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COMIDA CON EL EMPERADOR

Por Juan Pablo Del Busto Bretoneche

Sancho VII, el Fuerte, rey de Navarra que vivió entre el 1194 y 1234, fue
descendiente del rey Sancho VI "el Sabio", de la dinastía Jimena y hermano de
Berenguela de Navarra, mujer de Ricardo Corazón de León.

El Rey Sancho tuvo un descendiente que falleció a los 15 años al caer desde un
caballo, pero a parte tuvo varios hijos ilegítimos y un descendiente de ellos soy yo el
verdadero rey, o mejor dicho, emperador de España.

Me pertenecen Francia, Portugal, Italia y varias colonias, pero todas me las han
arrebatado. Yo sé que cuando muera Juan Carlos me darán el reino porque si no el
pueblo se va a levantar y ni me quiero imaginar qué consecuencias puede traer eso.
He enviado cartas a 40 embajadas, a la defensoría del pueblo, al tribunal supremo,
al ministerio de defensa y no sé a cuantas instituciones más reclamando mi derecho
a ser Rey, pero solo me ha respondido una, la de Brasil, diciéndome que al ser
extranjero no tengo jurisdicción en asuntos internos de ese país y que hable con mi
embajada. También he viajado a Portugal y a Francia, para hablar con unos
abogados y reclamar mis derechos, pero me han dicho que ellos no quieren meterse
en esos asuntos por que están muy ocupados.

Esto es un complot, me han quitado todo a mí y a mi familia, todo lo que por


derecho nos correspondía. La dinastía que hoy reina, son descendientes de unos
usurpadores, el reino se lo arrebataron a Sancho VII y yo soy su legítimo heredero.
Es más, me han robado varias veces en mis tierras y he visto gente extraña
merodear por ahí; hasta han entrado en mi casa y me han movido las cosas.

Yo no debo estar aquí, no estoy enfermo, sólo reclamo lo que me corresponde y lo


que es justo; además me tienen que respetar porque soy el Emperador de España y
me han traído aquí en contra de mi voluntad.

Todos los médicos de aquí son ladrones, matan a la gente por unas pelas, porque
descienden del Rey Felipe II, otro usurpador.

Por favor llamen a un taxi y a 20 agentes de seguridad, que me voy a mi casa, he


dejado mi coche y mis tierras solas, me las pueden robar.

Ah, por cierto, con ese doctor no quiero hablar porque está lleno de pelos y eso no

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es bueno, no me da confianza.

Con estas palabras inicio una serie de entrevistas con un paciente al que llamaremos
Délico. Délico fue el dios romano de la profecía, de la luz, ganadería, agricultura y
sobre todo de la verdad. Délico es un hombre soltero, alto, robusto, de edad media o,
mejor dicho, de mediana edad, de ojos suspicaces y una sonrisa picaresca que esconde
algo de complicidad y secretismo.

Délico es el menor de tres hermanos, con los que ha compartido una criaza muy
tradicional. Tiene un hermano varón que vive con su esposa e hijos y una hermana en
silla de ruedas, con la que compartía el hogar hasta hace un mes. La hermana se fue
de casa, al ver que Délico dormía con un cuchillo bajo la almohada y después de
sufrir unas graves amenazas por parte de éste.

Délico se dedica a la agricultura, trabajando un considerable número de hectáreas;


tierras que son herencia de su padre, agricultor ya fallecido hace varios años, y otras
que son de alquiler. Comparte con sus hermanos cuatro placas solares y otras tierras
que alquila para ganadería.

El historial de Délico se remonta hasta hace 23 años; cuando comenzó diciendo que
desde su nacimiento lo han tratado de una manera distinta al resto, por lo que sabe que
es una persona muy especial; también decía tener el cuerpo ocupado por Cristo y
hablar con él, se atribuyó la capacidad de saber lo que la gente está pensando, dejó de
comer porque había comulgado sin confesarse, sentía que lo perseguían, presentó
llantos inmotivados y se aisló en casa leyendo libros de parapsicología y quiromancia.
También cuenta cómo viajó a Madrid para insultar al Rey puesto que éste insulto a
Délico cuando hacía la mili, y cómo habló con su tía para decirle que su hija, es decir
su sobrina, no era hija suya si no del mismo Délico.

