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Abogado

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Abogado francés, principios del S.XX.

Abogado es aquella persona que ejerce profesionalmente la defensa jurídica de una de las partes
en el juicio, así como los procesos judiciales y administrativos ocasionados o sufridos por ella.1
Además, asesora y da consejo en materias jurídicas. Los abogados son profesionales con
conocimientos en diversas áreas de la legislación (penal, laboral, comercial, administrativa,
tributaria, entre otras) y su formación implica conocimientos de historia, filosofía, cultura,
literatura, oratoria, psicologia economía y política, por lo cual suelen ejercer cargos jerárquicos en
la administración del Estado y su gobierno. Pueden orientarse hacia un perfil privado, como asesor
y representante de personas naturales y/o jurídicas, o bien tener un perfil público ligado al
gobierno y la administración pública. En la mayoría de los ordenamientos de los diversos países,
para el ejercicio de esta profesión se requieren estudios universitarios en Derecho —licenciatura
en Derecho—, estar inscrito en un colegio de abogados o bien tener una autorización del Estado
para ejercer.

Índice

1 Historia

1.1 Antigua Roma

1.2 Antigua Grecia

2 Ejercicio profesional

3 Formas de organización

4 Abogado independiente

5 Decálogo del abogado

6 Véase también

7 Referencias
8 Bibliografía

9 Enlaces externos

Historia

Antigua Roma

Mientras que las costumbres se conservaron sencillas y austeras en Roma, en tanto que las
dignidades y los empleos fueron la recompensa de los talentos y el favor del pueblo un título para
obtenerlos, los abogados desempeñaron su profesión de la manera más honorífica y mostraron el
mayor desinterés, pero cuando los servicios prestados gratuitamente a la patria dejaron de ser
medios para adquirir los honores y las distinciones, entonces pasaron a ser hombres mercenarios.
El tribuno Cincius se empeñó en vano para que los abogados volviesen a ejercer su facultad con la
delicadeza y desinterés que en tiempos antiguos. Augusto se había creído intimidarles con una
pena que ellos supieron eludir y todos sus sucesores no pudieron hacer más que coartar muy poco
su avaricia.

Claudio prohibió que pudiesen exigir más de diez sestercios por una causa. En tiempos de Plinio el
Joven, la mayor parte de los abogados vendían su ministerio y a la gloria, en otros tiempos el único
precio de un empleo tan noble, habían sustituido un vil interés. El emperador Trajano, para
contener este desorden, expidió un decreto por el que mandaba a todos los que tuviesen pleitos
que jurasen no haber dado, prometido, ni hecho prometer cosa alguna a aquel que se había
encargado de su causa. Y terminado el pleito, solo permitía dar o gratificar hasta la cantidad de
diez mil sestercios.

En los primeros tiempos de la República romana no había más que un solo abogado para defender
una causa, así como uno solo era el que acusaba; pero después se siguieron con más aparato y su
número regularmente era el de cuatro por cada parte. Asconius observa que antes de la causa de
Scaurus no había visto que ningún acusado hubiese tenido más de cuatro abogados; y que este fue
el primero que tuvo hasta seis; que fueron Cicerón, Hortensio, P. Clodio, M. Marcelo, M. Calidio y
M. Mesalo Niger. Añade también que este número se aumentó mucho después de las guerras
civiles, hasta el exceso de tener una persona doce abogados para defender una sola causa. Dicho
abuso parece que se cortó un tanto con la publicación de la ley Julia que señalaba solo tres
abogados al acusado en las causas de mayor importancia.

Calpurnia, según otros Calfurnia, casada con César, fue causa de que se prohibiese ya
antiguamente el que las mujeres pudiesen presentarse en el foro a ejercer la abogacía. Esta mujer
de genio travieso habiendo perdido una causa que ella defendía, se irritó de tal manera contra los
jueces que se levantó los vestidos en medio del tribunal e hizo una acción impúdica en desprecio
de los jueces. Otros dicen que lo que obligó a privar que las mujeres pudiesen dedicarse a la
jurisprudencia fue los grandes gritos que daba aquella mujer sabia pero desvergonzada, con los
que aturdía a los jueces.
Antigua Grecia

Había también oradores o abogados en Grecia que se dedicaban a componer alegatos para los que
tenían necesidad de ellos, aunque esta práctica era contraria a la disposición de las leyes, que
mandaban se defendiesen las partes a sí mismas sin emplear socorros extraños. Cuando Sócrates
fue llamado ante los jueces para dar cuenta de sus opiniones sobre la religión, Lisias célebre y
elegante orador ateniense le llevó un alegato que había trabajado con el mayor esmero para
persuadir a los jueces; pero Sócrates, después de reconocer y celebrar su mérito, no quiso valerse
de él, diciendo que aquello era poco correspondiente al carácter y fortaleza que debía manifestar
un filósofo.

