Você está na página 1de 20

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,


lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas en alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

Sin Duda alguna, el texto objeto de nuestro comentario pertenece al ámbito


Literario, tanto por su intención estética como por el predominio de la función
Poética, apreciable en el uso especial y elaborado del lenguaje, plagado de
Recursos literarios. El texto pertenece al género lírico, por estar escrito en verso y
expresar los sentimientos y emociones del yo poético; de ahí que, junto Con la
poética, destaque la función expresiva, evidente en los verbos y Pronombres de 1ª
persona que aparecen desde el inicio del poema (quiero anotar en mi cartera…”).
La Función apelativa está presente cuando el yo poético dirige la voz al olmo para
hacerle partícipe de la indulgencia que la naturaleza ha tenido con él regalándole
una ilusión , una esperanza, que él querría para su joven Esposa. Para ello, hace
uso de la segunda persona del singular ( te derribe, Ardas…)y el vocativo olmo.
Atendiendo a la estructura externa, Cabría considerar el Machado de la etapa de
Campos De Castilla ya había abandonado el camino del Modernismo, porque
entendía “que El elemento poético no es la palabra por su valor fónico, ni el color, ni
la Línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu”
.Así, realiza una depuración modernista en la que huye del retoricismo; de ahí que el
presente soneto comience su andadura hacia una poesía menos sujeta a las formas
métricas. Podemos observar que el poema está compuesto por 30 versos
heptasílabos (siete) y endecasílabos (once). Es reconocible la presencia de un
soneto irregular en los Primeros catorce versos , los primero catorce versos,
constituido por dos cuartetos–rima encadenada- y dos tercetos ( también
considerado sextina o sexta Rima) , con rima consonante ( se encadena la rima del
primer terceto con el Segundo, que aparece rematado por dos versos de rima
gemela, distribuida de la siguiente manera: AbAB- CDCD- EFEF GG. El resto del
poema es una silva, Estrambote de 16 versos, cuya rima , también consonante -con
la Excepción del verso 24 que está suelto- distribuye como sigue: 11H, 11H, 11I,
11J, 11I, 11J, 7k, 11K, 11L, 11-, 7l, 11M, 11N, 7M, 11N, 11M.

El ritmo del poema se obtiene a través de los siguientes procedimientos: la pausa


final de verso , el acento en la penúltima sílaba de cada verso – ambas de carácter
obligatorio- , la combinación de versos heptasílabos y endecasílabos. La rima
consonante y dispuesta con relativa alternancia, y el uso de figuras literarias
basadas en La repetición de diferentes aspectos fonéticos (aliteración) ,
morfosintácticos ( paralelismos, anáforas…) y léxico semánticos ( recurrencias
léxicas y semánticas).

Antonio Machado pasaba largas horas Paseando por lo campos de Soria, afición
que compartía con su esposa, incluso en la etapa en que la enfermedad la postró en
una silla de ruedas. Pero cuando la tuberculosis se apoderó del frágil cuerpo de
Leonor, Machado observaba esa naturaleza tan querida con los ojos de La
imploración. La visión de un olmo Viejo y casi podrido desencadena un paralelismo
entre la decrepitud del árbol y su esposa. Lo estimulante de la imagen radica no en
su lamentable estado del árbol; Son unas hojas verdes – metáfora de vida-, que
con las lluvias de Abril y sol de Mayo (perífrasis de primavera) despiertan en la voz
poética la esperanza de vida que también necesita Leonor. El Hipérbaton que se
produce en la estrofa inicial sitúa al elemento moribundo al Principio del poema: el
olmo es el protagonista porque es el trasunto de su esposa. Así pues, la antítesis
olmo Podrido/hojas verdes (también epíteto) abre una puerta a la esperanza. El
campo Semántico referido a vejez -ya iniciado En el estrofa anterior- se acentúa en
la siguiente mediante una adjetivación que insiste en la proximidad de La muerte :

amarillento, blanquecina, carcomido y polvoriento


Se trata del aspecto externo, propio de las personas que padecen la enfermedad de
Leonor. Los dos encabalgamientos presentes en la estrofa parecen querer prolongar
la expresión de la decadencia, de igual manera que se prolonga la expresión entre
los versos. A Continuación, se produce una reflexión reflejo de las inquietudes
regeneracionistas de los escritores del 98. El tono exclamativo del enunciado que
encabeza la segunda estrofa del poema no va dirigido a un árbol moribundo
cualquiera, sino que trasciende a toda una preocupación patriótica: el olmo
representa la esencia de una España que se desintegra cerca de un río
emblemático de Castilla: el Duero. El encabalgamiento oracional que se produce
entre los versos cuatro y cinco convierte en perdurable la acción personificada del
río: el Duero lame las heridas del olmo. De igual manera, la aliteración de los
sonidos Nasales que se produce en el segundo serventesio parece querer
reproducir la congoja que despierta en el yo lírico la visión del árbol. Los
abundantes adjetivos elegido por el poeta para reflejar el deterioro externo del olmo
(amarillento, blanquecino, polvoriento) reflejan no solo el aspecto externo del árbol,
sino también el de su esposa- de todos es conocido que los enfermos de
hemoptisis presentan un aspecto marcadamente pálido-, todo ello intensificado con
un nuevo encabalgamiento.

