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Se denomina arquitectura bizantina al estilo arquitectónico que estuvo vigente durante el Imperio bizantino (Imperio

romano de Oriente) desde la caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V. La capital del Imperio de Oriente era
Constantinopla (Constantinopolis o ciudad de Constantino), cuyo nombre anterior fue Bizancio y, actualmente, Estambul, y
ello desde el año 330, momento que otros autores fijan como el inicio de la arquitectura bizantina.

Características

Capilla palatina de Palermo.

La arquitectura bizantina mantuvo varios elementos de la arquitectura romana y de la paleocristiana oriental, como los
materiales (ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico), arquerías de medio punto, columna
clásica como soporte, etc. Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que destaca la nueva concepción dinámica de los
elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta
abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la
planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de
ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen
simbólica del cosmos divino.

Otra aportación de gran transcendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano
es una herencia romana, empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando a avisperos;
otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligada la
colocación sobre ellos de un cimacio o pieza troncopiramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos.

En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia
que se concede a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basílical y las cruciformes con los tramos
iguales (planta de cruz griega).

En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o nártex, de origen
paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado se colocaban los
iconos pintados.

Las principales caracteristicas de la arquitectura bizantina son:


Uso de la arqueria de medio punto
Uso extenso de la cupulas y desarrollo estructural para superponerlas.
el desarrollo de la pechinas
Uso en mayor medida de las plantas centralizadas seguida de las de las plantas en cruz griega y planta basilical
Uso extenso de las bovedas
Pintura iconoclasta
Decoracion extensa con mosaicos vidriados
Su combinacion de la planta basilical con la planta centralizada dio lugar a la planta en cruz griega: un cuadro en el centro
con 4 brazos ortogonales de igual longitud, tambien llamada iglesia bizantina
Gran uso del marmol en suelos y columnas.
Espacios altos con decoracion suntuosa
Uso del oro para decorar los cielos y cupulas.
Uso de la piedra, el ladrillo y el marmol como materiales basicos.

Ver tambien Arquitectura Bizantina


Ver ademas: Simbolismo de la Arquitectura Cupulada Bizantina
Este articulo nos sumerge en en simbolismo de las cupulas bizantinas, pocas veces es tratrado el simbolismo, pero esta vez
podremos leer un articulo que trata de iniciarnos en este interesante analisis.
La cúpula, como podremos constatar, no es un elemento arquitectónico meramente decorativo, sino que responde a
concepciones estéticas fundamentadas en un simbolismo preciso. La cúpula no tiene sentido en sí misma, sino en cuanto a lo
que representa: la bóveda celeste…. simbolismo cupula bizantina

Evolución estructural

Planta de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, del siglo IV.

En los primeros tiempos del primer período de la arquitectura bizantina, las construcciones de iglesias en las regiones de
Palestina y Siria en época del emperador Constantino II estaban efectuadas según dos modelos diferentes de planta del
edificio: la planta basilical o axial, como por ejemplo sucede en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, y la planta circular o
central, como es el caso de la hoy perdida gran iglesia octogonal que existía en Antioquía.

Elementos arquitectónicos
3.1. Plantas arquitectónicas

En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia
que se concede a la cúpula central, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los
tramos iguales (planta de cruz griega). En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de la nave
principal, posean un atrio o

narthex, de origen paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado
se colocaban los iconos pintados.

3.2. Arcadas de medio punto sobre columnas

Los arquitectos bizantinos generalizaban el uso de arcos apoyados sobre columnas con fines constructivos. Esto tiene una
gran importancia para la historia de la arquitectura y contribuye a dar ligereza y bellos efectos de perspectiva a los interiores.

