Você está na página 1de 15

Este concepto relevante para la comprensión del cómo aprenden los

estudiantes. Flavell (1993) señala que es el conocimiento que cada persona


tiene acerca de sus propios procesos y productos cognitivos. Hace
referencia al conocimiento que las personas construyen por medio de un
proceso de supervisión y regulación sobre su propio funcionamiento
cognitivo cuando se enfrentan a una tarea determinada.
Según lo anterior se puede definir la metacognición como el conocimiento y
regulación de nuestras propias cogniciones y de nuestros procesos mentales,
conociendo las limitaciones y fortalezas que favorecen o no el aprendizaje.
Pozo (1996) menciona que es necesario que el alumno tome conciencia de
los procesos que utiliza en la elaboración de conocimiento, facilitándole la reflexión
metacognitiva sobre las habilidades de conocimiento, los procesos cognitivos, el
control y la planificación de la propia actuación y la de otros, la toma de decisiones
y la comprobación de resultados.
Es necesario formar alumnos más conscientes y autónomos en sus
aprendizajes, sin olvidar el aspecto motivacional y el contexto apropiado en el
desarrollo de las estrategias de aprendizaje, para de aquella manera lograr un
desarrollo en la autonomía de los estudiantes, reflejándose éste, en un
aprendizaje que trasciende el ámbito escolar para proyectarse en la vida de los
estudiantes.
Se diferencian dos componentes metacognitivos, el “conocimiento
metacognitivo” (de naturaleza declarativa) y el “control metacognitivo” o
aprendizaje autorregulado (de carácter procedimental), ambos importantes para el
aprendizaje y relacionados entre sí.
El conocimiento metacognitivo se refiere al conocimiento de la persona
sobre sus potencialidades y limitaciones cognitivas y de otras características
personales que pueden afectar el rendimiento en una tarea, además, hace alusión
al conocimiento que posee sobre los objetivos de la tarea y todas aquellas
características de ésta que influyen sobre su mayor o menor dificultad,
conocimiento muy importante, pues ayuda al aprendiz a elegir la estrategia
apropiada. El aprendiz debe saber cuál es el repertorio de estrategias alternativas
que le permitirán llevar a cabo una tarea, cómo se aplicarán y las condiciones bajo
las cuales las diferentes estrategias resultarán más efectivas.
En cuanto al control metacognitivo o aprendizaje autorregulado, la idea
básica es que el aprendiz es un participante intencional y activo, capaz de iniciar y
dirigir su propio aprendizaje. El aprendizaje autorregulado está dirigido siempre a
una meta y controlado por el sujeto que aprende.
Es posible inferir que el aprendiz emplea su conocimiento para regular el
aprendizaje y adquirir nuevos conocimientos relacionados con la tarea y sus
propios recursos previos para generar procesos metacognitivos.

II.6. Neurociencias en la Educación


Las neurociencias según la Real Academia Española (2017) es una ciencia
que se ocupa del sistema nervioso o de cada uno de sus diversos aspectos y
funciones especializadas, en tanto Campos (2010) señala que la neurociencias,
debe ser entendida como “las ciencias que estudian al sistema nervioso central y
al cerebro desde aspectos estructurales y funcionales” (Campos, 2010:4). Cabe
recalcar que no es una sola disciplina científica sino más bien un conjunto de ellas,
que se encargan de estudiar la estructura, función, bases moleculares y patologías
del sistema nervioso; y a través de esto permite conocer los mecanismos
cerebrales que posibilitan el aprendizaje en los seres humanos.
Estos últimos años, los neurocientistas han aportado con grandes hallazgos
que permiten comprender cómo es, cómo funciona y cómo aprende el cerebro,
para la obtención de nuevas estrategias de aprendizaje en los estudiantes. Es
aquí donde se produce un problema, ya que los docentes no están interiorizados
acerca de esta ciencia y por ende no la llevan al aula.
Si el aprendizaje es el concepto principal de la educación, entonces
algunos de los descubrimientos de la neurociencia pueden ayudarnos a
entender mejor los procesos de aprendizaje de nuestros alumnos y, en
consecuencia, enseñarles de manera más apropiada, efectiva y agradable
(Salas, 2003)
Muchos creen que el término apropiado es neurociencia y educación,
concepto que es errado ya que ésta interfiere directamente en el aprendizaje de
los estudiantes, es por ello que, el concepto a tratar es neurociencias en la
educación, ya que se encuentran insertas en el ámbito educativo, en especial de
los educandos.

