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Estos cambios están llevando al límite las actitudes y habilidades en todas las
ramas de la industria. El personal de Mantenimiento se ve obligado a adoptar
maneras de pensar completamente nuevas, y actuar como ingenieros y como
gerentes. Al mismo tiempo las limitaciones de los sistemas de mantenimiento se
hacen cada vez más evidentes, sin importar cuánto se hayan computarizado.
Otro punto relevante de este capítulo trata sobre la Aplicación del proceso de
RCM, el cual al analizar los requerimientos de mantenimiento de los activos
físicos de cualquier organización, se necesita saber de qué activos se trata y
decidir cuáles de ellos serán sometidos al proceso de revisión de RCM. Esto
significa que debe prepararse un registro de planta, si es que no existe
actualmente. De hecho la gran mayoría de las organizaciones industriales
poseen hoy día registros de planta que son adecuados para este propósito.
Cabe destacar que un rasgo importante del RCM es que provee un encuadre
efectivo y paso a paso para tratar a todos ellos al mismo tiempo, y para
involucrar a todos aquellos que tengan relación con el equipo y con el proceso
del que forman parte.
Capítulo II. Funciones
Este capítulo explora cómo deben definirse las funciones, explica los dos tipos de
estándares de funcionamiento principales, las diferentes categorías de funciones y
muestra cómo se deben listar las funciones.
En otro orden de ideas, este capítulo enfoca que el contexto operacional se inserta
por completo en el proceso de formulación de estrategias de mantenimiento,
comenzando por la definición de funciones, es por ello que el contexto no solo
afecta drásticamente las funciones y las expectativas de funcionamiento, sino que
también afecta la naturaleza de los modos de falla que pueden ocurrir, sus efectos
y consecuencias, la periodicidad con la que pueden ocurrir y qué debe hacerse
para manejarlas. Todo esto significa que cualquiera que comience a aplicar RCM
a cualquier proceso o activo físico debe asegurarse de tener un claro
entendimiento del contexto operacional antes de comenzar. Es por ello que este
capítulo presenta algunos de los factores importantes que deben ser considerados
como son:
-Estándares medio ambientales; un aspecto cada vez más importante del contexto
operacional de cualquier activo es el impacto que tiene (o podría tener) sobre el
medio ambiente. Existe un interés creciente en todo el mundo sobre este tema, lo
que significa que cuando mantenemos cualquier activo tenemos que satisfacer
dos tipos de "usuarios": el primero es la gente que opera la máquina, y el segundo
es la sociedad como un todo, que quiere tanto que el activo como el proceso del
cual forma parte no cause ningún daño al medio ambiente.
Otros factores de vital importancia como, los turnos de trabajos, los productos en
proceso, tiempo de reparación, repuestos, la demanda del mercado, el
abastecimiento de materias primas y la documentación del contexto operacional,
son esenciales para asegurar que toda persona involucrada en el desarrollo de un
programa de mantenimiento de cualquier activo físico comprenda totalmente el
contexto operacional del mismo. La mejor manera de hacer esto es documentando
el contexto operacional como parte del proceso de RCM; si es necesario puede
llegarse a incluir la definición de misión de la organización.
Así mismo, este capítulo recopila todo lo concerniente a los diferentes tipos de
funciones, el cual todo activo físico tiene más de una función, por lo general tiene
varias. Es por ello, que el objetivo del mantenimiento es asegurarse que continúe
realizando estas funciones, entonces todas ellas deben ser identificadas junto con
los parámetros de funcionamiento deseados. En tal sentido, las funciones se
dividen en dos categorías principales (funciones primarias y secundarias) y estas a
su vez se dividen en varias subcategorías. Por último, en este capítulo refleja el
cómo listarse las funciones.
Básicamente, este capítulo considera la segunda pregunta del proceso del RCM,
que trata sobre las fallas y las fallas funcionales de los equipos. La falla es
considerada como la incapacidad de cualquier activo de hacer aquello que sus
usuarios quieren que haga, en cuanto a la falla funcional, es establecida como la
incapacidad de cualquier activo físico de cumplir una función según un parámetro
de funcionamiento aceptable para el usuario.
También, este capítulo exploran las fallas funcionales bajo los siguientes aspectos:
Falla total y parcial, los límites superiores e inferiores, los Instrumentos de
medición de indicadores y el contexto operacional. Es por ello que la definición
exacta de falla para cualquier activo depende en gran parte de su contexto
operacional. Esto significa que de la misma manera que no se debe generalizar
acerca de funciones de activos idénticos, también se tiene que tener cuidado en
no generalizar acerca de sus fallas funcionales.
