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LA CONDUCTA HUMANA

DEFINICIÓN:
La conducta humana es la manifestación del
comportamiento, es decir, lo que hacemos. Nuestra conducta
puede analizarse desde una óptica psicológica, desde la
reflexión ética o en un sentido específico (por ejemplo, la
conducta de los consumidores). Por otra parte, el concepto de
conducta es también aplicable a los animales y la etología es
la disciplina que se ocupa de esta cuestión.
La psicología intenta conocer los mecanismos que influyen en
nuestra conducta. Tradicionalmente la psicología se ha
ocupado de los aspectos mentales que determinan nuestras
acciones. Sin embargo, la corriente del conductismo ha
cambiado esta tendencia. Como su mismo nombre indica, los
psicólogos conductistas se centran en la conducta, es decir,
en lo que realizamos y no en los procesos internos que nos
impulsan a la acción. Según el planteamiento del conductismo
existen unas leyes de la conducta (concretamente unas leyes
del aprendizaje) combinadas con mecanismos de
condicionamiento (por ejemplo, cuando una acción particular
la asociamos con algo que deseamos).

El conductismo como planteamiento terapéutico sostiene que


es posible modificar las conductas no deseables. En este
sentido, los psicólogos de esta corriente utilizan técnicas para
dejar de fumar empleando estrategias de modificación del
comportamiento del fumador.

Si bien el conductismo es la corriente que más subraya el papel


del comportamiento, la psicología en general se ocupa de la
conducta humana, especialmente de aquellas que son
anómalas (las enfermedades mentales, las fobias o las
adicciones).

BASES BIOLÓGICAS DE LA CONDUCTA HUMANA:


LOBULOS CEREBRALES
Lóbulo frontal
En los humanos, es el más grande de los lóbulos del cerebro. Se caracteriza por su
papel en el procesamiento de funciones cognitivas de alto nivel tales como la
planificación coordinación, ejecución y control de la conducta. Por extensión, también
hace posible el establecimiento de metas, la previsión, la articulación del lenguaje y
la regulación de las emociones. Además, del lóbulo frontal nace la capacidad para tener
en cuenta a los demás y establecer teoría de la mente.
En definitiva, es uno de los lóbulos cerebrales con un papel más destacado en las
funciones que relacionaríamos de un modo más directo con la inteligencia, la
planificación y la coordinación de secuencias de movimientos voluntarios
complejos. Esta parte de la corteza es propia de animales vertebrados y es
especialmente grande en los mamíferos y las aves, ya que estos grupos evolutivos
contienen las especies más inteligentes del planeta.

Lóbulo parietal
Se encuentra entre los lóbulos frontal y occipital (de color amarillo en la imagen). Se
encarga principalmente de procesar información sensorial que llega de todas las partes
del cuerpo, como el tacto, la sensación de temperatura, el dolor y la presión, y es capaz
de relacionar esta información con el reconocimiento de números. También hace posible
el control de los movimientos gracias a su cercanía a los centros de planificación del
lóbulo frontal.
Además, recibe información visual proveniente del lóbulo occipital y trabaja creando
asociaciones entre este tipo de datos y otros inputs provenientes de otras áreas.
Lóbulo occipital

En los seres humanos, es el menor de los cuatro principales lóbulos del cerebro y se
encuentra en la zona posterior del cráneo, cerca de la nuca (aparece pintado de rojo en
la ilustración). Es la primera zona de la neocorteza a la que llega la información visual.
Por lo tanto, tiene un papel crucial en el reconocimiento de objetos cuya luz es
proyectada sobre la retina, aunque por sí misma no tiene la capacidad para crear
imágenes coherentes. Estas imágenes son creadas a partir del procesamiento de estos
datos en unas zonas del cerebro llamadas áreas de asociación visual.
El lóbulo occipital manda información sobre la visión hacia otros lóbulos cerebrales a
través de dos canales de comunicación diferentes.

 El primero de ellos, que va hacia la zona frontal del cerebro a través de la zona ventral
(es decir, la más alejada de la zona superior de la cabeza), procesa información sobre
el "qué" de lo que se ve, es decir, el contenido de la visión.

