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D’HOLBACH

“Muchos hombres inmorales atacan la religión porque iba contra sus inclinaciones. Muchos
hombres sabios la despreciaron porque la consideraron ridícula, pero como ciudadano, la ataco
porque me parece dañina para el bienestar del Estado, hostil frente a la marcha de la mente
humana, y opuesta a la moralidad más sana”,

Para D’Holbach, el ateo “es un hombre que destruye quimeras dañinas para el género humano,
para hacer volver a los hombres a la Naturaleza, a la experiencia y a la razón

Solo existe la Naturaleza, que es autosuficiente, con sus leyes inmutables de causas y efectos
(nada se produce por azar), y los seres vivos que formamos parte de ella (sugirió que la moral
debería basarse en las leyes naturales y no en falsos presupuestos sobrenaturales). Más allá del
mundo sensible, de lo inmanente, no hay nada. No existen causas finales ni intencionalidad en el
universo. “Reconozcamos, pues, que la materia existe por sí misma, que actúa por su propia
energía y que no se aniquilará jamás. Digamos que la materia es eterna y que la Naturaleza ha
estado, está y estará siempre ocupada en producir, destruir, hacer y deshacer, seguir las leyes
que resultan de su existencia necesaria”

Afirmó tajantemente que las religiones son nocivas para los hombres, pues no tienen la menor
utilidad —destacó el carácter asocial del cristianismo— y encima fomentan la ignorancia,
excluyendo la razón y la experiencia. “La fe prohíbe la duda y el examen, priva al hombre de la
facultad de ejercer su razón y de la libertad de pensar […] La fe es una virtud inventada por los
hombres que temían las luces de la razón, que quisieron engañar a sus semejantes para
someterlos a su propia autoridad y que trataron de degradarlos con el fin de ejercer su poder
sobre ellos”

D’Holbach demostró bastante soltura en el manejo de los textos bíblicos, encontrando flagrantes
contradicciones y errores que desmontan ipso facto la presunción de que la Biblia está inspirada
por Dios. Fue redactada por hombres y además pésimamente. “¿Acaso los hombres no son
propensos a engañarse a sí mismos y a engañar a otros? ¿Cómo saber entonces si se puede
confiar en los testimonios de esos portavoces del cielo? ¿Cómo saber si no han sido víctimas de
una imaginación demasiado viva o de alguna ilusión?”, se pregunta D’Holbach. Para el filósofo
ateo, el Evangelio es una novela repleta de narraciones ficticias y disparatadas. Un plagio en toda
regla de antiguas leyendas paganas. “No hay que extrañarse si vemos a los judíos y a los
cristianos que los sucedieron imbuidos de nociones tomadas de los fenicios, magos o persas,
griegos y romanos”, asegura. Y Jesús no fue más que un simple “charlatán”, un fabulador que
anunció profecías que jamás se cumplieron y que dictó preceptos imposibles de cumplir. “El
fanatismo y el entusiasmo son la base de la moral de Cristo —afirma—. Las virtudes que
recomienda tienden a aislar a los hombres, sumirlos en un humor sombrío y convertirlos a
menudo en dañinos para sus semejantes. Aquí abajo hacen falta virtudes humanas”.

D’Holbach afirma que “El medio más seguro de engañar a los hombres y perpetuar sus prejuicios
es engañarlos desde la infancia”, declara. Pero cuando llega la edad adulta, el creyente no se
molesta en averiguar las razones de su fe ni se pregunta si tienen algún sentido las creencias que
defiende con tanto ahínco: “La mayoría de los hombres sólo aman su religión por costumbre.
Jamás han examinado seriamente las razones que les ligan a ella, los motivos de su conducta y
los fundamentos de sus opiniones. Lo que les parece más importante fue siempre aquello en lo
que más temieron profundizar. Siguen los caminos que sus padres les han trazado, creen porque
se les ha dicho desde la niñez que se debe creer, esperan porque sus antepasados han
esperado, se estremecen porque sus antecesores se han estremecido, y casi nunca se han
dignado cuestionarse los motivos de su creencia”

