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La obra fundacional del Derecho Internacional Público contemporáneo, De Iure Belli Ac Pacis,
escrita por Hugo Grocio en 1625, demuestra que el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacional, aún en épocas en que hacer la guerra era una potestad soberana, fue el
principio que orientó el establecimiento de límites a este facultad de los Estados. Como se
puede apreciar la noción de “guerra total” jurídicamente no es válida y es precisamente en
este contexto que el Derecho Internacional Humanitario (DIH) encuentra su razón de ser. Si
bien se puede encontrar antecedentes del DIH a lo largo de toda la historia de la humanidad,
pasando por el juicio a Peter Von Hagenbach o el Código de Lieber en la Guerra Civil
norteamericana, el DIH moderno se cristaliza en 1864 con el Convenio de Ginebra para el
mejoramiento de la suerte que corren los militares heridos en los ejércitos en campaña. Este
tratado da inicio al DIH moderno dado que permite el desarrollo de diversos instrumentos con
el fin de regular la conducción de las hostilidades (Derecho de La Haya), así como la creación
de instrumentos para la protección de la población civil (Derecho de Ginebra). Posteriormente,
en 1899 y en 1907 se adoptan acuerdos sobre la prohibición del uso de ciertas armas y
conductas de guerra, posteriormente conocidos como los Convenios de La Haya. A esto se
suma tratados para el tratamiento de militares heridos en combate en 1906 y en 1929, así
como el Convenio sobre la protección de las instituciones artísticas y científicas y de los
monumentos históricos (Pacto Roerich) de 1935. Con la Carta de las Naciones Unidas de 1945,
se da un cambio de paradigma estableciendo el uso de la fuerza como la excepción en la
conducción de las relaciones internacionales. Desde ese entonces, la fuerza solo puede ser
usada como instrumento legítimo en caso de legítima defensa o por autorización del Consejo
de Seguridad. El paso más significativo en el DIH con posterioridad a la Segunda Guerra
Mundial se da con la adopción de los (I-IV) Convenios de Ginebra de 1949 y la suscrición de los
(I-II) Protocolos Adicionales de 1977. Este conjunto de tratados tiene como principal objeto
regular el Ius in Bellum centrando su normativa en la protección de los prisioneros de guerra,
la población civil y los bienes que no tienen un objetivo militar específico como los hospitales,
los colegios y las iglesias, entre otros. En este contexto, el DIH está “destinado a ser aplicable
en los conflictos armados, internacionales o no internacionales, y que limita, por razones
humanitarias, el derecho de las Partes en conflicto a elegir libremente los métodos y los
medios utilizados en la guerra, o que protege a las personas y a los bienes afectados, o que
pueden estar afectados por el conflicto”1 . El presente trabajo recopilatorio permite destacar
el desarrollo del DIH, cuya finalidad es lograr la adopción de instrumentos internacionales para
la protección de la vida y dignidad del ser humano involucrado en un conflicto armado. Pero
además, representa el compromiso tanto del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
órgano rector en la promoción del respeto de los derechos humanos, como de este
Viceministerio de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, de contribuir con la difusión y
promoción de las normas tanto convencionales como consuetudinarias en materia de DIH.