Ese año ingresó en dos oportunidades en el Hospital Clínico Universitario bajo el


diagnostico de Trastorno Paranoide Atípico. Desde esas fechas ha continuado con su
seguimiento por los Centros de Salud Mental, acudiendo rigurosamente a consulta
hasta hace cuatro años, fecha en que fallece su madre.

Para sus hermanos ha sido muy difícil el control de la medicación y se han percatado
de un cambio en su manera de actuar desde hace un año aproximadamente. Notan
alteración del comportamiento, risas inmotivadas y discursos incoherentes. Llama la
atención la preocupación que tienen los hermanos sobre la economía de Délico;
comentan que éste gasta mucho dinero en combustible, hace largos viajes sin
descansar y visita a toda clase videntes y de adivinadores.

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Una de las primeras cosas que me enseña Délico es una vena recta en el dorso de la
mano derecha, símbolo inequívoco de que por sus venas corre sangre azul. A la vez
me da toda una lección de historia con respecto a su linaje. Me explica con precisión
abrumadora todo su árbol genealógico paterno y cómo la historia le ha quitado tierras,
riquezas y sobre todo el reconocimiento del pueblo.

Me vuelve a solicitar el alta, pues el pueblo lo necesita y lo está esperando; si no


regresa a su casa en corto tiempo, la gente se puede levantar con terribles
consecuencias para nosotros.

Así es como Délico me mete en una era muy anterior a la mía, una era medieval
gobernada por reyes, duques y marqueses, claro, y también de batallas, matrimonios
por conveniencias y de traiciones políticas. Por momentos confundo el despacho de
psiquiatría por un aula de clases de historia.

Es inevitable sentirse absorbido y fascinado por el delirio de este paciente. Debo


admitir que me considero culpable de compartir y de gozar de su delirio en múltiples
oportunidades, y a la vez, me es imposible el dejar de recordar a dos personajes, uno
de la literatura y otro de la historia española: el Hidalgo Don Quijote de la Mancha y a
doña Juana I de Castilla.

Al preguntarle por su vida sentimental, hace alusión a una mujer con la que salió hace
20 años. Se trata de Doña Inés, Emperatriz de China, actualmente exiliada en tierras
Argentinas. A pesar de no volverla a ver ni hablar desde esas fechas, confirma
continuar con la relación sentimental y se lamenta por estar destinados a recorrer el
mismo camino, lleno de calamidades e injusticias.

Cuando le pregunto si compartió esta privilegiada información con sus padres cuando
estos aún vivían, me responde que nunca fue necesario, pues a pesar de ser su padre
un humilde agricultor, Délico estaba seguro de que este sabía la verdad y no había
necesidad de hablar de esto. Con respecto a su madre, tampoco discutió dichos temas,
ya que ella, según su apellido materno, era descendiente de Inglaterra, para ser más
exacto, del Rey Arturo de Camelot, y tampoco había necesidad de hablar de ello.

Esta claro que estamos ante un paciente de estructura psicótica con un cuadro de
trastorno delirante, que hasta podríamos llamar, como una vez escuche en la unidad,
delirio medieval. Pero cuales son las causas o motivos que llevan a una mente humana
a delirar. Sabemos que no solo estamos hablando de un síntoma, o del error en un
sistema operativo o programa de ordenador; estamos hablando de un fenómeno que
cumple con una determinada función.

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Es en 1911 cuando Freud, a raíz del caso Schreber, definió al delirio como una
tentativa de curación, de reconstrucción del mundo exterior por restitución de la libido
a los objetos, privilegiada en la paranoia y hecha posible por el mecanismo de la
proyección, que permite que lo abolido dentro le vuelva al sujeto desde afuera. Lo ve
como un trabajo razonante al que se entrega el sujeto para intentar remediar el
desequilibrio general introducido por la psicosis y lo vincula de una manera
paradigmática con la paranoia, concibiéndolo como un medio para que el sujeto se
defienda de un aflujo de libido homosexual.

Pero cuál es la fuerza que mueve todo este mecanismo. No es otra cosa que el manejo
de la Libido del Yo, o mejor dicho, el mal manejo del Libido del Yo al que conocemos
como narcisismo.

