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Liberman.
Diferencia entre pubertad y adolescencia
Adolescencia proviene del latín adolescere, crecer, aunque recientemente ha sido
homologado a adolecer en tanto padecimiento pasivo.
Los varones también sienten aversión y miedo, tanto frente al cuerpo de las
mujeres como al propio. Algunos usan los caracteres sexuales secundarios para
incrementar “sus encantos” a través de la potencia muscular (pesas, atletismo,
deportes). Otros, a la manera pasivo-femenina, buscan ser admirados por su
belleza.
Durante esta época se jerarquiza la vestimenta, los adornos, los cortes de cabello
(“los encantos” en general), como contrainvestidura de lo “ominoso” (“horroroso”).
Se da una disimetría radical entre la función y filial, pero tanto los padres como el
hijo requieren atravesar por distintas elaboraciones psíquicas y variados duelos.
El yo del adolescente.
Es ante todo un yo corporal, algunos autores han designado como duelo por la
pérdida del cuerpo infantil que produce un fenómeno de despersonalización por la
contradicción entre el cuerpo que se va haciendo adulto y una mente que se halla
todavía en la infancia. Las nuevas imágenes provenientes de los cambios del
cuerpo del adolescente conmueven las autoimágenes anteriores.
El yo ideal.
Aparece la necesidad de dejar de ser “a través de” los padres y los hermanos para
llegar a ser el mismo, lo que requiere el abandono de la imagen tan idealizada y
arcaica parental. Esto reactiva en los padres los duelos del paso del tiempo ante la
pérdida del nene que crece. El narcisismo está en juego, tanto en el hijo como en
los padres. De aquí que la reestructuración en el yo ideal adquiera una conmoción
por el choque de sentidos.
Lo económico.
2. Otorgar un lugar a la enfermedad del hijo dentro del espacio mental de cada
uno de los progenitores
4. La confrontación generacional