En síntesis, este capítulo indaga que al definir las funciones y los parámetros de
funcionamiento deseados de cualquier activo físico, se define los objetivos de
mantenimiento para dicho activo. También, definiendo las fallas funcionales se
puede determinar exactamente qué se aspira decir con falla.
Este capítulo parte con la definición modo de falla, que es definido como cualquier
evento que pueda causar la falla de un activo físico (o sistema o proceso). En tal
sentido, este se señala que la mejor manera de mostrar la conexión y la diferencia
entre los estados de falla y los eventos que podrían causarlos es primero hacer un
listado de fallas funcionales, y luego registrar los modos de falla que podrían
causar cada falla funcional. Por otra parte, se establece que para el análisis de las
fallas la descripción debe ser lo suficientemente detallada para poder seleccionar
una estrategia demanejo defalla apropiada.
Asimismo, menciona que los verbos que se usan para describir los modos de falla
deben elegirse cuidadosamente, ya que tienen una influencia muy fuerte en el
proceso posterior de selección de políticas de manejo de las fallas.
De esta forma, este capítulo establece que la identificación de los modos de falla
es uno de los pasos más importantes en el desarrollo de cualquier programa que
pretenda asegurar que el activo físico continúe cumpliendo sus funciones.
También señala que en la práctica, dependiendo de la complejidad del activo
físico, su contexto operacional y el nivel al que está siendo analizado, se registran
entre uno y treinta modos de falla por cada falla funcional.
Las últimas tres partes de este capítulo, consideran los efectos de falla,fuentes de
información para un AMFE, los niveles de análisis y cómo deben serregistrados
los modos de falla y sus efectos.
Por otra parte, los niveles de detalle seleccionado deben permitir identificar una
política de manejo de falla adecuada. Por lo general, pueden seleccionarseniveles
altos (menor detalle) sielcomponente osubsistema admiten trabajar a rotura o bien
realizar tareas de búsqueda de falla, mientras que los niveles más bajos (más
detalle) debe seleccionarse si el modo de falla puede estar sujeto a algún
mantenimiento proactivo.
Este capítulo hace énfasis a la quinta pregunta del proceso del RCM, el cual se
especifica como: ¿De qué manera importa cada falla?
En esta sección, señala que cada vez que ocurre una falla en un activo físico, de
alguna manera afecta a la organización que lo utiliza. Algunas fallas afectan la
producción, la calidad del producto o la atención al cliente. Otras representan un
riesgo para la seguridad o el medio ambiente. Algunas incrementan los costos
operativos,y otras aparentemente no tienen efecto alguno si ocurren por sí solas,
pero ponen en riesgo a la organización, exponiéndola a fallas mucho más serias.
En otro orden de ideas, cabe destacar que el resto de este Capítulo considera los
criterios utilizados para evaluar las consecuencias de la falla de los activos.Estas
consecuencias se dividen en cuatro categorías en dos etapas distintas, como son
las funciones ocultas y las funciones evidentes; considerando que unafunción
evidente es aquella cuyafalla eventualmente e inevitablemente se hará evidente
por sí sola a los operadores en circunstancias normales, y una función oculta es
aquella cuyafalla no se hará evidente a los operarios bajo circunstancias normales,
si se produce por sí sola.
En tal sentido, este capítulo señala que las fallas evidentes se clasifican en tres
categorías, como son: Las consecuencias para la seguridad y el medio ambiente,
consecuencias operacionales y las consecuencias no operacionales.
Por tal motivo, si una falla pudiese afectar la seguridad del medio ambiente, el
proceso de RCM estipula que debemos intentar prevenirla, ya que los modos de
falla que tienen consecuencias para la seguridad o el medio ambiente, sólo
merece la pena realizar una tarea proactiva si reduce la probabilidad de la falla a
un nivel tolerablemente bajo. Si no pudiese hallarse una tarea proactiva que logre
éste objetivo satisfaciendo al grupo que está haciendo el análisis, estaríamos
tratando con un riesgo ambiental o para la seguridad que no puede ser
adecuadamente prevenido. Esto significa que algo debe ser cambiado para hacer
que el sistema sea seguro. Éste "algo" podría ser el activo físico mismo, un
proceso, o un procedimiento operativo.
