Você está na página 1de 6

Trabajo : Informe de Lectura

Institución : Centro de Estudios Teológicos

Nombre : Viviana Celis Muñoz

Ximena Jara Naranjo

Asignatura : Antropología

Profesor : H. Soledad Bravo

Fecha : 6 de noviembre de 2015


Que es “ideología”, un concepto que antes significaba solo un conjunto de proposiciones
políticas, quizás algún tanto intelectuales e impracticables. Se ha convertido ahora “las aserciones,
teorías y metas integradas, que constituyen un programa político social, a menudo con la
implicación de artificiosa propaganda; por ejemplo, el fascismo que fue modificado en Alemania
para ajustarse a la Ideología nazi”

Casi universalmente ahora el familiar paradigma paródico reza así: “yo tengo una filosofía
social; tú tienes opiniones políticas; el tiene una ideología”

El proceso histórico por el cual el concepto de ideología vino a formar del concepto según
Mannheim; al darse cuenta de que el pensamiento sociopolítico no procede de una reflexión “está
siempre vinculado con la situación existente en la vida del pensador”, parecía contaminar ese
pensamiento con la vulgar lucha por adquirir ventajas sobre la cual pretendía elevarse. La cuestión
importante es establecer si esta absorción en su propio referente destruyo su utilidad científicamente
en general.

En el caso de Mannhein, este problema fue el motivo conductor de toda su obra: la


construcción, como él dice, de una “concepción no evolutiva de la ideología”, pero entre más
ahondaba en el problema más encontraba antigüedades, hasta someter su propio punto de vista al
análisis sociológico, termino en un relativismo ético y epistemológico.

Aunque repetidamente se haya proclamado el advenimiento de una sociología científica, el


reconocimiento de su existencia dista mucho de ser universal, aun entre los propios científicos
sociales, y en ninguna esfera es mayor la resistencia a sus pretensiones de objetividad que en el
estudio de la ideología. El hecho admitido de que el especial alegato ideológico, a partir de Mark,
estuvo muy a menudo envuelto en el ropaje de la “sociología científica”

Y cuando todo lo demás fracasa siempre es posible señalar una vez más que la sociología es
una ciencia joven, que ha sido tan recientemente fundada que todavía no tuvo tiempo de llegar a los
niveles de solidez institucional necesarios para sustentar sus pretensiones de libertad de
investigación en terrenos delicados. Es la posibilidad de que una buena parte del problema esté en
la falta de un refinamiento conceptual dentro de la ciencia social misma, de que la resistencia de la
ideología el análisis sociológico es tan grande porque dichos análisis son en realidad
fundamentalmente inadecuados, pues el marco teórico que emplean es notoriamente incompleto.
En efecto así es: que las ciencias sociales no han desarrollado todavía una concepción no
evaluativa de la ideología; que este defecto se debe menos a indisciplina metodológica que a
tosquedad teórica; que esta falta de efectividad se manifiesta principalmente al tratar la ideología
como una entidad en sí misma, como un sistema ordenado de símbolo culturales en lugar de
discernir sus contextos sociales y psicológicos (con respecto a los cuales nuestro aparato analítico
es mucho más refinado), y que la posibilidad de escapar a la paradoja de Mannhein está por eso en
el perfeccionamiento de un aparato conceptual capaz de tratar más efectivamente la significación.

Que la concepción de la ideología hoy imperante en las ciencias sociales es una concepción
enteramente evaluativa (es decir descriptiva) es un hecho bastante demostrado: “El estudio de la
ideología) versa sobe un modo de pensamiento que esta entregado a su propio curso”, como
menciona Werner Stark; “El pensamiento ideológico… es sospechoso, dudoso, algo que deberíamos
superar y expulsar de nuestra mente”.

El discípulo de Mannheim, Stark sostiene que todas las formas de pensamiento están
socialmente condicionadas por su naturaleza, pero que la ideología presenta además la desdichada
condición de estar psicológicamente “deformada” (“torcida”, “contaminada”, “falsificada”,
“anublada”, “desfigurada”) por la presión de emociones personales como el odio, el deseo, la
ansiedad o el miedo. La sociología del conocimiento trata del elemento social en la búsqueda y
percepción de la verdad, y de su inevitable confinamiento en una u otra perspectiva existencial.

Para valernos de un símil de Theodor Geiger…, el pensamiento determinado por el hecho


social es como el agua pura corriente, cristalina, clara, transparente; las ideas ideológicas como las
aguas sucias de un río, barrosas y contaminadas por las impurezas que han flotado en ellas. De un
agua es saludable de beber; hay que evitar la otra, que es veneno.

Esto es elemental, pero el mismo confinamiento del referente del término “ideología” a una
forma de radical depravación intelectual también aparece en contextos en los que los argumentos
políticos y científicos son muchos más refinados e infinitamente más penetrantes.

Es doctrinaria puesto que pretende la posesión completa y exclusiva de la verdad política y


rechaza todo compromiso de conciliación. Es total por cuanto aspira a ordenar toda la vida cultural.
Es total por cuanto aspira a ordenar toda la vida cultural y social de conformidad con la imagen de
sus ideales; es futurista pues pugna por alcanzar una utopía culminación de la historia.
Ni siquiera en niveles más abstractos y teóricos, en los que el interés es puramente
conceptual, desaparece la noción de que el término “ideología” se aplica apropiadamente a las ideas
de aquellos “que tienen opiniones rígidas y siempre erróneas”. En la más reciente consideración que
hace Talcott Parsons, de la paradoja de Mannheim, se manifiestan como los “criterios esenciales de
una ideología”: “el problema de la ideología surge cuando hay una discrepancia entre lo que se cree
y lo que puede establecerse científicamente como correcto”. Las “desviaciones” y “discrepancias”
del caso son de dos clases generales.