 El segundo canal, que va hacia la parte frontal a través de la zona dorsal (cercana a la
coronilla), procesa el "cómo" y el "dónde" de lo que se ve, es decir, aspectos del
movimiento y la localización en un contexto más amplio.

Lóbulo temporal

Los lóbulos temporales de cada hemisferio se encuentran a los laterales del cerebro,
dispuestos horizontalmente y pegados a las sienes (uno de ellos aparece marcado
en verde en la imagen). Reciben información de muchas otras áreas y lóbulos del
cerebro y sus funciones tienen que ver con la memoria y el reconocimiento de patrones
en los datos provenientes de los sentidos. Por lo tanto, juega un papel en
el reconocimiento de rostros y voces, pero también en el recuerdo de palabras.
Sistema Límbico y Conducta
¿Qué es el sistema Límbico?
El sistema límbico es un conjunto de
estructuras del encéfalo con límites
difusos que están especialmente
conectadas entre sí y cuya función tiene
que ver con la aparición de los estados
emocionales o con aquello que puede
entenderse por "instintos", si usamos
este concepto en su sentido más amplio.
El miedo, la felicidad o la rabia, así como
todos los estados emocionales llenos de
matices, tienen su principal base
neurológica en esta red de neuronas.

El Tálamo
El tálamo es, básicamente, un conjunto de sustancia gris (cuerpos de neuronas) formado
por dos estructuras encefálicas con forma de huevo que se encuentran por debajo de la
corteza cerebral. Estas estructuras están situadas la una junto a la otra, y además de
tener la misma forma y tamaño guardan una disposición simétrica, al igual que los dos
hemisferios cerebrales que las cubren. Se comunican entre ellas a través de una especie
de puente que las mantiene unidas y que es llamado conexión intertalámica.

 Funciones del Tálamo

1. Integración de los datos sensoriales


La función del tálamo más conocida es la de ser una de las primeras paradas en
el cerebro para la información que nos llega a través de los sentidos, con la
excepción del olfato. El tálamo procesa esta información sensorial, descarta las
partes que no sean demasiado importantes y manda el resultado final hacia la
corteza del cerebro, donde esta información seguirá siendo procesada.

2. El ciclo sueño-vigilia
El tálamo, al igual que su hermano menor el hipotálamo, interviene a la hora de
regular el ritmo con el que la sensación de sueño va y viene. Esta función también
está relacionada con la siguiente.

3. La atención y la consciencia
Recientes investigaciones indican que el tálamo podría tener un papel muy
importante en la aparición de la consciencia y todo lo que está relacionado con
ella. Sin embargo, es importante señalar que esos procesos relacionados a los
estados conscientes no son la consciencia en sí misma, aunque aparecen en
paralelo. No podemos centrar nuestra atención en nada cuando no nos damos
cuenta de que existimos, y tampoco podemos hablar ni reflexionar; pero cuando
estamos conscientes, hay aspectos de la atención y del lenguaje que están más
allá de la consciencia.
Como el tálamo está tan bien conectado con muchas áreas de la corteza a la vez,
podría ser capaz de intervenir en la sincronización de la actividad neuronal
necesaria para que se mantenga el nivel de consciencia.

4. La regulación de las emociones


El tálamo no solo está conectado con circuitos que llevan información sensorial,
sino que también interactúa con vías neuronales que participan directamente en
la aparición de estados emocionales.
Así pues, el tálamo integra estas dos vías y trabaja juntando estos dos tipos de
información, haciendo que las emociones afecten a lo percibido y viceversa.

