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LA VIOLENCIA

He aquí un problema muy complejo. Por siglos y siglos el hombre ha sido violento; las religiones en
todas partes han tratado de domarlo, pero ninguna de ellas ha tenido éxito. De modo que si
vamos a examinar la cuestión, me parece que debemos por lo menos ver este asunto muy
seriamente porque nos llevará a un terreno por completo distinto.

Este problema de la violencia, ¿está allí o aquí? ¿Quiere usted resolver el problema en el mundo
exterior, o está usted investigando la violencia misma tal como se manifiesta en usted? Si en usted
no hay violencia, surge la pregunta: “¿Cómo podré vivir en un mundo lleno de violencia, de deseo
adquisitivo, de codicia, envidia, brutalidad? ¿No seré destruido?” Esta es la inevitable pregunta
que uno se hace. Si formula esa pregunta, me parece que en realidad usted no está viviendo
pacíficamente. Si usted viviera pacíficamente, no tendría problema. Es de extraordinaria
importancia que esto se comprenda.

Primero debe ser obvio para mí que soy un ser humano violento. He experimentado la violencia en
la cólera, violencia en mis apetitos sexuales, violencia en el odio, la he conocido, y me digo a mí
mismo: “Quiero comprender este problema en su totalidad, no meramente un fragmento, el que
se manifiesta en la guerra, sino esta agresión en el hombre, que también existe en los animales, de
los cuales yo formo parte”.

La violencia no consiste simplemente en matar a otro. Hay violencia cuando usamos una palabra
dura, cuando hacemos un gesto para echar a un lado a una persona, cuando obedecemos por
miedo. La violencia es mucho más sutil, más honda. Y nosotros estamos investigando las
verdaderas profundidades de la violencia.
Cuando usted se señala a sí mismo como hindú, musulmán, cristiano o europeo, u otra cosa, está
actuando violentamente, porque se está separando de la humanidad restante. Cuando usted se
aparta de otros por motivos de nacionalidad, creencia, o tradición, surge la violencia. Por eso un
hombre que intenta comprender la violencia no pertenece a ningún país, a ninguna religión, a
ningún partido político o sistema especial. Está interesado en la comprensión total de la
humanidad.

Para investigar el hecho de su propia cólera, usted no debe someterla a juicio, porque tan pronto
concibe lo opuesto, la condena y, por tanto, ya no puede verla tal como es. Cuando usted dice que
alguien le inspira aversión o que usted lo odia, éste es un hecho aunque parezca terrible. Si usted
lo mira, si lo examina completamente, el hecho cesa. Pero si usted dice: “no debo odiar, debo
tener amor en mi corazón”, entonces está viviendo en un mundo hipócrita con patrones dobles.
Vivir plenamente, completamente, es vivir con lo que es, sin un sentido de condenación ni de
justificación. Entonces es tal la plenitud de su comprensión que el hecho ha terminado para usted.
Cuando usted ve con claridad, el problema se soluciona.

