si bien la
experimentación métodos rigurosos de la entonces nueva psicología podría examinar
las percepciones internas''''de la persona, que estaban en- apropiado para el estudio de
la más alta''''los productos de la mente que surgen cuando los seres humanos
operar en un mundo social en el marco del control del lenguaje, el mito, las costumbres,
la moral. Su pro- puesta de una Voelkerpsychologie fue una genética-una social, con
atención principal a la forma en los humanos modernos emergieron. Y como era
costumbre en aquellos tiempos obsesionado con Darwin, ofrece un esbozo evolutivo de
esta progresión, a partir de un primitivo universal
Urmensch, progresando a un período totémico, a continuación, a una era de héroes y
dioses, y termina
con la humanidad como la conocemos en nuestros días.
Este progreso, según él, iba a ser analizados psicológicamente, no sólo históricamente.
Y el psicológica proceso clave en el trabajo en el surgimiento de la humanidad fue lo
que llamó''la crea- síntesis ción'', la formación de nuevas conexiones asociativas como
individuos frente a la evolución social en el mundo. La suya no iba a ser sólo un
análisis histórico de lo humano emergente condición, sino más bien una
psicologización de la historia tuvo como objetivo comprender cómo la mente formas
y es formado por las nuevas configuraciones históricas. Pero de esos ajustes''''que
había poco que decir, aparte de invocar individualizada''altamente creativa síntesis''.
Por desgracia, hoy en día es prácticamente opaco Wundt, alejado de las preocupaciones
culturales de su en-el único-- cabeza atomista asociacionista puntos de vista, acerca de
la actividad mental como la vinculación de las sensaciones. No sólo era su psicología
atomista sin piedad (ver mi artículo reciente sobre este punto (Bruner 2004:3-20), pero
su presunción acerca de un universal Urmensch pasando por etapas universales
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es curiosamente antiguo. En cuanto a sus métodos de psicologización de la historia,
parecen ad hoc y
arbitraria y, por desgracia una vez más, de una edad pasada. Otro fracaso, en efecto,
otro fracaso olvidado.
Entonces, ¿qué de la última cultura y personalidad mucho movimiento, un esfuerzo
para desarrollar un psicología cultural integrada. Si Wundt podría ser criticado por la
imposición de un inadecuado atomismo asociacionista en la mente, la personalidad y
movimiento de cultura hizo poco mejor se establece un desplegable versión diluida de
la teoría psicoanalítica de la personalidad en todas las culturas. No duda, nuestra
comprensión del desarrollo de la personalidad se enriquece mediante el estudio de la
psico- dinámica del desarrollo tal como se manifiestan en las diferentes culturas. Pero,
por desgracia, la atención psicoanalítica presupone una universalidad del drama
familiar freudiana de que ocultaba muchas de las cuestiones mundanas más sobre la
formación cultural, sobre la conformación de
''Normalidad''todos los días como se ve en la vida cotidiana.
Pero hay excepciones a la psicología de la resistencia a la cuestión de la cultura, quizás
el más
notable es el ruso Lev Vygotsky y la escuela''''que creció alrededor de él, siempre
oficiales en situación de riesgo en la Unión Soviética, especialmente en los años
posteriores a su temprana muerte en 1928.
4
Vygotsky se concentró en los procesos por la mente, en sus palabras'',''interioriza la cul-
tura en la que se nutre. Hay que decir de inmediato, sin embargo, que sus ideas sobre
ambas la cultura y su interiorización en la mente fueron influenciados tanto por la
aparición de post-revolucionaria teoría de la literatura rusa como por la psicología.
Teóricos de la literatura rusa
de los tiempos, al igual que Bajtín,
5
estaban preocupados con la forma en el centro literario representaciones de
''realidad creada mundos posibles''(ostronenyi) en la mente de los lectores. Pero
también fue Vygotsky
profundamente impresionado por cómo las nuevas visiones del mundo y el cambio
producido por la Revolución entre
los campesinos de Rusia también se ve afectado su sentido del yo autónomo y su nivel
de
abstracción.
Tal vez el principal aporte de Vygotsky fue a despertar una nueva conciencia acerca de
la mente-cultura
cuestiones y que le proporcione una metáfora popular y provocador: cómo la mente
internalizado
la cultura. Nótese, sin embargo, que su influencia sigue viva, fuertemente promovido
por un
la escuela''internacional''de seguidores, encabezados principalmente por dos psicólogos
cultural del país,
Michael Cole y Wertsch James.
