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•
9a ediCIón Fein
•
Kassin • Fein • Markus Markus
Psicología 9a ediCIón
Social
Psicología Social
Como sus predecesoras, la novena edición de Psicología social ofrece una
mirada amplia, equilibrada y predominante de la psicología social. Por
tanto, incluye descripciones detalladas de estudios clásicos del almacén
histórico de la psicología social, así como los últimos descubrimientos de
investigación en cientos de referencias nuevas.
Características:
• “Puesta a prueba del sentido común” desafía las nociones comúnmente
aceptadas por los estudiantes, pidiéndoles que anticipen respuestas a 9a ediCIón
preguntas engañosamente simples de verdadero/falso que abren cada
capítulo. El texto relacionado con la discusión para cada pregunta se
anota en el margen, y las respuestas completas se proporcionan al final Kassin • Fein • Markus
Psicología
del capítulo.
• El énfasis en eventos actuales incorpora ejemplos del mundo real y
Social
eventos puntuales, lo que subraya la relevancia generalizada de la
psicología social y ayuda a los estudiantes a ver su mundo a través de
los ojos de un psicólogo social.
• Citas marginales que proporcionan hechos para reflexionar, conclusiones,
resultados de encuestas, citas y más, para despertar el interés de los
alumnos y estimular su pensamiento crítico.
Psicología social
NOVENA EDICIÓN
Traducción:
Jorge Humberto Romo
Víctor Campos
Traductores profesionales
Revisión técnica:
Mtro. Ricardo Trujillo Correa
Facultad de Psicología, UNAM
Australia • Brasil • Corea • España • Estados Unidos • Japón • México • Reino Unido • Singapur
Impreso en México
1 2 3 4 5 6 7 18 17 16 15
Parte 1 Introducción
1 ¿Qué es la psicología social? 2
¿Qué es la psicología social? 6
Definición de psicología social 6
Preguntas y aplicaciones relacionadas con la psicología social 7
El poder del contexto social: ejemplo de un experimento de psicología social 8
La psicología social y campos relacionados: diferencias e intersecciones 9
La psicología social y el sentido común 11
Autoestima 72
La necesidad de autoestima 73
¿Existen diferencias de género y raza? 74
Teoría de la autodiscrepancia 75
La “trampa” de la autoconciencia 76
La autorregulación y sus límites 80
Procesos mentales irónicos 82
Mecanismos de automejora 83
¿Las ilusiones positivas son adaptables? 89
Cultura y autoestima 91
Autopresentación 92
Autopresentación estratégica 93
Autoverificación 94
Automonitoreo 95
Reflexiones: el yo multifacético 97
Repaso 98
Términos clave 101
Recursos mediáticos 101
5 Estereotipos, prejuicio y
discriminación 150
Puesta a prueba del sentido común 152
La naturaleza del problema: persistencia y cambio 154
Definición de términos 155
Racismo: formas y desafíos actuales 155
Sexismo: ambivalencia, cosificación y dobles estándares 161
Más allá del racismo y el sexismo: edad, peso, sexualidad y otros objetivos 165
Ser estigmatizado 166
Amenaza de estereotipo 167
7 Conformidad 252
Puesta a prueba del sentido común 254
La influencia social “automática” 255
Conformidad 257
Los primeros clásicos 258
¿Por qué la gente se conforma? 260
Influencia de la mayoría 263
Influencia de la minoría 266
Cultura y conformidad 269
Sumisión 271
Irreflexión y sumisión 271
La norma de reciprocidad 272
Tender trampas: estrategias de petición en secuencia 273
Asertividad: cuando la gente dice no 277
Obediencia 278
La investigación de Milgram: fuerzas de obediencia destructiva 279
Milgram en el siglo XXI 284
Desafío: cuando la gente se rebela 286
11 Agresión 432
Puesta a prueba del sentido común 434
¿Qué es agresión? 435
Cultura, género y diferencias
individuales 436
Cultura y agresión 436
Género y agresión 441
Diferencias individuales 443
Influencias situacionales
sobre la agresión 456
La hipótesis frustración-agresión 456
Sentimientos negativos 457
Excitación 459
Pensamiento: automático y deliberado 459
La lucha por el autocontrol: rumiación, alcohol y otros factores 461
Influencias situacionales: poner todo junto 462
Confesiones 499
Entrevistas con el sospechoso: la psicología de la detección de mentiras 499
Interrogatorios policiacos: influencia social bajo presión 500
13 Negocios 530
Puesta a prueba del sentido común 532
Selección de personal 534
La entrevista de trabajo típica 534
Alternativas “científicas” a las entrevistas tradicionales 536
Acción afirmativa 540
Cultura y diversidad organizacional 543
Liderazgo 548
El enfoque de rasgos clásico 549
Modelos de contingencia del liderazgo 550
Liderazgo transaccional 551
Liderazgo transformacional 552
Liderazgo entre mujeres y minorías 553
Glosario G-1
Referencias R-1
Índice de nombres I-1
Índice analítico I-13
Repaso
Términos clave
Recursos mediáticos
© Yuri Arcurs/Shutterstock
Dentro de pocos años el lector puede recibir una carta por correo invitándolo
a una reunión de ex alumnos de la preparatoria o la universidad. Es probable que sienta
un poco de nostalgia y comience a pensar en aquellos viejos días escolares. ¿Qué pen-
samientos llegarán primero a su mente? ¿Recordará la poesía que finalmente empezó a
apreciar en su primer año? ¿Pensará en el orgullo que sintió cuando terminó su primer
laboratorio de química? ¿Aparecerá una lágrima cuando recuerde lo inspirador que era
su grupo de psicología social?
Quizá. Pero lo que es probable que domine sus pensamientos serán las personas que
conoció en la escuela y las interacciones que tuvo con ellas, los largos e intensos debates
acerca de todo lo imaginable; los amores que tuvo, los que perdió o que deseaba tan des-
esperadamente tener; el tiempo que se hizo tonto en una fiesta; el esfuerzo de tratar de
ser aceptado por una fraternidad, un club femenino de estudiantes o el círculo de gente
popular; el día en que se sentó en un aguacero con sus amigos para ver un partido de futbol.
Nos concentramos en estas situaciones sociales porque somos seres sociales.
