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También Devarim 24:5 Cuando un hombre tomare una nueva mujer (aun viuda), no servirá en el
ejército ni le será impuesto cargo alguno; libre quedará para cuidar de su casa por un año, y
alegrará a la mujer que ha tomado.
Ki yikáj ish ishá jadashá lo yetzé batzavá veló yaavór aláv lejól davár nakí yiheyé lebeitó shaná eját
vesimáj et ishtó asher lakáj.
Tal afirmación la confirma el Kohelet y Shir HaShirím con las siguientes frases:
Kohelet 9:9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te
son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu
trabajo con que te afanas debajo del sol.
“Rehé jaím im ishá asher ahavta kol yemei jayei helveja asher natán lejá tajat hashemesh kol yemei
hevleja ki hu helkeja bajaím ubaamaljá asher atá amel tajat ha sehemesh”
Shir haShirím 1:4 Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos
gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te
aman.
“Mashjení, ajareja narutzá. Hebiani hamelej jadarav naguila ve nismejá baj; nazkirá dodeja miyain;
meisharim ahebuja.”
Shir haShirim 2:16 “Pertenezco a mi amado
, y él es mío” “Dodi li vaaní lo”.
Podemos añadir que, el matrimonio obliga a la persona a detener su constante preocupación por
sus propios progresos y se preocupa, en cambio, por las necesidades de su esposa e hijos. En lo
que aprende a preocuparse por los intereses del otro, los deseos del hombre por la codicia y el
poder son lentamente templados. Como resultado de ello su personalidad se dirige fuera de su
egoísmo natural hacia el beneficio del otro. Ésta es la llave para el crecimiento espiritual.
Veamos otro aspecto relacionado con la actividad sexual del matrimonio: dado que “el concepto
básico” del matrimonio es “fructificad y multiplicaos” (Prú urvú), la Torá es muy clara en decir
quienes se pueden casar y cuando tener relaciones: respecto al primer punto, encontramos en el
libro de Vayickrá, en 18:7-17, las siguientes indicaciones:
La desnudez (de la mujer) de tu padre, y la desnudez de tu madre no descubrirás; es tu madre, no
descubrirás su desnudez. La desnudez de la mujer de tu padre (aun después de muerto éste) no
descubrirás; desnudez de tu padre es ella. La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de
tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás. La desnudez de la hija de tu
hijo o hija de tu hija, la desnudez de éstas no descubrirás, porque son tu misma desnudez. La
desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada por tu padre, tu hermana es; la desnudez
de ella no descubrirás. La desnudez de la hermana de tu padre no descubrirás; pariente cercana
de tu padre es. La desnudez de la hermana de tu madre no descubrirás, porque pariente cercana
de tu madre es. La desnudez del hermano de tu padre no descubrirás (esto es), no te llegarás a su
mujer; tía tuya es. La desnudez de tu nuera no descubrirás; mujer de tu hijo es, no descubrirás su
desnudez. La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; la desnudez de tu hermano es.
La desnudez de una mujer y de su hija no descubrirás; ni tomarás la hija de su hijo ni la hija de su
hija para descubrir su desnudez; parientes próximas son, acción mala es. Y a una mujer
juntamente con su hermana no tomarás para que le sea rival, descubriendo tú la desnudez de ésta
además de la de aquélla, durante su vida. Y a una mujer en la impureza de su menstruación, no te
llegarás para descubrir su desnudez. Y con la mujer de tu prójimo no te acostarás para dar semen,
contaminándote con ella.
Ervát abíja veervát iméja lo tegalé iméja hi lo tegalé ervatá. Ervát éshet abíja lo tegalé ervát abíja
hi. Ervát ajotjá bat abíja o bat iméja molédet bait o molédet jutz lo tegalé ervatán. Ervát bat binjá o
bat bitjá lo tegalé ervatán ki ervatjá héna. Ervát bat éshet abíja molédet abíja ajotjá hi lo tegalé
ervatá. Ervát ajót abíja lo tegalé sher abíja hi. Ervát ají abíja lo tegalé el ishtó lo tikráv dodatjá hi.