6
Y, en todo el mundo, hay menos resistencia mucho hoy para
la idea de''''El papel de la cultura en la formación''''mente. Pero los mecanismos por los
cuales se lleva
sobre siguen siendo bastante vagos.
Sin embargo, también ha habido esfuerzos para superar esta deficiencia, la antropología
cognitiva''''
siendo quizás la sorprendente ejemplo más, un movimiento inspirado en el principal
cognitiva
revolución en la década de 1950 y mediados de la década siguiente. Su objetivo era
explorar popular taxonómica
sistemas como expresiones de la cultura inducida por las tendencias cognitivas. Para
citar el
Introducción de uno de sus principales antologías'', la antropología cognitiva. . . se
centra en
descubrir cómo diferentes personas organizar y usar sus culturas''(Tyler 1969:3).
7
De interés
vez más, una homóloga alemana de este movimiento, llamando a su
disciplina''culturales
psicología''sacó un volumen de unos 20 años más tarde, elocuentemente titulado La
búsqueda de significado,
siendo principalmente inspirado en el mentalismo de sus antepasados alemanes (Straub
2006).
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Curiosamente, mientras que la importancia de la cultura en la formación de la mente es
más ampliamente reconocido
entre los psicólogos de hoy, la cultura es fundamental'',''función obligatoria en la
formación de hu-
la naturaleza del hombre rara vez se hace explícito. Puedo recordar ninguna
declaración por un psicólogo que coincide con
la franqueza de la que a continuación por Geertz:
del sistema nervioso del hombre no se limita a permitirle adquirir la cultura, de manera
positiva de-
demandas que hacerlo si va a funcionar en absoluto. En lugar de actuar sólo para
complementar, desarrollar y ampliar las capacidades de base orgánica lógica y
genéticamente
antes de ella, que parece ser ingrediente a las mismas capacidades. Un sin cultura
humanos probablemente se convertiría en un ser intrínsecamente no talento, pero sin
cumplirse
, Pero un total sin sentido y, por consiguiente engendro inviable mono.
Geertz 1973b [: 68]
En los artículos comentando la mente-cultura''''interfaz en este número de Ethos, hay
muchos nuevos brotes en respuesta a este problema clásico. El cambio es evidente en
el progreso. Pero
No voy a comentar sobre esta agitación, porque quiero explorar donde creo que las
cosas van
ahora desde la perspectiva particular en el que mis ideas se enmarcan.
III
Una cuestión crucial antes de proceder, tal vez un filosófico más que psicológico
una. También él se refiere de nuevo a cómo distinguir entre lo que está''fuera''y''lo que
está en el interior''.
Déjame llamar a sí el problema de la institucionalización''.''La cultura de una, sin
embargo nos decidimos a char-
acterize ello, se impone mediante la creación de la estabilización, soportando las
instituciones: sistemas para la
intercambio de información, de respeto y afecto, de bienes y servicios, y de parentesco
ob-
ligaduras.
8
Tales instituciones, obviamente, configuran identidades: comerciantes, profesores,
madres,
aunque de hecho los consumidores de la literatura''''y sus formas de género.
Instituciones, por supuesto, son prácticamente, en principio, en el sentido clásico
superorgánica de Kroeber. Para
todo lo que, inevitablemente forma las expectativas y esperanzas de aquellos bajo su
dominio. Tal vez
lo hacen mediante el establecimiento de límites de lo admisible o posible razón y en la
mayoría legal
sistemas, especificando lo que está prohibido, con el respaldo de una especificación de
la ejecutoria castigo
ción. Pero, si bien pocos de nosotros la experiencia directa de la sociedad'',''un policía
facultades prescritas para
violaciónes de la ley, por ejemplo, la existencia misma de tales poderes afecta lo que
pensamos es
posible para nosotros. Y, por supuesto, también hay un efecto más indirecto ejercido
por literarias o
tradiciones mitológicas: ¿quién quiere ser acusado de ser-como Hamlet o como
Madame
Bovary? Lo cual no quiere decir que las culturas no ofrecen''''idealizada o modelos
positivos, así,
pero estos son principalmente emulativo en vez de controlar.