Seguidamente, Se presentan de manera antitética(antítesis) los dos tercetos.


En el primero se niega la vida futura del olmo -representada metafóricamente
mediante los álamos y los ruiseñores-, Para concebirlo habitado de animales que
simbolizan la muerte ( hormiga y Arañas). Es llamativa la traslación del adjetivo
cantores aplicado a los álamos cantores(epíteto), recurso volverá propio el poeta
Federico García Lorca. Esta Concepción o visión de los álamos, por lo demás, no es
exclusiva de este poema. Aparece en otras composiciones de Machado, como en la
que sigue, tan conocida, Donde los álamos se asocian a palabras y conceptos como
amor denuevo ruiseñores, primavera y un largo etcétera, que podemos asociar
convida: He vuelto a ver los álamos dorados,/álamos Del camino en la ribera/del
Duero, entre San Polo y San Saturio…

La antítesis que se produce entre los verbos guardar y habitado del primer terceto,
así como la perífrasis Verbal durativa van trepando y urden, evidencia que , a
pesar de la esperanza que parece buscar el poeta en la gracia de la rama verdecida
del árbol, sin embargo, siente que la muerte del olmo/Leonor es Inminente. Se
produce un proceso de interiorización para descubrir que la situación maltrecha del
árbol no es solo apariencia, también se pudre en su Interior -quizá en consonancia
con el estado de los pulmones de su esposa Leonor.

La silva (o estrambote del soneto) es el anticipo del destino final del olmo. Este
destino último lo presenta el poeta con tres posibilidades, dispuestas de manera
gradual (clímax). Es importante reiterar la importancia de La locución adverbial
antes que encabezando cada uno de los enunciando que, de manera
paralelística,hacen referencia a los diferentes destinos que el poeta ha elegido para
el olmo, a quien se dirige el yo poético (apóstrofe) como si quisiera expresar su
empatía y complicidad . Empleada en cuatro ocasiones – de manera anafórica-
evidencia la importancia que para el yo poético tiene el tiempo que pasa de manera
inexorable, llevándose la vida de los seres queridos. De ahí que se pueda
manifestar sin temor a dudas de que nos encontramos ante el uso del tópico tempus
Fugit si el tiempo vuela, aprovechemos la ocasión.

En primer lugar, será el leñador y el carpintero quienes dirijan los designios del olmo
mediante el campo semántico dispuesto en estructuras bimembres: melena de
campana, lanza de carro o yugo de carreta se hace referencia a los posibles usos
nobles del vegetal. La aliteración de fonemas vibrantes (sonido r) parecen querer
reproducir el sonido de aquellos instrumentos objeto de la metamorfosis del árbol
(campana, carro y carreta) . Puede que el destino del árbol sea algo menos noble:
calentar un humilde hogar. Pero el poeta, trasladando de nuevo el adjetivo rojo/
llama ( hipérbaton) al principio de la secuencia logra acentuar el doloroso destino
que le espera, intensificado mediante las aliteraciones de vocales abiertas (a,e,o).
En tercer Lugar, serán elementos naturales –todos representan una fuerza
arrolladora – los que dirigirán los designios de olmo . Los verbos que rematan el
poema , además de poseer una enorme carga onomatopéyica ( descuaje,
tronche…), simbolizan el acabamiento violento del vegetal objeto de nuestro
poema. La imagen final empleada por el yo poético recuerda la alegoría presente
en algunas de sus coplas de Jorge Manrique para referirse a la vida como Un río
que nos conduce al mar, que es el morir. Todas estas las proposiciones
subordinadas adverbiales que se adelantan al verbo ( hipérbaton) recogen la
voluntad última del yo lírico: anotar la gracia de una rama verdecida en un árbol
moribundo para llevarla al presente poema. A pesar de que en ningún se hace
referencia a una certeza de recuperación del árbol, el poeta necesita guardar la
esperanza de que quizá para su esposa sí se diera esta opción. Por ello, la parte
final del poema se centra en la primera persona de Singular. El corazón del poeta
busca ese milagro de la primavera, metáfora que Junto con el término luz alude
hacia la vida. Así pues, en el poema se ha producido una Identificación entre el olmo
y el corazón del poeta, gracias precisamente al valor que el adverbio también
adquiere en el poema y la gran carga simbólica que aporta .