3.3. Las cúpulas sobre pechinas,

Uno de los grandes avances de la composición espacial bizantina consistió en cubrir mediante una cúpula semiesférica (o de
media naranja) un espacio de planta cuadrada, consiguiendo así la posibilidad de articular una sucesión de crujías cubiertas
con cúpulas. Para ello se intercalan entre los apoyos y la cubierta cuatro triángulos curvos llamados pechinas; estas pechinas
parten de los vértices de cuadrado y se unen en la parte superior formando un anillo sobre el que descansa la cúpula,
facilitando el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Geométricamente, las pechinas, se pueden definir como
fragmentos triangulares de una esfera de diámetro igual a la diagonal del cuadrado de la planta y que pasa por los cuatro
vértices de éste.

3.4. Capiteles ornamentados

Otra aportación de gran trascendencia fue la decoración de capiteles (con ornamentación zoomorfa o vegetal), de los que
hubo varios tipos. El de tipo teodosiano es una herencia romana empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y
tallado a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos
planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza tronco piramidal decorada con diversos
motivos y símbolos cristianos.
3.5. Materiales empleados y ornamentación

Con el fin de aligerar el peso de las cúpulas semiesféricas y disminuir el empuje de los laterales, estas se construían mediante
hiladas concéntricas de materiales resistentes y poco pesados como son los tubos de barro enchufados y ladrillos, en forma
de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del
cosmo divino.

El arte figurativo bizantino desarrolló un estilo característico; su aplicación a la arquitectura se concreta en los mosaicos,
grandes composiciones murales ejecutadas a partir de pequeñas piezas de mármol de colores o pasta vidriada (llamadas
teselas). Esta es una técnica heredada directamente de los mosaicos romanos, con la peculiaridad de que en Roma se
utilizaba únicamente en espacios domésticos.

4. Obras principales del arte bizantino

4.1. Época Justiniana

Durante esta período las obras se construyen en Bizancio y son las iglesias de Santa Sofía (532 y 537 d.C.), Santa Irene, San
Sergio y San Baco (527 d.C.) y la de Los Santos apóstoles,

La primera de ellas la más importante de todas, su planta es de cruz griega inscrita en un cuadrado. Tiene una cúpula de 32
metros de diámetro.

La iglesia de Santa Irene es de planta longitudinal y tiene dos cúpulas, una con tambor.

Durante esta época también se construyen en Rabena a orillas del Adriático (Italia) tres monumentos de gran importancia del
arte bizantino: La iglesia de San Vital (526-547 d.C), San Apolinar del Puerto (530 – 549 d.C.) y San Apolinar el Nuevo (520
d.C.).

La primera de ellas es de planta octogonal, uno de los más bellos ejemplos, junto con Santa Sofía, del arte bizantino, emplea
arquerías en todos sus lados excepto en el de la capilla mayor. Los mosaicos de su interior muestran temas religiosos y
profanos, entre ellos, al emperador Justiniano I y al resto de la corte bizantina.

Las otras dos iglesias se caracterizan por ser de planta basilical de tres naves y por tener una rica decoración de mosaicos

4.2. Segunda época de esplendor

Durante esta época se introdujeron tres novedades en la construcción bizantina:

1) Se desarrolla la cúpula con tambor.

2) Se generaliza la utilización del triple ábside.

3) En los templos más importantes se suele construir un pórtico cubierto con cúpulas.

La obra más importante se construye en Venecia: La Catedral de San Marcos.

Lo venecianos a la hora de reconstruir el templo de su patrono, y debido a sus relaciones comerciales con Bizancio utilizaron
los modelos arquitectónicos bizantinos. Su planta es de cruz griega, tiene cinco grandes cúpulas situadas en los brazos y en el
crucero, tres ábsides, y en torno a los brazos de los pies se construye un pórtico cubierto con pequeñas cúpulas. El interior
está decorado con mosaicos y mármoles al exterior.

En este siglo se construye la iglesia de Santa Sofía de Kiev en, que servirá de modelo a todas las iglesias rusas.

4.3. A partir del siglo XII.

La influencia bizantina, musulmana y normanda, desarrollará un estilo peculiar, el siculo-normando.

