Você está na página 1de 3

La rebelión de Huánuco

La rebelión contra el poder español que tuvo lugar en Huánuco en 1812 surgió luego
de varios meses de planificación. La historia detrás de este desafortunado
levantamiento equivale a un complejo tejido de conflictos locales y de orden mundial.
Como se sabe, Napoleón mantuvo cautivo al rey Fernando VII. Los liberales derrocaron
al virrey en Buenos Aires e invadieron el Alto Perú. El virrey Abascal envió tropas desde
Lima que, a mediados de 1811, obligaron a los sublevados a replegarse a Salta. En
Huánuco, un grupo de criollos simpatizantes de los rebeldes de Buenos Aires se
levantaron cansados del dominio ejercido por otros criollos y españoles en la región,
con la esperanza de unirse a los porteños y establecer un nuevo sistema de poder
local. Para superar en número a los realistas, los rebeldes huanuqueños buscaron
reclutar a los pueblos de la zona.
El 22 de febrero, los rebeldes provenientes de pueblos como Acomayo, Panao y Santa
María del Valle atacaron Huánuco de noche. Algunos comuneros se unieron a la
batalla, pero el subdelegado Diego García y otros escaparon hacia Tarma. Las revueltas
sacudieron la región. La población campesina y urbana se culparon mutuamente de la
situación y la debilidad de la alianza indígena-criolla pronto se hizo evidente.
El intendente de Tarma, José González de Prada, envió refuerzos a Ambo mientras
Abascal hacía lo propio desde Lima. Los rebeldes perdieron una preciosa oportunidad
de moverse hacia el sur, lo que permitió a los realistas posicionarse ventajosamente en
el puente de Ambo. En el ínterin, el regidor Juan José Crespo y Castillo se convertiría en
el líder de la sublevación. A lo largo de marzo se produjeron nuevas escaramuzas, con
resultados contraproducentes para los rebeldes. Crespo y Castillo, y otros dos líderes,
José Rodrigues y Norberto Aro, fueron capturados y ejecutados en Huánuco. Otros
cabecillas fueron sentenciados a trabajos forzados. Un cura, fray Marcos Durán Martel,
tuvo un papel fundamental al convencer a pueblos aledaños a sumarse al
levantamiento. Ello le costó ser desterrado al presidio de Ceuta, en África del Norte.
LA REBELIÓN DE TACNA
La rebelión protagonizada por el pueblo de Tacna y dirigida por Paillardelle, y Calderón
de la Barca, permitió el desarrollo en suelo peruano de la primera acción armada
separatista contra el dominio colonial español. Dos años antes –1811- el movimiento
de Zela solo tuvo un carácter reformista y autonomista, es decir luchó contra el Virrey
pero no contra el Rey; el de Paillardelle fue verdaderamente radical y antisistema para
entonces.
El 03 de octubre de 1813, el teniente coronel don Enrique Paillardelle insurreccionó
Tacna junto a otros patriotas. Existen diversas versiones contradictorias en cuanto a su
lugar de nacimiento. Mitre en su “Historia de Belgrano” decía que era peruano (natural
de Lima), y en la “Gaceta de Buenos Aires” en su edición extraordinaria del miércoles
2 de agosto de 1815, cuando se publicó la sentencia que recayó sobre él, dice que era
de Cádiz. Benjamin Vicuña Mackenna en su “La Independencia en el Perú” dice que era
“un distinguido peruano, aunque de origen francés y nacido al parecer y por acaso en
Buenos Aires”, en tanto que para Cùneo Vidal era nativo de Francia. El historiador
argentino Yaben, R. Jacinto, capitán de fragata(r) en su obra: Biografías Argentinas y
Sudamericanas dice: “Enrique Paillardelle nació en Francia, donde prestó servicios en
la marina desde el año 1796 y en la que, según su exposición, alcanzó el grado de
alférez de navío. En 1802 pasó al Perú acompañando a su señora madre, que era
limeña y que falleció en esa ciudad, en 1810”. Adherimos la versión de Yaben, porque
para su redacción se contó con información documentada existente y reproducida por
el Archivo General de la Nación Argentina.
Estaba confinado en Tacna cuando se pronunció contra los realistas en 1813,
sublevándose el 3 de octubre de aquel año, en combinación y con instrucciones
precisas del general argentino Manuel Belgrano. Proclamó la independencia, haciendo
intimaciones a las autoridades coloniales de Arica y de las ciudades de Moquegua y
Arequipa, pretendiendo que lo secundasen, y previno al intendente de esta última, le
entregase a su colaborador don Manuel Rivero que estaba allí preso, amenazando en
caso negativo con “pasar a cuchillo” a los españoles que hubiese en Tacna.
LA REBELIÓN DEL CUSCO
El movimiento dirigido por los hermanos José y Vicente Angulo, Gabriel Béjar y el
brigadier (equivalente a lo que hoy sería General de Brigada) Pumacahua entre agosto
de 1814 y marzo del año siguiente, es considerado con justicia como el más serio
intento autónomo hecho por los peruanos para su emancipación de España. Con
ocasión de la polémica acerca de la “independencia concedida” o “conseguida”,
desatada por el artículo de Bonilla – Spalding, el historiador Jorge Basadre no dudó en
agitar la rebelión del Cusco como la prueba de la voluntad separatista y la conciencia
patriótica de los peruanos, antes de la llegada del ejército de San Martín. En la
insurrección habrían participado criollos, como los Angulo y Béjar, de la mano con un
noble indígena de la región, como el cacique brigadier. La trayectoria personal de este
último resulta fascinante, si no enigmática: ¿en qué momento, entre 1781 y 1814, o
apenas entre 1813, cuando como presidente de la Audiencia del Cusco se puso de lado
del virrey y el bloque de los “peninsulares”, en el conflicto con los criollos, y agosto de
1814, fue ganado por la idea de la independencia? ¿Qué mutación se produjo en él (a
los sesentiséis años), que al poder español le debía casi todo: propiedades, privilegios,
cargos, títulos y honores?
La identidad social de los Angulo y Béjar es, por su lado, confusa. El regente de la
Audiencia, Manuel Pardo, los calificó de “unos cholos ignorantes y miserables”,
mientras que el historiador Jorge Cornejo Bouroncle considera que se trataba de
criollos del Cusco, aunque quizás no de los más encumbrados. De hecho, todos ellos
eran oficiales militares, aunque de graduación más bien baja: capitanes o tenientes;
otro hermano más de los Angulo, Juan, era párroco en Lares, provincia del Cusco.
La tesis de que la rebelión estalló por defender a la Constitución de la contraofensiva
absolutista de Fernando VII, quien derogó la Carta de Cádiz en mayo de 1814, no se
sostiene, si consideramos que esa noticia no arribó a Lima sino hasta cinco meses
después, es decir, en octubre; y a Cusco seguramente más tarde aun; mientras que el
movimiento de los Angulo se produjo el dos de agosto.

Você também pode gostar