Forjamos nuestras identidades individuales no solos, sino en el contexto de otras per-
sonas. Trabajamos, jugamos y vivimos juntos. Nos lastimamos y nos ayudamos unos
a otros. Definimos la felicidad y el éxito unos con otros. Y no caemos pasivamente en
interacciones sociales; activamente las buscamos. Visitamos a la familia, hacemos ami-
“Usted lleva [a sus amigos y fa- gos, vamos a fiestas, construimos redes, concertamos citas, empeñamos nuestra palabra
milia] en el corazón, la mente o en un compromiso duradero, decidimos tener hijos. Observamos a otros, especulamos
el estómago, porque no sólo vive acerca de ellos y predecimos quién se enredará con quién, ya sea en la vida real o en
en un mundo, sino que un mundo programas televisivos de “realidad”, como The Real World o The Bachelor. Muchos de
vive en usted.” nosotros nos enviamos mensajes vía Tweeter acerca de lo que hacemos o pasamos
Frederick Buechner mucho tiempo en redes sociales como Facebook, interactuando con incontables amigos
de todo el mundo, agregando cientos o hasta miles de “amigos” a nuestras redes sociales.
Es probable que haya visto o al menos escuchado de la película It’s a wonderful life
(¡Qué bello es vivir!). Cuando el héroe, George Bailey, estaba a punto de suicidarse; Cla-
rence (un supuesto ángel) no lo salva mostrándole cuánta felicidad personal perderá si
Millones de personas sintonizan populares termina con su vida. En lugar de ello, le muestra a George cuánto ha influido su vida en
programas de “realidad” para ver cómo
los desconocidos se relacionan entre sí.
la existencia de sus semejantes, y cuántas personas resultarán afectadas si él deja de for-
En esta foto se ve un grupo de personas mar parte del mundo. Son estas relaciones sociales las que salvan la vida de George, así
que aparecieron en una temporada como definen nuestras propias vidas.
reciente de The Bachelorette, al tiempo
que los espectadores se preguntaban cuál
Uno de los aspectos más interesantes del aprendizaje de la psicología social estriba
hombre podría conquistar a la muchacha. en descubrir cuán esenciales y profundamente importantes son estas relaciones sociales
La enorme popularidad de programas para el ser humano. De hecho, los investigadores continúan hallando nueva evidencia al
como éste ilustran parte del atractivo
de la psicología social; el público queda
respecto que apunta a nuevas implicaciones de nuestra naturaleza social. Considere, por
fascinado con la forma en que las ejemplo, este conjunto de conclusiones de una investigación reciente:
personas se relacionan unas con otras.
l Tener amigos cercanos y permanecer en contacto con la
familia está asociado con beneficios para la salud, como
la protección contra enfermedades cardiacas, infeccio-
nes, diabetes y cáncer; también está asociado con vivir
más años y ser más activo (Hawkley y Cacioppo, 2013;
Luo et al., 2012).
l Los niños que son excluidos de actividades sociales
por sus compañeros son más propensos que los demás
a presentar problemas académicos y sociales en la
escuela, incluso varios años después (Bush et al., 2010;
Rodkin y Ryan, 2012).
Craig Sjodin/ABC vía Getty Images
l Muchos médicos pueden decirle que hay algo bastante real en un “corazón roto”. Por
ejemplo, una persona tiene 20 veces más probabilidades que lo normal de sufrir un
ataque al corazón el día que muere una persona amada (Mostofsky et al., 2012).
Precisamente debido a que necesitamos tanto las relaciones e interacciones socia-
les, los contextos sociales en los que participamos influyen profundamente en nosotros.
Puede encontrar muchos ejemplos de este tipo de influencia en su propia vida. ¿Se ha
reído alguna vez de un chiste que no comprendió por seguirles la corriente a quienes
lo rodean? ¿Se comporta de cierta forma con un grupo de personas y de una muy dis-
tinta con otro grupo? El poder de las situaciones puede ser también mucho más sutil y
profundo que estos ejemplos, como cuando las expectativas no declaradas de alguien
respecto a usted literalmente pueden hacerlo convertirse en otra persona.
La importancia de la psicología social es evidente en la vida diaria, como cuando dos
personas se sienten atraídas entre sí o cuando un grupo trata de coordinar sus esfuerzos
en un proyecto. Sucesos dramáticos pueden aumentar su importancia al máximo, como
es evidente en la conducta de personas durante una guerra y después de ella, en ataques
terroristas o en desastres naturales. En estos tiempos traumáticos, la atención se centra
en cómo las personas se ayudan o se explotan unas a otras, y somos testigo de lo peor y de
lo mejor que ofrecen las relaciones humanas. En forma invariable, estos sucesos llaman
la atención hacia la clase de preguntas que los psicólogos sociales estudian; es decir, las
que tienen que ver con el odio y la violencia, los conflictos y sospechas entre grupos, así
como con el heroísmo, la cooperación y la capacidad de entender cuestiones culturales,
étnicas, raciales, religiosas y geográficas. Cuando vemos las noticias de muerte y destruc-
ción en el Oriente Medio o el Congo, o nos enfrentamos a la realidad de un mundo total-
mente violento tan cercano como nuestras colonias y planteles escolares, recordamos la
necesidad de tener un mejor entendimiento de los temas psicológicos sociales. También
apreciamos la grandeza y el poder de las conexiones sociales cuando reconocemos el
valor de un bombero, leemos acerca de la caridad de un donador o vemos el brillo en los
ojos de un nuevo padre. Todo esto es la parte buena y la mala, la mundana y la extraordi-
naria, del paisaje fascinante de la psicología social.
Jóvenes egipcios envían videos a Facebook y Twitter de escenas que tomaron ese día de protestas revolucionarias en la Plaza Tahrir el
año 2011 (izquierda). Las redes sociales desempeñaron un papel fundamental en las protestas por una reforma social y económica que se
produjeron en todo el mundo ese año, incluida esta protesta de “Ocupas” en la Universidad de California en Davis, en la que un oficial de
policía lanza gas pimienta en la cara a estudiantes (derecha). Los psicólogos sociales estudian asuntos importantes como los que vemos aquí, o
como la creciente participación de las redes sociales y la tecnología en nuestras vidas, y la forma en que las personas lidian con el conflicto.
En todo este libro el lector no sólo verá interesantes y relevantes hallazgos de inves-
tigación, sino también se enterará de la forma en que los psicólogos sociales han descu-
bierto esta evidencia. Es un proceso apasionante que nos entusiasma compartir con el
estudiante. El propósito de este primer capítulo es dar al lector una panorámica general
de la psicología social. En el momento en que lo termine debe estar listo y (esperamos)
ansioso de lo que verá más adelante.
