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CHARLA CON EL POETA ANTONIO GARCÍA CALIZAYA

PREÁMBULO

El proceso formativo de una tradición literaria conlleva limitaciones de diversa tipología,


algunas insalvables. Una de ellas es la escasa o nula existencia de un aparato crítico que
proporcione los elementos necesarios para el esclarecimiento de los valores representativos y
sus respectivas obras. En Tacna es evidente esto último. Estamos huérfanos de crítica seria,
objetiva y aleccionadora. Se entiende que esta crítica no debe reducirse a una función
meramente academicista sino que debe asumir un rol pedagógico, más aún en pueblos
carentes de tradición literaria.

En la historia literaria de Tacna, podemos distinguir dos momentos cumbre: La eclosión de LA


BOHEMIA TACNEÑA a fines del siglo 19 y el llamado MOVIMIENTO POÉTICO TACNEÑO DEL 70
(denominación acuñada por Luis Chambilla Herrera). Hay épocas en que se juntan
determinadas condiciones permitiendo el florecimiento cultural de un pueblo. Tacna en la
década del 70 experimentó una sorprendente cristalización en el campo cultural,
principalmente literario, más específicamente poético. Desde la perspectiva contemporánea, a
casi medio siglo de su florecimiento, se hace urgente emprender un estudio panorámico de su
formación y de sus proyecciones, tarea iniciada solitariamente por el citado Luis Chambilla
Herrera. Sabemos que un estudio panorámico implica la revisión integral de los componentes
del fenómeno en todas sus aristas y -desde luego- proceder a discriminar/clasificar de acuerdo
a criterios establecidos por la crítica. Naturalmente este procedimiento puede generar
discrepancias, como sucede cuando se hacen antologías.

En Tacna, al margen de los poetas agrupados alrededor de la revista KILKA (Guido Fernández
de Córdova, Segundo Cancino, Marco Nóbel Villegas, Livio Gómez, Artidoro Velapatiño, Fredy
Gambetta y Luis Alberto Calderón Albarracín) en la década del 70 surgieron voces
independientes (Jorge Hugo Girón Flores, Luis Bocchio Rejas, Hugo Salazar del Alcázar, Martín
Parodi, Alberto Páucar, Osvaldo Vega Dinamarca, Giovanna Pollarolo, etc.) y una tercera
vertiente de poetas populares (Sabino Maquera, Fidel Miranda, Enrique Carranza Ramos,
Alfredo Alzamora, Roberto Pino Choqueapaza, entre otros) los que influyeron en la década del
80 para la formación de agrupaciones como el Centro Cultural Gonzalo Rose, el grupo literario
JUKU y la Asociación Cultura la Portada del Sol, en los que se dieron a conocer poetas como:
Antonio García Calizaya, Claudio Puma, Julio Castro Ancco, Alcy Zapata y Daniel Zavala Colque.

De estos últimos –los llamados poetas populares- poco se ha escrito. Han sido silenciados
sistemáticamente por el statu quo vigente. Una crítica integral debería valorarlos sin el
andamiaje elitista con que se suele desdeñar a esta poesía popular (proletaria y andina). A ello
debe sumarse la labor de los estudiantes, docentes, investigadores e historiadores, a quienes
también corresponde emprender este estudio.

ENTREVISTA

Antonio García Calizaya es –quizás- el máximo representativo de esta vertiente popular, un


poeta forjado en las calles, en la diaria batalla por la subsistencia, lejos de los círculos
universitarios y/o académicos. Ha sido ganador del premio nacional de poesía “Alfonso
Bouroncle Carreón” en 1984 y fundador del Grupo Literario Juan Gonzalo Rose. Hemos
acudido a su encuentro, nos recibió en su modesta habitación con la calidez de un hermano.
Aquí su testimonio:

1.- ¿Háblenos de sus inicios literarios y del Grupo Cultural Juan Gonzalo Rose?

