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• ANTONIO SANTOS

Tierras de ningún 1ugar


~ Utopía y cine

••

CÁTEDRA
\.<§>, Signo e Imagen
••
Director de la colección: Jenaro Taicns

!.' edición, 20 17

INTRODUCCIÓN

Ilustración de cubierta: Tomorrowland (Brad Bird, 201 5)


Cazadores de sueños
El cine siempre se ha interesado por lo irre-
Diseño de cubierta: aderal presentable (Serge Daney) 1•

Puesto que sueña, el hombre es un ser utópico. La utopía es un


mito ideal inherente a la condición humana; ha sido uno de los moto-
res de la historia, y a ella debemos muchos de los logros que han con-
quistado las sociedades modernas cuyos artífices, a pesar de su natural
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido imperfección, continúan soñando mundos mejores.
por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las
correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para La utopíá forma parte del imaginario colectivo de la humanidad.
quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren Y como tal, el cine no puede permanecer ajeno a sus atractivos, ni tam-
públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística poco a sus riesgos y contradicciones. Con sus alforjas repletas de gran-
o científica, o su transformación, interpretación o ejecución
artística fljada en cualquier cipo de soporte o comunicada •• dezas y de miserias, la utopía se descubre como una ficción a menudo
a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. bipolar; un anhelo irreprimible que no disimula sus peligros. Un sueño
que brota con el hombre, y del que no podremos prescindir sin renun-
ciar definitivamente a nuestra condición humana.
No hay movimiento social que no contenga un ingrediente utópico,
consideraba Emil Cioran. «<ncluso respirar sería un suplicio sin el re-
cuerdo o el presentimiento del paraíso, objeto supremo -y, sin embar-
go, inconsciente- de nuestros deseos, esencia informulada de nuestra
©Antonio Santos, 2017 memoria y de nuestra espera»2 • La utopía, que brota en el curso de dicha
©Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.), 2017
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid 1
Serge Daney, <<I.:utopie au cinéma)) (entrevista), La Quinzaine Littéraire, núme-
Depósito legal: M. 8.221-2017 ro 353, 1981, pág. 34.
I.S.B.N.: 978-84-376-3698-6 2
En Fernando Savater, Último desembarco; Vente a Sinapia, Madrid, Espasa Cal-
Printed in Spain pe, 1988, pág. 87.

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espera, es un ideal ubicuo, patrimonio de todas las culturas y de todos con la creación de nuevas geograHas y arquitecturas, con nuevos perso-
los tiernpos. Y el cine, como medio artístico de nuestros días, es vehícu- najes, con una puesta en imagen singular y novedosa.
lo idóneo para dar forma a las utopías, tanto en su vertiente positiva 1oda utopía se encuentra asentada en paisajes de la ficción, donde
como en la negativa. En el presente volumen nos centraremos, funda- se recluye incluso desde su propio nombre. Tomás Moro, que acuñó la
mentalmente, en las primeras. Las distopías, o utopías negativas, serán palabra y dio su forma moderna a este concepto, fue muy claro a la hora
objeto de atención en un futmo trabajo. Aquí, y a lo largo de las siguien- de fijar sus coordenadas: «No hice otra cosa que poner nombres espe-
tes páginas, nos interrogaremos sobre el fenómeno utópico y sobre la ciales al príncipe, al río, a la ciudad y a la isla, insinuándoles a los eru-
estela que ha dejado en las artes, en particular sobre la Séptima de todas ditos que la isla no existía, que la ciudad era un fantasma, que el río
ellas: el Cine, el Arte Toral. El arte que modela y da forma a los sueños. estaba seco y que el príncipe no tenía pueblo»4 • Utopía es, desde su
Acuñado por Tomás Moro en 1516, el término utopía concibe for- misma concepción, una tierra de ningún lugar.
mas de gobierno encaminadas a conseguir la felicidad de todos los ciu- Se trata, en consecuencia, de un concepto que se integra bien den-
dadanos: un ideal que ha seducido y acompañado al hombre desde los tro de las geografías cinematográficas, hasta permitirnos considerar que
orígenes de la civilización hasta nuestros días. En efecto, el pensamien- cine y utopía van de la mano. El ensueño utópico ha ejercido siempre
to utópico ha inspirado el arte, la literatma y la música occidentales de una poderosa fascinación sobre el imaginario colectivo, y esto justifica
todo tiempo y lugar. el interés que el medio cinematográfico ha mostrado por estos paisajes
El utopismo ha sido estudiado desde numerosas disciplinas y perspec- imaginarios, tanto en su vertiente positiva como en la negativa.
tivas. Las páginas que siguen aspiran a reunir parte de ese legado bajo la Tras efectuar un sucinto recorrido histórico por las geografías utó-
luz de los estudios cinematográficos. En consecuencia, el trabajo examina- picas, desde la Antigüedad hasta nuestros días, reconoceremos los obje-
rá cómo el cine recoge el acervo utópico ----cuyos orígenes se remont~ a tivos y funciones de la utopía, al tiempo que se propondrá una posible
los primeros años de nuestra civilización- y lo transforma en imágenes clasificación, ilustrada con señalados ejemplos cinematográficos. Así, y
que continúan fascinando e inquietando al hombre contemporáneo. a través de una amplia selección fllmográfica, se recorrerán las eutopías
Quizá la utopía haya perdido su vigencia literaria o filosófica, pero clásicas y las evocaciones nostálgicas del Paraíso Perdido. Se examinarán
desde luego mantiene .intacta su capacidad de seducción. El Séptimo las utopías socialistas, las comunidades ucrónicas ancladas en el tiempo
Arte es, más que cualquier otro medio, un inagotable creador de espa- y las ludotopías donde realidad y ficción se confunden bajo un mismo
cios y de tiempos imaginarios. Concebido bajo los designios del sueño, entramado. Para terminar, argumentaremos cómo detrás de todo pro-
el cine es el espacio natural de la utopía. Por simple transmisión recibe el ,, yecto utópico se esconde un nuevo modelo educativo, encaminado a
legado utópico, del mismo modo que ha heredado un gran caudal de comprender el mundo para por fin transformarlo.
fuentes culturales, literarias y artísticas. El gran arre de nuestros días, Desde Platón hasta Wells, pasando por Tomás Moro, autores dis-
capaz de esculpir sobre el espacio y el tiempo, se distingue por su capa- pares se enfrentaron con el problema de concebir sociedades ideales
cidad de visualizar fronteras de la ilusión, un poder que le permite dar que, sin tener asiento en lugar alguno de la tierra, aspiraban a llegar a
vida a lo que nunca ha existido y hacer real lo imposible. «De esta diná- ser algún día realidad. Estos órdenes sociales estaban cimentados sobre
mica emerge una extraordinaria sinergia que demuestra la importancia la razón, y su aplicación efectiva pretendía ser armoniosa y justa. Di-
de la utopía a la vez como tema, estructura, e incluso como móvil esen- chas utopías imaginaron así modelos de convivencia tan seductores
cial del Séptimo Arte»'- Por otra parte, el cine no solo reconstruye rela- como irrealizables.
tos de tradición utópica, s.ino que aún, en los mejores casos, los enri- Sin embargo, y como se verá, las contradicciones han de formar
quece con la singularidad de su lenguaje: con una nueva perspectiva, parte de la misma esencia de todo proyecto utópico. Pese a brotar sobre

4
Esta carta de Tomás Moro a Pedro Egidio aparece reproducida en Utopía. El Esta-
3 Yona Dureau, 11Le cinéma et l'utopie)). CinémAction, núm. 115, 2005, pág. 15.
do Peifecto, Barcelona, Abraxas, 2004, pág. 223.

