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Tratamiento de COV, emisiones de compuestos

orgánicos volátiles
16 abril
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Secciones
 Definición
 Actividades asociadas a la emisión de COVs
 Peligrosidad de los COVs
 Tecnologías para el tratamiento de COVs

 Tecnologías destructivas
 Tecnologías no destructivas
 Tecnologías mixtas

Definición
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) son todos aquellos compuestos orgánicos que a temperatura
ambiente o bien se encuentran en estado gas o bien son líquidos muy volátiles.
Formalmente se considera como COV todo compuesto orgánico que a 20ºC tenga una presión de vapor
igual o mayor de 0.01 kPa, o una volatilidad equivalente en las condiciones particulares de uso.

Los COV suelen tener menos de doce átomos de carbono en su cadena y contienen otros elementos como
oxígeno, flúor, cloro, bromo, azufre o nitrógeno.

El número de COV diferentes supera el millar, pero los más abundantes en el aire son metano, tolueno, n
butano, i-pentano, etano, benceno, n-pentano, propano y etileno. Estos compuestos se generan en
todos aquellos procesos industriales en los que se utilizan disolventes orgánicos (como el acetaldehído, el
benceno, la anilina, el tetracloruro de carbono, el 1,1,1,-tricloroetano, la acetona, el etanol, etc.).

Actividades asociadas a la emisión de COVs


Son muy numerosas, perteneciendo generalmente a los siguientes sectores industriales:

 Industria siderúrgica.
 Industria del plástico.
 Industria alimentaria.
 Industria de la madera.
 Industria de las pinturas, barnices y lacas.
 Industria ganadera.
 Industria farmacéutica.
 Industria cosmética.

Peligrosidad de los COVs relativa a salud humana y efectos nocivos


sobre el medio ambiente
 Compuestos extremadamente peligrosos para la salud: el benceno, el cloruro de vinilo y el 1,2
dicloroetano.
 Compuestos clase A: los que pueden causar daños significativos al medio ambiente, como por
ejemplo: el acetaldehído, la anilina, el tricloroetileno, etc.

 Compuestos clase B: tienen menor impacto en el medio ambiente. Pertenecen a este grupo, entre
otros, la acetona y el etanol.

Existen COV que por sí solos destruyen la capa de ozono estratosférico, como es el caso del tetracloruro
de carbono. Además, todos los COV, en combinación con los óxidos de nitrógeno y la luz solar, son
precursores del ozono a nivel de suelo (ozono tropósferico) que es muy perjudicial para la salud al provocar
daños respiratorios severos. Este efecto es conocido con el nombre de smog fotoquímico y se muestra
como una niebla de color marrón – gris en las grandes urbes que suelen ser soleadas y que tienen
emisiones de COV y óxidos de nitrógeno.

Para seleccionar la mejor tecnología para la depuración de COV hay que tener en cuenta el caudal, la
concentración de COVs, la temperatura y humedad del aire, los disolventes presentes, el límite de emisión
permitido y la posible presencia de polvo y otros contaminantes. Por su parte, la empresa ha de valorar los
recursos disponibles, la distribución temporal de las emisiones contaminantes, así como la posibilidad de
recuperar los disolventes y la energía térmica.

Por todas estas razones, la legislación europea vigente establece límites cada vez más restrictivos para la
emisión de estos compuestos. Así, en las actividades industriales susceptibles de generar COV se deberá
controlar las emisiones y, cuando sea necesario, tratarlas eficientemente. A nivel estatal y con el fin de
minimizar los efectos nocivos de los COVs, se publicó el Real Decreto 117/2003 sobre limitación de
emisiones de compuestos orgánicos volátiles debidas al uso de disolventes en determinadas actividades, el
cual aplica desde el 31 de octubre de 2007 a todas las industrias afectadas. Este Real Decreto marca para
cada una de las actividades afectadas un umbral en el consumo de disolventes, así como unos límites de
emisión de COVs en los gases que salen por chimenea y en las emisiones difusas.

