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ESTETICA MODERNA
Introducción...............................................................................................................Pag. 3
- El gusto.....................................................................................................................Pag. 4
- Lo sublime y lo pintoresco.........................................................................................Pag. 5
- Joseph Addison.........................................................................................................Pag. 6
- Edmund Burke..........................................................................................................Pag. 6
- David Hume..............................................................................................................Pag. 7
- J. J. Winckelmann....................................................................................................Pag. 10
- Immanuel Kant.........................................................................................................Pag. 11
Introduccion
El siglo XVIII significo una reformulación del concepto de arte y belleza, y de los
elementos que se entrelazan a la hora de pensar los mismos. La crisis de la concepción
de belleza y, por lo tanto, de arte, así como también la densidad del debate propio de la
época, impulsado en gran parte por la presencia de los salones, focos en los cuales se
desarrollaba abiertamente la critica artística, obligo a los filósofos de la época,
principalmente al pensamiento empirista en Gran Bretaña, a reflexionar en términos
estéticos. De esta manera, se vera el nacimiento de una estética moderna, en la cual se
pueden observar varios rasgos fundamentales.
Por un lado, y principalmente, el paso del objetivismo al subjetivismo. Esto permitirá que
la belleza no sea la única categoría condicionante para la experiencia estética, si no que
otras se abrirán paso, como lo sublime y lo pintoresco.
Por otro lado, al no focalizar en el objeto, y si en la percepción del sujeto, una nueva idea
se estableció para denotar la facultad de todo individuo de poder apreciar un fenómeno u
objeto de manera estética: el gusto.
Por ultimo, como elementos que se desprenden de como el sujeto se relaciona con el
hecho artístico, aparecen nociones como las de intuición e imaginación, concebidas como
centrales a la hora de tener una experiencia estética. Esto es, una puesta en primer plano
del sentimiento y las emociones, en contraposición a lo reglado y proporcionado propio de
las concepciones anteriores. A partir de esto, es que, ademas, se comenzara a pensar el
arte como autónomo, como una expresión que tiene fuerza conmovedora en si misma,
que esta despojada de cualquier connotación política, religiosa o ajena a la pura
pretensión de deleitar o producir placer. La autonomía del arte tiene ademas, otra arista,
la cual repercute en la concepción de cada disciplina artística, considerándola autónoma
respecto a las otras artes que conviven con ella, comprendiéndolas como diferentes
lenguajes.
En el presente escrito, tomando como guía el texto “Historia de las ideas estéticas y de
las teorías artísticas” de Valeriano Bozal, recorreremos, en primer lugar, los principales
conceptos que conforman la estética empirista, los cuales determinaran a la estética
moderna como tal. Luego, desarrollaremos las ideas estéticas de los pensadores mas
importantes del siglo XVIII, remarcando principalmente de que manera aparecen en ellos
los conceptos previamente expuestos.
La estética empirista
El gusto
El gusto sera concebido por los empiristas como “un sentimiento espontaneo de
respuesta a la belleza”. Esto es, la facultad que todo sujeto tiene de percibir la belleza, o
de vivenciar una experiencia estética. Por lo tanto, sostendrán que el gusto es una
condición universal del ser humano. Todo sujeto tiene la capacidad de percibir belleza. No
obstante, afirman que no todos tienen desarrollado esta especie de “sentido” que convive
en la mente del sujeto con la razón y el entendimiento: el gusto puede ser educado,
desarrollado y perfeccionado.
A su vez, tendrá un lugar de privilegio en relación a la razón. Los empiristas advierten que
la experiencia estética esta directamente relacionada con la sensibilidad. Contemplar el
hecho artístico implica contactar con el objeto y verse influenciado por el mismo, desde un
primer momento, sin intermediarios, de manera intuitiva y sensible, sin que la razón entre
directamente en juego. De esta manera, el gusto esta asociado con el ámbito de la
sensibilidad y no con el del entendimiento.
Enuncia Bozal, “el gusto es placer ante la belleza”. Ahora, si el gusto esta relacionado con
el placer, existen placeres que no necesariamente implican la intervención del sentido
estético del gusto. Determinadas necesidades como la sed o el hambre pueden producir
el mayor de los placeres al ser satisfechos, pero no podemos hablar aquí de experiencia
estética. En función de esto, “el gusto es un placer de la imaginación”. La imaginación
aparece entonces, como una función intermedia entre el entendimiento y el mero placer
sensible, articulando y asociando pensamientos e imágenes de manera original e
independiente. Ademas, la imaginación permite situarnos en el lugar del otro, lo cual nos
distancia de nuestro propio interés, el cual atentaría contra la verdadera concepción del
gusto a la cual los empiristas se refieren: “La estética empirista señaló el desinterés
como cualidad definitoria del placer estético y de esta manera lo dotó de
universalidad.”