Características:

1) Utilización preferente de la planta basilical.

2) Ábsides semicirculares.

3) Utilización de cruceros abovedados sobre trompas.

4) Utilización de arcos enlazados de origen cordobés, así como también la construcción de algunas bóvedas de mocárabes.

5) Rica decoración de mosaicos de influencia bizantina.

Las obras más importantes se encuentran en Palermo y son: La capilla Palatina, el Monasterio de Monreal

5. Iglesia Santa Sofía

La iglesia de Santa Sofía es una de las obras cumbre del arte bizantino. Su significado es Divina Sabiduría y está dedicada a la
segunda persona de la Santísima Trinidad. Durante casi un siglo fue el centro espiritual del Imperio bizantino, catedral de los
patriarcas, escenario de los actos estatales importantes y marco de un esplendoroso ceremonial en el que se manifestaban el
poder la dignidad del imperio teocrático.

Fue construida entre los años 523 y 537 d.C, durante el mandato de Justiniano en Constantinopla, capital del Imperio
Bizantino (hoy Estambul, Turquía), por los arquitectos y matemáticos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto.

La iglesia es de planta cuadrada de 79,30 m. x 69,50 m., con una gran cúpula central que mide 31 m de diámetro y 55 m de
altura. La cúpula de Santa Sofía es de tal grandiosidad que sólo tiene su antecedente en el panteón de Agripa (Roma). Tiene
un gran anillo de ventanas y está apoyada en cuatro pechinas, las cuales a su vez posan sobre cuatro pilares, que al estar en
el exterior del edificio parece como si la cúpula se sostuviera en el aire.

La cúpula ya mencionada tuvo que ser reconstruida en el año 558, y al ser nuevamente levantada se emplearon trozos de
ánfora porosas para que su peso fuera menor. Además se le incorporó un tambor cilíndrico con una serie de ventanas
alrededor del gran casquete esférico, que ilumina el interior de la iglesia.
En la parte exterior se extiende un gran atrio de cinco pórticos, donde se conservan algunas columnas clásicas
constantinianas y un gran recipiente con agua vendita para la purificación de los fieles. Después del atrio hay dos nártex o
vestíbulos que mediante nueve puertas nos comunican a la iglesia. Tiene una nave central y dos naves laterales, y un ábside
interior semicircular. La diferencia de altura de las naves fue aprovechada para levantar un segundo piso o matronio
(gineceo).

El espacio esta dividido en dos partes: la naos donde se colocaban los fieles, y la bema o presbítero, para los clérigos. Ambas
estancias están separadas por la iconostasis, reja o cancel que cerraban con velos en el momento de la consagración.
Próximas al ábside encontramos dos salas: la prótesis, donde se guardaban las especies, y el diacónicon, donde se revestía el
sacerdote.

En lo que se refiere al espacio exterior, en esta obra es posible apreciar una construcción sólida y bien definida por sus líneas
matrices en donde su detalle no es tan importante como en su interior.

En la fachada oeste, se encuentra el atrio y la entrada principal, el cual consta de dos galerías, y posee dos plantas. Es de
destacar que todas las aberturas en el exterior poseen arcos de medio punto.

La construcción se eleva suavemente hasta entrar en contacto con una bóveda de cañón que ayuda en la descarga del peso
de la semicúpula oeste.
En la fachada norte y sur, se pueden observar los grandes contrafuertes que ayudan en la descarga de los grandes pesos de
las cúpulas. Entre estos contrafuertes se pueden observar ventanales con arcos de medio punto y al igual que en la fachada
este, la construcción se eleva bruscamente.