Un contexto social Aquí es donde entra en juego la parte “social” de esta disciplina
que la distingue de otras ramas de la psicología. En su conjunto, la ciencia de la psicología
es una empresa inmensa, el “gorila” de las ciencias sociales, que se interesa en todo, desde
las acciones de los neurotransmisores del cerebro hasta las acciones de los aficionados a
la música en un club atestado de gente. Lo que hace de la psicología social algo único es
su énfasis en la naturaleza social de los individuos.
Sin embargo, lo “social” de la psicología social varía. Al intentar establecer los princi-
pios generales del comportamiento humano, en ocasiones los psicólogos sociales anali-
zan factores no colectivos que afectan los pensamientos, emociones, motivos y acciones
de la gente. Por ejemplo, pueden estudiar si un clima caluroso hace que las personas se
comporten de manera más agresiva (Anderson y DeLisi, 2011). Lo social en este tema
es el comportamiento: las personas se hacen daño unas a otras. Además, los psicólogos
sociales en ocasiones estudian los pensamientos o emociones de las personas acerca de
aspectos no sociales, por ejemplo sus actitudes acerca del calzado para básquetbol Nike
o Adidas. ¿Cómo pueden ser de interés para los psicólogos sociales las actitudes hacia
los zapatos de básquetbol? Una forma es si estas actitudes están influidas por algo social,
como el caso de si el respaldo de LeBron James hacia Nike hace que la gente prefiera esa
marca. Ambos ejemplos, que determinan si el calor provoca un aumento en la agresivi-
dad o si LeBron James causa un incremento en las ventas de los tenis Nike, son ocupa-
ciones psicológicas sociales porque los pensamientos, emociones o comportamientos
(a) están relacionados con otras personas, o bien (b) están influidos por otras personas.
El “contexto social” a que se hace alusión en la definición de psicología social no
tiene que ser real o actual. Incluso la presencia implícita o imaginaria de otras perso-
nas puede tener efectos importantes en los individuos (Allport, 1985). Por ejemplo, si
alguien imagina recibir reacciones positivas o negativas de los demás, su autoestima se
verá afectada de manera significativa (Libby et al., 2012; Smart Richman y Leary, 2009). Si
los niños imaginan tener contacto con un niño de otro país, sus actitudes hacia
individuos de ese país pueden volverse más positivas (Vezzali et al., 2012). Y si
unos estudiantes de universidad imaginan vivir un día en la vida de un profesor,
es probable que se desempeñen mejor en un examen analítico; en cambio, si ima-
ginan ser una “porrista” se desempeñarán peor (Galinsky et al., 2008).
>
cambio? (capítulo 5)
l
¿Por qué con frecuencia nos gusta lo que nos hace sufrir? (capítulo 6)
¿Por qué los vendedores a veces nos hacen comprar cosas que en realidad
social: ejemplo de un
no queremos? (capítulo 7) experimento de psicología
l ¿Por qué las personas suelen desempeñarse peor en grupos que
individualmente? (capítulo 8)
social
La naturaleza social del ser humano está tan pro-
Interacción social: ¿qué causa que nos gusten, amemos, ayudemos y lastime-
mos a los demás? fundamente arraigada que hasta los indicios más
sutiles acerca de nuestra conexión social con otros
l ¿Qué tan similares o diferentes son los sexos en lo que buscan en una
relación íntima? (capítulo 9) puede tener un efecto profundo en nuestras vidas.
l ¿Cuándo es más o menos probable que un espectador lo ayude en una
Considere el estudiante sus primeras semanas de
emergencia? (capítulo 10) preparatoria o universidad. Si es como otros estu-
l ¿La exposición a la violencia o la pornografía en la televisión dispara el diantes, es probable que haya habido ocasiones en
comportamiento agresivo? (capítulo 11) las que se sintió inseguro y se preguntaba si estaba
en el lugar correcto. Sin embargo, para algunos gru-
Aplicación de la psicología social: ¿la psicología social ayuda a entender pos de estudiantes estos temores son especialmente
preguntas acerca del derecho, los negocios y la salud?
frecuentes y fuertes. Los estudiantes de grupos de
l ¿Los interrogadores realmente pueden hacer que las personas confiesen
etnias minoritarias son especialmente vulnerables
crímenes graves que no cometieron? (capítulo 12)
a esas dudas acerca de la pertenencia social en el
l ¿Cómo pueden los líderes de negocios motivar con más efectividad a sus
empleados? (capítulo 13)
plantel. Una investigación psicológica social sugiere
l ¿Cómo afecta el estrés la salud de las personas y cuáles son las maneras más
que estas preocupaciones pueden interferir en el
efectivas de enfrentar una experiencia estresante? (capítulo 14) desempeño académico.
© Cengage Learning Gregory Walton y Geoffrey Cohen están entre
los psicólogos sociales que han estudiado este pro-
blema. Se preguntaban si podrían mejorar el éxito
académico de estudiantes afroamericanos en una universidad selectiva, predominan-
temente europea-estadounidense, al protegerlos contra la exaltada “incertidumbre de
pertenencia” que con frecuencia afecta a estos estudiantes. Para probar esta idea, Wal-
ton y Cohen (2011) dirigieron un experimento en el que a algunos estudiantes del primer
semestre en la universidad se les dio un poco de información que sugería lo típico que
es para la mayoría de los estudiantes, cualquiera que sea su género, raza o etnia, pasar
por periodos de estrés social e incertidumbre durante su primer año, y que estas luchas
tienden a desaparecer poco después de ese periodo. Walton y Cohen deseaban evaluar
cómo se desempeñarían estos estudiantes durante sus primeros cuatro años de univer-
sidad, en comparación con otros que no habían recibido ninguna información acerca de
problemas de pertenencia social.
Walton y Cohen encontraron que dar esta información a estudiantes afroamerica-
nos elevó sus promedios de calificaciones (PC) considerablemente más con respecto a
otros estudiantes afroamericanos a quienes no se les dio dicha información. Veamos l
la figura 1.1. Las barras de esta gráfica ilustran el PC de último año del periodo de prima-
vera de estudiantes afroamericanos que no recibieron (barra izquierda) o sí recibieron
(barra derecha) la información acerca de pertenencia social en el periodo de otoño de su
primer año en la universidad. Como lo indica la diferencia en altura de estas dos barras,
por analizar las actitudes raciales de la clase media en Estados Uni- 3.6
dos, mientras que los psicólogos sociales podrían examinar algunos
Year último
grupo.