En consecuencia, los cambios de este tipo al realizarse por única vez se clasifican
como "rediseños", y por lo general se realizan para alcanzar los objetivos
siguientes:
Reducir a un nivel tolerable la probabilidad que ocurra la falla.
Cambiar las cosas para que la falla no tenga consecuencias para el medio
ambiente o para la seguridad.
Volumen de producción.
Calidad de producto.
Servicio al cliente.
Costo operacional, sumado el costo directo de la reparación.
En este mismo orden, se puede notar que en el caso de modos de falla que
tengan consecuencias para la seguridad o el medio ambiente, el objetivo es
reducir la probabilidad de falla a niveles realmente bajos. En el caso de
consecuencias operacionales, el objetivo es reducir la probabilidad (o la
frecuencia) a un nivel económicamente tolerable. Finalmente, debe tenerse en
cuenta que las consecuencias operacionales de cualquier falla están fuertemente
influidas por el contexto en el que opera el activo. Esta es otra de las razones por
la cual debe tenerse mucho cuidado en que el contexto operacional sea el mismo
antes de aplicar un programa de mantenimiento desarrollado para un activo a otro.
Este capítulo plantea las distintas formas de prevenir las fallas, y su desarrollo
trata sobre la sexta pregunta del proceso básico del RCM; ¿Qué puede hacerse
para predecir o prevenir cada falla? Básicamente, esta estudia el criterio utilizado
para decidir si las tareas proactivas son técnicamente factibles, también describen
en mayor detalle cómo se puede realizar ciertas categorías de tareas.
Dentro del primer punto de esta sección señala que la factibilidad técnica de una
tarea se define como: Una tarea es técnicamente factible si físicamente permite
reducir o realizar una acción que reduzca las consecuencias del modo de falla
asociado, a un nivel que sea aceptable al dueño o usuario del activo.
Por otro lado, esta parte denota que desde el punto de vista técnico, existen dos
temas a tener en cuenta para la selección de tareas proactivas, las cuales son:
Durante este capítulo se consideran las tareas que se aplican cuando existe una
relación entre la edad (o exposición al esfuerzo) y la falla.
Por otro lado, las fallas relacionadas con la edad y mantenimiento preventivo se
aplican a componentes muy simples, o a componentes complejos que sufren de
un modo de falla dominante. En tal sentido, las características del desgaste
ocurren mayormente cuando los equipos entran en contacto directo con el
producto, y las fallas relacionadas con la edad tienden a estar asociadas con la
fatiga, la oxidación, la corrosión y la evaporación.
Por tal motivo, esta sección desglosa dos opciones preventivas para reducir la
incidencia de este tipo de modos de falla, estas son las tareas de
reacondicionamiento cíclico y las tareas de sustitución cíclica.
El último punto de esta sección trata sobre las fallas no asociadas con la edad, el
cual se especifica que uno de los desarrollos más desafiantes de la administración
del mantenimiento moderno ha sido el descubrimiento de que en realidad muy
pocos modos de fallas se ajustan a alguno de los patrones de falla, esto se debe
principalmente a la combinación de variaciones en el esfuerzo aplicado y la
complejidad.
Este capítulo también se enfoca en la sexta pregunta del proceso básico del RCM;
¿Qué puede hacerse para predecir o prevenir cada falla?
Cabe destacar que la primera sección de este capítulo trata sobre las fallas
potenciales y mantenimiento a condición, el cual enfatiza que una falla potencial
es un estado identificable que indica que unafalla funcional está a punto de ocurrir
o en el proceso de ocurrir. Por otro lado, las tareas designadas para detectar fallas
potenciales se conocen como tareas a condición, el cual consisten en chequear si
hay fallas potenciales, para que se pueda actuar para prevenir la falla funcional o
evitar las consecuencias de la falla funcional.
En tal sentido, las tareas a condición se llaman así porque los elementos que se
inspeccionan se dejan en servicio a condición de que continúen cumpliendo con
los parámetros de funcionamiento especificados. Esto también se conoce como
mantenimiento predictivo (porque estamos tratando de predecir si y posiblemente
cuándo el elemento va a fallar basándonos en su comportamiento actual) o
mantenimiento basado en la condición (porque la necesidad de acciones
correctivas o para evitar las consecuencias se basa en una evaluación de la
condición del elemento.)
En otro orden de ideas, este capítulo señala que existen cuatro categorías
principales de técnicas a condición las cuales son:
Otra sección de este capítulo se basa en las tareas a condición, el cual señala que
si es técnicamente posible el mantenimiento a condición, se necesita prestar un
cuidado especial a dos temas. Estos se refieren a la distinción entre fallas
potenciales y funcionales, y la distinción entre falla potencial y edad.