Esperamos que este trabajo de sistematización sirva de base para la formación en las Fuerzas
Armadas, la Policía Nacional del Perú y la academia. Este compromiso se apoya en primer
lugar, en la reflexión sobre el desarrollo y las consecuencias que los conflictos armados causan
tanto para las partes involucradas como para la comunidad internacional. En segundo lugar, se
ampara en lo valioso que significa obtener el consenso de los Estados para adoptar
instrumentos mediante los cuales se obligan a respetar y a seguir los códigos de conducta a ser
aplicados en la conducción de las hostilidades
Los conflictos armados son tan antiguos como la humanidad misma. Por ello, las antiguas
civilizaciones desarrollaron una serie de prácticas que posteriormente los Estados cristalizaron
en normas internacionales, con el objetivo de limitar sus lamentables efectos. Es así que surge
el Derecho internacional humanitario (DIH), rama del Derecho internacional público, destinado
principalmente a proteger a las personas que no participan o han dejado de participar en las
hostilidades y a restringir los medios y métodos de combate. Para gozar de aceptación universal,
los tratados de DIH deben ser aprobados formalmente por todos los Estados a través de la
ratificación o la adhesión, para posteriormente ser implementados mediante adecuación
legislativa y la adopción de medidas prácticas. Es en ese marco que los Estados deben
comprometerse a promocionar el DIH, a fin de que los actores comprometidos con su
implementación y aplicación las conozcan y por tanto, éstas sean efectivas en su faceta
preventiva. En ese sentido, el Estado peruano cumple con sus obligaciones a través del
Viceministerio de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos (MINJUS), órgano encargado de aprobar los lineamientos para la difusión y promoción
de normas humanitarias de acuerdo al Decreto Supremo N°011-2012-JUS. De manera específica,
la Dirección General de Derechos Humanos (DGDH), órgano de línea del MINJUS, tiene
competencia para formular, proponer, dirigir, coordinar, evaluar y supervisar las políticas,
planes y programas de protección y promoción del DIH; así como dictar los lineamientos para su
difusión y promoción a nivel nacional. El presente trabajo recopilatorio de instrumentos
internacionales y normas consuetudinarias responde entonces al cumplimiento de las
obligaciones internacionales del Estado peruano y pretende introducir al lector en el
conocimiento básico del DIH. Los destinatarios del presente compendio son diversos, desde
estudiantes, funcionarios públicos, miembros de las fuerzas armadas, así como fuerzas de
seguridad, entre otros. La estructura del libro enfoca diferentes temas de interés, empezando
por las normas básicas, haciendo posteriormente mención de las normas del Derecho
internacional de los derechos humanos (DIDH) relevantes, pasando por aquellas destinadas a la
protección de bienes culturales, incluyendo luego las normas referidas a la penalización de la
comisión de crímenes de guerra, las normas orientadas a prohibir el empleo de determinadas
armas y finalmente, las normas consuetudinarias. En ese sentido, el primer capítulo comprende
los cuatro Convenios de Ginebra (I-IV), aprobados el 12 de agosto de 1949; sus tres Protocolos
Adicionales (I - III), los dos primeros, aprobados el 8 de junio de 1977, y el tercero aprobado el 8
de diciembre de 2005. Consecutivamente, en el segundo capítulo se incluyen los instrumentos
jurídicos que brindan protección a una categoría especial de personas: las niñas, los niños y las
mujeres, en el contexto de un conflicto armado, aprobados en el marco del DIDH, como la
Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada el 20 de noviembre de 1989 y el Protocolo
Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo a la Participación de los Niños
en los conflictos armados, aprobada el 25 de mayo de 1974. De igual modo, se pueden encontrar
instrumentos jurídicos de carácter no vinculante (soft law), como la Declaración sobre la
Protección de la Mujer y el Niño en estados de emergencia o de conflicto armado. En el tercer
capítulo, el lector encontrará los instrumentos aprobados con miras a proteger los bienes que
forman parte del patrimonio cultural de un país, entre ellos el Convenio sobre la Protección de
las Instituciones Artísticas y Científicas y de los Monumentos Históricos (Pacto Roerich)
aprobado el 15 de abril de 1935. De igual modo, la Convención de la Haya de 1954, sobre la
Protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado, su Protocolo y su reglamento,
aprobados el 14 de mayo de 1954, así como su Segundo Protocolo. Posteriormente, y
atendiendo a la gravedad de los crímenes que pueden ser cometidos durante la conducción de
las hostilidades, reconociendo el interés de la comunidad internacional en su persecución y
sanción, así como la imprescriptibilidad de los mismos, se integra en el cuarto capítulo la
Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, aprobada el 26 de noviembre de 1968. 8 Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
Teniendo en consideración la importancia que representó la creación de un tribunal
permanente, responsable de juzgar y sancionar a los autores de los crímenes internacionales,
en el quinto capítulo se incluye el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado
el 17 de julio de 1998. Adicionalmente, se incluyen en el mismo capítulo las Enmiendas
adoptadas en la Conferencia de Revisión al Estatuto de Roma, realizada en Kampala, Uganda, en
junio de 2010. Por otro lado, en el sexto capítulo se incorporan los tratados destinados a prohibir
y limitar el empleo de ciertas armas que causen sufrimientos innecesarios o sean de efectos
indiscriminados, como la Convención sobre la Prohibición del desarrollo, producción y
almacenamiento de armas bacteriológicas (Biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción,
aprobada el 16 de diciembre de 1971; la Convención sobre la prohibición del desarrollo, la
producción, el almacenamiento y empleo de armas químicas y sobre su destrucción, aprobada
el 13 de enero de 1993; la Convención sobre la Prohibición del empleo, almacenamiento,
producción y transferencia de Minas Antipersonal y sobre su destrucción, aprobada el 18 de
setiembre de 1997; y la Convención sobre Municiones en Racimo, aprobada el 30 de mayo de
2008. Finalmente, el séptimo capítulo está dedicado a las normas consuetudinarias del DIH,
producto del trabajo de investigación realizado por la División Jurídica del Comité Internacional
de la Cruz Roja, tomando en consideración la labor forjadora que ostentan estas normas para
algunos de los principales instrumentos convencionales en la materia. Acompaña esta edición
un CD que contiene los instrumentos jurídicos mencionados y se incorporan los elementos de
los crímenes establecidos en el Estatuto de Roma, así como los elementos de los crímenes fijados
en las enmiendas relativos al artículo 8° y al crimen de agresión, adoptadas en la Conferencia de
revisión de la Corte Penal Internacional, realizada en Kampala, Uganda, en junio de 2010
Asimismo, se incorpora el Tratado Internacional de Comercio de Armas, firmado por Perú el 24
de setiembre de 2013 y los tratados aplicables a situaciones de conflicto armado en tierra, mar
y aire. En ese sentido, el objetivo del compendio es el de ser un material sencillo pero efectivo,
útil para los actores cuya función converge con la aplicación e implementación del DIH; como
también para todo aquel que se encuentre interesado en su aprendizaje o en su estudio a mayor
profundidad. La DGDH desea expresar especial gratitud a la Dirección de Tratados del Ministerio
de Relaciones Exteriores por su colaboración con la entrega de la relación de instrumentos en
DIH adoptados por el Estado Peruano, los cuales han sido incorporados en el CD mencionado.
De igual forma, se hace presente que esta publicación es el resultado del trabajo en conjunto de
las abogadas Tania Elizabeth Arzapalo Villón y Andy Geraldine Sánchez Aranda, profesionales de
la DGDH, como una contribución con relación al cumplimiento de los objetivos que sobre
difusión y promoción en materia de DIH se tiene planteada.
Artículo 1 - Respeto del Convenio Las Altas Partes Contratantes se comprometen a respetar y
a hacer respetar el presente Convenio en todas las circunstancias. Artículo 2 - Aplicación del
Convenio Aparte de las disposiciones que deben entrar en vigor ya en tiempo de paz, el
presente Convenio se aplicará en caso de guerra declarada o de cualquier otro conflicto
armado que surja entre dos o varias Altas Partes Contratantes, aunque una de ellas no haya
reconocido el estado de guerra. El Convenio se aplicará también en todos los casos de
ocupación total o parcial del territorio de una Alta Parte Contratante, aunque tal ocupación no
encuentre resistencia militar. Si una de las Potencias en conflicto no es parte en el presente
Convenio, las Potencias que son Partes en el mismo estarán, sin embargo, obligadas por él en
sus relaciones recíprocas. Estarán, además, obligadas por el Convenio con respecto a dicha
Potencia, si ésta acepta y aplica sus disposiciones. Artículo 3 - Conflictos no internacionales En
caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una
de las Altas Partes Contratantes cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de
aplicar, como mínimo, las siguientes disposiciones: 1) Las personas que no participen
directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan
depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida,
detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con
humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión
o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo. A este
respecto, se prohíben, en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba
mencionadas: a) los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el
homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios; b)
la toma de rehenes; c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos
humillantes y degradantes; d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un
tribunal legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como indispensables
por los pueblos civilizados. 2) Los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos. Un
organismo humanitario imparcial, tal como el Comité Internacional de la Cruz Roja, podrá
ofrecer sus servicios a las Partes en conflicto. Además, las Partes en conflicto harán lo posible
por poner en vigor, mediante acuerdos especiales, la totalidad o parte de las otras
disposiciones del presente Convenio. La aplicación de las anteriores disposiciones no surtirá
efectos sobre el estatuto jurídico de las Partes en conflicto. Artículo 4 - Aplicación por la
Potencias neutrales Las Potencias neutrales aplicarán, por analogía, las disposiciones del
presente Convenio a los heridos y a los enfermos, así como a los miembros del personal
sanitario y religioso, pertenecientes a las fuerzas armadas de las Partes en conflicto, que sean
recibidos o internados en su territorio, así como a los muertos recogidos. 16 Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos Artículo 5 - Duración de la aplicación Para las personas
protegidas que hayan caído en poder de la Parte adversaria, el presente Convenio se aplicará
hasta que sean definitivamente repatriadas. Artículo 6 - Acuerdos especiales Aparte de los
acuerdos expresamente previstos en los artículos 10, 15, 23, 28, 31, 36, 37 y 52, las Altas
Partes Contratantes podrán concertar otros acuerdos especiales sobre cualquier cuestión que
les parezca oportuno zanjar particularmente. Ningún acuerdo especial podrá perjudicar a la
situación de los heridos y de los enfermos ni de los miembros del personal sanitario y religioso,
tal como se reglamenta en el presente Convenio, ni restringir los derechos que en éste se les
otorga. Los heridos y los enfermos, así como los miembros del personal sanitario y religioso,
seguirán beneficiándose de estos acuerdos, mientras el Convenio les sea aplicable, salvo
estipulaciones en contrario expresamente contenidas en dichos acuerdos o en otros ulteriores,
o también salvo medidas más favorables tomadas a su respecto por una u otra de las Partes en
conflicto. Artículo 7 - Inalienabilidad de derechos Los heridos y los enfermos, así como los
miembros del personal sanitario y religioso, no podrán, en ninguna circunstancia, renunciar
parcial o totalmente a los derechos que se les otorga en el presente Convenio y, llegado el
caso, en los acuerdos especiales a que se refiere el artículo anterior. Artículo 8 - Potencias
protectoras El presente Convenio será aplicado con la colaboración y bajo el control de las
Potencias protectoras encargadas de salvaguardar los intereses de las Partes en conflicto. Para
ello, las Potencias protectoras podrán designar, aparte de su personal diplomático o consular,
a delegados de entre los propios súbditos o de entre los de otras Potencias neutrales. Estos
delegados serán sometidos a la aprobación de la Potencia ante la cual hayan de efectuar su
misión. Las Partes en conflicto facilitarán, en la mayor medida posible, la labor de los
representantes o delegados de las Potencias protectoras. Los representantes o delegados de
las Potencias protectoras nunca deberán extralimitarse en la misión que se les asigna en el
presente Convenio; habrán de tener en cuenta, especialmente, las imperiosas necesidades de
seguridad del Estado ante el cual ejercen sus funciones. Sólo imperiosas exigencias militares
pueden autorizar, excepcional y provisionalmente, una restricción de su actividad. Artículo 9 -
Actividades del Comité Internacional de la Cruz Roja Las disposiciones del presente Convenio
no son óbice para las actividades humanitarias que el Comité Internacional de la Cruz Roja, u
otro organismo humanitario imparcial, emprenda para la protección de los heridos y de los
enfermos o de los miembros del personal sanitario y religioso, así como para los socorros que,
con el consentimiento de las Partes en conflicto interesadas, se les proporcione. Artículo 10 -
Sustitutos de las Potencias protectoras Las Altas Partes Contratantes podrán convenir, en todo
tiempo, en confiar a un organismo que ofrezca todas las garantías de imparcialidad y de
eficacia, las tareas asignadas en el presente Convenio a las Potencias protectoras. Si heridos y
enfermos o miembros del personal sanitario y religioso no se benefician, o ya no se benefician,
por la razón que fuere, de las actividades de una Potencia protectora o de un organismo
designado o de conformidad con lo estipulado en el párrafo anterior, la Potencia detenedora
deberá solicitar, sea a un Estado neutral sea a tal organismo, que asuma las funciones
asignadas en el presente Convenio a las Potencias protectoras designadas por las Partes en
conflicto.