Term, Senior
cuantificables. 3.3
A pesar de estas diferencias, la sociología y la psicología social
están claramente relacionadas. De hecho, muchos sociólogos y psi-
cólogos sociales comparten la misma capacitación y publican sus 3.2
conclusiones en las mismas revistas. Cuando estos dos campos Sin No
tratamiento
Treatment Tratamiento de pertenencia
Belonging Treatment
confluyen, el resultado puede ser un mejor entendimiento de temas Condición
Condition
importantes. Por ejemplo, la investigación interdisciplinaria en
tanto la psicología clínica como la social pueden analizar el modo en que la gente se enfrenta
a la ansiedad o presión en situaciones sociales, o cómo ser intimidado o estereotipado por
otros puede afectar la salud física y mental de individuos (Bijleveld et al., 2012; Brodish et
al., 2011; Crocker et al., 2010; Gibbons et al., 2012; Greenland et al., 2012; Huynh et al., 2012).
La psicología de la personalidad y la psicología social están en especial estrecha-
mente vinculadas porque se complementan muy bien entre ellas. Por ejemplo, algunos
psicólogos sociales examinan cómo recibir opiniones negativas (un factor social) puede
tener diferentes efectos en personas en función de su autoestima (factor de persona-
lidad), o si jugar videojuegos violentos (factor social) es especialmente probable que
desate la agresividad en tipos particulares de niños (factor de personalidad) (Bosson y
Swann, 2009; Thomas y Levant, 2012; Zeigler-Hill et al., 2011).
La psicología cognitiva y la psicología social también están estrechamente relacio-
nadas. En las pocas décadas recientes se ha visto una explosión de interés en la conver-
gencia de la psicología cognitiva y la social. El estudio de la cognición social se estudia
con mayor detalle más adelante en este capítulo, y es un enfoque en todo este texto, en
especial en la Parte II sobre la Percepción social.
Psicología social y otros campos de estudio Hoy, más que nunca, los psicólo-
gos sociales están haciendo investigación que abarca fronteras tradicionales entre dis-
ciplinas. Las convergencias de la psicología social con disciplinas como la neurociencia,
biología, economía, ciencias políticas, salud pública, estudios ambientales, derecho y
medicina son cada vez más importantes para la psicología social contemporánea. Vere-
mos un poco más de estas convergencias más adelante en este capítulo, pero el estu-
diante debe ver estas conexiones en todo este libro, especialmente en la Parte V sobre la
Aplicación de la psicología social.
antes de terminar con esta sección, permítanos hacer una advertencia: las cuatro afir-
maciones citadas líneas antes son falsas todas ellas. Aun cuando podrían existir razones
sensatas para considerarlas ciertas, la investigación indica lo contrario. Aquí se esconde
otro de los problemas que conlleva confiar en el sentido común: a pesar de ofrecer pre-
dicciones y explicaciones bastante convincentes, en muchas ocasiones resultan inexac-
tas. Aun en aquellas ocasiones en que no está completamente erróneo, la simplicidad del
sentido común puede resultar engañosa. Es frecuente que no haya una respuesta sencilla
a una pregunta como “¿Es cierto que la distancia aumenta el amor?”. En realidad la res-
puesta es más compleja de lo que podría sugerir el sentido común y la investigación de
psicología social revela que esa respuesta depende de varios factores.
Para destacar estos puntos y motivar al estudiante a pensar de manera crítica sobre
los problemas de psicología social antes y después de enterarse de ellos, este libro de
texto contiene un artículo llamado “Puesta a prueba del sentido común”. A partir del
capítulo 3 cada uno de los capítulos inicia con unas pocas afirmaciones en torno a temas
de psicología social que se tratarán en dicho capítulo. Algunas de las afirmaciones son
verdaderas y otras son falsas. Conforme lea cada una de las afirmaciones, haga una pre-
dicción de si es verdadera o falsa y piense en por qué piensa así. Las notas marginales de
todo el capítulo le dirán si las afirmaciones son correctas, pero también si sus razones al
hacer la predicción fueron apropiadas. Si su intuición resulta errónea, piense en la res-
puesta correcta y en cómo ésta se verá apoyada por la evidencia. Muy pocas formas de
aprender y recordar son mejores que este tipo de pensamiento crítico.
AP Photo/Christophe Ena
Algunos expertos (Haines y Vaughan 1979;
Stroebe, 2012) sugieren que hay otros posibles
ejemplos de primeros estudios de psicología
social, incluida la investigación citada por el
mismo Triplett. Estos estudios también fueron
realizados en las décadas de 1880 y 1890, que Corredores de todo el mundo compiten
parece que fue un tiempo particularmente fértil para que la psicología social echara en una etapa de la Vuelta a Francia en
julio de 2012. ¿Los ciclistas habrían
raíces. rodado más rápido o más lento si
A pesar de su lugar en la historia de la psicología social, estos estudios de fines del hubieran corrido contra el reloj en vez
siglo XIX no establecieron la psicología social como campo de estudio distintivo. El cré- de hacerlo simultáneamente con sus
competidores? En sentido más general,
dito corresponde a los tres autores de los primeros tres libros de texto publicados sobre ¿la presencia de los otros afecta el
el tema: el psicólogo inglés William McDougall (1908) y dos estadounidenses, Edward desempeño individual? Los primeros
Ross (1908) y Floyd Allport (1924). El libro de Allport en particular, con su enfoque en la experimentos que se hicieron en
psicología social buscaron responder
interacción de los individuos y su contexto social y su énfasis en el uso de la experimen- preguntas como estas. El capítulo 8
tación y el método científico, ayudaron a establecer la psicología social como la disci- sobre procesos en grupo lo pondrá al día
plina que es hoy. Estos autores anunciaron la llegada de un nuevo método a los aspectos en las últimas investigaciones sobre esta
área.
sociales del comportamiento humano. Así nació la psicología social.
Autoestima (72)
La necesidad de autoestima
¿Existen diferencias de género y raza?
Teoría de la autodiscrepancia
La “trampa” de la autoconciencia
La autorregulación y sus límites
Procesos mentales irónicos
Mecanismos de automejora
¿Las ilusiones positivas son adaptables?
