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En relación a las especialidades quirúrgicas, el fenómeno de la especialización ha estado

marcado por varios hechos fundamentales: en primer lugar, las posibilidades operatorias
abiertas por la anestesia, la hemostasia y la asepsia y antisepsia, que permitieron vencer tres
barreras infranqueables hasta el siglo XIX en el desarrollo de la Cirugía; en segundo lugar, el
descubrimiento de los grupos sanguíneos a principios del siglo XX, que permitió el
perfeccionamiento de las técnicas de transfusión sanguínea e impulsar decididamente la
Cirugía interna; en tercer lugar, el continuo avance experimentado en las técnicas diagnósticas;
finalmente, el progreso de los tratamientos quirúrgicos y de los medios operatorios. Todo ello
ha permitido la aparición de “cirugías con apellido”: general, cardiovascular, torácica,
digestiva, neurológica –neurocirugía-, etc., por una parte, y la emancipación definitiva de las
especialidades de tradición quirúrgica, como la Oftalmología, la Ginecología y Obstetricia, la
Urología y la Otorrinolaringología, por otra.

Historia de la especialidad médica

Hasta cierto punto, los médicos siempre han especializado. Según Galeno, la especialización
era común entre los médicos romanos. El particular sistema de especialidades médicas
modernas se desarrolló gradualmente durante el siglo 19. Reconocimiento social informal de
especialización médica se desarrolló antes de que el sistema legal formal. La subdivisión
particular de la práctica de la medicina en varias especialidades varía de un país a otro, y es un
tanto arbitraria.

Antecedentes

La cirugía ha evolucionado a ritmo vertiginoso en las últimas décadas, habiendo tenido la gran
oportunidad de ser espectador y actor de la misma.

Ya desde los inicios del siglo pasado, la Cirugía se había convertido en una de las grandes
ramas de la Medicina moderna, ocupando así el cirujano el lugar que merecía en circunstancias
que algunos médicos generales, en base a sus condiciones de destreza, rapidez, arrojo y
temeridad, incursionaron en el campo quirúrgico desplazando a los barberos ilustrados que
oficiaban de cirujanos durante los primeros siglos.

Lo más importante de la primera mitad del siglo XX en lo que a Cirugía se refiere, fue el
desarrollo de las novísimas técnicas quirúrgicas en Europa, las cuales se vieron favorecidas por
la naciente anestesiología, donde los cirujanos de la época se caracterizaban, además de las
condiciones naturales antes mencionadas, por el cultivo de esta rama de la medicina en el más
amplio sentido de la palabra, realizando grandes y variadas intervenciones en los diferentes
territorios de la economía del ser humano, practicando amputaciones, resecciones gástricas,
corrección de lesiones vasculares traumáticas, o drenajes de hematomas subdurales, razón por
la cual eran considerados cirujanos todistas. El mejor ejemplo peruano fue el de Guillermo
Gastañeta, a quien, en mérito a una ejemplar trayectoria de vida, el Gobierno del Perú
instituyó el 5 de Abril, día de su natalicio, como el Día de la Cirugía Peruana (1).

Es recién a partir de la década del 50 que la cirugía en los Estados Unidos de Norteamérica
adquiere gran desarrollo impulsado por las Facultades de Medicina que inauguraron los
Programas Académicos de Post Grado en Cirugía, más conocidos como Residentado Médico,
donde el Médico Residente en corto tiempo y en base a un horario recargado de actividades
bajo guía del profesor, adquiere conocimientos y destrezas que de otra forma le tomaría
muchísimos años. El Perú no se quedó atrás inaugurándose la residencia de cirugía oncológica
en el INEN, primero, y luego la de cirugía general en la Universidad Peruana Cayetano Heredia,
seguidas por residencias de cirugía torácica y cardiovascular, neurocirugía, urología,
traumatología, etc. En ese sentido, valga la oportunidad para recordar a esos Profesores
Fundadores de la Universidad Peruana los últimos 30 años Cayetano Heredia, que con su
impulso personal iniciaron los diferentes caminos que otros hemos continuado: Los Profesores
Eduardo Cáceres, Victor Baracco, Carlos Peschiera, Esteban Rocca, Luis Mayolo, Roberto
Temple, René Obando, Jorge Valdeavellano y otros; para todos ellos, nuestra eterna gratitud
(2).