El desafío que plantea las neurociencias es mejorar las propuestas


pedagógicas que se dan en el aula de clases, respetando la propia biología
y desarrollo del ser humano, como también el propio ambiente en el que se
desenvuelve. Labor que debe ser asumida por los docentes quienes están a
cargo de que los estudiantes aprendan, diseñando experiencias de
aprendizaje que promuevan el desarrollo de las competencias cerebrales de
sus estudiantes. Tal como menciona (Pizarro, 2003:153)

En definitiva, nuestro cerebro está estructuralmente determinado por el


genoma, pero modelado por la experiencia. Las influencias del entorno modelan el
cerebro alterando la intensidad de las conexiones sinápticas de distintas formas;
se puede reforzar, debilitar o eliminar (podar) las sinapsis formadas por una
información codificada genéticamente en un principio; se pueden formar nuevas
sinapsis como respuesta a la experiencia; se pueden producir aumentos
temporales de conexiones entre las neuronas, en caso de memoria a corto plazo o
de trabajo; las sustancias tóxicas, y las experiencias que han causado estrés o
distracción mental, puede llevar a la eliminación de la sinapsis (Campos, 2010:6).
En los siguientes puntos se describirán algunas de las características más
relevantes para el aprendizaje dentro del área de las neurociencias:
II.6.a. Hemisferios y lóbulos cerebrales
El cerebro es un músculo distribuido en dos mitades, las cuales se conocen
como hemisferios: derecho e izquierdo, que realizan distintas funciones y poseen
diferentes modos de pensamiento y procesamiento, pero que a su vez “no son
entidades funcionales y anatómicas separadas: las estructuras nerviosas los
conectan entre sí (el cuerpo calloso) y muchas neuronas tienen el núcleo de su
célula en un hemisferio y extensiones en el otro” (OCDE, 2009:180)
El hemisferio derecho, también conocido como hemisferio holístico,
procesa la información de manera global, se caracteriza por la intuición y por los
rasgos emocionales. También, “…tiende a sintetizar y recrear formas
tridimensionales, nota las similitudes más que las diferencias, entiende
configuraciones complejas, reconoce facciones y percibe espacios” (OCDE,
2009:180).
En cambio, el hemisferio izquierdo o hemisferio lógico procesa la
información de manera secuencial y lineal, además del análisis de los detalles, ya
que puede fraccionar una imagen y analizarla a partir de sus partes. También “es
el mejor equipado para lidiar con tareas relacionadas con el lenguaje (escrito y
hablado), el álgebra, la resolución de problemas matemáticos, las operaciones
lógicas” (OCDE, 2009:180)
Dado lo anterior, es que necesario que los docentes diseñen sus clases
promoviendo la estimulación de ambos hemisferios cerebrales, ya que en varias
oportunidades se privilegia más el desarrollo de la zona lógica y las asignaturas
que a ésta se adjudican, dejando a un lado la creatividad y el procesamiento libre
del estudiante. La activación y desarrollo de los hemisferios depende
particularmente de las experiencias y tareas que se realicen.
Una manera que también se divide el cerebro es a través de los lóbulos y
cumplen distintas funciones, como menciona Jensen, (2004:23)

- El lóbulo occipital se halla situado en la parte media trasera del cerebro;


primordialmente se encarga de la visión.
- El lóbulo frontal es el área situada en la frente; está implicada en actos
llenos de sentido tales como juicio, creatividad, resolución de problemas
y planificación.
- El lóbulo parietal está situado en la zona trasera superior; sus tareas
incluyen el tratamiento de funciones sensoriales y lingüísticas
superiores.
- Los lóbulos temporales (lado izquierdo y lado derecho) están por encima
y alrededor de los oídos; se encargan primordialmente de la audición, la
memoria, el significado y el lenguaje.