En general, en el poema cabría destacar la abundancia de sustantivos concretos


que recuerdan en todo momento que nos encontramos ante un elemento real; en
algunos casos se organizan en pequeñas enumeraciones bimembres (10, 25) o
Trimembres (17-18) para dar más exactitud. Los adjetivos posesivos (vv
2,13,14,16,26,27,28), con su fuerza deíctica refuerzan la relación entre sujeto y
objeto del poema y el diálogo entre ambos, lo que da más realismo a la sensación
que se transmite. A ello contribuyen también los abundantes pronombres personales
de 1ª, 2ª o 3ª Persona. Los adjetivos calificativos son abundantes; generalmente son
están en posición especificativa, perfilando claramente el significado del sustantivo
al que acompañan. También son abundantes los verbos y contribuyen a dar vida al
objeto descrito. Aparecen Varios tiempos: pretérito perfecto, presente y futuro en los
primeros catorce Versos, en claro contraste temporal que refleja una esperanza
futura (será) contraria a un presente decadente remarcado por la perífrasis verbal
durativa (va trepando). El subjuntivo aparece a partir del verso quince, que remite al
terreno de lo posible frente a lo real que marcan los dos últimos Versos en presente
actual.La sintaxis es sencilla: oraciones simples, Coordinadas copulativas y
yuxtapuestas, estas últimas adverbiales temporales que presentan paralelismo
(vv.15-25), lo que enfatiza la expresión a la vez que facilita su comprensión.

En conclusión, “A un olmo seco“ es uno de Los poemas más hermosos de Campos


de Castilla , donde pensamiento y descripción se articulan en una unidad
perfectamente Lograda. Tal unidad otorga identidad propia al olmo del Duero ,que
no se perderá en el dolor del poeta cuando Leonor fallece . En el poema
“Recuerdos”, escrito por Machado lejos de Soria existe una referencia directa y
concreta a nuestro olmo: ¿Dará sus verdes hojas El olmo aquel del Duero? .
Nostálgicamente se pregunta si los brotes de vida que asomaban en el tronco del
árbol -y que le regalaron atisbos de Esperanza- lograron eludir la inminente Muerte
que le arrebató a su esposa.

OTRO COMENTARIO

1. Localización
Antonio Machado nació en Sevilla en 1875, pasó su juventud en
Madrid, y estudió en la Institución Libre de Enseñanza.
Después de una estancia en Parra, estuvo durante cinco años en
Soria como profesor de francés del Instituto. Allí descubrió y
se identificó con el paisaje castellano; allí se casó, y
murió, a los dos años, su esposa Leonor. Pasó después a Baeza,
Segovia y, por fin, Madrid. Al ser derrotado el ejército
republicano, se trasladó a Francia y murió en Colliure, un
pueblecito cercano a la frontera española, en 1939.Campos de
Castilla (1912) significa el encuentro con Castilla, con el
paisaje de sus tierras altas donde proyectará su estado de
ánimo y encontrará la expresión de la realidad nacional e
histórica de España. Hay también en este libro nostálgicos
recuerdos personales, reflexión sobre los grandes temas de la
existencia humana, preocupación patriótica en actitud crítica,
pero todo está visto con una mayor objetividad. Por último,
hay que notar la ampliación al paisaje andaluz y los elogios a
diversos escritores contemporáneos: Rubén Darío, J.R. Jiménez,
Unamuno, Azorín, etc.

2.-Métrica
Este poema está formado por treinta versos de arte mayor y
menor, ya que son de once y siete sílabas (endecasílabos y
heptasílabos) pero sin seguir ninguna regla aparentemente. Sin
embargo, al tratarse de una combinación de versos de 7 y de 11
que riman a gusto del poeta, estamos ante una silva, modelo
estrófico clásico que admite incluso la posibilidad de que
algún verso quede suelto, como ocurre en este poema.La rima es
consonante, menos en el verso vigésimo cuarto, que es un verso
suelto, no rima.
Es encadenada menos en los versos 13 y 14, 15 y 16 y 21 y 22,
en los que es abrazada.Se producen encabalgamientos entre los
versos 5 y 6, 16 y 17, 24 y 25, 28 y 29.

3.-Argumento

A causa de su amor por la tierra de Castilla, el autor


encuentra en éste un tema para su poesía, y en el caso
concreto de este poema, se centra en la descripción de un
olmo, que es una especie de árbol que abunda en el país, el
cual se halla en la ribera del río Duero, de manera que
consigue crear la imagen de un paisaje en la mente del lector,
además de transmitir la pena que da el árbol agonizante, que
ya es viejo y será destruido, ya por causas climáticas como
por el hombre, pero también trayendo una brizna de esperanza
por el hecho de la aparición de unas hojas nuevas.

4.-Tema.
Descripción sensible y patética de un viejo olmo, del cual
resurge la vida gracias a la primavera.

5. Estructura

Este poema se divide en tres partes:La primera llega hasta el


verso decimocuarto, en la que hace una descripción general del
estado del árbol, y de su situación y entorno, citando también
la aparición de las hojas nuevas con la llegada de la
primavera, y también lo compara con otra especie, los álamos.