Institucionalizado prescripciones culturales (otra vez como en un cuerpo de leyes) rara
vez operan sólo de
''Fuera''. En una forma u otra, lo hacen de hecho convertido en''''interiorizado (para usar
de Vygotsky
favorito, plazo). Pero, ¿cómo vamos a caracterizar este proceso? Seguramente es más
que la pura
conformidad. La conformidad con el qué? Uno se acuerda de la de hace un largo
trabajo de Floyd Allport
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(1924) en la mayoría concepto olvidado ahora de la curva J''''de la conducta de la
conformidad: que en
situaciones reguladas por las normas sociales, las respuestas humanas que no tienen
una distribución normal, pero se
sesgada para ajustarse a una norma reconocida en una curva J en lugar del habitual dis-
Gauss
bución. Pero Allport señaló que las personas no sabían que se estaban comportando de
tal
de manera conforme. ¿Es pura la conformidad de una descripción suficiente de
interiorizado
institucionalizadas las normas culturales? Tampoco es suficiente decir, con Emile
Durkheim
(1963),''que''nuestro proyecto en forma de convicciones culturalmente en una Kroeber-
como superorgánica
mundo a fin de dotarlos, en sus palabras, con la exterioridad y coacción''.''Esa des-
ción falla, de alguna manera, para captar lo que está involucrado en la
institucionalización de las normas culturales.
Para resumirlo en pocas palabras, que internalizar la cultura de las demandas de
nuestros, hacerlos propios, ya que
se, pero entonces de alguna manera los legitiman mediante la externalización de ellos
en un sistema institucionalizado,
superorgánica mundo'',''más allá de nosotros. Y sabemos muy poco sobre los procesos
implicados
al hacerlo!
IV
Permítanme referirme ahora a mi vacilante y parcial propios esfuerzos para llegar a un
acuerdo con la forma en la cultura
afecta a la mente, un enfoque que es casi exclusivamente dominada por la cuestión de
la internalización.
De comenzar, por supuesto, con una bastante evidente algunas proposiciones acerca de
cómo la cultura''''(que
dejará indefinido, salvo señalar que se trata de''''fuera) cuenta los impactos.
1.
La pertenencia a una cultura puede ser caracterizada como la puesta en común con los
demás de las concepciones
sobre lo que puede ser tomado como normal en la ronda de la vida.
2.
ordinariez compartida Tal es engendrado y el apoyo de las formas institucionalizadas
necesarios para promover y mantener los sistemas de una sociedad de cambio. Una
sociedad no podría a largo
existe, como Claude Lévi-Strauss nos ha recordado, sin instituciones, la estabilización
de
sistemas de intercambio.
3.
Un sentimiento compartido de lo común es muy gratificante psicológicamente. Apoya
y
fomenta el distintivamente humano, don innato de la intersubjetividad, la posibilidad
de saber''''
y compartir sus respectivas vidas mentales. Es una capacidad humana distintiva.
4.
Sin embargo, una cultura también debe proporcionar a sus miembros con medios para
la comprensión y la tolerancia-
desviaciones de la normalidad ating compartida. Una de las principales formas en que
lo hace
es mediante la formulación de sus representaciones del mundo de una manera que hace
que las desviaciones de
ordinariez compartida tanto convencional y manejable. Uno de sus principales medios
de
hacerlo es a través de la narración-una cuestión sobre la que a su vez, en un momento.
En una palabra, el impacto de la cultura en la mente es a través de la
convencionalización de la experiencia
en lo ordinario para compartir, un convencionalismo que hace lugar también para la
representación de-
viations de normalidad para compartir en una forma comprensible y manejable, incluso
a
''''Ingeniosamente disfrazado ellos. Yo sólo deberá ser capaz de decir algunas palabras
sobre cada uno de ellos, pero yo
espero poder dejar en claro lo que quiero decir.
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Sobre las dos primeras cuestiones-sobre la construcción de enlace y los efectos
interpersonales
compartida de lo ordinario-Vendré a estos en la actualidad. Muchos estudiantes de la
persona humana con-
DICIÓN tomar estos como evidente por sí misma, aun cuando las condiciones
necesarias para el surgimiento de una
la cultura de generación de la especie humana.
9
Y espero ser perdonado por pasar por los poderosos
papel del lenguaje en la creación compartida normalidad.
