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LA NACION | OPINIÓN | EDITORIAL

Bullying cada vez más precoz


Es primordial el rol de padres y docentes en la corrección de los
hostigamientos infantiles, para ayudar a superarlos y promover los buenos
vínculos
13 de marzo de 2018
Una palabra del idioma inglés ha tomado vigencia en nuestra lengua. Se trata de bullying,
que hace referencia a conductas de hostigamiento que se observan cada vez más
tempranamente en el comportamiento infantil, particularmente en el ámbito escolar.
Esas conductas vienen siendo observadas desde hace años, en el período que media entre el
final de la infancia y el comienzo de la adolescencia -entre los 11 y los 13 años,
aproximadamente- aunque, en la actualidad, hay sobrados testimonios de que se manifiestan
incluso antes. En ese sentido se ha expresado la directora de la Comunidad Anti Bullying de
la Argentina, Paola Zabala, quien hizo referencia a casos de alumnos del nivel primario, de
8 y 9 años. No hay todavía estadísticas al respecto, pero se menciona como un antecedente
por tener en cuenta la etapa en la que los alumnos empiezan a comprender la mirada de los
otros y del lugar que ocupan en los grupos de compañeros.
La psicóloga y directora de la Organización Equipo Anti Bullying, Lucrecia Morgan, ha
indicado que el hostigamiento requiere una cierta dinámica grupal, que se empieza a observar
a partir del tercer grado escolar. Si eso ocurre, "si aparece una dinámica disfuncional con
patrones de relación agresiva", se hace factible la aparición de situaciones de acoso.
Un concepto adicional expuesto por la especialista Pilar Cangueira se refiere a los años
iniciales de la escuela, cuando los compañeros de estudios se influyen recíprocamente, tanto
en el comportamiento social como en el aprendizaje. La experiencia de esos vínculos origina
conductas. Si la relación entre compañeros fracasa, la respuesta suele ser el acoso,
comportamiento que se vale muchas veces del empleo de la violencia.
El bullying es, pues, una conducta de hostigamiento físico o psíquico originada por un chico
o un grupo contra otro que no encuentra cómo salir de una situación que siente adversa.
Conviene señalar que no toda relación que se da entre chicos y que desemboca en formas de
agresión, ya sea verbal o física, es bullying. Para serlo, debe tener persistencia en el tiempo,
intención de dañar a quien la padece y apoyarse en un poder desigual. Cabe agregar que
puede sumarse la influencia de un adulto y, en la actualidad, de las redes sociales.
El dinamismo de las motivaciones en los grupos infantiles responde principalmente a
necesidades de compañía y de juego, deseos de hacerse conocer o encontrar respuesta
afectiva.
Cabe preguntarse si en la edad del jardín de infantes se llegan a constituir realmente grupos
porque entre los menores de cinco años no se crean las condiciones suficientes para llegar a
formarlos. Así lo señalaba Jean Piaget, gran estudioso de la infancia, aunque es una realidad
que han transcurrido años desde que se formuló esa afirmación y que las conductas de los
chicos han ido modificándose.
En descripciones actuales se ha señalado que a los tres años los chicos necesitan del adulto
para asociarse y jugar. Por eso, el grupo de preescolares es todavía embrionario. Solo a partir
de los cuatro años este empieza a consolidarse y el liderazgo lo asumen los más dinámicos y
extrovertidos. Quienes no se integran suelen estar ligados a una excesiva dependencia
familiar o a la percepción de una hostilidad latente.
Arístides Álvarez, director de una escuela de Rosario y titular de la asociación civil "Si nos
reímos, nos reímos todos", afirma que "la escuela debe involucrarse para resolver los
problemas que se producen entre los chicos".
Lo importante es la prevención de los conflictos, para lo cual directivos, docentes y también
el personal de portería deben actuar antes de que se produzcan. Los chicos que sufren
situaciones de bullying a menudo no lo dicen, aunque lo revelan con malhumor, bajo
rendimiento y desgano, que muchas veces deriva en ausentismo. Cuando se perciben
situaciones como esas el docente debe obrar sobre el grupo.
Otro aspecto del problema son los chicos que actúan como testigos indiferentes y que deben
tomar conciencia de que esa actitud lleva a convertirlos en cómplices de quienes ejercen la
violencia.
Es oportuno, por todo esto, reiterar el rol que les concierne a padres y docentes para corregir
los hostigamientos infantiles, ayudar a superar los comportamientos agresivos y promover
los buenos vínculos.

Link: https://www.lanacion.com.ar/2116378-bullying-cada-vez-mas-precoz

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