Debido a lo difícil que es estudiar el cerebro, los científicos encargados de


esta área de la neurociencia han realizado experimentos con animales, en este
caso con ratas, como lo es el experimento de Bill Greenough (Blakemore & Frith,
2005: 67) que define que a mayor estimulación hay una mayor cantidad de
sinapsis por neurona en las áreas cerebrales. Pero esta estimulación es de tipo
sensorial y produce además más suministro de sangre al cerebro en estos
animales. Es por ello que se necesita de toda la estimulación posible para lograr
un buen aprendizaje ya que “el aprendizaje es una función fundamental de las
neuronas que no se puede llevar a cabo de modo individual, sino que requiere
grupos de neuronas” (Greenfield, 1995 citado en Jensen).
Se necesita de ambos hemisferios para un funcionamiento integral del
cerebro, “… aunque ciertas funciones de la mente están localizadas en
determinadas regiones cerebrales, el cerebro se comporta como un todo
unificado” (Gómez Cumpa, 2004: 25)
Las investigaciones mencionan que ciertas actividades, aquellas que
requieran de habilidades más complejas necesitan de ambos hemisferios. Como,
por ejemplo, en la actividad de leer un texto el hemisferio izquierdo se preocupa de
comprender las palabras y en cambio el hemisferio derecho tiene la función de
percibir el contenido emotivo y las imágenes utilizadas. Esto debido a una
característica que presenta el cerebro: la plasticidad cerebral.
II.6.b. Plasticidad Cerebral.
La plasticidad cerebral permite que las distintas áreas cerebrales sean
modificable dadas las distintas experiencias que tenga una persona a lo largo de
su vida.

El aprendizaje se produce en todas las edades y nunca es


demasiado tarde para aprender. El cerebro goza de plasticidad
interrumpida, es decir, una capacidad para adaptarse a circunstancias
cambiantes y adquirir información nueva hasta la vejez, cuando dicha
capacidad disminuye. (Blakemore & Frith, 2005: 213)

Puede haber un aumento de conectividades neuronales o como también


puede suceder lo contrario, pero nunca se deja de aprender, solo disminuye la
capacidad a medida que se avanza en edad. Ejemplo de esto es aprender un
nuevo recorrido para ir a casa, conocer a una nueva persona, aprender palabras
nuevas, entre otros. Es por esto que:

Si el educador conoce cómo aprende el cerebro, y cuáles son


las influencias del entorno que puede mejorar o perjudicar este
aprendizaje, su planificación o propuesta curricular de aula
contemplará diferentes estrategias que ofrecerán al alumno varias
oportunidades para aprender desde una manera natural y con todo el
potencial que tiene el cerebro para ello. (Campos, 2010:6)

Ya que el cerebro tiene la particularidad de lograr aprendizaje de diversos


modos, esto puede ser mediante la experiencia de la persona, como también por
los distintos factores ambientales que se puedan dar en el contexto que se
desenvuelva “…su enorme capacidad plástica le permite reorganizarse y
reaprender de una forma espectacular, continuamente” (Campos, 2010:6). Esto es
debido a las millones de neuronas existentes que se conectan entre sí, realizando
sinapsis desde la etapa prenatal consiguiendo conexiones únicas en cada ser
humano, y que éstas se mantendrán a medida que el individuo le otorgue un valor
de uso, debido a que como plantea Blakemore & Frith (2005) “por lo general los
cambios en el cerebro se producen en función del uso” (Blakemore & Frith,
2005:214) que se le otorgue a ciertas destrezas o habilidades, ya que si no se
practican lo mas probables es que se olviden.
Se debe entender que el cerebro humano está diseñado para aprender y no
de una sola manera, ya que “cada cerebro es único, irrepetible, aunque su
anatomía y funcionalidad sean particularmente de la raza humana” (Campos,
2010:6) también se debe comprender que el cerebro responde a los distintos
estímulos que percibe, y éstos pueden mejorar o complejizar el aprendizaje. En
educación el docente debe preocuparse de las estrategias de aula que ocupa y
que éstas sean múltiples para obtener un mayor desarrollo cerebral.
Dada esta característica del cerebro (la plasticidad) es que responde a
diversos estilos de aprendizajes ya sea: visual, auditivo, verbal, social, lógico,
kinestésico, entre otros, lo que Campos (2010) plantea como el abanico de
alternativas, que facilitan el desarrollo de las habilidades de los estudiantes y una
mayor oportunidad de aprendizaje para éstos. Pero el docente debe estar siempre
analizando y reflexionando de qué manera responden mejor sus estudiantes al
proceso de enseñanza – aprendizaje, y esto que no sea al finalizar y evaluar, sino
más bien durante el desarrollo, ya que muchos docentes están preocupados de
los resultados y no del proceso para generar aprendizaje. Para que se produzca
un buen aprendizaje además de la utilización del cerebro se necesita del propio
cuerpo y los sentidos que éste posee dado que le cerebro no actúa solo, sino que
requiere del cuerpo humano.