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el ideario del progreso, la utopía aspira a recuperar la inmutabilidad Acompañados por todos ellos, el estudio que aquí se abre compren-
perdida del Paraíso. Siendo proyectos de futuro, el modelo original re- de prácticamente toda la historia del cine, desde el periodo mudo hasta
mite a menudo a un pasado mítico o ilusorio: el Edén" Perdido, las Islas películas realizadas en fechas muy recientes, rodadas en países muy dis-
Afortunadas, la cristiandad primitiva, unida e idealizada. Pero además tintos de tres continentes: Estados Unidos, México, Argentina, Gran
el ideario utópico aspira a construir una sociedad libre y feliz, mediante Bretaña, Francia, Italia, Alemania, España, Portugal, Suecia; Rumania,
la planificación más escrupulosa tanto de la libertad como de la felici- Unión Soviética y Japón. Los géneros abordados son asimismo diver-
dad de sus ciudadanos. sos: aventuras, histórico, ciencia ficción, terror, policiaco, musical, me-
Toda utopía es, por su propia naturaleza, histórica, ya que siempre lodrama, cine social o político, comedia y animación, lo que prueba la
está determinada por sus conexiones con la realidad de la que brota. disparidad y universalidad de las representaciones utopianas en el cine.
Pero asimismo es dualista, ya que confronta dos mundos: el real y su A través de las mismas, trataremos de definir el concepto de utopía
proyección idealizada o pervertida. Examinado con perspectiva, el des- y de reconocer sus fronteras. De manera más específica, examinaremos
calabro histórico de la mayoría de los experimentos utópicos que se han de qué modo el llamado Séptimo Arte ha dado forma a aquellos lugares
realizado demuestra que es imposible edificar mundos perfectos y so- imposibles y en ocasiones deseables. Pero del mismo modo, comproba-
ciedades ideales sobre el rechazo de los valores individuales. Siendo hija remos cómo la naturaleza ambigua del ideal utópico provoca que los
del historicismo, la utopía aspira a detener la historia, sin considerar supuestos paraísos terminen por convertirse en prisiones, o degeneren
que todo proyecto renovador es hijo del tiempo en que fue producido. en lugares infernales donde la libertad del individuo se verá manipulada
Finalmente, la utopía demuestra que no es posible debido a su propia y hasta suprimida.
naturaleza: no se puede hacer realidad un proyecto social perfecto, sien- Desde los orígenes de la civilización hasta los tiempos del cine, la
do su creador y protagonista el hombre, un ser esencialmente imperfec- utopía ha pretendido dar respuestas al problema de la felicidad. Esta es
to, complejo y contradictorio. una tentación perpetua del hombre, una aspiración que no se limita al
Así la ciudad radiante se transforma en una cárcel ordenada y apaci- reservado confín del pensamiento abstracto, sino que exige respuestas
ble, una sociedad cerrada que desprecia a los que no forman parte de sus concretas, aquí y ahora. La felicidad, en efecto, no se encuentra solo en
comunidades exclusivas. A partir de tales presupuestos, el sueño utópico la sabiduría o en la virtud a la que aspiraban los antiguos: precisa ade-
degenerará en pesadilla apocalíptica. Este trabajo explora, a partir de una más de un modelo de sociedad justo y equitativo. El pensamiento utó-
selección fllmográfica en la que conviven autores clásicos y modernos de pico ha pretendido dar forma, sobre el papel y también sobre las panta-
muy distinta procedencia, las seductoras contradicciones que a menudo ., llas, a estas comunidades fraternas.
hacen de la utopía un hermoso sueño y una inquietante posibilidad. Con razón se ha dicho que la utopía no es tan solo un lugar: tam-
Muchos de los ejemplos de utopías aquí seleccionados, a los que se bién es una práctica. Bajo sus ropajes literarios, y también en su plasma-
añadirán las posteriores distopías, fueron realizados por cineastas im- ción cinematográfica, las utopías promueven la discusión centrada en
prescindibles: S. M. Eisenstein, Charles Chaplin, René Clair, Leni Rie- alternativas sociales, políticas y ecológicas que permitan transformar y
fenstahl, Frirz Lang, John Ford, King Vidor, Frank Capta, Vincente regenerar los modelos insatisfactorios sobre los que, en el curso de nues-
Minnelli, Walt Disney, Michael Powell, Richard Fleischer, Akira Kuro- tra accidentada peripecia histórica, se han venido asentando las comu-
sawa, Manoel de Oliveira, Pier Paolo Pasolini, Franyois Truffaut, Éric nidades humanas.
Rohmer o Jean-Luc Godard. Otros son fruta de algunos de los más A lo largo de una amplia franja cronológica, la utopía se ha mani-
valiosos cineastas de nuestros días, como Steven Spielberg, George Lu- festado de una u otra manera en todas y cada una de las formas cultu-
cas, Teny Gilliam, Ridley Scott, Paul Verhoeven, Tiro Burton, Peter rales y artísticas: de la literatura a la música y la pintura, pasando por la
Weir, Barbet Schroeder, Peter Watkins, Volker Schlondorf, Michael arquitectura, el urbanismo, el ensayo filosófico y las lecciones mora-
Winterbottom, Bille August, Hayao Miyazaki, Pixar, Arturo Ripsrein, les. A todas ellas se suma el cine, el arte de nuestro tiempo. Desde La Repú-
Carlos Reygadas o M. Night Shyamalan. blica de Platón hasta La Comuna de Peter Warkins, el pensamiento

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utópico se sitúa en un punto central en cualquier discusión sobre ética, desde estas páginas mis más sinceros agradecimientos y todo mi afecto
política, religión o filosofía. Sin duda la historia ha generado utopías; por su apoyo a Jenaro Talens y a Raúl Carda Bravo, siempre acogedores
pero no es menos cierto que las utopías, a su vez, h~m con-tribuido a y hospitalarios. A lo largo de una prolongada travesía, el autor ha con-
hacer historia. También desde las pantallas. Y este será el punto ele par- tado con la proximidad y las aportaciones de Laura Montero, José Luis
tida fundamental del que arranque nuestra expedición a las Tierras de Montalvillo, Lourdes Cubillas, Carmen Lomba, Estíbaliz Afabaolaza,
Ningún Lugar. Jesús Illarregui, Ramón Gandarillas, María Rodríguez, Carmen Gri-
«Lo imposible peto creíble es siempre preferible a lo increíble peto maud, Manuel Cambronera, Malek Merci, Eliza Diaconescu, Jorge de
posible», aseguraba Galvano Della Volpe en Lo verosímil ftlmico y otros Hoyos, Mariana Lima, Andrés Fernández, Elio Castro, Marta Peris y
ensayos. Utopía se encuentra entre ambas cotas: entre lo que se proyecta Luis Desiré, cuyo apellido define y hace gala de este itinerario de explo-
sabiendo que no puede ser y lo que se ensaya como modelo ideal aun- ración y deseo. Mi gratitud y amistad a todos ellos.
que posible en su realización. Más allá de la representación ilusoria ele Como reconocerá el lector, todo proyecto utópico y transformador
semejantes patrones ele sociedad se agazapa siempre una encendida vo- que se precie debe contemplar, desde su misma esencia, un programa
luntad crítica: sobre los esquemas utópicos convencionales, y aun bajo educativo, sin el cual la estructura de cambio no tiene sentido y se des-
la hegemonía ele animales intelectivos, reposa la denuncia ele modelos morona. Por esta razón, el autor dedica el presente trabajo a Alberto
sociales injustos, mal vertebrados y con frecuencia degradados por Luis Gómez y a Jesús Romero Morante, compañeros, maestros y ami-
el gobernante torvo. Es perentorio transformar dichos modelos. Así, el gos que le abrieron las puertas de Paideia, y con quienes comenzó a
ideal utópico encubre a menudo un discurso revolucionario o un pro- recorrer veredas frondosas y apasionantes en un entorno que vincula
yecto pedagógico: una llamada a la conciencia ele la sociedad para que sociedad, ciudadanía y escuela. Compartir ruta con todos ellos ha sido
enderece un rumbo equívoco. Sin perder tiempo. un honor y un placer que no termina aquí: el trayecto continúa, porque
De este modo la utopía cumple una importante función como ins- la búsqueda nunca debe cesar. No tiene fin. Así lo aseguraba Osear
trumento ele diagnosis social y ele advertencia sobre los peligros que Wilde: «Un mapa de la tierra en el que no esté señalada la utopía no
amenazan a la humanidad. No es poco. El servicio que estos relatos merece !apena de ser mirado; le falta aquel país al que la humanidad
parabólicos, ofrecidos bajo distintos ropajes y diferentes soportes, pres- siempre llega y, una vez que ha llegado, mira en torno suyo, descubre
ta a la sociedad merece ser tenido en cuenta bajo la luz ele una eviden- otro país mejor, y navega de nuevo hacia él. El progreso es la realización
cia: si no nos ocupamos del porvenir hoy, el porvenir terminará ocu- de la utopía».
pándose ele nosotros. ,1 Y aquí comienza de nuevo el viaje.
Como roela empresa incierta, también este proyecto ha exigido ele
largas jornadas ele exploración en solitario. A lo largo de su recorrido hubo
quien quiso sumarse a alguna de sus etapas, y hubo quien deseó apartarse
del camino. Todos ellos resultaron fundamentales para hacer posible esta
peregrinación a Utopía. El autor desea reconocer la valiosa aportación, la
compañía y, sobre todo, las provisiones de fuerza, de conocimientos y ele
ánimos que recibió de quienes, en un momento u otro, decidieron com-
partir episodios en este viaje a Tierras ele Ningún Lugar.
Gracias, por tanto, a Ramón Maruri, profesor ele la Universidad de
Cantabria, cuyo iluminador seminario sobre la Sinapia hispana propor-
cionó los primeros avituallamientos. Mi gratitud a Esperanza Botella y
a Eva Fernánclez, entonces responsables de la Fundación Botín, con
quienes el proyecto comenzó a cobrar forma. Junto a todos ellos envío

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CAPÍTULO PRIMERO

No hay tal lugar


Vi un cielo nuevo y una tierra nueva
(Apocalipsis, 21. 1).

