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Corrosión marina

La corrosión es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta día a día la
industria del transporte. Provoca innumerables pérdidas económicas, ya que
afecta a los metales haciendo que estos disminuyan sus propiedades físicas hasta
límites insospechados. En la industria naval, el problema crece exponencialmente,
ya que los materiales están sometidos a unos niveles de corrosión altísimos al
encontrarnos continuamente en contacto con el agua de mar, el electrolito
corrosivo por naturaleza.

Se produce cuando dos metales diferentes se encuentran sumergidos en el agua,


(electrolito) provocando que el metal de menos potencial pierda masa pasando
esta al metal con mayor potencial (pila de corrosión). Existen diversos factores que
afectan la corrosión, como puede ser la salinidad, la temperatura, contenido de
oxígeno, azufre, cloruros, etc. La zona más afectada por la corrosión será la zona
de salpicaduras, ya que se encuentra cubierta intermitentemente por una fina capa
de agua y está expuesta al oxígeno ambiental. Para ello contamos
con diversos sistemas de mantenimiento entre los que destacan:

 Pinturas antifouling: estas pinturas evitan que moluscos, algas, y otras


sustancias se peguen al casco. Estos organismos hacen que la velocidad del
buque disminuya y que la navegación pierda suavidad. Estas pinturas años
atrás eran muy efectivas, pero se descubrió que contaban con sustancias
nocivas, por lo que se han modificado con componentes más amables para la
conservación marina manteniendo su eficacia.

 Protección catódica por ánodos de sacrificio: consiste en producir una corriente


galvánica a través del contacto de dos metales distintos por medio del agua,
siendo el casco del buque el cátodo y disponiendo varios ánodos de sacrificio a
lo largo del buque. Los ánodos son piezas de metal que al tener un mayor
potencial electronegativo se disuelven antes que el casco, siendo la mayoría
de zinc, aluminio o magnesio.

 Protección catódica por corriente impresa: el hierro como metal tiene un


potencial negativo de -600 mV, por lo que al sumergirse en el medio marino
tiene a oxidarse. Se ha comprobado que al llegar a -800 mV esta transferencia
de electrones se detiene, paralizando su degradación. Si colocásemos una
corriente suficientemente negativa al casco, este se convertiría por si solo en
un ánodo respecto al medio que lo rodea, minimizando así el daño.

Como ya hemos comentado, la corrosión es un hándicap que nos acecha


diariamente, (en torno a un 3% del PIB se utiliza para enfrentarse a ella) por lo que
no conviene bajar la guardia, y saber que sin un buen mantenimiento nos
terminará ganando la batalla.

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