El movimiento, la exploración por medio de los órganos sensoriales,


la expresión corporal, las experiencias directas y concretas estimulan el
desarrollo de los sistemas sensoriales, de los sistemas motores y de
diferentes regiones en el cerebro. Los ejercicios y el movimiento permiten
mayor oxigenación del cerebro, mejorar habilidades cognitivas, estimular
capacidades mentales, sociales y emocionales. El input sensorial construye
todos los conocimientos que tenemos y están vinculados a la percepción,
cognición, emoción, sentimientos, pensamientos y respuestas motoras.
(Jensen, 2004:7)
El cerebro es complejo de comprender debido a que cada persona
responde a estímulos distintos y se desarrollan aquellas zonas que son más
estimuladas, por ende, se debe comprender que el cerebro es el responsable de
todas las actividades y formas a las que responde el cuerpo.

II.6.d. Teoría del cerebro emocional


Como anteriormente se ha mencionado el cerebro responde a múltiples
estímulos, pero nace la pregunta ¿un niño podrá aprender si su estado emocional
no es estable? Se expone el siguiente caso: dentro de un curso un estudiante se
siente rechazado por sus compañeros por el hecho de ser tímido y no poder
hablar frente al curso, sus calificaciones demuestran que no está teniendo un buen
rendimiento. Las investigaciones dicen que sentirse rechazado o humillado activa
los mismos centros del cerebro que el dolor, es por esto que, la teoría del cerebro
emocional plantea que “los estímulos emocionales interactúan con las habilidades
cognitivas. Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones pueden
afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, la
actitud y la disposición para el aprender”. (Campos, 2010:6)
No se puede dejar a un lado el estado anímico del estudiante y decir que
debe aprender solamente, porque todo conocimiento o información que se le
presente debe llegar al sistema límbico “una estructura del telencéfalo, que dentro
de sus variadas funciones está encargada de originar las emociones, las cuales
colorean la información y determinan cuánta atención le será proporcionada”
(Pizarro, 2003:80); y luego se dirige a la neocorteza para lograr una actividad
sináptica y pasar a la memoria.
Es por esto que el estudiante necesita de la creación de un buen ambiente
para el aprendizaje, instancias gratas que promuevan que el estudiante se sienta
en un buen estado ¿afectivo – anímico o emocional? y con un sentido de
pertenencia, ya que “las necesidades emocionales influencian profundamente el
pensamiento y el comportamiento” (Pizarro, 2003:121). Por ende de aquí se
desprende que las reacciones de los estudiantes están plenamente relacionadas
con su estado emocional, y esto además, interfiere en su forma de pensar y visión
de lo que ocurra en el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Al examinar la motivación de los alumnos y su dependencia del
contexto creado por el profesor es preciso considerar, además, que los
alumnos y alumnas no trabajan aislados y que las tareas que han de
realizar no constituyen eventos sin relación alguna entre ellos (Tapia, 1997)