En el Areopago hubo un tiempo en que no se permitió que asistiesen abogados: el reo o las partes
exponían sencillamente y sin floreos su acción.

El emperador León, en una ley publicada el año 468, mandó que en ningún tribunal pudiese ser
abogado el que no fuese católico.2

Ejercicio profesional

Genéricamente se puede definir el término abogado como: "persona con título de grado
habilitado conforme a la legislación de cada país, que ejerce el Derecho, en asistencia de terceras
personas, siendo un colaborador activo e indispensable en la administración de la Justicia de un
país."3 [cita requerida]

Se denomina también “doctor” (en casi todos los países de Sudamérica, como Argentina, Brasil,
Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y la mayor parte de Centro
América a excepción de Guatemala, además de México y España) a este profesional, aún cuando
no haya obtenido el doctorado y por lo tanto no posea título de doctor. Tal denominación
proviene de la circunstancia que anteriormente el doctorado era una exigencia ineludible para el
ejercicio de la abogacía.[cita requerida] Lo mismo ocurre con el juez o el agente fiscal quienes son
denominados "doctor" cuando muchos carecen de dicho grado académico.

El abogado es un profesional cuyo objetivo fundamental es colaborar en la defensa de la


Justicia.[cita requerida] Cuenta con una sólida formación teórica y suficiencia práctica, supervisada
por los Colegios y el Estado.[cita requerida]
Interviene en la resolución de conflictos judiciales y extrajudiciales, la función pública, la
magistratura, la enseñanza y la investigación. Se encargan de defender los intereses de una de las
partes en litigio. Al ser el abogado un profesional específicamente preparado y especializado en
cuestiones jurídicas, es el único profesional que puede ofrecer un enfoque adecuado del problema
legal que tiene el ciudadano o 'justiciable'.

Debe destacarse que además de su intervención en el juicio, una función básica y principal del
abogado es la preventiva. Con su asesoramiento y una correcta redacción de los contratos y
documentos, pueden evitarse conflictos sociales, de forma que el abogado, más que para los
pleitos o juicios, sirve para no llegar a ellos con su mediación extrajudicial. Tanto es así que en la
mayoría de los procedimientos judiciales es obligatorio comparecer ante los tribunales asistido o
defendido por un abogado en calidad de director jurídico, es decir, todo escrito o presentación
judicial debe ir firmada por el cliente (o su representante legal, el procurador) y por su abogado, lo
cual le garantiza un debido ejercicio del derecho a la defensa durante el proceso.

Un abogado suele tener poderes de su defendido o cliente mediante autorización en instrumento


público, u otorgado apud acta, es decir, por comparecencia en el juzgado o tribunal, de manera
que pueda dirigirlo en juicio, o representarlo en actuaciones legales o administrativas que no
requieran de procurador de los Tribunales, representando así al interesado, y no sólo dirigiendo su
defensa.

La actuación profesional del abogado se basa en los principios de libertad e independencia.

Los principios de confianza y de buena fe presiden de las relaciones entre el cliente y el abogado,
que está sujeto al secreto profesional. El abogado se debe a su cliente, en primer lugar, y debe
litigar de manera consciente respecto a la responsabilidad social en la que se halla, con un actuar
crítico y equilibrado al servicio de la paz social, en la que colabora con los juzgados y tribunales
dentro del sistema judicial de cada país.

A través de los Colegios de abogados u organismos pertinentes, dependiendo del país, existen
servicios de asistencia jurídica gratuita para los ciudadanos que carecen de medios económicos
para pagar los honorarios de un abogado. Son los llamados abogados de oficio, que asesoran
desde Colegios de abogados o directamente desde el Estado.

Las especialidades más importantes en el ejercicio de la abogacía son: Derecho civil, penal,
comercial, laboral, tributario, constitucional, administrativo, intelectual y ambiental, aunque no
suelen tener su correspondencia con formaciones académicas específicas, sino con la experiencia,
dedicación y mayor conocimiento de ese tipo de caso por cada abogado.
Formas de organización

Artículo principal: Firma de abogados

Tradicionalmente, los abogados ejercieron su profesión solos o en pequeños grupos. Fue en


Estados Unidos de América a finales del siglo XIX cuando comenzaron a reunirse grupos mayores,
tendencia que pasaría rápidamente a Europa y luego al resto de los países con un desarrollo
relevante de la profesión. Como un caso muy especial puede citarse Francia, donde aún hoy en
día, con algunas contadas excepciones, siguen trabajando solos o en pequeños grupos. [cita
requerida]