Por último, este capítulo presenta el cómo se deben seleccionar las tareas
proactivas, el cual desglosa que generalmente no es difícil decidir si una tarea
proactiva es técnicamente factible ya que la decisión está determinada por las
características de la falla.
En primer orden, este capítulo desglosa que la búsqueda de falla son las tareas
diseñadas para chequear si algo todavía funciona. En tal sentido, la búsqueda de
fallas se aplica sólo a las fallas ocultas o no reveladas, y a su vez, las fallas
ocultas sólo afectan a los dispositivos de protección. Por tal motivo, esta sección
señala que si la industria actual toma en serio la seguridad y la integridad del
medio ambiente, debe darle la máxima prioridad a todo eltema de búsqueda de
fallas como tema urgente.
Minimizar el riesgo mientras la tarea está siendo realizada, esto debe ser posible
llevando a cabo una tarea de búsqueda de falla sin incrementar significativamente
el riesgo de la falla múltiple.
Por último la frecuencia debe ser práctica, ya que debe resultar práctico realizar la
tarea de búsqueda de falla a los intervalos requeridos. Sin embargo, antes de que
se pueda decidir si el intervalo requerido resulta práctico, se necesita determinar
qué intervalo se requiere.
No puede encontrarse una tarea cíclica apropiada para una función oculta,
y la falla múltiple asociada no tiene consecuencias para la seguridad o el
medio ambiente.
No puede encontrarse una tarea proactiva que sea costo-eficaz para fallas
que tienen consecuencias operacionales o no operacionales.
Además, el Rediseño como Acción "a Falta de", en el caso de las fallas que tienen
consecuencias para la seguridad o el medio ambiente, es la "acción a falta de"
obligatoria, y en los otros tres casos, "puede ser deseable". En este punto del
capítulo, se considera cada caso en mayor detalle, comenzando con el de la
seguridad.
Por consiguiente, este capítulo destaca que en el caso de las fallas ocultas, el
riesgo de una falla múltiple puede ser reducido modificando el equipo en una de
las cuatro maneras siguientes:
Como otro punto relevante de este capítulo, se destaca que en las consecuencias
operacionales y no operacionales no puede llegar a encontrar una tarea preventiva
que sea técnicamente factible y que merezca la pena ser realizada para fallas con
consecuencias operacionales o no operacionales, la decisión "a falta de"
inmediata es no realizar mantenimiento programado. Sin embargo, puede que
todavía sea conveniente modificar el equipo para reducir los costos totales. Para
lograrlo, la planta podría ser modificada para:
Finalmente, esta sección señala que almacenar el análisis en una Base de Datos
hace que la revisión, perfeccionamiento, y actualización de los análisis ante la
toma de conocimiento de nuevos datos y/o cambios de contexto sea infinitamente
más fácil.
Capítulo XI. Implementando las Recomendaciones de RCM.
Por consiguiente, este capítulo en su primera sección señala los pasos claves
para obtener los máximos beneficios a largo plazo del RCM, estos pasos se
muestran a continuación:
De igual manera esta sección señala el cómo se debe describir las tareas. En tal
sentido cabe destacar que cada tarea debe ser descripta con el detalle suficiente
para que no quede ninguna duda acerca de lo que debe ser hecho. Sin duda
alguna, el grado de detalle que se requiere estará influido por la experiencia y las
habilidades generales de las personas involucradas en su realización.
De cualquier manera, hay que tener en mente que cuanto menor detalle se tenga
en la descripción de la tarea, mayores el riesgo de que alguien olvide hacer un
paso importante o que elija hacer una tarea errónea o ambas cosas a la vez. En
este contexto, se debe tener un cuidado especial en la descripción de tareas de
búsqueda de fallas. Así mismo, la descripción de las tareas también debe explicar
la acción a seguir si se encuentraalgúndefecto.
Por otro lado los cambios en la manera en que se opera la planta, en esta parte la
manera en que se debe operar la planta se debe manejar de la misma manera que
las tareas rutinarias que se realizan en los procesos operativos.
Por último, los cambios en las capacidades de las personas, la mayoría de los
casos la forma más eficiente de hacer esto es revisando o extendiendo los
programas de capacitación existentes, o directamente desarrollando programas
nuevos. Cabe destacar que la mayoría de las organizaciones, esto puede o
debería hacerse en conjunto con el departamento de capacitación (recursos
humanos).