Cultura y autoestima
Autopresentación (92)
Autopresentación estratégica
Autoverificación
Automonitoreo
Repaso
Términos clave
Recursos mediáticos
© Gail Mooney/Corbis
53
El autoconcepto
¿Alguna vez le ha ocurrido que está en una reunión llena de ruido, sosteniendo una bebida
con una mano y un bocadillo con la otra, luchando por mantener una conversación a pesar
del bullicio de música y las voces, y aun así se las arregla para escuchar cuando alguien, al otro
lado de la habitación, menciona su nombre? De ser así, lo que usted ha experimentado es el
llamado “efecto fiesta de cóctel”; es decir, la tendencia de la gente a seleccionar estímulos que
tengan relevancia personal (como un nombre) en medio de un entorno ruidoso y complejo
(Cherry, 1953; Wood y Cowan, 1995). Incluso los niños que aún son muy pequeños para
hablar o caminar muestran esta tendencia (Newman, 2005). Para el psicólogo cognitivo,
este fenómeno muestra que los seres humanos son selectivos en su atención. Para el psi-
cólogo social, también evidencia que el yo es un importante objeto de atención.
El término autoconcepto se refiere a la suma total de las creencias que tienen las
personas respecto de sí mismas. Pero, ¿qué es lo que conforma de manera específica el
autoconcepto? De acuerdo con Hazel Markus (1977), el autoconcepto está compuesto de
moléculas cognitivas denominadas autoesquemas: creencias acerca de uno mismo que
guían el procesamiento de información individual y relevante para la persona. Los auto-
esquemas son para el autoconcepto total de un individuo lo que las hipótesis son para
la teoría, o lo que los libros para una biblioteca. Se puede considerar a sí mismo como
ser masculino o femenino, independiente o dependiente, liberal o conservador, introver-
tido o extrovertido. Lo cierto es que cualquier atributo específico podría tener impor-
tancia para el autoconcepto de algunas personas, pero no de todas. El autoesquema del
peso corporal es un buen ejemplo. Los hombres y mujeres que se consideran a sí mismos
como extremadamente excedidos de peso o delgados en exceso, o para quienes la ima-
gen corporal constituye un aspecto prominente del autoconcepto, se consideran esque-
máticos respecto al peso. Para estos esquemáticos del peso corporal, una amplia gama de
otros factores rutinarios, como una visita al supermercado, comprar ropa nueva, cenar
en un restaurante, pasar el día en la playa o los hábitos alimenticios de un amigo, podrían
disparar pensamientos relacionados con el yo. En contraste, aquellos que no consideran
su propio peso como una parte importante de sus vidas son no esquemáticos respecto a
>
dicho atributo (Markus et al., 1987).
>
recuerdos autobiográficos y la cultura en que vivimos.
Introspección
Comencemos por el principio: ¿cómo logra la gente tener claridad en cuanto a sus pro-
pias creencias, actitudes, emociones y motivaciones? El sentido común hace que esta
pregunta parezca absurda. Después de todo, uno sabe lo que piensa porque está pensán-
dolo, ¿o no? Además, sabemos lo que sentimos porque estamos sintiéndolo, ¿cierto? Eche
un vistazo a los libros populares sobre cómo lograr el autoconocimiento; seguramente
hallará que la respuesta no ambigua a estas preguntas es “sí”. Sin importar la técnica que
recomienden, sea yoga, meditación, psicoterapia, religión, análisis de los sueños o hipno-
sis, el consejo fundamental es el mismo: el autoconocimiento deriva de la introspección,
de una búsqueda interna de nuestros propios pensamientos y sentimientos.
Si estos libros “prácticos” están en lo cierto, habría que dar la razón a quienes sos-
tienen que nadie puede conocernos mejor que nosotros mismos. En consecuencia, las
personas tienden a suponer que para que los demás lleguen a conocerlas plenamente,
será necesario compartir con ellos información relacionada con sus pensamientos, sen-
timientos y demás estados privados e internos, además de su comportamiento. Pero,
¿es verdad esto? Casi todos los psicólogos sociales se muestran escépticos ante la idea
de que esta fe en la introspección está justificada. Algunos años atrás, Richard Nisbett
y Timothy Wilson (1977) encontraron que muchas veces los participantes en investi-
gaciones son incapaces de explicar las causas o correlaciones de su propio comporta-
miento. Esta observación forzó a los investigadores a confrontar una cuestión espinosa:
¿la introspección representa una vía directa hacia el autoconocimiento?
En el libro Strangers to Ourselves (Extraños para nosotros mismos), Wilson (2002)
afirma que la respuesta es no. De hecho, considera que a veces la introspección puede arrui-
nar el autoconocimiento. En una serie de estudios encontró que las actitudes que las per-
sonas dijeron tener hacia diferentes objetos, correspondían de manera muy estrecha con
los comportamientos que mostraban hacia ellos. Entre más afirmaban los participantes
que disfrutaban una tarea, más tiempo le dedicaban; entre más atractivo encontraban un
paisaje, más placer reflejaban sus expresiones faciales; entre más felices decían ser con
su pareja actual, más duradera resultaba la relación con ella. No obstante, cuando se les
pidió a los participantes que analizaran el porqué de sus sentimientos, las actitudes que
reportaron ya no correspondieron a su comportamiento. En cuanto a la autoevaluación
resultaban obvios dos problemas. El primero, tal como describió Wilson, es que los seres
De algún modo, nuestro sentido del yo humanos se encuentran mentalmente ocupados procesando información, razón por la
es maleable y sujeto a cambio. cual es tan frecuente que no puedan comprender sus propios pensamientos, sentimientos
y comportamientos. Tal parece que pensar demasiado y ser ana-
líticos en exceso sólo nos lleva a caer en confusiones.
En Self-Insight: Roadblocks and Detours on the Path to
The New Yorker Collection 1998 Robert Mankoff from
cartoonbank.com. Todos los derechos reservados.
>
estudiar y comer (Wilson y Ross, 2000).
Autopercepción
Sin importar qué podamos saber a partir de la introspección, Daryl Bem (1972) propuso
que la gente puede aprender acerca de sí en la misma forma que lo hacen los observadores
externos: poniendo atención a su propio comportamiento. La teoría de autopercepción
de Bem es simple, pero de gran profundidad. En la medida en que los estados emocionales
internos son débiles o difíciles de interpretar, las personas infieren lo que piensan o cómo
se sienten observando su propio comportamiento y la situación en que éste tiene lugar.
¿Alguna vez se ha escuchado a sí mismo mientras discute con otra persona, sólo para
notar con sorpresa cuán enojado se siente? ¿Alguna vez ha comido rápidamente un ali-
mento en tiempo récord, sólo para concluir que debió estar increíblemente hambriento?
En cada uno de estos casos, usted hizo una inferencia respecto a sí mismo a partir de la
observación de sus propias acciones.