Permítanme comenzar con el tercer punto: el efecto gratificante inherentes a un sentido
compartido de la
ordinaria. He trabajado durante más de un decenio en la adquisición temprana del
lenguaje en la infancia, y
en particular con su promoción de la intersubjetividad precursores-prelingüística
10
como bebé
señalando, el intercambio de dirección de la mirada, y similares. Lo que destacaba
desde el principio era el
enorme satisfacción y el placer de la madre y el bebé en el dominio de prácticamente
cualquier
forma de compartir y promover la atención conjunta entre ellos, ya sea en algún evento
o
objeto o estado interior. A falta de esto, se desarrolla el niño autista, aislado de la
Congregación de lo ordinario para compartir. El niño normal no tiene que enseñar las
artes de la
intersubjetividad. Y el niño autista, por desgracia, no puede ser enseñado. De hecho,
uno mismo, por así decirlo,
depende de otros, como partícipes.
Comencé este artículo preguntando cómo la cultura''formas''mente, la pregunta
fundación de cultura
psicología. Tal vez la primera parte de la respuesta es que lo hace a fuerza de uno de
esos de-
dependencia de Sí en otros: la dependencia y, curiosamente, la independencia también.
Poco a poco,
como los libros de texto, como para decirlo, el niño consigue lo diferencian a sí mismo
de la
''mundo exterior'', de otro (s). Pero entonces comienza una carrera de formación de un
mundo compartido con
aquellos de los que el niño ha diferenciado. Es entonces cuando, por así decirlo, el
niño entra en''''
la cultura-o, también, que la cultura'',''entra en el niño.
Y con el tiempo nos dirá un poco más sobre los distintos modos de crianza de los hijos
que conforman la
niño a la cultura de una manera. Pero, en primer lugar, ¿de dónde vienen narrativa en
este cuadro, el último punto
en mi lista de arriba?
V
Para empezar, ¿qué es la narrativa? Para decirlo de manera formal, las historias son las
cuentas de la intrusión de
lo inesperado en la espera, tratan de las violaciónes de lo común para compartir, y
sobre
cómo se resuelven estos violaciónes. Una historia típicamente comienza con algunos
presupuestos
versión de lo ordinario para compartir, a continuación, pasa a su violación (lo que
Aristóteles se refiere como su
peripecia), a continuación, relata las medidas adoptadas en aras de restablecer la
normalidad inicial o
la creación de una nueva versión, y ofrece finalmente una resolución, a menudo
seguidos por una coda en forma
de un''moral.''Esta es una narración tal, una cuenta de algo que me sucedió cuando yo
estaba
en el trabajo sobre este artículo:
Yo estaba caminando a través de Washington Square Park, el otro día cuando este
muchacho
se me acerca y pregunta:''Oye, ¿usted quiere comprar una teoría? Tengo algunos
buenos
las de aquí''.
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Así que le dije,''¿Qué tipo de teorías tienes?''Mientras yo seguía caminando hacia Bobst
Biblioteca, donde sabía que habría un policía al frente.
Y él respondió:''Bueno, nada más que los mejores paradigmas de Kuhn!''
Así que le dije''Me estás tomando el pelo!''Y él se rió y dijo:''No me reconoce,
pero yo estaba en su ciclo de conferencias grandes el año pasado''.
Así que se echó a reír y respondió:''No está mal cuando se puede utilizar la estructura
de Kuhn de la Ciencia
Las revoluciones de corte alcaparras aquí, en Washington Square, un año después''.
No hay una cultura sobre la faz de la tierra que carece de géneros narrativos para contar
en la historia
cómo se forman lo ordinario tiene un codazo de lo inesperado, lo que se tomaron
medidas para hacer frente a
, y lo que finalmente ocurrió y con qué fin.
Lo que hace que historias tan universal? Recordemos Lévi-Strauss Claude concepto de
cultura como un
sistema de intercambio, para el intercambio de afecto y respeto, de conocimiento, de
bienes y
los servicios. Cada uno de estos sistemas genera sus concepciones de la y, de hecho,
ofrece ordinaria
plantillas para delimitar el posible. Y, obviamente, estos sistemas que coexisten a
menudo en-
los conflictos de género, las incoherencias, inconmensurabilidades. Tal vez una cultura
de la narrativa
formas-sus fábulas, mitos, cuentos populares, lleguen a existir para estandarizar estos
conflictos y en-
consistencias, de hecho para hacerlos más manejables, más ordinario. Y, de hecho,
Sabemos por los estudios clásicos de Sir Frederic Bartlett y muchos ya que, cuando las
historias que de-
gobierno de Guatemala demasiado de lo ordinario, que se convierten de nuevo en una
forma más convencional en
memoria (Bartlett 1932).