En la fachada este se puede observar el espacio que ocupa el ábside. Su mayor característica son las líneas duras, sin mucha
expresión, que definen su geometría.
En la estructura de Santa Sofía, lo interesante es su ambivalente condición, donde coexisten dos tendencias de clara
tradición: por un lado, la tendencia basilical con su sentido dinámico y su ritmo longitudinal, y por otro, la tendencia
centralista con el espacio estático de la cúpula. Si la primera predomina, la cúpula no podría tener el énfasis que tiene y
quedaría relegada a una función secundaria; si predominara la segunda, el efecto estático sería mayor y en torno a la cúpula
el espacio se ordenaría, anulando todo dinamismo y evitando la aparición de un eje longitudinal de simetría.

En Santa Sofía, en cambio, coexiste el eje longitudinal de simetría, de una latente estructura basilical, con el espacio
centralizado de la cúpula. Es decir, coexisten, hasta cierto punto, la cúpula del Panteón romano y las naves de una basílica
constantiniana.

El efecto de reposo y de movimiento se complementan en esta solución bipolar donde la cúpula se alarga en las grandes
exedras de los ábsides hasta adquirir una impresión de espacio oval. Las exedras absidiales se expanden a su vez en otras
exedras menores que tienen su antecedente en las exedras de San Sergio y San Baco, cuyo origen romano es clarísimo. Sin
embargo, en Santa Sofía se ha perdido el orden adintelado que como residuo clásico quedaba en San Sergio para ser
sustituido por un sistema más bizantino de columna y arco.

El interior presenta un aspecto totalmente contrapuesto a su exterior: amplio, despejado y ligero. Un recinto cupular
gigantesco, cuadrado, forma el centro del edificio; sobre cuatro anchas arcadas de pilares flota la cúpula lisa, inmersa en una
luz sobrenatural gracias a las cuarenta ventanas que se abren en su arranque.

Al este y al oeste su enorme empuje se distribuye sobre medias cúpulas de diámetros iguales (33 m), sustentadas por pilares
dispuestos octogonalmente Por la parte del ábside y el atrio se contrarrestan los grandes empujes de las semicúpula
mediante dos grandes exedras o cuartos de esfera, que a su vez lo están por otras más pequeñas.

En el eje norte – sur, la fuerza es absorbida por cuatro inmensos contrafuertes dispuestos por parejas, con columnas de color
verde antiguo, pórfido rojo y mármol blanco.
Las formas complicadas de sus recintos y bóvedas ofrecen perspectivas extraordinariamente ricas, la amplitud, la abundancia
de luz y la armonía del recinto principal, se contrastan con las tremendas tensiones de los bovedajes y de los verticales
pilares.

La decoración policroma ayuda en Santa Sofía como en toda la arquitectura bizantina, a desmaterializar el organismo
arquitectónico, dándole un sentido de irrealidad y una mágica apariencia que siempre ha dominado a la religiosidad oriental.

Estas características ayudan a exaltar lo maravilloso del fenómeno espacial y lumínico. Además con la ingeniosa manera de
emplear los recursos constructivos y de ocultar el sistema de contrarrestos, la decoración arquitectónica de revestimiento
colabora con la impresión buscada. Esta decoración no recalca las líneas matrices y expresivas de la arquitectura como en
Occidente, sino que las diluye en una deslumbrante vibración de superficie que cubre por igual todo el ámbito.

En Santa Sofía, como en los demás interiores bizantinos, lo que se trata de provocar en el espectador es la impresión de la
presencia de la Divinidad, provocando asombro, y llevándolo por igual hacia el encantamiento y al temor ante la majestad
divina.

La decoración de revestimiento era también un legado de Roma, donde las grandes salas termales, una vez llevada a cabo la
construcción masiva, se decoraban con mármoles policromos en busca de un acabado que asombre por su lujo y
magnificencia, sin otra intención que la de significar la grandeza de una civilización. Esta decoración de revestimiento en
Oriente se transforma en un carácter totalmente diferente, dejando de ser espejo de una civilización para convertirse en
auxiliar de un culto.

