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En ella encontrará el catálogo completo y comentado
© Lourdes Fernández González
José Manuel Rodríguez Pérez
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono 91 593 20 98
http://www.sintesis.com
ISBN: 978-84-995887-5-9
Depósito Legal: M-21.622-2013
PRÓLOGO ........................................................................................................... 13
Un jardín es un ecosistema y como tal se trata de un ente abierto, con entradas y sali-
das, tanto de materia como de energía. Considerado bajo esta perspectiva, lo importan-
te en él son las relaciones que guardan entre sí sus elementos constitutivos. Se habla
así, en el ámbito de la ciencia ecológica, de factores o elementos bióticos y abióticos.
En una analogía simplificadora, los primeros equivaldrían en el jardín a sus plantas,
animales, hongos o microorganismos; los segundos no serían otros que los que suelen
englobarse bajo la denominación de elementos inertes del jardín.
Por ello, una definición muy sencilla de éstos sería la de que son los constituyentes
no vivos de una zona verde, que cumplen muy diferentes funciones, unas en sí mis-
mos, otras en relación con las plantas y que, como no puede ser de otra manera, inte-
gran el paisaje y la globalidad perceptiva, ornamental y estética, así como simbólica y
temática muy diversa del jardín.
Es frecuente incurrir en el error de pensar que la principal tarea y casi única del
paisajista y del jardinero es la de entender de plantas; toda vez que el jardín es un ob-
jeto y un fenómeno global y unificador de todo lo que encierra, los elementos inertes
de éste no son sólo un complemento, sino también parte muy sustancial de su esencia,
en muchos casos incluso protagonista y objeto de intenso trabajo de diseño, construc-
ción y mantenimiento. Cabe recordar aquí que, en ocasiones, se reserva la palabra
conservación cuando nos referimos a las plantas y mantenimiento para los inertes.
96 IMPLANTACIÓN DE JARDINES Y ZONAS VERDES
Las funciones de los elementos inertes del jardín se pueden dividir en específicas, or-
namentales, de integración paisajística y de estilo, de hito visual, y de simbolismo y
proyección de imagen.
B) Funciones ornamentales
Una vez que los diferentes elementos inertes seleccionados para formar parte del
jardín cumplen individualmente su cometido, ha de considerarse la función que pue-
den o deben desempeñar de forma deliberada a la hora de colaborar en la configura-
ción de una totalidad congruente con el entorno o de tipo estilístico en sí mismo.
Todo espacio verde debe resolver si su objetivo es formar parte de un sistema más
amplio de zonas verdes, elementos viarios urbanos o, sobre todo, de arquitectura local o
de paisaje rural, forestal o silvestre en el que se enmarca. Los elementos inertes, en este
sentido, constituyen una de las herramientas por antonomasia para desarrollar esta fina-
lidad, bien para integrarse en dicho entorno de forma armónica y natural, o bien para di-
ferenciarse claramente de él por algún motivo establecido en el diseño de la zona verde.
Si esta función integradora se extiende a lo temporal, lo histórico y lo cultural, enton-
ces el elemento inerte participa de forma eficaz a la hora de representar un estilo de jardín
o paisaje. Un farol de piedra típicamente chino “orientaliza” y referencia el jardín o zona
de él en el que se implante. Si se hace bien, se está desarrollando un estilo concreto; si se
hace mal, resulta un anacronismo, un pastiche o una extravagancia.
98 IMPLANTACIÓN DE JARDINES Y ZONAS VERDES
Si bien los elementos inertes deben integrarse y ayudan a integrar el conjunto visual
y sensorial del jardín, también pueden desempeñar un papel mucho más protagonista se-
cuestrando la mirada y convirtiéndose en objetos muy visibles y concentradores de la
atención, incluso de la reflexión que se pretende suscitar.
