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Los monocitos son las células más grandes de la sangre circulante (12 a 15 um de
diámetro en frotis sanguíneo y constituyen 3 a 8% de la población de leucocitos. Tienen
un núcleo grande, acéntrico, en forma de riñón, que a menudo presenta un aspecto de
“burbujas de jabón” o “apolillado” y cuyas extensiones similares a lóbulos parecen
superponerse entre sí. La red de cromatina es gruesa pero no francamente densa y, de
manera característica, se encuentran dos nucléolos, aunque no siempre son obvios en
frotis. El citoplasma es gris azulado y tiene múltiples gránulos azurófilos (lisosomas) y
espacios ocasionales semejantes a vacuolas.
Las micrografías electrónicas muestran heterocromatina y eucromatina en el núcleo y
también dos nucléolos. El Aparato de Golgi suele encontrase cerca de la indentación del
núcleo en forma de riñón. El citoplasma contiene depósitos de gránulos de glucógeno,
unos cuantos perfiles de RER, algunas mitocondrias, ribosomas libres y múltiples
lisosomas. La periferia de la célula muestra microtúbulos, microfilamentos, vesículas
pinociticas y filopodios.
Los monocitos solo permanecen en la circulación unos cuantos días; a continuación,
migra a través del endotelio de vénulas y capilares al tejido conjuntivo.
Los monocitos sanguíneos se pueden transformar en macrófagos, tanto en la sangre
como en los tejidos, donde a veces adquieren morfología y funciones típicas del tejido
en el que se localizan (por ejemplo, células de Kuppfer hepáticas). Los macrófagos
muestran un gran desarrollo del citoplasma y de los orgánulos relacionados con la
endocitosis, presentando una alta actividad fagocítica, que se pone de manifiesto por
la capacidad de adherirse y englobar células y partículas externas, así como por la
presencia de fagosomas, fagolisosomas y cuerpos residuales en su citoplasma. Los
monocitos se forman en los tejidos hematopoyéticos a partir de precursores
denominados monoblastos, que en proceso de la monocitopoyesis desarrollan los
orgánulos implicados en la síntesis de lisosomas, pero también de los numerosos
mediadores inmunitarios (citoquinas) y microbicidas que son capaces de liberar.
Una vía de diferenciación particular de los monocitos es la que lleva a la formación de
las células dendríticas monocitoides, cuya función es la de presentación antigénica a los
linfocitos T.
Las células dendríticas monocitoides presentan un citoplasma ramificado,
con prolongaciones semejantes a dedos en las que prácticamente solo son visibles
componentes del citoesqueleto. Estas células establecen contactos puntuales
membrana-membrana con los linfocitos, formándose las denominadas sinapsis
inmunológicas, que reflejan el proceso de presentación antigénica.
https://es.scribd.com/doc/70184285/monocitos
http://www.e-histologia.unileon.es/histologia/sangre/data/res/IvLeucos.htm