Llamóla Utopía, voz griega cuyo signifi-


cado es: no hay tal lugar (Francisco de Quevedo).

ToPÍA, UTOPÍA, DISTOPÍA

En uno de sus escritos, Leibniz sentenció que <<el tiempo presente


se encuentra preñado de futuro». Al cabo, todos los proyectos humanos
., aspiran a tener su proyección en el porvenir, a superar las condiciones
que nos son propias. Siendo esto cierto, también la utopía se asienta
sobre un ideal tan viejo como el hombre: el anhelo por conseguir un
mundo mejor.
En su monumental obra El principio esperanza, Ernst Bloch rescata
la categoría de utopía como posibilidad real de transformar las insatis-
factorias realidades de nuestra vida'. La utopía es finalmente realizable,
aunque solo sea a modo de conciencia anticipatoria, de horizonte hacia
el que dirigir nuestros pasos. Como modelo de lo que aún no es, pero
debiera serlo. De este modo, el principio esperanza se asienta sobre su
esencial categoría de ser algo posible. Si todo ser humano sueña, dormi-

<<¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto: para caminar>> (Eduardo Galeano).
5
Qué verde era mi valle Qohn Ford, 1941). Ernst Bloch, El principio esperanza, Madrid, Trona, 2004,3 vals.

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do y aun despierto, con la posibilidad de una vida mejor, la utopía de nuestro tiempo radica en su dificultad para pensar d futuro, r2.l vez
puede ser realizable, ya que las posibilidades lo son. porque se suponga que tal futuro no existe, o porque se esconda eras el
De este modo Utopía sobrepasa las geografías mítícas de las Tierras desgarro, la tormenta, la aniquilación. Aunque el siglo XXI parece haber
de Ningún Lugar. Antes bien, se erige como el necesario puente que amanecido sin hambre de utopía, esta sin embargo pervive latente, en
enlaza el paisaje desolado de la realidad con el luminoso confín al hibernación. A la espera de un nuevo renacer. Porque, como vislumbra-
que apuntan los ideales y los sueños del hombre. ba E. M. Cioran, «solo actuamos bajo la fascinación de lo imposible:
Desde nuestros mismos orígenes esta insólita especie a la que per- esto significa que una sociedad incapaz de dar a luz a una utopía y de
tenecemos no ha cesado de imaginar mundos posibles o imposibles que abocarse a ella, está amenazada de esclerosis y de ruina»'-
ofrezcan alternativas a una realidad que se antoja con frecuencia difícil «En la visión sotprendente de otros tipos de sociedad reposan las se-
de soportar. Se trata de un mecanismo de defensa, pero también de millas del cambio de la sociedad presente», añade Tom Moylan. Bajo los
superación. Si el sueño estimula la esperanza, rambién alimenta la in- esquemas utópicos germina la deseada transformación de la sociedad; el
dignación contra el presente. ideal de combatir contra todo tipo de explotación y de dominación. Así,
Finalmente, sueño y realidad son dos elementos recíprocos e inter- el discurso utópico es, a menudo, un discurso revolucionario8.
cambiables, puesto que si algo es de verdad necesario, tiene que ser Y así lo confirma también Claudia Magris: «Las utopías revolucio-
también posible. Razón y esperanza son la base de un mismo principio: narias son una levadura, que por sí sola no basta para hacer pan, pero
ni la razón puede expresarse sin esperanza, ni la esperanza puede pros- sin la cual no se hace un buen pan» 9• Utopía y desencanto son, finalmen-
perar sin razón. El objetivo final sería conseguir que topía y utopía con- te, dos antídotos de los que precisamos para sobrevivir en los tiempos
verjan, hasta fundirse en una única realidad. de la posmodernidad. No son dos conceptos que se contradicen, sino
El impulso utópico es, por tanto, consustancial al ser humano, y le que se complementan y se sostienen recíprocamente. La imaginación
ha acompañado desde los orígenes de la civilización hasta nuestros días, utópica debe corregir la tendencia natural del desencanto que deriva a
iluminados bajo el signo del cine. El proyecto utópico está profunda- rendirse a las cosas tal como son, renunciando a luchar por las cosas tal
mente arraigado en el imaginario colectivo del hombre. Hasta el punto como debieran ser.
de que no falta quien considera que el ser humano es, además de social, A su vez, el desencanto ha de superar la propensión, innata de la
un ser utópico 6• utopía, a confundir el sueño con la realidad; pero también el peligro
Utopía aspira a trascender el topos, a viajar al otro lado de la reali- inherente de los modelos utópicos que aspiran a imponer a la fuerza sus
dad. Es descendiente directa de los sueños humanos, a los que se pre- , parrones, tenidos por perfectos, sobre los demás. Para contrarrestar es-
1
tende ubicar en un espacio. El hombre tiene muchas necesidades. Una tas perversiones de su propia naturaleza, la utopía precisa del desencan-
de ellas es la necesidad de utopía, pues la vida sin esperanza sería inso- to: para derrumbar cualquier posible idolatría mítica y totalizadora,
portable. Puede parecer inalcanzable; pero mientras avancemos hacia oscuro manantial de donde brotan pensamientos únicos y obligatorios.
sus orillas, progresamos. Como intuía Eduardo Galeano: «Ella esrá en Porque el mundo, según concluye Magris, «no puede ser redimido de
el horizonte. Me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos. Camino diez una vez para siempre, y cada generación tiene que empujar, como Sísifo,
pasos, y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. A pesar de que su propia piedra, para evitar que esta se le eche encima, aplastándole»".
camine, no la alcanzaré nunca. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto:
para caminar».
Es cierto que la utopía y el discurso utópico parecen ausentes de los 7
E. M. Ciaran, Historia y utopía, Barcelona, Tusquets, 1988, pág. 118.
Tom Moylan, Demand the lmpossible: Science Fiction and the Utopian Imagina~
8
foros artísticos e intelectuales contemporáneos. Uno de los problemas
tion, Nueva York, Methuen, 1986, pág. 35.
9
Claudia Magris, Utopfa y desencanto: historitts, esperanzas e ilusiones de fa moder-
6 Rogelio Blanco Martínez, La ciudad ausente. Utopfa y utopismo en el pensamiento nidad, Barcelona, Anagrama, 2001, pág. 11.
occidental, Madrid, Akal, 1999, pág. 7. '" !bid