Se convierte así, el elemento inerte, en hito visual. Este tipo de fenómenos o de es-
trategia de diseño, no tiene otra finalidad que la de dar énfasis y personalidad a un pai-
saje que sin ellos pudiera mostrarse anodino. Asimismo, el hito expone con más clari-
dad los posibles significados que encierra el jardín (homenaje a una personalidad, a un
acontecimiento, a una idea, a un recuerdo, a una voluntad, a símbolos culturales o mis-
téricos…) que si, por el contrario, esto que se desea significar queda diluido, disperso
y sin relieve por la totalidad del espacio.
También, el hito visual da respuesta a una expectativa cuando la estructura del jar-
dín y sus elementos estructurales nos invitan a las claras (o más sutilmente) a mirar a
determinados puntos. En ellos debe haber algún elemento o acontecimiento paisajísti-
co que valga la pena y que explique tanto afán para que miremos hacia determinados
lugares. No debe, además, defraudar. Sólo en el estilo racionalista del Barroco francés
se dejaban estos puntos focales sin objeto que concentrara la vista y que respondiera a
la expectativa; pero (en este caso) se estaba propiciando el concepto de infinito (re-
cuérdese el capítulo 2).
Entre otras múltiples funciones que pueden desempeñar los elementos inertes del
jardín destacaremos una última, relacionada con un tipo de significados o mensajes
que transmite todo objeto. Si consideramos una zona verde como una página que leer
e interpretar, los elementos que los constituyen serían las letras o palabras que integra-
rían el texto.
En consecuencia, muchos componentes inertes del jardín, bien histórica o cultural-
mente, local o universalmente, pueden funcionar como símbolos que pueden descifrarse
y ser entendidos de forma individual o en relación con todos los demás. También este es
el ámbito de las alegorías, la representación de ideas, valores o conceptos por medio de
objetos que en su conjunto, adecuadamente interpretados, lo significan y explican.
En los casos en los que este cometido de transmitir o representar valores se trasla-
da a la escena de los juegos sociales y de clase, los elementos inertes son especialmen-
te eficaces a la hora de transmitir relevancia social y económica, lujo y riqueza o mo-
deración y compromiso medioambiental, entre otras ideas, mucho más fácilmente
entendibles que si se hiciera con plantas o sólo con ellas.
Una escultura de la diosa Diana antigua transmite por parte de la propiedad del
jardín algo muy diferente a un conjunto de sillas y mesas de jardín de plástico blanco
industrial, por ejemplo; un pequeño obelisco fabricado con maderas recicladas de em-
balajes para sostener una trepadora de flor en el huerto dice quizás lo contrario sobre
ELEMENTOS INERTES DEL JARDÍN 99
sensibilidad ecológica que otro elaborado con maderas lujosas, duras e imputrescibles
de explotaciones poco respetuosas con los bosques tropicales.
Si muy numerosas son las funciones que pueden desempeñar los elementos inertes del
jardín, mucho más lo es la diversidad de objetos y, dentro de ellos, la de formas que
pueden tomar y que tenemos a nuestra disposición para formar parte de su diseño. Este
rasgo se acentúa aún más si consideramos el papel del paisajista y del jardinero a la
hora de “inventar” y crear nuevos elementos, darles novedosas formas o usos nunca
antes pensados.
Entendidos los elementos inertes como objetos inertes por propia naturaleza mate-
rial o bien algunos elementos integrados por plantas, pero manejados formalmente
como si fueran objetos inanimados a la hora de seleccionarlos en el proceso de diseño,
podemos distinguir tres grupos de ellos:
(frecuente en el caso de las macetas o las rocallas en ciertos casos) puedan funcionar
ajenas al elemento vegetal.
Algunos ejemplos de esta modalidad de elementos inertes son los siguientes:
– Alcorques
– Arriates
– Cajoneras
– Glorietas
– Jardineras
– Macetas y tiestos
– Marquesina verde
– Parterres
– Rocallas
.
FIGURA 4.3. Alcorque y bolardo FIGURA 4.4. Marquesinas verdes.
(a la izquierda).
– Borduras
– Bosquetes
– Colecciones temáticas de plantas
– Cuadros de plantas
– Huertos
– Laberintos
– Macizos
– Praderas delineadas
– Setos y pantallas
– Topiaria