El narcisismo fue descrito inicialmente por el psicólogo Binet en 1887 para nombrar
un tipo de fetichismo, y una década después fue Havelock Ellis en 1898, quien utilizó
por primera vez la expresión “Narcissus like” para caracterizar en su aspecto
patológico esta forma de amor dirigido a la propia persona; a continuación, Näcke
(1899) utilizó la palabra “Narcismus” para significar ya una verdadera perversión
sexual. Freud (1910) usa por primera vez la noción de narcisismo (término que él
habría reemplazado de buena gana por el más eufónico de «narcismo») para explicar
la elección de objeto entre los homosexuales, explica cómo éstos se toman a sí
mismos como objeto sexual; parten del narcisismo y buscan jóvenes que se les
parezcan para poder amarlos como su madre los amó a ellos. Pero para Freud, el
narcisismo tiene también el carácter de una perversión cuando absorbe la totalidad de
la vida sexual del individuo, como consecuencia de una fijación en las pulsiones
parciales sin que haya la represión neurótica. No obstante, constituye un estadio del
desarrollo de la libido, intermedio entre el autoerotismo y la elección de objeto; esto
permitiría una primera unificación de pulsiones sexuales. Estos mismos puntos de
vista los vuelve a explicar en su obra Tótem y tabú de 1913. Sólo la fijación en ese
estadio con la unificación de las pulsiones sexuales y sus formas excesivas serían
responsables de una patología.

Para la teoría de Freud y la de Melanie Klein, los instintos y las pulsiones son
primordiales para la formación del narcisismo. Para Heinz Kohut, dentro de su obra
Análisis del Self , estos instintos y pulsiones tienen un rol secundario; afirmando que
lo prioritario es la relación del Self con el Object Self. El niño nacería en un mundo
perfecto y optimista, lo que daría origen al Self, pero al sufrir frustraciones y no ser
satisfechas sus necesidades, este Self no se integraría en el Yo ni se relacionaría con lo

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exterior, el Object Self. Ante esta deficiencia, el Yo no puede recibir la carga libidinal
del objeto causando una baja autoestima y un gran daño en el narcisismo. Así mismo
entiende a la psicosis, no como una regresión de los instintos, si no como una
regresión narcisista.

Kohut rompe con el concepto clásico de psicosis, entendiéndola como una


desintegración de formas superiores de narcisismo con una regresión a posiciones
narcisísticas arcaicas para una posterior ruptura de posiciones narcisísticas arcaicas,
fragmentación del Self y de los objetos del Self arcaicos. Con esta explicación
metapsicológica se entendería el fenómeno psicótico como una fragmentación del
Self.

André Green en su libro Narcisismo de vida, narcisismo de muerte entiende la


psicosis por medio del Objeto-Trauma. Siguiendo la línea de Winnicott establece sus
teorías basándose en la relación entre el objeto interno, susceptible de dar origen al
objeto transicional, y el objeto externo. Dichos objetos, siempre y cuando hayan
recibido mayores satisfacciones que frustraciones por parte de la madre, cumplirían el
papel de espejo, de continente y de Yo auxiliar; de esta manera se tiene acceso a la
autoidealización como defensa y la formación de un narcisismo positivo. Pero si la
relación objeto interno – objeto externo está predeterminada por un excesivo número
frustraciones, el Yo es obligado a sufrir un repliegue narcisista en el cual no sólo tiene
que lidiar contra las pulsiones, como en el caso anterior, si no que ahora tiene que
librar una batalla en doble frente: contra las pulsiones y contra el objeto. Ante tal
situación, el Yo, echará mano de lo precario que dispone que serían las pulsiones de
destrucción. Como consecuencia se ve incrementada la identificación proyectiva
donde la realidad exterior y la realidad interior serán odiadas. Es aquí donde aparece,
tanto, la angustia narcisista de la locura privada como la locura publica o psicosis.

Este objeto convertido en Objeto Trauma ocasionará un narcisismo negativo donde lo


bueno se vuelve malo y donde el objeto y el Yo tienden a la mutua anulación.

En la Introducción al narcisismo de 1914, Freud retira al narcisismo su categoría de


fase evolutiva y la define como un estancamiento de la libido, que ninguna catexis de
objeto permite sobrepasar completamente.

Lacan relaciona el primer momento del auto reconocimiento de la imagen corporal,


basado en el modelo del Otro, para explicar la formación del Yo con la experiencia
narcisista fundamental que designa con el nombre de fase del espejo. Desde este
punto de vista, según el cual el Yo se define por una identificación con la imagen del
Otro, el narcisismo, incluso el primario, no es un estado en el que faltaría toda

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relación intersubjetiva, sino la interiorización de una relación.