Por supuesto, la autopercepción tiene límites. De acuerdo con Bem, las personas no
infieren sus propios estados internos a partir del comportamiento que se da en presencia
de presiones situacionales apremiantes, como la amenaza o los castigos. Si usted discute
con vehemencia o come vorazmente porque se le pagó para que lo hiciera, es probable
que no asuma que está molesto ni que tiene hambre. En otras palabras, la gente aprende
sobre sí misma mediante la autopercepción sólo cuando la situación por sí sola parece
insuficiente para haber causado su comportamiento.
Con los años, un buen número de investigaciones respalda la teoría de la autoper-
cepción. Cuando las personas son coaccionadas con gentileza para decir o hacer algo y si,
por otro lado, no tienen certidumbre respecto de cómo se sienten, suelen visualizarse de
maneras que son consistentes con sus afirmaciones y comportamientos públicos (Chai-
ken y Baldwin, 1981; Kelly y Rodríguez, 2006; Schlenker y Trudeau, 1990). En un estudio,
los participantes que fueron inducidos a describirse en términos halagadores obtuvie-
ron puntuaciones más altas en pruebas de autoestima posteriores, en comparación con
aquellos a quienes se les pidió describirse con mayor modestia (Jones et al., 1981; Rho-
dewalt y Agustsdottir, 1986). De manera similar, quienes fueron manipulados mediante
preguntas amañadas para describirse como introvertidos o extrovertidos, lo fueran o no
en la realidad, terminaron por definirse como tales más tarde, con excepción de algunos
que estaban muy seguros de ese aspecto de su personalidad (Fazio y Zanna, 1981; Swann
y Ely, 1984). El autor británico E. M. Foster se anticipó hace mucho a esta teoría cuando
preguntó: “¿Cómo puedo decir qué pienso sin fijarme antes en lo que digo?”.
La teoría de la autopercepción puede tener incluso más alcance del que había antici-
pado Bem, quien alegaba que las personas a veces aprenden sobre sí mismas al observar su
propio comportamiento escogido libremente. Pero, ¿puede usted también inferir algo sobre
sí mismo al observar el comportamiento de alguien más con quien usted se identifica por
completo? En una serie de estudios, Noah Goldstein y Robert Cialdini (2007) demostraron
este fenómeno, al que llaman autopercepción indirecta. En un experimento, por ejemplo,
pidieron a estudiantes universitarios escuchar una entrevista con un condiscípulo que
había estado de acuerdo en pasar unos minutos extra ayudando en un proyecto sobre gente
sin casa. Antes de escuchar la entrevista, a todos los participantes se les colocó un aparato
de grabación de electroencefalogramas en la frente, que supuestamente medía la activi-
dad cerebral cuando veían una serie de imágenes y escuchaban unas palabras. Por asigna-
ción aleatoria a algunos participantes se les dijo que sus patrones de ondas cerebrales se
asemejaban en forma muy cercana al de la persona cuya entrevista pronto escucharían, un
teoría de autopercepción Teoría según
nivel de semejanza, se les dijo, que señalaba la similitud genética y la cercanía de relación.
la cual, cuando los procesos internos
Los participantes, en esta condición de realimentación de similitud, ¿sacarían inferencias
resultan difíciles de interpretar, la gente
acerca de sí mismos al observar el comportamiento de un condiscípulo? Sí. En un cuestio-
obtiene autoconocimiento mediante la
nario posterior a la entrevista, estos participantes (en comparación con los del grupo de
observación de su propia conducta.
control que no recibieron realimentación) se clasificaron a sí mismos como más sensibles
y más sacrificados si el estudiante cuyo altruismo observaron se decía que era similar,
biológicamente. Lo que es más, cuando terminó la sesión, 93% de aquellos en condición
de similitud estuvieron de acuerdo en pasar algún tiempo extra ayudando al experimen-
tador, en comparación con sólo 61% del grupo control que no recibió realimentación.
La teoría de la introspección y la autopercepción hacen diferentes predicciones
acerca del grado en que las personas pueden conocerse a sí mismas. Si el autocono-
cimiento se deriva de la introspección, entonces claramente la persona se conoce a sí
misma mejor que nadie; si el autoconocimiento se deriva sólo de observaciones del com-
portamiento, entonces debe ser posible que otros nos conozcan tan bien como nosotros
mismos. Suponiendo que el autoconocimiento se obtenga de ambas fuentes, entonces
la verdad se encuentra en algún lugar intermedio. Pero, espere, ¿siempre es posible que
otros nos conozcan mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos?
Simine Vazire (2010) hizo esta pregunta y propuso una respuesta sorprendente.
Vazire propuso su Modelo de asimetría de conocimiento otro-yo (SOKA, por sus siglas
en inglés), en el que predice que nos conocemos a nosotros mismos mejor de lo que nos
conocen otros cuando se habla de características que son “internas” y difíciles de obser-
var (por ejemplo, lo optimista, ansiosa o fácil de molestar que es una persona), y que no
hay diferencia otro-yo cuando se habla de características “externas” y fáciles de observar
(por ejemplo, lo tranquila, sociable o descuidada que es una persona). Ella también pre-
dice que otros pueden en realidad conocernos mejor de lo que nosotros nos conocemos
cuando se habla de características observables, que pueden ser tan delicadas para fines
de autoestima que hemos motivado “puntos ciegos” (por ejemplo, lo inteligente, creativa
o grosera que es una persona). En estos últimos ejemplos, Vazire predice: otros pueden
ser más objetivos de lo que somos acerca de nosotros mismos.
Para probar estas predicciones, Vazire pidió a estudiantes universitarios se clasifi-
caran a sí mismos, y luego hizo que los amigos de éstos los clasificaran, con respecto a
varias características de personalidad. Se estudiaron tres tipos de característica: (1) alto
en observabilidad (locuacidad, dominancia y liderazgo), (2) bajo en observabilidad y no
evaluativo (autoestima y ansiedad) y (3) bajo en observabilidad y altamente evaluativo
(inteligente y creativo). Para determinar la precisión, Vazire entonces midió qué tan bien
o qué tan mal les iba en medidas objetivas de estas características usando varios ejer-
cicios de laboratorio y exámenes con papel y lápiz. Los resultados dieron fuerte apoyo
al modelo SOKA. La l figura 3.1 muestra que las autoevaluaciones y las evaluaciones
de amigos eran iguales de precisas para características altamente observables, que las
autoevaluaciones fueron más precisas para características internas no evaluativas, pero
que las evaluaciones de amigos eran más precisas para características evaluativas inter-
nas. Claramente, para conocerse a sí mismo se requiere una combinación de informa-
ción y objetividad (vea Vazire y Carlson, 2011).
