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Nada más estallar la guerra, en el año 1775, Hamilton ingresó en el Ejército Continental,
en el que demostró un gran coraje y firmeza de ánimo durante los primeros momentos de
confusión, por lo que la Asamblea de Nueva York decidió nombrarle capitán de artillería,
en 1776. Hamilton siguió demostrando su valor en las sucesivas batallas en las que
participó ese año (Long Island, White Plains y Trenton). Pero donde realmente confirmó
su prestigio militar fue en la Batalla de Princeton, el 3 de enero de 1777, en la que aplastó
literalmente a las tropas británicas, muy superiores en número a las de Hamilton. George
Washington puso sus ojos en ese joven capitán y se lo llevó consigo, ascendiéndole al
grado de teniente general y miembro de su estado mayor de oficiales.
En el mes de julio de 1782, Hamilton fue elegido para representar al estado de Nueva York
en el Congreso Continental de Filadelfia, durante el cual, a lo largo de todo el año que
duró la convocatoria, se esforzó por hacer ver a los demás representantes la necesidad de
constituir un Gobierno fuerte, centralizado y federal, como primera medida para organizar
el marasmo económico, político y social heredado tras la guerra. Así mismo, abogó por la
creación de un Banco Nacional y por el desarrollo de la industria en detrimento de la
agricultura, circunstancia ésta que posteriormente le enfrentaría a la facción demócrata-
republicana liderada por Thomas Jefferson. Hamilton fue el primer bancario
estadounidense al fundar, en febrero de 1784, su propio banco, el Banco de Nueva York,
del que fue presidente.
Como presidente, George Washington demostró poseer una gran sagacidad política al
rodearse de los mejores colaboradores para formar su primer Gobierno. Alexander
Hamilton, convertido ya por aquel entonces en el líder natural del Partido Federalista, fue
nombrado secretario del Tesoro (ministro de Hacienda), además de ser, junto con el
secretario de Estado, Thomas Jefferson, el hombre de confianza del nuevo presidente y su
brazo derecho. Hamilton aprovechó su cargo y peso político en el Gabinete de Washington
para solucionar el caos administrativo y económico de las antiguas colonias tras la
consecución de la Independencia.
Hamilton expuso su programa financiero en tres leyes, lanzadas entre 1790 y 1791, que
trataron sobre los otros tantos problemas más acuciantes por resolver en la esfera
económica: el crédito público, la creación de un banco nacional y las manufacturas.
El 14 de enero de 1790, Hamilton presentó al Congreso la Report on the Public Credit (Ley
del Crédito Público), por la que el Estado Federal asumía la deuda externa e interna
acumulada por todos los estados durante los períodos anteriores, que ascendía a 74
millones de dólares. Para ello se procedió a la consolidación de la deuda, es decir, al
cambio de los antiguos bonos por otros nuevos a su valor nominal. Teniendo en cuenta
que casi toda la deuda estaba en manos de especuladores del norte, los estados sureños
protestaron argumentando que era intención de Hamilton enriquecer a la pequeña minoría
capitalista nordista para comprometerla en la política nacional. A pesar de la gran
oposición por parte de los estados sudistas, Hamilton logró aprobar la polémica ley.
El siguiente objetivo de Hamilton fue la creación de un Banco Nacional, siguiendo el modelo
británico, depositario de los fondos federales, que pusiera en circulación papel moneda,
otorgase créditos comerciales y diera seguridad y estabilidad a los programas financieros
del Gobierno. El proyecto fue momentáneamente frenado por la oposición republicana,
argumentando que la Constitución no reconocía al Gobierno capacidad alguna para crear
compañías comerciales. Hamilton utilizó sabiamente la doctrina constitucional conocida
como "los poderes implícitos", por la que el Gobierno podía hacer todo aquello que fuere
..."necesario y conveniente para el bien del país"..., ante lo cual George Washington no
tuvo inconveniente alguno en firmar el decreto presentado por Hamilton, el Report on a
National Bank, el 13 de diciembre de 1790.
En política exterior, Hamilton también tuvo una destaca actuación. Fue él quien marcó las
directrices y los términos del Tratado de Londres, firmado con Gran Bretaña en el año
1794, que fue gestionado por el presidente del Tribunal Supremo, John Jay, a petición de
Alexander Hamilton, y en el que Estados Unidos apenas sacó provecho comercial alguno.
Hamilton volvió a demostrar su gran ascendente sobre el presidente George Washington
cuando le convenció para permanecer neutral y no ayudar a Francia en la guerra que venía
sosteniendo en Europa contra Gran Bretaña.
Desde la posibilidad del estallido de la guerra entre Francia y Estados Unidos, John Adams
y Alexander Hamilton se fueron distanciando políticamente, enfrentamiento que acabó por
desgastar al Partido Federalista y propició la derrota electoral de John Adams en las
elecciones presidenciales del año 1800, en favor del tandem republicano formado por
Thomas Jefferson y Aaron Burr. Hamilton dejó sentir nuevamente su influencia decantando
el voto de los federalistas en favor de Thomas Jefferson, puesto que consideraba a Aaron
Burr un aventurero y un político sin escrúpulo alguno.
Cuando en el año 1804, el saliente vicepresidente Aaron Burr se presentó como candidato
a gobernador de Nueva York, Hamilton volvió a evitar tal hecho al desatar una campaña
intensa en contra de su candidatura. Tras ser derrotado, Aaron Burr, dolido, retó a un
duelo a Alexander Hamilton, que se llevó a cabo el 11 de julio de 1804, en Weehawhen
(Nueva Jersey), en el que Hamilton cayó herido de muerte y falleció al día siguiente. Con
la muerte de su líder, el Partido Federalista comenzó un prolongado declive hasta su total
desaparición a mitad de los años veinte.