Conocemos la existencia de un narcisismo primario y otro secundario. El narcisismo


primario, como mecanismo de ayuda para superar la angustia de separación, consiste
en la capacidad del niño para buscar su propia satisfacción; es decir, el niño se toma a
sí mismo como objeto de amor antes de elegir objetos exteriores. Tal estado
correspondería a la creencia del niño en la omnipotencia de sus pensamientos.

Melanie Klein descarta el concepto de fase narcisista o narcisismo primario,


argumentando que desde el origen, se instituyen relaciones objetales; en cambio
introduce el concepto de “estados narcisistas” caracterizados por un retorno de la
libido hacia objetos interiorizados.

Después del narcisismo primario, es decir del autoerotismo, tendemos a buscar la


satisfacción en nuestro propio género (libido homosexual), para finalmente dejar el
libido en el exterior y hacer una elección de objeto (libido objetal); así es como
también vamos entrando en un mundo de deseos, insatisfacciones y castraciones. La
sexualidad en sí mismo consiste en llevar el deseo hacia el objeto en deseo hacia el
Yo.

El paranoico, ante una angustia de separación mal resuelta, se ha quedado estancado


en el punto intermedio del autoerotismo, sólo usando la realidad exterior como tema
para buscar que la libido retorne al Yo y no como elección de objeto. Cuando el
paranoico se descompensa, hay una retracción, o mejor dicho, una represión de la
libido cuando esta no es sustituida por los objetos externos, entonces vuelve a la
fijación anterior, al autoerotismo. De esta manera, al convertirse en megalomanía,
puede ser más que los otros, volviendo a estar por encima del resto y, por
consiguiente, recuperar la libido para el Yo. Así el narcisismo se convierte en una
ilusión de autosuficiencia para el Yo y pasa a ser un complemento libidinoso del
egoísmo del instinto de conservación. Jung denomina a esto como una introversión de
la libido.

El neurótico retira la libido de los objetos y los sustituye por fantasías, el


esquizofrénico retira la libido de los objetos y las personas, en cambio el paranoico
destina la libido retirada en la megalomanía a manera de sustitutivo con el fin de
buscar la cura a la herida narcisista.

La megalomanía es similar a la de los niños, donde hay una hiperestimulación del


poder de los deseos y actos mentales, omnipotencia de ideas y pensamientos, fe en la
fuerza mágica de las palabras y una magia contra el mundo exterior. La libido, en todo

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o en parte, se ha internado por el camino de la regresión y reanima los imagos
infantiles.

Pero ¿como podemos ver esto en Délico? Entendiendo que es un hombre de campo,
de padres humildes y para quien el trabajo físico tiene una gran relevancia, ya
podemos comenzar a intuir el simbolismo que tiene su delirio dentro de una más que
complicada formación del narcisismo.

Délico al recibir una educación tradicional y católica, hace una introyección de la


libido objetal, es decir, recarga su Yo del libido retirando de la catexis del objeto que
en este momento es la fe religiosa familiar. Así comienza a presentar un delirio
religioso donde él mismo comparte cualidades de divinidad. Es decir, ha recibido un
trato especial desde pequeño, poder para leer la mente de la gente, el poder
comunicarse con Dios y hasta ha compartido el cuerpo con Cristo. Solo hay que hacer
una rápida revisión dentro de la religión católica para encontrar al hombre hijo de
Dios; vale la pena anotar la notable admiración y respeto que presentaba Délico hacia
su padre.

Tratándose de un hombre de campo, donde el mérito y el reconocimiento lo da la


fortaleza física extraída del sudor del cuerpo y mas específicamente de las manos, no
es difícil de encontrar la explicación a su afición por la quiromancia. Esto también se
vería en la vena con sangre azul que corre por el dorso de su mano derecha y a la
tendencia a sólo alimentarse de líquidos por haber comulgado sin confesarse,
habiendo así pecado contra el cuerpo y sangre de Dios padre. Aunque por los años
transcurridos sea difícil de poder constatar, es muy probable que durante esta época,
Délico, haya presentado alguna culpa con respecto a su padre, y optase así por una
penitencia para buscar el retorno de la libido objetal a su Yo. Este mecanismo a pesar
de ser muy usado por los sujetos de estructura neurótica, no deja de ser un manejo
narcisista de la libido.