Considerando lo anterior, el docente es el encargado de crear un ambiente


propicio para el aprendizaje ya que si un docente es desanimado y en el desarrollo
de su clase o no plantea las actividades o lo que quiera lograr, el cerebro del
estudiante lo descartará, pero si el docente es todo lo contrario a lo anteriormente
descrito y además les da a conocer que el tema de la clase influirá en su vida y
tendrá significancia para ellos, por lo que el cerebro lo aceptará y terminará
guardándolo en la memoria.
También se debe apreciar que el contexto educativo debe ser un lugar en
donde el estudiante tenga un sentido de pertenencia y se sienta placentero en ese
contexto, en el que sus emociones y sentimientos sean dentro de la experiencia
educativa, debido a que las investigaciones apuntan a que las emociones
interfieren en este proceso de aprendizaje, es por ello que es necesario conocer el
funcionamiento y aporte que tienen las neuronas espejos, quienes son las
responsables de la empatía y el aprendizaje imitativo.

II.6.e. Neuronas Espejos: empatía y aprendizaje imitativo


Este tipo de neuronas fueron halladas en el año 1996 por tres científicos
que realizaban experimentos con monos macacos, en la Universidad de Parma.
Ellos descubrieron que las neuronas espejos se encuentran ubicadas en el área
de Broca y en la corteza parietal “son un tipo particular de neuronas que se activan
cuando un individuo realiza una acción, pero también cuando él observa una
acción similar realizada por otro individuo” (García E. G., 2008), éstas se estimulan
por medio de la observación de una acción que realice otro individuo, las neuronas
imitan como "reflejando" lo que realiza el otro, es así, como el individuo que
observa la acción también la realiza, en otras palabras, al mirar una acción se
simula esta acción en el cerebro, de esta manera la persona que observa puede
entender la acción, si es que en su cerebro existe una copia de esta acción, si no
la hay el cerebro no la podrá reconocer.

Para Rizzolatti, Fogassi y Gallese, (2001). “Las neuronas espejo permiten


entender la mente de nuestros semejantes, y no a través de razonamiento
conceptual, sino directamente, sintiendo y no pensando” (Citado en García, 2008:
7), es por ello que influyen en el desarrollo de la empatía, que se entiende como

La capacidad para experimentar de forma vicaria los estados


emocionales de otros, siendo crucial en muchas formas de interacción
social adaptativa. Tiene dos componentes: uno cognitivo, muy relacionado
con la capacidad para abstraer los procesos mentales de otras personas, y
otro emocional, que sería la reacción ante el estado emocional de otra
persona. (Moya-Albiol, Herrero, & Bernal , 2010)

Es así como se logra el reconocimiento, interpretación e intención de las


acciones de los demás, es decir, ponerse en el lugar del otro, por medio de la
empatía se logra sentir el estado de ánimo del otro, como si la misma persona lo
estuviera sintiendo. Este es un aporte esencial a las aulas de clases ya que el
docente empatiza con sus estudiantes, y de esta manera manera genera ambiente
de aprendizaje efectivos y afectivos.
A través de este tipo de neuronas se explica el aprendizaje imitativo que
permite el desarrollo de habilidades para la interacción social como lo es la
identificación de los gestos, las posturas que adquiere el cuerpo, pero
principalmente la interpretación de la intencionalidad del otro.
Los sistemas de neuronas espejo posibilitan el aprendizaje de gestos
por imitación: sonreír, caminar, hablar, bailar, jugar al fútbol, etc., pero
también sentir que nos caemos cuando vemos por el suelo a otra persona,
la pena que sentimos cuando alguien llora, la alegría compartida. El
intercambio complejo de ideas y prácticas que llamamos cultura. (García,
2008:8)
Este tipo de aprendizaje permite comprender las acciones de los
estudiantes en la sala de clases, ya que actúan de acuerdo a la imitación de
ciertos patrones aprendidos por medio de su propia experiencia. Dentro de las
acciones que se pueden aprender por imitación también se encuentra la lectura; la
cual se dará un explicación desde las neurociencias de cómo se desarrolla en el
ser humano.