En la segunda parte, que ocupa casi todo el resto del poema


exceptuando los tres últimos versos, el poeta expresa su deseo
de dejar constancia escrita de la aparición maravillosa de
esas hojas entre tanta muerte y podredumbre, después de haber
citado todo lo que puede ocurrirle al árbol en tal estado.

Los tres últimos versos formarían la tercera y última parte,


ya que en ellos no se habla ya del olmo, sino que se expresa
un deseo una esperanza.

6. Análisis de la forma partiendo del fondo.


Antonio Machado, un hombre serio, introvertido y solitario,
cuyas principales preocupaciones fueron meditar, pasear, leer,
asistir a tertulias y escribir, compuso este poema
posiblemente durante alguno de sus paseos por el paisaje
castellano, uno de los principales temas de su poesía. En este
caso, sus escritos van dirigidos a un árbol, en concreto a un
olmo,[especie abundante en España} del que consigue extraer,
con sencillez, detalles y reflexiones que se asemejan a la
realidad del ser humano, porque en la obra a la que pertenece
este poema, el autor reflexiona sobre los grandes temas de la
existencia humana, angustiándose por el paso del tiempo y la
muerte, tal vez a causa del fallecimiento de su esposa Leonor.
Así que, en este poema a comentar se puede hallar, bajo la
simple apariencia de una poética descripción de un árbol de su
amada Castilla, un segundo sentido, pudiéndose comparar con
una vida humana, o mejor dicho, con cualquier vida de un ser
humano, con su primera exuberancia de juventud, la madurez y
el posterior deterioro con el paso de los años.Pero no todo el
poema gira solamente en tomo a la idea del envejecimiento de
las cosas o personas, sino que el poeta precisamente se
centra, entre la ruina del olmo, en una pequeña esperanza de
resurgimiento de la vida, en forma de hojas verdes nuevas con
la llegada de la primavera, del mismo modo que cuando nosotros
muramos otros ocuparan nuestro lugar en la humanidad.

Al principio del poema, se hace una descripción del


protagonista, el olmo, el cual es ya viejo y las vicisitudes
de su existencia, en este caso climáticas lo han. dejado
malparado, ya que está:
“…hendido por el rayo y en su mitad podrido,”

es decir, le cayó un rayo encima que lo dejó casi destruido y


además está podrido por dentro hasta la mitad. En estos dos
primeros versos hay una gran utilización de los fonemas /o/,
/i/, /e/, /d/ y con esta aliteración se produce una sensación
de patetismo y desolación.
Pero tras esta primera triste imagen, se da paso a un hecho
que es importante para el yo poético:

“con las lluvias de abril y el sol de mayo,


algunas hojas verdes le han salido.”

Utiliza un hipérbaton para cambiar el orden normal de la frase


y damos al final un elemento alegre o esperanzador en
contraposición con la anterior desolación. Y da un rodeo
(perífrasis) para situarse en el tiempo en el que ha ocurrido
la salida de esas hojas verdes, que es, aunque se
sobreentiende, la primavera.Lluvia, sol, hojas verdes símbolos
de vida.
Él lo expresa mediante dos hechos característicos de esta
estación: las frecuentes lluvias del mes de abril y la
posterior llegada del buen tiempo en mayo.
Como ya se ha dicho, el poeta siente gran estima por las
tierras altas de Castilla y en el poema nos sitúa al olmo, del
cual hace otra vez referencia a su edad, calificandolo ahora
de “centenario”:

“…en la colina
que lame el Duero!…”

Los signos de admiración dan más énfasis la frase, ayudándonos


a comprender lo que para el autor significa aquella tierra, Se
produce un paréntesis en la parte descriptiva para damos una
rápida visión del paisaje que está contemplando o que ha
contemplado muchas veces y tiene grabado ya en la memoria, de
manera que en nuestra mente se coloca ya al olmo en un
ambiente, y no como se nos presenta al principio, en un
entorno sombrío y solitario. Además, la colina en la que se
encuentra el olmo está junto a un río, el Duero.
El yo poético lo expresa con el verbo “lamer’, es una
prosopopeya ya que la colina no tiene lengua, pero esta
expresión acerca más la colina al río que si por ejemplo
utilizara la expresión “al lado” o “junto”. Y este hecho, que
la colina y el olmo estén tan cerca del río, embellece y da
más vida al paisaje que se ha creado en nuestra mente, por
estar el río siempre en constante movimiento y ser el agua
símbolo de vida.La descripción que sigue del olmo parece que
tenga diversas partes diferenciadas, ya que primeramente
utiliza gran cantidad de adjetivos que nos ayuden a ver en qué
estado tan lamentable se encuentra éste:

“…Un musgo amarillento


le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

“Por la forma en que está construida esta frase, ésta toma


velocidad, es decir, se pronuncia rápidamente, y jugando con
los fonemas de los adjetivos (aliteración) /a/, /e/, /i/, /o/
nos produce una sensación desagradable, de podredumbre, de
manera que queda relacionada con la descripción inicial, en la
que ya se nombra este hecho. Posteriormente, el yo poético
compara al pobre olmo con otros árboles, los álamos.
Estos árboles son de altura considerable y también se
encuentran a los lados de los ríos y los caminos, como el yo
poético indica, de manera que parece que los- guarden, que los
protejan, aunque claro, eso no es posible ya que se trata de
seres inanimados (prosopopeya). Además, él califica a estos
‘árboles de “cantores”, pero en realidad no se está refiriendo
a los árboles en sí, sino a los pájaros que habitan en ellos,
que no se ven escondidos entre las ramas y las hojas, pero que
en cambio sí puede oírse su música, como si saliera de los
árboles en los que habitan. Pero el yo poético los cita
solamente para poder compararlos con su destartalado olmo y
pasándose al tiempo futuro, lo ve completamente solo, sin
ningún pájaro, en este caso ruiseñores, famosos por su alegre
canto, que quiera habitar en él para darle vida y alegrarlo
con su música. Después vuelve con su olmo para describir como
un:
“Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él,…”

Naturalmente, no se trata de un ejército de tales insectos,


pero los compara metafóricamente con uno porque siempre se
encuentran juntas en gran número y porque su organización,
como la de las abejas, es perfecta, sabiendo cada una lo que
debe hacer.
Además, estos versos sirven para indicar, como los anteriores,
que los únicos seres vivos que quieren vivir en él son las
hormigas silvestres, que se alimentan de inmundicias, y las
arañas, las cuales “urden”, es decir, tejen sus telas en las
“entrañas”, en el interior podrido del árbol.
Aunque el yo poético habla del olmo en tercera persona hasta
la mitad del poema, convirtiéndose estos versos en una
descripción del estado del árbol, posteriormente se dirige al
árbol como si éste pudiera contestarle, apostróficamente. De
este modo, con este recurso, parece que le esté diciendo alma
al ser vegetal, de manera que al referirse al árbol, éste
pierde un poco su situación de ser irracional, pareciéndose
más a una persona y siendo más capaz de transmitir sensaciones
al lector, como si se tratara, en su imaginación, de un
anciano a punto de morir.
En todo el resto del poema hasta el final, excluyendo los tres
últimos versos, el yo poético cambia el orden normal de la
escritura (hipérbaton), en la que el sujeto y el verbo van
primeros, seguidos de los complementos correspondientes. Este
recurso lo utiliza para exponer, antes de la conclusión, todo
lo que puede ocurrirle al olmo en su estado. El modo verbal
cambia a subjuntivo, expresando la posibilidad, ya que el yo
poético no sabe realmente lo que ocurrirá.
Al principio de cada uno de esos hechos que expone, utiliza el
adverbio “antes” como anáfora, de manera que ya se supone que
el yo’ poético quiere expresar un deseo o voluntad antes de
que ocurra alguna de esas cosas, pero este deseo no se nos es
revelado hasta casi el final del poema, finalizando ya toda la
narración aunque después haya una pequeña reflexión personal
.El primer caso que expone es:

“Antes que te derribe, olmo del Duero,


con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;”
Cambiando el orden normal de la frase, lo que primero se le
aparece al lector es el verbo, en este caso “derribar”, de
manera que éste ya se da cuenta enseguida de las cosas
horribles que pueden ocurrirle al pobre árbol, después de
haber sentido el patetismo de la descripción anterior. En este
caso el que derriba al olmo es el leñador, para que después el
carpintero lo transforme en algo útil. No puede utilizarlo
para hacer cosas hermosas, ya que su madera no está en buen
estado, así que el yo poético nos enumera algunos instrumentos
de madera sencillos, que sean de utilidad y no para decorar y
ser vistos, como por ejemplo los muebles, sino la melena de
una campana, es decir, el armazón de madera que va unido a
ella y que sirve para voltearla, o instrumentos que se
utilizan en el campo, como una lanza de carro (la vara de
madera que va unida por uno de sus extremos al juego delantero
de un carruaje y sirve para dirigirlo) o un yugo de carreta
(instrumento al cual, en forma de yuntas, se unen los animales
de labor). Otra de las cosas que podría pasarle es que acabará
ardiendo en un fuego tierra. Con el adverbio “mañana”, utiliza
una metonimia, ya que no se refiere en realidad al día
siguiente sino a cualquier día futuro.
El yo poético se vale de una metáfora, “rojo”, para describir
el hecho que se estaría quemando. Pero en realidad, para el yo
poético lo triste no es que acabará quemado, sino que ardiera
en “alguna mísera caseta” seguramente de algún labrador que
vive en el campo como indica el verso:

“al borde de un camino;”


y no en la ciudad, en la casa de alguien bien acomodado. Ese
sería el verdadero deshonor.
Seguidamente da paso a otra posibilidad, al hecho que fuera
arrancado por un torbellino. El término “torbellino” puede
tener dos significados, ya que el árbol se encuentra en la
ribera del Duero y el movimiento de las aguas de un curso
fluvial
recibe el nombre de torbellino, al igual que el movimiento de
rotación del aire. El verso:

” y tronche el soplo de las sierras blancas;”

podría explicarse si el poeta o el paisaje que describe se


encontrara en el paso del Duero por Soria, ya que ese “soplo”
podría traducirse por el aire frío que llega de las montañas
nevadas del Sistema Ibérico, o si o puede ser que el yo
poético se refiera a la futura llegada del invierno.
Y el último caso que expone es que el olmo pueda ser
arrastrado por la fuerte corriente del río, que se encuentra
en su curso alto y tiene abundante caudal, hasta que éste lo
dejara en el mar tras su larga travesía, pasando
“por valles y barrancas,”
Finalmente, el yo poético nos hace conocedores de su deseo. Él
lo expresa en los dos versos siguientes:

“olmo, quiero anotar en mi cartera


la gracia de tu rama verdecida.”

Después de haber visto el estado lamentable del olmo y la


pequeña chispa de vi que de él brotaba, el yo poético desea
guardar un recuerdo escrito del maravilloso hecho.
Pero en realidad, aunque parezca una contradicción, ya lo ha
hecho en el mismo poema, de manera que ha dejado esta frase
para el final, cuando ya ha hablado extensamente del árbol, y
parece que el poema no haya sido compuesto intencionadamente,
sino simplemente en la mente del autor. Este recurso expresivo
da sinceridad y veracidad al poema. El yo poético, aunque ha
descrito todo el árbol en general, en la idea principal en la
que quiere centrarse y con la que quiere terminar el poema es
en la aparición de esas nuevas hojas verdes, con la gracia de
tu rama ‘Verdecida.” es decir, la hermosura de una rama a la
que califica de “verdecida”, o sea, coloreada por el vivo
color verde de las hojas nuevas. En los tres últimos versos
parece que el yo poético se aparta ya un poco del tema
concreto del olmo :

“Mi corazón espera


también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.”

Estos tres versos parecen reflejar algún deseo o esperanza del


yo poético, como todo el poema anterior hubiera sido un
ejemplo para él mismo que le ayudara a animarse y a mantener
la esperanza.Cuando dice “mi corazón” se está refiriendo a su
alma, a sus sentimientos, a él mismo. El yo poético utiliza el
recurso de la metonimia, de tipo la parte por el todo. Y
“espera”, dice,”otro milagro de la primavera.”,siendo el
primero la aparición de las hojas verdes en el árbol muerto,
pero en reali no se llega a descubrir que es lo que está
esperando, aunque, eso sí, debe ir”…hacia la luz y hacia la
vida,”
Tal vez se refiere a la aparición de una nueva vida, mientras
otra se va al final de vejez. Y el término primavera podría
tener un doble significado, refiriéndose metafóricamente a la
juventud, fresca y vital.
Quién sabe si el poeta Machado recordaba su infancia y su
juventud mientras paseaba por la orilla del Duero.

Campos de castilla

Comentario hecho por un alumno de 16 años-Nivel: Bachillerato,


Selectividad

NOTA: Adviértase que no se capta el sentido real de este texto


por falta de conocimiento acerca de las circunstancias de su
creación. Antonio Machado compuso esta poesía cuando su mujer,
Leonor, estaba enferma de tuberculosis en una fase
irreversible. El milagro que espera es su ya imposible
recuperación.

A LA LUZ SESGADA DEL SIGNO MÉTRICO: "A UN OLMO SECO"

ALEJANDRO DUQUE AMUSCO

D
a

d
o
b
l
e

l
u
z

t
u

v
e
r
s
o
,

p
a
r
a

l
e
í
d
o

d
e

f
r
e
n
t
e

a
l

s
e
s
g
o
.

