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Adolescencia, teoría y clínica.

Liberman.
Diferencia entre pubertad y adolescencia
Adolescencia proviene del latín adolescere, crecer, aunque recientemente ha sido
homologado a adolecer en tanto padecimiento pasivo.

Freud habla estrictamente de la pubertad (“Metamorfosis de la pubertad” en Tres


Ensayos para un teoría sexual), o sea “cambios de forma” que afecta a la imagen
del cuerpo, tanto morfológicos como fisiológicos, que se anudan a la subjetividad y
tienen un lugar en el segundo tiempo del “arranque de la sexualidad”.
Dado el incremento pulsional que conlleva, deberán ser procesados
psíquicamente, en tanto trabajos de ligadura del Yo.

En las jóvenes adolescentes (adolescencia temprana) se observa un esfuerzo por


elaborar esos cambios corporales a través de “velos”, el “velo” de la fantasía o el
“velo” de los ropajes, que a veces resultan infructuosos (“mal gusto” en el vestir, el
andar desgarbado), que expresan esa sensación de cuerpo fragmentado que
experimentan ante la propia mirada de sí.

Los varones también sienten aversión y miedo, tanto frente al cuerpo de las
mujeres como al propio. Algunos usan los caracteres sexuales secundarios para
incrementar “sus encantos” a través de la potencia muscular (pesas, atletismo,
deportes). Otros, a la manera pasivo-femenina, buscan ser admirados por su
belleza.
Durante esta época se jerarquiza la vestimenta, los adornos, los cortes de cabello
(“los encantos” en general), como contrainvestidura de lo “ominoso” (“horroroso”).

Se dan los fenómenos de masa, que se desprenden de las identificaciones (a


marcas, cantantes, grupos musicales, escritores, etc.).

La importancia de los vínculos amorosos que ponen tope a la retracción narcisista


(“los amigos del alma”), que se caracterizan por la adhesividad y se generan por la
importancia que tienen las identificaciones miméticas, genera la confidencia para
poder compartir las intimidades que no quieren ser compartidas con los padres, ni
con los hermanos (ensayo de exogamia).
Las premisas a tener en cuenta son:

1. No evaluar al adolescente desde la patología adulta


2. Producir su implicación en lo que le sucede, dado que en general son los
padres del adolescente los que demandan, y otras veces, los colegios o la
justicia
Las defensas más implementadas son: la desmentida, la represión secundaria, la
sublimación y la formación reactiva.

El lugar del adolescente.

Existe un orden imaginario y simbólico que precede al nacimiento cronológico.


Este orden es el lugar que ocupa el hijo en la fantasmatica individual de cada uno
de los progenitores y de la pareja, y es a partir de ese momento lógico cuando el
hijo comienza a ser identificado en tal rol y en determinado lugar.

La decisión de tener un hijo implica mantener activa la memoria, en los padres, no


ejercer un abuso de poder sobre sus hijos.para esto los padres deberían posibilitar
el ejercicio de la diferencia.

Confrontación generacional y fraterna.

Se da una disimetría radical entre la función y filial, pero tanto los padres como el
hijo requieren atravesar por distintas elaboraciones psíquicas y variados duelos.

1. Duelos en las dimensiones narcisistas y edipicas


2. Duelos por la irreversibilidad temporal: la caída progresiva de la
inmortalidad y la omnipotencia de los padres que envejecen
3. Desidealizacion gradual de la imagen de los padres maravillosos para el
hijo y del hijo maravilloso que no alcanza a satisfacer el cumplimiento de los
ideales de los padres.
4. Procesos de reordenamiento identificatorio y de re significación del hijo y de
los padres.

El yo del adolescente.

Es ante todo un yo corporal, algunos autores han designado como duelo por la
pérdida del cuerpo infantil que produce un fenómeno de despersonalización por la
contradicción entre el cuerpo que se va haciendo adulto y una mente que se halla
todavía en la infancia. Las nuevas imágenes provenientes de los cambios del
cuerpo del adolescente conmueven las autoimágenes anteriores.

El superyó y el ideal del yo.

Como consecuencia del incremento pulsional, se reactulizan los deseo preedipicos


y edipicos y se impone una modificación en el superyó del adolescente que ( a
diferencia del superyó del latente, que funciona prohibiendo y castigando la act
sex) debe en este periodo retractarse.

Ahora el superyó presenta una doble función:


 imponer nuevamente el tabú del incesto
 no diferir la pulsión instintiva.

En esta etapa el adolescente debe lograr la independencia respecto de los padres


y hermanos en función de una mayor individuación.

El yo ideal.

Aparece la necesidad de dejar de ser “a través de” los padres y los hermanos para
llegar a ser el mismo, lo que requiere el abandono de la imagen tan idealizada y
arcaica parental. Esto reactiva en los padres los duelos del paso del tiempo ante la
pérdida del nene que crece. El narcisismo está en juego, tanto en el hijo como en
los padres. De aquí que la reestructuración en el yo ideal adquiera una conmoción
por el choque de sentidos.

Lo económico.

Hacemos hincapié en el incremento pulsional, sobre todo por exacerbación de las


pulsiones parciales las que paulatinamente deberán articularse con la genitalidad y
que en el mejor de los casos si todo va bien formaran parte del placer preliminar
del coito. Este momento de transición o de cambio conlleva actos impulsivos en
pos de lograr una satisfacción pulsional que carece de dique como son los actings
o pasajes al acto. No toda acción motriz en este periodo puede ser considerada
como un acting y para ello hay que entender al psiquismo.

El pensamiento tiene todavía mucho de concreto y muchas veces acción significa


pensamiento, dado que el precc se va reordenando lentamente. Muchas veces la
acción no puede ser mediatizada por la palabra. La acción es en el A una forma de
ser y pensar.

Si se trata de un acting sabemos que es algo que se muestra, hay una


exacerbación de la escena de una conducta dirigida a otro que se ha vuelto sordo.

El campo analítico con adolescentes.

El campo analítico con adolescentes

La particularidad en análisis con adolescentes se da por la intervención de los


padres, inherente y sobre todo, a la condición de la dependencia emocional,
económica y social que se establece entre el hijo y los progenitores. Es importante
crear algún “influjo analítico” sobre los progenitores, porque la resistencia en ellos
hace peligrar el desarrollo del proceso analítico (hay un nexo estructural entre las
resistencias de los padres y las del hijo en el análisis). Según la singularidad de
cada caso, se pueden realizar entrevistas con ambos padres, con alguno de ellos
por separado, con o sin participación del hijo para:

1. Descifrar inhibiciones, síntomas y angustias en el ejercicio de la


maternidad/paternidad

2. Otorgar un lugar a la enfermedad del hijo dentro del espacio mental de cada
uno de los progenitores

3. Recortar y articular la problemática del hijo dentro de la dinámica narcisista


y edípica de cada uno de los progenitores, de la pareja y de la familia

Pueden surgir obstáculos debido a ciertas transferencias de los padres, pudiendo


llegar a poner en peligro la continuidad del tratamiento.

El analista de adolescentes se halla más expuesto que el de adultos a perder la


asimetría como analista para ubicarse en un plano de maternaje, paternaje o
actuación pedagógica, condicionado además por las fantasías depositadas por los
padres.

Desde lo metapsicológico, es importante revisar si han sido suficientemente


elaborados los siguientes temas:

1. Las autoimágenes narcisistas

2. Los complejos materno, paterno y fraterno

3. El reordenamiento de las identificaciones

4. La confrontación generacional

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