Es a partir de 1960 en que el desarrollo de las especialidades quirúrgicas se hace cada vez más
intenso y desbordante.

Dentro de la Cirugía General, uno de los grandes hitos fue el de la creación y desarrollo a
finales de la pasada década del '60 de la hiperalimentación parenteral, realizada por Dudrick
en Estados Unidos a propósito de un niño que no pudo alimentarse por boca, debiendo recibir
alimentación parenteral por seis semanas, desarrollando normalmente. Con la introducción de
la alimentación parenteral se cambió la historia de muchas patologías médicas y quirúrgicas,
fundamentalmente la fístula intestinal que de haber tenido indicación operatoria para su
tratamiento, pasó a convertirse en cirugía de excepción. Con el advenimiento de la
alimentación parenteral, la gran mayoría de fístulas intestinales post operatorias se solucionan
hoy en día sin necesidad de tratamiento quirúrgico. Igualmente, las grandes operaciones que
requieren mejorar el aspecto nutricional de los pacientes desde antes de la intervención como
en los que deben mantenerse en ayunas por muchos días después de la operación, la
alimentación parenteral (Fig. 1) ha cumplido su cometido favoreciendo así el éxito de ellas, de
allí que se pudo afirmar desde entonces, que la cirugía se divide en dos grandes etapas: antes y
después de la alimentación parenteral. Debo confesar que fue muy difícil en sus orígenes el
implantar esta terapia, por la resistencia de los cirujanos a ceder terreno al manejo
conservador, cambiando así la filosofía del tratamiento, y al hecho que exigía el tener
hospitalizado en los servicios de Cirugía a los pacientes en tratamiento con alimentación
parenteral un prolongado número de días. Sin embargo el éxito del tratamiento fue tan
significativo que hoy en día no se acepta el tratamiento quirúrgico como primera opción, a
menos que el paciente presente cuadro peritoneal (3).

Durante estos años el desarrollo tecnológico de la radiología ha permitido el mejor


conocimiento y diagnóstico de procesos quirúrgicos, tanto en el pre operatorio como en el
intra y post operatorio, siendo los más importantes la ultrasonografía, primero, seguida de la
tomografía axial computarizada y posteriormente la resonancia magnética. Con estos
procedimientos se ha logrado evitar intervenciones quirúrgicas reemplazándolas por
procedimientos más simples de drenaje, como por ejemplo los abscesos intraabdominales
mediante guía ecográfica o tomográfica. Por otro lado, el desarrollo ulterior de estas técnicas
ha permitido realizar estudios de estadiaje de enfermedades tumorales con lo cual se evita
también practicar intervenciones quirúrgicas innecesarias de “abre y cierre” cuando la
enfermedad ha progresado más allá de los límites de la cirugía. De igual forma, la ecografía
endoscópica y la intraoperatoria han facilitado el manejo de procesos metastásicos no
diagnosticados o de casos irresecables. Esto ha obligado al cirujano a estudiar las técnicas
ecográficas especialmente las que se utilizan en el intraoperatorio para reconocer patologías
con apoyo de los especialistas.
Comentario final

La evolución de la cirugía en las últimas tres décadas nos ha sorprendido a Médicos y Cirujanos
por la dinámica con la que se han desarrollado los cambios, tanto en la filosofía del manejo de
los pacientes como en la tecnología que ha facilitado convertir las grandes operaciones en
procedimientos quirúrgicos con mucho menor morbimortalidad. El futuro próximo estamos
seguros que nos deparará insospechables avances que darán una mejor calidad de vida, así
como una mayor expectativa de vida de los pacientes.

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