El Hipotálamo
El hipotálamo es, junto con el tálamo, una de las partes de una estructura cerebral
llamada diencéfalo, que se encuentra en el centro del encéfalo de los seres humanos,
por debajo de la corteza cerebral y por encima del tronco del encéfalo.
La parte más característica del encéfalo es su superficie llena de pliegues y grietas, pero
debajo de esta capa de células se encuentran otras muchas estructuras encefálicas sin
las cuales no podríamos ni pensar ni adaptarnos al entorno.
 Funciones del Hipotálamo
El hipotálamo es una de las estructuras cerebrales con un papel más importante en
la regulación de los estados de ánimo, de la temperatura corporal, del sueño, de los
impulsos sexuales y del hambre y la sed.
Se puede decir que el hipotálamo se encarga de poner en marcha y coordinar entre
sí buena parte de los procesos que nos permiten sobrevivir y adaptarnos a
situaciones cambiantes.
Además de actuar como puente entre el cerebro y el sistema endocrino, coordina
todo lo que que se realiza a través del sistema nervioso autónomo, es decir, el que
le envía órdenes a partes del cuerpo para que estas se adapten a cada situación.
Entre los procesos que se encarga de regular el hipotálamo se encuentran:

 Los niveles de sueño y el ciclo circadiano.


 La excitación sexual y la conducta asociada a ella.
 El nivel de hambre.
 La presión sanguínea.
 La tensión muscular.
 La temperatura corporal.
 Los niveles de energía disponibles.
TRASTORNOS DISOCIALES
Los trastornos disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada
de comportamiento disocial, agresivo o retador.
En sus grados más extremos puede llegar a violaciones de las normas, mayores
de las que serían aceptables para el carácter y la edad del individuo afectado y
las características de la sociedad en la que vive. Se trata por tanto de
desviaciones más graves que la simple "maldad" infantil o rebeldía adolescente.
Los actos antisociales o criminales aislados no son, por sí mismos, base para el
diagnóstico, que implica una forma duradera de comportamiento.
Los rasgos del trastorno disocial pueden también ser secundarios a otros
trastornos psiquiátricos.
Suelen estar relacionados con un ambiente psicosocial desfavorable, entre ellos
relaciones familiares no satisfactorias y fracaso escolar y se presenta con más
frecuencia en chicos.

Pautas para el diagnóstico


La valoración de la presencia de un comportamiento antisocial debe tener en
cuenta el nivel del desarrollo del niño. Las rabietas, por ejemplo, forman parte de
un desarrollo normal a la edad de tres años y su mera presencia no debería ser
una indicación para el diagnóstico.
Las formas de comportamiento en las que se basa el diagnóstico pueden ser del
tipo de las siguientes: grados excesivos de peleas o intimidaciones, crueldad
hacia otras personas o animales, destrucción grave de pertenencias ajenas,
incendio, robo, mentiras reiteradas, faltas a la escuela y fugas del hogar, etc.
 Trastorno disocial desafiante y oposicionista
Este tipo de trastorno disocial es característico de niños con edades por debajo
de los 9 ó 10 años. Viene definido por la presencia de un comportamiento
marcadamente desafiante, desobedientes y provocador y la ausencia de otros
actos disociales o agresivos más graves que violen la ley y los derechos de los
demás.
Pautas para el diagnóstico
El rasgo esencial de este trastorno es una forma de comportamiento
persistentemente negativista, hostil, desafiante, provocadora y subversiva que
está claramente fuera de los límites normales de comportamiento de los niños
de la misma edad y contexto sociocultural.
Los niños con este trastorno tienden frecuentemente a oponerse activamente a
las peticiones o reglas de los adultos y a molestar deliberadamente a otras
personas. Suelen tender a sentirse enojados, resentidos y fácilmente irritados
por aquellas personas que les culpan por sus propios errores o dificultades.
Generalmente tienen una baja tolerancia a la frustración y pierden el control
fácilmente.
Lo más característico es que sus desafíos sean en forma de provocaciones, que
dan lugar a enfrentamientos. Por lo general se comportan con niveles excesivos
de grosería, falta de colaboración y resistencia a la autoridad.
La diferencia clave con otros tipos de trastornos disociales es la ausencia de
violación de las leyes o de los derechos fundamentales de los demás, tales como
el robo, la crueldad, la intimidación, el ataque o la destrucción. La presencia
definitiva de cualquiera de estas formas de comportamiento excluye el
diagnóstico.

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