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Las células madre son aquellas “células indiferenciadas que pueden dar lugar a distintos tipos de tejidos, como

los
constituidos por células hepáticas, nerviosas, epiteliales o a las diversas estirpes de células sanguíneas” (definición RAE).
Es decir, son células que “aún no han decidido en qué convertirse”.

En un post anterior hablábamos sobre la medicina regenerativa y las áreas de investigación que se vinculan a ella. Una
de ellas es la terapia celular cobrando fuerza la investigación mediante células madre.

A través de la imagen de la izquierda, puedes acceder a una explicación sobre las fuentes de origen de células madre. A
continuación te presentamos un resumen de su origen. De este modo, existen distintos tipos de células madre:

Las embrionarias que provienen de la mórula (el primer grupo de células que se obtiene tras la fecundación del óvulo y
que aún no se han “especializado”). Son las ideales ya que se podrían diferenciar en cualquier tejido e, incluso,
organismo (son “totipotentes”). Presentan algunos problemas:

Posible rechazo (por provenir de un organismo ajeno, como en los trasplantes),

Aparición de tumores, es decir, no tienen inhibición por contacto (ver vídeo explicativo) y;

El debate moral sobre el uso de células provenientes de un embrión;


Las provenientes de un blastocisto (fase del desarrollo del embrión de los mamíferos que constituye una estructura
celular compleja derivada de la mórula). Se pueden diferenciar en distintos tipos de tejidos, pero no en un organismo
(son “pluripotentes”). Presentan los mismos problemas que las embrionarias.

Las células madre adultas multipotentes, que ya están diferenciadas y sólo pueden generar los tejidos para los que
fueron creadas.

Las hematopoyéticas (proveniente de la sangre del cordón umbilical). Se pueden diferenciar en células de la sangre (son
“multipotentes”). Son las utilizadas para el tratamiento de la leucemia o algunos linfomas.

Las células madre adultas pluripotentes inducidas – iPS (ver vídeo explicativo).

Consiste en la “des-diferenciación” de la célula para poder re-convertirla en otro tipo. Por ejemplo, partiendo de una
célula de la piel, se realiza un proceso para convertirla en una célula no diferenciada (“no convertida/especializada en un
tipo concreto de célula”), es decir, en una célula que se comportaría como una célula madre embrionaria para,
reconvertirla en el tipo de célula que queremos.

Este tipo de células (las iPS) son una gran avance ya que permite la obtención de tejidos del propio paciente (“menos
posibilidades de rechazo”) y, además, evitan el debate moral por no requerir el uso de óvulos humanos, sin embargo,
siguen teniendo el problema de que no tienen inhibición por contacto (posibilidad de que aparezcan tumores).

Hoy en día, se puede “reconvertir” una célula sin pasarla por el estado embrionario. Por ejemplo, pasar de una célula de
la piel a una cerebral directamente (leer noticia). Ello evita el debate moral, la posibilidad de rechazo (por provenir del
propio paciente) y el problema de la aparición de tumores (por no proceder de una célula embrionaria). Ver vídeo
explicativo.

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