Tecnologías para el tratamiento de COVs


Las tecnologías de tratamiento se pueden dividir en dos grandes grupos: las destructivas y las no
destructivas. Los tratamientos destructivos son aquellos en que los COVs se transforman en otras
sustancias mediante un procedimiento adecuado, mientras que los no destructivos consisten en la
separación física o química de los COVs del aire a tratar.

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Tecnologías destructivas
Mediante las técnicas destructivas, los COVs se transforman en compuestos inertes o menos tóxicos que
los de partida.

Oxidación Térmica Regenerativa (RTO)


Se trata de una técnica oxidativa, que se lleva a cabo en el interior de, normalmente entre 2 o 3 torres,
rellenas de material cerámico, en las que se produce la oxidación de los contaminantes. Durante este
proceso los COVs se oxidan, transformándose en CO2 y H2O.

El papel del material cerámico es el de retener y ceder el calor de combustión al aire tratado durante los
sucesivos ciclos del proceso.

Con estas torres se consigue una eficiencia de recuperación térmica superior al 95%. Es por tanto, una
tecnología con un reducido consumo de combustible y si la concentración de los disolventes es superior a
1,5 – 2 g/Nm3 puede llegar a ser un proceso autotérmico con un consumo prácticamente nulo.
La temperatura de trabajo se sitúa entre los 750 y los 1.250 º C.

Se trata de una técnica muy versátil en cuanto al caudal a tratar (1.000-100.000 Nm3/h), ideal para casos
con una concentración de COV media-alta y óptima para una gran variedad de los mismos.

Oxidación Térmica Recuperativa


La oxidación térmica recuperativa es una tecnología más simple, con un coste de inversión menor pero
unos mayores costes de gestión.

Consiste en una cámara de combustión con un quemador y con un intercambiador de calor donde se
calienta el aire de entrada y se enfría el aire depurado. Con esta técnica se puede conseguir una eficiencia
de recuperación térmica del orden del 65%.

Oxidación Catalítica Regenerativa (RCO)


En la oxidación catalítica, la principal diferencia con la RTO, es que se consigue la combustión a
temperaturas más bajas (200-400ºC) debido a la presencia de un catalizador en la cámara de combustión.
Estos equipos son compactos, ocupan menos espacio y al trabajar a menor temperatura consumen menos
combustible que la oxidación térmica recuperativa. Para aplicar esta tecnología hay que tener bien
caracterizados todos los disolventes, pues puede haber algunos productos que envenenen el catalizador y
obliguen a su sustitución.

El sistema presenta una eficiencia térmica superior al 98% y no consume gas cuando se alcanza el punto
autotérmico. Se trata de una técnica idónea para caudales de aire bajos o medios (1.000-30.000 Nm3/h) y
para concentraciones de COV medias o bajas, que presenta un bajo coste operativo.

Oxidación avanzada de la fase gas(GPAO)


Esta técnica consta de 4 etapas. En la primera etapa, el aire a tratar se somete a un proceso de absorción
en agua y ozono. Los gases solubles que se disuelven en el agua son oxidados por el ozono a CO2. En la
etapa 2, a los gases resultantes de la etapa 1 se les añade ozono y la mezcla se irradia con luz ultraviolada
de alta intensidad. El ozono se transforma en radicales OH, los cuales son extremadamente reactivos con
los VOC. Fruto de la oxidación se produce un aerosol de partículas, las cuales son separadas en la etapa 3
mediante un precipitador electroestático. El aire resultante, que es libre de VOC y de olores, puede ser
liberado a la atmosfera. Finalmente, en la etapa 4 se transforma el ozono sobrante en oxigeno mediante un
catalizador.

Se trata de una técnica robusta para una gran variedad de COV, idónea para caudales bajos, con bajo
coste operativo y con una alta eficiencia energética.