0.1
características observables-no evaluativas (centro). Sin embargo,
es curioso que las evaluaciones de amigos fueron más precisas
respecto a características internas-evaluativas. En apoyo del SOKA, 0
este modelo muestra que “conocerse a sí mismo” requiere una Interna-no
Internal/ Observable-no
Observable/ Interna-
Internal/
combinación de información y objetividad. evaluativa
non-evaluative evaluativa
non-evaluative evaluativa
evaluative
Tomado de Vazire, S., “Who knows what about a person? The self-other TipoType
de característica
of Trait
knowledge asymmetry (SOKA) model”, en Journal of Personality and Social
Yo
Self Amigos
Friends
Psychology, vol. 98 (pp. 281-300). Copyright © 2010 American Psychological
Association. Reimpreso con permiso.
© The New Yorker Collection 1991 Ed Frascino from cartoonbank,com. Todos los derechos reservados.
La pregunta es, ¿cómo se ha apreciado a sí mismo?
Los psicólogos sociales que estudian las emociones se han formulado pre-
cisamente esa pregunta. Vista desde la perspectiva de la teoría de la autoper-
cepción, la hipótesis de realimentación facial establece que los cambios en
la expresión facial pueden disparar cambios correspondientes en la experien-
cia emocional subjetiva. En la primera prueba a la que fue sometida esta hipó-
tesis, James Laird (1974) les dijo a los participantes que estaban tomando parte
en un experimento sobre la actividad de los músculos faciales. Después de
colocar electrodos en sus rostros, les mostró una serie de caricaturas. Antes
de ver cada una de ellas, se les pidió a los participantes que contrajeran ciertos
músculos faciales de manera que su cara se viera sonriente o ceñuda. Tal como
predijo Laird, los participantes calificaron lo que vieron como más divertido
cuando estaban sonriendo que cuando reproducían un gesto adusto. En inves-
tigaciones de seguimiento se indujo a los participantes de manera similar,
haciéndolos recrear expresiones que los llevaran a experimentar miedo, enojo,
tristeza y disgusto (Dimberg y Söderkvist, 2011; Duclos et al., 1989).
La realimentación facial puede evocar o magnificar ciertos estados emo-
cionales. Sin embargo, es importante señalar que el rostro no es indispensable
para reconocer la experiencia emocional subjetiva. Cuando en fecha reciente “Yo no canto porque soy feliz. Soy feliz
unos neuropsicólogos realizaron pruebas con una joven que había sufrido porque canto.”
parálisis facial bilateral, descubrieron que, a pesar de su incapacidad para
mostrar emociones de manera superficial, afirmó sentir varias emociones en respuesta a Como lo sugiere la teoría de
imágenes visuales positivas y negativas (Keillor et al., 2003). autopercepción, a veces inferimos
¿La realimentación facial realmente funciona? El rostro humano cuenta con 80 cómo nos sentimos cuando
observamos nuestro propio
músculos, y con ellos es posible crear más de 7000 expresiones. Así pues, ¿de verdad es comportamiento.
posible variar las emociones al contraer ciertos músculos y adoptar distintas expresio-
nes? Las investigaciones sugieren que sí, aunque todavía no resulta claro qué significado
tienen estos resultados. Laird afirma que las expresiones faciales afectan el estado emo-
cional mediante un proceso de autopercepción: “Si estoy sonriendo, significa que debo
estar feliz”. De manera consistente con esta hipótesis, Chris Kleinke y sus colaboradores
(1998) pidieron a un grupo de personas que emularan las expresiones faciales de feli-
cidad o enojo que se les mostraban mediante una serie de fotografías. La mitad de los
participantes podía verse en un espejo durante el ejercicio; el resto, no. ¿Estas manipula-
ciones afectaron los estados de ánimo? Sí. En comparación con los participantes en un
grupo control “sin expresión”, aquellos que imitaron las caras felices se sintieron mejor,
y los que duplicaron los rostros enojados se sintieron peor. Tal como predice la teoría de
la autopercepción, las diferencias fueron particularmente pronunciadas entre los parti-
cipantes que pudieron verse en un espejo.
Otros investigadores creen que los movimientos faciales activan las emociones al pro-
ducir cambios psicológicos en el cerebro (Izard, 1990). Por ejemplo, Robert Zajonc (1993)
asevera que sonreír provoca que los músculos faciales aumenten el flujo de sangre con
oxígeno fresco al cerebro, un proceso que da lugar a un estado placentero inducido por
el descenso de la temperatura cerebral. Por el contrario, fruncir el ceño disminuye el flujo
sanguíneo, lo cual produce un estado incómodo al elevar la temperatura. Para demostrarlo,
Zajonc y sus colaboradores (1989) llevaron a cabo un estudio en el que les pidieron a los
participantes que repitieran ciertas vocales 20 veces cada una, incluyendo los sonidos a, i,
u y la vocal germánica ü (que se pronuncia como iu). Mientras llevaban a cabo este ejerci-
cio, los cambios en la temperatura de la frente de los participantes fueron medidos y se les
pidió que informaran cómo se sentían. El resultado fue que la emisión de las vocales a e i
(que exige hacer un gesto similar a una sonrisa) redujo la temperatura de la frente y mejoró hipótesis de realimentación facial
Hipótesis que afirma que los cambios
el ánimo, mientras que la emisión de las vocales u y ü (que demanda un gesto semejante a
en la expresión facial pueden conducir
fruncir los labios) aumentó la temperatura y produjo una disminución del estado anímico.
a modificaciones correspondientes en la
En resumen, no es necesario que la gente infiera cómo se siente. Antes bien, las expresio-
emoción.
nes faciales evocan cambios psicológicos que dan lugar a una experiencia emocional.
con marcadores
l figura 3.2).
