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Aborto

En abril de 2007, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de Ciudad de


México , donde vive aproximadamente un 7,87% de la población mexicana,
aprobó la despenalización de la práctica del aborto inducido a petición de la mujer
hasta las doce semanas de embarazo. La Asamblea, por 46 votos a favor, 19 en
contra y 1 abstención, aprobó la reforma del artículo 144 del Código Penal de
México D.F.849
La decisión de la Asamblea Mexicana de 2007 fue recurrida y finalmente el 29 de
agosto de 2008 la Corte Suprema de Justicia de México dictaminó, por ocho votos
contra tres, que es constitucional la ley de la Ciudad de México que despenaliza el
aborto realizado durante las primeras 12 semanas de gestación. 10
En 2011 la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios
(COFEPRIS), autoriza la comercialización en México de Zacafemyl-Mifepristona
para la interrupción del embarazo y otras trece indicaciones terapéuticas afines.
La legislación sobre el aborto en ciudad de México, junto con la de Cuba, se
considera de las más liberales sobre el aborto en Latinoamérica,2 siendo similar a
la legislación sobre el aborto en Estados Unidos y más restrictiva que la legislación
sobre el aborto en Canadá. Esta isla legal en México hace que mujeres de otros
estados de la República Mexicana se trasladan al Distrito Federal para someterse
a un aborto inducido. Unas 52.484 interrupciones voluntarias del embarazo se han
realizado en la Ciudad de México desde su despenalización en el año 2007 hasta
el año 2011
Más de la mitad de las constituciones estatales han sido enmendadas, las cuales
ahora definen la vida desde la concepción hasta la muerte natural siendo una
persona con el derecho a la protección legal.12 Desde el 15 de octubre de 2009,
ningunos de esos estados ha removido sus excepciones al aborto para reflejar los
cambios en su constitución,1 pero según Human Rights Watch y una ONG local,
durante los últimos ocho años el estado de Guanajuato "ha negado cada petición
por una víctima de una violación embarazada para los servicios del aborto" y
aproximadamente 130 de sus residentes han sido condenados por buscar o
proveer el aborto ilegal.
En septiembre de 2011 se intentó detener en la Suprema Corte de Justicia el
blindaje constitucional a la vida prenatal en los estados de Baja California y San
Luis Potosí, pero los pro elección perdieron por cerrada votación
Desde una perspectiva de salud pública, se ha observado que en países donde no es legal se
propicia que se incurran en métodos con alto riesgo para la salud de la madre, inclusive su
muerte. Por lo que resulta que países con restricciones a abortos inducidos tienen alta
incidencia en el uso de métodos inseguros para la salud de la madre, en comparación con
países sin restricciones.
La Organización Mundial de la Salud ha propuesto abordar el problema del aborto
inducido con métodos inseguros para la mujer proponiendo la legalización del
aborto, la capacitación del personal médico y asegurar el acceso a servicios
de salud reproductiva y planificación familiar.
En Estados Unidos se ha encontrado una relación estadística entre el comienzo
de la libertad de la mujer sobre abortar y la disminución de la violencia criminal 20
años después. Los defensores de la penalización del aborto sostienen que el feto
y el embrión constituyen un ser humano con todos los derechos.

La Arquidiócesis Primada de México se lanzó contra la despenalización del


aborto, a diez años de que se aprobara en la Ciudad de México, lo que ha dejado
más de 176 mil interrupciones legales del embarazo, cifra que calificó como
“escalofriante”.

En el editorial Desde la Fe, expuso que la CDMX es la “única entidad del país que
permite la intervención violenta, cruel y directa contra la vida de los no nacidos en
el vientre de su propia madre. Una década después, lo que pretendía ser una
política progresiva para la adecuada aplicación de medidas integrales e
informadas sobre la salud de las mujeres, queda muy lejos de sus propósitos,
exhibiendo el fracaso que revela lo que es: asesinatos de niños inocentes
disfrazados de falsos derechos, pues nadie tiene derecho a disponer de una vida
ajena a la suya, nadie tiene derecho a matar, máxime si la víctima es un niño
inocente e indefenso, como sucede en el aborto”.

“…Más estremecedor es el porcentaje y nivel educativo de las mujeres. Hasta el


20 de abril se habían realizado 176 mil 355 abortos en la Ciudad de México; el 40
por ciento fueron practicados a mujeres con estudios de nivel medio superior, y
no deja de llamar la atención la elevada cifra de adolescentes de secundaria que
recurrieron a esta práctica: el 33 por ciento”.

La iglesia católica acusó que “los aborteros han apostado a lo más fácil: el uso de
la violencia y de la mentira para vender la mercancía del aborto como un falso
derecho de las mujeres, porque no lo es; la mujer puede tener derecho sobre su
cuerpo, pero el niño que lleva en su vientre no es su cuerpo, es una persona
autónoma; por eso, decidir asesinarlo es un crimen abominable, no un derecho”.

El aborto se penalizó por primera vez en México en 1871 y sólo habían dos causales
no punibles: la imprudencial y por peligro de muerte de la gestante. Éstas sólo eran
contempladas en la legislación federal, no en las estatales.
Antes de esa fecha las mujeres también abortaban (en este espacio no cuestiono si
las técnicas de aborto eran o no seguras), pero lo cierto es que en estos 146 años
se debilitaron los conocimientos de auto atención en el aborto y se favoreció el
ejercicio de poder sobre los cuerpos de quienes tenemos capacidad de gestar.
Múltiples instituciones religiosas, educativas, jurídicas y ciencias disciplinarias, que
hasta la fecha son legitimadas como las únicas generadoras de conocimiento
“científico”, intervienen en la administración de nuestros eventos reproductivos.

El aborto en sí, no es ni malo ni peligroso si se lleva a cabo en un contexto seguro


para quien aborta, lo que le hace inseguro es el contexto social y cultural que lo
vigila y lo administra. La legalización de unos abortos sí y otros no también ha
motivado a lucrar con la salud reproductiva.
Un ejemplo actual es el de una conocida médica que vive en una entidad donde el
aborto es legal por 5 causales, se presenta como activista a favor de la legalidad y
desde su clínica particular cobra por aborto voluntario y brindar información sobre
uso del medicamento $6 mil pesos y hasta $15 mil pesos por Aspiración Manual
Endouterina (AMEU); además del regaño que propina a quienes solicitan sus
servicios. Este abuso ha sido de conocimiento por organizaciones civiles feministas
que trabajan por la legalidad de la práctica –algunas están en desacuerdo y otras
más, la suman a sus agendas activistas- y a pesar de que las fondeadoras saben
de su ejercicio lucrativo todavía siguen brindando financiamiento y protección. El
lucro puede venir también de acompañantes de aborto que suelen vender la
información contribuyendo todavía más a la brecha de la desigualdad. Es común
también por parte de trabajadores de farmacias que vendan el medicamento a
cantidades elevadas, que aun así no se compara con el tabulador que maneja la
clínica particular mencionada.

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