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REFLEXIONES SOBRE
LAS MOVILIZACIONES CAMPESINAS
1. INTRODUCCION
En distintas partes de este trabajo hemos venido señalando que en este capítulo dis
cutiríamos más detalladamente ciertas características del movimiento campesino en
el Ecuador, .en función de precisar su papel en los distintos períodos analizados. Es
ta remisión, sin embargo, no ha podido impedir que particularmente en los capítu
los 11, 111, IV, V, VII, VIII, IX Y X, hayamos presentado material destinado a mos
trar el tipo de conflictos agrarios en desarrollo, las acciones desplegadas por campe
sinos serranos y costeños, las expresiones y movilizaciones de las distintas organiza
ciones campesinas.
Al presentar ahora una reflexión más de conjunto, hemos repasado más detenida
mente las investigaciones realizadan sobre esta temática en el país. Desgraciada
mente, tenemos que señalar que siguen siendo escasos los trabajos existentes. Salvo
las investigaciones extremadamente valiosas de Uggen (1975) y Redclift (1978) en
la Costa, de Salamea (1980), Prieto (1980, 1983) sobre la Sierra, y de Hernán Ibarra
(1979) que analiza el movimiento campesino hasta 1964, no existen trabajos especí
ficos muy decisivos escritos en el último período.
Siguen siendo válidas, entonces, ciertas aproximaciones que realiza Fernando Ve
lascó (1979) en 1978, antes que su temprana desaparición dejara un vacío no cu
bierto en relación a la articulación entre sectores campesinos y el campo intelectual.
Por lo menos sigue vigente su pregunta: érnovimiento o movilización campesina?,
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El segundo aspecto que a Velasco le preocupaba era el hecho de que si bien las cono,
diciones "estructurales" en que se situaba el campesinado, inmerso en el mundo de
la hacienda, apoyado en relaciones no capitalistas (que él llama rezagos feudales),
implicaban una dimensión antifeudal de la lucha campesina, sin embargo "al no
haberse ligado la lucha contra los rezagos feudales con la lucha contra el capitalismo
dominante en el conjunto de la sociedad, el movimiento campesino acabó irnpul
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Este autor señala que Guerrero habría demostrado en su libro (1983) que los cam
bios de la estructura agraria en los primeros años de la década de los 60 son fruto de
la agudización de la lucha de clases entre campesinos y terratenientes y no el resul
tado de la iniciativa de una fracción terrateniente modernizadora. Si bien, al igual
que Guerrero, Burbano caricaturiza grotescamente la tesis, reduciéndola a la intro
ducción de cambios tecnológicos en función del mercado y omitiendo los planteas
vinculados a la lucha social, política e ideológica; lo importante es discutir qué sig
nifica la agudización de la lucha de clases entre campesinos y hacendados como mo
tor de los cambios.
Ello lo hemos visto en detalle al mostrar que fueron las iniciativas terratenientes
rnodernizantes en el periodo 1959-64, y luego, la de otras fracciones propietarias,
las que moldearon lo esencial de las transformaciones operadas. Ello no significa
ausencia de confl icto o de lucha social, cuestión expuesta detalladamente en los ca
pítulos anteriores. Pero ese no es el punto en discusión. Quizás una comparación
histórica aclare la cuestión..Martínez Allier ha ilustrado cómo en el Perú las cornpa
ñ ías propietari as de haciendas quisieron desembarazarse de las relaciones precarias en
sus unidades antes de la Reforma Agraria. Es decir, como desarrollaron una iniciativa
modernizante. Sin ernbarqo, la misma fracasó. Por las condiciones específicas de la
reproducción campesina, por el desarrollo de luchas campesinas y por la acción del
Estado en apoyo del movimiento campesino. Las haciendas fueron expropiadas. Es
decir, lo importante, es entender las condiciones en las cuales un sector social puede
imponer un proyecto global de transformación que en esencia lo beneficia. Ello no
supone que este proceso se desarrolle en el mejor de los mundos, sino que genera to
do tipo de resistencias (activas o pasivas) del sector social que disputa los mismos re
cursos, en este caso la tierra.