Esta es una manera de cómo lo abolido desde dentro vuelve desde afuera; es decir,
aludiendo a una especie de principio de conservación de la energía libidinal, se busca
un equilibrio entre la “libido del Yo” (catectizada en el Yo) y la “libido del objeto”.
Cuanto más aumenta una, más se empobrece la otra. El yo debe considerarse como un
gran reservorio de libido de donde ésta es enviada hacia los objetos, y que se halla
siempre dispuesto a absorber la libido que retorna a partir de los objetos. Así se puede
llegar a retirar la libido de la realidad exterior y hacerse propia.

La libido liberada por la frustración, ya no permanece ligada al objeto en la fantasía,


si no que se retrae en el Yo para engrandecerla. Jung dijo que la “introversión de la

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libido” sexual conduce a una carga libidinosa del Yo, la cual produce la perdida del
contacto con la realidad. Bleuler, inspirado en la noción freudiana del autoerotismo,
intentó explicar a partir de ella una característica esencial de los esquizofrénico
consistente en “la predilección por la fantasía en oposición a la realidad y la
inclinación a divorciarse de la realidad”; denominó tal tendencia “Autismus”. no
olvidemos que para algunos autores el autismo es un enquistamiento en el narcisismo
primario. Karl Abraham (1908) respecto a la misma noción del autoerotismo escribió:
“la característica psicosexual de la demencia precoz es el regreso del paciente al
autoerotismo, y los síntomas de su enfermedad son una forma de actividad sexual
autoerótica”, también dijo: “el paciente cuya libido se ha apartado de los objetos, se
ha colocado a sí mismo contra el mundo. Se encuentra solo y se enfrenta a un mundo
que le es hostil” y concluye diciendo: “el enfermo mental transfiere sobre él solo, en
cuanto es su único objeto sexual, toda la libido que la persona sana vuelca sobre los
objetos vivientes e inanimados de su contorno, y en consecuencia su sobreestimación
sexual está dirigida hacia él solamente y asume enormes dimensiones”.

Al retirar la libido de los objetos, el Yo se queda sin varias satisfacciones, pero


también sin riesgos, incertidumbres ni decepciones. Al retirar a los objetos de sus
investiduras, el narcisismo se convierte en una vacuna contra la castración. Este
aumento de la carga de la libido del Yo daría como resultado la simple megalomanía.
En este sentido, todo lo que la persona posee o logra, se convierte en un sentimiento
de omnipotencia confirmado por su experiencia, ayudando así a aumentar la
autoestimación componente fundamental para una sublimación megalomaniaca.

No está de más esclarecer las diferencias que Freud hizo entre la esquizofrenia y la
paranoia, tomando en consideración la afectividad total o parcial de la represión, la
profundidad de la regresión y el mecanismo específico de la formación del síntoma.
Demarca a la esquizofrenia como un éxito completo de la represión, profunda
regresión autoerótica y la patogenia del síntoma sustancialmente alucinatoria; y a la
paranoia como el triunfo sólo parcial de la represión con la posibilidad de desarrollar
una reconstrucción delirante, regresión menos profunda al narcisismo y con un
mecanismo de formación de síntoma esencialmente proyectivo. Según Racamier la
proyección paranoica está precedida por una negación de la realidad y acompañada
por una anulación retroactiva. Con esta proyección se tranquiliza a quien proyecta
acerca de lo que experimenta y todavía acerca más acerca de su existencia. Así mismo
ve al sentimiento de persecución como una correspondencia a una mediana avenencia
entre la soledad e intimidad con relación al objeto.

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El paranoico utiliza la libido de una manera narcisista como mecanismo de defensa,
convirtiendo fácilmente, por medio de la racionalización, un delirio persecutorio en
un delirio de grandeza. Claro ejemplo de esto, es cuando Délico me dice: “cuando
voy a una discoteca y ninguna chica quiere estar conmigo, significa que todas son
hermanas mías y por tanto no pueden estar conmigo”.

En el amor se encuentra el máximo desarrollo de la libido objetal, donde hay una


disolución de la libido del Yo a favor del objeto, siendo, por ende, la antítesis del amor
la paranoia. Este es el motivo por el cual cuando le pregunto a Délico sobre su futuro
amoroso me responde: “no amo a nadie ni nada, sólo me amo a mi mismo”; a pesar
de tener a Doña Inés Emperatriz de China como pareja de hecho en el delirio y
pedirnos reiteradas veces que la busquemos en el Internet, está claro que el
componente afectivo es nulo.