Para todas las técnicas oxidativas hay que tener en cuenta que, en presencia de compuestos clorados y
demás halogenados, éstos se transforman en productos del tipo HCl que no pueden ser emitidos a la
atmósfera. Así, en presencia de halogenados es necesario poner a continuación, un scrubber para tratar
las emisiones ácidas generadas.

Biofiltración
Para unos casos más puntuales, en los que se trabaja con concentraciones bajas y uniformes en el tiempo,
de disolventes biodegradables y solubles en agua, hay la posibilidad de usar la biofiltración en la que unos
microorganismos se encargan de degradar la materia orgánica. La biofiltración, aunque se caracteriza por
tener unos costes de gestión bajos, presenta también algunos inconvenientes debido a que los
microorganismos necesitan unas condiciones estables de humedad, temperatura y alimentación, y en caso
de que estas condiciones se vean repentinamente modificadas, supondrían un riesgo para el sustrato.

Tecnologías destructivas
Adsorción en Carbón Activo
Se trata de la tecnología más habitual de este grupo.
Se basa en hacer pasar el aire a tratar a través de un lecho con carbón activo que retiene los COVs. El
carbón activo se va cargando de COVs y llega un momento en que se satura y pierde la capacidad
adsorbente.

En este punto podemos desechar este carbón, gestionarlo como residuo y sustituirlo por uno nuevo, o bien
regenerar el carbón con vapor o con un gas inerte (nitrógeno), lo cual permite recuperar los disolventes y
reutilizarlos en el proceso productivo.

Condensación Criogénica
Es un proceso basado en el enfriamiento a temperaturas extremadamente bajas del aire a tratar, mediante
nitrógeno líquido u otro fluido criogénico. El aire contaminado se enfría progresivamente en los
condensadores, por debajo de su punto de rocío, produciéndose la condensación de los COVs y su
separación de la fase gas.

Esta tecnología no es sólo útil para la depuración de emisiones con COVs, sino que también permite la
condensación y recuperación de materias primas costosas y contaminantes que suelen estar presentes en
emisiones de procesos donde están implicados disolventes orgánicos.

La crio-condensación es un método limpio y no destructivo, ya que recupera en estado líquido aquellas


emisiones de vapor que iban a ser enviadas a la atmósfera. Para ello se lleva a cabo la refrigeración
controlada de los vapores de proceso de una sustancia determinada, hasta alcanzar el punto de rocío de la
misma, momento en el que se inicia su condensación.

Mediante una columna de condensación, por la que atraviesa la corriente de aire contaminada por COVs,
circula a contracorriente un flujo de nitrógeno líquido, el cual enfría el aire con la sustancia volátil por debajo
de la temperatura de condensación (se puede llegar hasta -200ºC). Esto produce la congelación de la
humedad del aire y se obtiene el producto líquido que puede volver a ser utilizado en proceso. El nitrógeno
empleado puede ser reutilizado mediante una pequeña estación de compresión para usarlo como gas en
fabricación o se puede verter a la atmósfera si no hay una utilidad para el mismo.

La gama de equipos disponibles cubre un amplio espectro de disolventes a recuperar, como son: tolueno,
acetona, metanol, derivados clorados, hidrocarburos, etc.

La crio-condensación permite tratar diferentes corrientes, caudales, presiones e incluso diseñar sistemas a
medida para cada caso. Como ya hemos dicho, existe la posibilidad de rehusar los disolventes
condensados, así como el nitrógeno que se genera.

Como agente refrigerante se usa el nitrógeno líquido que, gracias a sus propiedades, permite la
condensación de todas las sustancias consideradas COVs, en un rango comprendido entre los -30 y -120
ºC.

La temperatura de condensación viene determinada por los compuestos a tratar y por las ppm que
queramos alcanzar en la corriente de emisión.

