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ESTADÍSTICA DE LA RENTABILIDAD

La estadística muestra la distribución de la rentabilidad de las inversiones


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Uno de los principales cometidos de cualquier gestor, es crear valor


sostenible en el tiempo para asegurar la supervivencia de la empresa. Por
eso, resulta sorprendente comprobar la frecuencia con que se toman
decisiones empresariales que infravaloran la importancia del riesgo -uno de
los componentes esenciales del valor económico-, confundiendo la
rentabilidad aparente con la real. De hecho, el origen de muchas de las
crisis financieras se encuentra en esta indebida valoración del riesgo que,
erróneamente, se considera inexistente o suficientemente controlado,
señalan los profesores del área de Finanzas de IE Business
School Francisco J. López y Pablo García Estévez, en el libro
recientemente publicado "Cómo gestionar los riesgos corporativos".

La obra, escrita desde el punto de vista de un gestor de una empresa no


financiera, ofrece las herramientas indispensables para que éste sea capaz
de identificar, cuantificar y analizar los elementos clave de la gestión del
riesgo de forma adecuada y evitar que se convierta en un problema. Existe
una situación con riesgo en una empresa cuando hay una volatilidad en los
resultados esperados, pero la futura evolución no es totalmente nueva. Es
decir, la historia puede decir algo sobre el futuro, lo que permite analizar
estas situaciones de riesgo como una distribución estadística sobre la que se
tiene información previa para estimar parámetros como la media, la
varianza, la desviación típica, entre otras.

En esta entrevista de Universia Knowledge@Wharton, los autores


recomiendan no olvidar que un requisito fundamental para gestionar
adecuadamente el riesgo empresarial es comprender que no se trata de un
elemento objetivo, sino que depende del criterio subjetivo de los
responsables económicos.

-Esta crisis económica ha puesto de manifiesto las grandes dificultades


que tienen las empresas a la hora de gestionar el riesgo. ¿A qué se
debe?
Francisco J. López: Cuando alguien tiene un problema, una típica reacción
equivocada es negar su existencia. Esta negación puede tomar diversas
formas, desde considerar que "esto a mí no me afecta", hasta el
convencimiento de que "la culpa es de los otros". Esto es lo que puede
pasar con algunos riesgos concretos en empresas. O no se es consciente de
su existencia, o se considera que es muy difícil de cuantificar y gestionar.
Pero dificultad no es lo mismo que imposibilidad. En mi experiencia,
cuando un gestor piensa en los riesgos de su empresa el problema que tiene
es que no sabe cómo integrarlos. En muchos casos, falta una metodología
que ayude a identificar e interrelacionar los riesgos. En definitiva, la
solución es tratar de ser más proactivos en la gestión del riesgo, evitando
reacciones desproporcionadas. Y tan desproporcionado es creer que el
riesgo no existe, como pensar que sólo se puede actuar cuando se ha
eliminado totalmente.

-¿Cree que sería necesario un replanteamiento de la gestión del riesgo y


otras herramientas usadas por los bancos y otros sectores?
Pablo García: Más que un replanteamiento, habría que volver a la
prudencia. Siempre se han tenido herramientas y protocolos. Otra cosa es
que se les haya hecho caso. En nuestro libro explicamos una metodología
para identificar riesgos y detallamos las herramientas financieras que se
pueden utilizar para hacer coberturas de estos riesgos. Ahora estamos y
vamos a seguir en una época de más conservadurismo, porque no hay
alternativas. Antes de la crisis, los responsables de las inversiones eran
capaces de esquivar a los comités de riesgo con la excusa de que si no
aprobaban un proyecto, la entidad se quedaba fuera del mercado. Ahora
volvemos al deber ser; los comités de riesgo recuperan la importancia que
siempre han tenido. Esperemos que cuando se vuelva a una situación de
crecimiento, no vuelvan los excesos.

-¿Qué lecciones se han aprendido con esta crisis?


López: La principal es que no se puede confundir rentabilidad aparente con
rentabilidad real o económica. Y que el riesgo es un componente esencial
de la rentabilidad económica. Siempre que se confunde la rentabilidad
aparente con la real es porque se infravalora el riesgo. En el caso de la crisis
actual, todo empezó por un valor aparente (mágicamente desaparecía el
riesgo) creado por activos titulizados que se basaban en créditos
hipotecarios de tipo subprime. Estos activos titulizados pasaron de ser las
estrellas del firmamento financiero, a unos parias infectados o tóxicos: la
rentabilidad aparente se convirtió en pérdidas reales que se extendieron
como un cáncer. He aquí algunas otras lecciones que todos deberíamos
aprender de esta crisis:

-No delegar el control y la gestión del riesgo en las agencias de rating.


