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Republica Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad Nacional Experimental “Rómulo Gallegos”

San Juan de los Morros; Estado Guárico

Área: Ciencias de la salud. Medicina

Psicopatología

4to año sección 2

ORIGEN E HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGIA

Bachiller:

Robert Jose Lugo Gomez C.I 25717698


INTRODUCCION
a) Origen etimológico de la palabra Psicopatología y definición del término según
autor.

Podemos decir que la Psicopatología tiene un largo pasado y una corta historia como
disciplina científica; se trata de una ciencia joven. Aunque su tarea no ha hecho nada más
que empezar, se van consiguiendo logros importantes porque el saber de la Psicopatología
ha ido cimentándose sobre los conocimientos acumulados por la observación clínica y la
investigación experimental. A la hora de definir que es la Psicopatología, existen muchas
definiciones. Cada autor ha dado la suya (Eysenck y cols., 1972, Hemsley, 1984, Millon y
Klerman, 1986, Barlow, 2003...). Me voy a centraren la propuesta por B. Maher (1970;
1978), que define la Psicopatología como la ciencia de la conducta desviada que, basada
en la Psicología Experimental, trata de encontrar las leyes generales que permitan
explicar los distintos tipos de conducta desviada.

“Durante los dos o tres últimos decenios se ha producido una expansión considerable
de las investigaciones científicas en psicopatología. Este desarrollo se ha debido,
principalmente, a la aplicación seria de los principios de la psicología experimental a los
problemas de la conducta anormal, así como a las innovaciones de la psicobiología”.
B.A. Maher: Principios de Psicopatología.

Sin embargo, buscar leyes generales en Psicopatología no parece ser una tarea fácil;
para algunos es casi un descubrimiento utópico, aunque seguramente no es un problema
exclusivo de la Psicopatología. En cualquier caso la dificultad de buscar leyes generales
que expliquen la conducta anormal no debería ser un obstáculo que nos lleve a abandonar el
estudio científico del comportamiento anómalo. Actualmente se entiende que la
Psicopatología es una ciencia que se "construye interdisciplinarmente"; en ella, la
Psicología científica tiene una aportación importante y necesaria. Podemos afirmar que la
Psicopatología no pertenece al ámbito exclusivo de una única disciplina, sino que a ella
también contribuyen las aportaciones de otras disciplinas como la Psicología Social, la
Psicología del Desarrollo, la Neurología, la Genética, la Fisiología y la Psicofarmacología.
De cualquier forma, las aportaciones de la Psicología científica son fundamentales para la
nueva concepción de la Psicopatología. Decir que el objeto de la Psicopatología es el
estudio de la conducta anormal es, no cabe duda, insuficiente, ya que al estudio de la
conducta anormal se dedican también otras disciplinas tan diversas como la Medicina, la
Psicología, la Sociología, la Fisioterapia, e incluso, por qué no, el Derecho, aunque, claro
está, cada una de ellas desde un punto de vista (a nivel conceptual y metodológico) muy
diferente.

Como podemos observar, esta concepción de la Psicopatología, implica caracterizarla


como una disciplina más básica que aplicada. Proporciona tanto a la Psicología Clínica
como a la Psiquiatría un cuerpo teórico que permite a ambas comprender el significado de
los trastornos, y aprovechar estos conocimientos en la práctica clínica asistencial. En este
sentido y siguiendo a Maher (1978), la Psicopatología científica es la base sobre la que se
desarrolla la práctica clínica, pero entendiendo que ambos campos no son mundos
independientes sino que debe haber una sana interacción. Es decir, sin un contacto
constante con la realidad diaria de la conducta desviada, la investigación psicopatológica
probablemente resultaría improductiva, pero también, la actividad clínica que no esté en
relación con los principios básicos de la conducta llegaría a ser "excéntrica y esotérica".

Generalmente se ha observado cierta confusión y solapamiento entre los campos de


estudio de la Psicopatología y la Psiquiatría. La Psiquiatría se entiende como una práctica
médica, mientras que la Psicopatología se entiende como una disciplina científica (Guimón,
1982); es decir, mientras la Psicopatología se ocuparía de la descripción, evaluación y
etiología de los trastornos de conducta, la Psiquiatría se encargaría de utilizar estos
conocimientos en la práctica clínica. No debemos olvidar que el objeto de la Psicología
Clínica y de la Psiquiatría es el ser humano que sufre.

b) Historia de la Psicopatología durante etapas: Grecorromana, edad media y


renacimiento.

Grecorromana
La concepción sobrenatural o mágica de la conducta anormal fue dejando paso a
una concepción del trastorno mental como fenómeno natural a lo largo del periodo de la
antigüedad clásica, a resultas de la influencia ejercida por las corrientes de pensamiento de
la civilización grecorromana. Sin embargo, durante los primeros tiempos de la cultura
griega, todavía se encuentran prácticas de tipo religioso encaminadas a exorcizar a los
demonios de la locura en las que se invocaba a Asclepio, dios de la medicina y la curación.
Con la aparición de la Escuela jónica en el siglo VI a. C., la mitología va dejando paso a las
explicaciones racionales a través de la denominada filosofía de la naturaleza. La filosofía
presocrática sentó las bases de esta nueva concepción naturalista de la realidad. Filósofos
como Tales de Mileto (ca. 630 - 545 a. C.), Anaxímenes (ca. 585 – 524 a. C.) o
Anaximandro (610 - 546 a. C.) entre otros, teorizaban acerca del Arché u origen esencial de
todas las cosas en el ámbito de lo material.

Se considera que el inicio de la psicopatología como tal tiene lugar con la obra de
Hipócrates (460 - 370 a. C.), que desde una perspectiva somatogénica equiparó las
alteraciones mentales al resto de enfermedades físicas, en el sentido de que todas ellas
tendrían un origen natural radicado en determinadas alteraciones anatómicas o fisiológicas.
Hipócrates situó el origen de las funciones intelectivas en el cerebro, y realizó la primera
clasificación de los trastornos mentales, dividiéndolos en tres grupos: manía, melancolía y
frenitis. Describió las afecciones que hoy relacionamos con los términos de paranoia,
alucinosis alcohólica y psicosis postparto, y desdeñó las interpretaciones mágicas al
respecto de la epilepsia. Desde un punto de vista constitucionalista, elaboró su célebre
teoría de los cuatro humores corporales (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema), de cuyo
equilibrio (eucrasis) o desequilibrio (discrasis) dependía la salud del individuo. A pesar de
los escasos conocimientos fisiológicos de la época, la tradición constitucionalista ha
seguido ocupando un lugar en la psicopatología hasta nuestros días, con un mayor o menor
grado de aceptación.
Ya en la época romana, destaca la figura de Galeno (130 - 200), médico de la corte del
emperador Marco Aurelio. En su obra El tratado de las pasiones, Galeno esboza la figura
del psicoterapeuta, como una persona que orienta al paciente a través de la palabra,
señalando sus defectos y equilibrando sus emociones.18 De sólida formación fisiológica,
incorporó la teoría hipocrática de los cuatro humores a la tradición médica occidental.
Empleó el término «temperamento» (en latín, temperamentum, «mezcla proporcionada»)
para referirse al resultado de la mezcla de las cuatro cualidades fundamentales (caliente,
frío, húmedo y seco). Estableció nueve posibles combinaciones de los cuatro humores, una
de ellas temperada o proporcionada, y las otras ocho, intemperadas o desproporcionadas.

Tras la muerte de Galeno, el desarrollo de la psicopatología sufrió un periodo de


estancamiento. En la época romana tardía, las influencias orientales y la importación por
parte del cristianismo de la concepción religiosa de la enfermedad mental característica del
judaísmo, condujeron a un declive intelectual que desembocó en el inicio de la Edad Media.

Edad Media

Durante la Edad Media, la concepción de la enfermedad mental adquiere un carácter


marcadamente religioso como consecuencia de la influencia de la Iglesia sobre la mayor
parte de los ámbitos de la vida cotidiana. Suele establecerse una distinción en dos períodos.
Durante el primero de ellos, que abarca desde el siglo V hasta el siglo XIII, el enfermo
mental es considerado una víctima de la acción del diablo, y los tratamientos encaminados
a la sanación no resultan denigrantes o agresivos con el enfermo (oraciones, exorcismos,
agua bendita, peregrinaciones, etc.) Sin embargo, a partir del siglo XIII, el enfermo mental
pasa a considerarse el culpable de su afección, que se entiende bien como un castigo divino
a una vida pecaminosa, bien como el resultado de un pacto voluntario con el demonio a
cambio de poderes sobrenaturales. En esta segunda época, los tratamientos se endurecen
considerablemente, y pueden incluir la tortura o incluso la pena de muerte, al considerarse
que el castigo iba dirigido al demonio que poseía a la víctima, y no a la persona en sí. En la
Edad Media, en Occidente confluyen tres marcos culturales diferenciados: el bizantino, el
árabe y el cristiano. Bizancio se mantiene hasta el siglo XV como un referente cultural de
primer orden, sirviendo como vía de transmisión de las aportaciones de la civilización
greco-romana hacia el mundo árabe, como la medicina basada en los principios humorales.
Desde el siglo IX hasta el XV, los árabes transmiten la cultura griega y romana al resto de
Occidente. Las aportaciones de la medicina árabe a la historia de la psicopatología son
notables: fueron los árabes los primeros en fundar centros de cuidados para enfermos
mentales en ciudades como Bagdad, Damasco o El Cairo, entre otras. El tratamiento al
enfermo en estas instituciones era de tipo humanitario, al imperar la idea de que el
enajenado debía sus síntomas al hecho de haber sido escogido por Dios para hablar por su
boca. De entre las figuras más destacadas de esta época (Avenzoar, Averroes o
Maimónides, entre otros) resulta especialmente importante para la psicopatología la figura
de Avicena (980-1037), que en su obra El canon de medicina dedica un capítulo a la
psicopatología descriptiva, donde específica las alteraciones de diversos procesos
psicológicos como la memoria, el razonamiento o la imaginación.