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se debe perder la perspectiva, tanto de la ilusión como de la realidad
urópicas 13 •
NUSQUAMA: EN NINGUNA PARTE La utopía es la historia de un sueño prolongado: una historia pla··
gada de éxitos y de fracasos, en la que un nutrido grupo de soñadores
En consecuencia, la utopía se desliza por una doble vertiente: por ha imaginado que era posible un mundo mejor. Este sueño, que nace
un lado, denuncia, en claves parabólicas, la sociedad de la que provie- con el propio hombre, puede hibernar temporalmente, pero nunca se
ne su autor; por el otro, representa cómo debería ser una sociedad ideal, extingue: como nueva Ave Fénix, resurge periódicamente desde sus ce-
según imagina aquel mismo autor. Es necesario tener siempre en nizas; y, como veremos, el cine ha sido uno de los vehículos contempo-
cuenta el momento histórico en que se escriben las utopías, y a quién ráneos que han asegurado supervivencia. Porque utopía, como de nue-
iban dirigidas en el momento en que fueron compuestas. La utopía vo avala Claudia Magris, significa no rendirse a las cosas como son y
florece en aquellos periodos históricos en los que el desarrollo de la luchar por las cosas tal como debieran ser: «saber que al mundo le hace
civilizacion permite la posibilidad de crear nuevos mundos, al margen buena falta que lo cambien y lo rediman>>". Y porque, bajo la inspira-
de la voluntad divina o de las fuerzas de la naturaleza''. Brotan, por ción de Holderlin, «en las épocas aciagas siempre serán necesarios los
tanto, en periodos de intensa proyección de la inteligencia y capa- poetas>>.
cidad humanas: la Grecia clásica (Platón y su República), el Renaci- Antes de Tomás Moro no existía el concepto Utopía. Sin embargo,
miento (Tomás Moro y su Utopía), el siglo XIX (las distintas utopías las obras que describen sociedades utópicas, ideales, nos llegan desde
que fraguan nuevos mundos al socaire de la Revolución Industrial y la Antigüedad. En Las aves, de Aristófanes, la diosa Iris denomina a la
los nuevos órdenes sociales). ciudad ideal como atopon («no lugar»), un claro precedente del término
Sin embargo, los tiempos cambian, y los ideales utópicos también utopía acuñado por Tomás Moro en 151615 • Dicho nombre es la afor-
lo hacen. La utopía es un mito especulativo; es lo opuesto al mundo tunada y eufónica versión griega de la palabra latina nusquama, que no
real: una sociedad en la que el mal ha sido abolido, y en la que las nece- agradaba al erudito humanista. El vocablo proviene de un juego de
sidades humanas se satisfacen en el grado más elevado posible. Por esto palabras filológico: el prefijo u, que antecede a la raíz topos, o «lugar»,
mismo se genera una estrecha relación entre los conceptos de utopía, tiene un doble sentido. Por un lado, se emparenta con el adjetivo eu,
progreso e historia. La imaginación de un mundo sin utopías se nos an- que significa «bueno». Pero, por otra parte, se lee exactamente igual que
toja imposible, lo que nos conduce de nuevo a la utopía. Y, «sin embar- el adverbio negativo ou, que significa «!lO». Por tanto, etimológicamen-
go, no se puede negar que la intención del utópico es precisam~nt.e in- 't te una utopía es al mismo tiempo un «buen lugar» y un «lugar inexis-
tentar lo imposible» (Ka.rl Popper)". Conv!Vlendo con el pestmtsmo tente>)6. Nos hallamos, en efecto, en el entorno de la ficción absoluta,
propio de una mirada crítica, la ficción utópica debe estimular en sus en lindes de las tierras de ningún lugar.
lectores un deseo de hacer realidad una vida mejor y más feliz. Debe, en Siendo como es un concepto esencialmente ambiguo y contradic-
suma, hacerle reflexionar sobre su propio mundo para llevarle a la con- torio, no resulta fácil definirlo. A lo largo de la historia este término ha
clusión de que ningún mundo es inamovible. sido utilizado de muchos modos, y con propósitos muy distintos. Se
En opinión de Karl Mannheim, la pérdida del horizonte utópi-
co sería un desastre, puesto que es esencial para el cambio social.
l3 En Lyman Tower Sargent, «The Three Faces ofUtopianism Revisited)), Utopian
Aun cuando la utopía no se oriente hacia la realidad, sino tan solo Studies, vol. 5, núm. 1, 1994, pág. 24.
14
a una proyección de una vida mejor, Mannheim considera que no Claudio Magris, Utopía y desencanto: historias, esperanzas e ilusiones de fa moder-
nidad, ed. cit., pág. 12.
15
Matthew Amati, «Meron's Star City: Geometry and Utopia in Aristophane's
u Tom Moyian, Demand the lmpossible: Science Fiction and the Utopían Imagina~ Birds», C!assicaljournal, vol. 105, núm. 3, 2010, pág. 217.
16
tion, ed. cit., pág. 33. Utopia: The Search for the Ideal Sodety in the \Vt>stern World, Gregory C!aeys y
12 Karl Popper, La miseria del historidsmo, Madrid, Alianza, 1973, pág. 94.
Lyman TOwer Sargem (eds.), Nueva York, New York Public Library, 2000, pág. 102.

18 19
trata, en efecto, de un concepto variado, complejo y a menudo contra- modo, la utopia concibe y da forma a un modelo de sociedad perfecta
dictorio. «No hay tallugan>, tradujo Quevedo, prologuista de la prime- que, debido precisa1nenre a su excelencia, no parece tener cabida en el
ra traducción castellana de la obra de Tomás Moro (1627). Siguiendo mundo real. Sin embargo, y al margen de su ilusotiedad, tal proyecto
esta misma estela, William Morris ti ruló News from Nowhere a su utopía debe argumentarse como posible y realizable en este mundo, y no solo
decimonónica, publicada en 1890. bajo uh entorno imaginario. ·
Una definición sencilla y ajustada de utopía se limita a considerarla Reconociendo esta bifurcación, Frank y Fritzie Manuel delimitan
como «sueños humanos de un mundo mejor» 17 • Nuestro Diccionario de sus fuentes:
la lengua española la def)ne como «plan, proyecto, doctrina o sistema
optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formula- La utopía es una planta híbrida, nacida del cruce de la creencia
ción». Pero además «las uropías son verdades prematuras))' para Lama!-'~ paradisíaca y ultramundana de la religión judeocristiana con el mito
tine, mientras que «la utopía es la verdad del mañana))' segun senrenc10 helénico de una ciudad ideal en la tierra. La imposición del nombre
Victor Hugo. Porque, fundamentalmente, las utopías proponen .solu- tuvo lugar entre el ambiente de unos hombres de ciencia del siglo xv
ciones imaginativas para problemas y situaciones reales. Así lo ennende interesados particularmente por Lts perspectivas de una cristiandad
helenizada21 •
Norbert Elias:

Para Fernando Savater se trata, en definitiva, de un lugar imposible


Una utopía, sugiero, es la imagen fantástica de una sociedad que a consecuencia de sus incesantes contradicciones; un orden político en
contiene indicios de solución para algunos de sus problemas no re-
el que predominan al máximo algunos de nuestros ideales, como justi-
sueltos, una imagen fantástica que representa soluciones, deseables o
cia, igualdad, libertad, armonía con la naturaleza ... peto sin ninguna
indeseables según el caso, a diversos problemas. La utopía puede
contener tanto sueños como pesadillas, todo en uno 18 •
desventaja ni contrapartida dañina22 •
Terminamos haciendo un intento personal de definición: la uto-
pía, tal como la entenderemos en este libro, es un proyecto social o una
Isaiah Berlin identifica utopía con estatismo e inmutabilidad, al
geografía ficticia en la que se desarrolla un modelo de sociedad -sea
entenderla como «Una perfección estática en la cual la naturaleza huma-
tribal o civilizada- valorado como mucho mejor y más deseable que
na se realiza por fin plenamente y todo está inmóvil y es inmutable'!
aquel del que procede su autor o su descubridor. La descripción de estos
eterno»". A su vez, la ajustada definición de Darko Suvin acota el térmr-
lugares felices y despreocupados, donde han sido erradicados la mayo-
no como da construcción literaria de una comunidad particular y cuasi- 't
ría de los males que afligen a nuestra sociedad, los muestra notablemen-
humana donde las instituciones sociopolíticas, las normas y las relaciones
te idealizados. Sin embargo, un análisis minucioso y desapasionado
humanas han sido organizadas conforme a unos basamentos más perfec-
descubre, en el seno mismo de tan afortunados patajes, numerosas con-
tos que los de la sociedad de donde procede el autor>>. Dicha cons;ruc-
tradicciones e incluso regiones sombrías que ponen en entredicho la
ción literaria concibe desarrollos de la historia distintos de los conoctdos,
supuesta bonanza o perfección de aquellas tierras de ningún lugar. La
al tiempo que propone hipótesis de sociedades alternativas20 • De este
literatura, y de modo particular el cine, nos ayudarán a dar formas pre-
cisas a esos sueños de la razón, tanto en su vertiente positiva como en la
negativa.
17
J. C. Oavis, Utopía y la sociedad ideal estudio de la literatura uWpica inglesa, 1516-1700,
México, FCE, 1985, pág. 22. • . • . . ,
Js Norbert Elias, (<¿Cuál será el futuro papel de las utoptas etenttflcas y hteranas.}),
ERe Revista de Fihsofia, núm. 23, 1998, pág. 140.
!9 En Gregory Claeys, Utopía: historia de una idea, :t:1~drid, Siruela, 20 ~ 1, pág. ~17.
21
20
Frank Manuel y Fritzie P. Manuel, El pensamiento utópico en el mundo occidental,
Toro Moylan, Demand the lmpossible: Science Ftctton and the Utopzan Imagma- Madrid, Taurus, 1984, vol. I, pág. 33.
tion, ed. cit., pág. 33. 22
Fernando Savater, Política para Amador, Barcelona, Ariel, 2000, págs. 152-153.