Los bizantinos tuvieron la audacia de liberar el mosaico elevándolo de su humilde condición de suelo pisadero a la majestad
casi celestial de los ábsides y las cúpulas. La temática alcanzó también la misma elevación en cuanto a rango. Ya no eran
simples dibujos geométricos, símbolos y alegorías de la vida cotidiana, sino que se trataba de las escenas más sublimes de la
religión, las figuras más monumentales y apocalípticas, fragmentos bíblicos, y relatos hagiográficos.

La luz en los interiores bizantinos con su tenebrosidad, con los centenares de lámparas que cuelgan formando una especie de
techo centellante, provocaba infinitos reflejos en la superficie colorida de los grandes mosaicos haciéndolos brillar, como si
realmente se miraran los ojos de Cristo, de los apóstoles o de los profetas.

La iglesia de Santa Sofía constituye la cumbre absoluta de un arte clásico en el que han alcanzado su punto culminante dos
corrientes o tradiciones artísticas distintas: de un lado, las tradiciones arquitectónicas y decorativas del arte clásico
(helenístico y romano), y de otro, el estilo de los edificios abovedados del arte paleocristiano y del Asia Menor; al mismo
tiempo, en el sistema de la distribución de espacio y paredes se establecen las bases de la arquitectura medieval.

6. Conclusión
El gráfico que se muestra a continuación nos permite obtener las siguientes conclusiones:

Por un lado nos muestra como es la resolución matemática del sistema de las cúpulas (parte inferior del dibujo), que en base
a circunferencias de distinto diámetro y líneas rectas que las cruzan dan como resultado las maravillosas cúpulas que tiene la
Iglesia de Santa Sofía.

Por otro lado, las flechas rojas describen como el sistema de descarga de las tensiones que se originan en la cúpula central y
terminan en los fuertes pilares de sustentación.
Y por último, podemos decir que el estudio del espacio en la arquitectura bizantina nos revela que todo el edificio gira en
torno un espacio centralizado, como lo indican el sentido de las flechas azules que emergen desde la parte central del gráfico.

Por otro lado, el arte bizantino fue un arte de tipo oficial,[1] en función de las relaciones del poder eclesiástico con el poder
civil, que se sustentaba con el apoyo de la Iglesia. Y la propia existencia del Imperio bizantino se vinculó a la expansión de la
fe ortodoxa y del arte bizantino.[2]

En razón de las circunstancias históricas y de la propia zona geográfica en que se generó y en la que tuvo presencia, la
arquitectura bizantina recibió, sobre una base formada esencialmente por la arquitectura romana, fuertes influencias de
otros estilos arquitectónicos, especialmente de estilos procedentes de la zona de Oriente Medio. Por otro lado, además de la
ya apuntada influencia en los estilos arquitectónicos de países relacionados con la Iglesia Ortodoxa, debe destacarse que
desde la zona de Rávena, en Italia, en su extremo occidental de distribución, influyó en la arquitectura carolingia y, a
través de ésta, en la arquitectura románica, a la vez que desde el sur de Italia, especialmente en la zona de Sicilia, aportó
alguna de sus características a la versión adaptada en la zona de la arquitectura normanda, que era una de las variantes de
la arquitectura románica.

Algunas de las características distintivas de la arquitectura bizantina son, además de la forma ya indicada de las cúpulas,
el uso del ladrillo como material constructivo en sustitución de la piedra, el uso masivo de los mosaicos como elemento
decorativo en sustitución de las esculturas, la mayor elevación de los edificios como resultado del realce de las cúpulas, y el
hallazgo de un sistema que permite conjugar el uso constructivo para las dichas cúpulas de un soporte de planta cuadrada
pero que permite el remate mediante un tambor en una cúpula redonda, en muchas ocasiones con prolongación de un alero
ondulado.