El cristianismo es sin duda el factor que más ha influido en la caracterización de la


enfermedad mental en la Edad Media. Durante la Baja Edad Media aún se observaba cierta
tolerancia hacia los rituales paganos. Pero a partir de mediados del siglo XV, con el declive
de las civilizaciones árabe y bizantina y la predominancia del cristianismo, la Iglesia
católica comienza la instauración de medidas de persecución hacia todos aquellos actos
considerados como formas de herejía, brujería, magia o locura. Los participantes en este
tipo de prácticas eran considerados disidentes o peligrosos. En este contexto, el papa
Inocencio III crea la Santa Inquisición en el año 1119, inicialmente destinada a la lucha
contra los herejes, pero que en el siglo XIII amplía su objetivo a la brujería, con lo que se
establece una equiparación entre ambas actividades. Así, se acusa a los herejes de cometer
actos satánicos, y se pasa a conceder a la brujería carácter de verdad. En el siglo XV, el
papa Inocencio VIII publica la bula Summis Desiderantes Affectibus en la que reconoce la
existencia de las brujas, en contra de lo que hasta entonces establecía el Canon Episcopi. Se
inicia así la caza de brujas, respaldada por la posterior publicación de obras como el
Malleus maleficarum («martillo de las brujas») de los inquisidores dominicos Enrique
Kramer y Jakob Sprenger, ya en pleno Renacimiento. En esta obra se detallan de forma
pormenorizada las diversas técnicas de interrogación y castigo de las que podía hacerse uso,
así como las prácticas sexuales aberrantes llevadas a cabo por las brujas de forma habitual.
Se estima que entre mediados del siglo XV y finales del siglo XVI se ajustició a más de
100.000 personas bajo la acusación de brujería. En la actualidad se considera muy probable
que en muchos de esos casos, los síntomas que presentaban las víctimas estuvieran
provocados por algún tipo de enfermedad mental o neurológica, como la epilepsia o la
esquizofrenia.

Sin embargo, en la Edad Media también existió una preocupación por establecer una
distinción entre los «locos» y los «endemoniados». Autores como Alberto el Grande (1193
- 1280), Tomás de Aquino (1225 - 1274) o Arnau de Vilanova (1204 - 1311) establecieron
relaciones entre la enfermedad mental y la enfermedad somática. Las teorías humorales
seguían estando presentes, así como la teoría de las facultades, según la cual la locura podía
deberse a la pérdida de alguna facultad de tipo sensorial, intelectual o conativa. En los
casos en los que se consideraba que la locura no obedecía a una posesión demoníaca, los
afectados podían ser cuidados en sus casas por sus familiares cercanos si no se les
consideraba peligrosos, y en caso contrario podían ser recluidos en cárceles. De entre las
primeras instituciones dedicadas al cuidado de los enfermos mentales en Europa, destaca el
Hospital Real de Bethlem, considerado el primer hospital psiquiátrico de Europa. Otros
centros a mencionar son los de Metz (1100), Braunschweig (1224), y Érfurt (1385).En
Valencia, el religioso Juan Gilaberto Jofré fundó el primer centro dedicado exclusivamente
al cuidado de los enfermos mentales en el año 1409, que se inauguró el 1 de junio de 1410
bajo el nombre de Hospital d’Innocents, Follcs i Orats, conocido popularmente como
Hospital de Inocentes de Valencia. El papa Benedicto XIII autorizó el hospital con la
condición de que se encontrara bajo la advocación de los Santos Inocentes Mártires. En el
año 1412, el Hospital de la Santa Cruz de Barcelona designó un departamento para atender
a este tipo de pacientes.

Renacimiento
A partir del siglo XVI tiene lugar en occidente la que se ha considerado como la
«primera revolución en salud mental». El humanismo que caracteriza al periodo del
Renacimiento establece el centro de interés en el ámbito del hombre, la razón, la ciencia y
la naturaleza, aunque en el ámbito de la salud mental, las creencias religiosas encuentran un
arraigo muy firme que se mantendría todavía durante mucho tiempo. No obstante, el
estudio de la salud mental abandona paulatinamente el modelo demonológico para adoptar
una perspectiva naturalista, organicista y biologicista; la idea del pecado deja paso a la de
enfermedad; los «endemoniados» pasan a ser pacientes. Entre las causas de este cambio de
perspectiva puede señalarse un enriquecimiento de la infraestructura cultural: la aparición
de la imprenta favorece la difusión de los textos científicos; los avances alcanzados durante
el Imperio Bizantino fluyen hacia Occidente tras la conquista de Constantinopla; y el
descubrimiento de nuevos territorios (América, Asia) amplía la visión general del mundo.
Además, aumentan en gran medida los conocimientos en las áreas de medicina, anatomía y
fisiología. Todos estos factores hacen que el periodo comprendido entre los siglos XVI y
XVIII se caracterice por una densidad cultural muy superior a la de épocas anteriores.

La perspectiva humanística y psiquiátrica de la época se manifiesta en la obra de


diversos autores. Cornelio Agripa (1486 - 1535) rechazó con firmeza el modelo
demonológico y escribió en defensa de las mujeres, por lo que se le considera un feminista
adelantado a su tiempo. Juan Luis Vives (1492 - 1540) enfatizó la necesidad de ofrecer un
trato desprovisto de crueldad a los enfermos mentales en la obra De subventione pauperum
(1526). Asimismo, en De anima et vita (1538), Vives propuso para lapsicología una
orientación empírica basada en la observación. Andrés Vesalio (1514 - 1564) profundizó en
los conocimientos sobre anatomía humana. Otros autores representativos de la época fueron
Paracelso (1493 - 1541), Felix Plater (1536 - 1614) o Johann Weyer (1515 - 1588),
considerado por algunos como el primer psiquiatra de la historia. Autor de la obra De
praestigiis daemonum, realizó descripciones clínicas en clave psicopatológica de diversos
trastornos mentales, y defendió un tratamiento al enfermo basado en la comprensión y la
empatía. Con la obra de della Porta (1535 - 1615) da comienzo el estudio de la fisiognomía,
que pretende analizar psicológicamente a las personas a partir de determinados rasgos
físicos, principalmente faciales, y cuya influencia se extendió hasta el siglo XX a través de
autores como Lombroso o Kretschmer. Juan Huarte de San Juan (1529-1588) escribió el
Examen de ingenios para las ciencias, que se considera el primer tratado de psicología
diferencial de la historia, y que fue censurado por la Inquisición al ubicar en el cerebro el
centro de la razón y rechazar las explicaciones teológicas al respecto de la enfermedad
mental.

Ya en el siglo XVII, el neuroanatomista inglés Thomas Willis (1621 - 1675)


clasificó la epilepsia, la histeria y la hipocondría entre las enfermedades nerviosas; y el
también inglés Thomas Sydenham (1624 - 1689) aplicó por primera vez a la medicina el
método inductivo en la práctica clínica, valiéndose de la observación para identificar los
diferentes síntomas y posteriormente poder agruparlos en síndromes. Otros autores que
posteriormente conceptualizaron la enfermedad mental como una alteración de tipo
nervioso fueron William Cullen (1710 - 1790), que acuñó el término «neurosis»; Johann
Cristian Reil (1759 - 1813) y Robert Whytt (1714 - 1766).

Un punto central de esta época histórica en lo que a la psicopatología se refiere es la


proliferación de las instituciones manicomiales. Los centros de atención al enfermo mental,
que ya habían hecho su aparición de forma esporádica a principios del siglo XV,
experimentan un crecimiento notable. Destaca en este ámbito la figura de Juan Ciudad
Duarte o Juan de Dios (1495 - 1550). Habiendo sido internado en un centro tras sufrir un
episodio psicótico en su juventud, decidió que el tratamiento allí recibido no se ajustaba a
las necesidades de los enfermos mentales, por lo que en el año 1527 fundó una institución
en Granada cuyo modelo humanitario de tratamiento al paciente se extendió al resto de
España, Italia y Francia. Los tratamientos que se ofrecían en la mayor parte de los centros
de la época incluían medidas tranquilizantes o estimulantes, así como vendajes, baños,
sangrías o dietas. Por otra parte, se buscaba garantizar un trato humano al enfermo
mediante la ausencia de agresiones físicas, el ofrecimiento de medios de disfrute cultural
(libros, música, etc.) y la posibilidad de realizar tareas ocupacionales con vistas a la
reinserción social.
Así, la proliferación de las instituciones de cuidados a enfermos mentales continúa
su curso. Bajo el influjo de la Ilustración, surge el culto a la razón, por lo que la locura o
sinrazón pasa a convertirse en un fenómeno despreciable. Disminuye el número de centros
de carácter religioso, pero en países como Francia comienzan a surgir instituciones que,
bajo control estatal, tienen como objetivo último la reclusión y custodia de aquellos
individuos que pudieran alterar el orden público, entre los que se incluyen no ya solamente
a los enfermos mentales (representantes de esa «desgracia moral» que es como se considera
la locura), sino también a los vagabundos y menesterosos. Comienzan a surgir teorías de
corte pseudocientífico que niegan la existencia de sentimientos humanos a los dementes, y
se justifican así todo tipo de tratamientos denigrantes y crueles.

c) Concepciones psicológicas en Psicopatología: Psicologismo, Funcionalismo,


Conductismo, Psicología dinámica y Psicosociales: Definición, características,
estudios, autores, postulados y aportes.

Psicologismo

Los términos relativismo, escepticismo y subjetivismo comprenden un amplio


conjunto de teorías y tendencias intelectuales diversas, que sin embargo tienen un
parentesco subyacente. A pesar de las múltiples diferencias específicas tienen una
característica común. Todos ellos consideran a la razón como dependiente de alguna
manera de algo que es de carácter no-racional. Esto es lo esencial de lo que Husserl
denominó psicologismo. En su época se concebía el organismo humano, es decir, el objeto
de la psicología, como la fuente no-racional de la razón. Desde la época de Husserl, los
filósofos “empiristas” han concebido a la psicología o ciencia de la “naturaleza humana”,
como la ciencia fundamental a la que son relativos todas las demás ciencias. Por cierto
Husserl adoptó el nombre de Psicologismo para la tendencia a relativizar la razón o a
hacerla dependiente de algo distinto de ella misma. De hecho, sin embargo, esa polémica
se dirige contra un conjunto de teorías mucho más amplio de lo que a primera vista
sugeriría este término. De este modo, incluye específicamente, las varias fuentes
“idealistas” de la racionalidad: “Verstand”, “Vernunft”, “Bewasstsem”, incluso
“Bewasstsein überhampt” (L.U I, p. 124)[1], cualquier cosa o substancia o absoluto que se
afirma que determina o influye o “incluye” los actos intencionales de la razón. Afirmar la
dependencia de la razón de cualquier entidad no racional es ser posible el Psicologismo en
el sentido de Husserl.