20 21
ha fascinado a rodas las generaciones posteriores de utopistas, y que ha
sido continua fuente de imitación y de discusión.
LA REPÚBLICA DE LAS IDEAS Su obra capital, La República, fue escrita entre los años 389 y 369 a.C.
En este ensayo dialogado el autor cuestiona, como harán las utopías
El uropismo occidental siempre se ha alimentado de sus dos fuen- posteriores, el sistema de gobierno de su polis, Atenas. Y, en particular,
tes seminales: la tradición judeoctistiana y el legado helénico. Ambos discute su modelo de democracia, tras la larga y sangrienta Guerra del
conforman el sustrato básico del pensamiento utópico. Peloponeso. En oposición con una realidad marcada por el desgobier-
Los antiguos griegos, creadores del mayor corpus mitológico de la no, la injusticia y la crisis, la República platónica trata de hacer feliz, en
humanidad, mostraron una gran propensión hacia la fantasía utópica y la misma medida, a toda una comunidad fraterna. ·
las geografías imaginarias. Incorporando sin duda fuentes remotas de La polis ideal, tal como se argumenta en Las Leyes y en La Repúbli-
origen asiático, concibieron una edad dorada, modos ideales de gobier- ca, ha de ser gobernada por príncipes filósofos, quienes legislan bajo los
no y diversos paraísos y loci amoeni situados más allá de la experiencia dictados de la razón. Y el don la racionalidad, sobreentiende el atenien-
humana, donde los héroes y los virtuosos viven en dicha completa. La se, es atributo específico de los hombres sabios. De este modo, la Repú-
huella que dejaron será indeleble y, como aseguran los Manuel, «sin el blica platónica se asienta sobre el concepto básico de justicia y sobre un
legado griego sería prácticamente impensable la utopía del Renaci- gobierno de los mejores que articula la sociedad en tres castas: gobernan-
miento propiamente dicha» 23 • tes, guerreros y trabajadores.
El gran caudal heleno se reparte entre dos vertientes esenciales: la «Hablas sin duda de la ciudad que tratábamos de fundar y que solo
mítica de la Edad Dorada, con su densa proliferación de formas poéti- existe en nuestra imaginación; porque no creo que tenga asiento en
cas narrativas y artísticas, y otra de naturaleza política y filosófica: la lugar alguno de la tierra>>, asegura Platón en esta obra capital. A la hora
concepción de una ciudad-estado ideal, una república bien gobernada de diseñarla, paradójicamente, su modelo no es ranto la Atenas de So-
que aspira a la justicia social y a la felicidad de todos sus ciudadanos. lón cuanto la Esparta de Licurgo. Y organizada sobre tal referente, la
Hipódamo dispensa el primer modelo de ciudad utópica: una urbe República platónica termina siendo un ejemplo supremo de totalitaris-
ternaria dividida en tres clases sociales (artesanos, agricultores y defen- mo. En caso de conflictos o disensiones, un sospechoso cuerpo de guar-
sores), tres tipos de leyes para acometer tres tipos de delitos: injurias, dianes toma la iniciativa para imponer orden, utilizando la fuerza si es
daños físicos y homicidios, y en rres espacios: sagrado, público y priva- preciso.
do. Tanto Hipódamo como Platón apostaron fundamentalmente por Férreamente concebida y articulada, en esta república ideal se im-
potenciar los espacios públicos, como el ágora, el teatro y los estadios, 't pone la comunidad de bienes, de mujeres y de hijos. La familia no
convencidos de que lo que la comunidad une, la individualidad lo se- existe como tal, porque la reclusión doméstica es contraria a la entrega
para24. comunal. También se aplican las leyes de la eugenesia y la eutanasia
Pero el primer gran constructor de utopías, y el precedente más para asegurar la calidad y el control de la población.
directo de Tomás Moro es, sin duda alguna, Platón. Con su ingente Se prohíbe la propiedad privada, y nadie amasará riquezas, porque
obra el pensamiento griego dio forma a la gran utopía filosófica del estas corrompen. Platón aboga por la repartición ecuánime de tareas
mundo antiguo: una sociedad humana justa y virtuosa basada en la je- entre todos los ciudadanos, al tiempo que se estimulan la cooperación
rarquía de las virtudes y en la represión de los instintos; una utopía que y la ayuda mutuas. Todos comparten un similar estado y unas similares
riquezas, suficientes para el sustento sin incurrir en excesos ni despil-
farros. La alimentación es frugal, equilibrada y mayoritariamente vege-
23 Frank Manuel y Fritzie P. Manuel, El pensamiento utópico en el mundu occidental, tariana. Todos gozarán, en consecuencia, de buena salud, y la esperanza
ed. cit., vol. 1, pág. 99. de vida será muy elevada. Muchas de estas ideas se repetirán en las fu-
24 Véase Rodrigo Castro Orellana, <1Ciudades ideales, ciudades sin futuro: el porvenir

de la Utopía», Daimon: Revista Internacional de Filosofía, suplemento 3, 2010, pág. 136. turas utopías. Además, todos los ciudadanos se instruirán, en su tiempo

22 23
libre, en la cultura y la música. Y practicarán gimnasia. Todos estos
elementos serán básicos en su formación y educación, aspectos clave en
el funcionamiento de la polis por ser la fragua donde se forjan los futuros
republicanos. Por eso mismo se proponen estrategias educativas innova-
doras y atractivas que hagan del aprendizaje una placentera necesidad ..
El arte no es manifestación de la personalidad creadora, sino un
instrumento puesto al servicio de los intereses del Estado. El control del
arte es una forma más de controlar el pensamiento, y por esto mismo
en la República platónica la música, la literatura y las artes han de res-
petar escrupulosamente las normas estéticas impuestas por los magis-
trados. Por todas estas razones Platón va a dejar una estela inquietante
para muchos observadores posteriores. Más allá de su genio literario y
filosófico, la República ideal platónica apuesta por la hegemonía de una
élite privilegiada; se centra en el dominio autocrático, en la disciplina
castrense y en el mantenimiento de un orden rígido, inamovible. La
utopía platónica, como tantas otras que la seguirán, lleva en su interior
las semillas de la distopía25 •
Por otra parte, y desde su misma concepción, el utopismo es heré- Utopía. No hay tal lugar. Historical Monument ofthe American Republic,
tico para el pensamiento cristiano porque deposita su confianza en la Erastus Salisbury Field, 1867-1868.
acción del hombre, y en los instrumentos de su razón, antes que en lavo-
luntad de Dios y en su Divina Providencia. Sin embargo, la utopía mo-
derna es indlsociable de un orden y un contextO cristianos, a partir del
modelo concebido por san Agustín en La Ciudad de Dios. En esta obra Fue santificado en 1935 y el papa Juan Pablo Il le nombró, en 2000,
se propone una sociedad perfecta, basada en los principios cristianos, y <<Patrón de los políticos y los gobernantes».
donde el amor a Dios se compagina con el desprecio a uno mismo. Posiblemente el adusto y socarrón Moro hubiera rechazado tales
honores. El creador de Utopía fue un modelo de humanista europeo,
curtido en la tradición clásica, a quien la firmeza de sus convicciones
APARTADA DE TODAS LAS NACIONES llevó a la muerte, y cuyas visiones literarias podrían ser confundidas con
la locura. Ya onomásticamente su apellido (More, en inglés) está ligado
«Utopía existe. Yo he estado en ella>>, asegura Rafael Hidodeo cuan- a la muerte (mors) y a la locura (moria). Sin olvidar que su nombre,
do se refiere a su extraordinario viaje. El autor de esta obra fundadora, Tomás, se asocia evangélicamente con la duda y la necesidad de probar
Tomás Moro, nació en Londres en 1478; ejerció como profesor, diplo- certezas'~· Como pond~r~ nuestro Francisco de Quevedo, «fue su inge-
mático y embajador, y alcanzó la dignidad de Lord Canciller del Reino nio admirable, su erud1c10n rara, su constancia santa, su vida ejemplar,
de Inglaterra. Murió decapitado en julio de 1535, tras caer en desgracia su muerte gloriosa».
por oponerse a los arbitrios matrimoniales y religiosos de Enrique VIII. No falta quien considera que, sin el apoyo y las influencias de Eras-
me, amigo y admirador de Moro, aquella isla perfecta no hubiera sido
25
Bertrand RusseH encontrará paralelismos entre la República platónica y la Rusia
26
soviética. Otros autores la emparentarán con el posterior desarrollo del fascismo. Véase _ Frank Manuel y Fritzie E Manuel, El pensamiento utópico en el mundo occidental,
Lewis Mumford, Historia de las utoplas, Logroño, Pepitas de Calabaza, 2013, pág. 12. ed. cJt., vol. I, pág. 200.

