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Para abordarla, es necesario plantear cuál es la naturaleza, por decirlo de algún modo, de esa
relación. ¿Es una relación de conflicto, de lucha? ¿Necesariamente uno es defensa frente al
otro?...y si es así… ¿El deseo es defensa frente al goce? ¿El goce frente al deseo?...
Tomando una cita del Seminario 6, en la cual Lacan plantea que: “…ese deseo es el punto
central, el punto pivote, de toda la economía con la cual tenemos que vérnoslas en el análisis”
(Lacan, 2014, 532); Arenas, en su libro Pasos hacia una economía de los goces (Arenas, 2017),
ubica que Lacan plantea dos tesis distntas: en primer lugar, el deseo del analista como un arma
contra el goce; y, en segundo lugar, el goce como defensa frente al deseo. Ubicará también que
Miller generaliza la primera hipótesis afirmando que no sólo el deseo del analista sino
cualquier deseo son capaces de conmover la rutna del goce. En el mismo seminario
mencionado, Lacan da una referencia muy clara apuntando a la primera tesis, hablando del
neurótco dice: “…lo único que él no sabe es que su comportamiento está profundamente
marcado por el peligro que para él constituye la pendiente del deseo. Al constituirse como
deseante, en la constitución misma de su deseo, él se defiende de algo. Su deseo mismo es una
defensa, y no puede ser otra cosa…” (Lacan, 2014, 476). En contraposición a dicha tesis, al
principio de ese mismo seminario, hablando del término defensa en relación a las
neuropsicosis, Lacan plantea la siguiente pregunta: “¿Contra qué hay defensa sino contra algo
que no es otra cosa que el deseo?” (Lacan, 2014, 12).
Estas tesis llevan directamente a considerar que goce y deseo son cosas diametralmente
opuestas. En relación a este punto, Arenas señala que la idea de dos fuerzas en pugna, de la
cual surge la noción misma de defensa, es propia de la primera tópica freudiana, no así de la
segunda. Señala también que Lacan, al inicio de su enseñanza, ubicaba que uno de los
problemas de la teoría analítca era priorizar el dinamismo en desmedro de la estructura. En
este punto, Arenas plantea una alternatva, que es considerar la relación entre deseo y goce no
como una lucha entre fuerzas antagónicas, implicando que no necesariamente una es defensa
frente a la otra, sino más bien que ambas son parte de una economía estructural, “…una
estructura que impone entre el deseo y algún goce unas condiciones económicas tales que a
veces uno vaya en detrimento del otro, y otras veces no” (Arenas, 2017, 66). Una de las
referencias de Lacan que sostene esta tesis, es aquella en la cual Lacan ubica que en el caso de
la mujer, a diferencia del hombre, deseo y goce lejos de encontrarse en pugna, actúan en
conjunto; Lacan dirá: “…la mujer encuentra en el hombre el falo real. Ella está entonces en
situación favorable para obtener efectivamente en la pareja una relación de goce que satisfaga
su deseo” (lacan, 2014,148).
lacaniano. Pero, más allá de tales variantes, la concepción económica del primer Freud se
mantiene hasta el último Lacan, y perdura” (Arenas, 2017, 15).
La idea de pensar los goces como una economía, y al deseo en relación a ellos, permite platear
una segunda pregunta, ¿cuál es el lugar del deseo en esa economía?. En el Seminario 17,
Lacan señala cierta artculación entre el deseo y el goce, y dice: “La relación con el goce se
acentúa, de pronto, por esa función, todavía virtual, que se llama deseo” (Lacan, 2013, 18).
¿Esto orienta acerca de la función del deseo como aquello que permite acceder al goce? Si
ubicamos el deseo en esta economía, pensando en el Esquema del Globo Trilobulado (Arenas,
2017, 63), ¿debemos ubicar al deseo en el a? ¿Debido a que ese lugar es el que permite pasar
de un goce al otro?.
Por otro lado, si no nos cansamos de repetr que el deseo de un sujeto es la brújula en la
dirección de una cura, y si tomamos a Freud cuando define “la meta del tratamiento analítico
como el restablecimiento de la “capacidad de rendimiento y de goce” del analizante…” (Arenas,
2017, 26), además de otras referencias en las cuales ubica las neurosis como aquello que va en
detrimento del goce de la vida del paciente. ¿Desde dónde debemos pensar la diferencia
entre deseo y el goce de la vida?.
Bibliografía consultada:
Gerardo Arenas
Jacques Lacan