Empecé a escribir mis primeros versos por el año 1979 casi terminando la secundaria, en el
colegio San Martín de Porras. Algunos profesores me incentivaron. Hasta segundo año estudié
de día, los tres últimos años tuve que trabajar y estudiar de noche. Mi padre fue trabajador de
construcción civil, desde pequeño yo lo ayudaba, por eso me identifiqué con los trabajadores;
además eran tiempos difíciles, había mucha pobreza, recuerdo las interminables huelgas y
paros contra la dictadura de Morales Bermúdez, había malestar por todos lados…
indudablemente todo eso influyó en mi poesía.

A principios de los 80 nos organizamos un grupo de gente joven con la necesidad de hacer
nueva poesía en Tacna, queríamos hacernos escuchar. Fue una hornada de poetas de los
pueblos jóvenes, hijos de de inmigrantes puneños en su mayoría. Decidimos salir y demostrar
que los hijos del pueblo podíamos hacer poesía. Así, nos llamaron los poetas marginales. De
1979 a 1982 se formó el grupo literario “Expresión Libre” como antesala de lo que luego sería
el Grupo Cultural “Juan Gonzalo Rose”, conformado en 1983, en homenaje al gran poeta
recién fallecido un año antes. Recuerdo con afecto a los miembros del grupo: Claudio Puma,
Fidel Miranda, Enrique Carranza, Alcy Zapata, Fredy Mercado, Miguel Pacoricona, mi hermano
Hernán “Poncho” García, Juan Accineli, entre otros. También a quienes colaboraron con el
grupo y nos brindaron su apoyo: Honorio Morales Arce, Esperanza Martínez, Osvaldo Vega
Dinamarca, Efraín Choque Alanoca, Juan Pari, Nancy Chipoco y muchos más. El padrino del
grupo fue el poeta José Ruiz Rosas, quien estuvo el día de la inauguración. No olvido al
generoso periodista Juan Zegarra Macedo, él fue el impulsor de este proyecto a través de su
programa radial “Hola, juventud” y de los juegos florales radiofónicos que organizó con el
apoyo de Roberto Pino Choqueapaza. Con este Grupo Cultural hicimos innumerables
actividades en los pueblos jóvenes, organizamos recitales, publicamos libros, plaquetas,
antologías, etc.

2.- ¿Qué recuerdos tiene de José Ruiz Rosas?

A don Pepe Rosas yo lo conocí en 1981 en la universidad a través de Raida Callalle, ella me
animó a inscribirme en un taller de creación literaria al que asistieron muchos jóvenes,
obviamente el taller estaba a cargo de José Ruiz Rosas; nos pidió que escribiéramos un poema,
entre todos yo resulté ganador. A partir de entonces me dio aliento para continuar
escribiendo, le llevé mis cuadernos con mis primeros versos, me los corrigió y los publicó con el
título de “Lluvia” en 1982, eligió ese nombre por la variedad temática que presentaban mis
poemas. Ese fue mi primer libro, la publicación fue posible gracias a la Universidad Jorge
Basadre. Pepe Rosas fue muy generoso conmigo, me enseñó algunas técnicas para escribir
mejor, me trató mucho más que a su alumno.

3.- ¿Cómo se gestó el poemario EXTERMINIOS?


Había ganado algunos concursos locales, hasta que un día de 1984 leí en el diario CORREO el
anuncio de un concurso nacional de poesía “Alfonso Bouroncle Carreón”, anoté las bases y
conversé con el poeta Fidel Miranda para pedirle apoyo. Le lleve mis poemas, muchos poemas,
casi 300. Hizo una selección, los corrigió y al final quedaron 40. A sugerencia suya quedó el
título del poemario: EXTERMINIOS. Lo envié a Arequipa para probar, Fidel tenía más
esperanzas que yo. Pasó un mes y llegó un telegrama a mi puerta donde se me comunicaba
que había ganado el concurso. Eran 3 mil dólares de premio, mi familia se alegró bastante
porque ese dinero sirvió para aliviar nuestra alicaída situación económica. Viajé a Arequipa, allí
me dieron un diploma y el cheque para cobrar, lamentablemente no tengo fotos de la
premiación. Don José Ruiz Rosas me felicitó, aún cuando –esto me enteré después- él también
había participado en ese concurso.

