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Cap.

3: Los establecimientos institucionales

3.1. El establecimiento como objeto de vinculación

Las escuelas, los jardines, los profesorados son algunos de los ámbitos concretos
que funcionan como un espacio de concreción de lo que está instituido, aceptado,
establecido. Lo instituido opera de forma manifiesta a través de un modelo
institucional desde el que se pauta y asignan espacios, tiempos y recursos, reglas
para la organización del trabajo y las relaciones y las normas para la valoración de
la producción institucional. De manera menos evidente, lo instituido incide también
a través de la trama de expectativas sociales con que se “presiona” a los actores
institucionales para que respondan según los modelos operantes y confirmen las
predicciones sociales.

Desde el punto de vista de los individuos que trabajan en él, reciben sus servicios
o le aportan diferentes “insumos”, un establecimiento es un objeto de relación, es
portador de significados y funciona en el campo psicológico como un sector de
importancia, variante según el sujeto y su circunstancia, con el que establece un
vínculo.

Vínculo: es un “enlace” en el que el individuo hace suyos aspectos y


características institucionales, y “da” a la institución partes de sí mismo: su
producción, su tiempo, etc.

(Según Alfonsina en clase): ¿Cómo es el docente? Socialización del docente -


según el docente que han incorporado en la escuela y no en la carrera del
profesorado.

El cambio institucional no sólo significa cambio en la organización, las tareas, sino


también en las relaciones afectivas que los sujetos establecen con las
instituciones a las que pertenecen.

3.2. El establecimiento como objeto de representación

En la historia de su pertenencia institucional el sujeto va configurando un conjunto


de imágenes del establecimiento en sí, de sí mismo como miembro, de la tarea
propia de cada uno de los actores institucionales que inciden fuertemente en la
consolidación de la modalidad de su vínculo y en la resistencia a cualquier
modificación.
(Según Alfonsina en clase): imagen-representación de lo que yo tengo de una
institución educativa; se ponen en juego los mandatos sociales que determinan el
modo de hacer la educación.

En la constitución de estas “imágenes” tienen relevancia las concepciones


culturales circulantes en el medio social.

Ciertas imágenes han adquirido vigencia colectiva; están presentes en el mundo


cultural a través de diferentes representaciones aprobadas y expresan las
concepciones, las ideologías, desde las que el grupo social tiende a codificar y
valorar la realidad.

Como ejemplo: la escuela puede ser socialmente percibida como un lugar donde
sólo tienen éxito “los inteligentes” y “la inteligencia” puede estar asociada – en las
imágenes profundas de cada individuo – con las características de aquellos que
transitan por ella exitosamente.

El resultado posible: “la escuela es un lugar donde tienen éxito los que hablan
X…se visten X…tienen cosas X…son de color X y huelen X…” se convierte
rápidamente en el “hecho natural”: la escuela es para los X. Si no soy X, entonces
la escuela no es mi lugar”.

Dentro de la realidad institucional, el lugar dado por la posición (función y


jerarquía) tiene relevancia para determinar cualidades diferentes en estas
diferentes en estas imágenes. A pesar de este poder de lo institucional, el hecho
de la singularidad de los individuos hace que el espacio que configura un
establecimiento institucional sea algo más que una pantalla en que se refleja la
realidad o los mandatos sociales.

En este sentido un establecimiento es algo más que el espacio de concreción de


lo instituido. Es también el ámbito donde lo instituido entra en juego con las
tendencias, las fuerzas y los fenómenos instituyentes. Configura el lugar donde el
individuo puede preguntarse acerca de la eficacia, la verdad, la justicia, la ética de
lo establecido; puede cuestionarlo y proponerse su cambio.

Cualquier suceso diferente de lo prescripto puede significar un desvío; de hecho,


las normas aceptan márgenes de variación, dentro de los cuales “lo diferente” se
considera aceptable. Sólo algunos desvíos tienen el poder de expresar fuerzas
instituyentes: aquellos que en sí significan el cuestionamiento de lo instituido y
proponen un cambio o promueven a pensar que lo que pertenece al “orden
natural” puede no ser tan natural y no ser el único orden posible.

La historia social abunda en ejemplos de dura represión para aquellos que


mostraron tener fuerza de cambio institucional. Pensemos en Galileo, Cristo,
Freud, Marx, Gandhi, etc., todos grandes desviantes de las cosmovisiones de su
época y su área de acción, que expresaron la existencia de fuerzas instituyentes
tan intensas como para producir cambios cualitativos sustanciales en la historia
del hombre y su cultura.

En resumen, cada establecimiento institucional es un espacio donde, en una


versión singular, se desarrollan hechos que expresan las tendencias sociales y
personales a la preservación y el cambio de lo instituido, y que en las vicisitudes
de esta confrontación tienen importancia relevante para promover o resistir los
cambios de aquellas modalidades de vinculación que se han consolidado y
convertido en rasgo de la cultura institucional.

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