Hasta 1964, las movilizaciones campesinas tuvieron caracteres distintos en las ha
ciendas públicas y en las privadas. Mercedes Prieto (1980) ha analizado detallada
mente los orígenes y las características de los conflictos en las haciendas públicas
del Cantón Cayambe, provincia de Pichincha, en las haciendas Pesillo, La Chimba
y Moyurco, que fueron el corazón de la zona donde los campesinos impusieron un
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proyecto favorable a sus intereses. En sus investigaciones, demuestra que ello fue
posible por un largo proceso de descomposición del sistema de autoridad de las ha
ciendas, que comienza con la expropiación de las mismas a la Iglesia, continúa con
la presencia de un terrateniente-arrendatario que no ejerce el poder regional y el
paternalisrno en forma similar a los terratenientes privados, y finalmente, en la pre
sencia de funcionarios del aparato estatal designados por la Asistencia Social, pro
pietaria de los fundos, que ejercen aún más debilmente la autoridad. La autora se
ñala que "se advierte una no concordancia entre la organización de la reproducción
(de la hacienda) y el dominio necesario para su reproducción y unidad" (pág. 111).
A ello, debe agregarse la presencia del factor externo. Militantes del Partido Socia.
lista, luego Comunista, inician desde 1926 un proceso de continua labor en la zona
destinada a organizar a los campesinos de estas haciendas. Entre 1927 y 1931 se
fundan los primeros sindicatos, compuestos por huasipungueros, arrimados y yana
peros de orígen indígena.
Pese a resultados adversos, en los siguientes años los líderes expulsados continúan
desarrollando acciones y expandiendo a otras haciendas su acción. E.n 1944, al am
paro del movimiento llamado la "Gloriosa de Mayo" que llevaría a Velasco Ibarra
al poder, se forma la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). Sus dirigentes y cua
dros intermedios más importantes son miembros del Partido Comunista. Son años
de avance del control campesino en las haciendas públicas de la zona. Sin embargo,
Prieto señala las limitaciones de la acción campesina. Las reivindicaciones giran al
rededor del salario y de las condiciones de trabajo, sin que la tierra sea un objetivo
fundamental. Además no se articula al movimiento a los campesinos de las hacien
das privadas de la zona, ni se extienden los conflictos. "Se logra construir focos activos
a lo largo de toda la Sierra, que tienen una relación superestructural entre sí y con
otros sectores subalternos. El partido poi ítico les proporciona permanencia en el
tiempo y les da una dirección que permite despojarse a pasos lentos, de grados rna
yores de espontaneísmo" (lb. pág. 124).
Estas limitaciones harían que recién en la década del 70 se consolide, con el apoyo
estatal explícito, el paso de estas haciendas a manos de los campesinos organizados
en cooperativas. Alcidia Portillo (1980). ha demostrado cómo dentro de estas coo
perativas se han reproducido y ampliado los procesos de diferenciación campesina
previos, entre huasipungueros, arrimados y partidarios. La capa privilegiada de los
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ex huasupungueros, controla los cargos jerárquicos en las cooperativas lo Que ha per
mitido aumentar su capacidad de capitalización utilizando recursos de los coopera
dos. Ello se ha producido en función del deterioro y proletarización de los ex arri
mados y aparceros. El hecho de Que la capa dirigente de la FEI pertenezca a los ex
huasipungueros, ha determinado una situación donde los intereses de los dirigentes
campesinos son los la capa de campesinos más ricos, con las consecuencias previsi
bles en términos de las contradicciones económicas y poi íticas Que se desarrollan en
el interior de los campesinos cooperados. En otro trabajo hemos presentado un ex
tenso material destinado a rryostrar como estos procesos no se limitaron a las hacien
das públicas de Pichincha sino Que se extendieron a las de Azuay, Laja y Carchi, por
lo menos. (Cfr. Barskv, 1978, pago 215 y ss.).
Nosotros agregamos que uno de los más frecuentes mecan ismos abusivos era la re
tención de los salarios a los huasipungueros por parte de los patronos o de los ma
yordomos.
Junto a estos movimientos de "respuesta", otro elemento movilizador serán las Iu
chas por obtener aumentos de salarios, o en muchos casos, por hacer aplicar los sala
rios mínimos establecidos por la Ley (*).
Según entrevistas mantenidas con inspectores del Ministerio del Trabajo, actuantes
en el período que estamos analizando, la gran mayoría de los movimientos se es
tructuraban en torno a un pliego de condiciones. Este pliego era presentado gene
ralmente en épocas de mayor demanda de mano de obra (siembra y cosecha) y las
reivindicaciones planteadas eran: aumento de salarios, y eliminación de las multas
aplicadas por los patronos. Además, señaló el informante que la mayor parte de los
movimientos en los que actuó .. en la provincia de Pichincha, se gestaban en las ha
ciendas públicas. En todo este período la intervención del Ministerio del Trabajo
fue creciente, particularmente en dichas haciendas.