24 25
curso
ol . dedsusuviajes., Ely más extraordinario
.. de todos. sus
. descu . bnmlentos
. . es
nunca descubierta. Aunque claramente inspirada en la República plató- e remo ..e topra. a descnbrrlo pormeno nza · dameme se ocupa re
'ál
nica, Utopía tiene el indiscutible honor de ser la primera de las comu- P1azan d·do e1dr· ogo por el monólogo ' en el curso - de1segundo lrbro . , em-
nidades ideales modernas, además de haber acuñado el término que .
v1 entemente ,
Moro traza un retrato en . .
pos1t1vo d e l os e r · ·
E
pasaría a denominarlas, genéricamente, a todas ellas. _os remos que conoc
d' d 1 . , p ' y en pamcular la Inglaterra derompi-
a en Euro a . . o
Más allá de las fuentes habitualmente reconocidas de Platón, otros d Vlll p 1 Enri-
que . or me 10 e a parabola, y exaltando las virt d d 1 ' ..
textos bien conocidos en los cenáculos humanistas iluminan la concep- reino de los .utopianos,
, el autor derlunc·ra 1os VICIOS
. . . 1asuarbit es e .lrct!cro
d d
ción de la Utopía de Moro. Entre ellos el De officiis, de Cicerón, en el y la corrupclOD que eran nota común en el . . '1, rane a es
que se interroga sobre cómo dar el mejor uso al asunto público, esto es, · ·aJ remo mg es
Y hubo de ser el rey U topo quien la aisla raxas: Y era u~a península.
1n!CI mente aquel lugar se llamaba Ab .
a la república27 • Pero además es fundamental el influjo de las Historias
verdaderas de Luciano de Samósata, crónicas fantásticas de viajes a rei- rándola de tierra firme, antes de darle ra, ro.mprento elrstmo y sepa-
nos y a lugares fabulosos, algunos de los cuales no poco tienen de para- de Utopo. Es de notar que Abraxas n:~prop!O no~ re: Utopía, la isla
je utópico. zación. y perfección hasta que es segrega~~~ef~:St~n~.;¡rado de civili-
Al adaptar el término latino Nusquama al griego, Utopía, Moro hecha rsla, se transforma en Utopía La b d mundo Y, ya
acuñó un neologismo tan brillante como eufónico, una palabra que se parecer tan colosal como disparatada o ra 1 e romper el istmo puede
ha acomodado con facilidad a todos los idiomas, y que ha dado origen que era condición imprescindible ' pero e rey Utopo entendía bien
a un subgénero literario, emparentado con la fllosofía, la política y la el grado óptimo de civilización y dpeadrasaseglulrarAlque su reino alcanzara
. e arro o. go que n .d al
moral, pero también con los relatos de aventuras y de ciencia flcción. tlnente y sus contactos con la realid d . , h b. ' u 1 o con-
Por el contrario, Moro nunca utiliza el término utopicus, que poste- lo demás, la naturaleza artificial de 'VJar;'as ud rera sido posible. Por
origen: no es ·naturalmente una . 1 topra que a manifiesta desde su
riormente dio pie a un calificativo siempre vinculado al entorno de la . rs a, smo que se desl·g 1 d 1 ·
gracras a la voluntad y el esfuerzo de sus cmdadan . aD e contmente d
utopía.
Utopía fue escrita originalmente en latín, y está compuesta por dos Utopía es un producto del hombre t os. e este mo o,
libros. El segundo, en el que se describe la fabulosa isla, se escribió en contenido. ' anto en su contmente como en su
primer lugar, posiblemente en el curso de la visita diplomática que To- La obra conoció una enorme fortuna d' . ,
más Moro hizo a Flandes en 1515. Más adelante añadió el libro I, y se Europa. Se sucedieron numerosas d. . y gran rfusron por toda
lo envió completo a Erasmo en septiembre de 1516, con la petición de lenguas. La edición inglesa no 11 ,e hlc!On~~ y traduc~!Ones a distintas
que se lo hiciera imprimir. El de Rotterdam, con la ayuda de Pedro aparecido la versión francesa L ego. asta 51. Un ano antes ya había
· a pnmera traduce· ' - 1 h b
Egidio, entregó la obra al editor, de manera que fue flnalmente publi-\ aguardar hasta 1637 si bien se lim't' l'b IOn espano a u o de
cada en Lovaina, a finales de aquel mismo año de 1516. describe pormenori;adamente el es~a~a s~ ~ r~ segundo, en el que se
Tomás Moro fue un soñador imaginativo que dominó con brillan- de Francisco de Quevedo qur'e o 1. e . uenta con un prólogo
. . ' n no escatrmó elo · ·h . 1
tez el lenguaje político y moral. Pero dio muestras de escasas dotes na- m hacra su obra·· «Ellr'bro es corto; mas para at gros d 1nr acra e autor
rrativas, lo que hace que su obra peque en ocasiones de monótona y ce, ninguna
. vida será larga . Esen"b"10 poco y i¡'
den ere ·h como se1 mere-s·
reiterativa. El libro primero de Utopía está formado por el diálogo que go brernan le obedecen ' y los que o bed ecen se gob' o mue o. ' os '1 que
.
mantienen Tomás Moro, el humanista holandés Pedro Egidio y cierto aquel los será carga ni a estos cuidado>>2a S ~ernan por e' ll1 a
marino amigo de este, Rafael Hitlodeo, un personaje imaginario que texto notablemente ambiguo y eseurn'd ..lzo.
e trMata,uchos
sm embargo, de un
autores, como
supuestamente ha llegado al Nuevo Mundo con América Vespucio y
que les da noticias de Jos asombrosos pueblos que ha conocido en el
2s El prólogo de Quevedo aparece íme r· .
Cado Ginzburg, ,,Ninguna isla es una isla>>, Historia, Antropología y F<Uentes Ora- Peifecto, ed. cit., págs. 241-242. g amente reproduCido en Utopía. El Estado
27

les, núm. 35, 2006, pág. 5.


27
26
C. S. Lewis, aconsejan no tomárselo demasiado en serio 29 • De hecho,
ya Erasmo apreciaba en su admirado Moro su excelsa capaodad de llamadas teologales, de raigambre cristiana, y que proceden de la epís-
alternar los asuntos serios con los chistes, los juegos del lenguaje Y las tola primera de san Pablo a los Corintios: Fe, Esperanza y Caridad.
ironías jocosas. Cuatr~ más, tr~s forman s!ete, el nú~nero mágico por excelencia, que
garannza la oprrma armoma de la sooedad que calibrare adecuadamen-
te. unas y otras 30.