Cupula

Características constructivas

[editar] Forma geométrica

La superficie de una cúpula puede adoptar distintas formas según el método constructivo y las tradiciones formales, variando
en función de la forma de planta y el perfil de acuerdo a la cónica utilizada:
• Semiesférica, que es la forma más simple desde el punto de vista constructivo teniendo en cuenta el
replanteo.
• Semi elipsoide de planta circular, utilizada en cúpulas rebajadas.
• Semi elipsoide de planta elíptica, adecuada a espacios rectangulares.
• Semi paraboloide de planta circular, permite cúpulas más estilizadas, "aliviando" la percepción formal del
edificio.
• Semi paraboloide de planta elíptica.
• Semi hiperboloide de planta circular, también más esbelta, mejora el comportamiento estructural al
reducir los empujes horizontales.
• Semi hiperboloide de planta elíptica.

Esquema de cúpula sobre pechinas.

Esquema de cúpula con tambor.

Construcción de un iglú.

[editar] Elementos de una cúpula

La base sobre la que se apoya la cúpula puede consistir en muros continuos o en arcos sobre pilastras. Cuando la base es
cilíndrica, la cobertura del espacio resultante puede construirse mediante una cúpula simple; en otro caso, la cubierta se
convierte en una cúpula de gajos (gallonada). Para resolver la transición entre la base circular o elíptica de la cúpula y la
forma cuadrada o poligonal del basamento, se utilizaron frecuentemente elementos de transición como trompas o pechinas.

Entre la cúpula propiamente dicha, y los elementos de transición suele interponerse un tambor cilíndrico o cimborrio, por lo
general perforado con ventanas, que posibilitan la iluminación del espacio interior.

La iluminación puede asimismo complementarse mediante una linterna superior, visible desde el exterior como elemento
formal de coronamiento del conjunto.
[editar] Sistemas constructivos

Uno de los métodos constructivos más simples y antiguos consiste en levantar hiladas sucesivas de mampuestos, cerrándose
progresivamente hacia el centro. Este sistema es antiquísimo, y permite cubrir espacios de diámetro relativamente pequeño.
A veces, la colocación de los mampuestos sigue un patrón en espiral, tal como lo han aplicado tradicionalmente los
esquimales para levantar sus iglúes. La construcción resultante suele denominarse falsa cúpula o aproximación de hileras
al conseguirse por este medio.

En este sistema cada aro o vuelta de mampuestos logra al "cerrarse" la estabilidad necesaria, y el comportamiento estático
es el de una estructura adintelada, sin esfuerzos horizontales de importancia.

Las cúpulas verdaderas están conformadas por piezas llamadas dovelas, con una "clave" superior que equilibra los esfuerzos
en forma similar a lo que se requiere en un arco o una bóveda, sólo que en tres dimensiones.

Para permitir un óculo cenital que dé paso a la luz exterior o -más tardíamente- una linterna con el mismo objetivo, la "clave"
puede reemplazarse por un anillo superior de piezas que resistan en conjunto los esfuerzos de compresión. Este aro superior
se construyó frecuentemente en aleaciones como el bronce, para asegurar la estabilidad y durabilidad.[3]

El problema más importante -sin embargo- de los constructores de cúpulas antes de la Revolución industrial fue hallar
materiales con resistencia a la tracción para contrarrestar los esfuerzos horizontales en la base de la cúpula que, por su
forma, tiende a "abrirse". La solución clásica consistió en contrarrestar tales esfuerzos mediante contrafuertes pesados de
obra, después por otras cúpulas y semicúpulas, que van llevando los esfuerzos a sitios menos visibles (caso de Santa Sofía de
Constantinopla) y que en el gótico fueron remplazados por arbotantes. Posteriormente se contrarrestaron los esfuerzos
horizontales mediante un zuncho, generalmente de acero, en la base, funcionando a tracción, pero con interesantes
variantes, como por ejemplo, en la Catedral de Puebla, (México), donde se utilizó un material tan inesperado como un
trenzado de tripa de caballo, debido a que es mucho más flexible y resiste mucho mejor los esfuerzos de la cúpula cuando se
produce un terremoto; de la bondad de la solución ideada por los arquitectos españoles da fe que la cúpula sigue entera tras
bastantes movimientos sísmicos.[4