Es fundamental darse cuenta que el psicologismo representa más bien una tendencia
más que un tipo específico de teoría. Cualquier concepción que, por ejemplo, hiciera
relativas o dependientes a las “categorías” de un “estadio del desarrollo humano” o a la
“constitución psicofísica de la especie homo” es claramente psicologista. Pero, se puede
recurrir en el psicologismo de manera mucho menos obvia. Incluso la utilización de una
frase tal como “mi mente” es psicologista en la medida en que sugiere que la razón es algo
determinado por mí o entendido en mí. Todas las expresiones similares, como por ejemplo
“mente grupal”, o la “mente de una determinada época”, o incluso “la mente”, son
psicologistas. Por supuesto, tales expresiones pueden ser utilizadas legítimamente. En este
último caso, ellas indican lo que ha sido aprehendido o afirmado como verdadero por cierta
persona o ciertas personas. Pero si usamos estas expresiones sin extremas precauciones, en
el discurso común en la época actual, representan al psicologismo, porque significa que la
razón como tal está esencialmente influida o determinada por alguna entidad particular o
específica. No importa si esta entidad sea concebida como subracional u supraracional.
Referirse a la mente angélica o incluso a la mente divina es incurrir en psicologismo porque
es sugerir que la razón puede estar sometida a determinaciones tanto accidentales como
esenciales de una fuente externa. La razón, doquiera que se realice, es pura y simplemente
razón. Negar esto es incurrir en psicologismo.

Esquema de la polémica de Husserl

En los capítulos III a X del primer volumen de las L.U Husserl no se interesa en
varias aberraciones metafísicas con las que está indisolublemente unido. Se limita a un
examen del estatuto lógico de la doctrina, cualquiera que sea la forma particular que adopte.
Después de considerar la distinción entre el acto mental psicológico y la intención
del acto (cap. III), y la explícita reducción de la última a la primera por lógicos tales como
Mill, Sigwart y Lipps (cap. III), procede a examinar, en primer lugar, las consecuencias
fatales de esta confusión (capítulos IV, V, VI) y luego, en segundo lugar los prejuicios
erróneos sobre los cuales descansa (cap. VIII). Resumiré, dejando fuera el capítulo sobre el
relativismo (cap. IX), estas dos fases de la investigación.

a) Las consecuencias del psicologismo

El intento de afirmar el relativismo de la razón, conduce a consecuencias que son no


tanto falsas cuanto sin sentido, es decir que no tienen la capacidad de ser verdaderas o
falsas.

En primer lugar, hablar de lo que es verdad para una cierta especie o género de seres
implica que el mismo contenido es falso para una especie o género de seres. Pero el mismo
contenido no puede ser a la vez ambas cosas, es decir, verdadero y falso. Por lo tanto, la
tesis del relativista contradice el sentido de las palabras que utiliza para afirmarla. Tal tesis
es, hablando en estricto rigor, algo sin sentido. En segundo lugar, hacer a la verdad
dependiente de la constitución o conformación de cierta especie es basarla sobre un hecho
temporal e individualmente determinado. Por supuesto, la verdad acerca de un hecho no
debe ser confundida con el hecho. Pero es aún más absurdo confundir la verdad en general
con ciertos hechos o acontecimientos individuales. Lo que es significado por el juicio
2+2= 4 no debe ser confundido con el acto temporal mediante (o por) el cual juzgamos que
2+2= 4. Hacerlo es un absurdo. En tercer lugar, si la verdad es esencialmente determinada
o cualificada esencialmente por la constitución humana se sigue que si esta constitución
fáctica cesase de existir, cesaría también de existir la verdad. Esto equivale a sostener que
es verdad que no hay verdad. Y esta conclusión es un puro non – sense. Sin embargo, el
antecedente es lógicamente posible. Puede ser falso, pero ciertamente no es un absurdo, el
que la especie humana, o cualquier otra especie constituida fácticamente, pudiera cesar de
existir. De aquí que toda esta argumentación hipotética sea un absurdo lógico, porque junta
un antecedente lógicamente posible con una conclusión lógicamente imposible.
En cuarto lugar, si la existencia fáctica de una especie, por ejemplo, el hombre,
causa su propia existencia verdadera, estamos forzados a concluir que este ser fáctico es
causa sui. El absurdo de una tal afirmación aparece mucho más clara si consideramos la
verdad (posible con respecto a cualquier ser fáctico) que ya no existe. En este caso nos
veríamos forzados por la tesis del relativismo, a afirmar que este ser es la causa de su
verdadera no – existencia. Finalmente, en quinto lugar, no podemos “subjetivizar” la
verdad sin “subjetivizar” todo aquello a que apunta (“intenciona”) la verdad. No habría
pues un mundo an sich (en sí), sino sólo un mundo para esta o aquella variedad de ser. Este
ser, junto con el contenido de su conciencia, pertenece también al mundo. De aquí que si
cambiase su constitución en ciertos respectos, no sólo tendría que negar su propia
existencia, sino que el mundo mismo cesaría de existir, puesto que no existiría una tal
especie particular que estuviese en posición, que pudiera, afirmar su existencia (la del
mundo).

b) Las fuentes inmediatas (o próximas) del Psicologismo

Estos absurdos surgen primaria u originariamente de una tendencia, profundamente


asentada, a confundir estructuras intencionales, de un carácter puramente formal, con los
actos psicológicos individuales (o particulares) mediante los cuales (o por los cuales) dichas
estructuras son intencionadas. Hay tres tipos fundamentales de argumentos que se utilizan
habitualmente para tratar de justificar esta confusión de la lógica con la psicología.

En primer lugar, se ha sostenido erróneamente, incluso por aquellos firmemente


dispuestos a defender la autonomía de la lógica, que los principios lógicos sólo son
“normas” o reglas que gobiernan el pensamiento “válido o “legítimo” y lo distinguen del
pensamiento “no válido” o “ilegítimo”. Prima facie, esto parecería proporcionarnos un
medio de combatir el psicologismo. De hecho, esta posición está entregándose, sin darse
cuenta, en manos del Psicologismo. La “norma” como tal, es considerada o mirada
psicológicamente para ser utilizada como una guía psicológica. En la medida en que el
estatuto riguroso y exacto de tales normas permanezca sin ser aclarado, es natural suponer
que son simplemente características más o menos accidentales de la constitución fáctica de
ciertos individuos o ciertas especies. Una de las secciones más valiosas de las Logische
Untersuchungen (pp. 154 de la edición alemana) muestra con una claridad muy convincente
que toda “norma” descansa en alguna estructura intencional de la forma a es b, que puede
ser directamente aprehendida como verdadera o falsa. Cualquier contenido puro de esta
forma puede servir como norma cuando es juzgado útil para proseguir argumentando
lógicamente: (a es b) es c y c válido. Por lo tanto las últimas “normas” de la lógica
(a es b) no requieren demostración ulterior. Son estructuras ideales que están “en la cima
de todas las deducciones como axiomas” (L.U. pp. 1167).

En segundo lugar, puede plantearse la cuestión acerca de si el contenido de la lógica


no consiste en juicios, pruebas, conclusiones, verdad, probabilidad, necesidad, etc. ¿Cómo
podríamos considerar todo esto sino como sucesos o acontecimientos psíquicos? Juzgar,
probar y concluir son formas de actividad psíquica. ¿Acaso la verdad, la probabilidad, la
necesidad no deben ser vividas y experimentadas psíquicamente? Sin duda esta es la fuente
fundamental del psicologismo, un caso de la falacia de conversión de accidente a dicto
secundum quid ad dictum simpliciter. Los actos intencionales especiales, mediante los
cuales la forma y la estructura son intencionadas humanamente se confunden con aquello
que es intencionado mediante ellos. Esta distinción entre el acto intencional y aquello que
es intencionado fue reconocida por la filosofía clásica (Cfr. p.g. Santo Tomás S. Th. I, Q
85, art. II) pero fue desconocida por los pensadores modernos. Como señala Husserl, está
completamente ausente en Hume y de toda la tradición “empírica” que proviene de él. En
el principio de Berkeley ese est percipi, el olvido de esta distinción está en la raíz del
idealismo. Como indica Husserl es difícil, aún para la más superficial descripción de los
procedimientos matemáticos, pasar por alto la distinción entre los procesos psíquicos de
contar, sumar, multiplicar y dividir y las sumas, productos y cocientes intencionados por
dichos actos. Esta estructura intencional es discernible en todo tipo de conocimiento. En
todo caso el acto de intencionar es distinto de aquello que es intencionado y en modo
alguno es el primero una “causa” del segundo.

La tercera fuente del psicologismo es la tendencia a confundir la evidencia con el


sentimiento subjetivo de evidencia. El segundo tiene muchas condiciones psicológicas
tales como concentración, práctica, etc., pero es esencialmente dependiente de la
presentación real de la evidencia misma. No importa cuan distorsionado pueda estar el
sentimiento, es un sentimiento de evidencia, vale decir, la aprehensión de una estructura
ideal como tal, del tipo a x b = b x a. Tal estructura, ya sea aprehendida psicológicamente o
no, determina una posible aprehensión. Cada una de tales aprehensiones, cuando es
ejecutada “humanamente” (concreta, psicológicamente), determina un particular
sentimiento de evidencia, que es parte de la experiencia de un individuo particular y sujeta
a variadas condiciones accidentales, psicológicas. Cuando este sentimiento de evidencia se
confunde con la evidencia misma, parece como si ésta última fuera o estuviera también
determinada externamente y la verdad misma fuese distorsionada. Se invierte el orden
correcto: estructura ideal que determina la aprehensión de la estructura, que determina la
experiencia de la aprehensión; esta inversión produce el siguiente “orden”, condiciones
psíquicas accidentales que determinan la experiencia de la aprehensión que se confunde con
aquello que es aprehendido y que determina la estructura ideal. Esta última interpretación,
que ignora el carácter intencional de todo sentimiento, prepara el camino para el
relativismo.