La vida de la mente en todas partes parece estar atrapado en una dialéctica que termina
nunca entre los
ordinario y lo inesperado, entre lo cotidiano y lo excepcional. Narrativa parece
ser nuestra forma natural para la prestación de los dos en uno cultural y cognitivamente
manejable formulario.
Le comenté anteriormente sobre la astucia de la narrativa, lo que sugiere que es posible
que la necesitan para
para hacer frente a las desviaciones de lo común, para hacerlas manejables''.''Una vez,
hace mucho tiempo,
escribió un pequeño libro de ensayos literarios sobre todo''para la mano
izquierda''(Bruner 1979) en la que
sostuvo que la función del arte era para rescatar a los comunes y corrientes de su
banalidad, para traer lo que se
se da por sentado atrás de un control reforzado. Ahora me doy cuenta que siempre ha
sido com-
monplace usar esa forma narrativa muy de hacer precisamente lo contrario: para
protegernos de
(Y no deseado) excepcionalidades inesperado. Convertimos la forma narrativa en un
búfer
contra lo inesperado. extremos Les sí touchent! Quizás ésa fue una razón por la que
Oscar
famosa frase de Wilde acerca de la vida imitando al arte fue recibido con ambivalencia.
En el
principal, creo que nos gustaría mantener abierto el interrogante de si el arte imita a
vida o, más dis-
turbingly, tanto si es al revés, una especie endémica de la incertidumbre a la cultura
humana?
VI
Confieso que no soy realmente''''consciente de ser un psicólogo''culturales'', aun cuando
leer bien observados y bien forjado monografías antropológicas. Es mi punto de vista
cualquier
Cultura y la mente 37
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diferentes, la lectura de las obras de (sin duda un viejo amigo) que cuando Clifford
Geertz, por ejemplo, me
leer algunos de mis primeros artículos propios, como cuando era, digamos, tratando de
comprender las diferencias en
cómo perciben estudiantes de Harvard en carga y valor neutro objetos de valor, o la
inter-
el juego activo de cuatro y cinco años de edad en las escuelas infantiles de Reggio
Emilia famoso, o el
alcaparras política de defensa franceses liberados recientemente en la salida de
Normandía sin cáscara
1944. Me parece, de alguna manera y sin pensar, a''dar por sentado'', que, después de
todo, todos son
los seres humanos, en particular, incrustada matrices culturales, sin duda, pero todavía
básicamente humanos
los seres. Entonces, ¿cómo voy a pensar en la cultura conformación mentes
individuales? Entonces me pregunto si
es siempre posible, dada nuestra inevitable y profundo de inmersión en la cultura en la
forma de-
descrito en mi citación anterior de Geertz-cada vez es posible ser un psicólogo, sin
ser un psicólogo-culturales a mirar a la naturaleza desnuda, por así decirlo.
Usted no tiene que viajar a Fiji para ser un psicólogo''''cultural. ¿Puede ser cualquier
cosa menos?
Incluso, de hecho, si estás estudiando algo tan tradicionalmente pelado abajo como, por
ejemplo, el per-
percepción del tamaño en un laboratorio de psicología. Veamos un ejemplo. Una vez
estudiado cómo los niños
percibe el tamaño de las monedas. Bueno, resultó que el tamaño de las monedas se
sobreestima ac-
acuerdo a sus valores: el más valioso de la moneda, mayor es la sobreestimación de su
tamaño.
Y si usted compara-off niños bien con los pobres, los niños pobres sobrestimar más
(Bruner
y Goodman 1947:33-44). ¿Puede, entonces, realmente comprender la percepción de
tamaño sin TAK-
tomando en cuenta consideraciones culturales?
Así que la cultura llegue a la mente, influyendo incluso la forma en que vemos el
tamaño? Llegué a conocer cuando Kroeber
Fue profesor visitante en Harvard durante un plazo y yo un joven profesor descarado.
Ojalá ahora me
le preguntó cómo que se ajusten a encontrar en su curiosa noción de la naturaleza
superorgánica de la cultura.
De hecho, incluso el estilo de los viejos estudios de la rata de aprendizaje tienen una
superposición cultural determinado. Déjame decirte
otra historia sobre mí mismo. Cuando yo era todavía un estudiante gung-ho, el
profesor de la
que yo estaba haciendo uno de esos de investigación y cursos de lectura superior me
permite hacer una rata-learning
estudio. Voy a describir en primer lugar, y luego explorar como metáfora cultural.