Ervát kalatjá lo tegalé éshet binjá hi lo tegalé ervatá. Ervát éshet ajíja lo tegalé ervát ajíja hi. Ervát
ishá ubitá lo tegalé et bat bená veét bat bitá lo tikáj legalót ervatá shaára hénah zimá hi. Veishá el
ajotá lo tikáj litzrór legalót ervatá aléyha bejayeyhá. Veél ishá benidát tumatá lo tikráv legalot
ervatá. Veél éshet amitéja lo titén shjovtéja lezará letomá ba.
La costumbre judía nos cuenta acerca de un documento llamado Ketubá el cual es un documento
en el cual están delineadas las responsabilidades que el marido asume para con su esposa; el
objetivo de la misma, es proteger la dignidad de la esposa judía.
Si revisamos la historia, hay tres registros, aunque no muy claros, de contratos matrimoniales: el
primero de ellos, el de la civilización Sumeria, donde la familia era la unidad básica de la sociedad,
se encuentra la inscripción de un contrato en una tablilla, con lo que se oficializaba y concluía la
ceremonia matrimonial; el segundo de ellos, en el antiguo Imperio Romano, donde también se
describe la firma de las “tabulae nuptiales” delante de 10 testigos; y el tercero, los egiptólogos
quienes también documentan que, en la época Ptoloméica ya existían contratos matrimoniales
para proteger los derechos de los contrayentes en el caso que se disolviera el matrimonio.
El posible origen de la Ketubá en la Torá se encuentra en los versículos 22:15-16 del libro de
Shemot con palabras que dicen: “Si alguno sedujese a una virgen que no estuviere comprometida
y se acostase con ella, ciertamente pagará la dote y la tomará sin tardanza por mujer; mas si el
padre rehusara absolutamente dársela a él, pagará el dinero correspondiente a la dote de las
vírgenes”.
Vejí yefaté ish betulá asher lo orasá veshajáv imá mahór yimeharéna lo leishá; Im maén yemaén
avíha letitá lo késef yishkól kemohár habetulot.
También se nos enseña que en el libro de Bereshit, se encuentran dos citas relacionadas con el
origen de la ketubá: La primera de ellas, 31:15 Ciertamente extrañas fuimos consideradas por él,
porque nos vendió y se ha comido por completo nuestra plata.
Halo nojriót nejshávnu lo ki mejaránu vayojál gam ajól et kaspéinu.
La segunda de ella en Bereshit 48:9 que dice: Y respondió Yoséf a su padre: Son mis hijos, los que
me ha dado Adonai aquí. Y él dijo: Tráemelos, por favor, para que los bendiga.
Vayomer Yosef el abib banái hem asher natán li Elohim bazé vayomar kajém na elái vaabarajém.
Las palabras del Rabino Yekutiel Yehuda Halberstam más conocido como el Klausenberger,
explicó que al decir Yoséf las palabras Bazé, le estaba mostrando una ketubá.
¿Describe la Torá algún tipo de ceremonia para el casamiento?
