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+ Nacionalidad
Aunque el sufragio sea universal de todos los nacionales, no todos los que sean
nacionales tienen derecho a votar sino que hay una restricción o condición por razón de la
edad que se tenga. La frontera entre la minoría y la mayoría de edad -que ha ido
cambiando a lo largo del tiempo y que puede ser distintas de un país a otro- es la que
marca la inclusión en el Cuerpo electoral.
+ Habilitación
Pero el Cuerpo electoral no está formado por todos los nacionales que sean mayores de
edad sino por aquellos que reúnen las condiciones de habilitación necesarias. No
dispondrán del derecho de sufragio quienes se encuentren inhabilitados para ello, lo cual
suele ser consecuencia de un proceso penal, como pena principal o accesoria.
Los nacionales mayores de edad no inhabilitados para formar parte del Cuerpo electoral
deben figurar en el llamado Censo Electoral, lo que supone que hay que tener un
domicilio legal. En España el censo se hace a partir del llamado padrón de habitantes de
los municipios, confeccionándose de forma periódica y con carácter general. Es decir
todos los nacionales, mayores de edad, domiciliados en un municipio acaban formando
parte del censo. Pero esto no es siempre así ya que hay países en los que la inscripción
en el censo requiere de un acto explícito del votante que tiene expresamente que
registrarse, lo que significa que sólo figura en el censo quien voluntariamente se inscribe
en él. Esto suele ocurrir en aquellos Estados en los que la preservación de la libertad
individual como valor supremo les ha hecho no adoptar determinadas técnicas de control
de los ciudadanos como es la existencia de un DNI obligatorio (EE.UU., Gran Bretaña,
etc.). En los países cuya lógica política conlleva que los ciudadanos no estén fichados por
el Estado, salvo que se incorporen al registro de delincuentes, parece consecuente que
no estén obligatoriamente inscritos en cualquier tipo de censo. Pero esto tiene la
contrapartida de que la voluntariedad en la inscripción produce, a la hora de las
elecciones, que muchos ciudadanos no intervengan en las mismas, lo que puede acarrear
déficit en la representación. En todo caso tanto el Censo obligatorio como el voluntario se
consideran elementos que no desvirtúan el principio democrático.