Funcionalismo

Se consideraba que la biología estaba mejor preparada que cualquier otra ciencia
para resolver los problemas de la psicología, donde los humanos como organismos
vivientes que luchan por sobrevivir, que se adaptan al ambiente y que buscan satisfacción.
La psicología retomó estas ideas y consideró la significación de las funciones mentales
como factores relacionados con la totalidad de las funciones de la vida. Es se comenzaron a
bordar las problemáticas de la herencia y el ambiente, del adaptación a la vida y de la lucha
por la supervivencia. (Sáiz, 2009).

Los funcionalistas desvían su interés del estudio de la estructura de los procesos


mentales por el de las operaciones mentales en su dimensión funcional es decir,
instrumentos que posee el organismo para satisfacer sus necesidades y para adaptarse mejor
al ambiente. Parten del enfoque evolucionista y pragmatista. Los funcionalistas están más
preocupados por el que hacen los hombres y por por qué lo hacen. (Sáiz, 2009).

James trabaja con los métodos de introspección, es decir que mediante el examen de
uno mismo es posible conocer la manera cualidad de los estados de la conciencia. El
método experimental era también utilizado por ello a pesar de que en ese tiempo lo único
que podría estudiarse experimentalmente eran los procesos sensoriales. (Wolman, 1968). El
método comparativo de acuerdo al estudio con animales niños instituciones lenguaje y
mitos entre otros se puede mostrar la vida cíclica en parte de su medida. Con james hay tres
temas relevantes como son el hábito la corriente de la conciencia y el Yo. (Sáiz, 2009).

A finales del siglo XIX las problemáticas que existían en Europa eran totalmente
diferente de las que acontecía en el América, se da mucho la lucha por la supervivencia y
que a diferencia del viejo continente tenían mejores posibilidades de movilidad y de
progreso económico. Por esta razón era importante conocer y dominar todos aquellos
medios que conocían al éxito, es por ello que se viró hacia el estudio de los aspectos
funcionales adaptativos de la mente en lugar de su estructura y enfoque teórico como lo
había hecho Wundt (Wolman, 1968).

William james es considerado como el decano de la psicología norteamericana,


quien fundó las primeras revistas americanas de psicología además de fundar la primera
sociedad americana de psicólogos. J McKeen Cattell trabajo de los tests mentales y la
psicología diferencial, Baldwin se centró en la psicología evolutiva, Dewey expuso
claramente el enfoque funcionalista, Angell resumió los principios básicos de
funcionalismo, Munsterberg inició estudios de psicología industrial, H. A. Carr realizó
estudios de la actividad mental todos de corte funcionalista. (Alvarez, 2012)

El objeto de estudio de funcionalismo son los procesos mentales como la


percepción, la memoria, la imaginación, la inteligencia, éstos son considerados
instrumentos o medios de adaptación del organismo al ambiente. La actividad psíquica la
cual se ocupó de la adquisición, la retención, organización y valoración de las experiencias,
así como su posterior utilización en la dirección de la conducta, la cual es de adaptación.
El centro de interés del funcionalismo son los hábitos y sus condiciones su
formación lo cual técnicamente abre el camino por el estudio científico del aprendizaje que
abordarán los conductistas. (Sáiz, 2009).

Los principios básicos del funcionalismo son: David es un proceso biológico de


cambio y adaptación continuos y coordinados, por lo tanto la conducta es adaptativa e
intencional. La adaptaciones la resolución de los problemas que impiden la satisfacción de
las necesidades orgánicas. Los hábitos, la conciencia, las emociones, el aprendizaje por
asociación, la voluntad vienen a ser instrumentos para la adaptación. No físico y lo psíquico
no son dos situaciones separadas por qué la afectividad es una misma tiene y están
presentes los dos aspectos entre los cuales existe una interacción. Desaparece también el
dualismo alma cuerpo. (Wolman, 1968).

El funcionalismo es considerado teleológica, asociacionista, mecanicista y


reduccionista. Su método fue electricista, y el más utilizado fue la introspección sometida a
un control objetivo además del método empírico y la experimentación. (Alvarez, 2012).

Conductismo

El conductismo es una de las orientaciones más comunes entre los psicólogos, si bien
hoy en día es más habitual que se practique en su vertiente cognitivo-conductual. A
continuación repasamos la historia del conductismo y sus características principales.

¿Qué es el conductismo?

El conductismo es una corriente de la Psicología que se centra en el estudio de las leyes


comunes que determinan el comportamiento humano y animal. En su origen, el
conductismo tradicional deja de lado lo intrapsíquico para focalizarse en la conducta
observable, es decir, prioriza lo objetivo por encima de lo subjetivo. Esto opone el
conductismo a planteamientos previos como los psicodinámicos y los fenomenológicos. De
hecho, desde la perspectiva conductista aquello que solemos entender como "mente" o
"vida mental" es tan solo una abstracción de lo que realmente debería estudiar la psicología:
los vínculos entre estímulos y respuesta en contextos determinados.
Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas” cuya
conducta está determinada por los refuerzos y castigos que reciban más que por
predisposiciones internas. El comportamiento, por tanto, no depende principalmente de
fenómenos internos, como los instintos o los pensamientos (que no dejan de ser, por otra
parte, conductas encubiertas) sino más bien del entorno, y no podemos separar ni la
conducta ni el aprendizaje del contexto en que tienen lugar.

De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para muchos
otros psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas no son más que otro
tipo de reacciones generadas a través de nuestra interacción con el entorno.

El concepto de "enfermedad mental" visto por los conductistas

Los conductistas a menudo han sido vinculados al mundo de la psiquiatría por su


utilización del método experimental para obtener conocimientos, pero esta asociación no es
acertada, ya que en muchos aspectos, los conductistas se diferencian claramente de los
psiquiatras. Una de estas diferencias es la oposición del conductismo al concepto de
enfermedad mental.

Desde esta filosofía aplicada a la psicología, no pueden existir conductas patológicas,


ya que estas son juzgadas siempre según su adecuación a un contexto. Mientras que las
enfermedades deben tener causas biológicas relativamente bien aisladas y conocidas, los
conductistas señalan que no hay suficiente evidencia a favor de la existencia de estos
biomarcadores en el caso de los trastornos mentales. Por consiguiente, se oponen a la idea
de que el tratamiento de problemas como las fobias o el TOC deba centrarse en
psicofármacos.

Conceptos básicos del conductismo

A continuación definimos los principales términos de la teoría conductista.

1. Estímulo: Este término se refiere a cualquier señal, información o evento que produce
una reacción (respuesta) de un organismo.
2. Respuesta: Cualquier conducta de un organismo que surge como reacción a un estímulo.

3. Condicionamiento: El condicionamiento es un tipo de aprendizaje derivado de la


asociación entre estímulos y respuestas.

4. Refuerzo: Un refuerzo es cualquier consecuencia de una conducta que aumenta la


probabilidad de que ésta vuelva a darse.

5. Castigo: Opuesto al refuerzo: consecuencia de una conducta que disminuye la


probabilidad de que vuelva a darse.

Wundt: el nacimiento de la Psicología Experimental

Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado por muchos “el padre de la Psicología”,


sentó las bases de lo que acabaría siendo el conductismo. Creó el primer laboratorio de
Psicología científica y utilizó de forma sistemática la estadística y el método experimental
para extraer reglas generales sobre el funcionamiento de los procesos mentales y la
naturaleza de la conciencia.

Los métodos de Wundt dependían en gran medida de la introspección o


autoobservación, técnica en la que los sujetos experimentales proporcionan datos sobre su
propia experiencia.

Watson: la Psicología vista desde el conductismo

John Broadus Watson (1878-1958) criticó el uso de la metodología introspectiva de


Wundt y sus seguidores. En una conferencia en 1913 que se considera el nacimiento del
conductismo, Watson afirmó que para ser verdaderamente científica la Psicología debía
centrarse en la conducta manifiesta en lugar de en los estados mentales y conceptos como
“conciencia” o “mente”, que no podían ser analizados de forma objetiva.

Watson también rechazaba la concepción dualista que separaba el cuerpo y la mente (o


el alma) y planteaba que la conducta de las personas y la de los animales debía ser
estudiada del mismo modo ya que, si se dejaba de lado el método introspectivo, no había
una diferencia real entre ambas.
En un conocido y controvertido experimento Watson y su ayudante Rosalie Rayner
consiguieron provocar una fobia a las ratas a un bebé de nueve meses (“el pequeño
Albert”). Para ello emparejaron la presencia de la rata con sonidos fuertes. El caso del
pequeño Albert demostró que la conducta humana no sólo es predecible sino también
modificable.

La caja negra

Para Watson los seres vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es observable.
Cuando los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en consecuencia. Desde
el punto de vista de los primeros conductistas, si bien se dan procesos intermedios dentro
del organismo, al ser inobservables deben ser ignorados al analizar el comportamiento.

Sin embargo, a mediados del siglo XX los conductistas matizaron esto y, sin desdeñar
la importanca de los procesos no onservables directamente que ocurren en el interior del
cuerpo, señalaron que la psicología no necesita dar cuenta de ellos para aportar
explicaciones sobre las lógicas que rigen la conducta. B. F. Skinner, por ejemplo, se
caracterizó por dar a los procesos mentales exactamente el mismo estatus que la conducta
observable, y por concebir el pensamiento como conducta verbal. De este autor hablaremos
más adelante.

Algunos neoconductistas como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron procesos


intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el impulso o
motivación interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que construimos
representaciones mentales del espacio (mapas cognitivos).

Watson y el conductismo en general fueron influidos de forma clave por dos autores:
Ivan Pavlov y Edward Thorndike.

Condicionamiento clásico: los perros de Pavlov

Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso que se dio cuenta, mientras
realizaba experimentos sobre secreción de saliva en perros, de que los animales salivaban
de forma anticipada cuando veían u olían la comida, e incluso simplemente cuando se
acercaban los encargados de darles de comer. Posteriormente consiguió que salivaran al oír
el sonido de un metrónomo, de una campana, de un timbre o de una luz por asociar estos
estímulos con la presencia de comida.