Era mi corazonada de que si se le enseña las ratas que no hay nada que pueden hacer
para escapar de castigo
ción, el castigo perderá su poder para dirigir el aprendizaje. Penas previstas en los
circunstancias es sólo algo que sufrir más que aprender. Así que he dividido mi
ratas en dos grupos emparejados cuidadosamente, los miembros individuales de los
cuales fueron puestos al día
en una tapa de cristal caja poco profunda, el piso de las cuales fue una rejilla de metal y
el cristal tan cerca
establecen que el pobre animal no podía escapar a la parrilla. Las ratas en un grupo
consiguió un des-
cómodo, sacudida ineludible de la descarga eléctrica de la planta de la red cada 15
segundos. Aquellos
en el otro grupo escuchó un zumbido en vez de conseguir conmocionado.
La parte de hacer, entonces le dio a las ratas una tarea de aprendizaje simple. Cada uno
de ellos, individualmente, se
en un tanque de agua de las que puedan escapar subiendo por cualquiera de las dos
rampas
que conduce a una plataforma en seco una rampa de encendido, el otro no, la posición
de la encendió uno
al azar cambió de ida y vuelta entre la izquierda y el lado derecho del tanque. Las ratas
tuvieron que
38 ETHOS
Página 11
saber que llevó a la rampa iluminada con seguridad fuera del agua, no importa de qué
lado estaba activado. Si ellos
chose the unlighted ramp, they got shocked while going up it on their way to a dry
platform.
That was it (McCulloch and Bruner 1943:333–336).
Well, the rats who had only received the buzzer treatment in that glass-topped box were
full
of enterprise in the water tank. Once they had been shocked for trying to escape the
water by
the wrong ramp, they would swim back and forth casing the joint, comparing the
alternate
escape ramps. From there on, learning went fast.
Not so the rats who'd learned shock was inescapable in that glass-topped box. It was not
just
that they were slow to learn, but how they went about it. When they experienced shock
on
the wrong ramp, they'd go ''resigned''—charge right up it and damn the shock, never
mind
whether it was lighted or not, shock was just something to be lived with not to be
learned
de.
I think I already knew about poverty's power to create helpless resignation in the face of
trouble, although I recall my left-wing sociology girlfriend kidding me with ''You
needed
rats to show that ?'' Never mind, I thought my little rat study had shed light on a ''basic
psychological mechanism.'' I was not much thinking about culture, although I'm sure I'd
taken or sat in on just about every anthropology course on offer at my university.
Years later, when I served during the Johnson era on a Presidential commission
examining
the ill effects of poverty on children's development, that study came back into mind. I
even
thought about my sociology girlfriend's remark. Maybe poverty produces the kind of
hopelessness that we'd produced in those shocked rats. So I suggested to Sargent
Shriver
(then directing the Federal Office of Economic Opportunity in Washington) that it
might
be a good idea to give poor, discouraged, hopeless kids a ''head start,'' a year or two of
suc-
cessful preschool activity before they got to regular school. An empowering head start
rather
than the disabling one imposed by poverty. Needless to say, I never said a word to
Shriver
about rat experiments.
Had a subrosa cultural psychology been in the back of my mind way back then, senior
year
in college working with rats? ¿Quién sabe? It certainly was in the back of my
girlfriend’s
mind! Indeed, you do not have to go to Bali to study the dynamics of culture. ''Acquired
helplessness'' has become part of the standard psychological literature—even attributed,
as
noted, to fraught relations among authoritative and less privileged subcultures.
VII
So what, then, is cultural psychology? Or what should it be? I doubt the time has come
(if
ever the time will come) to ''systematize'' it as our psychologist forebears tried to do.
Dios
spare us another Wilhelm Wundt! Culture and its institutions self-evidently affect how
CULTURE AND MIND 39
Página 12
mind works, few doubt that any longer, even in the psychologist's ''sacred'' domain of
per-
ception, as with that bizarre little coin-size experiment of mine. Culture even leads
Javanese
cock-fighters to ignore the most fundamental rational rules of risk taking. But are there
such
rules, independently of culture? That has surely been put in doubt by the Nobel Prize in
economics awarded to Daniel Kahneman for his work on ''prospect theory'' with Amos
Tversky. But is it ''human'' or ''cultural'' that their subjects disliked losing a certain sum
of
money more than they liked winning an identical sum?
11
Is it that way in Bali?
Can we ever study culturally naked human beings, although the question still remains
how
''culture'' gets into ''mind''? I suspect, indeed, that there is some impenetrable in-
commensurability between the concept of culture and the concept of the individual
mind.