J. Krishnamurti, “Libérese del pasado”


Los cuatro pasos de la transformación alquímica se denominan: nigredo, albedo, citrinitas y
rubedo.
En cada peldaño, el alquimista sufre una purificación cada vez más profunda, seguida de la
unión con el Fuego de cada peldaño (boda alquímica), del nacimiento de una cualidad nueva y
de la muerte de la misma para poder seguir al escalón siguiente.Es la primera etapa del Opus
alquímico. “Nigredo” o “Putrefactio” es la fase del plomo, la inmersión en la materia prima que,
mediante una serie de operaciones por las que es pulverizada, calcinada, disuelta y fundida,
se transformará en “Oro Filosofal” y en “Lapis Philosophorum”. En este nivel, el ser humano
tiene que penetrar en lo oscuro, en lo caótico del inconsciente, integrar el aspecto oscuro de la
psique, de todas aquellas emociones, percepciones y pensamientos que se han rechazado a
lo largo de la vida por considerarlos indeseables. Es el proceso por el cual se integra a la
conciencia el arquetipo que Jung llamó Sombra.
Nigredo interna
Albedo: el blanqueamiento Hay textos alquímicos que dicen que es en este momento cuando
el alma se hace consciente de sí misma. Recorriendo el proceso de transformación interior,
Jung describe esta fase como un retirarse de la vida exterior. Este peldaño es comparable al
vapor que surge cuando se calienta el agua, y es sinónimo de la esencia espiritual que surge,
elevándose, de la psique y se manifiesta en el “saber de quién se es verdaderamente”, el
saber de la propia identidad. Psicológicamente esto hace referencia a la integración
consciente de los aspectos psíquicos opuestos, es decir, del Ánima en el hombre, y del
Ánimus en la mujer.
Citrinitas Literalmente “color amarillo”.Es la tercera etapa del proceso alquímico. Se describe
como la transmutación alquímica de la plata en oro o el color amarillento de la conciencia
lunar. El alquimista, una vez purificado en sus sentimientos y deseos, debe ahora hacer pleno
uso de sus poderes mentales, aprendiendo la dura labor de pensar por sí mismo, es decir, que
esta es la etapa en la que se desarrolla la sabiduría, como resultado de la reflexión en la etapa
de albedo.
Rubedo: el enrojecimiento En este peldaño se despierta el deseo de dar a la conciencia
iluminada una nueva forma o, lo que es lo mismo, encarnar de nuevo y de otra manera. Aquí
es donde tiene lugar la verdadera transmutación, o transformación integral, y la unión nueva
de espíritu y materia. Es la culminación de la «Gran Obra», la creación totalmente nueva del
ser.
Jung se refiere a esta etapa como aquella donde se produce el encuentro del Yo personal y el
Sí-Mismo.
Esto conforma una nueva unión, en la que todos los opuestos se complementan
armónicamente y se conectan directamente con el “Unus Mundus”. Tal estado es
indescriptible e inefable y constituye el logro de la Totalidad. Este Sí-Mismo es la “chispa
divina” de la que hablaba Eckhart, el Antrophos del Gnosticismo, el “dios interior” de la mística,
el Rey o el “Mercurio Filosofal” que reúne consigo los más irreconciliables opuestos. Ése es el
motivo por el cual la obra alquimista más importante de Jung se titula “Mysterium
Coniunctionis”.
EN LA RAÍZ DEL UNIVERSO SOLO HAY PRESENCIACIÓN PURA , MÁS ALLÁ DEL
TIEMPO Y EL ESPACIO. ELLA ES SU SER REAL
"Cuando usted está preso de la ilusión: «yo soy este cuerpo», usted es meramente un punto
en el espacio y un momento en el tiempo. Cuando la identificación de sí mismo con el cuerpo
ya no está, todo el espacio y el tiempo están en su mente, que es una mera ondulación en la
consciencia, la cual es la presenciación reflejada en la naturaleza. La presenciación y la materia
son los
aspectos activo y pasivo del ser puro, que está en ambas y más allá de ambas. El espacio y el tiempo son
el cuerpo y la mente de la existencia universal. Mi sensación es que todo lo que acontece en el espacio y
el tiempo me acontece a mí, que toda experiencia es mi experiencia, que toda forma es mi forma. Lo que
pienso que soy, deviene mi cuerpo, y todo lo que le acontece a ese cuerpo, deviene mi mente. Pero en
la raíz del universo hay solo presenciación pura, más allá del
espacio y del tiempo, aquí y ahora. Sepa que ella es su ser real y actúe acordemente"

vivimos en un mundo de ilusión, un mundo en el que percibimos en los demás aquello sobre lo
que no somos conscientes o repudiamos en nosotros mismos. A esto lo llamamos proyección, un
término empleado por Carl Gustav Jung, discípulo de Freud. De esta forma, todo lo que nos
molesta e incluso lo que sucede a nuestro alrededor, forma parte de nuestra propia forma de ser,
que se proyecta en nuestra vida diaria mientras no seamos conscientes de ello. Cuando decimos
que alguien es “desagradable”, “malicioso”, “cruel”, “interesado”, etc. estamos identificando en
él/ella cualidades que no queremos ver en nosotros mismos, o que no relacionamos con nuestro
“yo” ideal, es decir, el “ego”. Entonces lo mandamos a la sombra, al inconsciente, y éste se
manifiesta en situaciones y personas que formarán parte de nuestra vida diaria. Cuando culpamos
a alguien de algo, seguimos juzgando aquello que no consideramos correcto para nosotros, y así
perpetuamos estas circunstancias. Para deshacer estas proyecciones hemos de integrar la sombra,
lo inconsciente, que es aquello que vemos en los demás y a nuestro alrededor, para entonces
poder ser libres de todos estos condicionamientos, de la culpa y del castigo.

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