A partir de estos estudios Pavlov describió el condicionamiento clásico, un concepto


fundamental en el conductismo, gracias al cual se desarrollaron las primeras intervenciones
basadas en las técnicas de modificación de la conducta en seres humanos. Ahora bien, para
entender cómo funciona el condicionamiento clásico primero hay que saber con qué
estímulos se trabaja en él.

Un estímulo incondicionado (es decir, que no requiere aprendizaje para provocar una
respuesta) provoca una respuesta incondicionada; en el caso de los perros, la comida causa
salivación de forma espontánea. Si se empareja repetidamente el estímulo incondicionado
(la comida) con un estímulo neutro (por ejemplo la campana), el estímulo neutro acabará
produciendo la respuesta incondicionada (salivar) sin necesidad de que esté presente
también el estímulo incondicionado.

Para Pavlov no es necesario el concepto de mente ya que conceptualiza las respuestas


como reflejos que se dan después de la aparición de estímulos externos.

El experimento del pequeño Albert de Watson y Rayner es otro ejemplo de


condicionamiento clásico. En este caso la rata es un estímulo neutro que se convierte en un
estímulo condicionado que provoca la respuesta de miedo por asociación con el ruido fuerte
(estímulo incondicionado).

Los animales en el conductismo

Los conductistas clásicos empleaban frecuentemente animales en sus estudios. Los


animales son considerados equivalentes a las personas en cuanto a su conducta y los
principios de aprendizaje extraídos de estos estudios se extrapolan en muchos casos a los
seres humanos; eso sí, siempre procurando respetar una serie de presuposiciones
epistemológicas que justifiquen esta extrapolación. No hay que olvidar que entre especies
hay muchos aspectos del comportamiento que varían.

La observación sistemática de la conducta animal daría paso a la Etología y la


Psicología Comparada. Konrad Lorenz y Niko Tinbergen son dos de los representantes más
importantes de estas corrientes.

Condicionamiento instrumental: los gatos de Thorndike

Edward Lee Thorndike (1874-1949), contemporáneo de Pavlov, realizó diversos


experimentos con animales para estudiar el aprendizaje. Introdujo gatos en “cajas-
problema” para observar si conseguían escapar de ellas y de qué modo.

En las cajas había varios elementos con los que los gatos podían interactuar, como un
botón o una anilla, y sólo el contacto con uno de estos objetos podía hacer que se abriera la
puerta de la caja. Al principio los gatos conseguían salían de la caja por ensayo y error,
pero a medida que se repetían los intentos cada vez escapaban con más facilidad.

A partir de estos resultados Thorndike formuló la ley del efecto, que afirma que si una
conducta tiene un resultado satisfactorio es más probable que se repita, y que si el resultado
es insatisfactorio esta probabilidad disminuye. Posteriormente formularía la ley del
ejercicio, según la cual los aprendizajes y hábitos que se repiten se ven reforzados y los que
no se repiten se debilitan.

Los estudios y las obras de Thorndike introdujeron el condicionamiento instrumental.


Según este modelo el aprendizaje es consecuencia del reforzamiento o el debilitamiento de
la asociación entre una conducta y sus consecuencias.

El conductismo radical de Skinner

Las propuestas de Thorndike fueron el antecedente de lo que conocemos como


condicionamiento operante, pero este paradigma no se desarrolló de forma completa hasta
la aparición de las obras de Burrhus Frederic Skinner (1904-1990).
Skinner introdujo los conceptos de refuerzo positivo y negativo. Se denomina refuerzo
positivo al hecho de premiar una conducta dando algo, mientras que el refuerzo negativo
consiste en la retirada o la evitación de un evento desagradable.

Skinner defendía el conductismo radical, que mantiene que todo el comportamiento es


resultado de asociaciones aprendidas entre estímulos y respuestas. El enfoque teórico y
metodológico desarrollado por Skinner se conoce como análisis experimental de la
conducta y ha sido especialmente eficaz en la educación de niños con discapacidad
intelectual y del desarrollo.

Desarrollo del conductismo: la revolución cognitiva

El conductismo entró en declive a partir de los años 50, coincidiendo con el auge de la
psicología cognitiva. El cognitivismo es un modelo teórico que surgió como reacción al
énfasis radical del conductismo en la conducta manifiesta, dejando de lado la cognición. La
inclusión progresiva de variables intervinientes en los modelos conductistas favoreció en
gran medida este cambio de paradigma, conocido como “revolución cognitiva”.

En la práctica psicosocial, las aportaciones y principios del conductismo y el


cognitivismo acabarían confluyendo en lo que conocemos como terapia cognitivo-
conductual, que se centra en encontrar los programas de tratamiento más avalados por la
evidencia científica.

Las terapias de tercera generación desarrolladas en los últimos años recuperan parte de
los principios del conductismo radical, reduciendo la influencia del cognitivismo. Algunos
ejemplos son la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Terapia de Activación
Conductual para la depresión o la Terapia Dialéctica Conductual para el trastorno límite de
la personalidad.

Psicologia Dinamica

Se entiende por Psicología Dinámica aquella orientación de la psicología general


que ha asumido las contribuciones del Psicoanálisis Freudiano, de las escuelas y autores
postfreudianos que han construido la base Metapsicológica y psicoterapéutica sobre la
psicología del Yo y la teoría de las relaciones objetales.

El término “dinámica” engloba toda psicología que somete su objeto de estudio a


una visión que contempla no sólo su naturaleza “estática” o estructural, sino su “mecánica”
o formas características de evolución e interrelación con la realidad circundante.

Tres pilares teóricos son la base de la Psicología dinámica:

 Teoría del desarrollo de Margaret Mahler


 Teoría de las relaciones objetales
 La psicología del yo.

A partir de la integración de estas teorías trabajamos en la clínica con una


psicopatológia cuyas estructuras son: psicosis, neurosis y desordenes del carácter.

El campo ocupacional es esencialmente la psicoterapia.

Según Joaquim Poch Bullich, la psicología dinámica es una psicología de la


motivación. Tiende a la elaboración de un modelo multidimensional no mecanicista para
explicar la interrelación persona – medio como interacción. En el sentido restringido se
entiende por psicología dinámica la contribución del psicoanálisis y sus escuelas a una
psicología general.

El término “dinámica” engloba toda psicología que somete su objeto de estudio a


una visión que contempla no solo su naturaleza “estática” o estructural, sino su “mecánica”
o formas características de evolución e interrelación con la realidad circundante.

El psicoanálisis es el nombre de:

- Un procedimiento para la investigación de procesos mentales más o menos inaccesibles


por otra vía

- Un método basado en esta investigación para el tratamiento de los desórdenes neuróticos


- Una serie de concepciones que confluyen para formar progresivamente una nueva
disciplina científica

La investigación en psicología dinámica se apoya sobre la observación y la


interpretación del comportamiento. En psicología dinámica el comportamiento se estudia
en su calidad de proceso, no como una “cosa”.

1 PROPOSICIONES:

· El comportamiento es funcional, entendiéndose por funcional que todo comportamiento


tiene la finalidad de resolver tensiones

· El comportamiento implica conflicto y ambivalencia

· El comportamiento no solo puede ser comprendido en función del campo o contexto en


el que ocurre

· El comportamiento es un organismo vivo que tiende a preservar un estado de máxima


integración o consistencia interna

Todo comportamiento del ser humano es siempre significativo, tiene un sentido. El sentido
no es algo que se agregue a posteriori, sino que es una de sus cualidades esenciales.

2 PREMISAS BÁSICAS:

- Determinismo psíquico

- Existencia de procesos psíquicos inconscientes

- Fuerzas y conflictos psíquicos inconscientes

- Existencia de energía psíquica y su origen en los impulsos

El término Psicología Dinámica ha sido empleado por muchos autores con


connotaciones tan diferentes, y a veces opuestas, que se ha confundido su verdadero origen
y sus marcos referenciales.
Tres pilares teóricos son la base de la Psicología dinámica: La Psicología del Yo, la
Psicología de Relaciones objetales y la psicología del desarrollo de Margaret Mahler.
Apartir de la integración de estas teorias trabajamos en la clinica con una psicopatologia
cuyas estructuras son: psicosis, neurosis y desordenes del carácter.

El campo ocupacional es esencialmente la psicoterapia y en ese sentido es una


psicoterapia psicoanalitica. Comparte con el psicoanálisis ortodoxo conceptos iguales, pero
con acepciones diferentes que se fundamentan en el modelo relacional, no en el modelo
pulsional que rige el quehacer de los psicoanalistas Freudianos y Lacanianos.

La técnica clinica es frente a frente, la duración de las sesiones es aproximadamente de


45 minutos, la frecuencia de una o dos sesiones por semana y la duración del proceso,
aunque es incierto por las resistencias y otros fenómenos clinicos, esta pensada en el orden
de los meses.

Como todas las psicoterapias psicoanaliticas el objetivo es la consecución, por parte del
paciente, de un verídico insight.

José Gutiérrez Terrazas referencia autores, investigadores, psicólogos de todas las


corrientes, psicoanalistas y psiquiatras que han usado a su amaño el término Psicología
Dinámica, por ejemplo:

Se le atribuye el uso por primera vez a R.S. Woodworth en Estados Unidos porque en
1918 publica un libro con el titulo de “Psicología Dinámica”; sin embargo, este autor era un
psicólogo experimental- funcionalista más que dinámico.

En 1922 J.T MaCurday discutió el psicoanálisis con el nombre de Psicología Dinámica


en su obra “Problemas en psicología dinámica”.

En 1939 Lawrwnce K. Frank introduce el término “modelo Psicodinámico” para dar


cuenta del parentesco entre tres pruebas proyectivas mostrando que estas técnicas
constituyen el modelo de una investigación dinámica y holistica de la personalidad.
J. Laplanche(1975, D. Anzieu(1979) y A. Green(1979) señalan que la Psicología
Dinámica es la denominación que tomó el Psicoanálisis en Estados Unidos, y aquí radica en
parte la confusión.