EuTOPÍA, CUNA DE LA FELiciDAD


«Los Antiguos me llamaron Utopía a causa de mi aislamiento. Sin
embargo debreran bren llamarme Eutopía, o Tierra de la Felicidad»
escribió Moro. Y es que la naturaleza ge,nerosa asegura la abundancia d~
La antigua península de Abraxas es ahora una isla ignota, aunque
todos los brenes, mrentras que d reparto equitativo evita que haya po-
no inalcanzable: está situada a tan solo unos veinte kilómetros del con-
bres o mdrgentes. Pero por encrma de todo la felicidad humana '
tinente sudamericano. Su tamaño es mediano: mide en tomo a los 322 kiló- 1a mental r'dd . . en lrberar
. ·~
a utoprana, consrste a los ciudadanos de las se _
metros de ancho en su centro. Su perímetro es de quinientas millas, Y
vidumbres materiales, para favorecer la libertad y el cultivo de la intel:-
su forma geométrica se asemeja a una herradura, o a una luna en estado
gencia. Sus habitantes «tienen. pocas leyes, pero suficientes para sus
creciente. Su acceso por mar es tan dificultoso que solo con la ayuda de
tnstltuclOnes». Pese a su ubtcac10n remota, es un país devoto y aco id
los utopianos las naves extranjeras pueden alcanzar el puerto. Doble-
a principios similares a los cristianos. No cuenta con un elevado nú~e~
mente fortificada, por el mar y los acantilados, y por sus murallas, Uro-
ro de sacerdote~; estos pueden ser hombres y mujeres, y pueden con-
pía es una isla prácticament~ ,inexpugnable. P~otegida :ontra los ata-
traer marnmonro. Por otra parte, y al contrario de lo que sucedía 1
ques del exterior, pero tambren contra los envrtes del trempo y de la E . ena
historia, la insularidad de Utopía no obedece a un mero desrgmo geo- uropa. d e su nemp~, aquí se cultiva la tolerancia religiosa. Nadie es
gráfico: forma parte de su misma esencia. . . ,
pers~gurdo o drscrmunado a causa de su religión. En Utopía se practi-
can lrbremente drstrntas religiones, sin que haya conflictos entre unas
El territorio se reparte en cincuenta y cuatro cmdade~, todas rdén-
otras. La ma~~r parte de la población es monoteísta y muchos abrazf-
ticas. La normalización urbanística es equivalente a la umformrdad de
ron la fe catolrca, tras conocerla de labios de Rafael Hitlodeo de los
patrones de conducta: todos hablan el mismo idioma, llevan las mismas mannos que le acompañaban. y
vestimentas, practican los mismos rituales, respetan las mismas. leyes
e instituciones, del mismo modo que todos comparten las mrsmas El otro principio básico es el de comunidad de bienes y de objeti-
v~s. S~ han supru~rd~ la propiedad privada y el dinero, con lo que se
ha at~Jado la avarrcra srn medida que aquellos alientan. Pero además los
creencias. \
El nombre de su capital, Amauroto, está emparentado con la som-
bra o la oscuridad (Amaurós quiere decir, en griego, «oscuro» o «Som- uropranos no anhelan lo escaso, como el oro o la plata, sino lo abun-
brío»), lo que nos remite a la ciudad de Londres, habitualmente invadida dante, como el agua,Y la tierra. Lo primero es prescindible; lo segundo
no lo es. Y en Utopra se alimenta una cultura de la esencialidad. Des-
por la niebla. Su trazad~ reticular y de. forn;a casi cuadrada repres~nta el
triunfo del orden geometnco y de la srmetna: elrmpeno de la razon.
precr~n los llamados metales preciosos, que reservan para usos sórdidos.
Por ejemplo, para fabricar orinales o para forjar cadenas y grilletes con
los q~e encade?an a los delincuentes, presos alegóricos de su propia
Utopía se distingue por su humanidad y su virtud; también por su
capacidad de vivir armoniosamente con la,naturaleza, de la que forma
:varrcra. Ademas, con las perlas hacen adornos y juguetes para los ni-
parte indisociable. Como en Platón, Utopra se asrenta sobre las cuatro
nos. El modelo. comunal, por otra parte, fortalece y da consistencia al
virtudes paganas, que el cristianismo adoptó calificándolas de Cardma-
les: Justicia, Prudencia, Fortaleza y 1emplanza. A ellas se añaden las tres
p;oye~to colecnvo. De este modo, los intereses de la comunidad se si-
tuan srempre por encima de los individuos. A pesar de la vida en co-
30
2 • Vé~e R W Chambers, «El signiflcado de Utopía)>, en Utopía. El Estado Perficto
9 Carlo Ginz.burg, {(Ninguna isla es una isla», ed. cit., pág. 7. ed· Clt., pags. 247-249. '

28
29
mún, los utopianos respetan la jerarquía familiar. Cada familia se ve Porque los uro pianos no practican actividades sanguinarias, como
dirigida por el varón de más edad. Las mujeres se subordinan a sus es- la caza, considerada una actividad indigna de hombres libres. Tampo-
posos, y todos dependen de la autoridad patriarcal. ·. co sacrifican animales en las ofrendas ni en los rituales ni en ninguna
Utopía funciona con la precisión reglamentada y fría de un meca- celebración pública, por considerarlo crueldad innecesaria. No se
nismo de relojería. Su organización social se fundamenta en el orden y . 2prueba la muerte inútil de ningún ser vivo. Los animales destinados
en la laboriosidad. Todos trabajan, sin distinción de edad y de sexo, al consumo humano son sacrificados por los esclavos, en la que es
alternando las prestaciones en la ciudad y en el campo. Moro imagina tenida como profesión más vil. Dichos esclavos, condenados por de-
una sociedad eminentemente apegada a la tierra, que vive del trabajo linquir, son empleados como mano de obra forzada, pero reciben un
agrario y de su aprovechamiento y procesado en la ciudad. La fisiocra- trato digno.
cia hace de la agricultura una actividad preferente. Pero su práctica no Cuando sufren alguna enfermedad incurable, y el enfermo experi-
se limita a la labor de campesinos ignorantes y analfabetos. Todo lo menta grandes sufrimientos, se alientan las prácticas del suicidio o la
contrario, allí todos son cultos, educados e instruidos. Pueden alternar eutanasia. Se tiene fe en la infinita gloria que aguarda al virtuoso tras
tanto las labores en el campo como las manufacturas y los servicios a la la muerte. Por eso las defunciones no son motivo de duelo, sino de
comunidad. Y de este esfuerzo colectivo y programado nace un país alegria, y en los fi.merales se cantan loas y canciones de esperanza.
rico y próspero. Como se puede apreciar, en lo tocante a las libertades personales,
Como se puede apreciar, la vida en la isla utópica está absoluta- Utopía es un pais muy deficitario. Moro describe un estado severo,
mente reglamentada, y su horario es tan riguroso y ascético como el riguroso y puritano, donde la felicidad viene dada por imposición y
de un monasterio, modelo organizativo por el que Moro sentía gran donde no se admite la disidencia. De hecho, esta es delito capital, cas-
preferencia. Allí todos se acuestan a las ocho de la tarde y duermen tigada con la esclavitud; y el reincidente será condenado a muerte. Para
ocho horas. Se levantan a las cuatro de la mañana para trabajar, tras lo viajar por la isla es preciso solicitar un salvoconducto, donde se consig-
cual se dedican a estudiar e instruirse, Las comidas se hacen conjun- na claramente el dia en que se parte y el día en que se regresa. Nadie
tamente, en grandes refectorios; pero los hombres se sientan en un puede escapar de la rutina cotidiana sin obtener el permiso correspon-
lado, las mujeres en otro y los niños donde les corresponde. Y mien- diente. Y esta reglamentación obsesiva se practica ranro en las casas
tras se come escuchan lecturas educativas y morales, como en los mo- como en el exterior, en la vida pública y en la privada.
nasterios. Se regulan los matrimonios, que se producen en edades jóvenes y
Allí están reglamentadas las horas de comida, de descanso, de suec fecundas: entre los 18 y los 22 años. Los jóvenes que tienen tratos car-
ño, de trabajo y de ocio. La eficiencia en la planificación del trabajo '• nales furtivamente son severamente amonestados y les es prohibido
permite que la jornada laboral se reduzca a seis horas repartidas en dos para siempre el matrimonio, y sus padres quedan deshonrados por no
turnos, matinales y vespertinos, de tres horas cada uno. Entre uno y haberles sabido vigilar. Antes del matrimonio, los novios son exhibidos
otro se almuerza y se reposa. Concluida la jornada, gozan de tiempo desnudos, el uno ante el otro, para que se aseguren de que no tienen
libre, generalmente utilizado en actividades artísticas o culturales. O en defecto alguno previamente a la unión. Los matrimonios son perdura-
el aprendizaje de un arte o un oficio, pues consideran que en el cultivo bles, a no ser que medien casos de adulterio o de costumbres inmorales.
de la inteligencia radica la felicidad de la vida. Gracias a esta escrupulo- Por otra parte, los profanadores del matrimonio son castigados con la
sa organización se han desterrado el hambre y la carestía, y se ha erradi- más dura esclavitud, y la reincidencia en el adulterio es castigada con
cado la pobreza. Además, dedican buena parte de su producción exce- la muerte.
dentaria al comercio. Esta práctica les permite disponer de enormes No tienen reparos en colonizar las tierras vecinas, cuando conside-
reservas de oro y plata con las que, en caso de guerra, pagan a los solda- ran que están desocupadas o infrautilizadas. Los pueblos que se resisten
dos mercenarios, o compran a los enemigos y alientan traiciones entre son expulsados de sus tierras, en lo que se considera una guerra justa.
aquellos. Aunque cuentan con ejército propio, y aunque todos los habitantes de