-Estar preparado por si pasa lo que creemos que nunca pasará.
-No apurar al máximo el apalancamiento financiero. La flexibilidad
siempre tiene recompensa.
-Conocer la exposición a los riesgos que tenemos en nuestro balance.

-¿Qué tipos de riesgo existen? ¿Son todos igualmente fáciles de


gestionar?
López : En nuestro libro, proponemos una metodología para analizar
riesgos, distinguiendo entre riesgos operativos y riesgos financieros. Los
riesgos operativos se relacionan con los aspectos operativos de la empresa,
y se identifican y miden de manera semejante a cómo se clasifican las
operaciones de la empresa. En general, el riesgo operativo de una empresa
no financiera se puede medir por la volatilidad de los flujos de caja que
genera. A mayor volatilidad los flujos, mayor riesgo operativo. El riesgo
financiero se mide por el grado de participación de la deuda en la
financiación de los activos de la empresa. Es, decir, el apalancamiento
financiero. Para una empresa no financiera, los riesgos operativos son más
relevantes que los financieros. De hecho, se producen problemas
financieros cuando se mantiene una política de endeudamiento que no es
coherente con los flujos que genera la empresa. O dicho de otra manera: el
mejor indicador de la salud financiera de una empresa es su capacidad de
generar flujos de caja de manera sostenible, fiable, estable.

-¿Las empresas están tomando suficientemente en cuenta la


importancia del riesgo a la hora de tomar decisiones o están mirando
demasiado a lo que hace el vecino, tal y como sugieren en el libro?
García: Mirar al vecino es consecuencia de no tener suficiente información
para actuar por sí mismo. Y este comportamiento se da tanto en situaciones
de crisis como de bonanza. Cuando hay crisis, todo el mundo se preocupa
por el riesgo. Cuando el problema es gestionar el crecimiento, al que habla
de riesgo se le tacha de agorero. Ni una cosa, ni otra. La solución está en
analizar las decisiones empresariales conjugando el equilibrio
rentabilidad/riesgo.

Algunas reglas básicas:

Regla 1: No hay rentabilidad sin riesgo. Aunque estamos acostumbrados a


hablar de rendimiento y después del riesgo, la realidad es al revés. El
rendimiento es el pago por soportar un riesgo. El gestor debe analizar si el
rendimiento prometido satisface la exposición al riesgo de la empresa.

Regla 2: Conocimiento. Lo primero que debemos hacer es estudiar y


entender los riesgos a los que nos exponemos. Si no lo hacemos, es mejor
no asumirlos. Si accedemos a mercados cuyos riesgos no comprendemos,
podemos conducir nuestra empresa al desastre.

Regla 3: Pedir ayuda a expertos. Los gestores no tienen por qué saber de
todo, hay expertos que nos pueden ayudar a comprender los riesgos de
ciertas inversiones. Si un banco se propone financiar una central
termosolar, deberá asesorarse primero de la tecnología que pretende
financiar, de sus circunstancias legales y de su evolución. En el fondo, son
las personas las que gestionan los riesgos, no los algoritmos matemáticos.
Regla 4: Comunicación. Cuanto más se implique el equipo directivo con la
gestión del riesgo, más probabilidad tendremos de obtener una gestión
eficiente del mismo. Tenemos que comunicar las amenazas y las
contingencias potenciales a todo nuestro equipo.

-¿En qué errores caen las empresas cuando tratan de medir el riesgo?
¿Y qué recomendaciones les dan para medirlo y que no se convierta en
un problema?
López: Los errores más comunes son: primero, identificar incorrectamente
los riesgos, lo que incluye pensar que "no nos afecta"; segundo, confundir
la rentabilidad aparente (sin riesgo) con la real (con riesgo); y tercero, no
emplear adecuadamente los instrumentos de cobertura. Una recomendación
para el gestor es que utilice asesoramiento externo que aporte soluciones
concretas.

-¿Con qué instrumentos cuentan? ¿A qué desafíos se enfrentan hoy en


día?
García: Esta crisis no ha creado nuevos instrumentos de cobertura de
riesgos. Lo importante es utilizarlos correctamente, sin confundir
especulación con cobertura. Para afrontar los desafíos sugiero los siguientes
pasos: identificar el riesgo/riesgos; analizar si es necesario/posible cubrirlo;
buscar qué contrato minimiza las posibles pérdidas; y desgranar cuál es el
momento para formalizar el contrato.

-¿Qué lugar ocupa la gestión del riesgo en las empresas españolas?