“Bajo el pretexto de traer la paz, la religión trajo sólo cólera, odio, discordia y guerra […] La
religión cristiana no posee el derecho de vanagloriarse de los beneficios que procura a la moral o
a la política. Arranquémosle el velo con que se cubre, remontémonos a su origen, analicemos sus
principios, sigámosla en su camino y encontraremos que, fundada en la impostura, la ignorancia y
la credulidad, no ha sido ni será jamás útil sino para hombres interesados en engañar al género
humano; que nunca cesó de causar los peores males a las naciones y que, en lugar de la
felicidad prometida, sólo sirvió para embriagarlas de furor, anegarlas en sangre, sumirlas en el
delirio y el crimen y hacerles desconocer sus verdaderos intereses y sus deberes más sagrados”.

“Los milagros han sido inventados únicamente para enseñar a los hombres cosas imposibles de
creer: si se hablara con sentido común, no habría necesidad de milagros […] Los milagros no
prueban nada, salvo el ingenio y la impostura de quienes pretenden engañar a los hombres para
confirmar las mentiras que les han anunciado y la credulidad estúpida de aquellos a quienes
estos impostores seducen […] Todo hombre que hace milagros no pretende demostrar verdades
sino mentiras […] Decir que Dios hace milagros es decir que se contradice a sí mismo, que se
desdice de las leyes que él mismo ha prescrito a la naturaleza y que vuelve inútil la razón
humana, de la que es autor. Sólo los impostores pueden decirnos que renunciemos a la
experiencia y rechacemos la razón”.

SISTEMA DE LA NATURALEZA

“El origen de la infelicidad del hombre es su ignorancia de la Naturaleza”, afirma D’Holbach al


comienzo de su soberbia obra Sistema de la Naturaleza

“Los hombres siempre se engañarán abandonando la experiencia para seguir sistemas


imaginarios. El hombre es la obra de la naturaleza: existe en la naturaleza, está sujeto a sus
leyes, no puede librarse de ellas; y no puede ir más allá de ellas ni siquiera con el pensamiento”

“Los hombres han sido durante demasiado tiempo las víctimas y los juguetes de la moral incierta
que la religión enseña […] La moral sobrenatural no está en absoluto conforme a la Naturaleza: la
combate, quiere aniquilarla, la obliga a desaparecer a la temible voz de sus dioses […] Ármate,
pues, ¡oh hombre!, de una justa desconfianza contra aquellos que se oponen a los progresos de
la razón o que te insinúan que el examen puede dañar, que la mentira es necesaria, que el error
puede ser útil. Todo el que prohíbe el examen tiene intenciones de engañar”.

“Observo por doquier a hombres más astutos e instruidos que el vulgo, al que engañan mediante
encantamientos y deslumbran con obras que cree sobrenaturales, pues ignora los secretos de la
naturaleza y los recursos del arte”

“El Universo, este vasto conglomerado de todo lo que existe, no nos ofrece en todas partes más
que materia y movimiento: su conjunto nos muestra una cadena inmensa e ininterrumpida de
causas y efectos. Algunas de estas causas nos son conocidas, porque afectan de manera
inmediata nuestros sentidos; otras nos son desconocidas, porque no actúan sobre nosotros más
que por efectos frecuentemente demasiado alejados de sus primeras causas [...] La Naturaleza,
en el sentido más extenso, es el gran todo que resulta del ensamblaje de las diferentes materias,
de sus diferentes combinaciones, de los diversos movimientos que vemos en el Universo”

“¡Aparta ya, oh ser inteligente, la venda que cubre tus párpados! Abre los ojos a la luz y utiliza la
antorcha que la Naturaleza te presenta, para contemplar los vanos objetos que turban tu espíritu.
Pide ayuda a la experiencia, consulta con tu razón”…

Textos extraídos de los libros : El Sistema de la naturaleza; Moisés Jesús Mahoma; Cartas a
Eugenia; El cristianismo develado.

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