Lo sublime y lo pintoresco
Joseph Addison
Para elaborar sus fundamentos, Addison concibe a la mente humana como un sistema de
“tres esferas”. En la esfera superior, sitúa al entendimiento, donde se encuentran el juicio
y el pensamiento; en la esfera inferior, sitúa las percepciones sensibles, exceptuando el
sentido de la vista. Este ultimo sentido, conforma la esfera intermedia, a la cual llama
“imaginación”. De esta manera, es quien concretamente expone en su obra “Los
placeres de la imaginación” de 1712, a la imaginación como la fuente principal del
accionar creativo, en contraposición al arte reglado propio por el clasicismo racionalista.
Por otro lado, investiga los fenómenos que pueden estimular el accionar de la
imaginación, dando así con los conceptos de belleza, grandeza y singularidad. Estas,
como dijimos anteriormente, serán luego traducidas a las categorías de bello, sublime y
pintoresco. Addison se refiere específicamente a lo que, mas tarde, los románticos
catalogaran como sublime, de la siguiente manera: “Por grandeza, no entiendo solamente
el tamaño de un objeto peculiar, sino la anchura de una perspectiva entera considerada
como una sola pieza. A esta clase pertenecen las vistas de un campo abierto, un gran
desierto inculto, y las grandes masas de montañas, riscos y elevados precipicios, y una
vasta extensión de aguas.”
En cuanto a lo pintoresco, Addison es quien primeramente incluye a lo singular, irregular,
novedoso o inusual, como estímulos que nos producen un cierto placer. Para puntualizar
a que se refiere con esta categoría, esboza varios elementos que componen la estética de
lo pintoresco, tales como la novedad, referente a aquello que produce nuestra admiración,
o la extrañeza, que nos hace contemplar incluso lo “monstruoso”, y nos abstrae de la
repetición de lo cotidiano.
Edmund Burke
David Hume
Lessing supo ocuparse del mundo de la teoligia, y del mundo de la literatura, abordando
ambas temáticas con suma claridad y eliminando todo tipo de confusión. De su
pensamiento se desprenderán legitimas reflexiones sobre la estética.
Debido al contexto histórico y geográfico en el que se encontraba, su obra pretende
“conciliar los valores de la Revelación con los de la Razón, los de la religión con los de la
crítica ilustrada”. De esta manera, Lessing rescata los contenidos y principios básicos de
carácter religioso (ubicando en un plano de igualdad de validez a todas las religiones), y
afirma que estos eran una anticipo de los principios que luego se verían expuestos y
traducidos en el siglo XVIII “en forma de razón ilustrada.”
Por otro lado, Lessing es el mas claro ejemplo de una de las ideas centrales que
conforman la estética empirista: la autonomía del arte. Mencionamos antes, brevemente,
que cuando nos referimos a esta característica, hablamos de una concepción de arte que
es independiente en si misma; que su esencia le permite valerse de sus propios
elementos internos para ser en su máxima plenitud. El arte, entonces, no solamente no
necesita ser funcional a una expresión religiosa, política etc, si no que, de ser así, la
esencia y pureza del mismo se verán corrompidas. En efecto, sentenciara Lessing en su
“Lacoonte” : “sólo quisiera dar el nombre de obras de arte a aquellas en las que el artista
se ha podido manifestar como tal, es decir, aquellas en las que la belleza ha sido para él
su primera y última intención. Todas las demás obras en las que se echan de ver huellas
demasiado claras de convenciones religiosas no merecen este nombre, porque en ellas el
arte no ha trabajado por amor de sí mismo sino como mero auxiliar de la religión, la cual,
en las representaciones plásticas que le pedía el arte, atendía más a lo simbólico que a lo
bello”.