30 31
la isla reciben una escrupulosa instrucción militar, los utopianos prefie-
ren solucionar las guerras mediante sobornos, incitaciones a la traición
y al solevantamiento, o mediante el uso de ejércitos mercenarios. Los ljN HOMBR/! PARA LA ETERNIDAD
hijos de Utopo no se manchan las manos de sangre, cuando otros pue- (A Jv!AN FOR ALL SEASONS, fRED ZINNEMANN, 1966)
den hacerlo por ellos. Porque finalmente el modelado insular del país
A pesar de sus responsabilidades, Moro halla
transforma la isla edénica en una dorada prisión o en una fortaleza tiempo para sus amigos y para la literatura. Le ·en-
inexpugnable. cantan las paradojas y se ha dado el lujo de escribir
El continuador de Moro, el italiano 1ommaso Campanella, bien Utopía (Erasmo de Rotterdam).
puede ser calificado como un utopista de mazmorra; un visionario am-
bicioso y amargo que sufrió un largo prendimiento y atroces torturas a Prestigiosa en su tiempo, hoy un tanto apolillada, la película de
manos de la Inquisición. Casi roda su obra la realizó en prisión, y este Fred Zinnemann nace de una obra de teatro de Robert Bolt, quien
debió de ser el caso de La Ciudad del Sol posiblemente escrita en la cárcel asimismo se ocupó de adaptarla para la pantalla. Escrita en 1954, y es-
a principios de 1602. Campanella sitúa su utopía en el corazón de Tapro- trenada en 1961, en el escenario fue protagonizada porel mismo actor,
bana, la isla de Ceilán, aislada dentro de una isla. La ciudad solar se dis- Paul Scoffield, que dará vida a Tomás Moro en la pantalla. Tanto los
pone bajo siete anillos concéntricos de murallas defensivas. Cada uno de guiones de Bolt como sus obras de teatro tienen puntos comunes: ha-
los siete círculos amurallados lleva el nombre de uno de los siete planetas. blan del conflicto entre el individuo libre, la sociedad y la autoridad en
Los muros concéntricos cumplen funciones didácticas, ya que en sus periodos conflictivos de la historia. Sus personajes se oponen a los dog-
frescos y bajorrelieves están representadas todas las enseñanzas que los mas políticos y religiosos del momento,_ y sufren las consecuencias de
habitantes deben conocer. Con esta moderna pedagogía visual, la ciencia esa oposición. En la película Moro es presentado como un hombre
se aprende de forma rápida y placentera. En el centro de la ciudad se de férreos principios: un espíritu libre y crítico con la sociedad de su
encuentra el Templo de la Sabiduría, virtud en la que el utopista deposita tiempo, que sufrió las envidias de sus rivales en la corte, aquí represen-
su máxima confianza. Y dentro de una organización jerarquizada, la tados en el intrigante Thomas Cromwe!L En contrapartida, fue un
máxima autoridad es Hoh, el Metafísico, mientras que sus principales hombre admirado y querido por el pueblo y por su familia".
ministros son Pon, Sin y Mor: el Poder, la Sabiduría y el Amor. La versión cinematográfica, plana y académica, y de naturaleza
Se ha querido ver en la utopía de Campanella un proyecto pagano muy teatral, se distingue más por su naturaleza hagiográfica que por sus
(no en vano concebido al amparo del Sol, no de Dios), aunque recu- •, valores artísticos. Mayoritariamente se centra en la exaltación de Tomás
bierto bajo disfraces cristianos. Bajo este modelo, aparentemente per- Moro, un caballero ejemplar cuando ocupaba los cargos de máxima
fecto, el Estado es el primer y único protagonista. La utopía autoritaria, responsabilidad en la corte de Enrique VIII, tras sustituir al cardenal
reglamentada y burocrática de Campanella anula la libertad de sus ciu- Wolsey como Lord Canciller del Reino. El futuro santo es presentado sin
dadanos. Y en sus rígidos esquemas sociales se ha querido ver, asimis- · aristas ni fisuras: un espejo de políticos y de caballeros, entregado con
mo, el embrión de la distopía. No falta, en efecto, quien reconoce en la lealtad a unas convicciones por las que llega a dar la vida sin titubeos.
sombría y adusta Ciudad Solar uno de los precedentes más señalados Como se sabe, y siendo Canciller de Inglaterra, Tomás Moro se
del terrorífico INGSOC concebido por Orwell en 198431 • opuso al divorcio del rey con Catalina de Aragón, que no podía darle

32 Se encontrarán comentarios de esta pelicula, centrados en su contexto histórico,

en Enrique Giménez, (<Erasmismo en el cine: Un hombre para la eternidad, de Fred Zinne-


manm>, en José Uroz (ed.), Historia y cine, Alicante, Universidad, 1999, págs. 153-162.
31 Luis Núñez Ladeveze, ((De la utopía clásica a la disropía actuah, Revista de Estu- Y en Juan Manuel Santana Pérez y Germán Santana Pérez, Las representaciones de la
dios Políticos, núm. 44, marzo-abril de 1985, pág. 51. Historia Moderna en el cine, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart, 2008.

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acceder a la Corte. Moro le ofrece un puesto de maestro, ya que la so-
ciedad precisa de buenos docentes. Pero esta proposición no le hace
muy feliz al joven peti':'etre, que aspira a mayores glorias. "i Y quién lo
sabria?>>, se lamenta Richar~·. Moro responde: «Tú, tus alumnos, tus
.amigos, Dios>>. Y es que el humanismo enaltece la labor docente como
impulsora de la regeneración moral e intelectual de la sociedad, aspec-
tos igualmente tratados en Uropía.
El otro momento es cuando, a punto de ser ejecutado, Moro se
despide de su hija Meg, su heredera espiritual. El reo justifica su actitud
de oposición al rey, incomprensible para los suyos, con estas palabras:

Si viviéramos en un estado donde la virtud fuera rentable, el


sentido co~ún no sería ser santos; pero si vemos que la avaricia, la
ira, la vanidad y la estupidez rinden más beneficios que la caridad,
la modestia, la paciencia y la inteligencia, la rebelión está justificada,
Tomás Moro-Paul Scoffield. Un hombre para todos los tiempos.
aun corriendo el riesgo de ser héroes.

De este modo, con su sacrificio y sus últimas palabras a modo de


un descendiente, para casarse con su amante Ana Bolena. Sin embargo,
testamento moral, Moro reivindica algunos de los principios esenciales
el personaje de Enrique VIII aparece un tanto esquemático, y de hecho
de su Utopía.
su presencia es meramente secundaria. El principal conflicto que libra
La película concluye con la decapitación del protagonista, el 6 de
Moro en la película no es contra el monarca ni contra la corte, ni mu-
julio de 1535, cuando contaba 57 años. Una voz fuera de campo re-
cho menos contra el intrigante y torvo Thomas Cromwell, sino contra
cuerda la suerte adversa que sufrieron todos sus enemigos: el rey mori-
su conciencia. Moro no acepta el cisma con la Iglesia de Roma y su
ría de sífilis, tras vivir una vida aciaga y desdichada; Cromwell y otros
resistencia le conduce al cadalso.
cortesanos intrigantes asimismo concluyeron sus días en el patíbulo.
Centrada en los últimos días del santo, no deja de sorprender la casi
Frente a todos ellos, el recuerdo de Moro sobrevive.
rotal ausencia de su obra más conocida: Utopía. Solo en un episodio
«Si te adelantas a tu tiempo no te siguen, te persiguen}}' reza un
incidental, y casi de refilón, es citado aquel libro emblemático. En di- 't
proverbio árabe, y este fue el destino de aquel humanista virtuoso que
cha ocasión Moro se encuentra en un cenáculo, rodeado de amigos que
se opuso a un déspota para hacer valer sus principios éticos. La historia
critican la corrupción generalizada en la corte de Inglaterra. En este
le ha sido favorable, y la Iglesia católica le ha elevado a los altares: Tomás
punro uno de los asistentes sentencia: «En Utopía eso no puede suceder
Moro fue santificado en 1935. Su obra maestra, Utopía, continúa viva
porque allí los religiosos son muy santos, y por tanto muy escasos». Más
y llena de fuerza en nuestros días, cuando ya se han cumplido quinien-
allá de esta referencia ocasional, tampoco se citan otras obras valiosas de
tos años de su primera edición. A su autor y amigo se refiere Erasmo de
la producción literaria de Moro, del mismo modo que se ignora su
Rotterdam en sus Adagia. Y lo hace en los siguientes términos: «El
relación con Erasmo y con los círculos erasmistas. Tampoco se conside-
ho~bre que se adapta tanto a la seriedad como a la broma, y cuya com-
ra la repercusión que dichas obras tuvieron en la Europa humanista y
pama resulta srempre agradable, ese es el hombre que los antiguos lla-
en la Inglaterra de su tiempo.
maban ommum horarum horno: un hombre para todas las horas». Un
Cabría añadir que otros dos episodios secundarios de la película
hombre para la eternidad.
podrían relacionarse indirectamente con Utopía. En el primero de ellos
cierto joven intrigante, llamado Richard, pide favor al Canciller para

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