Absorción física / química


La absorción física/química consiste en la retención de los contaminantes en una solución acuosa que fluye
a contracorriente en el interior de unas torres de lavado. A la solución acuosa de tratamiento se le puede
añadir algún reactivo que reaccione con el contaminante para así favorecer su eliminación. Las torres de
lavado deben ir acompañadas de un sistema para el tratamiento del agua que ha absorbido los
contaminantes. En el caso de los COVs, esta tecnología es aplicable en aquellos casos en que los
productos sean solubles en agua (acetona, alcoholes, etc.).

Tecnologías Mixtas
Rotoconcentrador de Zeolita + RTO
Esta técnica se basa en el funcionamiento de una rueda con un material poroso (Zeolita) en la que
mediante un proceso de adsorción se acumulan los COV para obtener una mayor concentración.
Posteriormente los COV se tratan en una unidad de oxidación térmica regenerativa (RTO).
Es ideal para tratar caudales de aire muy elevados (> 10.000 Nm3/h) con una concentración de COVs muy
baja (< 1g/Nm3), ya que se reduce significativamente la cantidad de combustible consumido, mediante el
uso previo del rotoconcentrador, consistente en una ‘rueda’ rellena de zeolitas, las cuales adsorben los
COVs del aire de entrada, para obtener en la salida un aire que ya está depurado.

Una pequeña porción del aire depurado (entre una décima y una quinceava parte) se calienta a 200 ºC y se
pasa a contracorriente para desadsorber los COVs retenidos en las zeolitas. De esta forma, se obtiene un
caudal de aire 10-15 veces inferior al inicial con una concentración 10-15 veces superior a la inicial.

Este aire es el que se envía luego a la unidad de oxidación (RTO) para ser depurado.

Evapo-Oxidación
Se trata de un procedimiento de depuración de aguas residuales que aúna la separación térmica de
sustancias solubles en agua con la depuración de sustancias orgánicas volátiles.

Los residuos apropiados para ser tratados por evapo-oxidación son aguas de carácter orgánico (no
organohalogenados), con presencia o no de sales y otros compuestos inorgánicos (derivados del nitrógeno,
del azufre…), poder calorífico inferior (PCI) bajo, que no presentan carácter inflamable ni disolventes y con
valores de DQO significativos.

En una primera fase, se somete al efluente a un proceso de evaporación, que genera un vapor de agua que
arrastra consigo las sustancias volátiles, ya que estas tienen un punto de ebullición más bajo que el agua.
Igualmente, también se arrastran todas aquellas sustancias que forman mezclas azeotrópicas.

Tras esta primera etapa, el vapor de agua que se ha obtenido es enviado, junto con las sustancias volátiles,
a una cámara de oxidación, donde dicho vapor es quemado, evitando de esta forma su emisión a la
atmósfera y su acción contaminante.

De esta forma, la oxidación térmica del vapor permite destruir completamente los volátiles que se
encontraban en el efluente.

Otra opción es aprovechar estos compuestos volátiles (siempre y cuando estén en presencia elevada) para
llevar a cabo un proceso auto térmico, ya que generan suficiente calor en su combustión como para no
precisar calor externo. De esta forma, se puede obtener la energía necesaria para alimentar el propio
proceso.

Por otra parte, el primer proceso de evaporación al que se somete al efluente, antes de la fase de oxidación
del vapor, tiene como resultado un concentrado de los residuos orgánicos que se encontraban en el
efluente, que ya pueden ser enviados al gestor de residuos o ser sometidos a una segunda fase de
concentración para su recuperación y valorización.

Cabe destacar que también es posible utilizar el procedimiento de evapo-oxidación en vapores con escaso
poder calorífico, así como para la eliminación de sustancias odoríferas.

Aunque se trata de un procedimiento que ofrece muy buenos resultados, la evapo-oxidación no es la única
tecnología para tratar efluentes que contienen COVs. Una variante a este proceso es el stripping en
columnas con vapor o aire caliente a contracorriente, para posteriormente utilizar sistemas de OTR para la
oxidación térmica de los volátiles.

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