Las discusiones de ideas sociopolíticas que se acusan ab initio a causa de las palabras
mismas que se emplean para designar dichas ideas, como por ejemplo la palabra deformada o
alguno peor, incurren en una petición de principio. Desde luego, también es posible que el término
“ideología” quede sencillamente eliminado de todo el discurso científico y sea abandonado a su
suerte polémica, como ocurrió efectivamente con el término “superstición”. Pero como por el
momento no parece haber nada que lo reemplace y como está por lo menos parcialmente
establecido en el léxico técnico de las ciencias sociales, parece más aconsejable hacer un esfuerzo
para clarificarlo.

¿Qué es ideología?

Lo primero que debemos hacer antes de empezar a desentrañar el término ideología es


proceder a establecer el origen etimológico del mismo. En concreto está claro que procede del
griego y está conformado por la unión de dos partículas de dicha lengua: idea, que se define como
“apariencia o forma”, y el sufijo –logia, que puede traducirse como “estudio”.

La ideología es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una


persona, una colectividad o una época. También se trata de la doctrina filosófica centrada en el
estudio del origen de las ideas.

La ideología tiende a conservar o a transformar el sistema social, económico, político o


cultural existente. Cuenta con dos características principales: se trata de una representación de la
sociedad y presenta un programa político. Es decir, reflexiona sobre cómo actúa la sociedad en su
conjunto y, en base a eso, elabora un plan de acción para acercarse a lo que considera como la
sociedad ideal.
Aunque la sociedad ha sido objeto de estudio desde la Antigüedad, es en el siglo XIX
cuando se produce una áspera disputa en torno a la cientificidad de las disciplinas sociales
(Sociología, Política, Derecho, Historia, Economía y Antropología). El debate está aún lejos de
resolverse. Hubo autores en contra y en favor del carácter científico de estas disciplinas que se
abocaron al estudio del hombre cuando su mundo social se hizo problemático. Si las nuevas
disciplinas eran ciencias o no, la respuesta dependería del concepto de ciencia que se utilizara como
medida.

El mundo social del hombre del siglo XIX se volvió altamente problemático. Se necesitaba
establecer el papel del individuo en la sociedad, su relación con el Estado, el papel del Estado en la
economía, los límites del poder público, las relaciones entre las clases sociales, etc.; y para hacerlo
no se contaba con ningún conocimiento confiable. Había, efectivamente, tratados de política,
economía, derecho, etc., pero carentes de método de conocimiento apropiado y no resolvían los
problemas que se presentaban al hombre.

Frente a esta necesidad de explicar la sociedad y ordenarla, los investigadores encontraron


que existía carencia de conocimientos acerca de lo social, que sólo podría resolverse mediante el
conocimiento de la sociedad, es decir, mediante el desarrollo de las ciencias sociales. Era
incuestionable la necesidad de contar con una ciencia que explicara a la sociedad y diera cuenta de
los fenómenos que se establecen en la interrelación de los hombres que la conforman.

Según el texto, podemos mencionar que hay dos posiciones principales en el estudio de los
determinantes sociales de la ideología.

1.- La teoría de tensión: La cual se considera que es un síntoma y un remedio, donde su


propósito es de corregir el desequilibrio sociopsicologico. Esta teoría nació en respuestas a las
dificultades reales que se encontraba en la teoría del interés. También está es menos simplista, más
penetrante, menos concreta, más general. Su gran problema es la mala integración de la sociedad.
Ninguna disposición social puede tener éxito completo en resolver los problemas funcionales que
inevitablemente ella afronta. Todos esos problemas presentan contradicciones que no se pueden
solucionar entre la libertad y el orden político, entre la estabilidad y el cambio, entre la eficiencia y
humanidad, entre precisión y flexibilidad.
2.- La teoría del interés: Según esta teoría la ideología es una mascara y un arma. Los
principios fundamentales están perfeccionados por la tradición marxista y la ventaja que tiene es el
hecho de colocar las raíces de los sistemas culturales en el sólido terreno de la estructura social. A la
vez esta teoría unió la especulación política con el combate político. Los principales defectos de
esta teoría es su psicología es anémica y su sociología es demasiado muscular. Tiene un escaso
análisis de desarrollo de las motivaciones, que ve a los hombres que razonan por su propio interés y
no les importa mucho todo lo que es social ya que su interés es el poder.

La idea de la acción social es una lucha para alcanzar el poder que conduce a una mala
concepción de la ideología, al descuidar las funciones sociales más amplias pero menos dramáticas.
La imagen de un campo de batalla que sería la sociedad vista en un choque de intereses disfrazados
como un choque de principios.

El interés es un concepto psicológico y sociológico, se refiere a las ventajas de un individuo


o de un grupo de individuos donde la estructura objetiva de las circunstancias lo mueve.

Hay mucha discontinuidad entre normas en diferentes sectores de la sociedad: la economía,


la política, la familia, la región, etc. También hay discrepancia en las metas en el seno de diferentes
sectores sociales, ya que hay una gama de distintas realidades, cada individuo es diferente a otro y
por ende su entorno en el cual este se desarrolla es distinto. La ciencias sociales debe enfocase en
cada individuo o en cada grupo de personas para entender cuál es su real necesidad o cual es su
problemática.

Las fricciones sociales lo penetran todo, son inevitables y se manifiestan en el nivel de la


personalidad individual.

La comunidad de percepción ideológica puede unir a los hombres, pero también puede
suministrarles un vocabulario que les permita explorar más exquisitamente las diferencias que los
separan. El choque de los ideólogos puede llevar un problema social a la tensión pública, pero
también puede cargarlo con una pasión tal que haga imposible tratarlo racionalmente

Você também pode gostar