Ahora bien, los programas debaja frecuencia son aquellos que se hacen con
intervalos deun mes omás. Por lo general implican un trabajo mayor con lo que se
necesita más tiempo para realizarlos y por lo general debe detenerse laplanta
mientras seestán llevando acabo.Como resultado deesto, necesitan sistemas de
planeamiento y de control más complejos.
Por consiguiente, en la última sección de este capítulo el autor Jonh Moubray nos
da a conocer tolo lo concerniente a los datos de historia técnica, el cual señala que
un número sorprendente de personas cree que sólo pueden formularse políticas
de mantenimiento efectivas sobre la base de abundante información histórica de
las fallas. En tal sentido, este autor especifica que a partir de esa creencia se han
instalado en todo el mundo miles de sistemas de registros manuales o
computarizados de historia técnica.
Así mismo, esta sección hace énfasis al rol que juega el análisis actuarial al
momento de establecer Políticas de Mantenimiento, el cual especifica que si ha de
ocurrir una falla crítica a pesar de los mejores esfuerzos en diseñar las políticas de
mantenimiento, el análisis actuarial puede utilizarse para establecer los límites de
edad de las fallas de mayor importancia necesarios para proteger la seguridad
operativa de los activos. Por tal motivo, el uso principal del análisis actuarial en
mantenimiento es estudiar los problemas de confiabilidad en la zona intermedia,
donde hay una relación indefinida entre edad y fallas que tienen consecuencias
económicas significativas, pero no de seguridad. En tal sentido este autor señala
que estas fallas caen en dos categorías:
La primera categoría de fallas cae en aquellas asociadas con un gran
número de componentes idénticos cuyas funciones son prácticamente
idénticas, y cuyas fallas sólo pueden tener un impacto menor cuando se
toman individualmente pero cuyo efecto acumulativo puede tener un
impacto importante sobre el costo.
La segunda categoría de fallas que ameritan investigación actuarial son
aquellas que son menos comunes pero se cree que tienen relación con la
edad, y donde el costo de cualquier tarea preventiva y el costo de la falla
son muy altos.
Básicamente este capítulo describe como pueden usarse grupos reducidos para
reunir información, compatibilizar distintos puntos de vista y tomar decisiones en la
aplicación del RCM. Sin embargo, esta parte del capítulo también examina la
información necesaria para responder a cada pregunta del proceso de RCM.
En tal sentido, para lograr un estándar razonable un Facilitador de RCM debe ser
competente y debe tener habilidades que puedan ordenarse dentro de las 5
categorías siguientes:
1. Aplicar la lógica RCM
2. Dirigir el análisis.
3. Conducir las reuniones.
4. Administrar el tiempo.
5. Administrar la logística e interacción con los niveles superiores.
En el tema en que un Facilitador debiera ser experto, lo que quiere decir es que
generalmente se requiere un entrenamiento apropiado. Además, este autor señala
que el facilitador debería ser un empleado a tiempo completo de la organización
que opera y mantiene a un activo. Por ende este autor recomienda que no sean
utilizados como Facilitadores de RCM quienes no pertenecen a la organización.
Por otro lado, el enfoque selectivo el autor señala que en la mayoría de los casos,
el camino más sencillo, más rápido y más eficaz para identificar los activos físicos
que están causando los problemas más serios (especialmente en términos de
consecuencias de fallas) es preguntando a los usuarios. Esto generalmente quiere
decir preguntar a gerentes de producción o de operaciones de todos los niveles.
En tal sentido, el autor especifica que si los peores problemas no son evidentes
inmediatamente, o si no es posible lograr consenso acerca de dónde comenzar
informalmente, entonces a veces es necesario decidir dónde debe aplicarse RCM
usando un criterio más formal. Esto puede realizarse en tres etapas:
Por ello, el autor da a conocer que por lo general las organizaciones que adoptan
el enfoque selectivo, aplican el RCM del 20% al 40% de sus activos, ya que hay
cientos o miles de elementos para elegir en un emprendimiento grande, lo más
sensato es comenzar a aplicar una técnica con el poder de RCM en aquellas
áreas donde se encuentran los peores problemas. Una vez tratados estos activos,
se decide si RCM será usado para analizar otros activos con problemas menos
serios, y así sucesivamente.
Analizando todos los activos del lugar de una manera corta e intensa.
Revisando en etapas todos los equipos del lugar.
