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TERCERA PARTE
ONTIENE LO QUE HIZO DESPUÉS DE LA
bienaventurada.
LIBRO VII
C
ONTIENE CÓMO LA DIESTRA DIVINA PROSPERÓ A LA
REINA DEL CIELO DE DONES ALTÍSIMOS, PARA QUE
TRABAJASE EN LA SANTA IGLESIA; LA VENIDA DEL
ESPÍRITU SANTO; EL COPIOSO FRUTO DE LA REDENCIÓN Y
DE LA PREDICACIÓN DE LOS APÓSTOLES; LA PRIMERA
PERSECUCIÓN DE LA IGLESIA; LA CONVERSIÓN DE SAN
PABLO Y VENIDA DE SANTIAGO A ESPAÑA; LA APARICIÓN DE
LA MADRE DE DIOS EN ZARAGOZA Y FUNDACIÓN DE
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR.
CAPITULO 1
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CAPITULO 2
letra del sagrado texto, pero será con más brevedad, por
lo que ya queda dicho en la primera explicación. Y en
ésta hablaré en nombre del Evangelista para ceñirme
más en ella.
CAPITULO 3
44
CAPITULO 4
recibiesen.
CAPITULO 5
63. Los Apóstoles, como dice San Lucas (Act 2, 4), fueron
también llenos y repletos del Espíritu Santo, porque
recibieron admirables aumentos de la gracia justificante
en grado muy levantado y solos ellos doce fueron
confirmados en esta gracia para no perderla.
Respectivamente se les infundieron hábitos de los siete
dones, sabiduría, entendimiento, ciencia, piedad,
consejo, fortaleza y temor, todos en grado
convenientísimo. En este beneficio tan grandioso y
admirable como nuevo en el mundo, quedaron los Doce
Apóstoles elevados y renovados para ser idóneos
ministros del Nuevo Testamento (2 Cor 3, 6) y fundadores
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opresión, que les duró tres días, como a los judíos estar
en tierra tres horas. Y en aquellos días estuvieron Lucifer
y sus demonios dando formidables aullidos, con que todos
los condenados recibieron nueva pena y aterramiento de
confusísimo dolor. ¡Oh Espíritu inefable y poderoso! La
Iglesia Santa os llama dedo de Dios, porque procedéis
del Padre y del Hijo como el dedo del brazo y del cuerpo,
pero en esta ocasión se me ha manifestado que tenéis el
mismo poder infinito con el Padre y con el Hijo. En un
mismo tiempo con vuestra real presencia se movieron
cielo y tierra con efectos tan disímiles en todos sus
moradores, pero muy semejantes a los que sucederán el
día del juicio. A los santos y a los justos llenasteis de
vuestra gracia, dones y consolación inefable, y a los
impíos y soberbios castigasteis y llenasteis de confusión y
penas. Verdaderamente veo aquí cumplido lo que
dijisteis por Santo Rey y Profeta David (Sal 93, 1ss), que
sois Dios de venganzas y libremente obráis dando la
retribución digna a los malos, porque no se gloríen en su
malicia injusta ni digan en su corazón que no lo veréis ni
entenderéis, redarguyendo y castigando sus pecados.
que conoce.
CAPITULO 6
CAPITULO 7