García: Si hablamos de empresas no financieras, hay que diferenciar entre
las grandes empresas y el resto. Las pequeñas y medianas empresas suelen
carecer de una cultura financiera que les permita gestionar el riesgo como,
en teoría, lo hacen las grandes empresas.En la mayoría de las ocasiones, la
gestión del riesgo se concreta en el seguimiento de los proyectos. Es
sorprendente la facilidad con que se toman decisiones que luego no tienen
un seguimiento adecuado.

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Relación entre rentabilidad, riesgo y
liquidez
Estos tres conceptos son características de los activos financieros que
poseen una relación establecida y lógica entre ellos.

Suele existir una relación positiva entre riesgos y rentabilidad, ya que si la


posibilidad de sufrir pérdidas es mayor, el deudor tendrá que ofrecer mayores
beneficios a los acreedores, y de lo contrario será muy difícil obtener
financiación. Es por eso que la deuda de los países subdesarrollados, por
ejemplo, ofrece rentabilidades más altas que la de los desarrollados. Por el
contrario, un deudor que ofrezca más seguridades no necesitará prometer
tantos beneficios para financiarse, ya que le será más fácil encontrar inversores
de perfil conservador que estarán dispuestos a sacrificar beneficios futuros a
cambio de asegurar sus inversiones.

Rentabilidad, riesgo y liquidez


Cuando existe menor liquidez en un activo financiero, la rentabilidad esperada
es superior, ya que será más difícil vender ese activo cuando queramos
deshacernos de él. Vamos a exponer y a aclarar brevemente dichos conceptos
primero:

Rentabilidad
Se refiere al beneficio obtenido por un activo en relación con su coste de
adquisición, (capacidad del activo de producir intereses u otros rendimientos al
adquiriente o inversor)

Rentabilidad = Beneficio / Coste de Adquisición

Ejemplo: compramos un bono por un valor de 1.000 y a su vencimiento


pactamos recibir 1.030, obtendríamos un beneficio de 30, por lo que la
rentabilidad obtenida habría sido de 30/1000=0,03, es decir un 3%.

Riesgo
El riesgo de un activo depende de la probabilidad de que, a su vencimiento, el
emisor cumpla las cláusulas de rentabilidad y amortización financiera pactadas,
es decir, siguiendo nuestro ejemplo anterior, se referiría a la probabilidad de
que al finalizar el contrato del bono, al que se lo hemos comprado,
efectivamente nos pague los 1.030. A mayor probabilidad de impago o
incumplimiento de las condiciones, el riesgo será mayor.

Es común medir el riesgo a través de la varianza matemática. Además, en


los mercados financieroslas agencias de rating suelen poner “notas” a la
capacidad de impago o incumplimiento de las empresas.

El riesgo depende de la solvencia del emisor y de las garantías que incorpore


al título.

Liquidez
la liquidez de un activo se mide por la facilidad y la certeza para convertirlo en
dinero a corto plazo sin sufrir pérdidas. Por lo tanto, el dinero es el activo más
líquido que existe en contraposición a los menos líquidos que son los activos
reales, como por ejemplo una casa.

Son activos financieros muy líquidos los depósitos de ahorro y a plazo en las
instituciones de crédito.

Relación entre rentabilidad, riesgo y liquidez


Una vez explicados estos conceptos, exponemos la relación existente entre
ellos:

 A mayor riesgo mayor rentabilidad: cualquier persona que vaya a


invertir en un activo valorará su probabilidad de impago o de no recibir
las condiciones pactadas en un inicio, cuanto más probable sea que el
emisor no sea capaz de hacer frente a las condiciones, mayor
rentabilidad le exigirá el inversor en concepto de pago por asumir un
riesgo.
 A menor liquidez mayor rentabilidad: cuanto más difícil resulte para
un inversor convertir el activo que posee en dinero, mayor será la
rentabilidad que exija al activo. Esto se justifica por que el inversor está
sacrificando su capacidad de compra en la actualidad, al no poder
disponer de su dinero invertido en el momento que desee, se entendería
como un pago por el sacrificio de capacidad de compra realizado.
 A mayor liquidez menor riesgo: cuanto más fácil resulte para un
inversor convertir un activo en dinero a menor riesgo se expone. Si en un
momento dado el inversor quiere convertir en dinero un activo que no
permite hacerlo a corto plazo, porque por ejemplo, tiene una fecha futura
fijada para hacerlo, éste tendrá que venderle el activo a un tercero a
menor precio (dado que el nuevo propietario tendrá que esperar hasta
dicha fecha para obtener el dinero). En algunos casos el activo se podrá
convertir en dinero con anterioridad a su vencimiento, pero haciendo
frente a una comisión que reducirá su rentabilidad.

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