Constantinopla:

Con el traslado de la capital del imperio hacia Constantinopla en el año 330, se da comienzo a una nueva era histórica que representa un nuevo paso en la
evolución arquitectónica. Como bien nos tiene acostumbrado el puntilloso imperio romano, el emplazamiento de la nueva capital no se da al azar, sino que
responde a ciertos cánones significativos, propios de la cultura imperial romana: Constantinopla se ubica en el lugar exacto en que se unen Asia y Europa, en
el punto medio entre Roma y Jerusalén, produciendo un equilibrio geográfico entre el antiguo imperio y “el nuevo pacto” cristiano. En dicha zona no solo se
encuentran oriente y occidente, sino también los mares negro y mediterráneo, conformando un eje norte-sur, es decir un cardo, que corta al decumanus
imperial y en cuya intersección se yergue Constantinopla.

En contraste con la rígida organización geométrica de los asentamientos romanos, la ciudad de Constantinopla se organizó topológicamente.

Constantinopla carece de la pesantez y la fuerza plástica que caracterizaron a las formas arquitectónicas romanas, en su lugar la ciudad se lee en siluetas y
contornos que diluyen a las superficies desmaterializándolas, con lo que la ciudad pierde su carácter terrenal para convertirse en un espejismo, que se funde
con el cielo.

Durante la primera mitad del siglo IV, bajo el gobierno de Justiniano, se inició el desarrollo que le dio a la ciudad su perfil característico, dominado por las
innumerables cúpulas de las iglesias, entre las que se destaca la Santa Sofía, de la cual se hablará mas adelante.

Construcciones bizantinas:
Luego del decaimiento del imperio romano, el poderío económico es heredado por Bizancio, adonde se traslada también la cultura arquitectónica romana.
Entre los siglos V y IX Europa occidental carece de grandes producciones arquitectónicas, siendo Bizancio (en función de su poderío comercial) el único
punto de referencia de la época en lo que se refiere al arte de construir. En ella se dieron importantes innovaciones en la arquitectura, especialmente en la
sacra.

La arquitectura bizantina se convirtió en una síntesis entre la arquitectura imperial romana y la del medio oriente. De Roma adoptaron el uso del ladrillo y del
cemento, de los otros el uso de la cúpula. El mérito de los bizantinos radica en haber logrado montar a la cúpula sobre una planta cuadrada o rectangular
(gracias a la aplicación de la pechina) lo que les permitió a los arquitectos bizantinos, salir de la planta circular, a la que estaban limitados los arquitectos
romanos a la hora de implementar una cúpula. Esto fue posible en gran parte gracias a la evolución técnica en la aplicación del ladrillo, con el que de manera
ingeniosa, se creó la pechina, la cual es una perspicaz forma geométrica que consiste en rellenar los espacios sobrantes entre el cuadrado de la planta y el
círculo de la cúpula. La pechina consiste en la inserción de un cuadrado dentro de una semiesfera, el cual se proyecta en altura para conformar una especie de
arcos alabeados, sobre los cuales apoya la cúpula.

Además de esto, el ladrillo también era utilizado como revestimiento interior de muros y techos, en especial en forma de mosaico.
Conceptos generales:

• En toda iglesia paleocristiana hallamos la misma búsqueda de desmaterialización e interioridad, o sea, el “espacio espiritualizado”, de
modo tal que el creyente experimentaba la sensación de entrar en el cielo, cada vez que ingresaba a la iglesia.

Tal efecto se logra por medios ópticos, a través de la decoración, la iluminación y la desmaterialización real del muro en razón de la introducción de las
arcadas. En la iglesia bizantina, esto último se concreta con mayor efectividad mediante el sistema del baldaquino, que provoca la genuina disolución del
muro.

• Las columnas han perdido su fuerza plástica, dado que sus alturas, diámetros y capiteles varían considerablemente, con lo que
podemos afirmar que ya no representan ningún carácter antropomórfico específico, y simplemente se las aplica como medio para subrayar el movimiento o
recorrido longitudinal.