W.Arnold, H.J Eysenck y R. Reili identifican la Psicología Dinámica con la


“Psicología Profunda”, en alemán Tiefenpshicologie. Término usado primeramente por
Freud.

Como ya afirmamos, las concepciones de la Psicología Dinámica están basadas en la


teoría psicoanalítica, específicamente después de la segunda tópica, pero diferenciadas del
mismo Psicoanálisis en cuanto a objeto, interés y campo de aplicación.

La Psicología clínica Dinámica ha tenido raíces independientes en diversos países: la


psicoterapia dinámica británica se orientó hacia las relaciones objetales y paralelamente en
los años treinta y cuarenta se incrementó y se enriqueció en Estados Unidos con la llegada
de los refugiados del holocausto. De tal manera que en Norte América floreció el
paradigma de la Psicología del Yo con Hartmann, Kris, Lowenstein, Rapaport y Jacobson,
luego se incorporaron los enfoques de las Relaciones Objetales a través de Zetzel, Modell y
Kernberg; El trabajo de Mahler y sus seguidores ha influido la práctica psicoanalítica a
partir de un enfoque explícitamente basado en el desarrollo; A partir de la década del 70 ha
habido además una evolución con la psicología del self de Kohut. En las ultimas dos
décadas Althea Horner sintetiza e integra Las fases del desarrollo psicológico planteados
por Margaret Mahler a las patologías asociadas. De hecho el desarrollo bibliográfico ha
sido creciente en los últimos años y otros muchos autores han dado aportes significativos
que iremos reseñando a lo largo de este libro.

Psicosociales

En 1950 el psicoanalista Erick Erickson propuso la teoría de las 8 edades del hombre,
después de haber realizado sus estudios en el Instituto Psicoanalítico de Viena.

A pesar de ser un fiel seguidor de Sigmund Freud, discrepaba con la relevancia del
desarrollo sexual, Erickson pensaba que con los años el individuo se desarrollaba por medio
de la interacción social. Proponía que desde el nacimiento hasta la vejez pasamos por 8
crisis, y estas son influenciadas por la sociedad, por ende el desarrollo del yo dura toda la
vida.

A continuación aparecen las características mas relevantes de cada edad hasta la


adolescencia.

Primer edad del desarrollo: Confianza vs. Desconfianza (0 – 18 meses )

Crea confianza hacía su medio y a sus padres o cuidadores, ¿qué tan confiables
son?. Los padres deben transmitirle confianza al bebé (primeramente por la alimentación y
profundidad del sueño) Si se crea con éxito el bebé será seguro, si hay mucha desconfianza
el niño tendrá miedo del mundo

Segunda edad del desaroollo: Autonomía vs. Vergüenza/Duda (18 meses — 3 años)

El niño comienza a hacer cosas por sí solo y logra más independencia. Se necesita
un equilibrio entre autonomía y control externo como el de un guía Comienzan con la
palabra ‘’no’’, cuando algo no les gusta. Esta edad es importante para la proporción amor-
odio, la cooperación, el nivel de terquedad terquedad y la libertad de expresión. Si fallan en
las actividades que quieren realizar tendrán vergüenza.

Tercera edad del desarrollo: Iniciativa vs. Culpa/Miedo (3–6 años)

Quiere descubrir el mundo y por ello hace muchas preguntas. Descubre, identifica y
proyecta roles Desarrolla su iniciativa cuando no es abrumado por la culpa, hacen un
balance de lo permitido y lo que no. Se puede crear sentimiento de culpa, debido a que se
pueden equivocar o cuando los padres reaccionan negativamente ante alguna actividad que
hayan realizado.

Cuarta edad del hombre: Laboriosidad vs. Inferioridad (6–12 años)

Etapa en la que se sienten capaces de realizar cualquier cosa e intentan realizar


muchas actividades. Tienden a comparar sus habilidades y, al no obtener los resultados que
quería se originan sentimientos de inferioridad (odio contra sí mismo y el mundo). Es muy
importante la estimulación positiva que maestros, padres y amigos o compañeros de escuela
puedan brindar, es decir reconocimiento.

Quinta edad del hombre: Búsqueda de la identidad vs. Confusión de la identidad (12- 20
años)

Hay un crecimiento físico rápido, se preparan para la vida adulta y se preparan


socialmente. Existe confusión, queriendo regresar a la niñez para evitar conflictos. Suele
haber separación de los padres, los adolescentes se rebelan. Desarrolla ideales para ser un
adulto exitoso.

d) Otras concepciones Psicopatológicas: Modelo médico organicista y modelo


médico clínico ¿En qué consisten?
1. Modelo médico organicista

Cualquiera de los modelos dinámicos, ya sea el psicoanálisis, ya sea el dinámico


carácter vincular, ya sea el sociológico, ya sea el comunicacional: todos ellos estaríamos de
acuerdo en caracterizar de una forma específica al modelo médico. El modelo médico es,
fundamentalmente, un modelo organicista. Un modelo que tiene su área de aplicación, su
agotamiento en lo que podríamos llamar el cuerpo, las psicosis orgánicas. El problema es
qué se puede entender por psicosis orgánica. En las psicosis orgánicas habrá que hablar de
un proceso orgánico, podría ser una demencia. Lo que pasa es que una demencia tendría
unas características que no son atribuibles al cuadro que presenta nosográficamente una
psicosis orgánica. En líneas generales, el modelo médico se limitaría a las psicosis. La
psicosis desde el punto de vista de su dimensión tanto genética, como funcional, como
terapéutica de carácter orgánico.

Por otra parte, todos estamos de acuerdo en señalar que en el modelo médico habría tres
niveles básicos:

1. El nivel de lo que llamaríamos los elementos, es decir, una teoría del Síntoma.
2. El nivel de lo que llamaríamos las estructuras, que sería en este caso una teoría del
Síndrome.
3. Nivel que se podría llamar el sistema, que sería básicamente una teoría de la
Enfermedad.

Por tanto síntoma, síndrome y enfermedad serían como los tres grandes niveles que
mundialmente se reconocen en el terreno de intervención de la medicina. De la medicina,
en cuanto que instancia que pretende explicar el hecho de enfermar, la enfermedad misma,
el curso de la enfermedad y el proceso de curación. Desde el punto de vista médico el
síntoma es un elemento descontextualizado, aislado de la relación, de la situación, la
biografía y sobre todo las relaciones que mantiene un individuo con su propio medio. El
síntoma es aislado de su dinámica, de su génesis. El síntoma es una señal orgánica, en este
modelo el síntoma no sería el signo que está mencionando la presencia de algo sino el algo
mismo.

La medicina trata de intervenir al síntoma ya que es patológico. Esta manera de


observar se mantiene en medicina sólo en el campo de la psiquiatría. La
descontextualización es el factor fundamental. Esto va a tener incidencias en la propia
terapéutica. Cuando a un individuo se le aísla, cuando a un individuo se le dessocializa, el
que pierda su ser, sus relaciones afectivas para el modelo médico no tiene ningún sentido,
carece de valor, puesto que en el mismo momento en que el síntoma es aislado de su
dinámica, de su funcionalidad, de su génesis relacional, pues bien, al quebrantar esto, ni se
considera biografía, ni se considera situación, ni se considera relación. Este sería un
elemento fundamental, esta manera de observar se mantiene en la medicina sólo en el
campo de la psiquiatría. Hoy, la propia medicina en otras de sus ramas, ha tenido que
abandonar esta manera de diagnosticar esta concepción del síntoma. Nos encontramos con
que la psiquiatría que ha etiquetado, que ha clasificado casi tanto como la botánica, sigue
encerrada en un callejón sin salida, del que no puede salir a partir de esa concepción. El
hecho de que la psiquiatría no pueda reconocerse más que como una técnica no le lleva a
tener recursos para poder variar por sí misma la situación.

El segundo elemento sería el síndrome, el síndrome sería una constelación de


síntomas. El modelo médico falla actualmente a nivel de marco racional de explicación y
marco teórico de comprensión, tanto lo que podríamos decir de la perturbación conductual,
trastorno de la personalidad en cualquiera de sus manifestaciones como de las
perturbaciones neuróticas, perturbaciones psicóticas, perturbaciones psicopatológicas.

2. Modelo médico clínico

Este modelo se encuentra basado en la consideración del trastorno conductual desde la


perspectiva de enfermedad mental, originada por causas internas, de carácterísticas
biológicas. La conducta se encuentra determinada por condiciones biológicas internas, y se
observa un trastorno considerado como síntoma o síndrome. Se debe conocer la Etiología
del trastorno, para determinar el tratamiento a desarrollar.

Las técnicas que utiliza son semejantes al modelo psicométrico, lleva a cabo la
aplicación de diferentes pruebas tipificadas, las puntuaciones obtenidas se comparan con
normas de referencia. En este modelo se busca llevar a cabo un estudio particular de cada
paciente, buscando clasificarlo de acuerdo a como se desarrolla en las distintas entidades
nosológicas, las cuales se consideran enfermedades mentales, de igual manera se busca que
causas biológicas subyacentes podrían dar lugar a la aparición o mantenimiento de dicha
enfermedad.

En este modelo las interpretaciones logran alcanzar los niveles II y III, esto significa
que la conducta del individuo muestra la expresión de la existencia de un atributo
subyacente, este se encuentra incluido de igual manera se explica gracias a una teoría
completa. Cinco fases del proceso: Determinación de los síntomas, por medio de la historía
clínica y la valoración psicológica; utiliza pruebas de confirmación o rechazo;
determinación de síndromes, se agrupan los síntomas que se han obtenido, hasta obtener un
cuadro o síndrome; elaboración del diagnóstico, se lleva a cabo un ajuste del cuadro
obtenido a una entidad nosológica, de ahí se obtiene la clasificación o diagnóstico:
elaboración del pronóstico: se considera discusión del curso que puede llegar a tomar la
enfermedad, en dado caso observar su evolución; también tenemos la toma de decisión
terapéutica, considerada como las medidas que se pueden adoptar medidas de tratamiento
para resolver o aliviar dicha situación en la que se encuentra el paciente.
El objetivo que persigue se deriva de la explicación de la conducta lleva a un
diagnóstico, apoyado en la etiología determinada para el pronóstico o predicción de la
conducta, también su control.

