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Marcela Vidal V.
“…y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.”
-Pablo Neruda
Otro de los tantos ejemplos literarios en donde podemos ver agua en los
diversos estados, es en Cien años de soledad4, del colombiano Gabriel García Márquez.
En esta novela contemporánea, que narra la vida de la estirpe de los Buendía,
destinados a desaparecer producto del pecado, no solo “original” sino también por
aquellos cometidos por los descendientes, se ve presente también el agua como
símbolo. Por una parte, la zona geográfica en la que se funda Macondo, está cerca de
un río de aguas claras de las que el pueblo se sirve para sobrevivir “Al día siguiente
convenció a sus hombres de que nunca encontrarían el mar. Les ordenó derribar los
árboles para hacer un claro junto al río, el lugar más fresco de la orilla, y allí fundaron al
aldea” (P. 36) Aquí el agua es símbolo de vida, por eso en torno al río se construye la
ciudad y, a lo largo de la historia, se percibe su evolución y decadencia. Por otro lado,
hay otras aguas, las ciénagas, líquido estancado que rodea Macondo (fundado en
medio de la selva) cuyo significado ya no es vida, sino estancamiento, negación del
avance y la evolución. En el libro son varios los intentos que realiza Aureliano Buendía
por conectar a Macondo, a través de la tecnología, con el exterior. Sin embargo, llega a
la conclusión de que es imposible debido a que están rodeados de agua “Carajo – gritó
– Macondo está rodeado de agua por todas partes” […] Aquí nos hemos de pudrir en vida
sin recibir los beneficios de la ciencia” (P. 23)
Ahora bien, en poesía el agua también es tema recurrente. Por ejemplo,
Gabriela Mistral, en Dulzura, uno de sus tantos poemas, asigna al agua connotaciones
sanadoras: el hablante (el hijo) es rocío refrescante y sanador que, con amor y
delicadeza se cobija en los brazos de la madre pero no solo en busca de afecto, sino
que en un acto dialógico de entrega mutua “ Juega tú a ser hoja/y yo a ser rocío:/y en
3 Alighieri, Dante (Edición 1922)La Divina Comedia, Buenos Aires: Centro de cultura
Latium. Traducción en verso ajustada al original dirigida por Nicolás Besio Moreno.
4 García Márquez Gabriel(2010), Cien años de soledad, Barcelona: Random House.
tus brazos locos/ tenme suspendido. /Madrecita mía, todito mi mundo, déjame
decirte /los cariños sumos”5.
En síntesis, señalar que el agua, como tema literario, es un recurso reiterado y
que cuenta con múltiples acepciones e interpretaciones: el agua que corre, como un
río límpido y puro, símbolo de vida que sigue su curso natural; el agua del río oscuro
y tétrico, ruta que lleva a las almas desafortunadas y pecadoras al averno, lugar de
espiación y castigo perpetuo; el agua inconmesurable, mar a veces castigador a
veces amable que, a su antojo, conduce al hombre, dificultando el regreso a casa; el
agua sanadora, el rocío para el alma, la protección y el amor recíproco; el agua
estancada en la ciénaga, que representa las limitaciones, la imposibilidad de ser parte
de la modernidad y la ciencia. Así, podemos decir que el agua es elemento vital, no
solo para el cuerpo, sino también para el alma.