II.6.f. Cerebro en el desarrollo de la lectura


La lectura es una habilidad que muchos asumen que requiere diferentes
modificaciones en el cerebro, en áreas específicas. Este proceso necesita de
cuatro áreas del cerebro: (Blakemore & Frith, 2005:141)

- Área de Broca: Ésta se ubica en el lóbulo frontal, se encarga del habla y


de la producción del lenguaje hablado.
- Área de Wernicke: Se encuentra ubicado en el lóbulo temporal y se
ocupa de la descodificación del lenguaje.
- Circunvolución angular: Ésta pertenece al lóbulo parietal y permite la
asociación entre palabras habladas y vistas.
- Área visual de la forma de las palabras: Se encuentra en el lóbulo
temporal izquierdo y está implicada del procesamiento del deletreo, el
sonido y el significado de las palabras (lexicón).

Estas cuatro áreas están en constante relación e interacción ya que son


interdependientes. Se debe comprender que leer no es solo la decodificación de
palabras o la asociación de grafemas con morfemas, sino que leer es la
construcción de un significado del texto.
Para comprender como se desarrolla el cerebro del niño, se debe
mencionar primeramente que el cerebro infantil siempre está en una activa
maduración a lo largo de su crecimiento. El cerebro del niño o niña de acuerdo a
su propia experiencia tanto a nivel familiar, social y/o ambiental se va
reorganizando a nivel neuronal, llegando a formar un “cableado” como lo
menciona (Céspedes, 2014)
Céspedes (2014) separa en tres etapas al lector.

La primera parte, desde el tercer trimestre intrauterino hasta los cinco años
de vida, se desarrollan las funciones y habilidades necesarias para la lectura que
ayudan al acceso de este mundo y es la preparación para el lenguaje escrito. Se
debe destacar que las neuronas en esta etapa son el triple que, en edades
posteriores, por lo que existe una mayor actividad sináptica, como también lo
contrario, si es que no se estimula adecuadamente.
La segunda etapa es desde los 5 a 7 años de edad e incluso hasta los 9, es
aquí donde ocurre uno de los ajustes del cableado a nivel del cerebelo y una
mayor activación del hemisferio izquierdo “una activa mielinización entre ambos
hemisferios cerebrales y entre cerebro y cerebelo, además de nuevas conexiones
al interior de la corteza del hemisferio izquierdo, permitirán un mayor refinamiento
de las funciones de secuenciación, simbolización y abstracción” (Céspedes,
2014:61), El niño descubre que una palabra es una secuencia dinámica y flexible
de sonidos. Comprenden la asociación de grafemas y fonemas, además de que
todos esos símbolos son palabras que forman el lenguaje escrito, por lo que hay
un enriquecimiento a nivel cognitivo y se forma el lector estratégico.
(...) se ha producido una modificación morfológica de amplias
regiones cerebrales: extensas conexiones a nivel de las encrucijadas
témporo-parieto-occipitales, corteza frontal y un engrosamiento significativo
del cuerpo calloso a nivel del esplenio. La corteza occipital se ha
especializado en la detección de los sutiles rasgos distintivos de una letra,
esté ella escrita en forma minúscula o mayúscula, imprenta o manuscrita; a
partir de este ejercicio perceptivo, su cerebro irá creando patrones
invariables. Por la misma época, la corteza temporal discriminará la unidad
fonológica extrayéndola del flujo de habla continua, y sus conexiones con la
corteza occipital le permitirán asociarla con la letra correspondiente. La
memoria ha de trabajar activamente en el reconocimiento y recuperación de
patrones auditivos y visuales específicos. (Céspedes, 2014:62)
La última etapa parte desde los 10 años donde el niño o niña se ha ido
formando como lector, es aquí donde ocurre una modificación al cableado
neuronal, pasa de ser un lector estratégico a un lector experto.

Es una nueva expresión del regalo que nos ha dado la evolución.