En los casos que no se puede establecer la etiología biológica de la enfermedad mental,


hace que el objetivo se reduzca a la descripción y clasificación del individuo, como
paciente de un cuadro clínico. Sin embargo esto no es un obstáculo para que en ciertos
trastornos, por ejemplo: los psiconuerológicos, evaluar la conducta anormal, permite la
explicación, orientando a su tratamiento (León Carreon, 1985).

e) Modelos en Psicopatología: Modelo Biológico, Modelo conductual y Modelo


cognitivo ¿en qué consisten?
 Modelo biológico

El marco de referencia del enfoque biomédico incluye biología, química y física. Su


problemática abarca tanto los fenómenos conductuales como los mentales. Permite explicar
la conducta y los procesos mentales apelando a los determinantes biológicos, y utiliza
métodos tanto analítico-inductivos como hipotético-deductivos. Tiene sus raíces en los
mismos orígenes de la medicina, con Hipócrates, fue respaldado por algunos
descubrimientos realizados en el siglo XIX, como la relación existente entre la sífilis y
determinadas alteraciones psicopatológicas, y ya en el siglo XX se consolidó en gran parte
gracias a la investigación y las aplicaciones de la psicofarmacología.

Tal como expone Castilla del Pino (1991), el modelo biomédico actual tiene sus
antecedentes inmediatos en Griesinger, Wernicke, Flechsig, Kahlbaum, Morel, y muchos
otros autores que coincidieron en la premisa de que los trastornos mentales han de ser
considerados como enfermedades cerebrales, ya sean primarias o secundarias
(enfermedades somáticas que afectan secundaria y eventualmente al cerebro, como el
paludismo, la fiebre tifoidea, etcétera). Desde la perspectiva de este enfoque, los síntomas
de los trastornos mentales son psíquicos en su manifestación, pero fisiológicos en su
naturaleza. Kraepelin es probablemente el autor que mejor sistematizó este enfoque: a cada
factor etiológico ha de corresponder un cuadro clínico particular, un curso determinado y
una anatomía patológica precisa.

De acuerdo con Buss (1962), los diferentes tipos de enfermedad pueden ser clasificados
en tres grandes grupos, en función de que su causa sea un agente externo (como un virus)
que ataca al organismo (enfermedad infecciosa), un mal funcionamiento de algún órgano
(enfermedad sistémica), o un trauma (enfermedad traumática). De estos tres modelos, el de
enfermedad sistémica ha sido el que ha alcanzado una aplicación más extensa a una gran
variedad de trastornos mentales (Claridge, 1985).

En el modelo sistémico se enmarcan las investigaciones sobre alteraciones bioquímicas,


que han dado lugar a una extensa bibliografía sobre la relación existente entre los
neurotransmisores y los trastornos mentales; por ejemplo, GABA con trastornos de
ansiedad, dopamina con esquizofrenia, catecolaminas y serotonina con depresión, etcétera.
El enfoque biomédico también da gran importancia al estudio de la predisposición genética
a padecer determinados trastornos, adoptando en muchas ocasiones una perspectiva
interaccionista (modelo de vulnerabilidad-estrés) que toma en consideración tanto la
predisposición genética como la incidencia de agentes patógenos externos.

En este enfoque se distinguen dos clases de indicadores de anomalías orgánicas o


funcionales: los signos y los síntomas. Los signos son indicadores objetivos de procesos
orgánicos alterados, esto es, públicamente observables, mientras que los síntomas son
indicadores subjetivos de procesos orgánicos anómalos, es decir, percibidos por el propio
sujeto. El conjunto de signos y síntomas que forman un cuadro clínico determinado se
denomina síndrome.

La investigación sobre los aspectos biológicos de la conducta anormal y la industria


organizada en torno al desarrollo de psicofármacos ha propiciado que el enfoque biomédico
goce de gran difusión en la actualidad, aunque se han criticado algunos inconvenientes
asociados, por ejemplo:
1. Puede favorecer un reduccionismo radical que limite un conocimiento completo de
todos los factores implicados en la determinación y el mantenimiento del
comportamiento anormal. Las relaciones de causa-efecto no van solo desde el nivel
biológico hacia el nivel psicológico, puesto que las variables psicológicas (hábitos,
etcétera) también pueden ser causas de determinados procesos biológicos. Estas
relaciones de determinación recíprocas entre niveles no se fundamentan en
presupuestos dualistas, sino que se apoyan en una filosofía monista emergentista
(Bunge, 1985) según la cual pueden distinguirse distintos niveles de organización
de la realidad (físico, químico, biológico, psicológico y social) en función de la
complejidad de los sistemas propios de cada uno de ellos.
2. El tipo de modelos que se utilizan. Al ser modelos de laboratorio, y con frecuencia
modelos animales, la posibilidad de generalización a la patología humana es menor
que en enfoques en los que se prefiere trabajar con humanos.
3. Tiende a considerar al paciente como un sujeto pasivo, al no ser responsable del
inicio, curso o desenlace del trastorno.
 Modelo conductual

El extraordinario desarrollo de la psicología del aprendizaje ha propiciado la extensión


del enfoque conductual a gran cantidad de áreas de investigación e intervención, entre ellas
la psicopatología. Las técnicas de modificación de conducta, en particular como área de
aplicación de los principios de la psicología del aprendizaje al tratamiento de la conducta
anormal, constituyen probablemente el factor facilitador más importante de la difusión del
enfoque conductual de los trastornos mentales (trastornos de conducta, en la terminología
propia de este enfoque). Autores como Eysenck y Wolpe, que se encuentran entre los
pioneros de la terapia de conducta, son responsables de las primeras formulaciones del
comportamiento anormal realizadas desde el enfoque conductual, aunque sus antecedentes
pueden situarse con los experimentos de Watson y Rayner (1920) sobre adquisición de
fobias mediante condicionamiento clásico, y de Pavlov sobre neurosis experimentales.

El principio básico del enfoque conductual en psicopatología es que la conducta


trastornada consiste en una serie de hábitos desadaptativos condicionados (clásica o
instrumentalmente) a ciertos estímulos. En consecuencia, el tratamiento adecuado consistirá
en la aplicación de los principios del aprendizaje para extinguir esos hábitos. La conducta
es en sí misma el problema; posiblemente intervienen factores biológicos entre el ambiente
y la respuesta, pero existen relaciones funcionales entre ambos que son suficientes para
diseñar una intervención adecuada en la mayoría de los trastornos. Dado que la conducta
anormal se rige por los mismos principios que la normal, no es muy útil (o incluso puede
resultar contraproducente) establecer una distinción cualitativa entre ambas, o entre
diferentes tipos de conducta anormal. El diagnóstico psiquiátrico tradicional, por lo tanto,
será criticado desde este enfoque, que prefiere abordar el estudio de la conducta anormal
presuponiendo continuidad con el comportamiento normal, es decir, desde una perspectiva
dimensional.

La principal objeción que se ha hecho al enfoque conductual se basa en la necesidad de


considerar, además de las relaciones funcionales entre los estímulos y las respuestas, la
participación de variables no observables directamente, como pueden ser las de tipo
cognitivo, para optimizar la explicación del comportamiento anormal y mejorar la
intervención sobre el mismo (Breger y McGaugh, 1965). Esto dio lugar a nuevos
desarrollos que, incluso enmarcándose aún en el enfoque conductual, incluyen constructos
cognitivos en sus teorías sobre el comportamiento anormal (por ejemplo, Abramson,
Seligman y Teasdale, 1978; Reiss, 1980; Bandura, 1969). Estas formulaciones, que podrían
denominarse conductistas ampliadas o neoconductistas, aceptan pues la inclusión de
elementos cognitivos en sus planteamientos, pero no constituyen todavía su eje vertebrador,
como sí ocurrirá, en cambio, en los modelos del enfoque cognitivo.

En su crítica del conductismo, Bunge (Bunge y Ardila, 1988) caracteriza su marco de


referencia por una negación ontológica de la existencia de la mente inmaterial, una
propuesta gnoseológica realista primitiva (puesto que evita la utilización de constructos
hipotéticos) y un relativo aislamiento respecto a otras ciencias como la biología. La
problemática del conductismo se limita al comportamiento, desentendiéndose de la mente;
fija sus objetivos en la descripción, predicción y control del comportamiento de los
organismos, y su metódica rehúye la teorización o la limita a modelos superficiales
cajanegristas. Pese al salto adelante que supuso este enfoque (al rechazar el supuesto
metafísico de la mente inmaterial), resulta inadecuado (continúa argumentando Bunge)
puesto que limita excesivamente su problemática, no alcanza poder explicativo al evitar el
recurso a los mecanismos biológicos y, por ello, y porque no hace uso de la matemática
como instrumento preciso de formalización, sitúa a la psicología en una suerte de estadio
científico de «segunda categoría» no equiparable al de otras ciencias de «primera clase»
como la física.

Pese a lo sugestivo que, por su claridad, resulta este planteamiento, el desarrollo


histórico del conductismo hace necesario complicar un poco más las cosas. A la psicología
E-R del conductismo inicial siguieron algunas modificaciones llevadas a cabo por los
neoconductistas. Tolman y Hull vieron la necesidad de ampliar la problemática y la
metódica del conductismo; Skinner, miembro también de esta segunda generación de
conductistas, no lo vio así, y se produjo una bifurcación. Además, entre los que decidieron
intercalar una O entre la E y la R, unos lo hicieron mediante constructos hipotéticos de
relación (entendidos como conceptos con contenido desligado de procesos fisiológicos, o
como simples nexos matemáticos) y otros optaron por constructos hipotéticos de entidad,
dándoles una interpretación fisiológica (un análisis del papel de los constructos hipotéticos
de relación y de entidad en el neoconductismo se encuentra en Tous, 1978). La
caracterización del enfoque conductista que hace Bunge, en consecuencia, solo es aplicable
a una parte del neoconductismo.