Albornoz hace un detallado relato de las luchas ind ígenas hasta 1962. Al resumir
las reivindicaciones por las que han luchado los campesinos de la Sierra, enumera
los siguientes puntos:
(*) "Se han solucionado tres conflictos colectivos en las haciendas de la Asistencia Social: "San
Vicente de Pusir", "Yascón" y "Turnbatur " en la provincia del Carchi. Aumento de salarios ob
tenidos: SI. 4 diarios a huasipungueros y SI. 6,50 a jornaleros. Pago de vacaciones, pago de ho
ras extras y suplementarias con recargo del 500/0 y 1000/0, jubilación para los trabajadores,
mejoramiento de los huasipunqos, etc." ("El Comercio",10 de diciembre de 1960),
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Existen dos trabajos donde se recoge material y apreciaciones sobre los movimien
tos campesinos en Ecuador antes de la Reforma Agraria. El trabajo de Jaime Galar
za es claro al señalar respecto a la orientación de las organizaciones nacionales de
trabajadores actuantes, que:
" ... también hay fallas en los sindicatos indios ... Hay que anotar entre las fa
en los escasos preceptos legales que favorecen al indio, expuestos por interme
cia a transar con los patrones o aceptar en silencio el fallo de las autoridades,
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casos ambos en que son casi siempre conculcados sus derechos, pues que ape
nas consiguen una m ínima parte de sus aspiraciones, ya que los empleados del
los gamonales.
... Otro defecto es el hecho de que la mayor parte de las luchas se verifican al
Que los movimientos eran fragmentarios, por reivindicaciones que exclu ían la dispu
ta de la tierra de las haciendas, y dentro de marcos legales, es señalado también por
el informe CIDA, que dice respecto a esto último: r
dor al cura párroco de Urcuqui, "Dr. Luis F. Gómez, pero CEDOC ha asumido la responsabili
Sierra, coordinada con los trabajadores urbanos, en caso de que el Ejecutivo no proceda a la' re:
visión de los salarios m ínimos campesinos y los eleve en por lo menos un 75 % del solicitado
¿Significa que la Reforma Agraria estaba ausente del planteamiento de estas organi
zaciones? Ello no era así, ya que a partir de la Revolución Cubana que pon ía al rojo
vivo la cuestión agraria en Latinoamérica, el tema estaba en el centro del debate. La
consigna de la Reforma Agraria se incorporaba en las declaraciones de los congresos,
en algunas manifestaciones, pero no se plasmaba una lucha campesina que apuntara
a golpear al sector terrateniente en la propiedad de sus haciendas.
2.2.6.Conclusiones
El perfil del material presentado parecería señalar que la acción de los campesinos
se reducía a la defensa de situaciones existentes (tierras) o al pedido de satisfacción
de necesidades que no afectaran al recurso tierra. Queremos precisar que ello mos
traría un panorama incompleto de la situación. Ha sido tradicional la disputa de las
comunidades indígenas con las haciendas en los límites nunca muy bien definidos
de ambas. Al mismo tiempo, otra constante sobre una parte de las haciendas ha si
do lo que el informe CIDA denomina el asedio interno. Es decir la presión de los
huasipungueros por ampliar el tamaño de sus huasipungos y de los arrimados por
convertirse en huasipungueros.
Esta presión objetiva de los campesinos sobre la tierra sin embargo no ha desembo
cado corrientemente en conflictos sociales, y sobre todo, no ha sido canalizada por
las organizaciones campesinas en movimientos que adquieran por lo menos nivel re
gional. Ello nos lleva a afirmar que, en una situación de extrema polarización en el
control del recurso tierra, de sobre explotación de la fuerza de trabajo campesina a
través de múltiples mecanismos, todo este inmenso potencial movilizador no encon
("1 "El censo fue calificado de comunista por los indígenas, quienes declararon la guerra a
los censores o a quienes sean sospechosos de serto. Cuatro muertos '(uno de ellos totalmente
quemado) 11 heridos graves y 23 detenidos, constituye el saldo de la agitación armada." ("El
Comercio", 5 de abril de 1962).
"Levantamiento ind ígena ha provocado escenas de terror en Tu ngurahua. Los ind (genasdenun
cian que hay por lo menos 15 muertos en la comunidad. Presentó una lista con nombres la poli
cía. Creen que el censo es para quitarles los animales, odio a los censadores por creer que son
comunistas, profesores acusados como agentes del censo fueron víctimas de tremenda violencia.
