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J.Y. JOLIF
concretar, ante esto, la antropología busca en su trabajo unir los fragmentos relacionados al
hombre en todo su esplendor para llegar a ello, por lo tanto, en su trayectoria imprime categorías
decisorias para un estudio profundo de la naturaleza humana. Pero, ¿qué sucede cuando el
problema resulta de la posición científica de la llamada antropología filosófica?, más aun cuando
nuestra era nos permite conocernos en diferentes aspectos como seres humanos, y de esa forma,
ese acceso ha hecho que el hombre no quiera ignorar dicha información, entonces Jolif afirma:
“el hombre no se contenta ya con vivir; quiere comprender su existencia sometiéndola a las
normas objetivas del conocimiento científico” (p. 124). Entonces, ¿realmente hay un problema
habitual habida entre las ciencias humanas positivas y la filosofía, que además, se ve
específicamente quiere encontrar el ser humano con respecto a sí mismo. De esta forma, muchos
y por mucho tiempo han considerado la filosofía como un estudio especulativo al que no es
posible aplicársele las herramientas lógico-matemáticas y/o empíricas que las ciencias positivas
utilizan como medio hacia resultados objetivos y por ende, no es posible una comprobación
incredulidad con respecto a la filosofía, dado que incluso el uso de los medios técnicos de las
misma materia de estudio, es entonces cuando Jolif habla acerca del absurdo de la minimización
de una u otra rama, dado que hay una codependencia necesaria para la existencia solvente de una
y otra, no es ilógico aludir la existencia del pensamiento y de la razón aun cuando no eran
escritos o cuando no era posible dar demostraciones científicas como se hace en la práctica
contemporánea. Así, el recuento histórico nos muestra que el pensamiento, humano y los
estatutos epistemológicos se remontan a un inicio, a un vacío del positivismo donde el mismo fue
creado junto con sus normas y convenciones, por ende, hay un inicio filosófico innegable. Por lo
tanto, es preciso decir que las ciencias positivas tendrán una línea de inicio en un fundamento
específico que sería no solo su objeto de estudio, sino la razón de la afirmación verdadera de su
estudio, es decir, toda ciencia se remonta a un pasado únicamente filosófico que da validez a su
presente y futuro, por ende, damos por cierto que aquello que Jolif imprime como
filosofía, y por otro lado, el carácter abstracto debe seguir su trayectoria y avance que contempla
su base fundamental en las ciencias humanas, por lo tanto, la realización de un trabajo filosófico
que segregue la ciencia humana y ubicándose como verdad absoluta, no tendrá fundamento.
Ahora bien, ¿cómo puede llegar el hombre a conocerse ciertamente, sin admitir una
las ciencias humanas es un evento real que no puede desconocerse, pues su estudio es un gran
aporte para un avance hacia el conocimiento auténtico que abastece a la filosofía para su
Del mismo modo que estamos persuadidos de que las ciencias físicas proporcionan el
hablar del cosmos haciendo suyas las determinaciones de la ciencia, así también se estima
que no hay otra forma de aproximación al hombre que la que nos proporcionan las
con los otros conocimientos –las ciencias positivas-, pues “esos otros conocimientos sólo pueden
darse por valederos admitiendo también ellos la autenticidad del discurso filosófico” (p. 137).
Las ciencias no pueden desconocer su fundamento y de esta forma, debemos prever que estamos
presentes ante un hecho que involucra una multiplicidad de discursos que no pueden ser unidos
ni monopolizados por una rama particular, y tampoco pueden ser eliminados, puesto que todos
constituyen la totalidad del ser humano, por ende, a pesar de no ser posible la aplicación de
herramientas de comprobación positiva –que sus propias fallas tiene-, no podemos descartar el
carácter científico de la antropología filosófica por tal hecho, ya hemos dicho que el carácter
abstracto de la filosofía antropológica no está destinado a quedarse eternamente, esta consigue
estatutos distribuidos por las diferentes ciencias humanas que nos dicen exactamente qué es el
hombre, entonces, tendríamos que negar nuestras cualidades anatómicas que nos diferencian ante
las especies animales de la misma forma como pasa con las otras especies, negaríamos los dedos
oponibles, también nuestro valor productivo evaluado por la economía, o la capacidad intrínseca
de relacionarnos con el medio y hacer que nuestro comportamiento se deduzca de dicho medio y
el conductismo sería falso. Hay muchas calidades humanas a las que deberíamos renunciar para
negar la calidad de ser hoy un ser humano –aunque hayan muchos más estatutos que
posiblemente no se hayan mencionado o aun no existan que sean del humano-. Si bien es cierto
que el imperio científico puede parecer demasiado en la actualidad, donde la era está llena de la
introspección del ser y la igualdad cósmica, abandonar los estatutos y principios científicos,
podría significar un esfuerzo por renunciar a un conocimiento básico que ha debido tenerse en
cuenta, no podemos partir únicamente de la filosofía para darnos un significado como seres
su existencia y validez, es dar un completo retroceso (p. 124), dado que la renuncia de ello, lleva
a la incomprensión, segregación o una especie de partidismo, sino también a una especia de amor
Finalmente, advertimos que el discurso del ser humano se ubica hacia la búsqueda de su
ser integral y por ende, ha dejado de sólo vivir y se ha ocupado de conocer de sí, de esta forma,
se han originado las posiciones de como el hombre satisface esta necesidad, sea como una
seguridad científica, o como un rechazo a la importancia de las ciencias humanas. Ante estas
situaciones, fueron formuladas las siguientes preguntas. Primero, ante ¿qué sucede cuando el
de la habitual rivalidad existente entre la filosofía y las ciencias humanas, dado que estas últimas
matemáticas y empíricas propias de su medio, que dan eficacia y confianza para aquel sujeto
curioso que pretenda saber acerca de sí mismo y su propia naturaleza, que, contrario sensu, la
filosofía no sólo no dispone de estas herramientas, sino que su aplicación resultaría en el proceso
de una especulación, por ende, hay un imperialismo y una superioridad en las ciencias humanas.
advertimos que no hay dicho problema dada la interdependencia que existe entre una y otra rama
para llegar a un auténtico conocimiento del todo humano, que además, a pesar de ser la filosofía
una abstracción, esta se resuelve con las determinaciones de las ciencias humanas que le otorgan
un fundamento lógico y así consigue su concreción. Por último, fue necesario tocar como punto
importante esta pregunta: ¿La minimización de la importancia y un posible rechazo del poder de
las ciencias positivas realmente implican un desconocimiento del hombre?, resolvimos que
ciertamente, este desprecio es absurdo y esta renuncia implicaría dejar atrás también los
desconocer lo que cualquier filósofo pueda decir sobre el hombre, dado que encontramos que el
papel de la filosofía no es la creación sino la reflexión y explicitud de lo dado por las ciencias
humanas. La interdependencia y el problema de la filosofía como ciencia, fue así resuelta como