A mi regreso me hicieron homenajes, entrevistas en los diarios, en la radio a través de Juanito


Zegarra, de alguna manera alcancé cierta fama que me permitió viajar a Ilo y otros lugares
fuera de Tacna. Me felicitaron gente como Fredy Gambetta, Guido Fernández de Córdova y
Livio Gómez. Por todo esto, la universidad decidió publicar el poemario gracias a las gestiones
de Guillermo Guevara Torres, Isaac Rojas Granados, Raida Callalle y el profesor Frederick
O’Brien del área de Proyección Social. El libro salió en mimeógrafo en 1985, creo que tuvo un
tiraje de 100 ejemplares, y fue presentado por Luis Cohaíla Tamayo. Con ese libro me
consolidé como poeta en Tacna. Los poemas hablan del futuro, son como un vaticinio de lo
que vivimos después. Hay una búsqueda de cambio ante una realidad asfixiante, en ese
sentido esos poemas tienen temática social, y es que a mí no me gusta hablar a media voz, hay
que decir las cosas en voz alta, decir lo que uno piensa libremente. El libro lo reeditamos con
Fidel Miranda el año 2005, al cumplirse los 20 años de su gestación.

4.- ¿A qué se dedicó en aquéllos años y cómo vivió durante la dictadura de Fujimori?

Tras el triunfo de EXTERMINIOS me dediqué a trabajar como obrero de construcción civil,


primero sólo como ayudante. Estudié en el Instituto Tecnológico Vigil la carrera de Mecánica
de producción y luego Construcción Civil. No tengo títulos académicos, no soy un intelectual de
saco y corbata, soy un poeta obrero, mi mejor orgullo es el reconocimiento del pueblo. Para mí
la poesía es un compromiso ante la vida. Si bien es cierto dejé de participar en concursos, mas
no dejé de escribir y publicar. Siempre hay un espacio para la poesía en la dura faena por la
supervivencia diaria.

Durante la dictadura de Fujimori había mucho temor, pues de la noche a la mañana


desaparecieron amigos intelectuales, dirigentes sindicales, estudiantes. Hubo mucha
represión. A nosotros nos tenían reglados, una vez irrumpieron en la casa donde nos
reuníamos, buscaron todo, pero no encontraron nada puesto que horas antes nos había
alertado un amigo y así pudimos desaparecer los libros que eran básicamente de literatura y
alguno que otro de ideología socialista. A mí me ofrecieron publicarme una antología de mis
libros en el año 1999, cuando ya se olía toda la corrupción. Recuerdo que una autoridad de
Tacna me citó a su oficina a hacerme la propuesta con la condición de que el libro llevara el
sello del Ministerio del interior y un reconocimiento a Alberto Fujimori. Obviamente no acepté
la propuesta, por una cuestión de principios.
5.- ¿Actualmente sigue escribiendo? Y dígame ¿por qué cree que aún no ha sido reconocido
en su verdadera magnitud?

Actualmente sigo produciendo. En abril o mayo estaré publicando un poemario, “Los


olvidados”, siempre fiel a mis principios. Siento que hay gente que debe ser reconocida, hay
muchos marginados y olvidados, sobre todo si hablamos de artistas. Mi libro tratará de eso. No
seré reconocido por la intelectualidad, pero tengo el aprecio del pueblo, que es lo más valioso
para mí. Además, yo soy un artista que no ha pedido favores a nadie, no he ocupado cargos
públicos, no soy de tocar las puertas con mi file bajo el brazo. Mis libros los publico con mi
propio peculio y con el apoyo del Grupo cultural Gonzalo Rose. Siempre me he valido de mi
propio trabajo, soy artesano moldeador de cemento, con mi hermano hacemos acabados de
arquitectura. Es verdad que en Tacna, entre la intelectualidad, existe una cúpula que se
reparte los cargos. Hay mucha discriminación, así como yo varios de mi generación fueron
marginados por esta argolla que siempre ha usufructuado del poder, pero ya los tiempos están
cambiando y van perdiendo piso. Por último quiero expresar mi reconocimiento a quienes han
batallado conmigo, a mi hermano Hernán García Calizaya, a Fidel Miranda, a Juanito Zegarra
Macedo, Daniel Zavala Colque y a Claudio Puma Pacori.

Tacna, febrero 2012.