Mencionamos también, que la autonomía del arte abarca ademas el ámbito en el cual las
distintas disciplinas artistas se relacionan. De esta manera, Lessing no solo advertirá que
el arte es autónomo en función de elementos externos si no que, cada una de las artes es
autónoma en si misma, en relación a las restantes. Aquí, el autor no expondrá
simplemente la idea ya existente de que las artes son diferentes entre si. De hecho, esto
se sobreentiende desde el primer momento en que fueron clasificadas en base a algún
criterio. El verdadero aporte de Lessing, mediante el cual el dotara a cada arte de
autonomía, sera de carácter lingüístico. Cada arte se manifiesta, afirma, mediante su
propia naturaleza lingüística; cada arte es un lenguaje diferente al otro, y allí radica su
autonomía. Así, se opondrá al ut pictura poesis, principio que establecía que la pintura era
como la poesía. En función de lo anterior, argumentara que las imágenes representan
aspectos que la poesía, que se manifiesta mediante la palabra, no puede aprehender.
“Las artes plásticas, debido a la simultaneidad de la imagen y a los signos naturales de
que se sirven, se ocuparían de la imitación de los cuerpos y de sus propiedades visibles
en el espacio” ; mientras que “el objeto de la literatura, que se vale de signos arbitrarios
(la palabra), seria la imitación de las acciones sucesivas en el tiempo”.
J. J. Winckelmann
Respecto a Winckelmann, afirma Bozal: “No son pocos los que le consideran el creador
de la historia del arte”. “Su influencia sobre el neoclasicismo fue muy notable, al igual que
su papel en la configuración de una Grecia que, desde el Siglo de las Luces, se perfila
como horizonte nostálgico de la modernidad.”
Es preciso aclarar que el pensamiento de Winckelmann se basara, entre otras cosas, en
una profunda admiración por el mundo griego. Indicio de esto es la primera de sus
grandes obras, llamada “Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pintura y
escultura”. Si sumamos a esta su obra fundamental, titulada “Historia del arte en la
antigüedad”, obtendremos un claro indicio de como Valeriano Bozal nos presenta a
Winckelman. De estos dos escritos se desprenderán las ideas estéticas del mismo.
Responsable de formular las principales ideas que respectan al neoclasicismo,
Winckelman se refiere a la Grecia antigua como el origen del buen gusto, del arte mas
puro, donde la conexión entre naturaleza, la sociedad y belleza, era orgánicamente fluida,
algo que no volverá a suceder, dirá, en ningún otro momento de la historia (aquí la Grecia
como un “horizonte nostálgico de la modernidad”). Winckelmann concibe así el periodo de
esplendor griego como una etapa insuperable para las culturas posteriores, y en cuanto a
ello afirmara: “El único camino que nos queda a nosotros para llegar a ser grandes,
incluso inimitables si eso es posible, es el de la imitación de los Antiguos”.
Se ve en uno de sus escritos, de manera por de mas clara, su posición ante la Grecia
antigua: “El buen gusto, que se extiende más y mas por el mundo, comenzó a formarse
por primera vez bajo el ciclo griego. Todas las invenciones de pueblos extranjeros no
llegaron a Grecia sino al modo de una temprana semilla, para adquirir una naturaleza y
una forma diferentes en aquel país, que de entre todos, según se dice, Minerva había
asignado a los griegos a titulo de morada, a causa de la moderación del clima que allí
encontró, como la tierra que había de producir cabezas inteligentes”.
Vemos que, en contraposición a lo que anteriormente expusimos sobre Herder, quien nos
invita a reflexionar el arte de cada época, sociedad o región como algo autónomo y
particular, que se da en determinadas condiciones y en determinado contexto, y que, por
ende, es esencialmente diferente y único (allí radica su valor), Winckelmann propone
valorar cada estadio histórico del arte, en función de cuanto mas sea su condición de
espejo ante la Grecia antigua.
En cuanto a sus escritos sobre la Historia del arte, advirtiera que el desarrollo de las
artes, posee un carácter evolutivo, análogo al desarrollo del ser humano. Así, estas
tendrán su periodo de juventud, madurez, decadencia, etc. Esta mirada historiografica,
permite que “cada objeto estudiado pueda encontrar su lugar preciso” , y proporciona
“una teoría que permite explicar los cambios estilísticos y cualitativos que se advierten en
las obras paniculares”. Sin embargo, como dijimos anteriormente, Winckelmann basa sus
ideas estéticas en una concepción de belleza que obedece a los ideales griegos, es decir,
en una teoría de la belleza que es histórica.
Mas allá de este elemento contradictorio en su pensamiento, Winckelmann logra erigir la
disciplina que desde ese momento se conocerá como “historia del arte”, la cual es una de
las principales caras que toma el carácter de autonomía que adquiere el arte durante el
siglo de las luces.
Immanuel Kant