Una de las mayores dificultades tanto en el diagnóstico, como en la evaluación
y tratamiento de las enfermedades mentales deriva de la baja conciencia de enfermedad o insight, típica de estos pacientes y por lo tanto, la escasa motivación al cambio que produce esa “negación” de la realidad. Esto provoca, no sólo la tardanza en el diagnóstico, sino que no se puedan iniciar los tratamientos de forma adecuada. La conciencia de la enfermedad tiene una relación directa con la adhesión al tratamiento y con la motivación con el que querer lograr un cambio. Es muy relevante, en los trastornos mentales, como los trastornos disociativos de la conciencia, psicóticos (esquizofrenia), o los trastornos de alimentación (anorexia y bulimia nerviosa). De hecho, la falta de conciencia de enfermedad hace que se aumenten las recaídas, además de alargar el tiempo de los ingresos hospitalarios, lo que no solo tiene consecuencias a nivel individual, sino en el ámbito social, familiar y laboral. Al ser un término con múltiples acepciones, dependiendo de la perspectiva teórica, algunos profesionales usan el término “Insight” para referirse a la capacidad de introspección de autoconocimiento y autoevaluación interna que tiene el individuo
¿Qué significa tener una buena conciencia de enfermedad o insight?
una buena capacidad para reconocer la enfermedad,
para atribuir los síntomas de los que se es consciente, a la enfermedad, ya sea en el momento actual o de forma retrospectiva. capacidad para apreciar las consecuencias que a nivel social conlleva la enfermedad y, la capacidad de reconocer la eficacia del tratamiento sobre la enfermedad. Dicho con otras palabras, no tener conciencia de la enfermedad, hace que este tipo de pacientes no se ajusten bien a los tratamientos ya que entienden que nos lo necesitan, a lo que se suma que no están motivados para realizar un cambio que exige mucho. Sobre todo, en la gestión de ciertas enfermedades mentales, es crucial el apoyo coordinado de la familia y los profesionales de la salud, que deben priorizar sus esfuerzos en favorecer un buen insight.
Anosognosia o falta de conciencia de la enfermedad
La anosognosia o falta de conciencia de enfermedad se refiere a la pérdida de
la capacidad para percibir adecuadamente las consecuencias producidas por el daño cerebral adquirido. Las dificultades se pueden presentar a la hora de tomar conciencia de las limitaciones físicas, cognitivas y/o conductuales. No obstante, la escasa conciencia de las alteraciones cognitivas y, especialmente de las conductuales, ofrece mayor resistencia y complejidad en su recuperación.
Déficit en la percepción de las limitaciones físicas: Aunque la mayoría de
los pacientes perciben de forma ajustada a la realidad sus limitaciones físicas (“no puedo andar”), algunos de ellos pueden negar la evidencia (“yo puedo andar, pero no me dejan”). Otros, aún percibiendo las limitaciones, no son capaces de hacer una previsión ajustada de su evolución y de sus repercusiones funcionales (“ya sé que llevo mucho tiempo estancado, pero si trabajo más horas finalmente lograré moverme como antes”). Déficit en la percepción de las limitaciones cognitivas: La disminución de las capacidades cognitivas (atención, memoria, velocidad de procesamiento, etc) no resulta tan obvia como en el caso de las limitaciones físicas, y requiere de un mayor esfuerzo para percibirla con precisión. Uno de los objetivos de la rehabilitación es el de ayudar a los pacientes a comprender y a aceptar sus limitaciones. Sin embargo, en numerosas ocasiones el proceso de toma de conciencia se alarga y se plaga de dificultades, ya sea por el tipo de lesión o por la frustración que genera la pérdida de habilidades. En consecuencia, muchos pacientes niegan o minimizan sus déficits. Es muy frecuente, por ejemplo, el caso de los pacientes que insisten en que sus problemas de memoria son previos a la lesión. Déficit en la percepción de las limitaciones conductuales: Las alteraciones emocionales y/o conductuales (irritabilidad, apatía, desinhibición, etc.) son las más difíciles de percibir puesto que, reconocer un cambio significativo en la forma de sentir e interactuar con nuestro entorno puede poner en peligro la pérdida de nuestra identidad personal. Por lo tanto, no es de extrañar que muchos pacientes se resistan a admitir que “no son los mismos”. Suelen justificar su comportamiento atribuyendo la responsabilidad de sus reacciones a agentes o situaciones externas (“si me provocas, es normal que me ponga así”). Estas deficiencias suponen además una gran sobrecarga en la familia, encontrándose en situaciones de difícil manejo. La adecuada conciencia de enfermedad es imprescindible para que los pacientes se motiven, se impliquen y participen de forma activa en el proceso de rehabilitación. Sin una ajustada percepción de los déficits físicos, cogntivos y/o conductuales, los pacientes tienden a infravalorar o incluso a negar la necesidad de seguir un proceso de rehabilitación. De la misma forma, la inadecuada conciencia de enfermedad conlleva una importante limitación en la posterior integración socio-laboral de los pacientes. Para conseguir ser plenamente consciente de las consecuencias del daño cerebral, no basta con conocer los déficits físicos, cognitivos y/o conductuales (“tengo importantes dificultades atencionales”), sino también es imprescindible reconocer las limitaciones que estas dificultades plantean en la vida diaria para poder actuar en consecuencia (“no soy capaz de conducir”) y planificar objetivos realistas (“no voy a poder reincorporarme a mi puesto de trabajo”). Hay que tener en cuenta que la toma de conciencia no suele ser un proceso sencillo. La grave alteración de las capacidades cognitivas que suele conllevar el daño cerebral adquirido dificulta en muchas ocasiones la toma de conciencia. Asimismo, los mecanismos de defensa (negación) y el doloroso proceso de duelo se suman a las dificultades, requiriendo de tiempo y de supervisión profesional para su manejo. La confrontación debe ser progresiva y adecuada a las necesidades de cada paciente, resaltando el positivo efecto terapéutico de los grupos de conciencia.