POEMAS DE ANTONIO GARCÍA CALIZAYA

Del poemario EXTERMINIOS (Tacna, 1985):

POEMA 4
En mi casa a medianoche
siento hambre como ayer;
y es que el salario es pura ceniza
en las esquinas.

POEMA 7
Veinte siglos
y aun el incendio persiste;
tantas palomas han quedado enterradas
en el bosque de señales.
Lo miro y no lo creo;
pero cuánto se ha bailado,
cuánto se ha sufrido,
cuánto se ha vivido,
cuánta sangre se ha derramado
que lo veo y no lo creo.
POEMA 12
Otro año que se agota
y siempre lo mismo;
ver arder las calles
por dentro y por fuera.
Los ríos agotarse en invierno;
otro otoño morir por el viento,
otro año que se pierde lentamente
como un pájaro herido.

POEMA 17
Cada día pienso
si algún día acabará el hambre
de la tierra, de las gentes enlutadas;
y en mi calles brillará el sol.

POEMA 21
Regreso incendiando mis miserias
en los más tristes comedores;
regreso con mis raíces pobladas
de sueños desde el alba.

Si pudiera inventar
tanta felicidad,
llenaría todas las horas de astros;
clavaría en las brisas,
toda esta felicidad inventada,
después toda esta lluvia
ya no importaría.

POEMA 25
A veces quisiera ser
el niño que cantaba entre los muros,
que soltaba palabras
como blancas mariposas,
que buscaba asilo en su jardín;
y ser el niño de siempre
y poblar toda esta soledad
con mi infancia.

POEMA 40
No sé si he vivido en este tiempo
o he de vivir en el futuro,
sólo de una cosa estoy seguro,
que mi poesía vive y sufre,
odia y crece.

Yo no sufro por mí,


sufro por mis tristes piedras,
por los tristes ojos,
que cantan y lloran,
esperando un poco de vida.
De la revista HOLA JUVENTUD (Tacna, 1987):

DESDE AQUÍ
Te escribo desde aquí,
desde el fondo de la tristeza.
Amada: desde aquí,
desde donde blanquean los árboles
y se apagan las risas.

Te escribo desde aquí,


ardiendo mis venas,
buscando tus besos ausentes,
desde este país
tan lejos del sol.

Del libro JACARANDÁ. HOMENAJE POÉTICO A TACNA (Tacna, 1988):

RÍO CAPLINA

Largo río altanero,


guitarra del mar;
tus rumorosas aguas
riegan el valle.

Espejo
de las nubes,
brilla tu nombre
en el mirar
de la tierra;
taciturna y formal.

Van tus aguas


cabalgando
en el tiempo,
formando sueños
de palomas,
sembrando libertades.

Del poemario PARAÍSO DE HUESOS (Tacna, 1999):

POEMA 1
Estoy velando
mi paraíso de huesos,
un pan,
una sonaja de pocos.
Y esta noche quieta
yo también
me estoy quemando
como un heraldo.

POEMA 5
Si las calles aquí están
con candado
entonces, éste no es el país que soñé.

POEMA 16
Y canta el río,
cantan las rosas,
cantan los huesos
aquí con urgencia.

POEMA 48
Invento una sonrisa,
un hombre sin tributo,
me invento yo mismo
un dolor para existir.

Del poemario HOGUERA DE SUEÑOS (Tacna, 2010):

POEMA VI
Pastorala,
silenciosa ñusta,
cantora del ande
y el frío.
Tú guardas
en el corazón un cielo
dulce
como el ichu.
Mi hada amorosa;
mi voz
canta tu cuerpo
de oro;
pastora, pastorala.

POEMA XVIII
Que el poema viva,
que sea sol.
Que esté en los crepúsculos
de todos los mercados.
Que el poema
viva en las casa de cartón;
en el filo
de estas ausencias,
en la hierba alzada.
Que el poema viva
en la espuma
de los árboles,
que esté hecho
de lágrimas, de risa emponzoñada.
Que el poema viva
en el perfume
de nuestras oraciones,
en el anticucho roto,
en el pie
de unas astillas;
en la herencia
de la bella metáfora.
Que el poema viva
en los huérfanos
de miel;
en la alforja
de todos los hombres
libres del mundo.

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