Durante unos dos años aproximadamente, se pone en marcha en la corteza
cerebral una activa eliminación de sinapsis seguida de una conectividad
menos profusa, pero más eficiente y de una generosa mielinización,
especialmente activa en el cuerpo calloso —que conecta ambos
hemisferios cerebrales— y en los tractos que conectan cerebelo y corteza
cerebral en vías de doble sentido. El resultado de esta remodelación
arquitectónica cerebral es la aparición de una mente extraordinariamente
sofisticada, metacognitiva, que dará nuevas e impensadas alas a la
metamorfosis lectora. (Céspedes, 2014:64)

Para que el niño o niña pueda llegar al nivel experto son varios los factores
que influyen según Céspedes (2014)

- Biológicos: se precisa un cerebro que comenzó a ser prelector al menos


2000 días antes de llegar a la escuela primaria, el cual posee una
arquitectura única y privativa de su condición de cerebro inicialmente
alfabetizado.
- Psicológico: una mente tempranamente reflexiva, inclinada a lo
imaginativo, con predilección por los mundos que parecen existir más
allá de la experiencia inmediata y con facilidad para el procesamiento
multidimensional, que consiste en la creación simultánea de imágenes,
conceptos, analogías, metáforas; capaz de desarmar la información por
partes e integrarla de modo global, convergiendo y divergiendo sin
dificultad.
- Ambientales: los lectores expertos tempranos suelen habitar casas
donde escasean los aparatos de televisión, pero abundan las
estanterías repletas de libros. En esas casas habitan adultos lectores y
que también saben charlar de modo descontextualizado, es decir,
rompiendo las fronteras de lo inmediato (los noticieros, la farándula)
para volar a mundos lejanos en lo geográfico, lo temporal y lo realista.

Leer supone un cambio de actividad de la derecha a la izquierda: las


estructuras del cerebro izquierdo están cada vez más ajustadas a tareas
específicas de lectura, mientras que las aportaciones del hemisferio
derecho, que acaso tengan más que ver con el procesamiento de aspectos
visuales del texto, se vuelven menos importantes. Las regiones del
hemisferio izquierdo, cuya actividad aumentó mucho con el incremento de
las destrezas lectoras, se hallaban justo en el centro de la red cerebral para
la lectura. (Blakemore & Frith, 2005:151)

Decir que leer es una tarea que se comienza a desarrollar cuando el niño o
niña empieza su escolarización está errado, ya que como se ha mencionado esto
inicia desde mucho tiempo antes y va requiriendo demandas específicas a nivel de
cerebral, todo dependiendo de las estimulaciones que se le realicen, de esta
manera se modifica el cableado neuronal.

II.6.g. Proyecciones de las neurociencias en la educación


Las neurociencias son el camino por el cual se debe avanzar para tener una
educación no basada en la intuición ni en el buen hacer, que en realidad es la
“ideología” del docente, más bien la educación debe ser basada en evidencias
empíricas.
Diferentes autores exponen que es necesario hablar de neuroeducación, y
el encargado del desarrollo del niño es el docente. Estamos entonces frente a un
gran desafío profesional. Nuestra profesión, según Sylwester (Citado en Salas,
2003),
Es una profesión conductista. Nos fijamos en las manifestaciones
visibles, medibles y manejables de conocimiento más que en los
mecanismos y procesos cognitivos. Como nuestra profesión no puede
comprender los procesos cerebrales internos se concentra en objetos o
eventos externos (estímulos) y en la conducta que emerge de procesos
cognitivos desconocibles (respuesta). Aprendemos a manipular el entorno
para lograr la conducta deseada.

El docente necesita de las neurociencias, pero también interiorizarse en


ellas, llevarlas a la práctica, no se puede seguir enseñando con las mismas
metodologías y esperar buenos resultados, ya que se debe ir profesionalizando
cada vez más la docencia a partir de conocimiento científico, adquiriendo una
buena base de información que promueva la inclusión de todos los estudiantes y
del objetivo central de la educación: que los niños aprendan.

Humanimo

- Ajagan, L., Castro, A., Díaz, A. & Alarcón, C. (2014). Proceso de reconocimiento
del alumno problema como legítimo otro de escuelas vulnerables.
Educação&Sociedade, vol. 35, n° 127, abril- junio, 2014, pp. 529-547. Recuperado
de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87331479011

Você também pode gostar