Por tal motivo, el autor señala que este enfoque asegura un sentido mucho más
amplio de pertenencia de los problemas de mantenimiento y sus soluciones en el
largo plazo. Esto no sólo mejora la motivación individual y el trabajo de equipo,
sino que también asegura que los resultados del ejercicio son mucho más
propensos a perdurar.
En tal sentido, el autor sugiere que el camino más seguro para lograr la mayoría o
todos los beneficios positivos de RCM es aplicar el proceso en el nivel apropiado,
y hacerlo así en forma regular usando grupos de personas entrenadas que
representen las funciones de operaciones y mantenimiento, y que tengan un
conocimiento profundo y de primera mano del equipo bajo revisión.
Por tal motivo, el autor especifica que la mejor manera de asegurar que una gran
cantidad de personas adquiera rápidamente las habilidades necesarias, es
realizando un entrenamiento apropiado. También el autor da a conocer que la
combinación más apropiada de cursos para la gente en distintos niveles es la
siguiente:
La primera sección de este capítulo trata sobre la manera del cómo medir el
desempeño de Mantenimiento. En este punto el autor señala que el desempeño
de mantenimiento puede ser considerado desde dos puntos de vista bien distintos.
Otros dos resultados menos tangibles, que fueron mencionados en el Capítulo 13,
son que los participantes en el proceso aprenden mucho sobre como el activo
trabaja, y también que tienden a funcionar mejor como equipo.
En tal sentido, el autor considera que para alcanzar todos estos resultados
requiere de mucho tiempo y esfuerzo, especialmente si el RCM es aplicado como
se describe en el Capítulo 13. Sin embargo, si el RCM es aplicado correctamente,
rinde beneficios que a largo plazo superan los costos involucrados.
Por último se puede decir que en el Capítulo 14 se explica que el RCM devenga
retornos sustanciales, pero que la naturaleza de estos ahorros varía mucho de una
organización a otra.
Por tal motivo, en casos como este, la medida global más simple del desempeño
operacional de la planta como un todo es la producción total del período. Si los
usuarios sienten que la planta no está produciendo lo que debería estar
produciendo en forma regular, no estarían satisfecho hasta que la situación se
corrija. Hasta ese momento, los usuarios estarían inclinados a juzgar la efectividad
en términos de producción total respecto a los objetivos. Por ende, el autor
considera que lo antes mencionado debe ser reconocido cuando se establezca
cualquier sistema de registro de la efectividad de mantenimiento.
En otro orden de ideas, el autor considera que el más importante punto sobre la
medición de la efectividad de las actividades de mantenimiento es el hecho que
cada activo tiene más de una y a veces docenas de funciones. Esto significa que
si un activo tiene diez funciones, la efectividad con que este activo está siendo
mantenido puede ser medida de (al menos) diez maneras diferentes.
Por tal motivo, el autor considera que si una función incluye múltiples estándares
de desempeño, es tentador intentar desarrollar una única medida compuesta de
efectividad para toda la función. Por ejemplo, la función primaria de una máquina
desempeñando una operación de conversión en una instalación de manufactura
usualmente incorpora tres estándares de desempeño, como sigue:
Debe trabajar.
Debe trabajar al ritmo correcto.
Debe producir la calidad requerida.
En tal sentido la efectividad con que continúe alcanzando cada una de estas
expectativas es medida por la disponibilidad, la eficiencia y el rendimiento. Esto
sugiere que una medida compuesta de la efectividad con que esta máquina está
satisfaciendo su función primaria en forma continua puede ser determinada
multiplicando estas tres variables, como sigue:
Así mismo, el autor señala que las medidas de eficiencia pueden ser agrupadas
en cuatro categorías, ellas son: costos de mantenimiento, mano de obra,
repuestos y materiales, planificación y control.
En cuanto a los costos de mantenimiento, son los costos directos de
mantenimiento como: mano de obra, materiales y contratistas, como opuestos a
los costos indirectos asociados con un pobre desempeño de los activos.
Por otro lado, los costos de mano de obra de mantenimiento típicamente son entre
un tercio y dos tercios del total de los costos de mantenimiento, dependiendo de la
industria. En este contexto, los costos de mano de obra de mantenimiento deben
incluir gastos de mano de obra contratada (la cual es frecuentemente
erróneamente agrupada bajo repuestos y materiales porque es externa). Algunas
formas comunes de medir y analizar la eficiencia de la mano de obra de
mantenimiento son las siguientes: