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Dado que uno de los sistemas que más influencia ejerce sobre el comportamiento
humano en la sociedad es el ámbito judicial (Foucault, 1975), era inevitable que la
psicología, como ciencia de la conducta, y de la mente que rige y dirige esa conducta,
desarrolle relaciones de cooperación con el amplio mundo de la ley, que también gira
entorno a la conducta humana (Carpintero, 2006).
Por tanto, las escuelas y facultades de psicología han optado por integrar en la
formación del profesional en psicología, cátedras que le permitan acercarse a los
conocimientos de estas ramas de la psicología; por tanto la Facultad de ciencias
psicológicas de la universidad central del Ecuador, también ha consensuado incluir la
formación en peritaje a los futuros psicólogos de nuestro país.
En el presente escrito, procuro dar una breve reseña de lo que respecta a la psicología
judicial y la psicología forense, sus definiciones, sus implicaciones y por supuesto, sus
diferencias; intentando con ello dar un primer paso al complejo estudio y formación del
Peritaje Psicológico.
OBJETIVOS
Objetivo General
Objetivos Específicos
Así entonces, más adelante en la historia distintos psicólogos han ido dando forma y
fondo a la psicología aplicada al derecho, y según Carpintero, estos se han
fundamentado principalmente en cuatro pilares que les han servido como cimientos y
pilares teóricos para el desarrollo de esta disciplina; estos son:
Ya más adelante será Miguel Ángel Soria (1998), quien realice una diferenciación
entre las posibles disciplinas que componen la psicología aplicada al derecho,
intentando con esto delimitar y definir una a una dichas disciplinas, así entonces
distingue dos significados para la Psicología Jurídica: la primera que incluiría a todos
los campos de la psicología relacionados con la Ley y el Derecho; y, la segunda que
puede definirse como ¨la aplicación de la psicología social que estudia los
comportamientos psicosociales de las personas o grupos relacionados, establecidos y
controlados por el derecho en sus diversas vertientes, así como aquellos procesos
psicosociales que guían o facilitan los actos y las regulaciones jurídicas¨ (Soria, 1998).
Casi una década después de esta contribución de Soria a la psicología aplicada al
derecho, Garrido y Herrero (2006), redefinen el campo de la psicología jurídica
procurando diferenciar el quehacer de otras disciplinas tales como la psicología judicial,
la psicología forense, la psicología criminal, entre otras; y dicen entonces, que la
psicología jurídica es una disciplina que ¨trata de los supuestos psicológicos en que se
fundamenta las leyes y quien las aplica, bien sean juristas bien psicólogos, con el fin de
explicar, predecir e intervenir¨; y que sin embargo, hoy en día esta definición hace
referencia a la Psicología Judicial (Ovejero, 2008).
Para finalmente definir la psicología jurídica, Ovejero (2008), sugiere retomar una
doble dimensión de esta disciplina, por un lado una definición intencional, según la cual
podemos decir que es ¨el estudio del comportamiento de las personas y de los grupos en
cuanto que tiene la necesidad de desenvolverse dentro de ambientes regulados
jurídicamente así como de la evolución de dichas regulaciones jurídicas o leyes en
cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en ellos¨ (Clemente, 1997); y una
definición operativa, según la cual podemos decir que es una disciplina que estudia
temas como: testificación, sistema penal, negociación, procedimientos judiciales,
delincuencia juvenil, etc.
Por otro lado, también De castro y Ponce (2009), hacen comparación entre
psicología jurídica y psicología forense, en vista de que usualmente son confundidas por
los no expertos en el tema, diciendo lo siguiente: ¨la psicología jurídica es una rama de
la psicología que aplica los conocimientos psicológicos a las leyes y la justicia, es decir
que abarca varias áreas de especialización dentro de las cuales se encuentra la
psicología forense; mientras que la psicología forense es una rama de la psicología
jurídica que auxilia a los órganos de la justicia en su toma de decisiones.¨(De Castro y
Ponce, 2009). Diciendo además que es esta última rama la que se dedica al peritaje, es
decir, a responder las demandas del juzgado, intentando con ello estudiar la
inimputabilidad, la veracidad del testimonio, la determinación de circunstancias de
atenuación, la coacción ajena, entre otros.
Por último, según José Amar Amar (2012), para ejercer el peritaje, el psicólogo debe
tener un amplio entendimiento de la psicología forense, que en la mejor de las
concepciones teóricas Bartol (2001), a define como aquella aplicación de los
conocimientos del profesional en psicología para evaluar a los implicados en un delito y
contribuir a la mejor manera de ejercer justicia para todos. Sin embargo, Ovejero
(2008), sugiere que en último de los casos la Psicología aplicada al derecho, sea unas
disciplinas más que otras, pueden convertirse bien en un aparato ideológico del estado
como decía Althusser, o bien, en términos foucaultianos, en un mecanismo del poder
para, antes que rehabilitar, vigilar y castigar.
CUADRO COMPARATIVO
Fue Miguel Ángel Soria quien finalmente traza una línea entre la psicología jurídica
y la psicología forense, que más adelante será extendida hasta separarlas en dos
disciplinas que tienen su propio campo y objeto de estudio; siendo un ámbito amplio el
de la psicología jurídica, acercándose desde la psicología social al derecho, uno más
reducido el de la psicología forense, que se acerca al derecho, más bien desde la
psicología clínica principalmente.
Finalmente, vale destacar que varios autores, especialmente Bartol, están de acuerdo
con que el estudio de la psicología jurídica y más aún el de la psicología forense, son
esenciales para la formación del profesional en psicología en lo que se conoce como
peritaje.
FUENTES DE REFERENCIA
Bibliografía Primaria
Bibliografía Secundaria
Foucault, M. (1975). Vigilar y Castigar. México: México D.F. Editorial Siglo XXI.