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Una mujer de dignidad y fortaleza

Esther 2:1-10

La Biblia está llena de grandes mujeres. A lo largo de toda la historia del tiempo, marcha una
sucesión interminable de mujeres valientes y de visión, de mujeres virtuosas, de mujeres abnegadas.

Toda la Biblia trae a la memoria muchas mujeres. Una de esas mujeres es, Ester, que vivía en el anonimato
con su primo Mardoqueo, en el país de Persia. El rey Asuero había regresado de la guerra, derrotado,
solitario y necesitado de afecto y de compañía permanente. Sus consejeros le habían dicho: "Busquemos a
todas las jóvenes casaderas hermosas que hay en el reino de Persia, en todas las provincias, y traigámoslas
aquí para que hagas tu elección." Lo que le estaban sugiriendo es lo que llamaríamos hoy un concurso de
belleza, simple y llanamente.

Pero es en este medio embriagante que Ester, la encantadora estrella de Dios, brilla con mayor intensidad.
Y lo hace al exhibir tres cualidades reales de fortaleza interior y de piadosa dignidad.
Primera: Ester exhibió un encanto y elegancia llenos de gracia (Est 2.9)

En este versículo la traducción literal del texto original es: "Provocó gracia ante su rostro." ¿No es
una expresión hermosa? Aunque había sido llevada al harén (lugar donde estaban todas las doncellas del
Rey) y participaba en estas actividades de manera renuente, Ester no mostró una actitud negativa. Estoy
convencido de que ella sentía la mano de Dios en su situación. Ester fue un ejemplo de gracia ante el rostro
de Hegai, el influyente servidor del rey. ¡Qué diferencia entre Ester y todas las demás mujeres que había a
su alrededor! Sus cualidades internas no podían ser ignoradas. Estas, captaron la atención del servidor del
rey.

Ester era tan gentil y refinada que Hegai le proporcionó de inmediato todas las cosas que necesitaba, y
algunas más. En este lugar se llegaba a cualquier exceso para cultivar el arte de la seducción y las técnicas
eróticas del coqueteo que hicieran posible cautivar el corazón de un rey solitario. Sin embargo, en medio de
todo esto, esta encantadora mujer solo "provocó gracia".

Ahora bien, ¿qué le dice todo esto a la mujer hoy? Cuantas en este punto quisieran, a su manera, ser una
Ester moderna. Pero estas cualidades parecen ser casi inalcanzables. Suenan tan increíblemente fuera de la
realidad. ¿Cómo puede una mujer imaginar siquiera tener todas estas cualidades?

Dios no nos engaña con las cosas que dice en su Palabra. Usted, como persona, tiene sus propias presiones,
sus propias dificultades, sus propias circunstancias especiales, pero Dios le ofrece las maneras de manejarlas
y de convertirse en su persona especial. La pregunta es: ¿Cómo?

Lo primero que debemos hacer es: pedírselo a Dios. Pídale que cultive ese carácter en usted. Pídale que le
dé una insatisfacción por lo superficial y un deseo más profundo por lo espiritual. Entréguese a su poder y a
su corrección. Busque su dirección en las cosas que le faltan. Permita que él la ayude a fijarse metas
razonables. Escríbalas en su diario para tener así constancia de que ora en este sentido.

Pídale a Dios que le dé esa clase de autenticidad, para poner más énfasis en lo que está sucediendo en lo
más profundo de su corazón, y menos énfasis en lo externo, lo superficial, lo frívolo.

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