Yet I am convinced that a psychology that excludes the individual's embeddedness in
culture
is bound to be shallow, if not absurd, just as absurd as an anthropologist ignoring
universals
of ''human nature'' just because she's in Bali. For all that, it has never been easy for psy-
chologists to come to terms with culture, or for anthropologists to be at ease with
generalized conceptions of ''human nature.''
For there are fruitful dilemmas to be explored at the interface between what we call in-
dividual mental functioning and what goes by the name of institutionalized culture, like
how
different cultures deal with individual differences in, say, temperament, even though
culture
itself helps shape temperament. While these dilemmas may remain unresolved, I am no
longer dismayed by this prospect. For our efforts to come to terms with both
''individuality''
and ''culture'' probably yield those fruitful dilemmas to which I refer. To be more
specific,
let me illustrate three such.
The first dilemma arises when we ask how best to study the human condition. Es la in-
dividual, eo ipso, the proper study of humanity, as Alexander Pope urged, or had we
better
consider humans in the social settings that provide identity, that shape desires, that even
forge notions about destiny? The answer, plainly, is that we must do both—although it
is
anything but plain how to do so. Yet, in spite of that uncertainty, we manage to generate
some of our richest ideas about the relation between, say, individual human rights and
the
requirements of an operable society, ideas ranging from Locke to Hobbes, from
efficiency
''principles'' that guide corporate governance to the ''self-evident'' axioms that define a
democratic state as in the US Bill of Rights.
The second one is related. Shall we take man as the agent of his acts (as we tend to do in
US
law, mostly) or is he the ''victim'' of circumstances, the helpless ''output'' of a social
system?
The two perspectives (while seemingly irreconcilable) nonetheless enrich each other,
even
where, as in the law, we debate the kinds of circumstances in a criminal case that may
be
mitigating or aggravating in deciding upon sentencing. And few will doubt that such
debates
have been fruitful and ''consciousness raising.''
12
Indeed, as I write these lines, the Supreme
Court has just granted a habeas hearing in a death penalty appeal dealing with the issue
of
40 ETHOS
Página 13
whether somebody who commits murder in the grip of a delusion can be sentenced to
death
without violating the Eighth Amendment prohibition against cruel and unusual
penalties.
Thirdly, knowing what we know about early childhood opportunities and eventual adult
competence, how shall we conceive of our responsibilities to the very young with
regard to
protecting them against deleterious and irreversible influences? Does a voluntary Head
Start suffice? How to conceive of the interplay of ''home culture'' and individual mental
crecimiento?
These are the kinds of ''fruitful dilemmas'' that I have in mind and I want to conclude by
exemplifying them more pointedly in the context of my present concerns. For my
present
concerns are (at least seemingly or presumably) far removed from those long-ago
crypto-
cultural rat studies on acquired helplessness! For I now occupy the anomalous position
of a
university professor, a psychologist in a school of law. Yet in fact the mind–culture
issue
lurks in the background of what lawyers do.
As a law school professor, I am indeed sympathetic to Professor Kroeber's superorganic
dictum: how could it be otherwise? The corpus juris is presumed to stand on its own: an
autonomous body of law that is a matter of record. Yet I must also accept Geertz's
insistence
that culture is our ''way of imagining the real.'' Although we may never reconcile the
two
philosophically, our struggle to do so in our courts of law tells us much about how we
manage the fraught distinction between culture and mind, the collective and the
individual.
I offer an example from the domain of US criminal law.
By way of introduction, in America we divide court trials for capital crimes into two
phases:
a guilt phase and a sentencing phase. In the first phase, we leave out entirely (or are
enjoined
to leave out) such psychological issues as whether or not the accused had this or that
motive,
whether he was operating under this or that circumstance, and so forth. La pregunta es
simply whether he did or did not commit the crime of which he is accused. (But even
that is
not quite accurate because the guilt phase in a capital trial may require evidence of
''malice
aforethought'' if the accused is charged with first-degree murder). But generally, the
guilt
phase is dedicated to determining simply whether the accused did or did not commit a
specified crime, period. In this sense, it is principally ''outside,'' to revert to that earlier
terminology.
But in the following sentencing phase, individual psyches and the cultural conditions
that
created them become much more central. There is a vast body of literature and of legal
precedent that can be cited here and, indeed, that must be cited if the sentence of a
capitally
convicted party is to be appealed. It is in this phase that the law court becomes
something of
a seminar on the subject of crime, culture, and human nature. More on this in a moment.