No es difícil que hevanazuzadores detrás de los indígenas; el problema es delicado." ("El Co
mercio", 8 de abril de 1962).
"Los levantamientos contra el censo se extendieron a Chimborazo. Indígenas atacaron en San
Isidro las casas de 4 profesores que recibieron entrenamiento. Los asaltantes de Samanga Alto
declaran que fueron azuzados por cabildo de comuna. ("El Comercio". 25 de abril de 1962).
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tró los canales adecuados para transformarse en una acción social capaz de sentar
distintas reglas del juego a la resolución del carácter de la transformación de una es
tructura agraria en crisis.
Prieto y Bustamante (1983), señalan que esta situación ha llevado a privilegiar otras
temáticas por las organizaciones campesinas, como por ejemplo el problema ind íqe
na, impulsando proyectos estatales de alfabetización bilingüe. El auge de lo étnico
aparece así contrapuesto al reflejo de los planteos clasistas. Los autores muestran
que existe una notable diversidad de situaciones regionales que llevan a determinar
objetivos y roles distintos a las organizaciones campesinas existentes.
De todos modos, estas situaciones tan ampl ias exceden la posibil idad de un análisis
razonable en este trabajo. Señalemos simplemente que formas organizativas como
las cooperativas, impulsadas permanentemente por el Estado nacional, han sido en
gran medida meros mecanismos de acceso a la tierra y luego se han desintegrado
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generando procesos de parcelización individual. En otras regiones el modelo coope
rativista se ha mantenido por la presencia estatal, o de agencias privadas de desarro
llo, y, en pocos casos, por la existencia de proyectos campesinos autónomos organi
zativos.
En estos años de transición, se aprecian rasgos muy cercanos a aquellos que llevan
a Velasco a hablar de movimiento campesino. Se desarrolla un movimiento de ca
racterísticas regionales que le permite influir Fuertemente sobre el poder central.
Recordemos que en buena medida fue base de apoyo al gobierno militar instaurado
en 1973, y que ello fue en función de apoyos concretos que derivaron en la trans
formación de las relaciones sociales en la región y en el triunfo de un proyecto de
desarrollo campesino.
Sin embargo, una vez plasmadas estas nuevas realidades, fue evidente que existían
profundos procesos de diferenciación entre las cooperativas y entre sus cooperados
en el interior de cada una. Las formas cooperativistas se conservaron esencialmente
en función de la recepción del crédito y otros apoyos estatales, así como la organi
zación de la comercialización del arroz subsistiendo en la práctica productiva un
profundo sentido individualista, apoyado en la parcela privada de producción. Ac
tualmente los precios y el crédito son los ejes de las reivindicaciones campesinas.
De todos modos, la forma cooperativa de acceso a la tierra en lucha contra los terra
tenientes ha determinado cierta fortaleza regional de estas cooperativas que les ha
permitido negociar con el Estado en diversos períodos.
Un estudio reciente realizado por Salamea en Manabí nos pone frente a un proceso
sumamente interesante. La existencia de la Unión Provincial de Organizaciones
Campesinas Agropecuarias de Manabí (UPOCAM), organización de segundo grado
que agrupa a 41 organizaciones de base (cooperativas, precooperativas, asociaciones
y comunas). Surgida en mayo de 1977 intenta tener un manejo descentralizado con
énfasis en el principio de autogestión de las orqanizaciones de base. Enfrentados a
la sequ ía, graves problemas de comercial ización y a la fragmentación parcelaria, se
intenta responder a ello fortaleciendo el trabajo comunitario, mediante la implanta
ción de parcelas experimentales. Se trabaja con campesinos de diferentes organiza
ciones agrupados en una parcela cedida por alguna de las organizaciones. Estas for
man comunitarias se combinan con la producción en la parcela individual. Esta ex
periencia de integración de minifundios vía trabajo colectivo parece ser la única res
puesta campesina viable en las condiciones de extrema depresión en que se entren
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tan. El estudio realizado por Prieto et. al. que incorpora a este caso el estudio de
Ouero, Tungurahua, tiende a analizar cómo las políticas estatales actuales afectan
sensiblemente a las formas asociativas campesinas. Al mismo tiempo, se aprecia que
las organizaciones constituyen instancias de negociación de recursos para los campe
sinos con los agentes externos, predominantemente con el Estado. Es decir, se con
vierten en parte decisiva de mecanismos de reproducción campesina.