La paradoja de que la recompensa puede disminuir en lugar
de incrementar la motivación intrínseca ha sido observada en
10
muchos experimentos, tanto con niños como con adultos (Deci y
Ryan, 1985; Pittman y Heller, 1987; Tang y Hall, 1995). Acepte dinero
por llevar a cabo una actividad de esparcimiento y, antes de que se
5
dé cuenta, lo que solía ser un “juego” llegará a dar más la impresión
de “trabajo”. A la larga, esto puede tener efectos negativos sobre la
calidad de su desempeño. En una serie de estudios, Teresa Amabile
(1996) y otros hicieron que los participantes escribieran poemas,
dibujaran o pintaran, hicieran collages de papel y generaran solu- No
No Unexpected
Recompensa Expected
Recompensa
ciones creativas para dilemas empresariales. De manera consis- reward
recompensa reward
inesperada reward
esperada
tente, los investigadores encontraron que la gente es más creativa
cuando se siente interesada y desafiada por el trabajo mismo,
que cuando siente la presión de ganar dinero, cumplir una obligación, satisfacer una fecha
límite, ganar competencias o impresionar a los demás. En uno de estos estudios Ama-
bile les pidió a unos expertos en arte que calificaran las obras de artistas profesionales; el
hallazgo fue que las obras que fueron resultado de una comisión (es decir, los creadores
habían sido contratados específicamente para ello) fueron juzgadas de menor calidad que
aquellas que tuvieron su origen en un mero impulso creativo. En conclusión, puede afir-
marse que las personas son proclives a ser más creativas cuando están intrínsecamente
motivadas en relación con la tarea sin ser coaccionadas por fuerzas externas.
Pero espere. Si los beneficios extrínsecos contribuyen a reducir la motivación intrín-
seca, ¿sería mejor que padres y profesores no ofrecieran recompensas a los niños? ¿Los
programas de incentivos que se usan con tanta frecuencia para motivar a los trabajadores
en el mundo empresarial están condenados al fracaso, como algunas personas han suge-
rido? (Kohn, 1993). Todo depende de cómo se perciba la recompensa y por quién. Si ésta
se presenta en la forma de un elogio verbal que se percibe como sincero o mediante el
otorgamiento de un “bono” especial por un desempeño sobresaliente, ciertamente podría
mejorar la motivación intrínseca al proporcionar realimentación positiva en cuanto a las
aptitudes del individuo, como ocurre cuando la gente gana competencias, becas o una
palmada en la espalda por parte de alguien a quien respeta (Cameron y Pierce, 1994;
Cameron et al., 2005; Eisenberger y Cameron, 1996; Henderlong y Lepper, 2002).
La noción de que la motivación intrínseca es socavada por algunos tipos de recom-
pensa, pero no por otros, fue observada incluso entre bebés de 20 meses de edad. En
un inteligente estudio, Felix Warneken y Michael Tomasello (2008) llevaron bebés
a un laboratorio, donde el experimentador accidentalmente dejó caer un bolígrafo
o papel arrugado sobre el piso y aparentó ser incapaz de alcanzarlo. El niño podía
ayudar a recoger el objeto y dárselo al experimentador. La mayoría de los bebés ayu-
daron en esta situación. En una fase de tratamiento, los investigadores respondie-
ron a la asistencia dándole al niño un cubo de juguete (“Por esto obtienes un cubo”),
>
Porcentajes
50
Influencias de otras personas
25 Como se comentó antes, la teoría de Cooley (1902) sobre la
dimensión social del yo hizo hincapié en que las demás personas
nos ayudan a definirnos. En esta sección veremos la importancia
0
que tiene esta idea para nuestros autoconceptos.
Neutral
Neutrales Praise de
Condición Reward
Recompensa
condition
elogio
Teoría de la comparación social Suponga que un extraño
le pregunta: “¿Quién es usted?”. Si sólo hubiera un minuto o dos
para responderle, ¿mencionaría sus antecedentes éticos o reli-
giosos? ¿Haría referencia a su lugar de nacimiento? ¿Describiría sus talentos e intereses,
o sus gustos y aversiones? Cuando se les hace esta pregunta, las personas tienden a des-
cribirse en términos que las diferencian de otros en su entorno inmediato (McGuire y
McGuire, 1988). Entre los niños, los varones son más propensos a citar su género si han
crecido en familias en las que predominan las mujeres; las niñas actúan igual cuando
viven en familias predominantemente masculinas (McGuire et al., 1979). De manera
similar, en los ambientes universitarios los estudiantes “no tradicionales” de mayor
edad tienden a hacer más referencia a la edad que los más jóvenes tradicionales (Kite,
1992). Sin importar si el atributo distintivo es el género, la edad, la estatura o el color de
ojos, este patrón es básicamente el mismo. La implicación es intrigante: si se cambia el
entorno social de alguien, se estará modificando también la autodescripción espontánea
de esa persona.
Esta dependencia de las características distintivas para describirnos indica que el
yo es “relativo”, un constructo social, y que, en parte, cada uno de nosotros se define a sí
mismo usando a familiares, amigos, conocidos y otras personas como punto de referencia
(Mussweiler y Rüter, 2003; Mussweiler y Strack, 2000). Nuestros estándares de autocom-
paración pueden, incluso, verse influenciados temporalmente por la exposición fugaz
y cotidiana a desconocidos (Mussweiler et al., 2004). De hecho, esto es lo que Leon Fes-
teoría de la comparación social tinger (1954) propuso en su teoría de la comparación social. Festinger afirmaba que
Teoría que afirma que las personas cuando la gente tiene dudas con respecto a sus capacidades u opiniones, es decir, cuando
evalúan sus propias capacidades y no tiene a la mano información objetiva, se evalúa a sí misma estableciendo comparacio-
opiniones mediante la comparación nes con personas similares. La teoría parece razonable pero, ¿es válida? A lo largo de los
de sí mismas con otras.
años, los psicólogos sociales han sometido a prueba la teoría de la comparación social,
Psicología 9a ediCIón
Social
Psicología Social
Como sus predecesoras, la novena edición de Psicología social ofrece una
mirada amplia, equilibrada y predominante de la psicología social. Por
tanto, incluye descripciones detalladas de estudios clásicos del almacén
histórico de la psicología social, así como los últimos descubrimientos de
investigación en cientos de referencias nuevas.
Características:
• “Puesta a prueba del sentido común” desafía las nociones comúnmente
aceptadas por los estudiantes, pidiéndoles que anticipen respuestas a 9a ediCIón
preguntas engañosamente simples de verdadero/falso que abren cada
capítulo. El texto relacionado con la discusión para cada pregunta se
anota en el margen, y las respuestas completas se proporcionan al final Kassin • Fein • Markus
Psicología
del capítulo.
• El énfasis en eventos actuales incorpora ejemplos del mundo real y
Social
eventos puntuales, lo que subraya la relevancia generalizada de la
psicología social y ayuda a los estudiantes a ver su mundo a través de
los ojos de un psicólogo social.
• Citas marginales que proporcionan hechos para reflexionar, conclusiones,
resultados de encuestas, citas y más, para despertar el interés de los
alumnos y estimular su pensamiento crítico.