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Cuarta Lección
diferente del previsto por la ley. Por eso se halla, hoy en día, abandonado,
aunque sus reglas no deben ser descuidadas a la hora de la libre valoración
del juez.
En su tratado de Derecho Procesal Penal, el Dr. Maier escribe que “El
llamado sistema de prueba legal es propio de la Inquisición y sus tribunales
integrados por jueces permanentes, técnicos, burócratas estatales. Su
caracterización es, precisamente, la inversa de la anterior descripción. Tanto
es así que la regla legal trascrita utiliza sus ejemplos: la ley regula
minuciosamente las condiciones, positivas o negativas, que se debe reunir
para alcanzar cierta convicción (número de testigos, condiciones de
idoneidad de los testigos, cantidad de indicios, forma de probarlos, formas
de la confesión y su efecto, etc.), con lo cual determina la decisión sobre la
reconstrucción del hecho, transformada así en una operación jurídica.”
lo que ocurre en aquél, que las conclusiones a que se llegue sean el fruto de
las pruebas en que se las apoye.
Claro que si bien el juez, en este sistema, no tiene reglas que limiten
sus posibilidades de convencerse, y goza de las más amplias facultades al
respecto, su libertad tiene un límite infranqueable: el respeto a las normas
que gobiernan la corrección del pensamiento humano (“el juzgador está
vinculado en su valoración por normas no jurídicas, pero sí lógicas,
psicológicas y aun experimentales, que dan contenido al método de la sana
crítica racional y que regulan el correcto discurso de la mente en sus
operaciones intelectuales” Cafferata Nores cita aquí el texto "La actividad
probatoria en el proceso penal" de Ayan). La libre convicción se caracteriza,
entonces, por la posibilidad de que el magistrado logre sus conclusiones
sobre los hechos de la causa valorando la prueba con total libertad, pero
respetando, al hacerlo, los principios de la recta razón, es decir, las normas
de la lógica, de la psicología y de la experiencia común.
La otra característica de este sistema es la necesidad de motivar las
resoluciones, o sea, la obligación impuesta a los jueces de proporcionar las
razones de su convencimiento, demostrando el nexo racional entre las
afirmaciones o negaciones a que llegó y los elementos de prueba utilizados
para alcanzarla.
Esto requiere la concurrencia de dos operaciones intelectuales: la
descripción del elemento probatorio (v.gr., el testigo dijo tal o cual cosa) y
su valoración crítica, tendente a evidenciar su idoneidad para fundar la
conclusión que en él se apoya.
Se combinan, así, las exigencias políticas y jurídicas relativas a la
motivación de las resoluciones judiciales, con las mejores posibilidades de
descubrir la verdad sin cortapisas legales, mediante el caudal probatorio
recogido en el proceso.
Según escribe el Dr. Maier, la libre convicción del juzgador vino a
reemplazar al sistema de prueba legal, luego del regreso a la íntima
Teoría General del Proceso II 10
Cuarta Lección
Guasp, Jaime
Palacio, Lino Enrique