No está de más, como indica Gil (1990), repasar algunas opiniones del propio Skinner
sobre la relación entre psicología y fisiología, veamos:

“Sería más fácil ver cómo están relacionados los hechos fisiológicos y los conductuales
si tuviéramos una explicación completa de un organismo que se comporta: tanto de la
conducta observable como de los procesos fisiológicos que ocurren al mismo tiempo (…) el
organismo es un sistema unitario, cuya conducta es claramente una parte de su fisiología.
(Skinner, 1969, p. 253)”
La conducta no es separable de la fisiología, ni la fisiología es separable de la
conducta. La explicación [del fisiólogo] constituirá un importante avance sobre el análisis
comportamental porque este último es necesariamente «histórico» —es decir, reducido a
relaciones funcionales que poseen lagunas temporales—. “Hoy se hace algo que mañana
afecta al comportamiento del organismo. Al margen de la claridad con que se pueda
establecer el hecho, se pierde un paso y debemos esperar a que el fisiólogo lo suministre.
Podrá mostrar cómo se cambia un organismo cuando se le expone a las contingencias de
refuerzo, y por qué el organismo cambiado se comporta de manera diferente. (Skinner,
1974, p. 195)”

En definitiva, las aportaciones de la fisiología no pueden invalidar las leyes del


comportamiento, sino ayudar a tener un cuadro más completo de ese comportamiento, y
viceversa.

 Modelo cognitivo

En el enfoque cognitivo los determinantes principales del comportamiento anormal son


constructos cognitivos. Gran parte de los modelos de trastornos mentales elaborados desde
este enfoque están basados en la analogía mente-ordenador. La mente es entendida como un
sistema de procesamiento de información que, como los ordenadores, recibe, selecciona,
transforma, almacena y recupera datos; los trastornos mentales pueden ser explicados a
partir de un mal funcionamiento de algunos componentes de ese sistema.

Al igual que en los otros enfoques, o tal vez en mayor medida, en la perspectiva
cognitiva existen diferentes aproximaciones al objeto de estudio de la psicopatología y
preferencias diversas sobre los recursos metodológicos más apropiados para abordarlo; es
por eso por lo que algunos autores (Ibáñez, 1982) han sugerido la conveniencia de no
hablar de enfoque cognitivo, sino de modelos cognitivos de determinados trastornos o
grupos de trastornos, o de modelos cognitivos de anomalías en procesos o contenidos
psicológicos.
Ingram y Wisnicki (1991) propusieron una clasificación de los constructos cognitivos
utilizados en psicopatología en cuatro grandes grupos: estructurales, proposicionales,
operacionales y productos. Los constructos estructurales hacen referencia a la arquitectura
del sistema, es decir, la manera en que la información es almacenada y organizada.
Ejemplos de constructos estructurales son la memoria a corto plazo y la memoria a largo
plazo. En contraste con los mecanismos estructurales, las proposiciones se refieren al
contenido de la información que es almacenada y organizada. Ejemplos de variables
proposicionales son el conocimiento episódico o el conocimiento semántico. Los
constructos operacionales se refieren a los procesos mediante los cuales el sistema
cognitivo funciona, como codificación, recuperación, atención, etcétera. Finalmente, los
productos son definidos como el resultado de las operaciones del sistema cognitivo; son los
pensamientos que el individuo experimenta como resultado de la interacción de la
información entrante con las estructuras, proposiciones y operaciones cognitivas. Son
ejemplos de productos las atribuciones, las imágenes mentales, etcétera.

La principal deficiencia del enfoque cognitivo reside, según Bunge (Bunge y Ardila,
1988), en lo reducido de su marco de referencia, dado que se presenta con un cierto
aislamiento respecto a otros campos de conocimiento como la biología y las matemáticas.
Tal vez esta sea una crítica exagerada, puesto que existen múltiples ejemplos de relación
entre teorías cognitivas y teorías biológicas (Gray, 1982), así como de formalización
matemática de teorías cognitivas (Townsend y Schweickert, 1989). Su principal virtud es
abordar la mayor parte de la problemática tradicional de la psicología, así como hacerlo con
los recursos más potentes de la metodología experimental, aunque añadiendo demasiada
especulación en algunos casos.

f) ¿Qué es el tratamiento moral creado por Philippe Pinel?

A pesar de que la medicina en general tuvo su renacimiento en el siglo XVI, el


progreso de la psiquiatría en ese período se malogró. Los locos eran quemados como brujas
y aún cien años después eran tratados como animales o criminales. Uno de los métodos más
comunes y menos crueles era la restricción con cadenas y esposas. Muchos eran arrojados a
calabozos húmedos y oscuros. Palizas, chapuzones fríos, purgas drásticas, eméticos y
humillaciones físicas constituían recursos terapéuticos habituales. Rara vez vistos por los
médicos, los locos eran objeto de los antojos, caprichos, y crueldad de cuidadores
ignorantes, muchos de ellos criminales y forajidos provenientes de las cárceles vecinas.

Felipe Pinel nació el 30 de abril de 1745 en St. André d'Alayrac, pequeña aldea del
sur de Francia. Inició sus estudios en la carrera eclesiástica, pero luego tornó a la medicina
como su padre y su abuelo. En Tolouse tomó gran interés en las matemáticas y llegó a
graduarse en ella. Recibió su título de médico en 1773 y continuó sus estudios cinco años
en la Universidad de Montpellier. Llegado a París en 1778, no se dedicó a la práctica de la
medicina por varios años, sino que se instaló modestamente en el Barrio Latino, ganándose
el sustento por medio de la enseñanza de las matemáticas y dedicándose a la literatura
médica. Visitaba frecuentemente el hospital privado del Dr. Belhomme, donde transitaban
enfermos mentales.

En ejercicio de sus funciones, Pinel tuvo que presenciar la ejecución de Luis XVI;
se le confiaron posiciones médicas de importancia durante la Revolución y el Terror; fue
testigo de la carrera de Napoleón, y sirvió también durante la Restauración. Fue honrado y
condecorado por cada uno de estos gobiernos, a pesar de lo cual permanecía fiel a sus
convicciones y firme en sus esfuerzos dirigidos a mejorar el tratamiento de los enfermos
mentales y aliviar sus sufrimientos.

El 25 de agosto de 1793 asumió la dirección de la Bicêtre, una combinación de


cárcel y asilo de alienados. Personalmente presentó, ante la Oficina Central de la Comuna,
un proyecto para quitar las cadenas de los locos. Couthon, presidente de la Comuna, le
otorgó autorización para llevar a cabo su experimento. Al principio hizo quitar las cadenas
a un número reducido de pacientes. Los resultados favorables justificaron su posición.
Gracias a la libertad física, el tratamiento humano, al aire fresco, a los baños, a la buena
comida y, por sobre todo a la paciencia, la bondad, la firmeza, muchos considerados
incurables se recuperaron. El 4 de diciembre de 1794, Pinel fue nombrado profesor de
medicina interna y en 1795 administrador de la Salpétrière, arsenal donde se preparaba el
salitre para la pólvora del ejército, convertido en hospital de indigentes y en 1660 destinado
a asilo de alienados. En la Salpétrière Pinel puso nuevamente en práctica sus ideas
liberando a las enfermas de sus cadenas y grillos; reorganizó y reeducó a pacientes,
guardias y personal médico.

Estableció un sistema permanente de registro, sentando normas para la


administración de hospitales para enfermos mentales. Pinel continuó trabajando y siendo
objeto de honores, hasta que en 1823 sufrió una hemorragia cerebral que lo incapacitó; el
25 de octubre de 1826 un segundo ataque le causó la muerte. Entre sus escritos se destacan
la clasificación de las enfermedades (Nosografía filosófica) y sus publicaciones sobre
psiquiatría (Tratado médicofilosófico sobre la manía). Sus ilustres discípulos, su hijo y un
sobrino continuaron su labor. Para sus contemporáneos, Pinel era conocido como la
autoridad indiscutida de los círculos médicos de Paris durante veinte años. En la actualidad,
sin embargo se lo recuerda como un gran psiquiatra, que no solamente amó a sus pacientes
y creía que podían ser curados, sino que además reemplazó teorías y clasificaciones vanas
por observaciones exactas y sobre la base de ellas, se colocó en posición no alcanzada
previamente para ayudar a los enfermos mentales. Modificó los métodos tradicionales con
el cuidado físico adecuado, la clasificación y separación de los enfermos con fines de
tratamiento especializado, las medidas psicológicas y la laborterapia. Su devoción a la
observación, su prudencia en la medicación y su estatura moral se combinaron para hacer
de Pinel digno sucesor de Hipócrates, el antiguo maestro a quien tanto admiraba.

g) ¿Cuál es el aporte de Juan Cuidad Duarte o Juan de Dios (1495- 1550) a la


Psicopatología?

Juan Ciudad Duarte o Juan de Dios (1495 - 1550). Fue internado en un centro tras
sufrir un episodio psicótico en su juventud, decidió que el tratamiento allí recibido no se
ajustaba a las necesidades de los enfermos mentales, por lo que en el año 1527 fundó una
institución en Granada cuyo modelo humanitario de tratamiento al paciente se extendió al
resto de España, Italia y Francia. Los tratamientos que se ofrecían en la mayor parte de los
centros de la época incluían medidas tranquilizantes o estimulantes, así como vendajes,
baños, sangrías o dietas. Por otra parte, se buscaba garantizar un trato humano al enfermo
mediante la ausencia de agresiones físicas, el ofrecimiento de medios de disfrute cultural
(libros, música, etc.) y la posibilidad de realizar tareas ocupacionales con vistas a la
reinserción social.

Así, la proliferación de las instituciones de cuidados a enfermos mentales continúa


su curso. Bajo el influjo de la Ilustración, surge el culto a la razón, por lo que la locura o
sinrazón pasa a convertirse en un fenómeno despreciable. Disminuye el número de centros
de carácter religioso, pero en países como Francia comienzan a surgir instituciones que,
bajo control estatal, tienen como objetivo último la reclusión y custodia de aquellos
individuos que pudieran alterar el orden público, entre los que se incluyen no ya solamente
a los enfermos mentales (representantes de esa «desgracia moral» que es como se considera
la locura), sino también a los vagabundos y menesterosos. Comienzan a surgir teorías de
corte pseudocientífico que niegan la existencia de sentimientos humanos a los dementes, y
se justifican así todo tipo de tratamientos denigrantes y crueles.
CONCLUSION
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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