Al preguntarle porqué no había intentando buscar otra pareja me explica: “todo


comenzó cuando tenia 4 años, estaba acompañando a mi padre mientras trabajaba
la tierra y este me pide que vaya a la casa por un vaso con agua. Al volver con el
agua me caigo y se me produce una fimosis; en ese momento no lo entendí, pero
tiempo después comprendí que no había sido casualidad, había sido una
intervención divina. Intervención que me prohibía mantener relaciones sexuales
con mujeres, me he acostado con varias prostitutas, pero se me hace imposible
mantener relaciones con tías, me es imposible traicionar o abusar de alguien.

Antes existía el Derecho de Pernada en donde el señor feudal tenía la potestad de


mantener relaciones sexuales con sus siervas. Ahora no existe este derecho, pero
está en el inconsciente de la gente. Mis ancestros y mi padre tuvieron varios hijos,
por eso que tengo varios hermanos, pero yo no quiero eso, mi herencia se perdería
y las mujeres son malvadas”.

De esta manera, para Délico, no hay más mujeres para él después de su madre. Ante
un delirio de grandeza, con una acaparación de la libido en el Yo no hay espacio para
el Otro. El enamoramiento es un potencial terrorista para el individuo y su libido
narcisista. El fracaso sexual puede hacer correr el riesgo de abandono o rechazo por
parte de objeto. Por consiguiente si deja la libido en el objeto sexual entra en potencial
peligro de ser víctima de la angustia de castración.

Después de un periodo prudente de hospitalización lleno de interesantes y fructíferas


entrevistas, Délico comenzó a presentar una rápida mejoría en su psicopatología. La
sesiones estaban llenas de historias reales y delirios, que se fusionaban tan
perfectamente, que daba la impresión de un verdadero mundo paralelo o de un sueño

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gobernado por una fuerza que sólo trataba de defenderse.

En todo momento, Délico, mostró un comportamiento afable y agradecido. En


reiteradas oportunidades me había sugerido la oportunidad de compartir una comida
cuando esté de alta, dicha invitación se hizo más formal al finalizar la hospitalización,
la cual acepte con agrado y curiosidad. Délico decidió el restaurante y, como era de
esperar, las viandas elegidas.

El día acordado, Délico me recibe con una gran sonrisa, estaba contento porque
acababa de contratar una chica para que le cocine y le atienda. Mientras que hacía
gala de tan buen estado de ánimo, me llevó a conocer su pequeño reino; mostrándome
sus tierras, sus placas solares, sus graneros y, como era de esperar, su casa, cuya
puerta estaba coronada con el escudo en piedra de su apellido. Luego me llevó a
conocer las ruinas de castillos medievales de los alrededores para finalmente llegar al
restaurante acordado. De entrante eran unas sabrosas lonchas de cecina del Reino de
León, de plato principal pulpo al estilo gallego y como postre un sabroso flan de
huevo casero. Está de más decir que las raciones también estaban algo sublimadas y la
conversación fue tan deleitante como la comida. Me llamó la atención el grado de
satisfacción que tenía la mirada de Délico al verme comer, como si se tratase de un
maestro enseñando ciertas habilidades, ocultas para el resto de los mortales, a su
privilegiado aprendiz.

Durante la comida habíamos hablado de diferentes temas, y en ningún momento pude


observar algún síntoma de angustia o de descompensación psicopatológica, la
conversación era fluida y coherente, además de agradable. Llegado el momento del
postre, Délico me mira con su característica media sonrisa y confiesa que tiene algo
que decirme, algo que lo sabe desde hace mucho tiempo y que no se lo ha contado a
nadie.

Lleno de intriga me presto a escuchar lo que luego me llevará a un mayor


entendimiento de este caso; miro atentamente a Délico cuando este comienza a
decirme: “Mire doctor, desde muy pequeño he sabido que soy una persona muy
especial, ha pasado en mi vida cosas sobrenaturales que no tienen explicación y
que sólo le puede pasar a los elegidos. A los 4 años ya sabía que era un elegido. En
el colegio, durante una clase de historia, entendí que era descendiente del Rey
Sancho y que España me pertenecía. Hace como veinte años, mientras araba el
campo, en un día soleado y sin nubes, me cayeron 2 gotas de agua en el dorso de la
mano derecha y tiempo después se repitió la misma experiencia estando yo dentro
del coche, era como si el cielo llorara.

