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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


COMUNICACIÓN SOCIAL.

CASO TERRORISMO 2009


INTEGRANTES:
CAÑAVERAL VELAZCO, KARLA.
CONDORI APAZA, MILTON
HERNANI CUEVAS, MAX HERNÁN
LANDA CLAVIJO, LUZ ANGELA
MAMANI TAPIA, MILENKA JULIA.
Todo Estado tiene derecho a proteger y velar por la integridad de su pueblo, tiene la potestad
de brindarle la mayor seguridad posible; tiene, constitucionalmente hablando, la obligación
de ser un instrumento de protección ante amenazas de división del país. Sin embargo, ¿hasta
dónde puede llegar esa potestad de brindar seguridad? ¿Qué acaso la Constitución Política
de cualquier Estado no brinda, de igual manera, la protección de derechos de los ciudadanos
extranjeros? ¿El Estado –cualquier Estado– puede atentar, violar contra lo más preciado del
ser humano: la vida?

Con estas interrogantes, el Estado boliviano, regido por el mandatario, Evo Morales, recibió
una demanda por uno de los implicados en el llamado “Caso Terrorismo” de abril del 2009,
Mario Tadic Astorga. Este personaje, de quien no se sabía nada hasta antes de lo acontecido,
era integrante del grupo manejado por Eduardo Rózsa (boliviano-húngaro), Michel Dwyer
(irlandés), Arpad Magyarosi (rumano) y Elöd Tóásó. De este conjunto de hombres nacionales
y extranjeros, sólo sobrevivieron dos: Mario Tadic (boliviano-croata) y Elöd Tóásó (húngaro-
croata).
El escenario fue poco común para que se dieran los hechos: un hotel –Las Américas-
localizado en Santa Cruz de la Sierra; cuatro habitaciones en donde se hospedaban los
supuestos terroristas. Aún más extraño: el operativo fue sorpresivo. Las fuerzas policiales de
la Unidad Táctica de Resoluciones de Crisis (UTARC) sabía la ubicación exacta del grupo.
Asimismo, La UTARC no recibió ninguna baja. Por consiguiente, el grupo “terrorista” no
opuso resistencia alguna ante los disparos del grupo operativo de élite.

Viene aquí una de las dudas que nos planteamos al principio: ¿puede el Estado –cualquier
Estado– vulnerar los derechos de los ciudadanos extranjeros?

Según la Constitución Política del Estado, no. Además, la institución coercitiva del Estado
actuó con toda severidad antes los aparentes terroristas.

Incluso, el Código Penal señala que no se puede atentar con los derechos de nadie. Mucho
menos, con la vida de los seres humanos.

Asimismo, el Código Penal prescribe, para aquellos que organicen grupos irregulares con la
finalidad de atentar con la vida o la seguridad de las personas, o dividir la nación, una condena
de 15 a 30 años cárcel. Pero no prescribe la muerte en acción. Entonces ¿Acaso el Estado
boliviano actuó de manera arbitraria a sus leyes de protección de derechos? ¿Dónde quedó el
Estado de Derecho? Si es el caso, parafraseando a Friedrich Hayek, economista del siglo
XX, define al Estado de Derecho como: el sometimiento en todas sus acciones a normas fijas
y conocidas que permiten saber al sujeto el cómo usará, la autoridad, sus poderes coercitivos.
Bajo esta lógica, Mario Tadic, presentó la denuncia aduciendo violación de sus derechos, a
una retardación de justicia, al sometimiento arbitrario de la justicia ante su persona y la
intención del gobierno de ocultar información sobre el caso con la muerte de Rózsa,
Magyarosi y Dwyer.

Teniendo en cuenta que La Comisión Interamericana de Derechos Humanos admitió la


demanda de Mario Tadic, esta deberá evaluar las sanciones que, posiblemente, imponga al
Estado boliviano. Está Institución internacional es un órgano principal y autónomo de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), que se encarga de velar por los derechos
humanos a nivel América; a concientizar los valores humanos nacionales y extranjeros.