A
N
T
O
N
I
O

M
A
C
H
A
D
O

El poema "A un olmo seco" lo escribió Antonio Machado en 1912, pocos


meses antes de la muerte de Leonor Izquierdo, su mujer, que padecía una
enfermedad pulmonar sin tratamiento posible por entonces: la tuberculosis. En
la primavera de ese año, durante uno de sus paseos por los alrededores de
Soria, Machado observa cómo del tronco de un viejo olmo moribundo, caído a
un lado del camino, brota una graciosa rama verde y lo interpreta como señal
de una nueva esperanza de vida, de un renacimiento. Piensa en su mujer,
desahuciada por la medicina, y anhela íntimamente para ella otro "milagro"
igual: su curación, la vuelta de la salud y la vida. Ahí está la intuición de partida
de la que poco después surgiría el poema.
Sabemos que Machado multiplicó los esfuerzos en aquella primavera
para tratar de salvar a Leonor: alquiló una casita con jardín en el Espolón para
que ella estuviera más cerca del aire puro y saludable que le aconsejaban los
médicos, y, como apenas podía sostenerse en pie, en un carrito que él le
mandó construir la paseaba por los parajes sorianos buscando los efectos
curativos del sol y el aire. Son conmovedores los testimonios que nos han
llegado de aquellos paseos. Leonor, maltrecha, débil, se deja llevar por el
poeta; se la ve en su carrito "afilada, fina, casi transparente", según el retrato
que de ella dejó Mariano Granados, alumno de francés de Machado en el
instituto de Soria. Pero ni la helioterapia ni la pureza de los aires dan los
resultados esperados. Y es que estamos en 1912, y hasta treinta años más
tarde no se hallaría un tratamiento eficaz para combatir esta terrible
enfermedad que fue la tuberculosis. El 1 de agosto fallece Leonor. Tenía
dieciocho años acabados de cumplir.
Ian Gibson considera "A un olmo seco" uno de los poemas más
hermosos de Campos de Castilla, y coincidimos con él en esa apreciación.
Pensamiento y descripción se articulan en una unidad perfectamente
calibrada, dinámica y bien medida. Nada sobra ni falta. El placer de su lectura
parece ajustarse a una suerte de fatalidad interna, que nos permitirá hablar de
"signo métrico". Enseguida nos centraremos en ello. No obstante, "A un olmo
seco" no entró a formar parte de Campos de Castilla en su primera edición, la
de 1912, ya que fue escrito pocas semanas después: el libro apareció a
mediados de abril y el poema, según datación del poeta, fue concluido al mes
siguiente: el día 4 de mayo. De todos modos, de haberlo terminado a tiempo,
Antonio Machado no hubiera consentido incluir en un libro que todavía
alcanzaría a ver con vida Leonor un poema tan desgarrador como ese, en el
que se depositan las últimas esperanzas del restablecimiento de la enferma en
manos de "un milagro".
Este prodigio de precisión que es "A un olmo seco" -precisión técnica
pero desencadenante de una respuesta emocional- muestra la alta pericia
formal del poeta y deja al descubierto algo que ya sabíamos de él, por su
pasado modernista y filopitagórico, y es su culto al mensaje cifrado, al secreto
juego con el verso, al simbolismo basado en la cantidad o el número. Número
que es aquí, y muy en especial, numen también: inspiración y misterio.

Machado publica por primera vez el poema, enviado desde Baeza, su


nuevo destino, en el periódico El Porvenir Castellano, de Soria, el 20 de
febrero de 1913, y lo recogerá después con la incorporación de algunas
pequeñas variantes en sus Poesías escogidas y en sus Poesías completas, de
1917 ambas. La estructura métrica que muestra está perfectamente meditada
y a la luz del análisis, como veremos, descubre aspectos del mensaje que de
otro modo pasarían inadvertidos. Machado, como poeta moderno, elabora el
poema sin dejar nada al azar a fin de obtener deliberadamente el efecto
buscado.
Se ha trabajado poco y escasean los análisis del verso desde la
perspectiva del signo métrico, mediante el cual se produce una inesperada
aportación al sentido del poema desde lo que hay en él de cuantitativo, de
sujeto a medida o, por el contrario, de ruptura significativa con ella. Atribuimos
básicamente a dos razones la falta de exploración en este campo: primero,
porque la métrica suele ser vista como el ropaje inevitable del poema, como la
puerta de entrada al texto y no como texto mismo. La métrica ha sido hasta
ahora la hermana pobre de los estudios estilísticos. Es como la cáscara que
hay que arrancar y limpiar para poder gozar del fruto, de la pulpa, que sería el
sentido último del poema. Y la segunda razón de la escasez de trabajos en
esta dirección es porque son pocos, muy pocos -hay que reconocerlo- los
textos en los que se da "esta forma que conduce a un sentido" que es el signo
métrico.
El detenido análisis de "A un olmo seco" nos lleva a considerar dos
partes en él, estrechamente ligadas. Los catorce primeros versos no admiten
duda alguna respecto a su unidad y estructura. Veámoslos:
(A UN OLMO SECO)
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina


que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores


que cantan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera


va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Este arranque del poema, en el que con mano maestra se nos describe
el viejo y carcomido olmo y el sorprendente rebrotar de "algunas hojas verdes"
[v. 4] en su tronco, constituye un soneto típico del modernismo. Un soneto que
responde a las innovaciones formales traídas por este revolucionario
movimiento, sobre todo en los aspectos métricos: uso de serventesio en lugar
de cuarteto, anisosilabismo en algún verso [v. 2], rimas diferentes entre la
primera y la segunda estrofa. Su fórmula métrica queda resumida de la
siguiente manera: 11A 7b 11A 11B / 11C 11D 11C 11D / 11E 11F 11E / 11F
11G 11G. Llama la atención que un experto en Machado como su editor
Oreste Macrí confunda una estructura tan sencilla y vea en su lugar "cuartetos-
liras y pareados".
El segundo bloque estrófico es de mayor extensión que el soneto al que
completa y al que acaba por dar su más profundo sentido. Un poema hasta
entonces descriptivo se suma a la reflexión sobre los posibles finales de ese
tronco herido de muerte, y gracias a los tres versos finales salta la chispa y la
temperatura emocional aumenta bajo un pudoroso sentido autobiográfico:
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Esta combinación de heptasílabos y endecasílabos entrelazados por la
rima, y con algún verso suelto, es una silva ajustada a la siguiente fórmula
métrica: 11H 11H 11I 11J 11I 11J 7k 11K 11L 11Ø 7l 11F 11M 7f 11M 11F; el
símbolo Ø representa la rima cero o, si se prefiere, el verso sin rima. Pero visto
su funcionamiento interno, con esa rima que engarza con el soneto [-era: F] y
pies quebrados heptasílabos, hemos de concluir que este segundo bloque del
poema es algo más que una silva. Por extraño que parezca, dada su inusual
extensión, es además una formidable contera o estrambote que completa el
soneto. El estrambote, como coda que es, tiende a la brevedad y no suele
pasar habitualmente de los tres o cuatro versos. Aunque aquí Machado utiliza
algún verso de menor medida y comparte rima con los tercetos, como es regla
en cualquier estrambote, ha contravenido el uso y ha creado una coda
desmesuradamente larga, de dieciséis versos: dos más que el propio soneto.
El poeta se ha sacado de su "máquina de poetizar" este feliz hallazgo.
El análisis conceptual de la silva nos lleva a descubrir una muy cuidada
y progresiva gradación. Cuando Machado empieza a elucubrar sobre el
posible final que aguarda al tronco de aquel olmo, sus conjeturas se atienen a
un orden perfectamente medido:
1.º Una vez el leñador lo tale, el carpintero podrá transformarlo en algo
útil para el hombre. El hábil artesano lo convertirá en objetos o herramientas
prácticas: "melena de campana, / lanza de carro o yugo de carreta" [vs. 17-18],
lo que supone en cierto modo una supervivencia material del olmo.
2.º Quizás podrá tener otra utilidad, pero sin que intervenga ahora la
mano del hombre. El tronco -sin transformación, directamente- pasará a arder
como leña en la fogata de una humilde caseta del camino. Servirá al menos
para dar calor [vs. 19-21].
3.º Y finalmente podría acabar sin provecho ni beneficio para nadie. La
naturaleza lo descuajará, lo arrancará de raíz y el tronco será empujado por
las aguas "hasta la mar", donde se perderá para siempre. Una mar de
inevitables resonancias manriqueñas [vs. 22-25].
Hay, por tanto, un meditado escalonamiento: desde las herramientas de
madera en que ha transformado la mano del hombre el árbol moribundo, o su
resuelto arder en la hoguera, hasta -en último término- la destrucción casi
cruel por obra de la naturaleza, sin obtener provecho alguno de él. Se perderá
en la mar, que es el morir.
Antonio Machado ha entretejido su poema calibrando y midiendo el
efecto de cada verso. Con razón decía en su Juan de Mairena que "lo
específicamente humano era el afán de medir". Pero en ese tupido juego de
rimas ha dejado, con toda la intención, un hilo suelto, un cabo sin atar: ese
verso sin conexión de rima con los otros, que nos está hablando, con una
sutileza que sólo el análisis métrico nos permite apreciar, del radical sinsentido
que representa dentro de la existencia la muerte:
antes que el río hasta la mar te empuje

Y no cabe pensar que Machado dejará este único verso sin rima por un
involuntario descuido. Precisamente uno de los pocos versos del poema que él
corrigió de la primera a la segunda y definitiva versión fue éste, de tal forma
que no es posible dudar de su intención de dejarlo sin el enlace armónico de la
rima.
El mar, símbolo de la disolución de la vida en las revueltas aguas del
Gran Cero, fue imagen muy querida siempre por Machado. Ya desde las
páginas del primer Campos de Castilla la encontramos al preguntarse por la
muerte: "¿Morir? ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?" La pregunta
se vuelve, ahora con temor, hacia la persona amada: ¿Se perdería Leonor,
recién entrada en la juventud, como otra gota de mar en el mar?
El signo métrico se hace patente ahí, desde la materialidad del verso,
con una "luz sesgada" que nos aporta un conocimiento nuevo.

ALEJANDRO DUQUE AMUSCO. Poeta y editor de poesía. De entre su breve producción como poeta señalaremos:
Donde rompe la noche (1994) y A la ilusión final (2008); como editor se ha ocupado de las obras completas de Vicente
Aleixandre en dos volúmenes (Poesías completas, 2001, 2005², y Prosas completas, 2002). Indagador del "signo
métrico" ha publicado diversos estudios, entre otros: "Ámbito, de V. Aleixandre, como signo métrico", Cuadernos
Hispanoamericanos, 466, 1989, y "El ojo de la aguja, de C. Bousoño: Un nuevo caso de signo métrico", Centro de las
Letras Españolas, 1995.

Você também pode gostar