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Doctor, me han pasado estas cosas; es que no tengo escapatoria, yo sólo quería ser
reconocido, pero ahora no puedo escaparme. En la iglesia del pueblo hay un
cuadro de corazón de Jesús, y a pie del cuadro dice: el corazón de España para
Jesús. Yo no quiero milagros, imagínese la que se montaría; yo sólo quiero que me
dejen trabajar hasta que llegue mi jubilación. Si quieren reconocer mi reinado y
darme la corona bien, pero si no me da igual, por eso no tengo hijos, para que no
sufran como yo.

El otro día mientras pensaba en la gente pobre y sufrida de África, se cruzó por mi
camino un joven alto, atlético y negro, un hombre que no he vuelto a ver en el
pueblo. Ahí entendí cual va a ser mi destino después que muera. Me voy a
reencarnar doctor, me voy a reencarnar en Kenia, seguro, como hijo de un gran rey
o de un gran guerrero, así podré ayudar al pueblo, heredaré el poder de los negros
y seré reconocido por todos ellos”.

Minutos después, acabado el postre, damos por concluida la comida. Délico se


despide de mí regalándome el escudo de su apellido en un folio y prometiéndome
acudir a sus controles por el Centro de Salud Mental. Yo me despido de él deseándole
éxitos en su trabajo y con la promesa de volverlo a llamar para saludarlo.

No deja de ser abrumadora la certeza que tiene Délico sobre su linaje o sobre sus
destino sobrenatural. Ya conocemos esta certeza en pacientes de estructura psicótica;
pero ¿qué es lo que me dice Délico en la ultima conversación?, ¿cómo está
funcionando el narcisismo en dicho momento?

Délico para evitar la agresión y el conflicto narcisista, al no poder reclamar su reino,


salva su libido y lo lleva a un lugar de mayor sublimación donde no se lo puedan
arrebatar. Asciende así su narcisismo de emperador a la reencarnación en un hombre
atlético provisto del poder de los negros. De esta forma deja de lado el objeto libidinal
actual para proteger a su Yo de la angustia de la probable castración. Al salvarse así
narcisísticamente, el Yo es compensado por una mayor manía de grandeza.

El estado de júbilo que presentó cuando contrató a una chica para su hogar, no es sino
un sustituto anaclítico de los primeros objetos sexuales. Los primeros objetos sexuales
son aquellas personas que están ligadas a la protección y cuidado, sirviendo a su vez
para la formación de los objetos externos. Así por medio de la cuidadora, Délico,
encuentra mayor estabilidad para la libido objetal. Al volver la libido al objeto,
disminuye la angustia narcisista y por ende la psicótica, mejorando la sintomatología
paranoica.

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La estructura psicótica de Délico se compensa debido a la eficiencia de las buenas
relaciones conservadas en un sector del Yo, gracias a los oficios de uno o dos rasgos
obsesivos. Cuando Délico esta trabajando en el campo es cuando la trama delirante se
deja de lado para dejar paso a la libido que se relacione con el objeto, el campo, el
cual le retribuye múltiples satisfacciones regresando la libido a su Yo haciendo al
mismo más fuerte y compacto.

La paranoia se da cuando el Super Yo es sacado al exterior como rebeldía a un Ideal


del Yo represor, pero si el Ideal de Yo no es visto como represor, gracias a un
narcisismo positivo y al buen libido objetal, el Yo se ve menos amenazado, se puede
introyectar mejor el Super Yo y por tanto encontramos a un Yo más fuerte y menos
disgregado. De esta manera el Yo acepta mejor la realidad y ya no tiene la necesidad
de defenderse de esta.

Délico ha encontrado así, una forma de disminuir su angustia y entablar una mejor
relación con la realidad. De la misma manera, yo he encontrado una mejor forma de
entender la psicosis y me gustaría pensar, que ante una nueva meta narcisistica, Délico
estará menos angustiado y así pueda seguir disfrutando de la locura como sólo
algunos elegidos tienen el poder de hacerlo; pues allí donde el amor despierta,
muere el Yo déspota y sombrío.

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