En el antiguo Israel las bodas no iban acompañadas de ninguna ceremonia, sin embargo, se
celebraban con gran regocijo. El día de la boda, la novia se arreglaba con esmero en su propia
casa. Primero se bañaba y se untaba con aceite perfumado, como está escrito en Rut 3:3 que dice:
“Báñate y perfúmate, y ponte tu mejor ropa. Baja luego a la era, pero no dejes que él se dé cuenta
de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber”. Veamos lo que encontramos en
Yejezkel 23:40-43: este dice: “Y por si fuera poco, mandaron traer gente de muy lejos. Cuando esa
gente llegó, ellas se bañaron, se pintaron los ojos y se adornaron con joyas; luego se sentaron en
un diván lujoso, frente a una mesa donde previamente habían colocado el incienso y el aceite que
me pertenecen. Podía escucharse el bullicio de una multitud: eran los sabeos, que venían del
desierto. Adornaron a las mujeres poniéndoles brazaletes en los brazos y hermosas coronas sobre
la cabeza”
A veces, la mujer era ayudada por sirvientas, se ponía de gala, con las mejores joyas y usualmente
con un vestido blanco espléndidamente bordado, dependiendo de su condición social, tal como
encontramos en Yeremia 2:32; que dice “¿Acaso una joven se olvida de sus joyas, o una novia de
su atavío?” o también en Tehilim 45:13-14. “La princesa es todo esplendor, luciendo en su alcoba
brocados de oro. Vestida de finos bordados es conducida ante el rey, seguida por sus damas de
compañía.” También hay una referencia en Yeshaia 49:18, que dice: “Alza tus ojos, y mira a tu
alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, afirma el Señor, a todos
ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia”. Y otra más también el Yesháia
61:10 que dice: “Soy semejante a un novio que luce su diadema, o una novia adornada con sus
joyas”.
La novia también se cubría con una especie de velo, que se extendía de la cabeza a los pies, con
lo que se podría explicar el por qué Labán pudo engañar fácilmente a Yaakov, de manera que este
no se dio cuenta de que se le daba a Lea en lugar de a Rajel, y para reforzar ello, vemos como
Rivka se puso una mantilla cuando se dirigía al encuentro de Itzjak. Bereshit 24:65 “Y dijo al siervo:
¿Quién es este hombre que viene por el campo hacia nosotros? Y dijo el siervo: El es mi señor. Y
tomó el velo, y se cubrió”.
Vatomer el haéved mi haísh halazé haholéj basadé likratéinu vayomer haéved hu adoní vatikáj
hatzaíf vatitkás.
El novio se vestía también con su mejor atavío y frecuentemente con una prenda hermosa para la
cabeza y una guirnalda encima; partía de su casa al anochecer y se dirigía a la casa de los padres
de la novia, acompañado por sus amigos. Desde allí, la procesión, acompañada de músicos,
cantores y, normalmente, de personas que llevaban lámparas, se dirigía hacia la casa del novio o
la casa de su padre; dicha procesión y jolgorio son descritos, con posterioridad en el TaNaj,
cuando con profetas como Yeremia anuncian el castigo que recibirá Israel, en épocas futuras;
veamos 16:9 “Porque así dice el Todopoderoso: Voy a poner fin en este lugar a toda expresión de
alegría y de regocijo, y al cántico del novio y de la novia. Esto sucederá en sus propios días, y
ustedes lo verán.”
Nuevamente nos preguntamos, ¿Cuál es la mejor edad para contraer matrimonio?
Dentro del judaísmo, los varones y las mujeres, una vez han cumplido con la BarMitzva y la Bat
Mitzva respectivamente, han alcanzado la madurez personal y frente a su comunidad, aunque para
las mujeres, hay un lapso de transición de seis meses y un día en el cual la mujer es considerada
naará, “joven mujer”, hasta que pasa a ser llamada bogueret, “madura”; a partir de este momento,
los jóvenes pasan a ser considerados, según la halajá o ley judía, responsables de sus actos: esta
madurez, es la que ha permitido, en muchas comunidades, que se pueda celebrar el matrimonio,
con todas las variaciones que pueden existir entre los ritos ashkenazi y sefaradí; sin embargo, a
partir de lo que se encuentra en los libros de Shemot y Devarim, donde se señala la mayoría de
edad para entrar al ejército como 20 años, algunos consideran esta edad como la óptima para el
matrimonio: sin embargo, como ya se anotó previamente, como Adam aparece 18 veces descrito
en el libro de Bereshit, algunos eruditos consideran esa edad para casarse, aunque la Torá
menciona edades diversas, como la de Itzjak.