Generalizando, podría decirse que las formas de organización que los abogados se han dado son
básicamente tres. En primer lugar, y por lejos la forma más usada, son los abogados que ejercen
solos o en pequeños grupos. En segundo, aun cuando es una fórmula que se bate en retirada,
están las comunidades de techo, donde básicamente los abogados comparten la propiedad de un
inmueble o contribuyen comunitariamente a los gastos generales, y cada uno lleva sus propios
clientes. [cita requerida]

En tercer lugar, independientemente de la estructura societaria elegida, están los estudios de


abogados o estudios jurídicos, en los que generalmente se concentra la mayor parte del trabajo
complejo y relevante que se realiza en un país para empresas, gobierno o personas.

Desde otra perspectiva, podemos decir que los despachos de abogados se clasifican en pequeños,
medianos y grandes. Aun cuando esta nomenclatura tendrá un uso diferente en cada país,
generalmente es aceptado que un despacho pequeño tiene hasta 50 abogados, y que un estudio
es grande cuando alcanza al menos los 100 abogados. Los estudios de abogados se califican a sí
mismos como generalistas y especialistas, o como “one stop shop” y “boutiques”, para usar un
lenguaje más contemporáneo.[cita requerida]

Si bien es cierto que en general puede observarse que el tamaño de los estudios de abogados
depende del tamaño de la población y de la economía de un país, existen excelentes ejemplos de
que ello no es una regla cerrada; tal es el caso de Nueva Zelanda y de Irlanda, donde se
encuentran varios estudios con más de 200 abogados, tratándose de poblaciones cercanas a los
cuatro millones de habitantes.

El técnico jurídico es aquella persona que, sin tener licencia para ejercer derecho como abogado,
le brinda asistencia a éstos en sus obligaciones profesionales del día a día. Los técnicos jurídicos (o
paralegals en inglés) son comunes en Norteamérica (Estados Unidos incluso otorga certificación
separada para este oficio), pero no en el resto del mundo, especialmente en el Derecho
continental. Bajo el Derecho anglosajón (o Common law) de Estados Unidos, los técnicos jurídicos
deben trabajar bajo la supervisión de un abogado, pero las condiciones laborales varían entre los
distintos estados.

Los estudios de abogados más grandes en la actualidad bordean los 4.000 abogados, siendo
verdaderas empresas transnacionales. La mayor parte de los mega estudios (1.000 o más
abogados) tienen su origen en Estados Unidos o en el Reino Unido.

Véase también: Colegio de abogados

Abogado independiente

Cuando se recurre a un abogado hay que pensar para quién está trabajando realmente, es decir,
en un caso normal en el que necesitas asistencia jurídica acudes a un bufete de abogados y
contratas sus servicios, tan simple como eso. El problema puede darse si, por ejemplo, has tenido
un accidente de tráfico en el que la búsqueda de un abogado tenga como objetivo cobrar la
indemnización por lo daños sufridos.

Las compañías aseguradoras suelen ofrecerte la asistencia jurídica de su equipo de abogados pero
no siempre el objetivo de la compañía es el mismo objetivo que el del cliente, ya que para la
compañía que paga a este abogado lo mejor será cerrar el caso lo antes posible, sin llegar a juicio y
con una oferta que muchas veces es inferior a lo que la víctima podría conseguir con un abogado
que no tuviera la presión de su compañía.

Aquí es donde surge la figura del abogado independiente, que no actúa en favor de la aseguradora
y cuyo objetivo es el mismo que el del cliente ya que normalmente cobran un porcentaje de la
indemnización conseguida. La víctima de una accidente tiene el derecho a la libre elección de
abogado, según el código deontológico aprobado en el Pleno de 27 de noviembre de 2002,4 que le
permite elegir libremente al profesional que, según su criterio, considere que va a defender mejor
sus intereses por lo que es importante remarcar que esta labor no es obligatorio que sea realizada
por un abogado de la compañía.

Decálogo del abogado

Abogado inglés, principios del S.XX.


El decálogo del abogado, también conocido como los “Mandamientos del Abogado” fue realizado
por el jurista uruguayo Eduardo Couture, ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la
Universidad de la República.

Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida
consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.

Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco
menos abogado.

Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con
la Justicia, lucha siempre por la Justicia.

Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor,
llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu
victoria como tu derrota.

Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

Sé leal. Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti.
Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los
hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez, debe
confiar en el que tú le invocas. Intenta ser leal con todo el mundo y todo el mundo intentará ser
leal contigo.

Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la
Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como sustituto bondadoso de la Justicia; y
sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, Justicia, ni Paz.

Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.

Trabaja. La abogacía es una dura fatiga pues está al servicio de la Justicia.

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