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Universidad Nacional de Costa Rica

Escuela de Sociología.

Curso: Sociología Inter y Transdisciplinaria III.

Artículo de opinión

Profesora: Carolina Sánchez Hernández.

Estudiante: María José González Alemán.

Ciclo II, 2017.


Género y Lingüística

¿Por qué todos y todas?

La temática de lemas asociados al género ha adquirido relevancia en la actualidad,


siendo protagonista en debates políticos, sociales y culturales. Sin embargo se
desconoce y se maneja una gran desinformación al respecto, empezando incluso
por lo básico, ¿en qué pensamos cuando se menciona la palabra género? Pasa que
si no se tiene cierta iniciación en el tema suele ser confuso, pues no se piensa
directamente como una cuestión de identidad, tampoco como comportamientos que
socialmente nos han enseñado como apropiados, y se suele asociar erróneamente
al sexo, reduciéndolo a: hombre/mujer masculino/femenino.

Y resulta muy válido el preguntarse: ¿Qué tiene que ver esto con el lenguaje?

Todo lo que hoy en día conocemos, e incluso las distintas formas de percibir el
mundo, pasa por el lenguaje, y este está lleno de patrones sociales, de doctrinas
históricas construidas socialmente; el tema se vuelve complejo al momento que se
cuestiona algo que tiene mucho poder y que no ha sido confrontado por muchos
años, es decir, no tenemos muy claro a quien o quienes dirigirnos nuestras dudas
con respecto a la Lingüística, porque es muy debatible lo que se permite dentro de
la norma, la gramática, las diferentes culturas, y los correctos usos de las palabras,
hay una historia que explica de donde surge el lenguaje, y la etimología de lo que
hoy conocemos como el idioma español, pero ¿En qué se basa esa norma y ese
uso adecuado?, eso no está tan expuesto. Y es por esto que surgen ciertas dudas
con respecto a si el lenguaje es sexista, hay que estar claros en que el lenguaje es
una pilar en la crianza, la educación y los comportamientos que van a ser
reproducidos a lo largo de las vidas de las personas, ya que puede afectar la imagen
de la realidad que nos construimos y visualizamos, y por ende el cuestionarse si en
la Lingüística hay rastros de sexismo es algo importante, pues va más allá de una
re significación de las palabras, pasa por la importancia de reconocer que el
lenguaje influye de gran manera en la apreciaciones.
Menciono lo anterior, porque el nombrar algo o a alguien, y compartirlo con otras
personas, es darles reconocimiento, y registrar su presencia, lo que ayuda a no
ignorar la importancia de lo que esto simboliza. Se nos enseña a conocer el mundo
por medio de nombres de objetos, personas, lugares, todo. Prácticamente todo
aquello que exista, y que el ser humano tenga conocimiento sobre esto, tiene
nombre, y así se transmite. Por lo que, si algo existe, pero decido no nombrarlo y
pasarlo por alto, le quito validez, es una negación a su presencia.

Para poder comprender esto en un ejemplo, sólo es necesario pensar en algún


caso de la vida cotidiana: Actualmente gran parte de la sociedad reconoce que las
profesiones no se dividen en trabajos de hombres, o trabajos de mujeres, que todas
las personas son capaces de ejercer el trabajo para el cual se han preparado, sin
embargo en documentos de uso oficiales, es común ver hablar de médicos,
abogados, gerentes, ingenieros, entre otros. Y son pocas las veces que se piensa
en una jueza, doctora, ingeniera, abogada, o científica. Se da a entender cuando se
ignora esto, que la mayoría de producción literaria, y de todo tipo en general, en lo
que la historia de la humanidad respecta, ha sido y es dominada por hombres. Y se
dejan por fuera la presencia de las mujeres y sus logros. Si en un espacio en el que
se encuentran personas de la carrera de derecho, y hay tres hombres y tres mujeres,
se les saluda como abogados, y después abren un despacho de abogados, y se les
sigue llamando abogados en plural, esto podría no ser(no aplica en todos los casos)
molestia para las tres mujeres abogadas, pero ¿qué pasa si alguien se dirige a cinco
mujeres y un hombre, diciéndoles: nosotras, todas, muchachas?

Sería importante pensar en si él va a reaccionar de la misma manera que las


abogadas, omitiendo la generalización, o si se sentiría ofendido, pongo este ejemplo
porque pasa muy constantemente en la rutina diaria, que si a un hombre se le
nombra o se le asocia en algo que es considerado como “femenino” es una ofensa
para este, pero el que se reproduzca en la actualidad: “La historia del hombre” “El
hombre a través de los tiempos”, “La evolución del hombre”, eso por lo visto no debe
de ser tomado por las mujeres como una ofensa.
¿Tienen las palabras genitales? La respuesta es no, por lo que el reconocer a la
mujer en la lingüística ciertamente no consiste en etiquetar todo, de dividirlo y
diferenciarlo entre hombre o mujer, o de que todos los conceptos sean revisados y
cambiados. El asunto va más allá del uso de: “todos y todas”, “los y las”, lo que
realmente debería de ser el punto de referencia es el hecho de que el poder
pronunciar algo, es una forma de reconocer la validez de lo que se nombra, pues el
afán es crear un espacio en el cual las mujeres no tengan trabas al momento de
expresarse, y que puedan transmitir conocimientos, y proyectos en los que están
participando.

Ciertamente, es un tema en ocasiones ambiguo, y se ha ido manoseando mucho, a


tal punto que puede llegar a ser difícil encontrar el sentido principal, que responde
al significado que se les asigna a las palabras, y como estas responden
directamente a la comunicación, es decir el lenguaje, y las interacciones por las
cuales los seres humanos se relacionan entre sí. por lo tanto, es importante pensar
en un lenguaje que no sea un aliado más del sistema patriarcal, el cual tiene sus
redes muy bien tejidas, y obstaculiza la sana convivencia entre las personas, es
importante hacer de esto un tema de interés colectivo, es decir, que se pueda
expandir más allá del ámbito científico o académico, que es en el que se comenta
con más frecuencia, pues todos y todas nos vemos traspasados por las
consecuencias del patriarcado, y es necesario poder pensar y actuar por un
ambiente de convivencia y entendimiento equitativo.

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