El hecho había empezado el 14 de abril de 2009. Todo había comenzado con una explosión
en avenida cercana a la casa del Cardenal Julio Terrazas. La explosión, con una onda
expansiva, destrozó los portones de la casa del clero. El ataque parecía apuntar a un grupo
armado. La iglesia condenó dicho atentado, pidió que se encontrasen a los culpables, que se
les juzgue con el peso advenedizo de la justicia, y así fue.

En la madrugada del 15 abril, un grupo armado denominado Unidad Táctica de Resoluciones


de Crisis (UTARC), irrumpió en el Hotel Las Américas. Cortaron la vigilancia de las
cámaras de seguridad, sabían de la ubicación exacta del grupo a menos de un día del supuesto
atentado contra el Cardenal. Se asesinó a tres aparentes terroristas. Estos fueron
sorprendidos: no pusieron defensa alguna ante los disparos. Según los periódicos: “fueron
masacrados”.

El presidente Morales, en el día del operativo sorpresa, había mencionado que sus días
estaban contados, que los días de los que defienden al país del imperialismo estaban en
peligro.

Todo parecía estar tranquilo. Los hechos sorpresivos fueron efectivos. Ya pasados algunos
días, aparecían los supuestos inversionistas del grupo terrorista: la bancada cruceña a la
cabeza de Rubén Costas y los empresarios, esto según las versiones del Vicepresidente
Álvaro García Linera. Quizá tenía razón, ya que una proporción de municiones y armas se
encontraron en el estante de Costas.
Todo parecía estar tranquilo para el gobierno…

Hasta que el 16 de marzo de 2011, se filtró un video de un soborno a uno de los principales
testigos del hecho, Ignacio Villa Vargas alias el “Viejo”. Este video comprometió las
investigaciones de la Fiscalía. Pues, se trataba de un soborno que comprometía la fuga del
implicado. Esto dejó entrever que el gobierno quería ocultar algo ¿pero qué?

Los días estaban pasando. Los meses de igual manera: todo parecía indicar que las
investigaciones era una mesa de dos patas. Por un lado, estaban los que habían financiado el
acto terrorista: los empresarios cruceños y Rubén Costas. Por el otro, el gobierno que no
podía sustentar las evidencias de sus argumentos.
Ya la Fiscalía estaba algo cansada, así que una Comisión Internacional formada por
investigadores de los países de los que eran coterráneos los “terroristas” (Croacia, Hungría,
y agentes de Estados Unidos) quiso hacerse cargo de las investigaciones. Sin embargo, esto
impulsó a una acción desesperada del mandatario boliviano: se negó a que la comisión
internacional investigara los hechos del 2009, alegando que eso sería una violación a la
soberanía del Estado boliviano. Con estas situaciones, fueron apareciendo más
complicaciones para la Fiscalía.

Una de ellas involucraba al fiscal que se hacía cargo de las investigaciones: Marcelo Soza.
Él aparecía en fotos donde, presuntamente, se lo veía siendo extorsionado; en audios que
comprometieron su investigación. Esto elevó más las dudas sobre sí se actuó bajo las leyes
que prescriben la legalidad de las investigaciones. Pero el asunto no quedaba ahí: Soza, ya
implicado en el caso de extorsión, señaló que todo el caso terrorismo fue un montaje realizado
por el gobierno. A lo mismo apuntaba La Embajada Norteamericana, por esa razón fue
expulsado Philiph Golbert.

Ante la situación, Soza renunció a continuar siendo parte de las investigaciones y se refugió
en Brasil. Las implicancias están presentes: ¿qué ocurrió en el caso terrorismo separatista de
2009? Los informes proporcionados por el Ministerio de Comunicación de 2015 señalan que
los implicados querían dividir al país y por eso se declararon culpables. Pero, días después,
luego de haberse declarado culpables, Tadic y Tóásó volvieron a acusar que todo fue un plan
del gobierno para desestabilizar a la base cruceña.

La investigación aún no se concreta. El gobierno, luego de la demanda presentada, señaló


que defenderán al Estado ante quien sea.

Con el panorama casi completo, este año, una reguladora y defensora de los derechos
humanos como lo es la CIDH tomó en sus instancias la demanda contra el Estado boliviano.
Una demanda que posiblemente tenga consecuencias sobre la aplicación de las leyes, a su
cumplimiento. A saber si realmente Bolivia cuenta con un Estado de Derecho.

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