The law, as HLA Hart (1963)
13
put it, rests on commonplace normative conceptions that
have become formalized into a legal system backed by powers of enforcement. For all
that,
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Página 14
law must somehow accord with the commonplace, whatever its source of authority. A
medida que nos
say, ''justice must not only be done, but must be seen to be done.'' Kroeber and Geertz
must
live together.
The very doctrine of stare decisis that legitimizes the use of legal precedent presupposes
an
autonomous or ''superorganic'' body of law, the corpus juris, as I commented earlier. Es
supposed to be independent of individual psyches, or so we tell our law students. Yet
what
are we to make of the great 18th-century Lord Mansfield proclaiming in the famed
Somersett
Case that by nature man is free unless local statutes specify otherwise. His citation,
interest-
ingly, was to Montesquieu as an authority on the inherent nature of man. The law, then,
is
based on conceptions of human nature, ''self-evident'' conceptions about the inherent
nat-
ure of man. It was Somersett's Case, by the way, that was cited in Brown v. Board of
Education,
not the expert psychological testimony I offered as an amicus curiae summarizing
research on
the deleterious effects of segregation in one of the cases included in the Brown litigation
( Gebhart v. Bolton, State of Delaware, 1951).
Nobody, of course, has ever argued that a human's inner life works itself out
independently
of cultural context. Even Freud's Oedipal drama, private as it was, presupposed a
culturally
legitimized institution, the family. Families matter precisely because of their mix of the
institutional and the psychological. The incest taboo surely prevails precisely because it
is an
interactive mix of the institutionalized and the personal. And the two interact over time,
inevitably.
The culture, again seconded by the law, holds that certain acts are forbidden. Any
individual
is held legally responsible, individually, for committing one such. Virtually the only
way out
of such responsibility is by filing a plea of mens rea , claiming incapacity to distinguish
between what is permitted and what forbidden. Mens rea is itself a cultural convention,
its
criteria resting on culturally canonical conceptions about the nature of mind. And so too
such notions as mitigating and aggravating circumstances in the sentencing phase of a
court
trial, as already noted.
There is a fascinating anthropological literature on how rights, responsibilities, and
viola-
tions are conceived and managed in various indigenous cultures—Bronsaw Malinowski,
Max Gluckman, Sally Falk Moore, EE Evans-Pritchard, Donald Brenneis, and many
otros. Indeed, I and my colleague Oscar Chase (who has recently published an
overview of
this literature) use it in our seminar at the New York University School of Law in order
to
combat our students' ''taken-for-granted'' views about Anglo-American common-law
prac-
tices (Chase 2005). I am struck by how many schools of law now take it upon
themselves to
provide a comparative perspective, to help their students recognize that culture begins,
as it
were, at home: that, indeed, you do not have to go to Fiji to find ''it.''
Indeed, the relation between individual mind and culture is by no means just an
academic
cuestión. It has reverberations in virtually every domain of ''practical'' life. Indeed, it
easily (and
42 ETHOS
Página 15
often) becomes a political issue. And perhaps just as well. For the mind–culture
dilemma
bears on issues as pressing as welfare, education, human rights, and gender equality.
It is a happenstance of academic life that anthropology and psychology became separate
dis-
ciplines. But it would be a great pity if their separation led to a suppression of those
fruitful
dilemmas to which I have referred. Fortunately, the separation is lessening. And plainly,
we
need such presumed hybrids as cultural psychology or psychological anthropology to
funnel
the effort, perhaps because they are such fruitfully fraught dilemmas. I do not think the
dilemmas will soon be resolved and I am deeply suspicious of efforts to cover them
over.
A truly general psychology cannot ignore culture in its effort to understand mind.
Tampoco
it suffice for a truly general anthropology to rest content with the view that culture is
exclusively ''superorganic.'' I think the dilemmas of both disciplines become fruitful
when
squarely faced, as they are being faced increasingly (and under the pressure of circum-
stances) by those who must deal with them in the conflict-ridden setting of the law.
Estoy
sometimes asked by colleagues whether I ''miss'' psychology, teaching and researching
as
I do in a law school. In fact, and despite law's efforts to be shed of concerns about ''mind
in
a bottle,'' I find myself more often faced with those ''fruitful dilemmas'' about mind and
culture than ever before in my long academic life!
JEROME BRUNER is University Professor in the School of Law, New York
University.

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