• En la basílica, el límite de la zona inferior queda oculto en la oscuridad, en tanto que de la pared superior parece irradiar la luz divina.

• Los símbolos espirituales de centro y de recorrido están presentes en todas las iglesias, pero en algunos casos difieren con respecto a la
arquitectura; por ejemplo: si bien el centro espiritual es el altar, raramente coincide con el centro arquitectónico del edificio. Incluso en la iglesia bizantina de
planta central, el altar aparece colocado al final de un recorrido longitudinal, en donde el centro arquitectónico es un eje vertical el cual se ve definido por la
cúpula celestial. En la arquitectura bizantina este eje es de primordial importancia, en tanto que el recorrido longitudinal esta menos subrayado. Lo contrario
ocurre en la basílica paleocristiana, en donde el eje vertical apenas esta insinuado.

Esto se dio bajo el significado de que para alcanzar a Cristo el camino es largo y arquitectónicamente tal camino se concretó como un eje longitudinal,
definiendo un recorrido de redención que lleva hacia el altar.

• Mas tarde se introduce el principal símbolo cristiano, es decir la cruz, a la planta de las iglesias. Así tenemos entre los siglos V al IX,
una gran cantidad de iglesias cruciformes (con transepto) dedicadas a los santos apóstoles.

• La diferente selección y combinación de formas simbólicas en la arquitectura occidental y en la bizantina, deriva de la diferente
interpretación de la idea de redención: para el hombre occidental la redención se da a través del camino, lo que determina el recorrido, mientras que en oriente,
el mundo es concebido como un todo estático y armonioso que reposa en sí mismo “por los siglos de los siglos”. En consecuencia el centro, el círculo y la
cúpula se convirtieron en las formas espaciales primordiales.-

La basílica era un edificio relativamente utilitario y de construcción sencilla, que constituía la manera mas económica de cubrir un gran espacio y dadas las
apuradas condiciones económicas en que creció la iglesia en los primeros días, la forma de la basílica se convirtió en un arquetipo para la construcción de
iglesias en occidente.

Con la importancia económica ganada por Bizancio, este se convierte en heredero cultural del imperio, dándole continuidad a su majestuosidad arquitectónica,
la que se plasmaba claramente en las iglesias, que partiendo mas o menos del panteón, evolucionaron hasta convertirse esencialmente en las típicas iglesias
bizantinas de planta central con cúpula.
San Sergio y San Baco, Constantinopla (525)

Al igual que en el Panteón, la línea de imposta de la cúpula es mas baja en el interior que en el exterior, lo que proporciona canto estructural allí donde se
necesita, creando al exterior la típica cúpula rebajada bizantina.

Cuatro grandes pilares de piedra en las esquinas de un cuadrado de unos 30 m de lado, unidos por medio de pechinas, sobre la que se apoya la enorme cúpula.
Este espacio central se amplía hacia el este y el oeste por adición de semicúpulas, apoyadas sobre otros pilares. En conjunto, cúpula y semicúpula forman una
gran nave de forma ovalada de aproximadamente 70 m de longitud, a partir de la cual se sitúan las estructuras de menor altura que forman el nártex de entrada,
las naves laterales y el ábside. Las semicúpulas y sus soportes sirven para recoger el empuje de la cúpula principal en dirección este y oeste, y cuatro grandes
contrafuertes situados sobre las naves laterales sirven de soporte a los flancos norte y sur. El interior se ilumina mediante ventanas situadas en la cúpula y en
los muros circundantes, con un gran despliegue de colores, gracias a los mármoles y a los mosaicos.

El contraste producido entre la riqueza decorativa y la simplicidad del diseño global, conforman una característica típica de la arquitectura bizantina.

Evolución de la planta de las iglesias

Columnatas

Ábside

Transepto

Nave central

Nave lateral

Nave lateral

Deambulatorio

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